Autor: Yo, Crosseyra en su totalidad.

Summary: Ciel Phantomhive es un joven ermitaño de carcater orgulloso y arrogante de apenas trece años de edad adicto a las consolas de videojuegos, televisión e Internet, quien no tiene ni el mas mínimo interés de entablar una amistad con demás personas ni conllevar una vida social consigo, sin embargo, tiende a escribir sus pensamientos, ideas y vivencias en un simple libro al cual bautiza como su diario.

Por desgracia, en una reunión familiar con motivo del compromiso entre Edward Middleford y una chica desconocida hasta el momento, extravía su diario torpemente, el cual, curiosamente, cae en manos de un sujeto llamado Sebastián Michaelis, quien resulta ser el hermano mayor de la prometida de Edward.

Un diario extraviado que los enredará a ambos en una serie de sucesos y los llevará a relacionarse en diferente aspectos, formando entre ellos un amor que, desde el principio, fue mucho más que imposible.

Disclaimer: El mundo de Kuroshitsuji y sus personajes no me pertenecen, son de exclusiva propiedad de Yana Toboso, la historia que se desarrolla en este fic es de mi completa originalidad y propiedad. Queda estrictamente prohibido el plagio parcial o completo de esta historia.

Advertencia: Fanfic yaoi, es decir, hombre x hombre, si no apruebas y no te gusta ese tipo de pareja o género, no leas este fic.

Notas de autor: ¡Bueno! Aquí aparezco de nuevo con un nuevo fic. Espero que disfruten esta pequeña Introducción a lo que sería el primer capítulo ;)


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Ciel's Diary

by

Crosseyra

Capítulo 0: Introducción.


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No lo entiendo, realmente no soy capaz de asimilarlo correctamente, es decir, ¡Soy un buen chico! Tengo excelentes calificaciones, realizo siempre mis deberes, no tengo problemas en estudios, los maestros siempre premian mi buen comportamiento con halagos, no causo conflictos innecesarios, no me retardo en mis clases particulares, soy educado con todos por muy pésimo que me siente tal persona, jamás los he desobedecido y acudo siempre que necesiten de mi ayuda, pero aún así ellos insisten en que no soy un niño "normal" en lo que respecta a un tema en particular…

Vida social.

Dicen y me recalcan todos los benditos días a la hora de cenar que no es bueno ni mucho menos "correcto" el que a esta edad no tenga amigos, que debería salir más de casa a orearme un poco y que intentara socializar con alguno de mis compañeros de clases, pero ¿Quién necesita algo como eso? Bueno, por mi parte, la respuesta es "Nadie".

Tratan de incentivarme a que salga a algún lugar a conocer gente de mi edad, diciéndome que no lograré nada con mi vida si sigo tendido en una cama, con mi portátil sobre la litera y masticando una galleta de chocolate y vainilla todas las tardes luego de clases.

Según mi perspectiva, pienso que he sido un buen hijo a lo largo de todos estos años con vida y merezco, en lo mínimo, que me den la libertad de hacer lo que se me de la regalada gana dentro de mi habitación, es decir, dejarme a mí, a mi música, mi laptop, mi televisor y mis consolas de videojuegos en paz.

¿Vida social? ¿Para qué querría yo algo así? No le debo nada a la gente de los exteriores ajenos a mi vida como para que me vea en la obligación de compartir con ellos, de hecho me crié en un mundo donde solo estábamos mi familia y yo, los demás eran un punto aparte que no era de importancia.

Soy feliz con mi vida tal cual es, recibo amor, un techo donde pasar las noches, alimento para nutrirme, comodidades de cualquier índole, un estatus social excelente y respetado y una familia que siempre ha estado allí para mí ¿Por qué debería anhelar algo más? Esto es todo lo que necesito.

Estoy planteándome seriamente la posibilidad de generar tácticas para quitarles esa idea de la cabeza a mis padres…

Se detuvo toscamente al escuchar sonoros taconeos al otro lado de la puerta de su recámara, los cuales se acercaban insistentemente hacia su posición. Pasó saliva con rapidez y, levantándose de un salto de su litera, arrojó diario y bolígrafo bajo su almohada, mientras corría hacia su armario en busca de su ropa de dormir con desespero.

Aquellos pasos se hicieron cada vez más cercanos al transcurso de los segundos, tacón tras tacón, avanzando con velocidad hacia su habitación.

Desesperado, hurgó por los cajones de su guardarropa en busca de su pijama, lanzando cada prenda inútil fuera de la gaveta y revisando cada cajón con una rapidez sobrehumana, mientras escuchaba las tablas del suelo crujir bajo cada paso dado fuera del lugar, en el largo y angosto pasillo que conectaba el vestíbulo con la planta alta de los dormitorios.

De pronto algo se le vino a la mente que, al cabo de segundos, logró asimilar correctamente. Se irguió rápidamente y comenzó a lanzar toda ropa tirada en el piso de vuelta al interior de su ropero, para luego cerrarlo de un sopetón. Dio medio giro sobre sus talones y se abalanzó exasperado al arcón que se hallaba a los pies de su cama, efectuando el mismo procedimiento anterior… arrojar toda cosa inservible lejos del baúl.

Al dar con las ansiadas prendas se incorporó dando un brinquillo en su lugar, cerró el arcón, deslizó con el pie las cosas desparramadas en el suelo bajo la cama y saltó a la litera deshaciéndose de sus zapatos y su pantalón.

Comenzó con ponerse el short, buscando la parte "delantera" de este con el objetivo de no equivocarse y envolverse en una situación incómoda, se quitó su camiseta reemplazándola por el camisón de dormir y terminó por refugiarse bajo las enormes y gruesas sábanas de su lecho. Apagó su lámpara sobre la mesita de noche y se acurrucó en la colcha, escondiendo su rostro bajo la funda.

Escuchó como daban leves golpes a la puerta de su habitación, apretó los ojos y se hundió aún más bajo las suaves y tersas mantas.

— Ciel, cariño ¿Estás despierto? — la voz de su madre resonó tras el portillo de caoba barnizada, mas el rechinar de la puerta siendo abierta jamás se presentó, haciendo que el joven adolescente se volviera un perfecto ovillo bajo las sábanas de su litera.

El muchacho de azulina cabellera respiraba con dificultad producto del oxígeno precario que se hallaba bajo las mantas, mas no se dignó a asomar su cabeza fuera de la funda, mucho menos si sus oídos habían captado perfectamente el chirriar de la puerta siendo abierta. Se hizo una bolita aún más pequeña con la esperanza de que su madre no le descubriera.

— ¿Ciel? — escuchó el pronunciado de su nombre a la cercanía, pero por su parte no hubo respuesta, solo se quedó estático en su lugar con la intención de no mover ni un solo músculo, mas una risilla por parte de la mujer provocó que diera un brinquillo involuntario — Mi amor, no finjas dormir — y en eso fue cuando el chiquillo dejó sus cabellos y rostro al descubierto.

Los primero que sus ojos pudieron presenciar fueron unos hermosos ojuelos azul cobalto exactamente idénticos a los propios, los cuales le observaban con cierta ternura impregnada en ellos, una calidez que solo aquellos ocelos podían provocar en él y ese alivio de saber que, por más que no los vea, no desaparecerían.

La dama esbozó una sonrisa apenas visible gracias a la oscuridad del lugar e, inclinándose un poco, encendió nuevamente el candil sobre la pequeña mesita de noche, donde también reposaba un libro de tapa gruesa de un color verde botella y un reloj despertador.

— ¿Cuándo te diste cuenta? — preguntó Ciel al incorporarse con lentitud, sentándose en la colcha y atisbando con un semblante algo sorprendido a la mujer. Intuición de madre, quizás.

La dama sonrió con ternura.

Rachel Durless, mujer de treinta y seis años, esposa de Vincent Phantomhive, uno de los empresarios más reconocidos del tiempo contemporáneo en Gran Bretaña, madre de un varón y dueña de la mansión Phantomhive. De cabellera larga y rubia, ojos azul cobalto, cuerpo esbelto y estatura promedio, en otras palabras, una mujer madura, madre y esposa que disfruta de un buen estatus social.

— Antes de subir las escaleras. Para ser alguien pequeño haces bastante ruido — rió por lo bajo y observó a su hijo con apacible afecto, a la vez que corría un rubio mechón de su rostro y se sentaba a orillas de la litera del menor, percatándose de un ligero puchero formado en el rostro del infante.

— No soy pequeño — refutó el muchacho con algo de hastío. La mujer de azulinos ojos esbozó una sonrisa traviesa y delicada.

— Lo sé, mi amor, pero dime… ¿Qué te mantiene despierto a estas horas de la noche? — curioseó la rubia dama al momento de que corría un oscuro mechón de cabello rebelde del rostro del joven Phantomhive, mientras acariciaba su pequeña cabeza con dulzura y le sonreía de manera amena. Se sentía tan bien al lado de su único hijo.

El chico abrió sus ojos atónito, escudriñando en la expresión sonriente y jovial de su madre al tiempo que su cerebro procesaba la información, para luego dar un leve brinquillo sobre su cama y sentarse de lleno sobre su almohada, ejerciendo presión tanto sobre el cojín como sobre el libro y bolígrafo que trataba de esconder de la vista de su madre bajo él.

Rachel le atisbó algo sorprendida. Ciel tragó grueso.

— Estaba… escribiendo un poco — tartamudeó levemente. Al final carraspeó sonoro, mientras un leve tono rojizo se apoderaba de su rostro gracias a la adrenalina que sentía. No era por hablar mal, pero sabía que si su madre encontraba aquel pequeño cuadernillo donde había estado escribiendo más de la mitad de su vida era más que seguro que se tomaría la molestia de leerlo completamente de principio a fin antes de devolverlo a sus manos.

Comenzó a temblar de solo pensar en ese hecho, en ese diario habían cosas impregnadas con tinta que solo él conocía y de lo que los demás eran ignorantes desde el sucedo relatado en sí hasta la fecha, por lo tanto, si alguien más leyera lo que estaba escrito allí, estaba perdido.

Levantó la mirada y posó sus ojos en el rostro de la esposa de Phantomhive, quien le observaba de la misma manera. De una forma inquisitiva, luego esbozó una sonrisa tan característica de ella, con sinceridad.

La mujer volvió a acariciar los cabellos del menor.

— Veo que tenemos un escritor en la familia. Y dime ¿Puedo ver lo que escribías? — preguntó ahora acercándose aún más al niño, mientras paseaba sus hermosos ojos azul cobalto por la litera de su hijo, hasta detenerla en la almohada bajo el trasero del jovencillo de cabellera oscura. Ciel pegó un salto y detuvo a su madre.

— ¡No! — gritó agitando sus brazos con frenesí. La rubia le miró sorprendida. El muchacho, algo avergonzado, se aclaró la garganta — Digo, aún no está terminado y es algo personal ¿No te molesta, verdad? — preguntó con un aire algo suplicante, el cual desprendía el grito de que la dama dejara de insistir.

Rachel entendió el mensaje y, corriendo otro mechón del exaltado rostro del menor, negó con la cabeza.

— Claro que no, pero es mejor que descanses. Mañana saldremos a almorzar con tu tía Ann y la hermana de tu padre — anunció la señora Phantomhive con algo de entusiasmo.

Ciel no había salido de casa durante dos semanas seguidas de su habitación luego de clases y esa era una buena oportunidad para que el niño escapara de su rutina como ermitaño y saliera orearse y divertirse un poco, y que mejor manera que en una tarde de picnic con la familia. Lástima que el chico no pensara lo mismo.

Al escuchar aquello, el joven de azulinos ojos sintió un escalofrío recorrer su cuerpo ¿La hermana de su padre, había dicho? Eso auguraba una sola cosa…

— ¿Tía Frances? Entonces ¿Elizabeth y Edward estarán allí, verdad? — su cuerpo se heló al pronunciar aquellas palabras. Elizabeth…

Elizabeth Middleford, hija menor de Alexis León Middleford y la temible Frances Phantomhive, la hermana de su padre, por ende, la chiquilla resultaría ser su prima y su peor pesadilla. Y qué hablar de su primo, Edward, quien tiene un complejo de hermano sobreprotector y sus celos siempre recaen en el mismísimo Ciel porque la menor de los Middleford, al parecer, estaba prendada de él hace ya un buen tiempo.

Como se dijo, era su peor pesadilla…

Durless asintió entusiasmada.

— Así es. Es una ocasión bastante especial, ya que Edward nos presentará a su prometida el día de mañana. Frances me ha dicho que es una chica muy bonita, educada y refinada — aclamó la rubia con una radiante sonrisa en su fino rostro de porcelana. El muchacho frunció el ceño algo desconcertado.

— ¿Prometida? — ah, ya se lo imaginaba. Sería una de esas típicas reuniones familiares formales donde el supuesto "anfitrión" presentaría a su futura esposa y anunciarían su compromiso como razón de festejo en la ocasión, harían un brindis y comenzarían a charlar sobre lo linda que es la chica, a qué se dedica, donde estudia o si trabaja, sobre sus futuros como matrimonio, si en un futuro tendrían hijos, que planean hacer con sus vidas, donde vivirían y si tiene algún talento en especial. Como aborrecía ese tipo de reuniones — ¿No puedo quedarme en casa? — bufó el chico molesto, mientras se cruzaba de brazos

Rachel negó lerdamente con la cabeza.

— No, cariño, me temo que no. La hermana de tu padre desea que todos estemos allí y Vincent opina lo mismo, será una de las pocas veces en que podremos estar todos juntos y no podemos desaprovechar esa oportunidad. Sabes que papá tiene bastante trabajo con las empresas — espetó la dama rubia, mientras seguía acariciando los oscuros cabellos de su hijo con parsimonia, cariño y amor.

Ciel desvió la mirada algo fastidiado.

— Lo sé… — gruñó por lo bajo.

Durless soltó un suspiro cansino, aun esperándose una respuesta como esa, le exasperaba de la misma manera el que el niño no quisiera salir de casa y prefiriera sus videojuegos y su laptop antes que un momento con su familia. Sonrió amablemente, en el intento de despertar en el muchacho alguna clase de fogosidad ante la idea, mas le era casi imposible sabiendo el carácter orgulloso que poseía su hijo. Herencia de Vincent.

— Ánimo, Ciel — le alentó su madre al darle un leve empujoncito al menor en el brazo, pero al ver que el joven de ojos azules no se dignó a mirarle, decidió que ya era hora de retirarse. Acarició los cabellos del menor y le rodeo cálidamente con sus brazos — Será divertido, lo prometo — garantizó la joven madre en un tono terso.

Phantomhive correspondió el abrazo.

— De acuerdo — bufó el chico resignado ¿Qué más podría hacer? La rutina siempre era la misma. Solo recibía consuelo en el hecho de que, luego de aquel "almuerzo", volvería a la mansión con unos padres satisfechos de su flexibilidad ante el tema y tendría la libertad de quedarse todo el día restante en la comodidad de su habitación.

Solo era un almuerzo, podría soportarlo.

Rachel deshizo el abrazo y sonrió complacida, para luego levantarse de la colcha y besar la frente del menor.

— Nos vemos mañana, descansa — dicho esto, se acercó a la lámpara que reposaba en la mesita de noche y la apagó con delicadeza. Avanzó hasta la puerta y, cruzando el umbral, se volteó para ver al muchacho, quien se estaba removiendo bajo las sábanas — Dulces sueños, mi amor — y, luego de esto, cerró la puerta por completo.

Ciel dejó escapar un suspiro moribundo.

Mañana, reunión familiar. Almuerzo, Edward, prometida, charla. No quería asimilarlo.

Dio media vuelta sobre la cama y metió la mano bajo su almohada, encontrándose con algo duro y un poco pesado. Sonrió para sus adentros y sacó su diario con algo de cuidado en el intento de no hacer ruido alguno.

Se mantuvo estático por unos momentos, mientras agudizaba su oído lo más que podía. No escuchaba ningún sonido al otro lado de la puerta ni tampoco el crujir de las tablas en el pasillo, eso quería decir que Rachel ya se había retirado a su habitación, abandonando completamente el corredor de las habitaciones.

Dio un brinco apresurado fuera de la cama y prendió la lámpara que estaba en su velador, volvió a la cama y, con la mayor rapidez que pudo, tomó el bolígrafo bajo la almohada abriendo el pequeño librito en su posesión.

Bien, otra vez yo resignándome a las peticiones de mi madre. Reitero el hecho de que he sido un buen hijo durante los últimos años, de eso no habría de caber duda alguna.

Mañana reunión familiar a la hora de almuerzo con la familia Middleford ¿Motivo? El compromiso de Edward y la presentación de su prometida (la chica desafortunada) y futura esposa a la familia Phantomhive… esto es un asco.

Está bien, no niego que la chiquilla esta pudiera ser bonita, alegre, educada, refinada y agradable (para la mayoría de la gente), pero eso no quita el hecho de que, si se fijó en alguien como mi "querido" (nótese el sarcasmo) primo Edward, es solo porque quiere algo a cambio de él.

No es que me interese mucho lo que suceda con el chico, pero he de decir que arpías como aquellas no me sientan muy bien, sin embargo, creo que sería algo de utilidad el que investigue un poco sobre ella, me aseguraré de tomar nota de la chica, puede que con eso me distraiga un poco de toda la charla y el cuchicheo que van a formar y, por qué no, de Lizzy. Después de todo, las Middleford están relacionados financieramente con las empresas de mi padre y alguna clase de robo monetario por parte de la muchacha nos acarrearía uno que otro problema, por lo cual es mejor no arriesgarse, deberé de investigar a fondo a la chica.

Por otro lado, mi madre estuvo bastante cerca de encontrar mi diario, eso es un susto de la peor calaña, es decir, hay un montón de cosas en este "insignificante" cuadernillo que me he esmerado años en ocultar de la vista y mente de toda persona, en especial de la vista de mis padres, por lo cual he pasado un momento incómodo y espantoso.

Preferiría, en todos los sentidos, quemar este cuadernillo antes de que lo vieran mis padres o algún desconocido, aunque… el que un extraño tuviera en su posesión este pequeño librillo antes que Rachel y Vincent no suena tan mal…

Ciel jamás hubiera imaginado que una cosa tan simple como un pensamiento como aquel pudiera hacerse realidad y, peor aún, que, en un abrir y cerrar de ojos, pudiera cambiar por completo el curso de las cosas y de su propia vida.


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Bueno, bueno, qué les puedo decir. Vuelvo yo con una nueva historia para compartir con ustedes.

la trama de este fic se me vino a la cabeza de imprevisto y no pude evitar no escribirla, después de todo estos "ataques" de inspiración no se presentan con tanta frecuencia en un día domingo como lo és este.

En fin, de todas formas ¿Qué les ha parecido esta pequeña introducción a lo que será el primer capítulo de esta historia? Por favor, si les ha agradado, dejen un comentario, se los agradecería mucho ;)

Sin mas que decir, me despido.

Atte: Crosseyra/Ino!