Nota de la traductora
Las palabras en negritas serán explicadas al final de cada capítulo.
Versión original en inglés: s/6153333/1/We-ll-Meet-Again
No es necesario que dejen reviews en esta traducción, pero siempre es bueno saber que la están leyendo. Siéntanse libres de señalar cualquier error o recomendación.
Recuerden agregar a Favoritos tanto la historia original como ésta :)
¡Disfrútenlo!
Pareja: Alfred Jones/Arthur Kirkland (USUK)
Resumen: Universo Alterno, Segunda Guerra Mundial. El pub del londinense Arthur Kirkland, The Emerald Lion, está plagado de militares estadounidense en reserva. Uno en particular le saca de quicio – el escandaloso y temerario piloto de combate Alfred Jones. Incapaz de detenerlo, Arthur cae por los encantos de Alfred… justo cuando el piloto se prepara para partir a la guerra.
Esta historia es la primera de mi UA centrado en la Segunda Guerra Mundial en progreso, el Veraverse. Pueden leer sólo esta historia pero, si les interesa, pueden entrar a mi perfil para leer los otros fics pertenecientes a esta serie.
We'll Meet Again
(Volveremos a vernos)
Invierno, finales de 1943
Londres, Inglaterra
A Arthur, los estadounidenses comenzaban a volverlo loco. Desde hacía unas semanas que su pub en Londres estaba lleno de militares estadounidenses bulliciosos, detestables y juerguistas. Gritaban, bebían, ocasionalmente peleaban, bebían, coqueteaban con las chicas locales y bebían un poco más. Luego, lo hacían otra vez. Al principio había sido un respiro algo interesante de su vieja, tediosa rutina. Para el final de la segunda noche, Arthur había tenido suficiente.
Para ser honesto, ellos no eran del todo malos. Intentaban comportarse bien, invertían un montón de dinero en su pub y, después de todo, eran aliados luchando contra un enemigo en común.
A decir verdad, ellos no estaban volviendo loco a Arthur.
Él lo hacía.
"¡Ey, Art, buddy! ¡Otro bourbon aquí!"
Arthur alzó la mirada para ver al rubio sonriente sosteniendo su vaso vacío en la barra. Todo acerca del estadounidense le irritaba. La absurda chaqueta de bombardero, donde aparentemente vivía. Su sonrisa perpetua. El hecho de que nunca peinaba su maldito cabello. Y la arrogancia… Arthur no se sorprendió ni un poco al saber que era un piloto de combate. Creía que toda la maldita Isla Británica le debía su libertad y lealtad. Arthur apretó los dientes y le arrebató el vaso de la mano.
"Mi nombre es Arthur. Y, por favor, abstente de llamarme buddy." Arthur alcanzó la botella de bourbon. Asquerosa cosa americana. Antes de la guerra a duras penas acababa con una botella al año. Desde que aparecieron los estadounidenses, acababa con una caja por noche.
"Está bien, lo siento Art. Thur." Alfred sonrió. Obviamente solía salirse con la suya gracias a esa sonrisa… pero eso jamás funcionaría con Arthur. "Ven y tómate un trago con nosotros."
Arthur apretó la botella quizá demasiado fuerte mientras le servía. "Thank you, but no. Estoy trabajando."
Alfred sólo se rió. "Pensé que eras dueño del maldito lugar. Deja que alguien más sirva las bebidas por un momento. Tómate un descanso."
Otra cosa irritante. Ese ridículo acento. Alfred parecía ser capaz de estirar cada palabra a siete silabas. Arthur contuvo su irritación, empujó el vaso hasta el otro lado de la barra, e intentó ser amable. Después de todo, tenía que mantener su reputación de caballero. "Gracias otra vez, pero me temo que estoy bastante atareado gracias a ustedes, soldados."
"¿Soldados?", Alfred dio un grito ahogado y se llevó una mano al pecho fingiendo indignación. "¡Arthur, me heriste! ¿Acaso no sabes que soy…?"
"El piloto líder más joven de toda la división de aviones caza en la Fuerza Aérea Estadounidense," Arthur terminó por él, monótonamente. "Ésta debe ser la – duodécima vez, creo – que me informas de ese hecho."
Alfred siguió sonriendo mientras tomaba un trago de su bourbon. "Bueno, deja de estar olvidándolo y no empieces a llamarme soldado. Eso es un insulto para un hombre, eso es lo que es."
Arthur sólo negó suavemente mientras observaba al estadounidense. Su arrogancia era insondable. "Me disculpo", contestó sarcásticamente. "¿Podrás perdonarme alguna vez?"
Alfred se inclinó alegremente sobre la barra. "¡Oh, no seas así Arthur, por supuesto que te perdono!". Arthur rodó los ojos en frustración pero Alfred al parecer no lo notó. "Oye, recompénsame bebiendo un trago con nosotros, yeah?"
"Como ya te dije, estoy trabajando." La cara de Alfred se oscureció. Arthur sintió la más pequeña de las culpas, y no pudo evitar añadir, "En otro momento, quizás." Era la sexta vez en esa semana que respondía así, pero Alfred aún se iluminaba ante las palabras.
"Bueno, está bien. ¡Hasta más tarde entonces! Espero con ansias el beber contigo." Alfred le guiñó un ojo, tomó su bourbon y regresó a su mesa.
Arthur dejó salir un gran suspiro. Se volteó y colocó el bourbon de nuevo en la repisa, tomó un trapo de debajo de la barra y comenzó a limpiarla vigorosamente. Arthur jamás había lidiado con alguien así. Los clientes le pedían bebidas, él las servía. Ninguno jamás le había pedido que se les uniera – Joder, la mayoría apenas y le dirigían la palabra. Aun así, este piloto estadounidense lo molestaba cada noche desde hacía una semana: yendo a la barra para que le sirviera de nuevo, diciendo tonterías, contando chistes estúpidos y alardeando sin pena. Arthur no podía entenderlo.
Por supuesto, una minúscula y esperanzada parte de su cerebro tenía la pequeña sospecha – pero no. Arthur había pasado mucho tiempo suprimiendo esa parte secreta de él. La razón por la cual no tenía amigos cercanos, por la cual sus hermanos lo odiaban; la razón por la cual se apartó de la sociedad, incluso la razón por la cual las fuerzas armadas de su país se negaban a reclutarlo. Había aprendido de sus errores pasados y sabía que no debía ver sus propios deseos secretos cuando en realidad allí no había nada. Pero entonces ¿qué pasaba con este jodido yankee? ¿Por qué le seguía pidiendo a Arthur que bebiera con él? ¿Por qué seguía mirando hacia la barra y saludándolo? ¿Por qué tenía que sonreír así? ¿Y por qué demonios le afectaba tanto cuando lo hacía?
Arthur dio una mirada hacia la mesa del piloto. Siempre se sentaba en la misma, junto a la segunda ventana del frente, con ese otro compañero al cual se parecía tanto que Arthur se preguntaba si eran hermanos. Y como era de esperar, Alfred le observaba fijamente. Y sonreía. Arthur rápidamente bajó la mirada. Esto era ridículo. Pasó una mano por su frente acalorada y supo que debía estar sonrojado. Arrojando el trapo a su lugar, Arthur corrió hacia el otro lado del ajetreado pub. De seguro habría algunos vasos vacíos que recoger.
Un anciano conocido le asintió mientras pasaba. "¿Cómo estás lidiando con todos estos malditos yankees, Arthur?"
Arthur rió un poco, luego se recostó contra una mesa para evitar a un soldado borracho que caminaba dando tumbos. "Ayudan a mantenerme en pie, es lo que puedo decirle."
El señor mayor le dio una mirada de desaprobación al soldado. "Oh, bien, mantén el rostro en alto, ¿eh? Ni siquiera sé para qué los necesitamos aquí, no es como si nuestros chicos no pudieran ganarle a los jerries sin ellos"
"Exacto", coincidió Arthur, asintiendo a un grupo de ruidosos soldados estadounidenses que pedían su servicio.
"Y bueno hijo mío, por cómo están resultando las cosas en el continente, me imagino que falta poco para que salgan de tu vista."
"Ya no puedo esperar." ¿Por qué Arthur no estaba seguro de haberlo dicho en serio? Sus ojos vislumbraron fugazmente la mesa de Alfred antes de retirarse para atender a los soldados alborotados.
Unas horas después, con el lugar afortunadamente más tranquilo, Arthur finalmente pudo limpiar las mesas desocupadas y recoger los vasos vacíos. Por supuesto que contaba con algo de personal, pero sólo trabajaban ocasionalmente y Arthur apenas sabía sus nombres. Prefería hacer la mayoría del trabajo él mismo. Era su pub, después de todo. The Emerald Lion. Era poco, pero era su vida entera; todo lo que conocía. La larga barra que atravesaba la habitación, las viejas sillas y mesas de madera que nunca habían sido reemplazadas. La gran chimenea y su repisa recargada. Las paredes de ladrillos antiguas, las escaleras angostas y rechinantes que hacia abajo le llevaban a la fría y oscura bodega, y hacia arriba le llevaban a su acogedora sala de estar. Arthur conocía cada parte del lugar como si fuera su propio cuerpo. Había sido desde siempre un negocio familiar; pero Arthur era el último miembro de la familia que quedaba allí. Sentía que era su deber hacer todo lo posible por sí mismo.
Arthur regresó a la barra, ojeando la habitación mientras pasaba. La mayoría de los clientes que quedaban eran conocidos. Los estadounidenses que estaban más borrachos ya habían sido arrastrados de regreso a la base, pero aún quedaban algunos que bebían tranquilamente antes del cierre. Incluyendo a Alfred. Arthur intentó no mirarle, pero no pudo ignorar la voz vibrante que le llamaba mientras pasaba por la mesa del estadounidense.
"Arthur, buddy, ¿qué tal si por fin me concedes esa bebida que me prometiste?"
"No prometí tal…" Arthur divagó al encontrarse con la expresión suplicante de Alfred. Suspiró. Esto no podía ser una buena idea… "Very well then. Un momento." Arthur fue hasta la barra, colocó los vasos vacíos en el lavabo y se sirvió un pequeño vaso de ron. Después de todo, el lugar estaba bastante tranquilo. Y quizás esto le daría un fin a los pedidos constantes de Alfred, así como también calmaría la curiosidad de Arthur. Alfred era, obviamente, sólo un chico amigable que trataba a todos de la misma manera.
Arthur se sentó en la mesa, tomando el asiento más cercano a la barra. Una parte de él deseaba que algún cliente se acercara por un trago, dándole una excusa para irse. Muy para su disgusto, se sentía demasiado nervioso al estar sentado tan cerca de Alfred.
"Sabía que, a la larga, lograría convencerte," dijo Alfred animosamente.
Arthur le miró con irritación. "Nunca te rindes ¿verdad?"
El hombre que estaba junto a Alfred rió levemente. "No tienes ni idea," dijo en voz baja.
Alfred golpeó al hombre en el hombro y le sonrió a Arthur. "Arthur, él es el Teniente Matthew Williams."
Arthur asintió hacia Matthew. Realmente se parecía mucho a Alfred. "Encantado de conocerle."
"Buenas noches. Tienes un pub encantador." Matthew hablaba tan bajo que Arthur apenas podía oírle.
"Gracias. ¿Usted también es piloto, Teniente?" Arthur supuso que, ya que estaba sentado allí, por lo menos debía ser educado. Además, probablemente era más seguro entablar conversación con Matthew que con Alfred.
"¡Matt es mi escolta de vuelo!", interrumpió Alfred fuertemente. "Eso significa que puede verme en primera plana mientras hago todas las cosas heroicas."
"No, significa que tengo que cuidar tu trasero de ataques y tratar de evitar que no hagas nada estúpido. Como hacer que te maten."
"Matthew ¿cuándo he hecho algo estúpido?"
Matthew sólo parpadeó en silencio por un momento antes de que Arthur interviniese. "Um, disculpen por ser tan maleducado pero ¿ustedes dos son…?"
"¿Parientes?" Alfred sacudió su cabeza, riendo. "Nah. Pura coincidencia. Te digo, confunde que jode a varios de los superiores. Al fin logré que Matt se dejara crecer el cabello para que nos puedan diferenciar."
Matthew rodó los ojos. "Eso no ayuda si nunca me creen cuando les digo quién soy. 'Matthew Williams' les digo y siempre me responden '¿Quién?'. Jodidamente frustrante ¿eh?"
Alfred se inclinó hacia Arthur y le susurró. "No le hagas caso, él es canadiense, ¿eh?" Arthur se alejó un poco al sentir el aliento tibio en su oreja.
"Te escuché," dijo Matthew.
"¿Eres canadiense?" preguntó Arthur, tomando un fortalecedor trago de ron y forzándose para enfocarse en Matthew. Alfred no se lo ponía fácil.
Matthew iba a contestarle cuando Alfred lo hizo primero. "Oh, ya no, se unió a los chicos buenos hace un tiempo. Ya no es un súbdito del Imperio Británico ¿eh, Matt?" Arthur entrecerró los ojos y Alfred rápidamente añadió "Claro que serlo no tiene nada de malo."
"Sólo porque actualmente vuelo en tu fuerza aérea no significa que me volví estadounidense, Alfred," dijo Matthew con el ceño fruncido. "Aún me considero canadiense."
Alfred alzó ambas manos para calmarle. "Oye, oye, todos lo sabemos." Él rodó los ojos hacia Arthur. "Nunca permite que lo olvidemos. Vive de jarabe de arce, carga osos polares a donde sea que va…"
Arthur frunció el ceño. "¿Carga osos polares?"
"Ah sí, éste de acá…" Matthew desenganchó un pequeño y esponjoso oso blanco de una de sus solapas, "…es Kumabaro. Es mi mascota de la suerte."
"¿Su nombre no era Kumajiro?", preguntó Alfred.
Matthew se encogió de hombros. "Algo así. En fin, todos tenemos uno… un amuleto de la suerte, quiero decir. Todos excepto Alfred."
"¿Oh?" Arthur no pudo evitar sentirse curioso. "¿Por qué no tienes uno?"
"Bueno, tiene que ser algo especial. Y nunca he encontrado algo así. Pero oye, nunca lo he necesitado. Estoy vivo, ¿no?" Alfred alzó su vaso y lo vació rápidamente.
"Brindo por eso", dijo Matthew, vaciando el suyo. Arthur pensó que lo mejor era seguir el ejemplo.
"Ahora nos quedamos sin tragos… ¡oye, cantinero!" gritó Alfred antes de volver la mirada hacia Arthur. "Oh, espera…" Rió estridentemente. Arthur aún no se acostumbraba a esa risa. Era la risa más escandalosa que había escuchado. Usualmente, la mitad del pub solía voltear a verle cada vez que Alfred reía de esa manera.
"Interesante" dijo Arthur, sin sonreír. "Muy bien entonces, será mejor que traiga la botella."
Una hora después, Arthur había consumido mucho más alcohol de lo que era apropiado mientras aún trabajaba. Al menos el pub ya estaba casi vacío, con sólo algunos estadounidenses restantes. Matthew se había ido veinte minutos antes – debía aceitar un motor o algo así, Arthur no podía recordarlo – después de que Alfred pasara un par de minutos haciéndole guiños. ¿Qué era todo eso? Debía ser cosa de estadounidenses.
Se sentía un poco extraño el estar sentado junto al hombre quien le sacaba de quicio desde hacía una semana. Sí, Alfred era arrogante y ruidoso y, bueno, estadounidense, pero no era malo del todo, Arthur supuso. Sólo muy confiado y un poco ingenuo. Pero aun así, era bastante irritante.
"Y estamos haciendo esto por justicia, you know, no estaría aquí de no ser por eso. Estamos luchando por la libertad, por lo que está bien. No podemos dejar que las fuerzas del mal y la tiranía tomen el poder cuando estamos dispuestos y somos capaces de prevenirlo." Alfred gesticulaba apasionadamente mientras continuaba su discurso. Ya llevaba diez minutos en eso. "Es simplemente…" Pausó mientras buscaba un adjetivo. "…anti-estadounidense."
"Claro, claro. ¿Y dónde estuvieron ustedes, estadounidenses, hace dos años?" Arthur murmuró mientras tomaba un sorbo de su bebida.
"¿Cómo?"
Arthur agitó su mano despreocupadamente. Al parecer Alfred no sabía nada sobre la guerra que se luchaba desde hacía años sin los americanos. "Nada." Buscó alguna manera de cambiar el tema. "¿Cuánto tiempo llevas volando?"
La cara de Alfred se iluminó inmediatamente. "Solía subir con mi papá cuando era niño. Era un piloto de entregas, you know, voló por todo el país. Volaba un De Havilland DH4, un avión viejo, hermoso. Aún recuerdo cómo me sentía la primera vez que volé con él." La cara de Alfred vibraba mientras hablaba animosamente. "Era, bueno, bastante emocionante ¿sabes? Como ese sentimiento que tienes cuando algo es realmente intenso y un poco atemorizante e impresionante y fantástico y estás un poco nervioso pero no quieres que se termine. ¿Sabes a lo que me refiero?"
Arthur no lo sabía, pero no pudo evitar cautivarse por la sonrisa en la cara de Alfred y la expresión de satisfacción en sus brillantes ojos azules. "Me temo que suena terriblemente exasperante para mí."
Alfred rió suavemente y ojeó su bebida. "Ah, es difícil de explicar. Pero es mi vida. Me enlisté en la fuerza aérea tan rápido como cumplí los dieciocho años, y antes de darme cuenta, estoy aquí en Inglaterra, luchando en la guerra. La vida puede ser jodidamente extraña a veces."
"Ciertamente…" Arthur dejó de hablar, inseguro. "Espera. ¿Cuántos años tienes?"
"Diecinueve. ¿Por qué? ¿Cuántos años tienes tú?"
"Yo… er…" Arthur no había notado que Alfred era tan joven. Repentinamente se sintió como un hombre viejo. "Olvídalo."
"Oh no ¡ahora tienes que decírmelo!" dijo Alfred, poniendo su vaso en la mesa e inclinándose hacia Arthur emocionado. "¿Acaso eres muy viejo?"
"¡No!" dijo Arthur indignado. "Es sólo que ya no soy un adolescente."
"Está bien, me gustan los hombres mayores." Alfred hizo ese maldito guiño otra vez.
Arthur se quedó mirándolo, sorprendido. Seguramente él no se refería a… Arthur se forzó para responder. "Tengo veintitrés años si necesitas saberlo. A pesar de que es horriblemente descortés preguntarlo."
Alfred rió tan fuerte, alegre, y estridentemente como nunca. "Oye, tú me lo preguntaste primero, Arthur."
Bollocks. Sí lo había hecho. "Bueno, como sea. ¿En serio? ¿Diecinueve?"
Alfred asintió alegremente.
"Cierto. Bien. Excelente." Arthur terminó su bebida, avergonzado. Apenas notó que Alfred volvía a servirle, mirando a Arthur con ojos brillosos y una diminuta sonrisa.
"Entonces, Arthur, ¿tienes novia? ¿Una esposa que merodee el lugar?"
"¿Qué?" Arthur estaba perdiendo el hilo de la conversación rápidamente. "No."
Alfred le guiñó. "Lo supuse."
Arthur dio un grito apagado, indignado, entonces sintió un pequeño flujo de temor. ¿Acaso fue demasiado amigable? ¿Acaso fue demasiado obvio? ¿Acaso Alfred sabía…? "Pero ¿qué demonio se supone que…?"
"Espera, déjame mostrarte una foto de mi chica," Alfred interrumpió.
Arthur sintió como su miedo y enojo desaparecían al mismo tiempo que su corazón se encogía. Estaba sorprendido por la intensidad del sentimiento. Se dijo a sí mismo que no fuera ridículo. Por supuesto que Alfred no era, bueno… como él. Se reprendió silenciosamente por haberse atrevido a pensar eso. Por supuesto que Alfred tenía novia. Era demasiado atractivo para no tenerla. Esperen… ¿en qué momento dejó de ser irritante y se convirtió en atractivo? Arthur decidió que debió haber sido después del cuarto trago. Además, no era como si a él le importara. "Oh. Muy bien, veamos."
Alfred sacó su billetera de su bolsillo trasero, tomó una pequeña foto estropeada, y se la pasó a Arthur. "Esa es ella."
Arthur miró la foto y parpadeó varias veces. "Um. Es un avión."
"Oye, oye, no es un avión viejo cualquiera. Es una P-51 Mustang, su nombre es Lady Beth y es hermosa ¿cierto?"
Arthur inclinó su cabeza. Aún se veía como un avión cualquiera. "Sí, sí, bastante, uh, hermosa. Yo sólo… bueno, pensé que estabas hablando de tu novia."
Alfred rió nuevamente… se reía tan fácilmente, de buena gana. "Oh, Arthur, Arthur. Beth es la única chica que tendrá mi corazón." Alzó la mirada lentamente, sonrió levemente y le guiñó de nuevo.
Oh. Oh. Bollocks. Arthur estaba atónito. No sabía cómo reaccionar a eso, así que solamente bebió rápido, esperando que Alfred no notara sus mejillas ardientes. Entonces dio una mirada rápida a su alrededor, se dio cuenta que eran las últimas dos personas en el pub, y comenzó a levantarse. "Parece que es hora de cerrar."
"Oye, vamos, ¿qué tal un último trago para terminar la noche?" Alfred sonrió suplicándole. Sus ojos eran tan azules, su expresión tan ansiosa, su rostro tan atractivo cuando sonreía…
Arthur pausó, se preguntó brevemente si eso era una buena idea, luego volvió a sentarse lentamente. Seguramente, uno más no le haría daño.
Una hora después…
"Y OTRA cosa," gritó Arthur. "¿Es tan jodidamente difícil utilizar la letra 'u'? 'Color', 'honor', joder… joder, uh, 'flavor'…" Arthur se perdió en sus palabras y trató de localizar su bebida en la mesa. La maldita cosa seguía moviéndose. Al encontrarla, tomó un gran sorbo y continuó. "Y así sigue… ni siquiera me hagas COMENZAR con la letra 's'. ¿Cómo pueden ir por la vida destrozando la gramática correcta del inglés, Yanks?"
"Bueno, no soy ningún experto en gramática pero…"
"¡Y EL BÉISBOL!", gritó Arthur, meciendo su bebida sin notar que la mitad de ésta había caído sobre Alfred. "¿Cómo demonios juegan al béisbol? ¡No tiene ningún maldito sentido!"
"Te explicaré el béisbol, si tú me explicas el críquet," dijo Alfred, limpiando el ron de su camisa.
"Oye, oye," dijo Arthur, meciendo su dedo hacia Alfred, o en donde se suponía que estaba. Alfred también seguía moviéndose. "No hay nada de malo en el gran juego del críquet. Tradición. Juego de caballeros. Deporte de Reyes."
"Pensé que eso eran las carreras de caballos."
Arthur agitó una mano. "Deporte de, deporte de Príncipes entonces. Duques. Deportes de Barones, por lo menos." Notando que su vaso estaba vacío, Arthur trató de tomar la botella. Pero de repente desapareció. "Oye…"
"Creo que ya bebiste suficiente."
Arthur miró con furia a Alfred a través de ojos nublados. "Yo soy dueño de un maldito pub, ¡yo te diré a ti cuando haya bebido suficiente! Y, y, la otra cosa. You know, the thing."
"The thing."
"Yes, that thing. Es estúpida. Oh, y sus comidas son terribles. ¿No estás de acuerdo, Matthew?"
"Uh, Matthew ya no está aquí."
Arthur miró de soslayo al rubio idéntico a Alfred que estaba a su lado. "¿Entonces quién es el tipo que está a tu lado?"
"Muy bien, viendo doble, es hora de ir a la cama."
"¿Qué? ¡Oye!" Repentinamente el suelo se alejó de él. Le tomó varios segundos a Arthur para darse cuenta que estaba sobre el hombro de Alfred. "¡OYE! ¿Qué significa esto? ¿Quién demonios te crees que eres?"
"¿Dónde está tu habitación?"
Arthur dio un grito apagado en indignación, incluso cuando sus mejillas estaban rojas. "¡No te diré eso!"
"¿Por qué no?"
"¡Yo no sé qué clase de hombre eres!"
"Te aseguro que soy un perfecto caballero."
"No, no lo eres, eres estadounidense. Oh… vaya, ¿cuándo subimos las escaleras?"
"Olvídalo. ¿Dónde está tu cuarto?"
"Al final de la cosa. El coso. El pasillo. ¡Te lo advierto, Yank, soy más fuerte de lo que parezco!"
¿Acaso Alfred se estaba riendo? Arthur trató de patearlo, indignado. Lo siguiente que supo fue que estaba siendo arrojado a su cama. Arthur ojeó las conocidas paredes blancas, cortinas verdes y escasa mueblería.
"Dios… ¿cómo llegué acá?"
"Magia," dijo Alfred, sonriéndole a Arthur.
"That thing! ¡Ahí! ¡Esa maldita sonrisa! ¿Por qué siempre sonríes de esa manera?"
Alfred siguió haciéndolo. "¿Acaso te molesta?"
Arthur podía sentir como le removían sus zapatos. ¿Por qué Alfred le estaba quitando los zapatos…? "No," dijo enfurruñado. "De hecho, eso… me hace… sentir…" Hundiéndose en la suave almohada debajo de él, Arthur no pudo mantener sus ojos abiertos por más tiempo. Comenzaron a cerrarse y suspiró profundamente. La última cosa que sintió antes de dormirse fue un ligero beso en la frente. Pero quizás sólo se lo imagino.
Continuará...
Estirar cada palabra a siete silabas: Mientras que el inglés británico es hablado rápidamente, el inglés estadounidense es más pausado y lento, por lo que las palabras parecer ser más largas.
Jerry, jerries: Término despectivo que utilizaban los ingleses para referirse a los alemanes durante la Primera y Segunda Guerra Mundial. Los ingleses decían que los cascos de los alemanes parecían bacinillas u orinales (chamber pots o jerries en inglés).
Escolta de vuelo: Piloto que resguarda la retaguardia del piloto líder y lo protege de posibles ataques enemigos.
Utilizar la letra 'u': La mayoría de las palabras inglesas que terminan en –our provienen del francés antiguo. En el inglés británico se conserva la escritura y pronunciación del idioma original; en el inglés estadounidense varias letras 'inservibles' fueron eliminadas o cambiadas de lugar para mejor compresión.
