Disclaimer: Todos los personajes que puedan reconocer en esta historia no son de mi propiedad, es obvio. No soy dueña de Digimon, porque si fuera así, el Sorato jamás hubiera existido y estaría sepultado a tres mil metros bajo la tierra :D


"Calla, mira, llora. Canta, ríe, ama. Lo bello del mundo en sus lagañas"

Chinoy-Canción chiquitita.


Ocurrió un verano.

Prefacio.

Era una hermosa tarde de verano.

Se balanceaba una y otra vez, pero no conseguía el ritmo que ella en realidad deseaba. Quería llegar alto, tan alto como la punta de aquel árbol que estaba frente de ella. Adelante, atrás, adelante, atrás. Soltó un corto bufido y apretó sus ojos. No, no podía alcanzar aquel gigantesco árbol. Detuvo su balanceo y se dejo de columpiar. Se bajó del juego cuando este se detuvo por completo. Caminó por la tierra hacía donde su madre que estaba sentada en una banca leyendo un libro. Quería irse a su casa, o al menos, ir a buscar su balón de futbol para jugar por un rato, pero si se lo decía, de seguro su mamá se molestaría.

El ruido de unas risas detuvo su cometido. Se paró y llevó sus ojitos rubí hacía el lugar donde provenían las risas de niños.

Había tres niños grandulones rodeando a uno pequeño.

El pequeño tenía cabello castaño y revoltoso, piel morena. Apretaba sus puñitos a ambos costados de su cuerpo.

Sora se acercó hacía ellos a pasos decididos y con el cejo ligeramente fruncido.

Entrégame mi balón —pidió el más pequeño de ellos.

Uno de los grandulones soltó una risita estúpida mientras que con una mano sostenía una pelota blanca y la elevaba cuando el moreno se decidía a saltar para quitársela.

Entrégale su balón, niño gordo —se escuchó la voz de la pelirroja encima de las carcajadas de los grandulones.

Guardaron silencio y miraron fijamente a la niña que había hablado con tanto atrevimiento. El moreno aprovechó la distracción de los brabucones y de un salto le quitó el balón de las manos a ese-niño-roba-pelotas-de-fútbol.

Oh, pero mira. ¿Traes a tu noviecita para que te defienda?, que niñita eres —se burló otro, quien estaba a un lado del niño de ojos color chocolates.

Sora arrugó el cejo y se acercó con decisión a los grandulones. El niño moreno observó la escena con enfado.

No te metas niña, no necesito que me defiendan —soltó el moreno. Sora no le prestó atención y siguió caminando hacía el grandulón que había tenido la pelota en sus manos.

¡Pero que miedo das cabeza de zanahoria! —el niño elevó sus manos e hizo un mohín como si estuviera temblando de miedo.

¿Cómo me dijiste, niño gordo? —Preguntó completamente ofendida.

El grandulón la miró fijo y se agachó un poco para quedar a la altura de la pelirroja.

Cabeza de zanahoria —repitió.

Sora entrecerró los ojos y elevó su pierna para pegarle una certera patada en la canilla del niño. El grandulón-roba-balones abrió su boca y soltó una exclamación de dolor. Sora aprovecho ese momento de desequilibrio del niño para empujarlo y hacerlo caer de trasero al suelo.

Nadie me dice zanahoria y se ríe de eso —Le sacó la lengua y se volteó con la barbilla en alto, sabiendo que le había dado un merecido a ese cabeza de chorlito, un llanto estridente de parte de él no se hizo esperar.

Caminó con completa dignidad, aun con la barbilla en alto.

Niña, ¡niña! —Le llamaron. Ella se volteó.

El niño moreno venía corriendo detrás de ella con su balón blanco en sus manos. Se detuvo y esperó a que el moreno llegara a su lado.

No necesitaba tu ayuda —Fue lo primero que soltó cuando se plantó frente a la pelirroja. Ella lo miró con su nariz arrugada, ese niño era un descortés.

Pues gracias a mí tienes tu balón. Mi mamá me dijo que cuando alguien ayudaba a otra persona este debía decirle gracias, eres un maleducado —dijo ella volteándose nuevamente para seguir su camino hacía su madre y pedirle que se vayan a casa.

Gracias —soltó el moreno.

Ella se volteó sorprendida. Sonrió.

De nada.

El niño miró su balón y luego a la fuerte niña que lo había defendido de esos brabucones.

Podríamos jugar fútbol —dijo ella mientras se encogía de hombros y observaba con ojos de expectación al balón recién recuperado de él.

El niño pestañeó extrañado y frunció el cejo.

Eres niña —le dijo y ella se sintió aun más ofendida, —las niñas juegan con muñecas, mi hermana no juega al balón porque dice que es niña.

Pues yo sí soy una niña y me gusta el fútbol —contestó sintiéndose completamente ofuscada por la respuesta de aquel niño tan grosero.

Bueno, si quieres jugamos fútbol. Pero si te gano no te pongas a llorar, ¿sí?

Sora asintió, le demostraría a ese niño que las niñas también jugaban al fútbol.

¡Eres mi mejor amiga!, no puedes no ir a la fiesta de mi cumpleaños, Sora.

Pero Tai, mi mamá me dijo que no podía faltar al matrimonio de mi papá, aunque yo no quiera ir —La pelirroja de nueve años arrugó el cejo, como si pensar en su padre casándose con otra mujer desconocida para ella fuera el peor de las pesadillas.

Pues dile a tu papá que se casé otro día —Le dijo el niño como si fuera obvio.

Sora suspiró.

Si fuera por mí, que nunca se case con otra señora.

Tai apretó sus labios y quiso golpearse por haber abierto la boca y haber hecho llorar a la niña con su estúpido comentario.

¡Un broche!, ¿es que acaso no te gusta mi peinado?

Tai frunció el cejo.

¿Cómo sabré si me gusta tu peinado si siempre usas sombrero? —Preguntó como si fuera obvio, pero ella lo miró más que ofendida.

Ósea que no te gusta mi sombrero.

¡Que rara eran las niñas de diez años!

¡Jamás se iba a casar!, eran complicadísimas. ¿Cómo Sora se iba a molestar tanto por haberle regalado un tonto broche? Después de ese día tuvo que estar casi toda la semana pidiéndole perdón a la pelirroja para que esta volviera a dirigirle la palabra.

Pues mi futura esposa —Respondió Tai con un encogimiento de hombros. Su mejor amigo Matt lo miró como si se hubiera vuelto un bicho raro.

Tai, tienes once, no puedes casarte con Sora a los once años, creo que eso es ilegal. Y papá dice que cuando te casas terminas loco. No quiero que mi mejor amigo se vuelva loco por ahora —Dijo el rubio con el cejo fruncido.

No ahora tonto, pero me casaré con ella cuando sea más grande. Así, mis hijos tendrán cabello color naranja y les encantará el fútbol. Seremos la familia perfecta —Respondió convencido.

Subió las escaleras del edificio de dos en dos para llegar al apartamento de ella. Habían muchas personas conversando entre si, con miradas tristes y vestidos completamente de negro, al igual como iba él.

Su madre subía con tranquilidad junto con su padre. Su hermana pequeña, Kari, estaba en brazos de Yuuko. Los miró y tras un asentimiento de parte de su madre corrió hacía la casa de Sora.

Pasó entre la gente y entró.

La encontró sentada en un sofá, tenía un sombrero negro cubriendo su cabecita y se encontraba cabizbaja, sus manos estaban sobre sus muslos y las tenía empuñadas.

Caminó con lentitud, asustado. Su corazón latía a mil por horas y no sabía el por qué. Con suavidad pronuncio su nombre, él mismo lo sintió entrecortado, le faltaba el aire.

Sora…

La pelirroja elevó su vista y posó sus ojos hinchados, rojos y llenos de lágrimas en el rostro de él. Tai sintió algo extraño en su pecho, tuvo el impulso de lanzarse hacía ella, abrazarla y rogarle que dejara de llorar.

Mi mamá… —Hipó ella y se llevó sus dos manos a su rostro para largarse a llorar.

Tai quiso golpearse contra una pared. ¡La había hecho llorar aun más!

Se sentó a su lado y tiritón le pasó un brazo por el hombro, le dio dos golpecitos con su palma y susurró.

Lo sé, lo sé. Pero no estás sola, yo estoy aquí, tú papi también lo está y todos estamos contigo —Le dijo el niño sin saber qué otra cosa más decir.

Sora asintió y se lanzó al pecho de su mejor amigo para seguir llorando, desolada.

Tai a sus once años jamás había sentido aquel dolor tan ahogante dentro de su pecho. Sentía la necesidad de hacer cualquier cosa para que la pelirroja dejase de llorar, sin embargo, sabía que aunque dijera o hiciera cualquier cosa no alegraría a su mejor amiga. Es que, él no se imaginaba seguir sin su mami, ¿quién le haría el almuerzo?, ¿quién le besaría la frente cada mañana?, ¿quién le recordaría que debía bañarse cada día?... No, él no sabría lo que está pasando Sora. Él no sabría jamás el dolor de perder a tu madre a los once años.

Papá me llevará a vivir con él —Soltó ella cuando ya pudo controlar sus sollozos e hipidos. —Yo no quiero irme de mi casa…

Tai palideció. ¿Se iría?...

Bajó corriendo las escaleras. Trastabilló un par de veces pero no le importó, debía despedirse de ella, antes de que se vaya, decirle que cuando fueran grandes debían casarse para tener niños pelirrojos y buenos para el fútbol.

¡Sora! —Gritó Tai cuando la vio arriba del auto azul.

Ella abrió su ventana, el auto había comenzado a moverse. Ella se iba.

¡Tai! —Le gritó sacando su cabeza por la ventanilla.

Tai tomó más vuelo para alcanzarla, pero le era imposible. Con todas sus fuerzas gritó antes de que el auto se perdiera calle abajo.

¡Cuando sea más grande te buscaré y cuando te encuentre te traeré devuelta a tu casa, Sora! ¡Lo prometo! —Ella sonrió y una lágrima cayó por su mejilla, le había escuchado.

Dejó de correr y se detuvo viendo el auto perderse, Sora elevó su mano, su gorra se le salió de su cabeza y voló en el aire. Tai corrió nuevamente y saltó para agarrar el sombrero al vuelo. Lo tuvo entre sus brazos y se lo llevó al pecho.

Sintió que algo dentro de él se rompía de apoco. Como si le hubieran quitado parte importante para seguir. Y claro que lo habían hecho, se habían llevado a su mejor amiga, la única niña que él jamás podría olvidar…


Ya, sé que en vez de estar subiendo nuevas historia debería estar escribiendo nuevo capítulo en "Sin daños a Terceros", pero es que esta historia se me ocurrió en el trabajo un día x, hace como dos semanas atrás, me gustó la idea y un día que estaba con mi imaginación a flor de piel escribí el epilogo de la historia, luego me emocioné y lo seguí, si que estoy casi terminando el primer capítulo, (pero sigo también con el de "sin daños a terceros") es que como tengo que comenzar también a estudiar más brigidamente en agosto entonces me dije, ¿por qué no subirlo ahora?, demás que puedo escribir los dos fic :D Y aquí está :D xDD

Espero que esta historia sea tan bien recibida como la de "sin daños a terceros" (que digo denuevo, la estoy avanzando C:)

Emm... A sí, como dice el Sumary, habrá Mimato y Takari, aunque el epilogo haya sido plenamente de Taiora, pero es porque sin el epilogo luego más avanzado el fic no se entendería nadas c: si que eso sería.

Espero que les guste y me dejen comentarios para saber si mejor me dejo de webiar :P Aunque, ya sé que con un prefacio algo... abstracto es díficil saber de qué mierda es la historia, pero era necesario, en cualquier caso el capítulo uno lo tengo casi casi y demás lo subo mañana C: cuando llegue del preu. Si que no se me apresuren y comenten, ¿sí? :A xD

Sophie :A