Aclaración: Los personajes de Naruto pertenecen a Masashi Kishimoto.
Importante: Este Fic contiene o contendrá escenas que no son aptas para todo público.
SE RECOMIENDA SER MAYOR DE EDAD PARA LEER ESTE FIC.
Dai Emi Fiction SasuSaku Presenta:
"Enseñando a amar a una fiera"
1
El compromiso.
La mañana irrumpía lentamente en el firmamento, la luz se alzaba de nuevo contra la penumbra de la noche que desaparecía nuevamente tras la salida del sol.
Ambos rivales se miraban a los ojos, respirando irregularmente, su cuerpo vibraba de adrenalina contenida, el ambiente era tenso entre ellos. Con sus ojos de oscura noche observaba cada pequeño movimiento, cada pequeño cambio en el rostro del hombre frente a él, que lo miraba con la misma intensidad y unos ojos tan negros como los suyos, se mantenía con las facciones pétreas, esperando algún indicio de que el contrincante iniciase la contienda, sus posiciones eran semi-agachadas, firmes, como tan diestros combatientes que eran, mantenían el filo de sus espadas apuntando a su rival, preparadas para contrarrestar cualquier impacto. El viento del alba agitó sus cabellos azabache, el par de ojos de ambos ni siquiera parpadearon cuando los mechones de cabello se interpusieron ante ellos; a lo lejos se escuchó el grito de un águila, tensó los músculos. La espada danzó en el aire, dirigiéndose a una velocidad vertiginosa hacia el cuello del adversario, se produjo un rechinante sonido metálico cuando ambos aceros impactaron, sacando chispas, él contraatacó, dando poderosos mandobles laterales al muchacho de cabello negro-azulado, quien respondió a todos los ataques al instante, esquivándolos y desviándolos con su arma. Sus pies se movían raudos sobre la tierra, sacando polvo, el sonido de las espadas al impactar cada vez era más impetuoso, las chispas eran mayores, la adrenalina los recorría, sus movimientos eran poderosos y letales, se atacaban como un par de furiosos tigres. Los cabellos largos y negros como la pez se sacudían a cada estocada, esbozó una media sonrisa, esta vez, su oponente le estaba presentando una buena pelea, pero no le sería fácil vencerle. Cambió la dirección del mandoble en menos de una fracción de segundo, desorientando al rival de pelo negro-azulado, provocando que se agachara en un acto reflejo por esquivar el mortal golpe. Unos cuantos cabellos salieron volando cuando el filo de la espada del hombre pasó rosando su cabeza, chasqueó la lengua, desvió la espada y abrió la defensa del contrincante, sonrió, lo tenía.
—¡Ahora! —gritó tensando el músculo de su brazo, arrojando con toda su fuerza la estocada, preparada para rebanar el cuello del otro. Masculló una maldición, había errado el golpe, no, él lo alcanzó a esquivar, se sobresaltó al ver aquellos ojos, brillando en un intenso rojo, aparecieron los símbolos giratorios. Había activado el Sharingan. Con una fuerza prodigiosa, lo hizo retroceder con una sola estocada, la cual dio contra el filo de la espada del azabache; trastabilló un par de veces, lo que aprovechó su rival para seguir atacando, esta vez con mucha más potencia y agilidad, complicándole al chico cada vez más el esquivar o desviar los ataques.
—Tsk… no vas a ganarme hoy! —exclamó, liberando toda su fuerza, sus ojos negros se tiñeron de carmín, los mismos símbolos se presentaron en su mirada. Frente a él, aquel hombre esbozó una sonrisa retadora, adoptando una posición de ataque, invitándole a seguir con la lucha, a lo que el azabache respondió con gran furor. La pelea se hizo completamente increíble, ambos eran letales, precisos y certeros; el sol se alzaba mientras ambos combatían, sin saber a ciencia cierta cual de los dos sería el vencedor. El acero comenzaba a agrietarse a cada poderoso impacto, quedaron espada contra espada, mirándose con un brillo bestial a los ojos, midiendo fuerzas. El sudor ya comenzaba a correr por sus cuerpos, ninguno cedía, los músculos y las venas de sus brazos se marcaban por el enorme esfuerzo de mantenerse ante el otro, temblaban. Los metales cascabeleaban y rechinaban, apretó los dientes.
—¡Aaaaah! —reuniendo todas sus fuerzas, repelió al de cabello largo, sin perder un segundo, giró el arma en su mano con asombrosa agilidad, con la punta al frente, embistió. El polvo se levantó del suelo, las aves salieron volando de los árboles, los muros de piedra temblaron. Una gota de sangre se deslizó en la mejilla derecha del azabache, a su vez, la mejilla izquierda de su contrincante igualmente sangró.
—Se acabó… esta vez es un empate… —jadeó el chico de cabellos negro-azulados, con la respiración agitada, sonriendo de medio lado, mirando directamente a los ojos del oponente, satisfecho.
—Hmp… pues déjame decirte que… te equivocas. —respondió el de cabello largo igualmente jadeante, haciendo que el otro frunciera el seño, desentendido. Inesperadamente, movió sus pies, metiendo uno entre los del chico y golpeando su tobillo, provocándole caer de espaldas.
—¡Gah! —se quejó, se quedó frío cuando un silbido metálico se escuchó muy cerca de su oído, tragó saliva, la punta de la espada de su rival estaba debajo de su barbilla.
—Has vuelto a perder… Sasuke. —declaró el mayor con una sonrisa de satisfacción en su rostro.
—Tsk… siempre tan embustero Itachi. —le respondió mirándole descontento. El hermano mayor del azabache rió entre dientes, retirando la espada y ofreciéndole la mano.
—¿Qué no has oído que en la guerra todo se vale? —le dijo con una sonrisa ligera, sus ojos volvían a ser oscuros poco a poco; respiró hondo negando con la cabeza, cerró los ojos y al abrirlos, el Sharingan también había desaparecido. Tomó la mano que le era ofrecida, Itachi lo ayudó a levantarse con un solo tirón, ambos se miraron con una media sonrisa—. Has mejorado mucho hermanito, por poco y de verdad logras ganar esta vez, pero no creas que te lo dejaré tan sencillo.
—Hmp, no seas engreído, ya te he vencido algunas veces.
—Sí, pero sólo por que me daba lástima verte siempre en el suelo con la punta de mi espada en tu cuello. —le dijo dándole unas cuantas palmadas en la espalda, el azabache le dio un ligero codazo en el pecho.
—Exijo la revancha, ¿una más antes del desayuno? —incitó alzando su espada, el mayor sonrió de medio lado y negó con la cabeza, enfundando su arma.
—Esta vez quedará pendiente Sasuke, nuestro Padre quiere verme hoy temprano, no sé exactamente de qué se trate, pero supongo que es algo importante, suponiendo que para eso nos limite con nuestras prácticas matutinas… —el menor alzó una ceja.
—¿Tan importante es? Padre no tiene ningún problema si incluso entrenamos todo el día, casi siempre es Madre quien nos lo reprocha.
—Precisamente. Anda, hay que asearnos, o definitivamente Madre no estará contenta si nos presentamos llenos de sudor frente a los nobles… otra vez. —dijo Itachi comenzando a andar hacia el interior del majestuoso recinto.
—Hmp. —sonrió Sasuke envainando su espada y siguiendo a su hermano.
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El Rey Fugaku bebió nuevamente el exquisito licor en su copa mientras miraba el sol en su punto más alto a través de los enormes ventanales del castillo, que dejaba también a la vista el basto Reino Goukakyuu, el cual siempre había sido regido por el Clan Uchiha, y lo mantenía en un estado de prosperidad. El horizonte lejano sobre el paraje ofrecía un magnífico panorama, inspiró profundamente el aire puro.
—¿Hay algo que le incomode a mi Señor? —interrogó una bella voz melodiosa a sus espaldas. Se volvió, descubriendo a su esposa, la Reina Mikoto, radiante y hermosa, sonriéndole cariñosamente. Una leve sonrisa apareció en su rostro, aquella mujer era todo para él, aunque su carácter demostraba que él era reacio y serio, le demostraba siempre a su Reina cuanto la amaba cuando nadie estaba cerca. Ella era su luz, tan hermosa, con cabellos negros largos hasta la espalda baja, con brillos azulados ante la luz del sol, esos ojos de cielo nocturno grandes y de oscuras y largas pestañas; se acercó a él, luciendo un precioso vestido en color rojo y su corona con un brillante rubí en medio. El Rey Fugaku la tomó del brazo, acercándola a él, suspiró y dio un fugaz beso en la frente de su esposa.
—Estoy inquieto… no estoy muy seguro de que un compromiso así resuelva las diferencias que antes existieron entre el Reino Goukakyuu y el Reino Warukyūre, ¿será lo mejor? —habló el imponente hombre mirando de nueva cuenta al alba, sosteniendo a su mujer de la cintura, se sentía resguardado así, y siempre podía contar con ella para hablar de sus desasosiegos sin sentirse débil o subvalorado de ninguna manera. La Reina sonrió y apoyó su cabeza en el hombro de su esposo.
—Eso sólo lo sabremos una vez se haga lo que se tenga que hacer ¿no lo cree mi Señor?
—Hnn, es probable, sin embargo, en el Reino Warukyūre existen normas muy especiales y estrictas para sus habitantes… no sé si algo así llegue a… incomodarles.
—Bueno, sin duda será algo nuevo para… —la plática fue interrumpida cuando llamaron a la puerta. La Reina se separó un poco de su marido, dejando una de sus manos sobre el antebrazo de este, se volvieron.
—Adelante. —concedió el Rey con voz autoritaria. Las majestuosas puertas del recinto se abrieron de par en par, dos hombres muy apuestos entraron al Salón, con pasos orgullosos y elegantes, se situaron frente a los Reyes e hicieron una leve reverencia con la cabeza a manera de saludo.
—Madre, Padre. —dijeron al unísono. Alzaron la vista.
El Rey Fugaku no podría sentirse más orgulloso de sus dos hijos, Itachi, su heredero, gozaba de unos saludables 25 años, era alto, probablemente midiera 1.90, de hombros anchos y físico no demasiado musculoso pero bien firme y delineado. Su cabello largo y sujeto en una coleta baja era negro cenizo, como el suyo, sus ojos eran como los de su madre, sus facciones eran finas y masculinas y su hijo menor, Sasuke de 17, aunque fuera ocho años menor que su hermano, su estatura era casi la misma al igual que su complexión, sin embargo, el azabache era un poco más esbelto pero bien proporcionado, si acaso Itachi le rebasaba por un palmo; su cabello era como el de su madre, negro-azulado, sin embargo, era corto, caprichoso y alborotado en la parte de atrás y como su progenitora, ambos tenían un par de mechones a ambos lados del rostro y también habían heredado el atractivo de todos los Uchihas. Aunque no era de eso de lo que se enorgullecía, sino de sus crecientes habilidades. Sus dos hijos eran conocidos como los mejores guerreros del Reino, no había nadie que pudiese vencerles, a excepción de ellos mismos. Su control del Sharingan, habilidad de línea sucesoria del Clan Uchiha, había superado a todos sus antecesores… o a casi todos.
El monarca hizo un gesto y caminó hacia el trono, sentándose en él. Miró a sus hijos alternadamente, y después, fijó la vista en el mayor de ellos.
—Itachi, acércate. —indicó. El mencionado dio dos pasos al frente, quedando a unos respetuosos dos metros del Rey. Sasuke se quedó detrás, su madre se le acercó y puso las manos sobre los hombros de su joven hijo, mirándole con ternura.
—Dígame, Padre ¿En qué puedo servirle a mi Rey? —interrogó el príncipe sumiso y respetuoso.
—Escucha, hijo mío, bien sabido tienes que como mi heredero, tomarás en tus manos el reinado de Goukakyuu, como mi sucesor. Serás quien tome importantes decisiones que repercutirán directamente en el futuro del país, fijarás alianzas que nos fortalezcan… Antes de pasar la corona a ti, yo he de concretar una que hace tiempo prometí. Nuestro Reino y el Reino Warukyūre se unirán para fortalecerse y enmendar viejos tropiezos y acontecimientos que no debieron ocurrir… y ya se acerca la fecha en la que ese vínculo se realice.
El Príncipe Heredero escuchaba con semblante inexpugnable el discurso de su padre, sin embargo, tenía dentro de él la inquietud de saber de qué manera se concretaría la alianza de la que el Rey tanto hablaba. No pasó mucho tiempo antes de que lo supiera.
—En menos de tres meses, la Heredera de Warukyūre cumplirá la mayoría de edad según su cultura, y en ese momento, tú, hijo mío, como mi heredero, te unirás en matrimonio con ella, así se fijará la alianza entre ambos reinos.
El mayor de los hijos Uchiha se estremeció levemente, permaneció sereno.
Sasuke alzó una ceja.
"¿Matrimonio?"
—Comprendo Padre. —respondió simplemente Itachi haciendo una media reverencia.
—Espera Príncipe, no es tan sencillo como se escucha, debo informarte a qué debes atenerte… o mejor dicho, informarte acerca de la cultura del Reino Warukyūre, ya que no es un lugar muy "convencional" como debes estar pensando.
La mueca de extrañeza se acrecentó en el rostro del azabache, observó a su padre y a su hermano alternadamente.
"¿Cómo que no es convencional?"
—Verás, el lugar de donde proviene tu prometida, y ella misma en sí, viene de la poderosa Supremacía Guerrera de Mujeres. Lo que quiero decir, es que en ese País no hay hombres, en otras palabras, son guerreras Amazonas… No acostumbran hacer este tipo de compromisos, pero la Reina ha aceptado hacerlo para unificar ambos Reinos ya que en estos momentos, ellas carecen de muchos recursos, y nosotros debemos enmendar errores. ¿Comprendes lo que te estoy diciendo joven Príncipe? de esta alianza pende el futuro de ambos lugares, ya que no conocemos a la perfección la cultura de ese sitio, no sabemos lo que podría ofenderlas, pero si eso ocurre, bueno, habrá una guerra.
El Heredero Uchiha pestañeó un par de veces, sus facciones eran inalterables, pero en su cabeza los pensamientos bullían como un furioso enjambre de abejas.
—Pero Padre, siendo ellas mujeres… no creo que les convenga iniciar una Guerra ¿o si? —intervino Sasuke con el ceño fruncido y los brazos cruzados. Fugaku le dedicó una mirada reprobatoria.
—No seas insolente, ellas como parte de la estirpe de la Supremacía Guerrera no son adversarios comunes, pensar que por su género son inofensivas en batalla es un suicidio… he sabido de la derrota de un grupo de por lo menos la mitad de un centenar de guerreros a manos de una docena de ellas. No hay garantía de salir con vida de un encuentro con ellas y no planeo averiguarlo hijo, así que mantén esos pensamientos dentro de tu cabeza, en especial cuando la prometida de Itachi esté aquí. —aseveró el Rey con dureza. El azabache apretó los labios. Su madre hizo una leve presión en sus hombros para calmarlo.
—Volviendo al asunto principal, como ya dije, en menos de tres meses deberás casarte Itachi, ya ha sido enviado el mensaje con la notificación de esto a la Reina y está de acuerdo con que su hija sea traída aquí acompañada por una escolta y un cortejo… aunque ha pedido condiciones especiales para ello.
—¿Condiciones? —interrogó esta vez Itachi extrañado.
—Así es… como ya dije, en ese Reino no hay hombres, por lo que la Reina, como medida precautoria, solicitó que la escolta de su hija fuera con personas de extrema confianza tanto de este Reino como del suyo, y cada lugar mandará sólo dos emisarios para ello… Itachi, tú eres el de más confianza y el más indicado para eso, sin embargo, debes usar estos tres meses para prepararte para asumir el poder; por lo que, después de meditarlo a fondo, he decidido que Sasuke será enviado como emisario en tu lugar junto con alguien a quien yo tenga confianza…
El menor de los hermanos se sobresaltó.
"¿Qué yo qué?"
—Está decidido. Sasuke, partirás en una semana junto con alguien más que yo asignaré como tu subordinado… el viaje es muy largo, tomará por lo menos mes y medio de ida y mes y medio de vuelta, así que prepárate, igual tú Itachi, empezarás con tu alistamiento mañana.
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Horas más tarde, un chico de piel nívea y cabellos negro-azulados miraba el cielo teñirse de naranja recostado sobre el tejado de la torre más alta del castillo. Sentía el estómago revuelto, y no era precisamente por la altura. Chasqueó la lengua, estrechando los párpados y poniendo las manos detrás de su cabeza.
"Es estúpido… Si Itachi se casa…yo…"
Se sentía decaído. Nunca había pensado en la posibilidad de que algo como eso pasara… o bueno, por lo menos, no tan pronto. Asumía que su hermano heredaría todas las responsabilidades de su padre, eso lo sabía desde pequeño, cuando su madre se lo había explicado. Nunca le gustó que su hermano fuese tratado de manera "diferente" a él, siempre le inculcaron otro tipo de cosas, su educación era simplemente para convertirse en Rey, en cuanto a la suya… no podía decir tampoco que lo habían mandado al carajo ni mucho menos pero… Itachi siempre ha sido su mano derecha y pensar que en tres meses estaría completamente atado era… devastador.
"¿Y yo qué rayos voy a hacer entonces Itachi?"
Se incorporó, quedando sentado, dobló una pierna y apoyó en la rodilla su brazo, mirando directamente como el sol se escondía tras los montes, el viento revolvió sus cabellos, suspiró.
—Oye tú, ¿qué haces sentado allí holgazaneando? Deberías estar practicando para vencerme ¿o es que ya te resignaste a tener siempre el filo de mi espada en tu cuello? —miró hacia un lado, su hermano mayor caminó hacia él y se sentó a un lado, con una sonrisa ladina en su rostro.
—Cállate idiota… —le espetó mirando a otro lado.
—Oh… si hermanito bobo está enojado, quiere decir que a hermanito bobo le preocupa algo ¿no?
—Hmp.
—Vamos Sasuke, no es para tanto, el que te haya ganado otra vez no es para que te pongas todo enfurruñado hasta el día siguiente…
—¡No es por eso baka!
—¿A no? ¿Entonces? —preguntó tranquilamente con una sonrisa leve. El azabache resopló.
—No es nada de tu incumbencia… —dijo bajando la mirada.
Itachi le miró con expresión dolida, sabía perfectamente qué era lo que tanto le molestaba a su hermano, le conocía muy bien y estaba al tanto de sus sentimientos; en cierta manera, él se sentía igual. Ya desde que tuvo uso de razón sabía qué destino le esperaba por ser el primogénito, siempre supo que su futuro estaba marcado y no tendría libertad, no le importaba… pero le dolía que sus responsabilidades apartaran a su hermano. Y a su hermano le dolía igual. Cerró los ojos y suspiró.
—Oi, Sasuke… —llamó, el azabache le miró por el rabillo del ojo— Aun tienes una semana para intentar ganarme… si desperdicias tu tiempo lamentándote por tonterías voy a seguir pateando tu trasero todos los días.
—¿Nani?
—Ya me oíste perdedor, más te vale entrenar, por que no pienso aceptar a un incompetente como Comandante de la guardia real.
—Itachi… —dijo el azabache con tono de advertencia.
—Imagínate, si uno de los hijos del Clan Uchiha es débil sería la deshonra de toda la familia…
—¡Oi!
—Ni siquiera podría hacerle frente al futuro rey sin recibir una paliza…
—¡Cabronazo…!
—Sería humillado frente a todos y…
—¡Ya cierra la boca! —exclamó Sasuke levantándose de golpe y preparando un puñetazo dirigido al rostro de su hermano, el cual interceptó el ataque deteniendo el puño con su mano y utilizando el impulso para derribar al azabache, dejándolo de cara al techo.
—Te lo dije… —inquirió el de cabello largo de manera burlona.
—¡Serás…! —ambos comenzaron una disputa en pleno techo, peleando al "estilo libre" usando sus manos y pies. Pronto la emoción de la batalla les llenó el espíritu, ambos sonrieron.
"Así me gusta, tonto hermano" pensó Itachi mientras luchaba con todas sus fuerzas.
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—Tsunade-sama ¿Nos ha llamado? —la imponente rubia abrió los ojos al oír la voz femenina a sus espaldas, se volvió.
—Así es. Necesito dejarles un encargo… dentro de una semana se enviará la escolta de Goukakyuu hacia acá para recoger a mi hija… saben que ella es completamente ajena a lo del compromiso y mucho menos sabe lo que eso implica… necesito que la encuentren, debo explicarle todo antes de que vengan a recogerla.
—Hai, su majestad. —respondió la chica arrodillada y con un puño en el suelo, inclinando la cabeza.
—Tráiganla de inmediato… en estos momentos debe encontrarse en las profundidades del Bosque Jasuminhebi en su Ritual del Florecer. Tengan cuidado, saben nuestras leyes y si no se explican con ella, las matará por interrumpirla… Tal vez no hice bien ocultándole todo esto, pero ahora ya es demasiado tarde para arrepentimientos. Debo decirle de qué se trata todo esto o si no esta alianza quedará arruinada antes de que se declare. ¡Vayan!
—¡Hai! —diciendo esto, ambas chicas desaparecieron con rapidez.
La imponente y hermosa rubia volvió a mirar al horizonte, suspiró.
—Hija mía, ¿podrás contra lo que te depara la vida? —alzó la mirada al cielo— Es necesario enmendar todos los errores.
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Fin del capítulo.
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Dai Emi.