Bienvenida a Forks, Renes... Que?
-Chicos, denle la bienvenida a la nueva alumna, Renes... - el profesor Moore no pudo pronunciar mi nombre. La historia de mi vida.

-Carlie - susurre.

-Si, ese esta mejor -dijo mas para el, que para la clase-. A Carlie Cullen. Por que no te presentas con tus nuevos amigos? - sugiro aquel hombre que ya odiaba.

No lo odiaba solo por ser el profesor de Matemáticas. Lo odiaba como todo y a todos en este pueblo.

Forks, Washington.

Iuk!

-Soy Carlie... vengo de Seattle. Mi papa es Edward, es doctor. Mi mama es Isabella, es ilustradora de cuentos para ninos...

-Ahora algo sobre usted, señorita Cullen.

-Mmm... En mi ipod traigo música... clasica - lo dije a manera de pregunta.

Mis nuevos "amigos", soltaron a reir.

La clase de Matemáticas era ya la tercer hora y no había hablado con nadie. Todos me veían como un bicho raro.

No había nada de raro en mi, que yo supiera. Era muy blanca, mas bien paliducha, así que no destacaba entre todos esos rostros pálidos de ese pueblo sin sol. Mis risos largos y cobrizos no eran la gran cosa. No tengo un cuerpo espectacular, ni una belleza extraordinaria. Solo unos grandes ojos color cafe, herencia de mi madre y unos labios algo rellenos.

Extrañaba con toda mi alma a Zafrina, Carmen y Kate. Mis mejores amigas. Extrañaba mi antigua habitación en mi casa en Seattle, mi escuela, mis compañeros, a mis abuelos...

Tuvimos que mudarnos de aquella magnifica y hermosa ciudad llamada Seattle, a un pueblucho sin diversión y sin sol, en el que llueve todos los malditos días del año. Bueno en Seattle también llueve mucho, pero es una ciudad!

El paranoico de Edward nos saco de ahí en una semana. A mama y a mi nos asaltaron, al salir de una librería del centro de la ciudad. Las cosas estuvieron algo feas, pero no fuimos las primeras y ni seremos las ultimas. Así que ahora estoy aquí en una escuela donde nadie me habla y me ve como si fuera un maldito extraterrestre.

No se supone que por ser la chica nueva en un pueblito sin novedades, me deberían de tratar como... como un juguete nuevo y brillante? O al menos con algo de cortesía!

Con un suspiro entre a la cafetería del colegio y todos me miraron.

Genial.

Me dirigí al mostrador y tome un croissant relleno, una cajita con fruta picada y un jugo de naranja. Pague mis alimentos y con charola en mano, me dirigí a una mesa vacía. Pensé que alguien me invitaría a sentarme en su mesa, pero no. Si que sabían como hacer sentir incomoda a la gente en aquel lugar!

Difícilmente pase bocado. Tenia un maldito nudo en la garganta.

El resto del día continue siendo ignorada de manera colosal. Ah, pero eso si, en la ultima hora, la clase de gimnasia fui el blanco predilecto de la pelota de voleibol. Tanto como las de mi equipo me atacaban, como las del equipo contrario.

Me cambie de ropa en los vestidores junto al gimnasio y pude notar como los golpes en mi cuerpo comenzaban a notarse ya. Malditas zorras.

Al salir rumbo al estacionamiento, me dirigí a mi auto, un pequeño Wolkswagen Rabbit del 86. Era lo único que me había podido comprar con mis ahorros y una pequeña ayuda de mi abuelita Esme, cuando cumplí los dieciséis hace mas de un año. Papa había dicho que el me compraría un auto pero, hasta que entrara a la universidad. Claro que yo no podía esperar!

Mientras me subía a mi viejito conejito como le llamo de cariño, el ruido de una motocicleta me llamo la atención. Que clase de idiota usa una motocicleta como medio de trasporte en un lugar como Forks, Washington?

Para mi sorpresa era un estudiante. Un chico moreno, alto, de cabello negro como la noche. Traía pantalón, botas y chaqueta de cuero color negro. Tenia la pinta y la actitud de todo un Bad Boy. Mire a mi alrededor y nadie lo miro como lo hice yo. Tal vez ya estaban acostumbrados a el.