Disclaimer: Los personajes de candy candy no me pertenecen, pertenecen a la novelista Kyoko Mizuki y/o Toe Animación...Esta historia y sus personajes son diferentes de la versión original del anime o la versión de la manga. Algunas de sus personalidades y características fueron tomadas pero con la variación de mi imaginación...

Una Novia

by: Keila Nott

Epílogo

Seis años más tarde...

-Papá, Papá! — una pequeña de ojos azules lloró cuando corría por los pasillos de la Mansión en Chicago. Sus cabellos dorados destacaban por los acentos de la luz que se colaba por los grandes ventanales del estudio de Albert. El vestido de muñeca que llevaba y su lazo se agitaron detrás de ella mientras corría.

Albert miro con dulzura a su pequeña hija, sus pecas eran unos de los tantos rasgos que heredo de su madre. George quien había estado terminando de discutir asuntos de la empresa con él, se inclino y se escabullo, dejándolo solo con su pequeña hija.

Tan pronto como llegó a su lado, ella levantó sus brazos pidiendo con sus ojos que la levantara. - Arriba, arriba!

Albert soltó una carcajada y la levantó en sus brazos sobre su cabeza y en el aire.

-Hola, mi hermosa princesa.

- Papá... Mami te está buscando!... Ella dice que es ur ... ur ... urment ?

-Urgente? — termino Albert la sentencia y la pequeña asentó vehemente.

- Rose. Aparte de eso, donde está tu madre? — preguntó él sosteniendo a su hija ahora en sus brazos.

-En su dormitorio. Mami dice que ella tiene algo im... im... portante que decirte. — dijo Rose luchando con otra gran palabra.

-Importante? mmmm...Ok, vamos a ir a ver a tu madre. —dijo Albert llevando a su hija a su dormitorio.

Cuando llegaron, la puerta de la habitación estaba entre abierta. Él puso a su pequeña en el suelo, empujó la puerta un poco más y dio paso a Rose, quien de inmediato corrió directamente a los brazos de su madre.

-Mami, mami!... Encontré a Papá! — Rose saludó a su madre con entusiasmo. Candy, quien estaba sentada junto a la ventana, puso a su hija en su regazo.

-Gracias, mi angelito... — Rose sonrió rodeando con sus pequeños brazos el cuello de su madre. La pequeña había hecho mil preguntas desde que ella le diera la noticia, era tan pequeña e inteligente como su padre.

Albert se acercó a su esposa e hija deteniéndose delante de ellos. - ¿Cuál es la prisa, pequeña? — preguntó sonriéndole.

- Espero no haber interrumpido nada importante? — cuestionó Candy ahora cepillando los cabellos de su hija.

- No, en lo absoluto. Pero ahora estoy curioso de saber qué es eso tan importante que tienes que decirme.

Ella sonrió. -Bueno, primero tienes que responder a mi pregunta.

Albert levanto una ceja aun más curioso. Pero indicándole que continuara.

- ¿Amas a Rose? — Ella pregunto mientras el rostro de su hija estaba fija en él.

-¿Eh? — Albert la miró estupefacto. - ¿Qué clase de pregunta es esa? — él no entendía, ella sabía que él adoraba a su pequeña hija desde lo más profundo de su corazón.

- Albert — Ella le lanzó una mirada de advertencia.

- Papá... ¿Me amas? — la pequeña lo miro con ojos tristes esperando por su respuesta.

- Por supuesto que sí. Tú y tu madre son lo más valioso y maravilloso que hay en mi vida. —Contestó Albert sin saber exactamente a qué se debía todo eso. Él se agacho para hacerle frente adecuadamente a su esposa e hija.

-¿La amarías menos si tuviéramos otro? — Candy preguntó con un brillo en sus ojos verdes.

Albert tardo un poco en reaccionar, él dejó escapar un suspiro de exasperación, aun no entendía. - Candy, pequeña, acaso lo dudas?

- No, simplemente tu hija está interesada en tu respuesta. — Albert miro a su pequeña princesa con ternura, sus ojos azules reflejándose con los suyos. Él curvo sus labios antes de preguntar: - Y, ¿lo dudas? — Ella agito su cabeza negando logrando que todos se reirán.

- Creo que ahora si está satisfecha. Ahora si puedes saber la noticia importante que te tengo que dar. — dijo ella casi críptica.

- Y eso sería? — Albert arqueó una ceja.

- Creo que debemos de visitar a la tía en Lakewood, una noticia como esta solo se puede dar en persona, después de todo, otra adición a nuestra familia la haría feliz — sugirió Candy, inclinando la cabeza hacia un lado .

Albert se quedó mirando fijamente a su esposa, con la boca abierta mientras sus hombros cayeron asimilando el intento en aquel mensaje. Le tomó unos momentos recuperarse.

-A- ¿Estás segura? — preguntó

Una gran sonrisa se dibujó en los labios de ella. - Más que segura. El médico me lo confirmó esta mañana.

Albert se inclino de inmediato. Sonriendo alegremente, le dio un apasionado beso en los labios antes de abrazarla tanto a ella como a Rose en sus brazos.

- Gracias pequeña. Eres la mujer más maravillosa de mi vida. — Murmuró en su cuello. - Te amo. — Candy pasó su mano libre por sus rubios cabellos respondiéndole: - Yo también te amo.

Había sido otro momento importante en sus vidas, aunque pronto los dos fueron interrumpidos... -Mami, tu lo... pro...pro...tiste... — Rose frunció el ceño, le costaba mucho decir grandes palabras.

- Por supuesto que lo prometí. Albert, cariño. Pronto Annie, Archie, Patty, Tom y los pequeños vendrán a cenar con nosotros, y tu hija me hizo prometer que los dejaría jugar primero en el jardín.

Albert sonrió, su pequeña era un torbellino de felicidad para él, ella iluminaba sus días desde que naciera.

- Me parece bien — consintió él. Sin embargo, Candy agrego. - Solo recuerda no arruinar tu vestido, sería una pena si lo hicieras ¿verdad? — Las mejillas de Rose se enrojecieron, el vestido que portaba era uno de los tantos que su abuela Elroy le había enviado.

Candy no pudo evitar reprimir una risita, su hija no era diferente de ella a su edad, pero no deseaba escuchar los reproches de la tía Elroy cuando la visitaran, aunque ella más que nadie tenía a su hija consentida y mimada. La prueba estaba en frente de ella, cada vez que la visitaban, Rose terminaba con un nuevo guardarropa.

El leve toque a la puerta interrumpió la reunión familiar. Sus invitados habían llegado.

-¿Listas? — pregunto Albert levantando nuevamente a su pequeña hija, y ofreciendo al mismo tiempo su mano a su esposa. Candy lo miro con adoración, ella era sin duda alguna Feliz.

Al bajar por las escaleras sus primeros invitados estaban congregados en la puerta. Patty y Tom estaban de visita en Chicago con su pequeño hijo. La abuela Martha no los había podido acompañar, pero ellos estaban felices, porque al contrario de lo que les dijo el doctor, ella seguía con ellos.

Patty y Tom sonrieron saludando. -Tanto tiempo sin verlos, me alegra que hayan podido venir — dijo Candy abrazando a Patty, luego a Tom, y de ultimo a su pequeño.

- Sí, ha sido un poco difícil, pero finalmente hemos podido —respondió Tom quitándose su sombrero. Albert también los saludo.

Patty ligeramente miro hacia abajo donde la pequeña Rose se aferraba de la ropa de su padre.

- Veo que poco a poco Rose ha crecido. Ella va a cumplir cinco este año, ¿verdad?

-Sí. — contesto Albert orgulloso. Mientras que el hijo de Tom los escuchaba hablar de esta persona llamada Rose, él miró a su alrededor buscando con sus ojos a la pequeña.

En eso, Annie y Archie llegaron, con su par de gemelas. Rose al verlas, inmediatamente corrió hasta donde estaban ellas. Después de saludarse. Los adultos finalmente prestaron atención a sus hijos. Candy realizo en esos momentos que el hijo de Patty actualmente no conocía a ninguna de las pequeñas. Él había sido solo un bebe la última vez que lo vieron.

Ella miro hacia donde se encontraba el pequeño, la mayor parte de su cuerpo parecía escondido, solo la parte superior de su cuerpo se asomaba. Sus ojos finalmente se encontraron con los suyos, y por un breve momento, él la miro con curiosidad. Candy le regalo una sonrisa. El pequeño parecía algo sorprendido al principio, pero finalmente se encontró devolviendo una pequeña sonrisa a ella.

Candy, hizo las introducciones, presentando primero a su hija, y luego a las gemelas. Al terminar, Rose se acercó a él.

-¿Quieres jugar con nosotras? — pregunto ella, mientras las gemelas también se acercaban. Thomas frunció el ceño mirando a su padre, atrapando su atención, él no jugaría con niñas!.

Tom comprendió el dilema de su pequeño, bueno, era su culpa. Así que se inclino hasta susurrarle en sus oídos lo que su hijo necesitaba escuchar. Las mejillas de Thomas júnior se encendieron, sin embargo, acepto ir con las pequeñas.

-Tom Stevens! — Escucho la voz de su esposa llamarlo, -¿Qué le dijiste? — pregunto Patty levantando una ceja. Tom sonrió disculpándose, sabía que ella no entendería. Candy, Albert, Annie, Archie, lo miraban expectante, todos estaban curiosos.

-Él no quería jugar con ellas, porque eran niñas, así...que... — Tom sabía que Patty le reprimiría por lo que diría siguiente, respiro hondo antes de terminar su sentencia. -Le dije que algunas veces no era malo hacerlo, y... — trago seco, su mujer de seguro no lo dejaría dormir en la habitación.

-Tom! — advirtió Patty, mientras el resto comenzó a reírse al ver la escena, cada uno abrazando a su pareja.

-Le dije que si no le parecían lindas las pequeñas, que por cierto lo son — aseguró Tom a Candy y a Annie. Mientras Albert y Archie le dieron una mirada furtiva.

-Sera mejor que vayamos a supervisar a los pequeños, la cena no será servida hasta dentro de media hora — sugirió Candy sonriendo.

Al llegar al jardín ellos suspiraron casi al mismo tiempo, el ver y escuchar a sus pequeños sonreír los llenaba de felicidad. Candy dirigió su atención a Patty y a Tom. Luego miro a Annie quien abrazaba a Archie con amor, el verlos, solo la llevo a recordar el ajetreo de sus bodas. Albert y ella habían regresado de su luna de miel encontrándose con los miles de cambios.

=oo=Años Atras =oo=

Candy aun no podía creer todo lo que tenía que hacer. Dos bodas pronto celebrarían. La primera era la de Patty y Tom, boda que los tomó tanto a Albert como a ella por sorpresa. Ellos no sabían que Patty y Tom mantuvieran una relación. ¿Cómo sucedió?...bueno, ella esperaba pronto escuchar la historia de los labios de Patty. Tenía que contarles con lujos y detalles como fue que termino siendo la novia del que consideraba su hermano. Y para mayor sorpresa de todos... su futura esposa.

Solo unas cortas líneas habían recibido junto con la invitación a la boda que celebrarían en el Rancho de los Stevens. La nota fue escrita por Tom sin duda alguna, en su habitual y áspera letra, una que casi no-se-podía-leer, nada sorprendente allí. Lo único sorprendente, probablemente, fue el hecho de que él, había logrado ganarse el corazón de Patty.

Ah!...Y las últimas declaraciones sobre la noticia. Tom Steven la escucharía!

Candy,

Me caso con Patty O'Brian. Si, la misma.

Te espero,

Tom

P.D: No acepto un "No" como respuesta, te esperamos en una semana. No en un mes!. Dile a Andrew que estamos planeando una boda, y ya sabes, eso toma tiempo. No sé por qué, pero eso dice Patty.

P.D.S. No se trata de una ilusión. Así que no puedes prohibirle que se case conmigo. Si lo haces, yo tengo todo bien planeado. Me fugare con ella a un lugar lejano.

P.D.D.S. Y si te enojas, no te nombraremos madrina de nuestros bebés.

Ella frunció las cejas...Increíble!... Luego sonrió ante las locuras de Tom, como podía ella oponerse? si ellos habían encontrado la felicidad. Él no se imaginaba lo feliz que se sentía por ellos dos. Por eso se encontraba empacando, ya que pronto Annie y ella irían a ayudar con los últimos detalles.

Tantas cosas habían sucedido desde que Albert y ella regresaron de su luna de miel. Y eso la traía a pensar en la segunda boda, una que por cierto había sido esperada por años. Annie y Archie, quienes por cierto los habían sorprendidos con la dama de compañía. La presencia de la Señora Jenkins era una difícil de ignorar, la historia de lo que sucedió para merecer tal supervisión aun ella no la sabia. Annie prometió que cuando las tres estuvieran juntas, ella se lo contaría, aunque al parecer Patty sabía la razón.

No podía esperar el momento en que las tres estuvieran juntas. Dos bodas. Y solo un mes era la fecha que las separaba. ¿Cómo iban a hacer?...Aun no lo sabía. Pero se sentía un poco triste porque Albert no las podía acompañar en esos momentos, los negocios de la compañía cada vez exigían más de él, y a pesar de la ayuda que obtenía de Archie y George; aun así era demasiado para él. Ella por su lado aun seguía aprendiendo. Sin embargo, a pesar de asumir ciertas responsabilidades, no se comparaba con el peso que Albert llevaba.

Tenía tanto que agradecerle a la tía Elroy, especialmente por tener tanta paciencia con ella.

Candy se dejo caer en la cama nuevamente, tocando con su mano su frente, ella últimamente se sentía enferma, se cansaba con las simples tareas, quizás debía ir al médico antes de marcharse al Rancho de los Stevens, pero no estaba segura si tenían tiempo, por los momentos, tenía que apresurarse.

-Candy... — escucho a Annie llamar en su puerta. Ella intento levantarse de la cama, pero tan pronto lo hizo, se sintió mareada.

Annie abrió la puerta levemente mirando a Candy tendida en la cama.

-Candy!... el chofer nos está esperando, vamos... no seas perezosa — dijo Annie mientras se acercaba a ella.

-Dame un minuto Annie, — pidió Candy logrando sentarse en la cama.

-¿Te sientes bien? — .Pregunto Annie al ver lo pálida que estaba.

-Sí, solo me siento un poco mareada.

- Estas segura?...Te ves tan pálida — Annie la miraba ahora con cierta preocupación.

- Sí, creo que es solo porque no desayune, Albert salió temprano a la oficina y no quise sentarme sola en la mesa. —Aseguró ella con una pequeña sonrisa, levantándose esta vez por completo de la cama.

- Entonces estas lista? — pregunto ella emocionada, a pesar de que su madre se había opuesto. Ella entendía su preocupación, ya que su boda se celebraría en pocas semanas. Pero al igual que Candy, quería saber exactamente como Patty y Tom terminaron juntos.

-Sí. — confirmo Candy, agregando: - Pero te parece si hacemos un pequeño desvió antes de continuar. — Annie asentó, tenían suficiente tiempo.

Al bajar, el chofer esperaba por ellas. Candy dio un último vistazo a la mansión pensando en lo mucho que extrañaría a Albert esos días.

=o=o=o=

El camino hacia el Rancho de los Stevens llenó de recuerdos tanto a Candy, como a Annie. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que visitaron a Tom en el Rancho, y ahora lo hacían nada más y nada menos cuando se casaba con una de sus amigas.

- Patty!... — gritaron Candy y Annie al ser recibidas por ella.

- Candy, Annie, que alegría que hayan podido venir — dijo Patty abrazándolas, con una fuerza donde les expresaba lo mucho que las había extrañado.

- Nunca faltaríamos. Además, tú tienes mucho que explicarnos.

- Lo sé — respondió ella sabiendo que les debía una explicación, pero realmente todo fue tan inesperado.

-Por cierto... ¿donde está Tom? — pregunto Candy frunciendo el ceño. Estaba enojada con ellos dos. Como era posible que hubieran estado juntos y nadie lo supiera. No tenían perdón, bueno si, pero haber mantenido su noviazgo en secreto. ¿Por qué?

Patty bajo su rostro mirando a sus pies apenada, no había sido culpa de Tom el que ellas no lo supieran. Sino, todo había sido culpa de ella.

- Candy, será mejor que se pongan cómodas, la historia es un poco larga. — Pidió Patty dejando salir un suspiro al recordar los errores que cometió. Si no fuera por la determinación de Tom, ella en esos momentos no estaría preparando su propia boda.

Annie y Candy asentaron mientras Patty comenzaba a guiarlas. Ellas se detuvieron primero en la habitación que era de Annie, luego continuaron a la habitación que sería de Candy hasta que Albert llegara.

Patty dejo que ellas arreglaran sus cosas. Al terminar, Candy y Annie bajaron uniéndose a ella en la pequeña sala.

-Patty, ¿dónde está tu abuela? — pregunto Candy quien se extrañaba de no verla.

- Ella está de compras en el pueblo con el padre de Tom, el señor Steven y ella no hacen otra cosa que agregar más detalles a la boda — suspiro Patty un tanto exasperada.

- Entonces se siente bien, no ha tenido ninguna recaída?.

- No, no ha tenido ninguna, no desde la última vez, el estar al aire libre le ha servido mucho, la hace muy feliz. — Dijo ella sin poder evitar que la tristeza la invadiera. - Candy, casi la pierdo, todo por culpa mía — rompió en llanto Patty al recordar.

-¿Que sucedió Patty? — .Pregunto Candy mientras la abrazaba. Patty tardo un poco pero limpio su rostro, pensando por donde comenzaría. Ella respiro hondo antes de hablar.

- Todo comenzó en el momento en que Tom me besó — confeso ella mordiéndose los labios.

- ¿Te beso? — preguntaron las dos atónitas, era difícil imaginarse a Tom haciéndolo. Patty asentó con las mejillas rojas.

- Luego, todo empezó a cambiar. — Patty tomó aire y lo sostuvo.

- ¿Y? — presionó Annie

-Digamos que en aquel entonces, fui un poco irracional — dijo avergonzaba.

- Y ahora? — pregunto Candy, frustrada de que Patty no les diera más detalles.

Patty sonrió: - Basta con decir que los vaqueros son todo lo que yo soñé serían. — Candy y Annie dejaron salir una risita, su amiga amaba a su hermano Tom.

- Espera, y la recaída de tu abuela se debió a que eras novia de Tom? — Annie hizo la pregunta, pero no creía que la abuela de Patty se opusiera.

- No, al contrario, ya conoces a mi abuela, estaba feliz por mí. Fui yo quien salió corriendo. — confesó ella dejando caer sus hombros en derrota antes de continuar. - Tom se había ido por unos días, y yo, yo mal intérprete algunas palabras que escuche. Al siguiente día dejamos el Rancho de los Stevens, y la abuela no estuvo feliz, debí escucharla, debí esperar por él, pero no lo hice. Había huido como una tonta, sin escucharlo, sin esperar.

Candy y Annie se miraron al mismo tiempo aun más curiosas. Patty sonrió tristemente antes de continuar, el recuerdo de aquel día nunca lo olvidaría.

-Flash Back-

-Hija estás segura que eso es lo que deseas hacer? — pregunto su abuela preocupada, no le parecía correcto la manera en que dejaron el Rancho de los Stevens, no era propio de ellas.

- Es lo mejor abuela, además, no creo que me pueda adaptar a ese tipo de vida, — dijo Patty sabiendo que esa no era la razón.

- Nunca me imagine que fueras vanidosa. — Respondió su abuela no feliz con su actitud, era triste que Patty siguiera aferrándose a sus recuerdos, o al menos eso ella pensaba.

Patty abrió sus ojos de par en par ante tal asunción, su abuela nunca le había hablado tan seria. Quizás se lo merecía por no dar una explicación más razonable a su comportamiento, después de todo ellas habían dejado aquel Rancho donde la invitaron amablemente sin dar explicaciones.

Su abuela después comenzó a lucir diferente, enferma, se le notaba en sus ojos, en lo cansada que lucía después de dar algunos pasos. Patty se sentía angustiada. Hasta que no pudo más y decidió ir por el doctor, su abuela se negaba a ir al hospital. Sin embargo, tan pronto salió de su casa, su corazón estuvo a punto de fallarle.

Sus ojos veían al alto joven que se acercaba con aquel sombrero de vaquero de ala ancha que llevaba. Podía ver claramente su rostro; podía sentir su presencia; su altura y aquellos hombros anchos, era él. Tom la miro directo en sus ojos, no podía apartarlos mientras se acercaba rápidamente.

Patty sabía que estaba en problemas. Debería estar huyendo de él, pero lo único que quería hacer era lanzarse a sus brazos.

-Patty? — Tom susurró. -¿Estás bien? —pregunto observándola de pies a cabeza.

-Realmente no, — respondió ella, conteniendo las ganas de llorar. No esperaba esto. Nunca hubiera pensado que él iba a venir a buscarla. ¿Por qué vendría? ¿Por qué él la siguió? ¿Y por qué tenía que lucir tan guapo?

Ella casi no podía respirar mientras lo veía acercarse. El corazón se le aceleró aún más rápido y cada respiración era rápida y profunda. Su estómago estaba haciendo volteretas y tenía la boca seca como un desierto.

Tom se detuvo frente a ella. Tenía la mandíbula apretada, sus ojos en ella. Ajeno al revuelo que estaba causando. Cada mujer que pasaba se volteaba para darle un lento y buen vistazo. Su camisa blanca de manga larga estaba un poco abierta en el cuello. Llevaba unos pantalones vaqueros desgastados, y un par de botas marrones desgastadas. Patty tenía sus mejillas encendidas.

Ahí estaba él, de pie justo delante de ella, mirándola fijamente con sus ojos tan cálidos que la hacían sentir culpable. Tom alzó su mano y se quito el sombrero. Pasándose los dedos por sus largos cabellos.

-¿Qué haces aquí? — preguntó ella cuando pudo encontrar otra vez su voz.

- ¿Qué diablos crees que estoy haciendo aquí, Patty? — preguntó. -Te fuiste sin decir una palabra. Estoy aquí para averiguar por qué?.

Tom Steven se detuvo un momento disfrutando de la vista de la mujer a la que había seguido al otro lado del país. Cuando ella se fue, él había estado ayudando a sus vaqueros a completar algunas vacas perdidas que se habían desviado del pasto. Había conseguido volver al rancho sólo para encontrar que se había marchado.

Ella no había dejado una nota. No había explicado por qué se fue, dejando atrás una habitación vacía, y un espacio igual de vacío en su corazón. Él no había pensado en buscarla. Después de todo, Tom Stevens nunca tuvo que ir en busca de una mujer. Pero él no había podido olvidarla. Chica de sociedad o no. Él la quería para él.

Así, que después de una semana, y después de perder su propio temperamento, allí estaba. Ella era la mujer que tanto lo había cautivado. Echaba de menos su sonrisa. Tom no podía dejar de mirarla. Él no la había visto en una semana, y Rayos!... si se sentía más como si hubiera pasado un año. Con ella, él había sido capaz de disfrutar de los simples placeres. Sus paseos siempre terminaban entre risas. Demonios!... ahora ni siquiera podía caminar por el bendito rancho sin pensar en ella, así que lo bueno que había habido entre ellos dos, no iba a dejar que ella simplemente les diera la espalda, marchándose sin ni siquiera darle una explicación.

-¿Por qué?... ¿Por qué saliste corriendo sin siquiera hablar conmigo? — pregunto él conteniendo lo que lo consumía en esos momentos.

-Porque, —respondió ella levantando la barbilla y enderezando los hombros, -No quería escuchar más de tus mentiras.

-Mentiras? — Tom frunció el ceño. -Yo no te he mentido.

- Ahora me dices otra. — Ella sacudió la cabeza. -¿De verdad crees que no lo descubriría?

- Descubrir qué? — Tom abrió ambos brazos dejándolos caer. Su paciencia se estaba hiendo devuelta a su Rancho. Porque no le decía de una vez, porque tenía que ser...tan...tan cripta...

Patty se acercó a él molesta, empujó su dedo índice en su pecho.

- Cuanto tiempo pensabas que podías esconderlo?...Tú estás comprometido desde hace mucho tiempo. Como puedes ser tan desconsiderado?... ¿Cómo te atreviste a besarme cuando estabas comprometido con la tal Diana?— Patty estaba a punto de llorar pero se contuvo, agregando:- Y no te atrevas a negármelo, porque yo escuche claramente a tu padre mencionarlo.

Tom pasó nuevamente una mano por sus cabellos. -Es por eso que te fuiste? — Patty abrió sus ojos de par en par. De verdad, quería más?

-Sí. — respondió secamente dando un paso por delante de él y tratando de alejarse; pero Tom la detuvo tomando de su brazo, manteniéndola en su lugar. Ella miró su mano enojada.

Él no la soltó.

- Yo no te mentí — murmuró, acercando su rostro al de ella. Captando su olor, una mezcla de flores y especias. Tom apretó los dientes para disimular su propio deseo antes de hablar: -Yo solo no te he dicho todo sobre mí. Es cierto que mi padre tiempo atrás intento comprometerme, pero yo nunca acepte...además... Diana es solo una niña...

Patty se mordió los labios, ¿una niña?...susurro pensando...

- Si, y si no me crees, puedes preguntarle a Candy, ella me ayudo a hacer entrar en razón a mi padre — sugirió Tom mirándola fijamente. Ella no sabía ahora que decir.

- Me gustaría que vinieras y te quedaras conmigo Patty. — Pidió Tom... Unas simples palabras que habían atravesado el corazón de Patty. Ella no podía luchar más con lo que sentía, ella dejo que él la abrazara, lagrimas rodando por sus mejillas.

- Fin Flash Back-

- Y eso fue lo que paso. La abuela se recupero casi de inmediato cuando regresamos.

Candy y Annie suspiraron con la historia. Felices por ella, por Tom, y más que nada, por la abuela Martha.

- Ahora, — comenzó Patty enfocando su atención en Annie: -Nos han llagado rumores de que Archie y tú están bajo estricta supervisión, y nosotros nos preguntábamos, si tenía algo que ver con el beso que se dieron durante la fiesta de bodas de Albert y Candy?— .Pregunto Patty sonriendo.

-¿Qué beso? —pregunto ciertamente confundida, al parecer el mundo había dado un giro de mil grados en su ausencia.

Las mejillas de Annie se encendieron, al parecer, hubieron suficientes testigos de su primer beso. No era justo. Patty y Candy sonrieron, mientras Annie tomo una bocanada de aire antes de hablar, esos últimos meses habían estado llenos de toda clase de cambios, cambios que nunca se imagino precisamente necesitaban. Porque ahora, ella conocía una parte de Archie que no sabía existía. Y eso solo logro que ella abandonara sus miedos completamente.

-Sí, al parecer no solo ustedes nos vieron, pero algunos de los invitados también, y ellos... bueno ellos no se contuvieron, los rumores llegaron a los oídos de mi madre, y a los de la señora Cornwell también.

- La señora Jenkins es estricta, pero estoy segura no tendrás mas problemas con tus padres. —aseguró Candy con una calidad sonrisa.

- Si, de eso ahora estoy segura. — Annie respiro hondo mientras sus mejillas pasaban a un rojo escarlata, recordando...

-Flash Back-

Annie miró hacia atrás una vez, su respiración agitada al pasar por la alcoba donde sus padres dormían, una sonrisa se dibujo en sus labios después de haber pasado en puntillas por el largo pasillo de la mansión. Ella estaba hiperventilando mientras su pulso se aceleraba con cada paso que daba, el hecho de haber roto con las reglas era sin duda alguna adrenalina para sus venas. Ahora podía entender lo que Candy sentía.

A pesar de que su relación con Archie no comenzó como debió ser, ella se alegraba de que ellos al fin encontraran la armonía que necesitaban, nunca se imagino que su timidez había sido precisamente el problema, una barrera que prácticamente era el causante de todos sus problemas. No pudo evitar tocar sus labios al recordar los besos que se dieron. Besos que traspasaban e iban más allá de su imaginación.

Archie era sin duda alguna todo un caballero, el hombre más guapo que ella hubiera conocido. Desde la primera que lo vio se enamoro de él. Su imagen tan elegante e impecable. Su manera de moverse con una gracia tan ágil que para ella era un placer el solo verlo. En su mente no solo sus labios eran memorables, pero también su mandíbula y nariz clásica que lo hacían imposible de olvidar. Annie suspiró al recordar minutos atrás, sus hermosos ojos le regalaron una mirada tan intensa que hasta el hecho de ayudarla a ponerse de pie, casi la deja sin respiración.

Siempre había sido así, y por eso ella se sentía tan intimidada, sin poder pronunciar palabra cuando lo veía, pero ahora era diferente. Una oleada de emoción recorrió su piel al recordar su osadía. Un paseo a media noche en los jardines no sería algo que sus padres aprobarían. Pero, no se arrepentía. Esa semana había sido por demás inolvidable, esperaba que momentos como ese se repitieran.

Estaba casi llegando a su destino cuando un golpecito en el hombro la hizo saltar y ahogar un grito.

-¡Shhhhh! — escucho una voz que se había vuelto familiar en los últimos meses. Cuidadosamente ella volteo, aunque supo exactamente quien la había descubierto.

La señora Jenkins quien la miraba con el ceño fruncido le advirtió con su dedo. -Si despiertas a tus padres, me temo que tu noviazgo con el Joven Cornwell no podrá continuar. Ya que personalmente me encargare de que termines en el convento. — Finalizo señalando en dirección a su habitación, las dos, con pasos ligeros, caminaron por el pasillo, abriendo la puerta de su dormitorio en silencio.

- Ahora, dime... ¿De dónde vienes a estas horas? — cuestiono la señora Jenkins.

Annie deseaba que la tierra se abriera y se la tragara, Rayos!...que mala suerte tenia ella.

- Acabo de volver de los jardines, errr... estaba recogiendo más de las hierbas que mamá pidió — Jenkins levanto una ceja, nuevamente escuchaba una vieja excusa.

- Suena como una misión perfectamente aburrida, y a estas horas? — dudó Jenkins, arrugando la nariz. -Especialmente con todo el personal de servicio con el que cuentan. —Hizo una pausa al ver a Annie mirar sus pies. -Oh, bueno, ¿Dónde están?

-¿Qué? — pregunto Annie sin entender.

-Las hierbas? — insistió Jenkins intentado infundir un tono con una nota correcta de indiferencia. Ella sabía que Annie mentía, pero quería ver que tan lejos llegaría.

Annie dejo salir un respiro en señal de derrota, lagrimas debatían por derramarse, pero no podía mentir, nunca había podido. -Está bien, pero tienes que prometerme que no le dirás ni una sílaba a mamá... o todo estará perdido. Por favor — suplicó.

Jenkins la invito a sentarse, - Muy bien, explica mientras que entro en mi costumbre, —ordenó, definitivamente se había vuelto más blanda. No podía tener bajo su tutela a otra pareja.

Annie sonrió disculpándose de esa manera. Realmente esperaba que no digiera palabra. Si su madre se enteraba, ella estaría encerrada por lo menos un mes viviendo de pan y agua. Aunque cada minuto valdría la pena. Porque dentro de unos meses, finalmente seria la señora Cornwell.

- Fin Flash Back-

Las risas de Candy y Patty la trajeron de vuelta al presente. Annie, se sentía feliz, porque a pesar de haber sido descubierta, agradecía inmensamente a la señora Jenkins por su discreción.

=o=o=o=

La boda de Patty fue una que desplego sencillez, al aire libre, y con aquellos seres más allegados. la ceremonia había terminado y después de felicitar a la nueva pareja de recién casados, Albert sostenía a Candy de manos caminando en dirección donde la tarde del sol desaparecía, el horizonte a lo lejos indicaba la llegada de la noche, había un brillo diferente en su esposa, pero él no sabía exactamente que era.

- Te encuentras bien princesa? — pregunto al detenerse.

Candy miro directamente en su rostro pensando en cómo darle la noticia, había sido buena idea visitar el doctor antes de venir al Rancho de los Stevens. Solo Annie y Patty sabían.

- Crees que la tía Elroy se pondrá feliz si le informamos que pronto habrá una nueva adición en nuestra familia? — pregunto ella tratando de sonar lo mas casual que podía.

Albert se quedo mudo en esos momentos, al parecer, su mente se había quedado en blanco, asimilando las palabras de su esposa.

Lo último que Candy supo, era que un par de fuertes brazos la sostenían posesivamente.

=oo= Tiempo Presente =oo=

La cena transcurrió sin problemas, al despedirse de todos Candy, Albert y su pequeña subieron a su habitación, estaban exhaustos.

El día había estado lleno de noticias, recuerdos, y rostros que llenaban y complementaban sus vidas. Mientras Albert acomodaba a su pequeña hija en su habitación, Candy después de cambiarse en su bata de dormir se acerco al pequeño escritorio que mantenían. Una carta a la tía Elroy con la noticia le enviaría. Estaba a punto de cerrarla cuando cierta nota vino a su mente. Ella se rio al terminar la carta. Albert entro escuchando a su amada esposa.

-¿Que es tan divertido? — pregunto Albert. Candy solo extendió la carta en sus manos, él la leyó y no pudo evitar reírse con ella. Era una lástima que no estaría presente en el momento en que su tía la leyera.

Albert puso la carta a un lado. Sus ojos en aquellas esmeraldas. Él la amaba. Y pronto habría una nueva adición en la familia Andrew, la cual crecía poco a poco. Él tomo a su esposa entre sus brazos, levantándola y acunándola, escuchando un jadeo de sorpresa ante tal acto. Albert la coloco delicadamente en su cama, llenándose de su perfume. Con su mano, comenzó a acariciar la suave piel de su mejilla.

- ¿Eres feliz, princesa? — preguntó él con una sonrisa.

Candy le devolvió la sonrisa mientras su mano descansaba sobre la suya, así ella podía acariciar su rostro contra su mano.

-Soy muy feliz, Albert.

Albert sonrió complacido antes de inclinarse hacia ella, rozando amorosamente sus labios con los suyos... era su manera de decir, que el amor que sentía... era interminable... Él pensaba en como el destino había decidido, cambiando su vida y todo en la forma más inesperada, dándole la oportunidad de finalmente conocer la felicidad.

La única cosa que quedaba por hacer, era aferrarse a ella, y nunca más dejarla ir.

... El Fin?...

Lakewood

Sentada felizmente en una mecedora, ubicada con una hermosa vista hacia los jardines en la mansión de Lakewood, Elroy Andrew se encontraba con una taza de té en sus manos. Esperaba que William y Candice pronto la visitaran. A pesar de la tranquilidad que experimentaba, sus días eran solitarios. Y por supuesto, deseaba más que nada, ver a su pequeña Rose. Ella nunca recibió a Candice propiamente en el seno de su familia cuando era una pequeña, ahora que el destino le dio una oportunidad, ella cada día se esforzaba infinitamente en reparar ese error.

-Madame Elroy, esta carta acaba de llegar. — Interrumpió el mayordomo. Ella solo estiro su mano recibiendo la carta. Una sonrisa en sus labios se dibujo al saber quién era el remitente.

Al quedarse nuevamente a solas, ella abrió la carta. A medida que leía su corazón latía con mayor fuerza. Ella hizo una pausa en su lectura, disfrutando de la noticia. William y Candice eran bendecidos nuevamente, después de tanto tiempo, otro Andrew venia en camino.

Cerró sus ojos agradeciendo tal bendición. Después de tantas perdidas, su familia comenzaba a crecer. Ella abrió sus ojos y continúo leyendo, frunciendo las cejas con las últimas declaraciones sobre la noticia. La carta se resbaló de sus dedos cayendo en el suelo...William y Candice la escucharían...Hn!

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Querida tía Elroy,

Me alegra informarle que Albert y yo estamos esperando nuevamente. Nosotros estaremos en Lakewood este fin de semana, Rose ha crecido al menos unos centímetros y no puede esperar ir a visitarla, Annie, Archie y las gemelas también vendrán. Albert ha pensado que deberíamos de pasar una temporada en escocía, pero será algo que ustedes decidirán. Nosotros sabemos cuánto un varón es deseado, pero si es otra pequeña, será igual de amada...

No sabe lo feliz que estamos, esperamos verla pronto.

Con Cariño,

Candy...

P.D: Si es varón lo llamaremos William como es esperado. Seguiremos la tradición.

P.D.S: No, no lo enviaremos al colegio San Pablo. Esa decisión es definitiva.

P.D.D.S: Y no, no puedes buscarle "Una Novia".

=o=o=o= "EL FIN " =o=o=o=

Gracias Por Leer...

N/A: Hola chicas, amiguitassss...mis queridas lectoras...hasta aquí hemos llegado... Muchas, pero muchas gracias por sus comentarios, espero haber complacido con este súper largo epílogo a las chicas que me pidieron un poco más. De todo corazón Gracias... Ahora sí...me voy a atender mi otra historia... Saludos y un abrazote a todas desde mi humilde rincón...

Mis especiales Agradecimientos a todas las chicas que amablemente me dejaron sus comentarios: Guest - Quevivacandy - Fersita92 - Sonice0714 - Amy Ri-So - LETY - Carito Andrew - Chriss - Gatita Andrew - JENNY - Laila - Guest - Lila - KattieAndrew - Carolina Clarf - Blackcat2010 - Clau agvel - Karen Delgado - Sara - Mayra Exitosa - Samaggy - Amy C L - Addizcandia - Adrinag1 - Friditas - Melisa Andrew - Litzy - Guest - Nikimarkus1 - Irene - Somiant.