Hacía rato que no escribía un IchiRuki! :D bueno, antes quisiera decirles que esta idea la tuve cuando tenía más o menos quince años pero hasta ahorita pude hacerlo en fic (sí...ahorita que no tengo tiempo xD) Así que espero no confundirlos mucho con el trama y que se ubiquen un poco por la leyenda: Unmei no akai ito (El hilo rojo del destino) De una vez digo que no va ser muy largo el fic. Calculando, tendrá entre cuatro o cinco capítulos, exagerando seis.

Sin nada más que agregar, espero que lo disfruten :D

Disclaimer: Bleach no me pertenece.


Unmei no akai ito

Capítulo primero: el nacimiento de un encuentro destinado.

Era una cálida noche que prevaleció en la habitación de ese niño. Cuando se percató inmediatamente que ya era la hora de dormir no le tomó mucho tiempo en arroparse y después cubrirse en sus esponjadas sábanas. Se volvió costumbre para él esperar a su madre para que le contara esa intrigadora leyenda china que hacía que su imaginación volara. A pesar de sus escasos siete años de edad no entendía a la perfección la profundidad y hermosura de dicho cuento. Lo que más le gustaba era la forma en cómo su adorada madre lo narraba.

— ¡Vamos mamá! —exclamó Ichigo con una gran sonrisa que adornó su rostro. Su madre estaba sentada en su cama junto con él. —Cuéntala otra vez.

Masaki sacudió su cabeza.: —Ichigo…te la he contado dos veces esta noche.

El pequeño frunció su rostro.: — ¡Otra! —rogó.

—De acuerdo, de acuerdo…—alzó sus manos ante la insistencia de su hijo mayor. —Pero será la última. Sabes que papá necesita ayuda con las mellizas y solo Dios sabrá cuanto resistirá.

La mujer nunca llegó a imaginar que una frase de un proverbio chino intrigaría tanto a su pequeño ángel. Todas las noches era lo mismo, siempre le contaba la leyenda de diferentes formas para no aburrirlo. Incluso llegó a pensar que él creía en esa fantasía; sin embargo, no le iba a destruir sus ilusiones siendo tan joven. Llegará un día que su hijo ya no le pedirá que le cuente esa leyenda y ese día se dará cuenta Masaki que Ichigo dejó de creer.

— ¡Sí! —sonrió el chico con una de las sonrisas que tanto le gustaba su madre.

Estaba convencida que ese día no llegará ahora. Por ahora, atesorará todas esas curvas en la pequeña boca de su hijo en su corazón.

Masaki desvió su mirada al cielo oscuro que mostraban la hermosura de las estrellas tintineantes.: —"Cuenta una leyenda china que un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse…"

Al escuchar las maravillas detrás de esas palabras, Ichigo sintió que sus ojos se formaron un brillo que expresó su alegría.: —Wow…—pronunció el pequeño sin aliento.

La mujer dio una risita.: —"…a pesar del tiempo, del lugar, a pesar de las circunstancias."

Ichigo completó la frase.: —"El hilo puede tentarse o enredarse, pero nunca podrá romperse." —observó su meñique con detenimiento.

Por las palabras de su pequeño hizo que Masaki lo viera fijamente.: —Sí…—sonrió. —Así es…

— ¿Tú crees que sea cierto, mamá? —preguntó Ichigo que bajó la mirada sin mostrar una expresión acogedora.

Asombró fue lo primero que se notó en el rostro de la mencionada. Esa pregunta retumbó en sus oídos que parpadeó unos cuantos segundos.

—Bueno…—dijo Masaki luego con una risita encantadora. —Es cierto si lo quieres creer.

Ichigo no pensaba sobre el significado del hilo del destino o el amor que conllevaba al portarlo. Lo que el niño le entusiasmaba era ver ese hilo rojo portado en su dedo y que unía a otra persona destinada a estar juntos. Sin embargo, no había que culparlo, tan solo era un niño.


La imagen no era muy clara, pero las siluetas eran muy precisas. Eran varias mujeres alrededor suyo; cada una de ellas usaba el tradicional kimono largo y arrastrado. Los rostros de esas mujeres eran sonrientes, aunque no era muy seguro que lo estuvieran al no ser clara la imagen.

Se ve preciosa, Kuchiki-sama…pronunció ilusionada una de ellas que tomó las manos de su compañera.

Era como si estuviera el cuerpo de otra persona ya que veía lo mismo de la persona que estaban alagando. Cuando menos se dio cuenta, el tal aludido elevó sus manos hacia su rostro y fue ahí cuando se dio cuenta que veía dentro un cuerpo de mujer al apreciar el kimono rojo y dorado de sus mangas. Sabía perfectamente que no era esa persona llamada Kuchiki porque él era hombre. Tan solo era un sueño raro como todos los demás. Siempre soñaba de esa tal Kuchiki pero jamás observó su rostro.

Vamos…alentó una de las sirvientas.Obsérvese en el espejo lo linda que se ve.captó una sonrisa.De seguro con este arreglo conseguirá marido.

Sintió como ese cuerpo ajeno al suyo giró levemente hacia un gran espejo para poder mirarse. Antes que él la llegara apreciar, una luz cegó la imagen frente de él.

Ichigo abrió sus ojos al notar que los rayos del sol iluminaron sus pupilas. Se sentó rápidamente al concluir nuevamente que era un sueño. Luego tragó saliva tras después que inspiró y exhaló profundamente para despertarse completamente. Otra vez ese sueño que está dentro del cuerpo de una tal Kuchiki. Era como si él fuese la Kuchiki. Aún no entendía el por qué, pero desde que tiene memoria siempre tenía el sueño de vivir la vida de esa persona. ¿Acaso era normal?

— ¡Oye Ichigo! —gritó su padre desde las gradas después de escucharse las pisadas corretonas hacia su habitación. — ¡Hora de ir a la escuela!

Cuando Isshin pudo abrir la puerta; segundos después fue somatada en su rostro con osadía por parte de su hijo de diecisiete años de edad.

—Ya lo sé. —respondió de forma aburrida su retoño ya levantado y con la mano en el picaporte de la puerta.

— ¡Apresúrate! —ordenó su padre aun con su rostro en la puerta que saboreó la madera con su lengua. — ¡Tu madre ha preparado un delicioso desayuno!

Ichigo suspiró cansadamente, no por el comentario o entusiasmo de su viejo, sino por el misterio que provoca esos sueños que cada vez eran más frecuentes.


Estaba ante la presencia de muchos invitados muy poderosos, metidos, y sobretodo de la casamentera vestida de finas ropas y elegantes joyas. A pesar que soñaba en el cuerpo de otra persona, no pudo evitar sentirse muy nervioso. Su corazón palpitaba demasiado rápido que sintió que se le iba a salir y los nervios traicionaban su mente. No quería que esos sentimientos salieran a flor de piel ya que estaba frente de dos personas que mostraban gran esplendor y rodeadas de algún tipo de seguridad.

La casamentera sonrió levemente.:Ahora es conocer a tu futuro esposo, Kuchiki Rukia-sama…habló ante todos.Ante los demás presentes se revelará al fin el hilo rojo que los une.alzó sus manos que hizo que el ser de la chica se congelara."¡Que el destino quede al desnudo ante la libertad deseosa de la ansiada verdad!"

Todo se tronó negro en el mundo después que ella cerrara sus ojos. Ella sabía muy bien que luego de abrirlos aparecería un hilo rojo en su dedo meñique que le indicaría quien la desposaría, pero el chico que veía en los ojos de ella no sabía que ocurría.

Luego de un tiempo, los jadeos de la gente se apreciaron en sus oídos. Abrió rápidamente sus ojos y bajó la mirada. Su ansiedad creció cuando sintió una leve presión en su meñique.

¡Pero que es esto!gritó la casamentera al no creer que el hilo era extenso. Jamás había visto eso en su vida.

La gente la miraba con sorpresa mezclada con incertidumbre.

— ¡Kurosaki Ichigo!

El aludido levantó su cabeza del escritorio con un sobresalto.: — ¡Qué! —bramó Ichigo crispado y asustado que cayó de su puesto al suelo. No podía ser que se había dormido otra vez en clase.

Las risas de sus compañeros o faltaron. Se rieron tan fuerte que asquearon tanto a la maestra que causó que rematara en Ichigo.: — ¡Otra vez dormido! —gritó. — ¡Esta es la segunda esta semana...!

—Ah…—dijo nada más Ichigo un poco desorientado aun por el golpe. —Lo siento.

La maestra gruñó y le hizo caras de decepción. —Que no vuelva a ocurrir.

—Sí. —contestó el chico que se sentó de nuevo y posó su mano entre su sien y mentón. Se perdió en sus propios pensamientos ante lo último que vio de ese lugar. Ese sueño le causó escalofríos. No fue necesario muchos segundos al recordar de nuevo la leyenda que antes le gustaba de niño que le contaba su madre. Aquella que une a las almas gemelas por medio de un hilo rojo. Además, no solo eso le aturdía. —Kuchiki Rukia…—susurró Ichigo.

Ahora sabía de quien cuerpo estaba metido todo ese tiempo en sus sueños, o mejor en esos momentos lo llamaría pesadillas en vez de sueños. Pero por supuesto, solo era algo muy surreal; fantasías que imagina. No hay tal hilo rojo del destino.


El viento chocaba contra su piel y solo veía como bajaba rápidamente. Sus ojos miraban las nubes que rozaban contra sus ropas y cabellos a una gran velocidad. Como si fuera un pájaro que estaba volando y de repente sus alas dejaron su aleteo. Una leve presión ejerció sobre su pecho al visualizar que estaba metros del suelo. No había miedo a morir o en hacerse daño.

Ichigo pateó sus sábanas y se sentó rápidamente. Se sintió tan real que los escalofríos del viento frío que chocaba contra su piel en el sueño hicieron que jadeara y sudara del miedo. Ya era muy noche, probablemente tipo dos de la mañana. Antes que pudiese asimilar todo, el joven escuchó un fuerte estruendo. El chico sobresaltó que sintió que palideció al creer que solo era alucinaciones. Ese ruido provino del jardín de su casa. Rápidamente, sin pensarlo demasiado si era un ladrón, observó la ventana de su cuarto que conectaba con dicho jardín para averiguar sigilosamente que ocurría. Lo que vieron sus ojos al asomarse no lo comprendía. Era una chica con ropas orientales y antiguas que estaba ida en sus pensamientos.


Ichigo trató de ser lo más silencioso posible para no despertar a su familia. Le pareció una gran locura en bajar a ver lo que sucedía. Podía ser que esa chica era una hurtadora en su casa y él bajaba como si nada y sin con que defenderse. Cuando Ichigo alzó su mano para deslizar la puerta shoji que conectaba con el jardín, tragó saliva fuertemente.

— ¿Qué? —dijo Ichigo al notar que en su meñique estaba atado un delgado lazo rojo. Sus ojos se abrieron desmesuradamente. — ¿Acaso…?

Pensó que era una broma de mala gusto de su padre. Antes que pudiera concluir algo congruente, Ichigo escuchó un leve suspiro. Alzó su mirada para ver esa chica de nuevo en su jardín. Cuando menos se lo esperaba, el hilo que tenía en su dedo se conectaba con aquella chica tan extraña.

La intriga invadió el alma del pobre chico. Caminó hacia ella, y pareció que la pelinegra no se había dado cuenta de su presencia. Ichigo entrecerró sus ojos al verla mejor porque vestía de un largo kimono rojo con bordes dorados. Su cabello negro, liso y largo que le llegaba a sus tobillos que había un mechón rebelde en su rostro que era increíblemente corto que todo su pelo. Ichigo estaba ido con su extraña belleza, pero su cara, era diferente. Presentaba un gran dolor en su rostro que no sabía él como explicarlo.

—Así que ahí termina la travesía. —dijo la chica roncamente.

Ichigo parpadeó y dilató sus ojos y su boca al darse cuenta que esa chica se quitó el obi de su kimono para luego amarrárselo en sus muslos. Cuando menos se dio cuenta, la pelinegra sacó una pequeña daga de su manga. Ichigo no se molestó en producir un jadeo cuando la chica haló su cabello y lo cortó hasta su cuello.

—Eso es un…kaiken…—susurró Ichigo al ver como esa pequeña daga era bajada junto con la mano de la chica. Ahora todo para él tenía sentido. — ¿Deshonra? —murmuró al observar como ese cabello largo y hermoso estaba esparcido.

—Mi viaje ha sido largo. —cayó de rodillas. Ichigo se acercó más a ella con preocupación de la forma en que estaba hablando y tuvo una idea de que iba a hacer esa chica. — ¿Por qué no pude darles lo que ellos quieren? —bajó su mirada. — ¿Por qué no pude ser una hija ideal? Tuve que…—suspiró. —…ser diferente…

Lo que la pelinegra no notó fue que ese hilo rojo se acortaba más porque del otro extremo se acercó más a ella.

—Detente…—susurró Ichigo al comprender que se iba a suicidar de una manera tradicional llamada seppuku. Ahora todo era claro: el corte de su cabello largo a uno corto, atarse sus muslos para que sus piernas no se abrieran cuando cayera muerta y esa daga llamada kaiken la usaría para cortarse el cuello y morir desangrada. Ichigo no iba a permitir que esa niña se matara en frente de él en su jardín. Por alguna extraña razón, la conocía. Ese vestido ya lo había visto antes, pero a esa chica nunca la había visto a los ojos o su rostro no le era muy familiar. Era muy extraño.

—Aquí debí encontrarme con mi prometido. —su labio inferior empezó a temblar al igual que su mano que sostuvo la kaiken en su blanco cuello. —Pero nunca lo haré… al no ser digno para mi familia…—asió la daga. —Soy una decepción.

Los ojos violetas de la chica se cerraron por unos segundos al estar preparada en su futra muerta y el dolor agudo que provocaría el kaiken al cortarse que dejaría su sangre derramada. Eso era lo último que estaba planeado pensar; sin embargo, su cuerpo se puso rígido cuando sintió que su movimiento del brazo fue parado bruscamente. Abrió sus ojos con asombro al percatarse que alguien sostuvo su muñeca firmemente.

—Dije que te detuvieras. —observó la mirada de fuego en sus ojos y su ceño fruncido lleno de decisión. La pequeña joven no emitió palabra alguna porque fue tanto su sorpresa al verlo. No solo porque detuvo sus intenciones, sino que porque ese chico era un humano. Supuestamente los humanos no la ven.

— ¿Qué…?—susurró la pelinegra antes de bajar su mirada. — ¡Hah! —jadeó fuertemente al ver bien la mano que la sostenía con fuerza. Sus extremidades temblaron al ver la conexión que había en su hilo rojo con la del chico frente suyo.

Ichigo parpadeó unas cuantas veces al sentirse tan cerca de ella. Definitivamente, ese kimono lo había visto en sus sueños pasados. Eso quería decir que ella era la chica con la que veía su vida a través de su cuerpo. : —Tú eres…—dudó un poco en pronunciarlo. Así que retrocedió un poco con sus pies. — ¿Kuchiki…Rukia? —entrecerró sus ojos.

La aludida lo miró desconcertada y casi le da un patatús.: — ¿Quién eres?

Ichigo desvió su mirada del rostro de ella. Al hacerlo se acordó sobre aquella presión en su dedo pequeño. Bajó la mirada al notar que la extensión del hilo terminaba en el dedo meñique de la pequeña joven que aún sostenía su muñeca. No tardó más de dos segundos en Ichigo en reaccionar.

Soltó a la chica y se alejó de ella lo más lejos posible con pasos lentos. Bajó la mirada y observó al kaiken en la grama lo cual él lo tomó y trató de romper el hilo. Aún seguía creyendo Ichigo que era una broma de su padre.

—¡Imposible! —jadeó Ichigo y sintió como el sudor del nerviosismo se apoderó de él.

La pelinegra observó sus actos con detenimiento y ella también se asustó mucho al ver que ese hilo no se rompía.

—Entonces es verdad…—captó la atención de Ichigo. Éste la observó atónito cuando se percató que ella se acercaba. — "El hilo puede tentarse o enredarse, pero nunca podrá romperse." —La mano de Ichigo tembló y dejó caer la daga. Antes que pudiera decir algo más salió corriendo para alejarse de ella. —¡Hey! ¡Espera!

Trató de huir ahí lo antes posible. Eso debía ser un sueño. Claro que era un sueño raro y sin explicaciones. El hilo rojo del destino eran patrañas que se las contaban a los niños. Ichigo no creía más en esas cosas. Por supuesto que cuando despertara se reiría de lo ocurrido. No obstante, cuando el chico escuchó que la pequeña joven lo seguía y escuchaba perfectamente sus pasos empezó a aterrarse.

— ¡Vuelve! —ordenó la chica.

— ¡Por supuesto que no! —gritó Ichigo renegado.

El ruido que provocó Ichigo causó que su padre se despertara. De forma muy confusa, su padre salió al patio donde se ubicaba su jardín. Ichigo paró su corrida al verlo. Al principio le dedicó una mirada asustadiza pero luego cambió a una de ceño fruncido al saber que él fue que estaba detrás de la broma pesada.

— ¿Ichigo? —lo observó Isshin un poco perdido al no saber una explicación exacta del por qué su hijo estaba fuera a esas horas de la noche. — ¿Qué ocurre?

La mirada del hijo cambió al notar que su viejo no tenía esa cara de pícaro que hacía cuando planeó una broma y resultó exitosa. Al contrario, había incertidumbre en ese rostro.

Ichigo giró su rostro hacia la chica cuando notó que ella se acercó a su padre. De forma inesperada para el chico de cabellos anaranjados, ella puso su mano en la cara de su padre. Isshin no hizo una reacción alguna, ni siquiera un parpadeo.

—No me puede ver…—dijo la pelinegra un poco seria. —Sólo tú.

El joven abrió sus ojos estupefactos.

— ¿Ichigo? —preguntó su padre.

—Oh…—contestó Ichigo. —Es que necesitaba liberar un poco la frustración y el estrés. —mintió.

La pelinegra se quedó ida al observar a ese humano. Sus facciones representaban como un mortal común y corriente que aún no sabía por qué ese era su alma gemela, destinada a estar juntos.


—Habla ya.

— ¿Por qué debería?

Bufó.: — ¡Bueno! ¡Pues por qué de alguna manera estas de polizón en mi propia casa al tratar de matarte frente de mis ojos! —escupió.

—Tú fuiste el metido. —cruzó sus brazos. —No tenía intenciones de llamar la atención de nadie. —desvió su mirada. —Jamás creía que alguien me vería.

Ichigo suspiró. Ella tenía un carácter difícil. Al poder tranquilizarse un poco, el chico Kurosaki la llevó a su habitación. Estaba algo abrumado al ver ese hilo rojo que los conectaba y no había salida o modo de como cortarlo. En vez de unirlos era hartarlos. No parecía que el amor los llenaba, es más, parecía esposas en cierto sentido.

Después de un largo tiempo, Ichigo habló.: — ¿Rukia, no es así?

La pequeña gruñó un poco al no estar acostumbrada, y no decir que ninguno de bajo estatus, la llamara por su nombre y sin honoríficos. : —Sí. —le contestó con desgano y con el ceño fruncido.

—Ya veo…—alzó su cabeza Ichigo para ver la pared. —No creí que fueras real.

Rukia frunció aún más el ceño.: — ¿Qué?

Ichigo la vio a los ojos de manera tan penetrante que Rukia tuvo que retroceder.: —Te parecerá muy extraño…—pensó en algo más bizarro Ichigo en su mente y concluyó que algo más raro de lo que iba a decir era la tal Rukia estaba en su cuarto. —…pero ya te conocía.

Rukia abrió sus ojos sorprendida.: — ¿Cómo?

—En mis sueños, veía lo que hacía una mujer con su vida…pero yo estaba dentro de ella. —rascó su nuca. —No sé si me entiendes…—Rukia no dijo nada, por lo cual Ichigo siguió. —Supongo que esa mujer eras tú.

— ¿Por qué lo dices? —se relajó Rukia y después se aproximó a Ichigo.

El chico sostuvo las mangas de la pelinegra. Rukia hizo su cabeza hacia atrás de forma defensiva.: —Estos kimonos los recuerdo…—dijo sin verla. —Al igual que las extrañas conversaciones…—la vio y notó que estaba muy cerca de su rostro. —Que el destino…—dijo Ichigo y luego Rukia le siguió:

—…quede al desnudo ante la libertad deseosa de la ansiada verdad. —pronunciaron al unísono.

Rukia e Ichigo alzaron sus miradas para conectarse y perderse en los ojos de cada uno. La pelinegra subió su mano para dejar ver el hilo rojo. : — ¿Sabes lo que significa esto, cierto?

Ichigo no tuvo necesidad de ver su mano. Sabía lo que preguntaba y de que se trababa esa futura conversación.: —Sí, mi madre me contaba la leyenda desde que era niño. —comentó.

El chico también alzó su mano del meñique atado. Sin darse cuenta, su mano quedó casi tocándole la otra mano que tenía enfrente. Rukia temió en sus adentros al saber, y que él también sabe, que ellos fueron creados para ser compatibles.

Hubo un silencio que se hizo presente. Ambos, un poco nerviosos y confundidos por encontrar la verdad no tuvieron el valor de verse por unos momentos. ¿Cómo era posible que un humano y una especie de inmortal estuvieran destinados? Sonaba ilógico.

—Así que eres…Ichigo, ¿no? —preguntó Rukia luego de un buen rato.

El aludido asintió.

Hubo de nuevo un gran silencio incómodo. Ichigo frunció su ceño y labios antes de hablar y no dejar que el silencio lo matara de presión en el ambiente.: —Rukia…contéstame. —ella alzó su mirada. — ¿Por qué…—Ichigo trató de tocarle el cabello corto pero se detuvo al no sentirse muy confiado. —…la deshonra? ¿Qué ocurrió allá dónde provienes? Para que, bueno, ya sabes…—se rascó su nuca.

Rukia jadeó nerviosa para luego desviar la mirada. Ichigo notó de nuevo esos ojos tristes y desamparados que vio cuando la encontró y observó su rostro por primera vez.

—Ichigo…

—No hay problema. —dijo Ichigo que se dio la vuelta para darle la espalda. —No me lo tienes que decir sino quieres. —sin ser muy consciente de lo que hacía, Rukia sonrió levemente al sentirse aliviada ante su presencia. — ¡Bueno! ¡Hora de dormir!

— ¿Ichigo? —llamó Rukia confusa y él se volteó atento ante el llamado. — ¿Qué es dormir?

Ichigo tan sólo parpadeó.


Tengo que decir esto antes de que me despida! yo no sé quien ya vio el manga de Bleach capítulo 501! :O no sé que se las trae Tite con ese capítulo! a saber con quien se está juntando ahora! porque de verdad, cuando lo leí me crispe por un buen rato xDDD es uno de los episodios más extraños y le dio un gran giro a la pelea que ni me la creí! pobre Byakuya! T_T me temo lo peor, pero hay una pequeña parte que sé estará bien! T_T

Bueno! ya cerré paréntesis ahí. ¿Y qué tal les pareció? Raro como el capítulo 501 (necía que soy xDD), horrible, incongruente, feo? xDD quiero sus opiniones sinceras xD. No sé cuando publicaré el próximo capítulo xDD no solo por el tiempo, sino porque debo de actualizar con mi otra historia. Así que...espero yo!, que en dos semanas no paso xDDD

Nos vemos a la próxima ;) cuídense.