"Un Negocio Arriesgado"

Disclaimer: La Saga Twilight y sus personajes no me pertenecen, son propiedad intelectual de la autora Stephenie Meyer.

Pareja: Edward Cullen/Bella Swan

Summary: Desesperada por sacar de la cárcel a su padre inocente, Bella acude al único con el suficiente poder para hacerlo: su multimillonario y arrogante jefe Edward Cullen, a quien jamás ha tratado. Para cobrar una herencia bastante importante, Edward necesita una esposa y la necesita ya. En un arrebato de desesperación, lo que surge como un negocio puede convertirse en el arreglo más peligroso de sus vidas.

Notas de la autora: Hola lectores! Aquí les traigo una adaptación de un fic mío que actualmente está en progreso llamado "Arreglo Peligroso" solo que con la pareja "Harry/Hermione" del universo de Harry Potter. Debo aclarar que es una adaptación de un fic de mi propia autoría, así que si ven este mismo fic en la sección de Harry Potter, solo con nombres diferentes y otros personajes, no se preocupen por plagio o cosas parecidas.

Hasta hace unos días, tenía planeado que el fic fuera solamente para el mundo del potterverso, pero al estar escribiendo no pude evitar imaginar cómo sería la historia si Edward y Bella fueran los protagonistas y cuando menos lo esperé ya estaba cambiando nombres, lugares y ciertas características de los personajes y el fic se había convertido en un fic de la sección Twilight.

Actualmente, el fic original va por el capítulo 4, así que esperen los siguientes tres capítulos adaptados para los siguientes tres días o antes. Por supuesto, espero les guste y si creen que la adaptación debe seguir, dejen review!

Sin nada más que decir por el momento, los dejo disfrutar!

Capítulo 1°: Desesperados

~Bella's POV~

Cuánto tiempo llevaba llorando, no tenía la menor idea.

Sentada solamente con mi bata de dormir y una taza de café a medio terminar en las manos, llevé mi pañuelo a la nariz y en un arrebato para nada delicado sorbí mi nariz de nuevo. Para entonces mis ojos se encontraban rojos e hinchados de tanto llorar.

Mientras pensaba en mi padre. Solo, encerrado y probablemente asustado en una maldita celda.

-Papá- susurré por enésima vez en minutos- Papá…papá-

Apenas hacía dos días de que le habían dictado formal prisión, y para entonces parecía que había pasado una eternidad.

Pero en todos los días que habían pasado desde que lo acusaran de aquél fraude millonario no había descansado mientras buscábamos la manera de comprobar su inocencia. De hacerle ver a las autoridades que él había sido embaucado en una horrible trampa en la que no tenía nada que ver.

Había contratado a un buen abogado, después de todo tenía un salario bastante alto y considerable para hacerlo.

Por supuesto todo había sido inútil, y sin dinero suficiente para pagar la fianza que le habían impuesto, ahora él estaba en la cárcel.

Con un gesto desesperado, miré el montón de papeles que tenía en la mesa frente a mí sin encontrar alguna manera de sacarlo de aquél lugar. Para entonces, pagar una fianza era demasiado tarde, y mi padre había sido condenado a diez años de cárcel sin esperanza alguna de salir.

-¿Qué voy a hacer?-

¿Qué iba a hacer?

Lo había pensado todo. Desde pedir un préstamo al banco- lo cual ya no serviría de nada- hasta buscar yo misma al verdadero culpable y torturarlo hasta hacerlo confesar que mi padre no había tenido nada que ver en el asunto. Por supuesto, sabía que nada de eso daría resultado y para entonces mi padre había perdido toda esperanza de salir de la cárcel.

Por lo menos hasta dentro de diez años.

Y yo lo único que quería era a mi padre de vuelta. A la única familia que tenía. A la única persona que lo era todo para mí.

Moviendo mi cabeza de un lado a otro para alejar la desesperación, me limpié las lágrimas y seguí rebuscando entre los documentos. Siempre había sido una mujer optimista y decidida, y en aquellos momentos era cuando más lo necesitaba.

Necesitaba hacer algo. Algo para sacarlo de ahí como fuera.

Y lo iba a hacer. Sin importar el precio.


~Edward's POV~

Sentado en mi silla de cuero negra y en mi amplísimo despacho en el último piso del imponente edificio de Empresas Cullen, miré a mi amigo moreno frente a mí y conteniendo una maldición al ver su sonrisa me dejé caer en el respaldo cansado.

-Entonces…¿Una esposa?-

Me llevé una mano a la cara, apretando mis ojos cerrados con los dedos.

-Sí-

-Que no tienes-

-No-

-Y con la que tienes que casarte en un mes-

-Veinte días- corregí- Han pasado diez desde la lectura del testamento-

Frente a mí, Jacob paseó sus nudillos por su barbilla y me miró con cejas alzadas.

-Entonces, déjame ver si lo entiendo- se removió en su silla, entrelazando sus dedos- Tu tío dejó estipulado como su última voluntad que todos sus bienes, que incluyen las acciones de la empresa, pasaran a ti, siempre y cuando estés casado o te cases con una mujer en menos de un mes-

Notando el tono de burla en su voz, abrí mis ojos y asentí con pesar.

-Así es-

-De lo contrario todo pasará a manos de tu primo James-

A manos del vividor, irresponsable y sobre todo abusivo James Smith, quien por desgracia era mí primo. Jake dijo aquella frase con el mismo tono de burla, pero pude sentir la nota de desprecio en su voz al mencionar la última palabra.

El sentimiento era general para todos los que lo conocíamos.

-Sí-

Con aquella simple respuesta, mi mejor amigo soltó una sonora carcajada que de no haber sido porque era de mí de quien se estaba burlando, juraría que yo también habría compartido.

Aquello sonaba como una de las peores locuras inventadas para una película, y sin embargo era cierta.

Desde que tenía memoria, Eleazar Denali había sido como otra clase de padre para mí. Amigo de la infancia de mi padre y primo de mi madre, había sido mi padrino, mi tío, mi consejero y mi mentor por muchos años, y estaba seguro que sin su ayuda jamás habría logrado abrir la empresa que ahora tenía y de la que era nada más y nada menos que el Director Ejecutivo.

Empresas Cullen, lo único para lo que vivía ahora, lo había logrado gracias a él.

Tres meses atrás y debido a un horrible accidente automovilístico había perdido la vida a sus escasos cincuentaicinco años; y sin esposa, sin hijos y sin nadie a quien dejarle sus millones más que a su sobrino favorito, ahora me tenía en aquella maldita encrucijada.

Parecía que aún muerto quería arruinarme la existencia.

Su sobrino favorito. Que debía estar casado para cobrar la herencia. Al que estaba obligando a casarse aún después de muerto, prueba fehaciente de la tenacidad y el poder que siempre había tenido.

-¿Me quieres hacer el favor de callarte ya?- le espeté a Jacob quien seguía riendo- No le veo la gracia, idiota-

Por supuesto, Jacob no me hizo el más mínimo caso y como si nadie hubiera hablado, siguió riendo a carcajadas.

Desde varios años atrás, Eleazar vivía repitiéndome que el trabajo me estaba consumiendo, y que en mi afán por hacer crecer aún más mi empresa me estaba alejando de todo lo bueno de la vida. A mis veintiocho años seguía siendo uno de los empresarios solteros más codiciados y sonados de Seattle y de acuerdo a mi visión, mi carrera y mi empresa estaban en la cumbre y mi vida iba simplemente sobre ruedas. Pero por supuesto, Eleazar no lo veía así. Como un romántico empedernido que jamás había sido, vivía repitiendo que yo necesitaba encontrar a una mujer con quien compartir mi vida y no quería que tuviera su mismo destino para que, tal como él, terminara siendo un viejo magnate solitario y sin familia propia.

La voz de mi amigo me sacó de mis cavilaciones.

-Entonces…- me miró con algo más de seriedad- ¿Qué piensas hacer? Porque déjame recordarte que no tienes a ninguna candidata para eso-

-Ya lo sé-

-Digo, a menos que quieras recurrir a una de tus amantes, tienes una buena lista- pareció recordar algo- ¿Cómo se llama la más nueva? Esa rubia deliciosa…- lo pensó un poco- Ah sí, Tanya! Ella parece una opción- sonrió casi con descaro- Se ve que es una fiera en la cama-

-Por lo menos no tendría que quejarme por el asunto del sexo-

Me encogí de hombros con la misma frialdad e indiferencia que usaba siempre al hablar del tema, y frente a mí, Jacob hizo una mueca que pareció una sonrisa. Después de todo, nadie como él sabía que yo no creía ni en el matrimonio, ni en las almas gemelas, ni en los felices para siempre, ni en el amor.

Mucho menos en el amor.

Todos los que me conocían imaginaban o intuían eso. Pero nadie tenía la certeza más que Jacob.

Nadie mejor que él sabía eso.

-Ya en serio- frente a mí, Jacob volvió a entrelazar sus dedos y me miró con seriedad- ¿Qué es lo que vas a hacer?-

Por supuesto que con los millones que ya tenía la herencia que había dejado Eleazar al morir no cambiaría mucho mi situación financiera, salvo por las acciones que él poseía de mi empresa.

Sin embargo, no podía dejar que aquello se fuera a manos de Smith. Era un mero asunto de principios familiares y por supuesto de justicia, y no estaba dispuesto a dejar que un flojo y vividor como James se quedara con la fortuna que tanto trabajo le había costado a Eleazar lograr.

Y Eleazar sabía eso. Sabía que mi código moral y mi sentido de justicia no me permitirían dejar que eso pasara, y por supuesto, lo había usado en mi contra para obligarme a casarme.

Esa había sido su trampa.

Si caería o no aún no lo había decidido.

Dejándome caer en la silla, pensé en la cláusula del testamento que ya me había memorizado de tanto leer. Era realmente estúpida pero era la principal, y además de eso, decía que debía estar casado al menos tres meses y la herencia sería mía.

Lo que quería decir que solo necesitaba tres meses de matrimonio para obtenerla. Tres meses de fingir algo que pronto terminaría, la herencia pasaría a mi nombre y sería libre. No eran demasiados ¿O sí?

-Edward!- el grito me sacó de mis pensamientos- Maldición hombre que no tengo todo el día. ¿Qué rayos harás?-

En aquél momento fue mi turno de sonreír burlonamente.

-Quizá le siga el juego al loco tío Denali-

Como única respuesta, mi mejor amigo dejó caer su mandíbula y abrió sus ojos de par en par.

Y yo solo podía pensar en algo: ¿Quién estaría dispuesta a seguirle el juego también?


~Bella's POV~

-Vamos, Bells. No me gusta verte así-

Los ojos castaños de mi mejor amiga, grandes y brillantes, me miraron con ternura mientras tomaba mi mano por encima de la mesa.

-Lo siento, Nessie- limpié la única lágrima que se escapaba de mi ojo- Es que nunca me había sentido así…tan…- pensé la palabra- Desesperada-

-Lo sé, y lo entiendo- masajeó mi mano con su pulgar- Pero a tu padre no le gustaría verte así. Y tú no eres así-

Eso era cierto. Yo jamás había sido así, por el contrario y aún cuando mi madre había muerto cuando yo era pequeña, era una mujer más bien alegre y optimista. Sabía que nada ganaba con pasármela llorando y lamentándome todo el día, pero no podía evitarlo. Ese día me sentía tan mal que incluso había llamado al trabajo para reportarme enferma y por supuesto que Renesmee había pasado por mi casa en la mañana como lo hacía desde que empezara todo este asunto de mi padre.

-Ya lo sé- me encogí de hombros, intentando componer una sonrisa- Pero últimamente siento que no tengo más opción, Renesmee-

-¿Así de perdido se ve el caso?-

Suspiré para comenzar a contarle el caso que ya me sabía al derecho y al revés.

-El documento que mi padre firmó es auténtico y se comprobó que es su firma por medio de testigos y un millón de pruebas extrañas- hice un gesto con la mano- El verdadero instigador de todo ha desaparecido con todos los millones por supuesto, y el que mi padre haya firmado el documento sin leer lo que decía ya lo pone en un gran aprieto-

Frente a mí, Renesmee asintió con gesto conciliador y siguió acariciando mi mano.

-Para la justicia, su firma es la que provocó todo y por lo tanto él es quien debe pagar. No importa cómo haya sido- me encogí de hombros- Y aún cuando están buscando al que tiene los millones, aunque lo atrapen mi padre seguirá en la cárcel-

-¿Sin derecho a fianza?-

Negué con la cabeza.

-Nada, Nessie- sonreí irónicamente- La única manera en la que podría sacar a mi padre es si fuera una multimillonaria con contactos o el dinero suficiente para encontrar las pruebas que lo saquen de ahí o a alguien que lo saque de ahí-

Frente a mí, Renesmee abrió un poco los ojos pero no dijo nada. Yo por mi parte, miré el reloj para darme cuenta que pasaban de las nueve de la mañana y reprimí un gemido asustado.

-Renesmee! Mira nada más la hora que es!- la miré con ojos como platos- Tu jefe se pondrá como loco!-

-Tranquila- me sonrió sin soltar mi mano- Le dije al Señor Cullen que tengo a una amiga muy querida en problemas, me dio permiso de llegar más tarde hoy-

La miré con ceño fruncido.

-¿En serio?-

-En serio- Renesmee soltó una carcajada- No es tan malvado y huraño como todos piensan, Bella, en serio-

Renesmee y yo trabajábamos en Empresas Cullen, una de las empresas comerciales más importantes del norte de Estados Unidos, y era ahí donde nos habíamos conocido. Debido a mis conocimientos y mis muchos títulos en Finanzas, mi habilidad para hablar cuatro idiomas y una gran cantidad de títulos en otras habilidades, había ido escalando de posición en la empresa hasta conseguir el puesto de jefatura en el departamento de Finanzas.

Por su parte, Renesmee era la asistente personal de Edward Cullen desde hacía casi tres años, el dueño y Director Ejecutivo de la empresa y un hombre que según decían era algo agresivo y prepotente. Nessie había sido la única asistente que había durado más de un año en el puesto, y la única del trabajo que aunque admitía que el Señor Cullen era un hombre de miedo, no era tan malo como todos decían.

Pero claro, Renesmee siempre estaba dispuesta a pensar lo mejor de los demás, así que su opinión no era nada confiable en esos casos.

Yo por mi parte, jamás había tratado al hombre en mi vida. A pesar de mi jefatura, estaba mi jefe quien era el que reportaba todo al Señor Cullen y por lo tanto solo lo conocía de vista y a lo lejos. Sabía que era un hombre guapísimo y con un cuerpo de pecado, por supuesto, con cabello cobrizo, ojos verdes y mirada peligrosa, lo que imponía respeto y me hacía pensar que lo que decían de él era verdad.

Él por supuesto no tenía idea de quién era, y podía jurar que jamás en la vida me había visto siquiera.

-Pues eres la única que parece pensarlo- dije con una sonrisa- El hombre da miedo solo con verlo, no sé como aguantas trabajar para él!-

Frente a mí, Renesmee soltó una carcajada y negó con la cabeza.

-No es tan malo, te lo puedo decir porque me encargo de sus asuntos personales- sonrió- Tiene su carácter, sí, pero también sabe con quién y cuándo utilizarlo. Tiene una familia grande y a la que adora, siempre está mandándoles regalos a sus sobrinos y saliendo de viaje con ellos- yo la miré con cejas alzadas- Es bastante altruista también, hace donativos millonarios a cinco asociaciones diferentes- se encogió de hombros- Y es bastante justo. No soporta las injusticias y estaría dispuesto a ayudar a cualquiera que…-

En aquél preciso momento, Renesmee se calló de golpe y me miró con ojos como platos, como si una idea brillante acabara de cruzarle la mente. Una idea que se estaba maquinando en su cerebro y que yo no alcanzaba a entender.

Y entonces soltó un gritito de emoción y siguió hablando.

-Y lo haría desinteresadamente- sonrió de lado a lado- Y lo más importante de todo: no le costaría nada porque es asquerosamente rico!-

-Nessie…- la llamé asustada, sin tener idea de que hablaba- ¿Estás bien?-

Como si se hubiera propuesto asustarme aún más y sin perder su sonrisa, Renesmee tomó mi mano entre las suyas y me miró como si el mundo acabara de iluminarse.

-Bella Swan- dijo solemne- Se me acaba de ocurrir una idea brillante. Una idea que te sacará de todos tus problemas-

Yo solo atiné a mirarla con ojos desorbitados y parpadear repetidamente, sin entender una sola palabra.

-Una idea que estoy segura no podrás rechazar-

Como única respuesta, yo solo atiné a fruncir el ceño.


~Edward's POV~

Caminando por el pasillo del noveno piso de Empresas Cullen, llegué hasta el elevador y sin fijarme mucho en lo que hacía oprimí el botón del piso veinticinco donde se encontraba la dirección general y miré la puerta cerrarse frente a mí.

Por supuesto, con solo un pensamiento en mi mente. El único que había tenido en la cabeza los últimos diez días. Iba solo en el ascensor, lo cual era simplemente excelente porque estaba seguro que de haber más gente no podría respirar.

Todo por culpa de Eleazar. Mí querido tío muerto y su maldito testamento.

Recordé de nuevo el maldito testamento y aquella cláusula principal que le había pedido al lector del testamento me la leyera un montón de veces. Ese día había estado presente toda la familia Cullen y la familia Smith, un lado esperando saber cuál había sido la última voluntad de un ser tan valioso para la familia, el otro esperando saber que parte de la jugosa herencia les tocaría.

Más bien, James Smith esperando saber que parte de la jugosa herencia le tocaría.

Por supuesto, James se había puesto peor que yo al escuchar la bendita cláusula del testamento. Sus ojos abiertos de par en par y su mueca de verdadero fastidio era lo único bueno que había sacado de esa tarde y recordarlo aún me hacía sonreír con sorna.

Pero en definitiva, él no estaba peor que yo.

Antes de poder seguir pensando en lo mismo, las puertas del ascensor se abrieron hasta que finalmente estuve en el piso en donde se encontraba mi oficina. La única del piso. En una larga sala de espera con paredes claras y con sillones de cuero negros apostados en una esquina alrededor de una mesa de vidrio, la decoración era bastante simple, minimalista y sobre todo masculina. Al centro del lugar y pegado a la pared a un lado de la puerta de mi oficina, el enorme logotipo de la compañía "Empresas Cullen" se alzaba imponente detrás del mostrador, en donde mi café de todas las mañanas me esperaba.

Y mi asistente, algo agitada y sonrojada tal vez por correr, se levantó al verme y sonrió con algo de renuencia.

-Buenos días, Renesmee- le dije en cuanto pasé por su lado, tomando mi vaso de café caliente- ¿El de siempre?-

-Sí, señor-

El tono casi nervioso en el que me respondió aquello me puso en alerta y sin poder evitarlo, la miré con ceño. Conocía a mi asistente lo suficiente para saber que se traía algo entre manos.

-¿Hay alguna novedad?-

-No, señor- miró los papeles que tenía en su escritorio- Su junta con los franceses fue aplazada para mañana, y no tiene ningún otro compromiso agendado para hoy-

-Excelente- di un pequeño manotazo al mostrador, agradecido por un día tranquilo- Estaré en mi oficina, Renesmee. Saldré a comer con mi hermano a la una-

Obteniendo a cambio un simple asentimiento de cabeza por parte de mi asistente, comencé a caminar hacia la puerta de mi oficina mientras fruncía el ceño. Normalmente Renesmee no era tan reservada y callada como aquél día, y curioso por averiguar que se traía entre manos, la miré sobre mi hombro para hacerle un último comentario.

-¿Todo bien con tu amiga?- pregunté, aunque no me importaba en lo más mínimo.

Al parecer aquello dio en el clavo. Abriendo sus ojos de par en par casi con emoción, Renesmee me miró como si fuera una especie de salvación y asintió ligeramente con la cabeza.

-Sí, bueno, dentro de lo que cabe- pareció pensarlo un poco- En realidad señor, quería hablarle sobre algo que…- lo pensó aún más, y para entonces ya estaba algo exasperado- Algo sobre…-

-Pues dilo, Renesmee-

Frente a mí, mi asistente me miró con ojos algo perdidos y hecha un manojo de nervios se mordió el labio inferior nerviosa. Conocía aquella expresión. Estaba en su modo "no hablará a menos que me presionen o zarandeen" y sabía que método funcionaba mejor.

-Bien, ya que veo que no es nada importante, estaré en mi oficina- comencé a caminar hacia la puerta de nuevo- Si hay alguna novedad o…-

-No! Espere!-

El grito de mi asistente, bastante alto y chillón para mi gusto, me hizo paralizarme y dando media vuelta en mi lugar, la miré con una ceja alzada en un gesto de superioridad y fingida ofensa y esperé a que hablara. Por supuesto, estaba roja como un tomate.

-¿Y bien? ¿Me vas a decir?-

-Es sobre mi amiga, señor- aquello no me lo esperaba- Está metida en un lío grande y…- tomó aire- Sé que usted es el único que la puede ayudar-

Esa simple frase y la mirada seria de mi asistente frente a mí, fueron suficientes para dejarme en mi lugar esperando por más información.


~Bella's POV~

-Ya Bella, deja de moverte, arrugarás tu traje!-

-No puedo evitarlo, Renesmee!- le recriminé entre dientes, mirando la enorme puerta de caoba frente a mí- Esto es una completa locura!-

Sentadas en el sofá de cuero negro del último piso de Empresas Cullen, Renesmee intentaba arreglarme un botón desabrochado de mi femenino saco mientras yo respiraba profundamente.

Sin poder creer que estuviera ahí en aquél momento, esperando ser atendida por nada más y nada menos que el millonario empresario, el jefe de mi jefe, Edward Cullen.

Y sin embargo, ahí estaba.

-Tal vez, pero se mostró muy interesado en el caso y ha accedido a verte- me calló con esa simple respuesta- Ahora deja de moverte como una colegiala nerviosa, me estás poniendo peor a mí-

Cómo única respuesta, solo atiné a soltar un largo suspiro mientras Renesmee terminaba de abrochar el primer botón de mi saco. Ataviada con una falda estilo lápiz en color negro, mis medias de seda transparente, mis zapatos negros Jimmy Choo de tacón de aguja, una escotada blusa de seda en color crema y mi saco de trabajo color negro, podía decir que llevaba mis mejores prendas laborales ese día.

-Listo- Renesmee sonrió agradada- Ya está-

Con el último botón del saco abrochado, el borde de mis pechos había desaparecido al igual que el encaje de mi reveladora blusa en color crema, dándome un aspecto bastante formal y presentable.

No podía creer que en unos cuantos minutos entraría por esa puerta para conocer oficialmente a Edward Cullen. Pero sobre todo, no podía creer que fuera a pedirle ayuda a él.

De nuevo, recordé todo lo que Nessie me había dicho sobre él y contuve un suspiro. Un hombre extremadamente rico pero bastante generoso, altruista y sobre todo justo, que no dudaría en ayudar a alguien en problemas y mucho menos cuando se trataba de una injusticia.

Sin embargo, había algo que aún no me cuadraba en todo eso. ¿En serio lo haría desinteresadamente?

-Bien- el susurro de Renesmee a mi lado me sacó de mis cavilaciones- Ahora está en una reunión con alguien en su oficina, pero te verá tan pronto termine-

Tomé una larga bocanada y acomodé mi despreocupado moño que dejaba unos mechones caer por mi rostro.

-De acuerdo-

-Bien, iré a mi lugar- besó mi mejilla- Suerte amiga-

-Gracias-

Y con un simple apretón de manos como muestra de ánimo, Renesmee se levantó del sillón de la sala de espera y se colocó detrás del mostrador a unos cuantos metros de distancia. Mientras tanto, yo miraba a la puerta del despacho de Edward Cullen, esperando la mínima señal de movimiento. No sabía si para que se abriera ya o no lo hiciera nunca.

Después de diez largos minutos de agónica espera, la puerta del despacho se abrió para dejar salir a un delicioso rubio de ojos almendrados mientras decía unas últimas palabras a quien fuera que estuviera adentro.

Frente a mí y desde su escritorio, Renesmee me hizo una seña para que me levantara y eso hice, sin tener mucha noción de mis movimientos y con las piernas temblándome de los nervios.

-De acuerdo, entonces te enviaré esos reportes con mi secretaria a más tardar mañana- dentro alguien contestó con voz fuerte- Y mañana tenemos esa comida pendiente, Cullen. No lo olvides-

Al parecer era alguien bastante conocido para él, y después de intercambiar unas cuantas risas roncas y masculinas, el hombre dio media vuelta y dirigiéndonos una sonrisa a Renesmee y a mí se alejó del lugar hasta quedamos solas de nuevo.

Y frente a nosotras, una puerta a medio abrir del despacho del empresario Edward Cullen. El hombre al que venía a pedirle ayuda.

El corazón se me detuvo por unos instantes.

-Vamos-

Haciéndome una seña para que me acercara hasta la puerta, logré leer de los labios de Nessie aquella simple palabra y no tuve más remedio que obedecerla. Con lentos y torpes pasos, llegué hasta la puerta y quedándome estática en mi lugar, la miré significativamente.

-No necesito anunciarte, ya te espera adentro-

Aquello fue lo único que necesité escuchar. Con el corazón latiéndome acelerado y sin dejar de ver a Renesmee que me hacía señas de ánimo con los dedos empujé la puerta entreabierta para entrar a la oficina de una vez por todas.

Antes de poder siquiera voltear hacia adelante topé con algo fuerte, duro y grande que me hizo tambalearme con fuerza hacía atrás y previniendo el inminente golpe, cerré mis ojos con fuerza y contuve un juramento.

Maldición, estaba a punto de caerme en la oficina de Edward Cullen, y por supuesto haría el ridículo de mi vida.

Pero antes de poder pensar en algo más y como si alguien me hubiera escuchado, unas fuertes manos me tomaron de los brazos para no caer y entonces estuve pegada a un ancho y duro pecho con un aroma muy masculino y bastante tentador. Aturdida, subí la mirada para encontrarme con unos intensos ojos verdes que me miraban curiosos y los míos se abrieron de par en par.

Sólo para darme cuenta que estaba entre los brazos de Edward Cullen.

El corazón dejó de latirme.

-Ay! Lo siento!-

Soltando un ligero gemido de sorpresa y con la sangre acumulada en mis mejillas me alejé de él bruscamente, obteniendo a cambio una simple sonrisa torcida que no supe interpretar. Sin darme tiempo a reaccionar e ignorando a una boquiabierta Renesmee en su lugar, cerró la puerta detrás de él y finalmente estuvimos solos en su oficina.

Y contrario a todo lo que había pensado que podría hacer, se limitó a quedarse estático en mi lugar mientras me miraba a conciencia. De arriba abajo.

Y entonces, después de pasear su mirada por mis piernas, mi torso y detenerse en mi rostro, abrió sus ojos de par en par.

Como si no pudiera creer lo que tenía en frente.

Como si aquello que estaba viendo era muy diferente a lo que se había imaginado.

Como si, de pronto, la solución a cualquier problema hubiera llegado de golpe.

¿Qué rayos le pasaba al tipo?

Antes de poder hacer algo, el hombre pareció reaccionar y meneando su cabeza de un lado a otro, comenzó a caminar hacia su escritorio mientras con su mano me invitaba a caminar hacia el mismo lugar. Y con ese simple gesto de su mano, pude intuir que estaba frente a un hombre acostumbrado al poder y la autoridad.

-Señorita Swan- asintió con la cabeza y me señaló la silla frente a su escritorio para sentarse en la suya- Tome asiento por favor-

Con algo de renuencia y sobre todo sorprendida por el enorme tamaño de la oficina, hice lo que me pedía y con más delicadeza de la que tenía, me senté frente a él en la confortable y masculina silla de cuero negro y lo miré sin saber qué hacer.

-¿Gusta tomar algo?-

-No, gracias- corté de inmediato. Lo último que quería era que Renesmee entrara a la oficina y me sirviera algo.

Como leyendo mis pensamientos, el hombre frente a mí sonrió de nuevo de medio lado y acomodándose en el respaldo de su enorme silla entrelazó sus dedos y me miró fijamente.

Y entonces me di cuenta que parecía estar estudiándome.

Aquello me puso los nervios de punta. ¿Qué tenía ese hombre que podía intimidar solo con una mirada?

-Bueno, creo que no es necesario andar con rodeos, entonces- dijo de golpe, y su voz ronca me sacó de mis cavilaciones- Renesmee me comentó ayer el problema en el que está envuelta, y la situación de su padre en estos momentos-

Por unos momentos que parecieron eternos, me quedé callada y sin saber que decir. Por el amor de Dios, Bella, habla! Me gritó mi conciencia enfadada, sabiendo que en definitiva aquella no era la actitud de la mujer extrovertida y decidida que en realidad era.

Pero las palabras simplemente no salían. ¿Qué podía decir?

Para mi fortuna, el hombre frente a mí siguió hablando.

-Sé que trabaja para mi empresa, jefa del departamento de Finanzas, según entiendo ¿Correcto?-

-Así es- contesté con la seguridad que quería demostrar- He trabajado aquí por tres años-

Me miraba fijamente, y por un momento creí que me quedaba sin aire. Que ojos tan increíblemente verdes tenía! Y esa mirada tan fuerte que podría derrumbar a quien fuera.

Que podría derrumbarme a mí.

Bella, céntrate.

-Sí, tiene un currículo bastante impresionante por cierto- y luego, en voz bastante baja y como si fuera solo para él, añadió -No puedo creer que nunca la haya visto-

Aquella simple frase, dicha de una manera tan suave y tranquila y con un tono algo sugestivo que no pude ignorar, me golpeó con fuerza y contuve un escalofrío. Llevábamos apenas dos minutos solos en esa oficina, y en aquellos momentos sentía que me faltaba el aire y de pronto el ambiente parecía bochornoso. ¿Habían encendido la calefacción acaso?

Antes de poder pensar en algo más, el hombre frente a mí siguió hablando.

-Renesmee me dijo que su padre ha sido condenado a diez años de cárcel por un delito que no cometió- entrelazó sus dedos de nuevo- Un fraude millonario al banco que trabajaba, según me dijo-

-Así es, Señor Cullen- de nuevo mi tono salió seguro, y me alegré por eso- Lo han condenado sin derecho a fianza-

-¿De cuánto dinero se trata el fraude?-

-Cinco…- tragué saliva y me aclaré la voz- Cinco millones de dólares-

Frente a mí, el hombre de cabello cobrizo y mirada peligrosa alzó las cejas sorprendido.

-Eso es bastante dinero- ladeó su cabeza, sus manos aún enlazadas y su mirada aún calculadora- ¿Cómo se vio inmiscuido su padre en todo esto?-

-Firmó una serie de documentos que facilitaban las transacciones del dinero, pero el verdadero culpable se fugó con todo el dinero-

-Algo irresponsable por parte de su padre- me repitió lo que yo tantas veces le había repetido a mi padre- Una firma puede significar todo como en este caso-

En aquél momento me dieron ganas de dirigirle una mirada fría y recelosa, pero segura de que no sería buena idea retar a un hombre como él, me contuve. ¿Estábamos aquí para que me diera una cátedra de responsabilidad laboral o para que me ayudara?

-Lo sé, desgraciadamente mi padre es incapaz de pensar mal de alguien- admití algo apenada- Lo que lo hace muy vulnerable y la gente suele sacar provecho de ello; en este caso la situación llegó a mayores-

-Entonces ¿Su padre no tuvo nada que ver con eso?-

-Nada- negué con la cabeza y mi tono no pudo ser más seguro- Mi padre es inocente, Señor Cullen, pero no he podido reunir las pruebas suficientes que lo demuestren-

Con aquella última frase de mi parte, en un tono bastante seguro e incluso tajante, ambos guardamos silencio durante unos instantes en los que pareció que el tiempo se detenía. Mirándome fijamente y con intensidad, el hombre frente a mí parecía estudiarme lentamente sin decir una sola palabra, y durante largo rato permanecimos en silencio mientras yo lo dejaba seguir con su escrutinio, sin poder leer nada en su expresión.

Finalmente y después de largos segundos que parecieron una eternidad, tomó una larga bocanada de aire y finalmente habló.

-Bien, señorita Swan- comenzó tranquilo, sus manos enlazadas- Como tal vez ya le habrá dicho mi asistente y casualmente su mejor amiga, soy enemigo de las injusticias. Y ésta al parecer, es una de ellas-

No contesté. Con un ligero asentimiento de cabeza de mi parte, Edward sonrió de nuevo de medio lado y ladeó su cabeza sin dejar de mirarme. ¿O admirarme? Para entonces ya no sabía, y se sentía demasiado calor.

-Tu padre- se inclinó un poco para hablar en voz algo baja- ¿Lo quieres mucho, verdad?-

Era la primera vez que me tuteaba. Sin poder evitarlo, un escalofrío me recorrió la espina dorsal y no pude evitar imaginarme como le hablaría ese hombre a su mujer. A su novia. A su pareja.

A su amante.

Maldición. ¿En qué rayos estaba pensando?

Concéntrate en responder la pregunta, Bella!

-Sí- contesté, recordando que hablábamos de mi padre.

-Supongo que no descansarás hasta sacarlo de la cárcel-

-Así es-

-Y dime, Isabella- era la primera vez que decía mi nombre, y sin poder evitarlo me estremecí un poco- ¿Qué estarías dispuesta a hacer por él?-

Aquella pregunta, de nuevo hecha con un tono algo sugestivo, me puso en alerta y sin poder evitarlo me tensé sobre la cómoda silla de cuero, recordando lo que Renesmee había dicho sobre él.

Ayudar desinteresadamente.

Bueno, pues esa vez se había equivocado y mucho.

Pero no pensaba flaquear. Aquella era mi oportunidad para sacar a mi padre de la cárcel y no pensaba desaprovecharla.

-Todo- contesté segura -Lo que fuera- lo pensé mejor -Lo que sea-

-¿Lo que sea?-

-S…sí-

Durante otros segundos que parecieron eternos, pareció pensar algo detenidamente y sin dejar de mirarme, sopesando una idea en su cabeza que cada vez parecía tener más peso. Hasta que finalmente todo pareció encajar dentro de su mente y tomando una larga bocanada de aire, me miró fijamente.

Al parecer, había tomado su decisión.

-Bien, entonces está decidido. Sacaré a tu padre de la cárcel- se acomodó en su lugar- Pero con una sola condición…- se calló unos instantes, mirándome fijamente- Tendrás que hacer algo por mí-

Aquí vamos. Pensé frustrada. ¿Acaso creía que aquello iba a ser tan fácil?

-E…está bien- acepté nerviosa, removiéndome en mi lugar -¿Qué debo hacer?-

Frente a mí, Edward me miró con sus penetrantes ojos verdes y sonrió ligeramente. Y de todo lo que pensé que podría pedirme, estuve segura que jamás esperé aquello.

-Vas a tener que casarte conmigo-

Como única respuesta, abrí mis ojos de par en par.


¿Qué tal? ¿Qué les ha parecido nuestro imponente y millonario Cullen y nuestra decidida Bella?

Espero sus reviews! ;)