¡Cuánto tiempo! He madurado (?) y he practicado mucho mi redacción. Espero que este capítulo se sienta que está mejor redactado que los anteriores. ¡Ah! Los extrañé muchísimo. ¿Ya ven? Les dije que no iba a abandonar este fic no importa cuánto me tarde.

Resulta que hace como tres días leí un fic MxM y como que me entró la emoción y me inspiré. Entonces quise tomar mis espacios libres para dedicarme a esto. Sin embargo ya había perdido la secuencia de la historia y tuve que RELEER todo mi fic. Fue agotador pero como no me acordaba mucho, fue como leer uno nuevo (?) Jaja. Luego revisé lo que había escrito con anterioridad y vi que no me faltaba demasiado para terminar este capi. Y ¡BANG! En dos días exprimí toda mi musa en ello.

Disfrutadlo mis queridos súbditos. Nos vemos abajo... tengo otras cosillas que decirles. Gracias por detenerse a leer esto, el que llegó hasta aquí, tienes una larga vida por delante (?) No los entretengo más. ¡Lean!

PD: No lo corregí del todo así que disculpen las faltas. Luego con más tranquilidad me dedico a editar.

PD2: En realidad quiero editar todos los capítulos. Jejejeashdgfj

PD3: Ahora si les juro que no los entretengo más.(¿)


— ¿Mello?...

— Matt… ¿De dónde sacaste esa imagen?

Su voz sonó perpleja al ver un pedazo de papel que el más alto llevaba en su mano. Si, al parecer era lo que él tanto temía, o mejor dicho, lo que tanto le preocupaba que arruinase sus planes. En seguida su mirada se desvió avergonzado hacia la pared del corredor, como si esta fuese la mar de interesante, pero en realidad sus pensamientos solo estaban idos. Simplemente no quería encarar aquellos orbes color verdoso.

— La encontré en la habitación.

Respondió con su amplia sonrisa característica plasmada en su faz, y ese incesante brillo que mantenía cautivo en sus ojos que adoraba el ser frente a él.

— ¿Puedes regresármela?

Pescudó el rubio seriamente conteniendo el aire en sus pulmones mientras sus manos se cerraban en puños por inercia a la par que sus parpados cedían en un intento por mantener la calma y serenar su mente. Al parecer todo se había estropeado.

El rostro de Matt perdió su brillo, borrándose lentamente su vivaz sonrisa. Se sentía confundido. No sabía que había hecho mal, o el por qué realmente de la actitud de su foráneo. Pero estaban ahí en un corto pero fatídico silencio en el que las dudas se atrapaban y no eran respondidas como tanto él deseaba. Sin embargo, cometió la estupidez todavía de cuestionar en voz alta al respecto.

— ¿No te sientes contento de que estemos juntos?

Le miraba esta vez serio, pero no fríamente, sino más confundido que de costumbre. Podía ser muy despistado casi la mayoría del tiempo, pero en esta ocasión realmente nada coherente se le venía a la mente como forma de respuesta a su cuestión. Su faz expresaba la obvia interrogante, enarcando un poco una de sus cejas.

El rostro del chico no demoró en volverse a su dirección, y sus miradas se encontraron ferozmente, pues su ceño levemente fruncido le daba cierto énfasis a la situación.

— ¿Juntos?... Solo compartimos habitación.

Ahora su faz se aminoraba un poco, como si quisiese expresar inocencia. Como si quisiese hacerse el tonto respecto a todo eso.

Nuevamente se afincó entre ellos un poderoso silencio. Sumina, quien se encontraba a un costado del rubio, los observaba atenta y curiosa, pero totalmente callada, pues no comprendía a que se trataba lo que ellos estaban 'discutiendo'.

Mello le arrebató de inmediato aquella fotografía con frustración y enojo. No sabía muy bien por qué sentía enojo, pero no era precisamente en contra del pelirojo. ¿Qué a caso la gente no respetaba su privacidad? Han estado hurgando en su maletín desde el primer momento. Tendría que tomar medidas extremas respecto a eso.

— Vamos. —Habló Mihael con decisión, tomando la mano de la pequeña niña nuevamente— Ya es tarde.

Dicho aquello, retomó su camino hacia el dormitorio que compartía con aquel joven, el cual dejó preocupado y confundido observando cómo estos se alejaban, y la niña volteaba a penas su cabeza para verlo mientras no dejaba de caminar al ser guiada por si primo.

*FLASH BACK*

Un conjunto de pequeñines jugueteaban en la arena del parque; estos debían ser de alrededor de 6 o7 años. Algunos armaban castillos de arena, otros recolectaban hojas y ramas, y algunos otros armaban montañas de piedra. Cosas usuales que la imaginación y creatividad de los niños creaba en momentos de aburrimiento.

— Mello. ¿Por qué no vas con ellos?

Inquirió Watari sentado junto con el pequeño rubio en una de las bancas del parque. Era realmente gracioso observar a ambos tranquilamente ubicados con casi la misma postura de autoridad, salvo que el pequeño era… demasiado 'pequeño' —Valga la redundancia— a comparación con el veterano.

El entrecejo del menor estaba notoriamente fruncido como de costumbre, teniendo tan corta edad, era siempre un cascarrabias. Estaba concentrado bebiendo de un cartón su leche con chocolate que momentos antes, su cuidador le compró de una máquina expendedora, mientras su mirada no se despegaba de ese sitio donde todos esos niños se divertían incluyendo a Mail, el que era su mejor amigo. El viejo a su lado insistía con que debía relacionarse con los demás niños y conocer más de las distintas personalidades de la sociedad, pero Mihael se negaba a acercarse a ellos. Observaba como su amiguito de lentes jugaba amenamente con los demás, cosa que le carcomía un poco de ver como su felicidad no era precisamente gracias a Mihael Kheel. Fue egoísta desde el momento de su nacimiento, cabe resaltar. Se sentía frustrado al ver lo bien que lo pasaba el otro sin su compañía.

Watarí no demoró en darse cuenta de la situación, pues ambos eran como sus propios hijos, y conocía cada una de sus expresiones y palabras como la palma de su mano. Por ende, se tomó el atrevimiento, y con decisión llamó al otro chiquillo.

— ¡Matt! —Al momento de escuchar su nombre, el aludido levantó su mirada de inmediato como un pequeño cachorro, o más bien una zarigüeya— Acércate muchacho. —Le pidió Watari con una muy dulce sonrisa en el rostro, como era de costumbre.

El pelirrojo no puso objeción alguna, y en menos de lo que canta un gallo, ya se encontraba frente al hombre que había hecho mensión a su nombre, mirándole con grandes ojos, atento, sin embargo estos no podían ser vistos por las Googles que llevaba puestas la mayoría del tiempo. Difícil de convencerlo para que se las quitase, lo cual solo hacía para dormir o para ducharse.

— ¿Si?

— ¿Por qué no llevas a Mello y le presentas a tus amiguitos?

Dijo el más grande revolviendo con cariño la cabellera del pelirojo, para animarlo a acatar su petición. Este no caviló demasiado para aceptar la propuesta y se volvió hacia el otro pequeño sentado en un lateral, el cual tenía desde hace rato una expresión un tanto malhumorada. Bajó la mirada a las manos del chico y tomó de la que estaba desocupada, ya que la otra sostenía de su leche achocolatada. Cuando estuvo a punto de halar de él con suavidad, Mello se zafó del agarre con rapidez, negándose altanero a aceptar el tacto.

Mail se confundió un poco y preguntó con serenidad e inocencia.

— ¿No quieres venir?

El blondo se limitó a observarlo de mala gana para luego contestar con su aniñada pero decidida voz, como si de un adulto se tratase.

— Son tus amigos.

— Tu también lo eres.

Comentó Matt inexorable..

— Me dejarás por ellos.

Aseguró Mihael con un puchero que amenazaba con hacer acto de presencia, y así de inmediato ocultar su rostro en el brazo de Watari.

Matt suspiró derrotado, y dándose media vuelta se fue corriendo quien sabe a dónde. Aquello decepcionó a Mello; por cierta parte deseaba que fuese más insistente, pero era realmente terco. Levantó la vista y buscó con sus grandes orbes celestes al causante de todos esos sentimientos gratos que habían crecido en su pecho pero no lo halló con facilidad, por ende miró con preocupación a su niñera y unas torpes lagrimas comenzaron a surcar sus mejillas, enrojeciendo de inmediatos sus mofletes. El hombre mayor se acercó a él sonriendo y tomó de su rostro con ambas manos, retirando cuidadosamente la humedad de sus ojos, dedicándole algunas palabras reconfortantes, como que estaba seguro de que Mail no sería capaz de olvidarse de él.

Seguidamente el pequeñín de gafas no demoró en hacer acto de presencia con una enorme sonrisa de oreja a oreja impregnada en el rostro. Ambos presentes le miraron entre sorprendidos y curiosos por su repentina aparición. La confusión en el rostro de Mihael se hizo presente, y solo se limitó observar con atención como pronto aquel niño traía desde su espalda, lo que parecía ser un anillo hecho de pequeñas flores caídas y finos tallos, unidos de tal manera que hiciesen un circulo que podría caber perfectamente en el dedo del pequeño rubio.

Cuidadosamente Matt tomó la mano del blondo bajo su atenta mirada.

— Mira Mello. He hecho un anillo. —Diciendo aquello, lo introdujo en su dedo anular sellando una promesa—. He visto como en las películas hacen esto. —Musitó más para sí mismo—. Cuando seamos grandes casémonos. Y te demostraré que nunca voy a dejarte solo.

Levantó el pelirojo su mirada con una amplia sonrisa, ensanchándose una semejante en el dulce rostro de Mihael. Se sentía mocionado, y una vez perfectamente ubicado aquel aro en su pequeño dedo, entonces con efusividad se lanzó a los brazos de su mejor amigo, rodeando su cuello. Este se sorprendió ante el repentino gesto del menor, sin embargo le correspondió dulcemente.

— Gracias Mail. Me casaré contigo

El aplauso por parte del viejo no se hizo esperar, bastante enternecido y divertido por la escena previa. Les invitó seguidamente a tomar asiento alistando su cámara para grabar el momento.

Así fue como ambos sonrientes niños quedaron retratados en una hermosa fotografía y luego de ellos, juntos, tomados de la mano, se acercaron a donde estaban los niños que jugaban con Mail previamente, ya que por insistencia de este, quería comunicarles las buenas nuevas; Les presentaría a su mejor amigo, y al que sería su futuro esposo.

Todo era felicidad, parecía demasiado perfecto para ser verdad. Hasta que unos meses después, Mihael Kheel fue adoptado.

— ¡Mello! —Gritaba un niño de googles bajo la lluvia persiguiendo el auto que esa misma tarde le arrebataba al amor de su vida—. ¡Voy a cumplir mi promesa! ¡No voy a dejarte solo! ¡Lo prometo! …¡Mello!

Gritaba el infante a todo pulmón, mientras aquellos dos faros de luces se desaparecían a lo largo del camino.

Solo con 6 años de edad, Mail Jeevas tenía claro a quien le regalaría su vida.

*FIN DEL FLASH BACK*

Tenía miedo por lo ocurrido recientemente. Ahora que Matt había descubierto aquella imagen, temía que se sintiese obligado a amar al rubio. Habían pasado alrededor de 11 años. No podía asegurar que el amor por una persona a la cual de seguro ni se acuerde, siga intacto luego de tanto tiempo sin verse. Sin conocerse como en realidad son ahora.

No quería que Mail se obligara a cumplir tal promesa, solo por compromiso cuando en realidad no sentía nada por él. Sus planes desde un principio siempre fueron empezar de nuevo, y saber si el sentimiento persistía. Por su parte, aunque lo negase, se había vuelto a enamorar del chico con el que se crió de pequeño, pero por otro lado no sabía si era correspondido, y ya todo se había ido por la borda. Ahora jamás lo sabría con exactitud pues el pelirrojo ya conocía su pasado y el futuro del que ahora estaba condenado.

Sumina jugaba ignorante de todos los acontecimientos de su alrededor, sobre la alfombra de la habitación que se encontraba frente a la TV, donde transmitían unas caricaturas infantiles, a las que poco les prestaba atención. Mientras tanto, aquel inmerso chico rubio se debatía en su interior, recostado en la cama en su intento por relajar y despejar su mente, con la mirada absorta en el techo.

La puerta se abrió lentamente asomándose en ella la cabeza de un chico de cabellera roja, con la mirada recorriendo la estancia hasta llegar al rubio, quien por un momento hizo contacto visual con aquel intruso y luego desvió la mirada al techo nuevamente. Por otra parte, la atención de la niña fue llamada de inmediato, y al ver de quien se trataba, le extendió los brazos coquetamente esperando que viniese hacia ella.

Mail bajó la mirada hacia la chiquilla sonriendo con ternura para acercarse y sentarse junto a ella. Ahora la estancia se mantenía en un silencio incómodo pese a los sentimientos que se habían encontrado.

— ¿Es eso una torre? —Inquirió Matt mirando a Susi con una tierna sonrisa.

Ella le miró sonriendo ampliamente como respuesta mientras continuaba apilando los tacos de colores.

— ¿Puedo ayudarte?

Más que una pegunta fue en forma de afirmación como el gamer ahora tomaba los tacos e imitaba las acciones de la menor.

En el espeso silencio el celular de cierto chico comenzó a sonar. Era una llamada proveniente de la dirección. Parece que han avanzado con eso de llamarle al celular en vez de irrumpir en su alcoba sin permiso alguno. Pensó Mello recordando esos días en los que Elle entraba malinterpretando alguna situación.

— ¿Qué?

Contestó Mello con su típico tono de voz gruñón resonando brillante en las paredes de la pieza, y llamando por supuesto la atención de los presentes. Al otro lado de la línea le indicaron las malas noticias. Aunque en realidad no estaba seguro de si de malas se trataban, o eran buenas nuevas.

— Sumina… tu primo no quiere hablarme. —Habló Matt haciéndose el tonto al hablarle, cuando era una indirecta para el rubio—. ¿A caso no es bueno reencontrarte con tu mejor amigo de infancia? —Hizo una mueca bajo la confundida mirada de la más pequeña.

La charla en el auricular había finalizado cuando colgaron desde la otra línea y Mihael evitó el hecho de despegar el celular de su oreja para seguirle la corriente al joven de cabellos rojizos, iniciando así entre ellos una infantil conversación llena de indirectas.

— ¿Qué tiene de genial una puta imagen, Watari? —fruncía el ceño el chico en la cama.

— No es cualquier imagen —Susi levantó la mirada a los orbes del pelirrojo. Estará pensando "¿Con quién habla este loco? Porque yo no tengo ni puta idea"—. Es una evidencia del sentimiento mas hermoso que he experimentado. —Con una sonrisa picó suavemente la naricita de la infante y ella rió encantada por aquel gesto.

Hubo un silencio. Kheel se sentía perplejo ante las palabras de su amigo. Cómo su sentido auditivo se enamoraba de aquella voz y en la boca un dulce sabor hacía presencia. Su corazón martillaba y sus ojos lo observaban atónitos, sin recibir la mirada del contrario. Lentamente deslizó el celular para apartarlo de su oreja.

— ¿En serio… lo piensas de esa manera? —preguntó permaneciendo en un pequeño trance cuando solo se dedicaba a observar el perfil del mayor.

El pelirrojo volteó a verlo con un aire sereno y su faz completamente seria.

— Si —hizo una pausa—. Mello. Yo… ahora me doy cuenta que…

El aludido tragó grueso y su cuerpo se tensó al instante. Aunque no podía tocar sus mejillas, juraban que estaban ardiendo de vergüenza al solo pensar qué palabras se aproximarían.

— ¿Huh? —Lo alentó a que prosiguiera, dándole a entender que le escuchaba atentamente.

— …Que tu cabello es rubio natural. ¡Lo siento! Realmente alguna vez me pasó por la cabeza que era teñido. —Lloriqueó juntando las palmas de su mano en forma de oración sobre su cabeza, mientras esta la mantenía gacha, esperando que no lo matase.

Y ahí fue cuando todo se vino abajo y un celular se estrellaba fuertemente contra la cara del gamer, noqueándolo en un instante. El rostro del Mello había enrojecido de la cólera y la vergüenza, pues en ese momento ya se había imaginado incluso su boda. Pero no. El inepto de Matt sacaba a acotación a veces semejantes estupideces.

— ¡¿Qué?! ¿Y eso es lo que más te impacta.

— Uh… Oye. Hablo en serio —Había cobrado dificultosamente la conciencia mientras se llevaba una mano a la frente, pues se podía observar la marca del celular tallada en su piel—. Antes también creía que tu cabello era teñido. Pero en la foto, cuando pequeños, también lo tenías de ese color. Por eso… —Sus palabras fueron calladas nuevamente con un nuevo golpe. Esta vez le había tirado algo más suave, como una almohada en conjunto con una sábana.

Matt observó aquello y luego levantó la mirada al chico con cara de pocos amigos.

El menor tomó a la pequeña en brazos con total serenidad, evitando hacer contacto visual con aquel perro que le observaba confundido sentado en el piso.

— Me temo que hoy dormirás en el piso, Matt.

La noche calló en las profundidades, abriéndole paso a la madrugada. Mihael había logrado dormir a su prima en menos de lo que canta un gallo, y la acostó como era de costumbre en la cama de Mail. Mientras disfrutaba de una cama para él solo, el aludido estaba condenado a dormir en el suelo, con el ceño fruncido y aún sin poder evitar pensar en el asunto. Detestaba ser castigado, como un niño pequeño.

Sin embargo para él fue una gran distracción el jugar con su consola, aún mientras los otros dos dormían plácidamente, él hacía el mayor silencio posible, y en el silencio de la alcoba solo se podía oír los pequeños botones de su PSPx50 al ser presionados, cosa que no causaba el mayor sonido.

Eran las tres de la mañana exactamente cuando el pelirrojo decidió apagar la consola y dedicar el tiempo que le quedaba a conciliar el sueño, cosa que no se le hizo posible y solo consiguió apendejar el record de un trompo al dar tantas vueltas. Era sorprendente como podía moverse y rodar tanto por el suelo en busca de una cómoda posición.

No sabía que era más doloroso; el hecho de dormir en un sitio tan rígido e incómodo, o no poder estar junto a la calidez del cuerpo de su mejor amigo. Largó un suspiro apenas audible para el mismo y se incorporó sentándose desde su misma posición. Sus ojos examinaron primero el pequeño cuerpecito que yacía en su cama, y luego el del mas grande, que se enroscaba en la otra con las sábanas a penas cubriendo la parte inferior de su cuerpo, y con un brazo hacia el intento de abrazar su almohada.

El rostro del rubio se direccionaba hacia la ventana con las cortinas corridas, cosa que permitía a la tenue luz de las afueras marcar sus finas facciones. Su típica expresión de enfado y fatiga era remplazada con una paz relajante y angelical, que hizo al gamer esbozar una leve sonrisa. Pues era difícil creer que una persona tan hermosa estuviese siempre maldiciendo cualquier cosa que se moviera y tuviese alta autoestima. Rió para sí mismo y se acercó a la ventana, echando un vistazo a su rostro iluminado por última vez antes de cerrar las cortinas.

Permaneció ahí de pie donde apenas se veía en la penumbra la sombra del cuerpo foráneo. Debía admitir que ser partícipe de sus caprichos y sus inconstantes rabietas, lo hacían la persona más feliz hasta ahora. Y aunque quisiera ser él el único dueño de sus sonrisas, realmente Mello, con todo y sus arranques bipolares, le fascinaba simple y nada más sin lógica alguna. Todo de él era perfecto a los ojos del pelirrojo.

Matt ahora siendo guiado por sus instintos, se coló lentamente en la cama. Mello se removió un poco hasta darle la espalda, pero por suerte no despertó. El mayor aprovechó la ocasión para rodear con ambos brazos el cuerpo del más menudo, atrayéndolo a su anatomía de forma que la espalda del rubio le brindase calor a su abdomen al estar tan juntos. No era un calor sofocante, sino una tibia sensación que abatía el frío ambiente y permitía comodidad. Mello inconscientemente se acurrucó hacia aquella masa corporal, haciéndose un ovillo y encogiéndose de hombros.

El gamer se sorprendió ante aquello. Perecía un acto reflejo del más chico, cosa que le hizo sonreír enternecido. Sin poder evitarlo sus frías manos se colaron bajo la camiseta del blondo y comenzaron a repartir suaves caricias por su abdomen, a la par que se acercaba cautelosamente a su nuca para depositar en ella un beso. Pero en seguida, un espasmo pese a la intromisión de su espacio personal invadido, activó cada fibra del cuerpo del oji celeste, por lo que abrió los ojos con inmediatez. No se movió. Su cabeza se puso a maquinar. Al principio tardó unos instantes en caer en cuenta de quien se trataba. En otra instancia le hubiese metido un golpe con el codo, atravesado su estómago, y servir sus tripas de estofado para venderlas clandestinamente con aderezo casero. Pero su debilidad era el contacto físico. Aquello lo paralizaba por completo. Sentirlo tan cerca.

Cuando calló en cuenta de que se trataba de Matt soltó un suspiro y con cautela comenzó a darse la vuelta entre los brazos del mayor. Algo apenado observó su rostro. Era una sombra oscura, no podía detallarlo, pero sabía que era él por su olor. Sonrió en la penumbra y deslizó ambas manos hasta su cara para tomar su rostro, acariciando sus mejillas. Se mordió el labio inferior y se acercó un poco más a su rostro, cerrando los ojos mientras disfrutaba el cómo sus respiraciones se combinaban.

Matt solo se quedó quieto, observando sorprendido, aunque Mihael no pudiese darse cuenta de ello, cada una de las acciones ejecutadas por el blondo.

— Estúpido perro —Musitó para sí mismo—. Si tan solo no estuvieses sonámbulo… no sabes lo feliz que me harías.

— ¿Sonámbulo?

Retumbaron las palabras de Mail en los oídos de Mello. Por un momento, le pareció un sonido tan severo y grave, que le erizó la piel. Detuvo sus caricias y tragó en seco; que casi pudo oírse en el silencio de la alcoba. El peli rrojo sonrió ladino.

Luego de un pequeño silencio, Mello retomó la palabra.

— …¿Matt?

Pero sus palabras fueron calladas por unos labios que torpemente se unieron a los suyos. Al principio con inexperiencia o era que en realidad la oscuridad no le permitía ver bien, pero luego se volvió algo más añorado, anhelado y necesitado.

Mail acorralaba la cintura del chico sin dejarle escapatoria alguna. Estaba siendo celoso y egoísta, pero ya que nunca había cumplido sus caprichos, esperaba poder permitirse ese pequeño deseo. Por el momento, el otro joven se dejó llevar, cerrando los ojos, con las manos puestas sobre los hombros del mayor, pero en vez de intentar apartarlo, apretujaba fuertemente su camisa para no dejarlo ir, pues era algo que había estado deseando.

Succionó los labios de su mejor amigo, intercalándolo a la perfección cual puzle con la satisfacción de haber encajado la primera pieza. Entonces cuando el oxígeno les fue celoso para sus pulmones, el gamer comenzó a separarse lentamente, ambos acabando por exhalar. Sus respiraciones eran desiguales y sus corazones se escuchaban hasta la otra cuadra.

— Deja de jugar conmigo. —se oyó la voz de Mello, con su fuerte carácter pero a penas con un hilo de voz. Aún se sentía inseguro. Había sido traicionado tantas veces que le costaba creer que Matt realmente sentía algo y no era un simple compromiso, o por lástima.

— Sabes que solo juego con mis consolas. —repicó sonriendo divertido.

Con ambas manos tomó al gamer del cuello de su camisa, apretándola entre los puños mientras fruncía el ceño. Su expresión denotaba esa furia característica de su comportamiento, pero sus mejillas adoptaban un leve tono carmesí, y reflejaba más angustia que cólera. Faz que de seguro hubiese enternecido al pelirrojo de no ser porque no podía ver su cara.

— Me gustas… —confesó Mail pero inmediatamente fue detenido por las duras palabras de Mello.

— Olvídalo —farfulló con fuerza en su voz mas no en un tono alto—. Si te sientes obligado a estar conmigo, será mejor que lo olvides. Tú a mi no me gustas, así que estamos bien, y podemos seguir siendo amigos sin rencores.

Dijo una pequeña mentirilla blanca. Pero tomando ventaja del hecho de que no le había confesado a Matt aún sus sentimientos y así, si realmente el aludido no sentía nada, podían hacer de cuenta de que nada había ocurrido.

Sus manos comenzaron a soltar el agarre en la cintura de Mello, cosa que le decepcionó, pues la cercanía le era grata y más el pensar que ambos sentimientos eran mutuos.

— ¿Entonces qué tengo que hacer para enamorarte?

Ante las seguras palabras del oji verde, el foráneo dio un respingo. Era algo que no se lo esperaba. Se sintió avergonzado y bajó la mirada.

— Ve-Vete al infierno. —comenzó a actuar a la defensiva. Ya no sabía que decir. Su corazón latiendo a alta velocidad no le permitía pensar con claridad.

— Enséñame el camino.

— ¡Encuéntralo tú solo!

— Si esas son tus condiciones, entonces eso haré —Su voz sonaba tan seria, que incluso contrarrestaba todo tipo de actitud atacante en el otro—. Pero te prometo, que cuando regrese, no voy a dejarte solo ni por un instante.

"¡No voy a dejarte solo! ¡Lo prometo! …¡Mello!"

El menor permaneció en completo silencio. ¿Y ahora qué? ¿Se supone que debía creerle? Si algo era cierto, es que estaba totalmente enamorado de ese pelirrojo. Quien no arriesga no gana, y se trataba de Matt. ¿Cómo podía si quiera desconfiar de alguien que consideraba su mejor amigo en el mundo?

Ante el espeso silencio que albergó entre ellos, el pelirrojo comenzó a incorporarse de la cama.

— Lo siento. Duerme bien.

Fue lo último que dijo con seriedad, ya abatido, colocándose de pie para regresar a su pedazo de suelo acomodado, cuando su muñeca fue sostenida fugazmente haciéndolo voltear de inmediato. Una silueta yacía ahora sentada en la cama.

— ¿Qué ocurrirá con la promesa?

— Pues es una promesa. Seguiré estando a tu lado.

— Me refiero a… la promesa de… ser una pareja.

— ¿Hm?

Mihael lo soltó lentamente y Matt tomó asiento en la orilla de la cama, mirando la sombra frente a sus ojos, donde apenas resaltaban sus pómulos, nariz, cabello y… labios.

— Cuando éramos pequeños… me prometiste que te casarías conmigo.

— ¿¡Yo hice semejante promesa!? —Exclamó en susurros.

— ¿Eh? ¿No lo recuerdas?

El mayor se llevó una mano a la cabeza, enredando sus falanges en las finas hebras de su cabellera roja. Después de todo era un despiste con patas.

— Ni si quiera reconocí tu rostro al verte, ¿crees que me acordaré de mis palabras cuando era niño?

Aquello dejó al rubio sorprendido. Era cierto. Matt ni si quiera debía recordar su fecha de cumpleaños, ¿Cómo esperaba que aún conservase la esperanza de casarse con él? Era una tontería. Sonrió aliviado, y en breve el alto retomó sus palabras.

— Lo único que recuerdo, es que mi primer amor fue ese niño cascarrabias y malhumorado, imperdible con esos hermosos cabellos dorados y esa mirada celeste que podía atravesar el alma de una persona en segundos. —Rió suavemente para si mismo—. Y cuando te conocí, me sentí mal por traicionar a ese niño, pues mi amor ahora te correspondía. No quería aceptar mis sentimientos. Sin embargo al ver esa foto, entonces lo supe. Que me había vuelto a enamorar de la misma persona, por segunda vez.

Los ojos de Mihael comenzaron a cristalizarse, pero era un hombre fuerte, él no lloraba por tontas palabras cursis. Su faz rígida había desaparecido. Había quedado en la lejanía y ahora era dueño de una dulce sonrisa de satisfacción. Se mordió el labio inferior demasiado feliz al respecto, pero no podía doblegar tan fácilmente.

— ¿Y cómo se que no me mientes?

— El gamer notó las traviesas palabras del oji celeste, así que decidió seguirle la corriente.

— Permíteme demostrártelo.

Musitó acabando con la distancia entre sus rostros para fundir sus fauces en un lento y carnal beso. El peso del cuerpo de Matt logró que la anatomía ajena se recostase lentamente en la cama, pegando su espalda a las mantas mientras el cuerpo del pelirrojo se acomodaba sobre el suyo, con la rodilla derecha ubicada entre las piernas ajenas.

Las manos del oji verde se apoyaban igualmente sobre la cama a cada costado del rostro del menor, mientras sus labios eran casi, prácticamente devorados por ese chico de tan fuerte carácter. Mello sostenía el rostro de Mail por las mejillas y ladeaba su cabeza hacia el lado contrario en lo que intentaba profundizar el roce entre sus belfos. Sus brazos lentamente se estiraron deslizándose por sus hombros para rodear el cuello ajeno, hasta que dio un pequeño respingo sintiendo las frías mano de Matt acariciar su abdomen. Estas subieron hasta su pecho a penas rozando sus pezones, zona bastante sensible en el rubio.

Mihael soltó un leve quejido ahogado en el beso, empuñando sus manos en lo que cerraba fuertemente sus ojos y se ruborizaba sin control alguno. Su cuerpo se tensó y Mail bajó lentamente sus besos hasta su cuello. Todo aquello más que lujuria, era de adoración. Adoraba su cuerpo, su forma de ser, cada minúsculo aspecto, cada fibra. Y después de tanto tiempo lejos de su primer amor, tenía el derecho de reclamarlo como suyo por el resto de sus vidas.

La rodilla del gamer subió lentamente topándose con la entrepierna del rubio y comenzando a moverla de una manera realmente excitante por parte de Mello, que comenzaba a sentir lo placentero de la ocasión. Enarcó la espalda a penas un poco y gimoteó algo desesperado.

— M-Matt ¿estás loco? —Intentó gruñir pero aquello resultó ser más un gemido autoritario, cosa que solo aumentaba los instintos primitivos del más grande—. Sumina está durmiendo. ¿Puedes… Nhg… detenerte? Es suficiente. Vas a despertarla.

Se mordió el labio inferior cuando ahora, en vez de la rodilla, la mano diestra de Matt comenzaba a acariciar su miembro por sobre la ropa.

— Maldito Perro... ¡Ahh! Harás que se despierte.

Se aferró fuertemente a su cuello elevando un poco las caderas buscando más contacto con su mano. Por mucho que su conciencia pidiese que se detuvieran, el placer que sentía Mello en esos momentos era como ningún otro.

— Tal vez si guardas silencio…


Al fin. ¡El climax!
Ok no (?)

Lo bueno del asunto, es que ya organicé mis ideas y si todo va bien según mi agenda (?) y notas, hmmm... ya tengo estipulados los capítulos hasta el 26.

Lo que quiere decir que ya sé que va a tratar cada uno; lo que quiere decir que es para rato; lo que quiere decir que aún le faltan varios capítulos; lo que quiere decir que me he inspirado; lo que quiere decir que tal vez haya una segunda temporada de este elmejorficqueheescritoentodamivida; lo que quiere decir que si me animan y mi musa coopera, no demoraré demasiado en redactar el próximo capítulo.

Quería disculparme por haber dicho que este capítulo se llamaría "Alta temperatura" pues debido a mi falta de memoria, olvidé lo que había planeado y tuve que cambiarlo. Sin embargo espero que este capítulo haya cubierto sus expectativas.

Gracias por el apoyo, l s amo