Disclaimer: THG y sus personajes no me pertenecen. Sólo hago esto por diversión sin fines de lucro.

Advertencia: este capítulo puede contener un poco de Lemmons, así que si no quieres leer o no te sientes preparado, te sugiero no entres.

Fragmento inicial del capítulo pertenece a la canción "Kilómetros de Cielo" de Edgar Oceransky


Transición

Y despertarte a besos en la cara

Dos horas antes de que salga el sol

Después de haberte calentado el agua

Beberla sorbos de mi corazón

Despierto con la calidez de los brazos de Peeta rodeándome y la sensación de plenitud indescriptible. Aún no ha salido el sol pero el cielo comienza a aclararse. Estiro deliciosamente mis músculos adoloridos, causando que con el movimiento Peeta abra sus hermosos ojos. Él también se estira sin abrir su prisión.

— Hey — saluda con una sonrisa antes de darme un beso.

— Hey — le devuelvo.

— ¿Qué hora es? — pregunta pasándose una mano por la cara.

— Mmm… no tengo idea. Pero intuyo que falta poco para que salga el sol — respondo acurrucándome más cerca de él. Comienzo a acariciar lentamente su pecho desnudo con mi mano. Peeta, que pasea su mano por mi espalda, de pronto se detiene. — ¿Qué pasa? — cuestiono. Peeta duda un segundo.

— ¿Cómo te sientes? — pregunta con un gesto leve de preocupación.

— Asombrosamente bien — contesto con una sonrisa aunque sigo confundida por la pregunta.

— Me refiero a… — lo veo dudar nuevamente — ¿no es incómodo…? Tú sabes… después de lo que hicimos — sus mejillas resaltan en medio de la oscuridad con un tono rojizo. Una sonrisa burlona se escapa de mi boca.

— ¡Por Dios! Peeta Mellark sin palabras y avergonzado, preguntando sobre la virginidad perdida de su esposa— me burlo — No pensé que llegaría a ver este día — río.

Peeta suelta una carcajada.

— En serio, no sé qué me pasa — se encoje de hombros — y lo mejor, o peor, es que sólo contigo sucede. — levanto una ceja y me muerdo el labio.

— Entonces… — me pongo a horcajadas sobre su cintura, provocando que la sabana que me cubre se deslice, dejándome desnuda de la cintura hacia arriba ante los ojos sorprendidos de Peeta. — ¿debo aprovecharme de esa debilidad? — las palmas de mis manos recorren cada centímetro de su pecho.

Puedo distinguir los oscuros ojos de Peeta recorrer mi piel desnuda.

— Tal vez — responde Peeta con voz ronca. Se incorpora para besarme —Pero recuerda que tú eres mi más grande debilidad — sus manos recorren mis costados mientras nuestros labios se vuelven a encontrar con pasión. Siento su deseo crecer contra mi muslo, causando que el fuego en mi interior se instale justo en mi vientre. Necesito de sus caricias, de su cuerpo. Adivinando mi pensamiento, una de sus manos se dirige a mi pecho y la otra a la unión de mis piernas. Mis gemidos brotan sin detenerlos. Sus movimientos son más precisos, más seguros, aprendió a hacerme perder el control solo con una vez.

Peeta está muy concentrado brindándome placer, gotas de sudor se forman en su frente y su cuello. Pero yo quiero que él sienta lo mismo que siento. Lo empujo para que vuelva a acostarse y paseo mi mano por su cuerpo hasta llegar a su despierta excitación y lo acaricio con mi mano.

— Katniss… — jadea Peeta, pero antes de que diga algo más, lo alineo a mi cuerpo y lo hago perderse en mi interior. Gemimos de alivio y placer.

Toma un poco acostumbrarme pero luego me muevo lentamente. Peeta me ayuda con sus manos en mi cadera. Pronto los movimientos ganan velocidad. Bajo la mirada solo para encontrarme a sus ojos azules mirándome con adoración y amor, haciéndome sentir poderosa y querida.

— Mi chica en llamas, mi compañera, mi amante, mi esposa — dice estas palabras con una ternura que hacen que mi corazón se hinche. Se vuelve a incorporar para besarme. Nuestros cuerpos se rozan inevitablemente. Sus manos viajan a mi trasero apretándolo y empujándome contra él.

El vórtice de sensaciones llega junto con los primeros rayos de sol, iluminando completamente el inicio de mi día. Llegar juntos es lo más maravilloso. Caemos rendidos a la cama, conmigo encima de él, sin separar nuestra unión.

Con el placer aun lavándonos, nos acariciamos tiernamente.

— Estoy en el cielo — murmura Peeta acariciando mi rostro — Tú me has llevado hasta allá.

— Pues estamos juntos en este nuestro cielo.

— Te amo — confiesa Peeta levantando mi rostro para que pueda verlo.

— Yo también te amo — digo y lo beso. Me acomodo mejor a su costado, terminando nuestra unión. Peeta vuelve a reclamar mis labios aunque sin la pasión de hace un momento.

Un estruendo en la puerta nos hace separarnos de un salto.

Antes de que hagamos cualquier movimiento, Gale entra en la habitación tambaleándose de un lado a otro con una botella de vino en la mano.

— ¡Katniss! — grita buscándome. Su vista ya ha recorrido la habitación cuando llega a posarse en la cama, más bien en nosotros. Su boca y sus ojos se abren desmesuradamente. Peeta y yo nos quedamos inmóviles — ¡¿Cómo pudiste acostarte con él sabiendo que yo te amo?! — explota Gale aunque no ve más que mi espalda desnuda y el torso de Peeta en iguales condiciones, este último toma rápidamente la sabana subiéndola hasta mi cuello y me protege con su cuerpo. — ¡Dímelo! — exige Gale lanzando la botella casi vacía al suelo. El estruendo es lo que me hace salir de la impresión.

— Gale — es lo único que se me ocurre decir.

— ¿Qué pasa aquí? — pregunta Haymitch entrando a la habitación, todavía en bata. Basta con ver nuestra expresión asustada y la furia inconfundible de Gale. — ¡oh! Ya entiendo. No necesitan decirme. — Se vuelve a Gale — Vámonos chico. Tú no debes de estar aquí. Es solo para los recién casados — jala a Gale del brazo.

— ¡No! — Dice Gale tratando de zafarse — ¡Yo la amo y ese desgraciado me la quitó! — apunta a Peeta amenazadoramente. — Debió de haber sido mi mujer ¡Debería de estar conmigo!

— Vamos — Haymitch pone más empeño en su tarea. Pienso, no debe ser difícil arrastrar a un Gale intoxicado por alcohol, nosotros lo hemos intentado con Haymitch y si puede ser una tarea un poco complicada.

— ¡Espero que te pudras en el infierno, Mellark! — se deja finalmente arrastrar. El odio de su última mirada hacia Peeta me hace sentir escalofríos. Pero la decepción en sus ojos al verme a mí me destroza por dentro.

Peeta y yo nos quedamos en la misma posición sin poder reaccionar, hasta que él sacude la cabeza.

— Disculpa lo que pasó — le digo aunque no sé muy bien por qué lo hago.

— Tú no tienes la culpa. — Acaricia mi mejilla levemente — Gale debe aprender que en el amor también se pierde — se queda con la mirada perdida — A veces se gana, a veces se pierde — su voz apenas un susurro. Tal vez está recordando las veces que preferí a Gale por encima de él, un tiempo que tomé malas decisiones, donde el único dañado fue Peeta.

— Hey — tomo su cara entre mis manos para que me vea a los ojos — Estamos juntos ¿sí? — sonríe aunque aún queda tristeza en su gesto. Lo beso para borrar eso y para tratar de no sentirme tan culpable. — No dejes que Gale lo arruine.

— Está bien — acuerda aún un poco pensativo.

— Deberíamos ducharnos — digo envolviéndome con la sabana y levantándome, con la esperanza de cambiar un poco el ambiente — De seguro Effie no tardará en apurarnos.

—Espero que lo hagamos juntos — dice Peeta pícaramente aunque con clara broma. Parece que mi plan funcionó.

Sonrío maliciosamente. Es hora de sorprenderlo un poco.

Suelto la sabana y ésta se desliza por mi cuerpo hasta arremolinarse en el piso, dejándome completamente desnuda.

— ¿Qué estas esperando? — pregunto seductoramente.

— ¿Es en serio? — pregunta Peeta con la boca abierta. No me deja responder nada más, se levanta como de rayo, me toma entre sus brazos y nos perdemos en el baño.

Un tiempo considerable después, salimos de la habitación tomados de la mano y con una sonrisa difícil de borrar.

A nuestra llegada todos ya están reunidos en la salita, claro menos Gale que debe de estar dormido o con una cruda fatal.

— Buenos días — saludamos Peeta y yo al unísono.

— Katniss, que… radiante te ves — dice Prim mirándome con una sonrisa.

— Hay algo que brilla en tu mirada — cumple Cinna. Tantos comentarios me hacen sonrojar.

— ¡Ah! — Suspira Effie — El amor — por primera vez creo que estoy de acuerdo con ella. Peeta también sonríe y lleva mi mano a sus labios para depositar un beso ahí.

— Parece que alguien tuvo una buena noche — dice Haymitch burlonamente posicionándose a mi lado. No le digo nada pero justo algo de mí, más bien de mi cuello, parece llamar poderosamente su atención. — Pero ¿qué tenemos aquí? — Separa un poco el cabello de mi cuello — Una clara muestra de una noche de pasión y locura desenfrenada — inmediatamente llevo mi mano para ocultar lo que haya en mi cuello. Haymitch se carcajea.

— Haymitch — le regaño roja como un tomate.

— ¿Qué? — Se encoge de hombros aún con la sonrisa burlona — No es que alguien en esta habitación no sepa lo que hicieron anoche. No son muy silenciosos que digamos — Peeta y yo no cabemos de la vergüenza.

— ¡Haymitch! — Regaña Effie — Es cosa de ellos — se dirige a nosotros — No le hagan caso. Nadie se percató de nada.

— Creo que su "primo" se percató mucho más de la cuenta — apunta Haymitch.

— Y ¿ya vamos a desayunar? — pregunta mi madre librándonos de la incomodidad. Se ha de imaginar la situación tan tensa en torno a Gale y mi decisión por Peeta.

— Bueno, teníamos un desayuno programado con el Presidente Snow ésta mañana — dice Effie. Me tenso solo escuchar su nombre. Peeta se da cuenta y aprieta mi mano en señal de apoyo y eso logra relajarme un poco — pero le han surgido algunos asuntos importantes que atender — Sí, como planear mi muerte lenta y dolorosa — Manda sus disculpas. Y para recompensarlos, él mismo en persona nos ha organizado un desayuno en el jardín — el alivio me recorre el cuerpo, la tensión se va de momento. —

Nos dirigimos al jardín y, efectivamente, ya se encuentra a nuestra disposición un desayuno en forma.

Finnick llega detrás de nosotros. Effie lo invitó supongo debido a la gran amistad con Peeta. O tal vez a la facilidad que tiene de persuadir a las demás personas, algo que tiene un poco en común con Peeta. Sea lo que sea ellos parecen llevarse bien.

Hasta ahora me cuestiono a qué se debe su amistad, porque cuando entremos a la arena tendrán que matarse. Es algo, hasta cierto punto, ilógico; crear una amistad en estas circunstancias. Desconfío de Finnick y de sus intenciones, pero es decisión de Peeta y la respeto.

— Felicidades — dice Finnick abrazándonos a cada uno. No estoy acostumbrada a que la demás gente me abrace por lo que me tenso en el momento que sus brazos me rodean. —Calma, chica en llamas, no pienso hacerte nada.

— Me abruman las felicitaciones — Finnick sonríe de lado. Supongo que no es ninguna mentira, dejando de lado lo que piense de él.

Nos acomodamos en la mesa de jardín, con un día hermoso floreciendo a nuestro alrededor. Los comentarios y las anécdotas de la boda no se hacen esperar. En general, a pesar de la extravagancia del Capitolio y la presión que Snow nos impuso Peeta y a mí, se disfrutó uno que otro momento de alegría. En lo particular no hay más alegría que verme unida a Peeta y solo eso es lo que cuenta.

— ¿Y qué haremos a partir de ahora? — pregunto cuando ya estamos desayunando. Estamos llegando casi a los juegos y creo que necesitamos formar cuanto antes estrategias o por lo menos lo que podemos esperar ya adentro. Finnick y Haymitch se miran.

— Nada más que esperar— dice tomando un poco de jugo. Me mira como conociendo lo que estoy pensando — Los juegos inician pasado mañana, así que no vale la pena estresarnos o apresurar las cosas. Lo que tenga que pasar, pasará en su debido tiempo. — Por primera ocasión le doy la razón. Debo de mantener la calma y la cabeza fría para poder enfrentarme a los juegos.

— ¿Y qué pasará con nosotros? — pregunta Prim llevándose un trozo de fruta a la boca.

— Su viaje de regreso está programado para mañana a primera hora — responde Effie. — Así que pueden disfrutar de esta maravillosa mansión y sus alrededores mientras tanto — dice con un entusiasmo que ninguno sentimos.

La realidad me golpea de pronto. Esto significa que son las últimas horas que tengo con mi familia. No podré prometerle s que volveré con vida porque seguro es que no, pero quiero que por lo menos estos últimos momentos sean recuerdos buenos que perduren por siempre en su memoria. Ahora que puedo despedirme de ellas no dudaré en aprovechar esta oportunidad.

Finnick y Haymitch se comentan algo en un tono demasiado bajo. Se ven muy sospechosos y en cuanto se dan cuenta de que los observo se vuelven a comportar como sin nada.

— Tengo que arreglar un asunto — se levanta sin dar ninguna otra explicación. Me pregunto qué será lo que está tramando. Mis pensamientos se ven interrumpidos cuando Effie y Cinna me unen a la plática que tienen con los demás.

Después del desayuno Peeta y yo somos llamados para una última sesión de fotos. Claro, no nos iban dejar morir sin antes dejarles un recuerdo de sus vencedores favoritos, los trágicos amantes del distrito doce y su final tan romántico.

Peeta y yo nos quejamos sin dudar. Se supone que nos dejarían disfrutar nuestro enlace antes de los juegos. Además están arruinando mi plan de disfrutar el día con Prim y mi madre.

Pero nos quedamos callados cuando nos informan que son órdenes directas del presidente Snow. La amenaza obviamente está implícita. Así que sin otra opción nos dirigimos a uno de los salones de la mansión donde ya nos espera un grupo numeroso de fotógrafos y maquillistas.

Me prueban demasiados vestidos simulando de nueva cuenta nuestra boda y otra ropa rara característica el Capitolio. Cinna se aparece para prestarme unos de sus diseños, por lo que los fotógrafos quedan encantados. Aprovecha también para ponerme un poco de maquillaje en la zona del chupetón que causó tanta burla por parte de Haymitch. Después, instrucciones de cómo debemos pararnos, mirarnos y saludar, y una serie de luces que nos ciegan por momentos. Hasta que por fin Effie anuncia que nos podemos retirar, mientras la gente que estuvo tomándonos las fotos revisa y se emociona por las capturas que lograron.

Terminamos exhaustos. Yo que pensaba que por lo menos esta última tarde la iba a pasar con Prim y mi madre, pero parece que el presidente está empeñado en arruinarme todo.

Regresamos a la sección de habitaciones ya cuando todos se han retirado a dormir. Mis ojos se clavan en la puerta de la habitación donde Prim y mi madre están instaladas. Desearía poder dormir con ellas pero no quiero dejar a Peeta solo en estos momentos. Estoy en un dilema.

— Anda, ve — dice Peeta asintiendo con la cabeza, resolviendo mi conflicto. — Ellas te necesitan — suelta mi mano y me empuja un poco. Me siento mal por Peeta, porque sé que desearía despedirse por lo menos de su padre. Yo debería de darle el consuelo que necesita pero en lugar de eso pone mi bienestar por encima del suyo.

Tomo su rostro y junto mis labios con los de él. Lo beso brevemente pero con intensidad, con tantas emociones que cruzan por mi pecho por su gesto tan desinteresado.

— Gracias — digo de todo corazón agradeciendo su comprensión y apoyo.

No me molesto en tocar, entro y mi madre y Prim están sentadas en la orilla de la cama hablando, pero se quedan calladas en cuanto me ven. Me acerco y ellas se lanzan a abrazarme inmediatamente. Puedo sentir sus lágrimas mojar mi ropa y las mías propias resbalando por mis mejillas, pero el silencio perdura, no tiene caso decir nada más. Solo se escuchan los sollozos.

Nos recostamos en la gran cama que hay en la habitación, lo más cerca que podemos. Después de tanto llorar Prim se queda dormida y mi madre le sigue en su momento. A mí me cuesta mucho conciliar el sueño.

Son tantas cosas que me dan vuelta en la cabeza y tanta tristeza estancada en mi pecho, que lo único que quiero es salir corriendo y perderme en el bosque donde puedo ser yo misma, donde no existe nadie más que yo. Pero no les puedo dar la espalda a los que amo, ni mucho menos perderme en un bosque que ha quedado cientos de kilómetros lejos de mí. Por un momento me siento perdida, hundida en un abismo, apunto de explotar por las emociones que amenazan con destruirme.

El destello de la sonrisa de Peeta en mi mente es lo que me hace recuperar la cordura. Necesito desesperadamente la sensación de sus fuertes brazos rodeándome, sintiéndome segura en un lugar donde no existe el sufrimiento, ni el dolor de la despedida.

No soportando ni un minuto más sin Peeta, me levando sigilosamente sin despertarlas y salgo de la habitación.

Casi corro a la puerta de nuestra habitación, pero algo me detiene.

Más bien alguien.

Gale camina tan silenciosamente hacia la salida con una maleta colgando de su mano. Lo sigo antes de que logre salir.

— ¿Te vas? ¿Así, sin siquiera despedirte? — le pregunto siguiendo sus pasos hasta alcanzarlo y sintiendo una rabia inexplicable en mi interior

— No pensé que te darías cuenta — responde volviéndose a mí lo que me hace detenerme a unos metros de él.

— ¿Así te pensabas marchar? ¿Tratabas de huir de mí? — repito en un tono tan molestó que hasta a mí me sorprendió.

— Era mejor así — con una sonrisa triste baja la mirada — No puedo despedirme de ti.

— No pensé que fueras tan cobarde, Gale. — Las palabras se escapan sin darme cuenta de mi error hasta que veo la expresión de dolor de él. —No me volverás a ver, Gale. Pensé que por lo menos me dirías unas palabras cuando te macharas, o en su caso, me avisarías — ahora la rabia se ha marchado dejando un dolor, el dolor de saber que la persona que considerabas tu mejor amigo solo te iba a dejar atrás, aun sabiendo que jamás se volverían a cruzar.

— Sé lo que estás pensando, pero no es así — se acerca a mí a pasos lentos pero seguros, mirándome a los ojos — No puedo despedirme de ti porque no puedo soportar ni la idea de perderte. Me destroza por dentro. Ya tuve bastante dolor con verte en sus brazos.

— Lo siento pero es inevitable. — algo en mi interior se rompió. Por algún motivo no pensé lo que me afectaría el despedirme de Gale pero ahora que está pasando no creo poder soportarlo.

— ¿Así que esta es la despedida?

— Tal parece que si — encogiéndome de hombros pasando saliva para aliviar el nudo en mi garganta.

— Duele bastante decir adiós a alguien a quien amas — dice en tono vacío — ¿Puedo darte un beso, un último beso de despedida? — pregunta acercándose a mí.

— Creo que no sería justo para ti — A pesar de mi negativa su rosto se sigue acercando al mío, pienso en empujarlo pero justo en ese momento sus labios se desvían a mi mejilla donde sus labios se rozan con mi piel.

Ahí me doy cuenta de lo mucho que quiero a Gale, a pesar de todas las cosas que hemos pasado, porque el siempre será mi mejor amigo, la persona con la que compartí todo por tantos años, la persona que me ayudo a salir adelante.

Rodeo su cuello con mis brazos y lo abrazo con todas mi fuerzas.

— Siento mucho lo que pasó y lo que te hice sufrir — digo sinceramente, dejando escapar por fin algunas lágrimas. Se separa de mí y limpia mis lágrimas con sus pulgares.

— No era nuestro momento. Ya lo entendí. Pero tal vez puede suceder más adelante — voy a replicar pero me pone un dedo en los labios callándome — No destruyas la última ilusión que tengo.

Solo nos quedamos mirándonos a los ojos, trasmitiendo tantas cosas y a la vez nada, solo por el hecho de tener un tipo de contacto.

— Me tengo que ir — dice retomando su rumbo.

— Cuídate mucho Gale — digo antes de que salga. Sonríe como siempre.

— Tú también Catnip

Con un dolor en mi corazón que jamás imaginé, llego a donde se encuentra la única persona que me puede hacer olvidar, mi Peeta. Silenciosamente me cambio de ropa y me recuesto a su lado. Sus brazos no tardan en envolverme y acercarme a su pecho, mi sitio preferido. Dejo escapar algunas lágrimas para lograr disminuir el dolor. Siento a Peeta depositar un beso en cabeza mientras más lágrimas siguen corriendo por mis mejillas. Nuestras manos se encuentran encima de donde se encuentra su corazón. Su respiración acompasada me relaja tanto que no tardo en quedarme dormida.

El tiempo vuela tan deprisa que me encuentro a la mañana siguiente ayudándole a empacar a Prim las últimas cosas para su viaje de regreso. Observo a mi pequeña hermana, bueno en realidad ya no tan pequeña, en lo que se ha convertido. Las circunstancias la han hecho madurar rápidamente, ahora puedo tener la confianza de que si yo llego a falta Prim podrá luchar para sobrevivir.

— Estoy muy orgullosa de ti, Prim — le suelto casi sin pensarlo. Prim sonríe de lado.

— Al contrario Katniss, yo estoy muy orgullosa de ti — deja de hacer lo que estaba haciendo y tomándome de las manos nos hace sentar al borde de la cama. — Te convertiste en un ejemplo de lucha para todos.

— Qué ejemplo voy a ser para ellos si fui la primera en caer frente al Capitolio — digo amargamente. — Salvé a Peeta y mira la desgracia que están viviendo los distritos por los levantamientos que eso causó, hice el intento de salvarlos a ustedes y mira en lo que terminó. Un solo error que cometa y el presidente Snow no se conformará con mi muerte.

— Katniss — resopla — lo que importa es que te enfrentaste al Capitolio tu sola. Tu valentía es increíble. Que vuelvas a entrar a la arena solo la fortalece más.

Puede que sea verdad. Ya había pensado antes que mi muerte solo será la guía que necesitan los demás para tener el coraje a levantarse. Pero aún sigo pensando en las consecuencias que tendrá esto para los que queden con vida.

— Has crecido muy rápido, patito — sonrió. La atraigo a mi abrazándola con fuerza — Prométeme que seguirás adelante pase lo que pase. Sé fuerte.

— Tú me enseñaste a serlo.

Effie y mi madre tocan la puerta para avisarnos que ha llegado la hora. Nos trasladamos a la puerta principal de la mansión donde ya esperan por ellas.

Es la última vez que veré a mi familia, las lágrimas son inevitables.

— Perdóname por todo, Katniss — pide mi madre llorando — No supe ser una madre para ustedes, pero en especial para ti. Después de lo de tu padre…

— Ahora te entiendo — la corto. Ambas inconscientemente miramos a Peeta quien está abrazando a Prim para despedirse. — No puedo imaginar mi vida si llegase a perderlo.

— Pero aun así…

— Hiciste lo que pudiste — no quiero que las últimas palabras de mi madre sean para culparse de todo lo que un día pasó — además si no hubiera pasado por todo aquello probablemente no hubiese sobrevivido a los primeros juegos.

Sé que quiere decir algo más pero se abstiene. No quiero vivir con las culpas y los reproches del pasado. Es un peso que he llevado por mucho tiempo y no lo quiero llevar más, no en mis últimos días. Quiero morir tranquila.

— Mantén la promesa que me hiciste en la cosecha. — mi madre asiente.

Prim se acerca y me abraza fuertemente.

— Te quiero, Prim —

— Yo también te quiero, Katniss— responde y se separa un poco de mí — Pero prométeme que intentarás luchar para salir con vida. — No sé qué responder. Mi principal objetivo en la arena es salvar a Peeta, a costa de todo, eso significa que yo también tengo que sacrificarme. No puedo hacerle una promesa de esa magnitud a Prim.

— Mejor prométeme tú a mí que si yo llego a faltar y Peeta logra salir con vida, cuidarás de él y lo ayudarás a salir adelante. — Prim me observa dudosa, con los ojos entrecerrados tratando de entender mi punto. — No tendrá a nadie más. — la miro suplicante.

— Está bien, lo prometo — accede sin cambiar su expresión. — Pero… Katniss…tienes que prometérmelo — con su mirada y su tono me está metiendo presión. No se dará por vencida hasta que logre sacarme algo.

— Lo intentaré, Prim, lo intentaré — no debería de darle este tipo de esperanza a Prim, pero dudo que se conforme con menos.

Mi madre toma de la mano a Prim, ambas con los ojos inundados en lágrimas, caminan hasta el vehículo que las llevará a la estación de tren.

Peeta me abraza por detrás y yo pongo mis manos sobre las de él, recargando mi cabeza a un costado de la suya.

Sigo el vehículo hasta que desaparece de nuestra vista.

Me doy media vuelta y abrazo a Peeta. Lloro inconsolablemente entre sus brazos. Él me dice palabras tranquilizadoras al oído. Pero en estos momentos el dolor es tan intenso que siento que nada podrá hacerlo desaparecer.

Solo espero que este sacrificio valga la pena en un futuro.


¡Hola a Todos!

¡No estaba muerta, andaba de parranda! XD Luego de largos seis meses de ausencia volví…. ¡ahh! No tengo perdón de Dios.

Bueno una de las razones por las que no había actualizado es porque me encontré en un dilema; según mis cálculos todavía tengo ganas de escribir más sobre esta historia pero a la vez no quiero que tenga tantos capítulos, así que tengo dos opciones:

a) Continuar la historia de Aléjate de mí sin importar cuantos capítulos resulten

b) Terminar Aléjate de Mí y comenzar otra historia que sería la continuación de esta.

Espero que en sus comentarios me ayuden a resolver esta cuestión ya que me guiaré según su preferencia.

Ya dejándonos de líos… MUCHISÍMAS GRACIAS! A ustedes lectores que a pesar de mi desaparición siguieron comentando y poniendo en sus favoritos a esta su historia. La verdad me siento muy mal con ustedes por dejarlos tanto tiempo sin actualización por eso pido me disculpen.

También me siento un poco mal porque no tuve tiempo de contestar sus reviews pero agradezco a todos los que se tomaron el tiempo de escribirme y de alentarme a continuar. Prometo que en el próximo capítulo si los contestaré.

Sin más que agregar me despido, que tengan mucho éxito.

Atte.

KristenRock

PD: prometo no tardar tanto a la próxima.