¡Hola a todos!

Bueno, muchos de aquí ya me conocen, soy DN164, una gran fan de Hora de Aventura y escritora de los Fanfics "El diario de la Reina de los Vampiros" y "AT: En Busca de la Perla de la Juventud Eterna". Bueno, pues. Para quienes están leyendo esto, déjenme decirles que tiene muuuucho para leer, y que se ubiquen en la primera historia para que estemos en el mismo contexto.

Antes que nada muchas gracias a todos los lectores que siguen aun esta historia, y por apoyar a esta humilde escritora. Como siempre digo, ustedes me inspiran a continuar siempre y espero que me vaya bien en este fic como en los otros dos anteriores. Cabe mencionar que solicite la ayuda de algunos lectores para crear algunos personajes nuevos en el Fanfic y a diferencia de los otros dos, la presencia de nuevos personajes será más grande. Así como también tendremos de invitadas especiales a Las Screem Queens y al guapísimo Príncipe Flama.

En esta historia, nuestros amigos han llegado al Reino de la Joya, donde deberán pasar una serie de pruebas para conseguir al fin la Juventud Eterna, mientras más secretos son revelados. El Fiolee y el Finnceline estarán presentes, dándole como toque un poco de celos, lealtad, grandeza, humildad y mucha, mucha aventura.

Pero bueno, mejor ya no digo más, mejor disfruten este primer capítulo de la tercera y última parte que les traigo a ustedes.

¡Bienvenidos al Tercer Fanfiction y gócenlo!


Las Olimpiadas de la Perla.

Ámbar: La Princesa del Reino de la Joya.

"¿Estamos encadenados?"

(MARCELINE POV'S)

Sé que suena raro ahora, pero, hubo tiempos, mucho antes de que esto pasara, donde realmente éramos felices. Donde todo el pasado parecía no tener valor alguno y el futuro no era más que un sueño alcanzable.

Mamá siempre me había dicho que yo era como una rosa; fresca, bella…sobresaliente de los demás...fue un cumplido muy bello para una niña de catorce años a la que su padre le subestimaba y le restaba importancia.

Por suerte, años después, me enteré de que no estaba sola.

Conocer a Finn fue lo mejor que me pudo pasar, porque experimenté él amor tal cual era, porque me sentí amada y deseada por alguien...porque gracias a él conocí a personas que son realmente grandes en mi vida en estos momentos, igual que un ángel guardián que me cuida de la soledad.

Aunque sufrí mucho al final, no pude desear que las cosas hubiesen ido de manera diferente y el haber conocido a la persona que le dio un vuelco a mi existencia solo tenía un nombre:

Katherine Keila Mason.

(Fin de MARCELINE'S POV)


Poco a poco sus azules ojos se fueron abriendo con dificultad, mientras un escalofrío le recorría desde la punta de los pies, hasta su último cabello.

Trató de enfocar la vista, pero lo cierto era que estaba demasiado mareado, incluso las náuseas golpearon su estómago de un momento a otro, pero sabía que vomitar no era un opción porque no había nada en el.

Trató de esforzarse para recordar un poco, pero la migraña en sus pómulos y frente no lo dejaba, al contrario, lo atormentó más.

Entonces recordó un duro golpe en su cabeza, el olor a sangre y óxido metiéndose por su nariz, aturdiéndolo, el dolor incontrolable de la cortada en su pecho, el calor del sol desértico y las llamas a punto de extinguirse...y dos ojos ámbar mirándolo fijamente.

Sintió algo bajo las palmas de sus manos y por un momento pensó en que se encontraría con la áspera arena, pero no, lo único que hallo fue algo mucho más suave y acolchonado. Igual se esperó el mismo calor abrasarle el cuerpo, pero en realidad, estaba fresco, agradable y silenciosa. Pronto sintió algo suave sobre de él y un molesto picor en el pecho.

Su respiración se volvió mas fácil de lo él recordaba y...logró enfocar la mirada y lo primero con lo que se topó fue con el techo, era blanco y brillante...con la luz anaranjada del sol.

Giró lentamente su cuello, sintiéndolo entumido, al igual que algunas zonas del cuerpo y se encontró con un buró hecho de la misma piedra que el techo. Vio su gorro y un montón de medicamentos. ¿En el desierto...podían existir cosas así?

Miró más allá y vio un elegante sofá de terciopelo azul rey, y al lado un enorme ventanal por donde entraban los rayos de la puesta de sol, mientras este se escondía detrás de las dunas. Entonces le quedó claro: no estaba en el desierto, porque lo estaba mirando de donde fuera que se encontrara.

Conforme fue adquiriendo mayor sensibilidad sintió algo en sus brazos. Primero una picazón molesta y luego ardor, como si miles de aguja estuviesen en su brazo izquierdo.

Bajó la mirada, entonces vio, como no había miles de agujas, pero si varios tubos metidos a su brazo con ellas. Abrió la mirada horrorizado y de repente le dolió más. Su respiración se agitó y se llevó la otra mano hacia el brazo y tomó todos los tubos, intentando sacarlos de su brazo...entonces una corriente eléctrica le recorrió todo el cuerpo, entumiéndole los músculos.

-¡AAAAAAHHHH!- gritó, mientras sentía como todos sus huesos sacudirse por la descarga. De un momento a otro la descarga se detuvo y el cayó rendido y jadeando a las mullidas almohadas, sintiendo como de nuevo se quedaba sin fuerzas.

Nuevamente la vista se le borró al quedar noqueado un poco...y después, cuando agudizó de nuevo los sentidos...oyó algo parecido al tintinear de unas monedas y unos suaves pasos, apenas audibles.

Alzó un poco la mirada, tratando de enfocar la mirada y controlar sus sentidos de nuevo.

-¿Quien anda ahí?- preguntó, muy mareado. Pero no pudo ver, aun no tenía el control de la vista. Volvieron a resonar las mismas monedas y el mismo andar, poniéndolo más nervioso.-¿Quien es?- soltó de nuevo. Nadie, solo es tintinear de nuevo.

Desesperado de nuevo se agitó y trató de levantarse y arrancarse los tubos, pero una nueva corriente eléctrica le recorrió el cuerpo.

-¡AAAAAAGGGGG!- de nuevo soltó un grito, mientras temblaba su cuerpo, de nuevo se desconectó la descarga y cayó, casi inconsciente esta vez, sudando y respirando agitadamente.

-Yo no haría eso si fuera tu- oyó una voz demasiado sensual y...muy desconocida. Se enderezó un poco y abrió los ojos, tratando de ubicarse de nuevo y adquirir fuerzas de donde pudiera. Vio una mancha roja frente a donde estaba acostado y poco a poco fue aclarando la vista para ver a alguien de espaldas.

Enfocó mejor, y entonces, justo en ese momento, la persona que estaba en frente, preparando algo en una barra de la misma material del buró se giró, dejándose ver por completo.

Era la muchacha más sexy y hermosa que había visto en su vida.

Tenía una tez entre morena y ambarina, definitivamente más morena que su piel. Tenía un cabello larguísimo que le llegaba más allá del trasero, color castaño y ondulado. Llevaba un traje de seda roja formado por un top, bordado al oro donde colgaban monedas del y una falda larga, con una abertura, dejando ver una torneada pierna con ¿Destellos? Y una pulsera de monedas iguales que hacia juego con una de sus muñecas y una fina corona con cordel dorado. Entonces se fijó en sus ojos y el recuerdo de ellos en el desierto y en su sueño...le azotó cuando los miró más fijamente. Eran color ámbar. Un tono muy hermoso igual que dos gemas de topacio. No eran amenazadores ni peligrosos, solo apacibles, amables y abrasadores. La sonrisa de la muchacha era dulce, traviesa incluso...una expresión tan...tan...angelical. Le costaba trabajo describirla.

-Tu...tu...eres...- balbuceó Finn al mirarla.

-¿La chica del desierto?- completó la chica de manera graciosa, mientras vaciaba algo de un vasito de cristal a uno de metal- ¿Por qué todos preguntan lo mismo?-

Tapó el vaso de metal y lo agitó un par de veces, luego caminó a él y le tomó suavemente de la barbilla, levantándole ligeramente el rostro.

-Bebe esto, te hidratará- indicó, pegando la orilla del bote a sus labios, Finn no tuvo mas que hacer que tragarse lo que le estaba dando. Entonces se dio cuenta de cuan seca estaba su garganta, pues pese a que el jugo sabia a jugo de uva, la garganta le ardía, por lo que hizo una mueca cuando se lo acabó y la chica dejó en vaso vacío en el buró- Y no te arranques los tubos o te pasará lo de hace un rato-

Luego de eso, la chica se enderezó y caminó a la barra de nuevo, mientras Finn la miraba, aun prendado su escotada espalda. ¿Era su imaginación o...un dragón hecho de brillantes estaba incrustado en su espalda? Se veia bellisimo, porque resplandecía con la luz del sol igual que la habitación.

-¿Quien eres?- articuló el humano, aun desorientado.

-Una mejor pregunta sería: ¿Quien eres tu?- dijo la chica, volteándose a verlo con la misma sonrisa.

-Mi nombre es Finn, el humano, vengo de las praderas- contestó el humano algo molesto de que a él le hiciera ese tipo de preguntas.

-Lo sé- respondió ella con una sonrisa burlona y girándose de nuevo a la barra- Solo quería saber si tu cabeza estaba bien-

Finn frunció el ceño ¿Les estaba tomando el pelo esa chica de la que tenía desconfianza?

-No ha respondido mi pregunta, señorita- dijo Finn.

-Bueno te diré si tanto me insistes- dijo la muchacha, girándose de nuevo hacia él con una sonrisa- Soy la Princesa Ámbar-

Finn amplió los ojos desmesuradamente. ¿Oyó bien o...o del desierto habían acabado a los pies de lo que estaban buscando? ¿Era ella? ¿Esa hermosa chica era la causante de su viaje taaaaan largo y pesado? ¿Y el Lich? ¿Y la demonio? ¿Y el Conde? Si, podía estar anonado, pero, no estaba estúpido a pesar de todo.

-¿Tu… tu...tu eres la Princesa Ámbar? ¿La Princesa, Princesa?- preguntó asombrado.

-Bienvenido al Reino de la Joya- se limitó a responder la Princesa y se giró, para seguir trabajando, mientras Finn se quedó con un montón de dudas.

¿QUE CARAMBAS HABÍA PASADO?

Oyó como escurría la Princesa algo de agua y luego caminaba a él de nuevo con una jicarita con agua y un trapo. Se sentó a su lado, en la orilla de la cama, escurrió el trapo por segunda vez y dejó el recipiente en el buró y puso el trapo en la frente del humano, mientras miraba asombrado la delicadeza de la muchacha.

-¿Que pasó?- preguntó Finn, aun anonado. La Princesa esbozó una sonrisa y se detuvo a mirarlo por unos segundos.

-Hace unos días los encontramos en el desierto y tuvimos que dormirlos para poder traerlos y curarlos, porque como comprenderás, nuestro Reino es un secreto, salvo para algunos monarcas- dijo la princesa, pasándole el trapo por las mejillas, limpiándole el sudor.-Tuviste mucha fiebre y deshidratación. Fue difícil curarte, ya que nunca antes habíamos tenido un humano, pero gracias a los médicos y a alguien logramos curar esa fea cortada en tu pecho.- Finn bajó la mirada a su pecho y comprobó que no tenía camisas, únicamente su pecho estaba envainado con vendas. Era curioso, pues recordaba ese dolor penetrante, pero en realidad, en ese momento no sentía nada, solo una impresionante sensación de frescura, se jaló un poco los vendajes y miró su pecho. No había nada, solo una cicatriz levemente rosada en su blanca piel, casi invisible. Definitivamente la medicina había sido muy avanzada como para curarle así- Has estado inconsciente por tres días- agregó la Princesa.

-¿Tres días?- preguntó Finn sin poder creérselo-¿He estado inconsciente por tres días?-

-No creo que sea mucho para alguien que ha dormido por seis meses- dijo la Princesa, con una sonrisa amable y se detuvo para mirar a Finn- Jake me lo dijo- respondió a la pregunta que cruzaba la mente del humano, quien se apenó de que su hermano hubiese abierto la boca antes semejante criatura.

-Estúpido Jake...le voy a...- gruñó molesto. Entonces recordó y supo que hacía falta y por qué había más silencio de lo que recordaba. Pronto su pulso se aceleró-¡Por Dios, Jake! ¿Como pude olvidarlo? ¿Y Marcy? ¿Y Marshall? ¿Que pasó con Fionna? ¿Y con La Dulce Princesa y Beemo?- preguntó comenzando a exaltarse, entonces la Princesa lo tomó de los hombros y lo obligó a recargarse de nuevo en la almohada.

-Finn ¿Quieres calmarte? Si no me obligarás a sedarte de nuevo- le regañó y Finn la miró preocupado.

-¿Que pasó con mis hermanos? ¿Y Marcy? ¿Y...?-

-Ya...shhh...sshhhh- le dijo la princesa, intentado calmarlo- Tranquilo, ellos están bien. Jake, el perro, está bien, despertó al día siguiente y solo estaba deshidratado y tenía algunos golpes al igual que la gata. La Princesita rosita tenía bajísimos sus niveles de azúcar, malo para su naturaleza, pero en este momento ha subido la mitad de lo que pesaba inicialmente en la Barra de comida, abajo. Tu pequeña consola se queda casi sin batería, pero no te preocupes, ya la hemos recargado. Marshall, él despertó media hora después de que llegamos. Está bien, llegó muy débil por el sol, el calor y la deshidratación, nada que la sangre y la pulpa de varios peces no arregle.-

-¿Y Fionna? ¿Que pasó con ella?- preguntó aun muy preocupado y exaltado.

-Bueno, tenía grandes cantidades de veneno de Púrpura en el cuerpo, sin embargo, le hemos administrado el antídoto necesario, y aunque también fue difícil, tanto para ella como para nosotros, en este momento està reposando y su sangre casi está limpia- explicó la Princesa, dejando el trapo en el buró.

Finn se calmó un poco. Bueno, al menos, sea donde sea que se encontraran, esos seres parecían haberlos ayudado de manera importante y sus amigos parecían estar fuera de peligro. Beemo, la Dulce Princesa, Marshall, Cake, Jake, Fionna...pero, ¿Faltaba alguien no? Le alarmó que la Princesa no la hubiera mencionado.

-¿Y Marceline?- preguntó Finn, con un brillo de desesperación en los ojos. Al instante el aspecto de la Princesa se volvió más serio y calculador. Al instante Finn se temió lo peor- ¿Que? ¿Que pasó con ella?- volvió a preguntar, ansioso de lo que la chica le respondiera.

-Finn, hicimos todo lo que pudimos, pero...- comenzó a decir.

-Pero ¿Que?- exigió saber el humano, mientras millones de ideas insoportables cruzaban su mente.

-Tuvimos que devolverla a su edad original-

La respuesta no supo interpretarla como buena o mala, simplemente se tumbó de nuevo con un largo suspiro, pasando el brazo por la frente. Sentía que por poco se le salía en corazón de la tensión, pero la verdad...el hecho de que Ámbar le dijera eso...bueno era paz para su alma. Nunca apoyó demasiado la idea de que Marcy se quedará así por él, pero... Pero le pesaba la sola idea de su decepción.

-Escucha, tratamos de hacer todo lo posible, pero con su estado, realmente necesitaba atención, y Mu no podía curarla sin su verdadera edad. Al igual que Marshall tenía grandes cantidades de sed e insolación, pero a diferencia de él tenía cantidades de heridas y quemaduras. El antídoto también aun se está esparciendo y curándola, pero, como es un vampiro tardará un poco más en volver a su edad, debido a su "lento metabolismo". Estará mejor para pasado mañana- explicó la chica, con una mueca,

-Ella no quería esto...- se reprochó a él mismo, pues si la hubiera cuidado mejor o hubiese sido más fuerte...le habría restado menos tristeza. No quería ni imaginarse lo mucho que se decepcionaría cuando se despertara.

-Lo sé, lo sé y lo lamento- se disculpó la Princesa- Pero...fue lo único que pudimos hacer-

-¿Y no puedes devolverle su edad una vez que se cure?- preguntó algo esperanzado.

- Me temo que no- respondió ella, entristeciendo la mirada- Ni con la magia y la tecnología que poseo puedo hacerlo. Únicamente, a diferencia del Lich, no puedo retroceder la edad, solo adelantarla...pero solo por veinticuatro horas máximo-

Finn se quedó de nuevo en silencio. No podía ser que a Marcy le arrebataran esa "victoria" que accidentalmente le habían dado. Lo repetía, la idea no le agradaba demasiado, pero...pero...pero no era egoísta y él también lo admitía, las edades y el tiempo los separaba de nuevo.

Tan cerca...pero a la vez tan lejos.

- Finn, perdóname, de verdad...- dijo la Princesa con un poco de culpabilidad.

-No se preocupe- dijo Finn, tratando de sonar más caballeroso- De hecho debo darle las gracias. Han hecho...mucho por nosotros, por lo que veo- dijo, forzando una sonrisa, la Princesa le sonrió cálidamente, entonces Finn se pudo más serio y no fue necesario preguntarle cosas básicas que ya se imaginaba- ¿Y...el Lich?-

La Princesa trató con todas sus fuerzas de no parecer preocupada por la misma pregunta y relajarse para también mantener sereno a Finn, pues aun no estaba estable...pero, pasó un brillo de preocupación por su rostro y Finn se percató de ello.

-Lo siento, Finn. Quise poder hacer más, pero solo logré dormir a las Sirenas de Arena y desviar a la Demonio, del Lich no supimos nada, salvo que volvió a la Nocheosfera- explicó la Princesa, con una mueca- Pudimos localizarlos por medio del Quinto Acorde que Marcy tocó-

Finn se quedó callado y miró sus manos. Bien, no se esperaba que Ámbar le respondiera con un "Derrocamos todos tus problemas, puedes ser feliz.", pero, si esperaba que los perdiera. A cómo dijo la Princesa, no volvía a dudar que los fueran a seguir a ese reino de ser necesario, pero rogaba atrasar lo que seguro iba a pasar. Y él y Marcy sabían que sólo era cuestión de tiempo para que el Conde encontrara la formar se volver a salir a tierra firme. Lo cual lo hizo llegar a una deducción.

Era una simple teoría, pero... ¿No sería por eso que Hunson-tal y cómo dijo la demonio- les estaba haciendo esos "trabajitos"?

Sin duda hablaría con Marceline una vez que estuviera mejor.

-De todas maneras, muchas gracias Princesa- agradeció el humano- Hubiésemos estado perdidos sin usted-

-De nada, respondió ella, dejando el trapo del lado y agarrando unas cosas del buró-Logramos rescatar algunas de tus cosas, creo que el Lich y ellos no pudieron volverlos de arena por el valor que les das-

Puso las cosas sobre las piernas de él y Finn miró admirado los únicos tres objetos que quedaron de los que había traído en la mochila y durante el viaje: Su gorro, su espada de Sangre de Demonio y el Diario de Marcy. Sonrió con ironía, al final de cuentas eso los había llevado hacia ahí.

-Gracias- dijo de nuevo, con sinceridad, la Princesa le devolvió el gesto con una sonrisa y se levantó.

- Bueno...tienes una hora antes de que te seden de nuevo- mencionó la muchacha.- Así que aprovechemos. Voy a abajo a traerte comida y agua, todavía no estas bien hidratado y a avisarle a tus amigos que estás despierto ¿Si?- dijo y se encaminó a la puerta.

-¡Espera!-la detuvo Finn de repente, justo en el momento en el que giraba la perilla. Ella se volteó a verlo un poco, sorprendida de su reacción.

-¿Si?-

-No quiero quedarme aquí, solito- confesó el humano y a los dos segundos se sintió tonto de hacerlo. ¿Como podía sonar tan...cobarde después de todo lo vívido? Bueno, no solo era eso, sino que realmente no quería quedarse ahí. No conocía el lugar, y aunque no tuviera la necesidad de salir ¿Que pasaría si llegaba alguien y no tenía ni idea de qué decir? Sin embargo, la Princesa no lo vio cómo algo malo.

-Oh, permíteme- dijo ella, y se dirigió al ventanal, por donde se veían las dunas. Corrió más las cortinas y abrió los cristales, desdoblando y permitiendo que la Liz del sol se colara y el cálido viento acariciara la cara de Finn. Nada que ver con el calor abrasador y sofocante del desierto hace días. -¡AROON!- gritó hacia afuera.

Entonces oyó un rugido, algo parecido a un aullido de murciélago, luego se oyó una aleteo y pronto dos enormes alas azules se asomaron por fuera, posándose y acomodándose, entonces se asomó un enorme ojo dorado con la pupila de una serpiente, rodeada por escamas de zafiro, dejando ver la piel de un verdadero lagarto gigante.

A fin le dio un vuelco cuando vio a Ámbar tan cerca de esa criatura tan voraz, sobre todo porque el calor se volvió igual que un caldero de repente.

-¿PERO QUÉ ES ESO?- soltó Finn, exaltado. De repente el ojo cambió de posición, dejando ver un hocico alargado con un bigote finísimo y largo hecho con su misma piel, mientras su piel azul resplandecía, daban ganas de tocarlo y acariciarlo a pesar de lo voraz que se veía.

-Él es Aroon, mi "pequeña" mascota- dijo Ámbar y se acercó a acariciarle parte de su hocico alargado y su nariz, de cuyas fosas salía vapor de agua.

"Un mal termino para un dragón, Princesa".

Finn tuvo que verificar que sus oídos no le estaban jugando una mala broma. ¿Oyó bien? ¿Acaso esa criatura se había comunicado a través de su mente, sin mover los labios, mientras resonaba esa voz grave, mística y poderosa en su cabeza?

-¿Él...Él...es un dragón?-preguntó con asombro y balbuceando.

-Si, mi mascota y protector oficial de este reino- dijo Ámbar, mientras seguía acariciando con su pequeña mano el enorme rostro del dragón- Finn, te presento a Aroon. Aroon, ya despertó Finn.- presentó y luego se giró al humano- Aroon ha estado ansioso por conocerte-

"Es un placer conocer al último humano".- dijo y lo miró, con esos ojos tan penetrantes color dorado.

Era extraño, pero, aunque Finn le tuvo miedo al principio, en ese momento únicamente se quedó prendado, como si una conexión existiera entre sus ojos y los suyos. Pronto el pulso se le volvió a acelerar.

-Él placer es mío...- contestó Finn, aun admirado.

-Aroon te hará compañía- explicó Ámbar y luego se giró al enorme ser- Hazme ese favor ¿Si Aroon?-

"Cómo usted lo desee, my lady."

-De acuerdo- dijo Ámbar y luego se dirigió de nuevo a la puerta, pero de nuevo, antes de salir, Finn la detuvo.

-Gracias- se limitó a decir el humano, la princesa se giró a Finn y le sonrió.

-Bienvenido, Finn, el humano- se limitó a decir y luego salió, dejando como único sonido la cesante y candente respiración del dragón.

Finn se tensó en su lugar en la cama y miró por el rabillo del ojo el rostro mágico de Aroon, y la pupila del dragón dirigió su mirada a él, de nuevo penetrándolo. Finn desvió la mirada. Bien, tal vez no había sido una gran idea tener compañía después de todo.

Había visto muchos dragones, cerca de las praderas, pero la mayoría eran raros y cabezones, la mayoría peludos o albinos. Pero ese ser era...tan místicamente...hermoso. Letal, incluso con la mirada.

-Entonces...un dragón ¿Eh?- dijo Finn, tímidamente y tratando de romper el silencio.

"De verdad que para mi es un honor conocer a mi Último Jinete"

-¿Último Jinete?- repitió el humano, algo confundido.

"Si. Al igual que tú, yo soy el último macho de mi especie. Y según una leyenda, el último humano será el jinete del Clásico Dragón Chino."

-Je, je ¿Y crees que soy yo?- rió Finn, algo nervioso.

"Bueno, no hay otro humano varón ¿O si? Es por eso que estaba tan ansioso de que usted despertara. La Princesa me encontró después de la Guerra de los Champiñones. Sonará irónico, pero a pesar de que la radiación mató a tantos, a mi me regresó a la vida después de mil años en los que la raza humana fue la especie dominante".

-¿Por qué me estas contando esto?- preguntó Finn, curioso- Ni siquiera nos conocemos-

" No hace falta conocernos más para saber que uno forma parte del otro, al menos para mi no. Y te lo digo en serio, pese a lo que pase, tu participación en lo que se avecina afectará a este reino"

-¿Participación?- volvió a repetir Finn, sin entender.

"Oh, tus amigos están por llegar. Espero que te recuperes pronto y verte por el Reino, joven humano. Nos estaremos viendo y bienvenido al Reino de la Joya".

Y tras decir esto, el dragón volvió a batir sus alas y comenzó a elevarse, alejándose de la ventana, Finn pudo divisar como se alejaba entre las dunas y la puesta de sol y vio de lejos su cuerpo completo. Era un dragón muy parecido al que había dibujado en su "Libro de ninjas" que estaba en la casa del árbol. Su piel era azulada y resplandecía con el sol…como si estuviera hecha de zafiros.

Pese a que se quedó solo, las palabras y la mirada de Aroon aún retumbaron en su mente. ¿El último Jinete? Bueno, ya nada le sorprendía, pero no podía ignorarla la pequeña posibilidad de que la criatura les estuviera hablando con la verdad, aunque se conocieran de minutos y recordó que Ámbar había dicho que Aroon estaba más que ansioso por verle.

De un momento a otro, la puerta se abrió de golpe.

-¡Finn!- soltó Jake al ver a su hermano en la cama de metal. El aludido volteó y miró feliz a su hermano, por un momento todas sus preocupaciones se vinieron abajo.

-¡Jake!- soltó Finn, igual de feliz de verlo sano y salvo. El perro corrió a él y se le encimó en la cama y lo abrazó como si no se hubiesen visto en años.- ¡Auch!- se quejó un poco cuando Jake lo apretó más contra él.

-¡Ahhh! ¡Pensé que no volvería a verte, compadre!- dijo el perro, dramáticamente. Finn también apretó el abrazo. Luego de un rato, Jake se despegó de él y se bajó de sus piernas-¿Cómo te sientes?-

-Mejor ¿Y tú? Veo que aun sigues algo…lastimado…- dijo Finn, haciendo una mueca y señalando una venda en la cabeza alrededor de la cabeza del perro, tapándole las orejas. Jake levantó la mirada y sonrió, tratando de calmarlo.

-Tranquilo, bro. Han dicho que solo fueron algunos golpes, lo único malo es que pica- dijo, rascándose un poco y haciendo un gesto de molestia. Finn rió un poco. Era bueno saber que ni después de esos días tan difíciles Jake hubiese cambiado.

-Ok-

-¡Finn!- dos nuevas voces se oyeron en el marco de la puerta, de nuevo volteó y vio a la Dulce Princesa y a Beemo en su hombro.

-Hola, Dulce Princesa…-comenzó a decir Finn, pero de un momento a otro, la pelirosa se le arrojó al cuello, abrazándolo, igual que Beemo, quien se pegó en su pecho. Finn miró algo sorprendido a los dos, pero luego les devolvió el abrazo, rodeándolos con sus brazos. Era bueno saber que también ellos estaban intactos. Un rato después, también lo dejaron respirar.

-¿Estás bien, Finn?- preguntó Beemo, levantando la mirada hacia el- ¿Ya no te duelen tus heridas?-

-Estoy perfectamente bien, Beemo…¿Y ustedes?- preguntó Finn, con una gran sonrisa.

-¡Geniales!- soltó la consola, feliz- Debes de ver toda la tecnología que tiene aquí ¡Es fenomenal!-

-Seguro…veo que también los ropajes son muy algebraicos aquí…- dijo Finn, desviando la mirada a la Dulce Princesa.

-¿Te gusta? La Princesa Ámbar hizo que confeccionaran uno para mí- dijo la Princesa, extendiendo un poco la falda de seda rosa con destellos luminosos.

Su traje era un vestido largo y muy escotado de la espalda, con dos rajas en los costados de la falda, dejando ver las piernas rosas de la Princesa cada vez que daba un paso, tenía unos flats negros, ya que no estaba acostumbrada a ir por ahí descalza y llevaba monedas parecidas a las del traje de Ámbar y tenía una gargantilla de oro con un diamante rosa en el centro.

-Esta genial…- dijo Finn sonriendo.

-Te van a hacer uno a tu también- dijo la Princesa.- Además tienes que probar su barra de postres. Es la mejor repostería que he probado- dijo, emocionada.

-Si…y mira lo que yo me hice- dijo Jake, quitándose la venda, rodeándola. Finn miró sorprendido y luego frunció el ceño.

-Jake ¿Por qué te hiciste eso en la oreja?- preguntó enojado.

-Me la hizo Mu…no me dolió nada. Esa cosita es pura ternura…- dijo Jake, sin apagar su buen ánimo. En la oreja derecha de Jake había una perforación y un arillo de oro con una esmeralda atravesada a esta, colgando graciosamente.- ¡Me hace ver rudo!-

-Te hace ver igual que una niña…- masculló Finn, aun algo enojado.

-No te pongas celoso…- dijo Jake, dándole unas palmaditas amistosas en el hombro- Mu te puede hacer luego una…-

-¿Quién es Mu?- preguntó Finn, enarcando una ceja, confundido.

-Luego lo conocerás…- oyó una vez de nuevo desde el marco de la puerta. Finn volteó y vio como Marshall estaba ahí, mirándolo con su audaz sonrisa de siempre, recargado en el marco.

Llevaba una venda alrededor de su cabeza también y varios cabellos oscuros salían despeinados y graciosamente, enmarcando su rostro. Llevaba una playera roja de lana y unos pantalones negros bombachos y frescos, unos botines negros con cadenas hasta debajo de la rodilla y un arete igual que el de Jake en su puntiaguda oreja derecha, solo que en lugar de una esmeralda, él tenía un rubí.

Finn sonrió.

Antes de quedarse completamente inconsciente, veía a un Marshall desesperado, sediento, salvaje y grosero, por no decir débil. Pero en ese momento, la sonrisa de Marshall le dejaba ver que estaba relajado, como si un mal trago al final hubiese acabado. Como si la vida de Fionna no estuviese de nuevo entre la vida y la muerte, cómo si nada los hubiera seguido.

Finalmente veía al Marshall inicial que se asomó por la puerta de Ash. Un vampiro despreocupado, rockero y temerario, como siempre lo era.

-Hola- le saludó el humano, contento de verlo bien, sin esa sed amenazante a través de sus ojos o esa mueca torcida que llevó todo el viaje- ¿Y Fionna?-

-Mejor, Cake la está cuidando ahora- contestó en vampiro, caminando un poco hacia adentro y cruzándose de brazos- ¿Y tú?-

-Mucho mejor. ¿Causé muchos problemas?-preguntó Finn con una sonrisa.

-Mas de los que imaginas- rió un poco el vampiro, pues no dudaba que Ámbar le hubiera contado todo lo acontecido. Finn le sonrió como respuesta.- Lamento lo de Marcy-

Al instante el humano entristeció la mirada y todos guardaron un momento de silencio, dándole a entender que ellos también lo sabían. Ya no había nada que hacer, salvo tratar de que ella no se sintiera tan mal.

Si habían estado enamorados en secreto con algunos años de diferencia...¿Que importaba entonces?

-Nunca apoyé esa idea ¿sabes?- confesó Finn con cierta tristeza- Pero no niego...que me hubiese gustado tenerla más tiempo como tal-

-Oowww...Finn, no te pongas triste, amigo- dijo Jake, frotándole un poco el brazo- Velo de esta manera: Marcy es más grande, pero es sexy tener una novia mayor, créeme- dijo el perro, pícaramente.

-Gracias, Jake- masculló de nuevo el humano, enarcando una ceja y sonrojándose un poco. El perro rió.

- Y te aseguro que con gente como esta te recuperará más de lo que piensas. Además...- dijo imitando una meuca seductora- ¿Ya viste lo candente que es su Princesa?-

-Ya te escuche, Jake...- dijo Ámbar entrando de repente con una bandeja con un par de vendas, una jarra de jugo de naranja, sopa de tallarín con pollo y un pastelillo con chispas de chocolate y crema batida en el centro y la dejó en el buró de Finn, tan pronto como le llegó el olor de la sopa y del pastelillo recién horneado, su estómago gruñó. Casi olvida que habían pasado cuatro días desde que se comió el último pretzel.- Recuerda, si vuelves a mencionar otro cometario vulgar vas a vértela con mis guardias...- canturreó ella, al instante el perro se puso pálido.

-¡No! No, no, no, no, no...era broma, princesa...- se disculpó el perro, avergonzado y temeroso. Al instante otros rieron, incluido el humano. Hacia tanto tiempo que no estaba tan contento y fresco, aunque hubiese dado lo que fuera por tener a Fionna sonriendo a su lado y a Marcy, tomando su mano.

-Más te vale...-bromeó la Princesa, desenrollando las vendas- Bueno, chicos, la hora de visitas terminó...- volvió a bromear- Salgan y solo quédese uno para ayudarme a cambiarle las vendas a Finn-

-¿Tienen que irse tan pronto?- preguntó el humano triste, reflejando la decepción de todos los demás.

-Si, todavía no te has recuperado bien, Finn. Vamos a cambiar tus vendas por ultima vez con un poco de verbena y luego comerás un poco, has de tener hambre- dijo, destapando unos frascos y vaciando en el plato con agua un poco de alcohol y otro liquido verde limón.

-¿Verbena?- repitió Finn, algo asustado, pues recordaba el daño que le había hecho a Marshall y el dolo de cabeza que le había provocado a Marcy.

- Tóxica para los vampiros...muy buena para heridas humanas- explicó Ámbar, mientras remojaba en el traste las dos vendas.-Si te portas bien, mañana podrás bajar a desayunar y a conocer el reino-

-¿De verdad?- preguntó Finn, ilusionado.

-Seguro, pero siempre y cuando dejes que te ponga las vendas, comas un poco y Descanses, papá- dijo la Princesa.

-Si, tienes que ver todo lo que hay aquí. No hemos conocido el pueblo, pero la playa es fenomenal- soltó Bonnie, feliz.

-Temperatura cálida. Perfecta para darse un chapuzón en el mar- dijo Beemo. Con los mismos ánimos. Se notaba que estaba bien recargado de nuevo.

-¿Hay...hay mar?- tartamudeó Finn, algo preocupado.

-Siii...y el océano es enorme...- dijo Jake, extendiendo los brazos y sonriéndole maliciosamente. Finn lo miró con desaprobación, pues no hacían falta palabras para decirle que se estaba burlando de él por su fobia a las aguas saladas.

-Gracias, Jake...-volvió a mascullar el humano.

-Bueno, chicos, será mejor que se vayan para que pueda curar a Finn...antes de que Marshall se desmayé- dijo la Princesa, aun remojando las vendas. Todos miraron al vampiro, mientras este estaba recargado en la pared, respirando dificultosamente. El solo olor de la verbena lograba picarle la nariz y marearlo.

-De acuerdo...- chilló Beemo.

- Yo me quedó a ayudarle, princesa- se ofreció el perro.

-Vale, comienza por quitarle las agujas del brazo- indicó la Princesa- Y los demás...afuera...- volvió a canturrear.

-Nos vemos mañana, Finn- dijo Beemo, saltando a la cama y dándole un leve abrazo en el brazo izquierdo. El humano le respondió con unas palmaditas en su frontal.

-Si, Beemo-

Luego de que la consolita se separó la Dulce Princesa se acercó y le dio un beso en la mejilla.

-Descasa, héroe. Recuerda que Marcy quiere verte bien- le susurró la Princesa con amabilidad.

-Seguro, Bubblegum- le sonrió el humano.

Bonnibel le sonrió en respuesta y luego se dirigió a la puerta con Beemo en su hombro, tomó a Marshall, lo volteó y lo fue empujando a la puerta.

-Vámonos, Marshall...-

Luego de eso la puerta se cerró.

-Tienes amigos muy buenos, Finn- dijo Ámbar, exprimiendo las vendas y aun mojadas las volvió a enrollar.

-Si...- dijo Finn, sonriendo para sí mismo...entonces sintió un duro pinchazo en el brazo.- ¡AUCH!- se quejó y volteó a ver. Era Jake, quien miraba con cara de no entender todas las pequeñas mangueras que salían del brazo del humano.

-Lo siento...¿Te dolió?- dijo Jake, mirándolo algo preocupado.

-No, Jake, lo disfruté...- dijo Finn, sarcásticamente.

-¿Sabes? Tu sarcasmo duele...- se quejó Jake. Finn torció el gesto y rodó los ojos y luego miró a la Princesa.

-Princesa...¿Cree que sea bueno que Jake me arranque estás cositas del brazo?-

Después de quince minutos de curación y gritos por parte de Finn cuando le arrancaron los tubos uno por uno, finalmente el humano logró degustar de la sopa de tallarines con pollo y el pastelillo, y luego se hidrató con el jugo de naranja, recobrando sus fuerzas. No sabía que medicina milagrosa le habían puesto, pero se sentía bien, muy bien a decir verdad...hasta que la Princesa le puso una inyección en el brazo, a los pocos minutos estaba cabeceando y los ojos se le cerraban.

Mientras poco a poco caía en la inconsciencia, su mente comenzó a ubicarse mejor. Marcy, el Lich, la canción del desierto, Las Sirenas de Arena...al final fueron tantas las preguntas en su cabeza que terminó durmiéndose...teniendo una pesadillas como muchas en su viaje.

Dolor, sangre, guerra, humo, tristeza, desesperación, el Lich, la sonrisa sádica de la Demonio...y los ojos del Conde, acechándolo. Al final, siempre salía Marcy...y una de dos: o él se sacrificaba de nuevo por ella...o ella moría.

Terminó por despertarse exaltado, con la mirada borrosa y completamente mareado. Supo que era de noche, porque la luz del foco a la pared estaba encendido sobre su cabeza, alumbrando un poco la oscuridad del cuarto...entonces oyó ruido a su lado...aun semiinconsciente volteó y vio una figura azul marino opaco. Algo buscaba en el buró...parecía que tenía cabello rubio también.

El extraño pareció percatarse del trance sonámbulo de Finn y se inclinó a él y le cubrió con algo la boca.

Finn no puso resistencia, únicamente olió lo que tenía cerca. Era un olor dulzón y agradable...que terminó por marearlo y cayó de nuevo en la almohada, agotado.

Luego de un rato en el que tofo se le volvió oscuro, sintió algo saltando sobre sus piernas.

Poco a poco abrió los ojos al sentir algo que le picaba la cara, igual que algo pachón. Entonces, conforme el mareo se le fue pasando, enfocó lo mirada, topándose cara a cara con un rostro completamente circular, todo peludo, color blanco, con una gema roja en su frente sostenida por una hilera de monedas de oro.

-¿Mu...?- soltó la pequeña criatura. Al instante Finn abrió los ojos de golpe.

-¡AAAAAAAHHHHHH!- gritó el humano asustado, parándose de golpe y pataleando, completamente asustado y tirando a la criatura de la cama de metal.

-¡Viejo, despertaste!- oyó una voz feliz, en frente, al instante se encontró con Jake, quien sacaba algo de una bolsa.

-¿Qué es eso?- peguntó el humano, completamente exaltado, señalando la criatura más parecida a un peluche, gordita, con patas esponjosas rosadas y suaves y no le llegaba a mas de las rodillas a Jake, quien le servía de escondite y miraba asustado a Finn. El perro bajó la mirada a la criatura.

-Oh, él es el famoso Mu. Ayudó a curar tus heridas junto con la Princesa Ámbar- dijo Jake, acariciando un poco su cabeza-

-¿Mu?-

-Si, al igual que ese enorme dragón, esta adorable cosita es la mascota de la Princesa, le puso así porque al parecer es lo único que sabe decir- dijo Jake, cargando a la criatura, acercándose y dejándolo sobre sus piernas- Pero no es malo-

-¿Conociste a Aroon?- le preguntó el humano, algo sorprendido y frotándose los ojos para espantar el sueño.

-Si, él nos transportó de en medio del desierto a este Reino. Lo conocí el día que desperté- explicó el perro.

Finn bajó la mirada hacia la pequeña criatura, quien lo vio un poco con temor y él con recelo, por lo que únicamente extendió su mano, dudando un poco y finalmente, le acarició la cabeza, la criatura se acercó a él con más confianza y sonrió, sonriendo apaciblemente.

-Mu…- ronroneó, mientras Finn sonreía, enternecido.

-Je, je, es gracioso…- rió un poco el humano y luego miró a su hermano- Viejo, ¿Qué hora es?-

-Mmmm…no lo sé, pero es temprano, tanto que en unos segundos estará el desayuno y Ámbar me pidió que te despertara, dice que estás mejor y que puedes moverte ya.- explicó el perro- Pero primero tienes que vestirte. La Princesa trajo tu ropa. La que traías estaba ya muy sucia y desgastada, por eso la mandó a que la lavaran y la arreglaran, solo tu gorrito me lo dio - dijo Jake, tomando lo que había sacado de la bolsa y dejándolo en el sofá azul marino al lado del ventanal, el cual estaba cerrado por enormes cortinas.

-Gracias…¿Amanecieron bien todos?- preguntó Finn, aún algo preocupado.

-Si, Ámbar dijo que Fionna está completamente curada, pero que tiene que pasar por unos análisis para estar seguros de que le veneno de las Púrpuras ya está fuera de su organismo y de Marcy también dijo que ya esta mejor…pero también le iban a hacer quien sabe qué cosa, pero estarán con nosotros para cenar- contestó el perro- Pero anda, levántate flojo. Que es un gran día-

Entonces Jake corrió las cortinas para que la luz entrara. Lo ojos de Finn se iluminaron cuando vio el paisaje. Las dunas doradas bajo un cielo azul brillante y hermoso.

El día era perfecto.


Después de media hora de prepararse y quitarle las vendas con verbena, Finn y Jake bajaron con el humano vestido.

Al igual que el traje de Marshall, el de Finn consistía en una camiseta fresca de color blanco y pantalones de algodón y lana bombachos color azules con botines negros, adornados con hebillas parecidas a las de un cinturón de vaqueros y se colocó su gorrito junto con unas muñequeras y un cinturón en su cadera color café donde tenía envainada su espada, que, amablemente, Ámbar le había dejado. Le frustró un poco cuando se colocó la gorra blanca, dado a que se salía un mechón de su cabello rubio, dándole a entender que ya lo tenía bastante largo, así que, como pudo, se lo volvió a ocultar.

Una amable enfermera, de cabello y ojos rojos, vestida con un traje blanco de seda, parecido al de la Princesa, solo que más opaco color blanco con una cruz roja hecha de rubí en su pecho, los guió por los pasillos, saliendo de la enfermería a otro lugar.

Finn se sintió mareado cuando esa mujer los condujo entre tanto laberinto de paredes y pasillos, pero se permitió observar el lugar.

La enfermería era más grande que su casa y dijeron que solo era un octavo del castillo, por lo que supo que el lugar donde se encontraban era enorme. Las paredes de este lugar estaban hechas de diamante y uno que otro toque de mármol pulido, luego subieron unas escaleras de caracol donde había varios candelabros de diamantes, Finn se dio cuenta que no eran velas, sino electricidad. No le sorprendía después de tener todos esos aparatos en su cuerpo que terminaron por curarlo.

Al final terminaron en ese laberinto de paredes hechas de zafiro, con alfombra de terciopelo rojo, los mismos candelabros y uno que otro candil en la pared. Puro lujo. El humano veía admirado cada rincón de ese lugar, pero parecía que a Jake no le sorprendía tanto como a él, de seguro era porque ya tenía más días que él ahí, consiente al menos. Las puertas de ambos lados del pasillo se hicieron presentes. Fina madera de ébano con cerradura de hierro.

Al final se detuvieron frente a una de las muchas puertas, y la doctora abrió con una llave la cerradura y le cedió el paso.

-La Princesa me mandó para que lo trajera a su habitación, espero que sea de su agrado y se sienta cómodo- dijo, entregándole la llave, dejándole claro que ahora el cuarto era de él. Finn miró admirado por un momento la mano de la señorita.

-¿Este…Este es mi cuarto?- tartamudeó, sin poder creérselo.

Y es que su habitación era más grande que la que tenía en la enfermería.

Dos enormes ventanales por los que entraba la luz de la hermosa mañana se extendía por toda la habitación hecha del mismo material que los pasillos con uno que otro toque de diamante. Los muebles eran tan finos, hechos de ébano, mármol o turmalina. La cama era grandísima y en ella había muchas almohadas y una colcha color azul cielo. Había un armario cinco veces más grande que el de Marceline lleno de zapatos negros, botas, botines y trajes parecidos al que traía, de hombre. Un espejo de cuerpo completo y un tocador lleno de champús, estropajos, jabones y otros artículos de belleza a los que le resto importancia, pues, seguía siendo un varón, aunque había como diez peines de diferentes formas y tamaños y esto le llamó la atención. Había lámparas de noche y una puerta que conducía al baño. Caminó lentamente hacia ahí y casi se cae para atrás cuando lo vio. Era más grande que la habitación que él y Jake tenían en la casa del árbol.

Tenía muchos espejos en las paredes, un candelabro con luz ambar, una regadera con quince llaves de diferentes colores, un fregadero enorme de mármol, varias toallas y batas colgadas de color blanco y una bañera hecha de la misma piedra del tamaño que la cama con cinco llaves diferentes.

-Estoy…en el cielo…- dio Finn, mientras sus ojos sacaban un ligero brillo. Jake llegó y le dio un golpe amistoso en el hombro.

-Sabía que te gustaría. La mía es igual, estoy al lado de ti- explicó el perro, Finn rió un poco y chocó los puños con su hermano.

-¡Algebraico!-

-Disculpen, pero la Princesa solicita que bajen a desayunar- pidió la enfermera, mientras a su lado se posaba Mu, quien los había estado siguiendo.

-Si, vamos, Finn. Que la comida también te va a encantar. Pero antes tienes que ponerte algo de loción, viejo- dijo Jake.- A Marshall no le va a gustar el olor a verbena que aun tienes impregnado-


Después de que Finn vio la clase de lujos que tendría siendo invitado de la Princesa, Jake lo condujo al comedor sin la necesidad de la enfermera, junto con Mu.

Bajaron por un camino menos tedioso hasta llegar a un enorme salón, con un piano de turmalina y mas diamantes, con suelo de ajedrez, techo de rubí y un candelabro más grande que otra cosa. Jake lo condujo a un portón de roble de los costados de la habitación y entonces entraron al comedor.

-¡Buenos días a todos!- saludó Jake alegremente, pasando y corriendo a su lugar junto con Mu.

-¡Buenos días, Jake! ¡Finn!- saludó la Dulce Princesa, feliz, mientras Finn veía aun admirado la habitación.

Tenía enfrente un enorme comedor lleno de comida y bebidas que jamás se imaginó. Tazones de frutas conocidas y desconocidas para él, copas con jugo de uva, jarras con otra clase de jugos, carnes, filetes de res, puerco, un pizza, verduras, pastas…vaya, de todo había ahí, y todo parecía fresco y el olor inundó su nariz, causándole de nuevo bastante hambre. Le alegró ver a sus amigos: Bonnie comía un delicioso helado suave con galleta y chocolate derretido, Jake tomó una grande pieza de pierna asada y comenzó a devorarla tan pronto como se sentó, Marshall tomaba una copa de jugo de jitomate con limón y un toque de salsa picante, mientras Beemo se comía…¿Unas pilas? Bueno, lo que fueran. La Princesa Ámbar estaba a la cabecera del comedor, comiendo una deliciosa ensalada con fresas y arándanos, sazonado con una dulce salsa y cacahuates garapiñados, acompañado por una bebida de color blanco. Al verlo entrar se puso de pie y se le iluminó la mirada.

-Finn, buenos días. Toma asiento por favor, tu desayuno está listo- dijo, invitándolo a tomar asiento a su costado, frente a Marshall, quien también parecía contento de verlo. Finn le obedeció y se sentó en el lugar indicado y bajó la mirada. Había un plato de plata con espagueti recién hecho con albóndigas y queso derretido y a su lado, una copa de jugo de naranja con una rodaja.- Jake dijo que es tu comida favorita. Así que pedí a mis cocineros que la hicieran para ti-

-Si, muchas gracias, princesa- dijo Finn, tomando un tenedor te una docena que tenía al lado y comenzó a comer, al instante en que saboreó la pasta, esbozó una sonrisa- ¡Glob! ¡Está buenísimo!-

-Me alegra que te guste- dijo Ámbar- Todo lo que está en la mesa es cultivado, cuidado y cosechado aquí. Tenemos un acuífero subterráneo que desde adentro alimenta todas nuestras cosechas y la brisa del mar también nos ayuda un poco. Siempre hay que comer, incluso cuando hay tormentas de arena, no importa la estación que sea-

Finn le sonrió en respuesta y vio las puertas de cristal y ébano que se encontraban detrás de Marshall. Había arbustos, supuso que eran los jardines reales, pero, el calor del desierto no parecía afectarles, al contrario, con la luz del sol el rocío brillaba y las rosas en ellos estaban abiertas pétalo por pétalo.

-Quisiera que conocieras el reino hoy. Tus amigos han estado esperando a que despiertes para poder conocer un poco más- dijo la Princesa.

-¿No sería bueno que esperáramos a Fionna y a Marcy?- preguntó Finn, con la boca llena.

-Ellas están mejor, Finn. No sé si te dijo Jake, pero Marceline y Fi estarán listas para cuando cenen con nosotros- dijo ella- Pueden salir después…y tal vez…puedas enseñarle tú únicamente el Reino a Marcy, aunque ella ya lo conoce- dijo sonando pícara. Finn tragó el bocado y se sonrojó un poco. ¿Ella lo sabía? No lo dudaba, de seguro Jake, Marshall o Bonnie habían abierto la boca.

-¿Usted…ya conocía a Marceline?- le preguntó, algo tímido.

-Si….somos grandes amigas- contestó Ámbar, recargándose en la mesa.

-Tan buenas amigas que la terminó por dormir también en el desierto- dijo Marshall, en cierto tono burlón.

-¿De nuevo ese resentimiento, Marshall?- preguntó la Princesa, girándose a el vampiro- Ya te dije que los dormí únicamente porque iban con más personas y no deben saber el paradero de nuestra ciudad. Aunque en tu caso, querido Marshall, como Rey Vampiro, rompiste ese pacto…-

-Tenía que hacerlo….- dijo Marshall, tomando un trago de su copa.

-Y no sabes el daño que va a causar ahora…- susurró la Princesa, recargándose en la fina silla. Marshall tragó en seco y se quitó la copa de la cara, Finn igual la miró, confuso.

-¿Daño?- repitió el vampiro, comenzando a enterrar la mala espina.

-Olvídalo- dijo la Princesa Ámbar y luego se giró a Finn- ¿Qué tal te pareció Aroon?-

-Es…amable….y parece peligroso- dijo Finn, con sinceridad. La Princesa rió un poco.

-No…Aroon jamás te hará daño, créeme. Es el protector de este reino- le dijo, con una gran sonrisa- En fin, realmente quiero que conozcas el Reino-

-Claro, solo si promete que estaremos aquí cuando Marcy y Fionna despierten- pidió Finn.

-Sin duda- respondió ella, de nuevo amablemente.

-Oh…eso me recuerda- dijo Marshall, chasqueando los dedos. Se agachó en la silla y tomó algo debajo de la mesa, se enderezó y puso una caja de cartón y la puso encima- Te traje algo Ámbar- rápidamente, le quitó la tapa, dejando ver unos tenis Converse negros con blancos, parecido a los de él.

La mirada de Ámbar se iluminó al instante y se levantó de la mesa, dando saltitos, emocionada.

-¡AAAAAAAHHHHHHH!- dio un grito de euforia- ¡Los conseguiste!-

-Así es…- contestó Marshall, modestamente- Un pequeño regalo para una vieja amiga. Te los traje después de que no nos vimos desde hace años-

-¡Gracias, gracias, gracias! ¡Eres fenomenal, Marshall!- soltó contenta y tomó los tenis de la caja, se sentó en la silla y se los comenzó a poner. Finn miró algo sorprendido como la educación real se había vuelto una euforia adolescente. A decir verdad, esa chica no aparentaba tener más edad que Marshall o Marcy. También miraba como el vampiro la trataba con mucha igualdad y confianza, igual que ella hacia él. Incluso pensaba que a él le guardaba más respeto siendo más joven.

-Esperen…-pidió Finn- ¿Ustedes también ya se conocían?-

-Si- respondió Marshall- Nos conocimos después de la Guerra de los Champiñones-

-Oh, gracias. Olvidaste mencionarme ese pequeño detalle- dijo Finn, con un poco de recelo. El vampiro solo amplió una sonrisa traviesa.

-Je, je. Lo siento-

-Princesa….¿Qué tiene de especial un par de tenis?- preguntó Bonnie.

-Demasiado- contestó ella, emocionada mientras ataba sus agujetas y los admiraba en sus pies, los cuales hacía unos segundos estaban desnudos- Marshall, siempre que viene, me trae botas negras u otra clase de zapatos. Pero llevo décadas diciéndole que me consiga unos como los suyos… ¡Y al fin me los consiguió!-

-Recuerda, siempre y cuando mi Chaparrita quedé bien- le recordó el vampiro, ella le respondió con una sonrisa.

-No te preocupes-

De repente llegó una de las amas de llaves de la Princesa. Era una mujer chaparrita, con cuerpo igual al de una pera, cabello rubio y recogido en un chongo y ojos aceitunados. Llevaba una playera blanca tradicional, pero más cubierta a diferencia de la de la de Ámbar y Bonnie, falda larga roja y pies descalzos con pulseras de oro en sus tobillos gorditos. Parecía ser una de las personas mas viejas que Finn había visto, son embargo tenía cara amable y la de una dulce abuelita.

-Buenos días, su majestad- saludó la mujer, haciendo una reverencia- Anthony ya llegó y el embajador del Reino del Fuego la está esperando en la estancia-

-¿Reino del Fuego?- preguntó Finn. Por alguna razón se le erizó la piel y Jake y él se miraron, algo confundidos y temiéndose lo peor. Cuando hablaban del Reino del Fuego se trataba de cosas o muy buenas o muy malas.

-Chicos, ella es Grace, mi ama de llaves. Estará a su disposición si se les ofrece algo- dijo la Princesa, poniéndose de pie y recobrando la seriedad real. Al instante la dama hizo una reverencia de amabilidad- Lamento decirles que no podré acompañarlos a recorrer el reino porque tengo algunos asuntos reales que atender, pero mi consejero real lo hará por mí-

-Cielos, gracias...Princesa- agradeció el humano.

-Buenos días- saludó de repente alguien, entrando por la puerta, captando la atención, lleno de alegría y dirigiéndose a la princesa.

-Llegas tarde, Anthony- le reclamó la Princesa. El joven se acercó a ella y le tomó una mano, haciendo una reverencia y besándosela.

-Lo lamento, su alteza- dijo, caballerosamente.

Finn miró un poco a aquel muchacho y un vaho recuerdo de la noche se le vino.

Aquel extraño de cabello rubio a quien no vio de manera clara… ¿Podía ser él? También podía ser Grace, pero lo veía difícil porque la figura que vio era delgada. El muchacho era demasiado apuesto, tanto que a Bonnie se le desencajó la mandíbula.

Tenía la piel un poco mas oscura que la de Finn, pero solo una pizca, su cabello era rubio cenizo, alborotado y le caía graciosamente sobre la frente, pero lo tenía atado a una coleta a la altura de la nuca, sus ojos eran verdes, como dos esmeraldas y vestía una playera de algodón y manta blanca, desabotonada lo suficiente para que parte de su abdomen estuviera a la vista, dándole un toque completamente sensual, llevaba unos pantalones iguales a los del humano azul marino, botines con esmeraldas incrustadas al cuero y un cinturón donde tenía guardada una espada por igual.

-Muchachos, él es mi consejero real- lo presentó a los muchachos- Él les dará un pequeño recorrido por nuestra cuidad, tendrán que perdonarme por no hacerlo yo misma, pero es que tengo que ver más cosas- se disculpó la Princesa- Ellos son Finn, La Dulce Princesa, Jake, Beemo y Marshall-

Las miradas de todos se posaron en el joven. Finn lo veía admirado, pues esa sonrisa era tan mística como la de la Princesa, igual que el brillo seductor en su mirada, Bonnie lo miraba boquiabierta, Jake lo miraba igual que Finn y Beemo y Marshall….lo miraba con desconfianza.

No sabía por qué, pero tenía una cierta corazonada de que ese chico, a la larga, resultaría peligroso. No lo conocía, pues años anteriores no lo había visto en su vida, así que supuso que era un nuevo en el personal de Ámbar, sin embargo…aun le daba mala espina.

-Es un placer- dijo el joven, haciendo una reverencia y sonando amable- Mi nombre es Anthony Stone-


-Y este es el pueblo...- dijo el joven consejero mientras caminabas por las calles de piedra suave, con arena traída del desierto gracias al viento.

Finn, mientras seguían caminando, observaba cuidadoso todo lo que se le presentaba.

El cielo había adquirido un tono mas dorado conforme pasó el día, sin embargo el calor no era tan abrasador como a la mitad del desierto. Era agradable el aire cálido en sus pulmones y la brisa del mar...aunque aun no lo encontraba.

Anthony había dicho que el Reino de la Joya se ubicaba al final del Último Desierto, una ciudad en forma de luna en menguante, delimitada por la costa mas lejana de Ooo y el mar de arenas tibias y agua muy poco salada.

El pueblo era espacioso, grande y muy tranquilo, sin embargo, a pesar de su estilo rustico y humilde, albergaba cierta tecnología, como carros pequeños, planeadores, carga cosas automáticos y otras cosas más, sin embargo la humildad hogareña de los pueblerinos era presente.

Las mujeres era hermosas, la mayoría de pieles bronceadas por el sol igual que los hombres, niños y niñas que jugaban, vendían en puestos distintos alimentos, como lo que Ámbar tenía en el comedor, y, al parecer, Anthony tenia la piel mas blanca que había visto hasta el momento. La mayoría usaba trajes más humildes, hechos de algodón, pero las personas parecían felices. Los hombres cargaban costales en sus espaldas las mujeres barrían y los ancianos tejían.

Las casas estaban hechas de cuarcito, cuarcillo y uno que otro toque de arcilla, muy lujoso incluso para los pueblerinos. Parecía que "carencia" no era una palabra estable ahí.

Se dio cuenta igual que la gente parecían humanos, pero luego descartó la posibilidad cuando se dio cuenta que cada persona tenía un aspecto similar en su cuerpo.

Una niña, por ejemplo, era morena, no le calculaba más de cinco años, pero tenía los ojos grandes y verdes...y en la frente una hermosa esmeralda. Un muchacho, por el contario, en los brazos le salía destellos, que mirándolos más de cerca, eran alejandrinas en una hilera y le subían desde las muñecas hasta los músculos.

Era un reino fabuloso y la alegría se notaba, tanto a su alrededor y en los ojos de Anthony, a quien aun miraba a veces...admirado.

No conocía del todo a Ámbar, pero como para tener a un pueblo así de feliz y sin delincuencia, bueno, realmente había hecho un gran trabajo.

-Y ahí venden la mejor cerveza del mundo- dijo el joven, señalando una tienda de arcilla con varias personas en mesas exteriores riendo contentos servidas por jovencitas sensuales vestidas con falditas color negro con brillos y trajes escotados.

-¿Cerveza?- preguntó Finn, dudoso.

-Una bebida que a los humanos les gustaba beber ates de la Guerra, era servida muy usualmente en un lugar llamado Latinoamérica. Actualmente ese continente no existe ya- explicó el muchacho.

-¡Increíble!- dijo Finn asombrado-¿Cómo sabes eso?-

-Oh...he estudiado mucho- contestó el joven con una sonrisa, luego se giró con Marshall-¿No quieres una para refrescarte? Te las preparan con salsa picante-

-Bueno, una para refrescarnos- dijo Marshall, despreocupado y contento.

-Ja, ja, ja, si...¡Cerveza!-dijo Jake, entusiasmado y corrió hacia allá con Mu y Beemo.

-¿Puedo tomar eso?- preguntó Finn.

-Tal y como te dije del nivel quince...¡Aléjate de esa bebida!- lo regañó el perro.

-Cierto, aun eres muy chico, podrás tomarla cuando seas más grande- dijo Marshall, acariciándole la cabeza, amistosamente. Finn lo miró con recelo.

-¿Que no te hace daño el sol?- masculló. Pues es que ahora que lo veía, el vampiro, no se había colocado ningún protector y esta expuesto completamente al sol, lo extraño era que no se debilitó ni quemó y parecía estar a gusto en el viaje.

-Ámbar me untó una crema especial que ella fabricó para que el sol no me dañará, ya que aquí, como verás, es algo complicado- explicó Marshall, mientras caminaba hacia la tienda junto con Anthony.

-Algebraico...-dijo Finn. Llegaron al lugar y Anthony, como un sol alumbró a todos, quienes los ebrios lo saludaros, cuerdos...y no tan cuerdos.

-Hola, muchachos- saludo Anthony, alegremente, entonces una bella chica pelirroja en la barra sirvió de una bandeja dos enormes botellas a dos hombres grandotes y tan pronto como vio entrar al joven acompañado se le dibujó una sonrisa en el rostro y corrió a él.

-¡Anthony! ¡Que alegría verte!- le saludó, acercándose a él, con una mirada coqueta y bajando la bandeja

´-Lo mismo digo, Maryan- respondió el joven.

-¿No tienes que estar en el palacio?- le preguntó.

-Oh, la Princesa me encargó mostrarles a estos turistas la ciudad, solo que nos hemos detenido a beber algo- explicó el joven, señalando con su pulgar a los muchachos.

-Ya veo... ¿Son más de los competi...? Comenzó a preguntar la chica, pero Anthony le tapó la boca al instante. La muchacha lo miró molesta y los demás sorprendidos de su reacción

-Je, je...si, Maryan...jajaja, eres muy graciosa- rió Anthony con nerviosismo- ¿Por qué no nos consigues una mesa afuera y un par de bellas camareras eh?-

-De acuerdo- respondió la chica, enojada, y luego metió los dedos a su boca y soltó un fuerte silbido-¡Chicas! ¡Tenemos clientes, denle a estos guapos compañía y una buena mesa afuera!-

De la nada tres hermosas jóvenes salieron envainadas en el mismo uniforme, con las feromonas desbordándoseles y la hormonas algo alteradas. Al instante una se colgó del brazo de Marshall, otra comenzó a pellizcarle las mejillas a Finn y otra comenzó a rascarle la oreja a Jake.

-¡Oh, si amor! Dale a Jakey mas duro...-suspiró el perro, la muchacha al instante soltó una risita sosa.

-¡Que guapo!- soltó la chica que estaba abrazada igual que un koala a Marshall, este le, sonrió de manera coqueta.

-Vaya...-

-¿Podemos sentarnos?- masculló Finn molesto, mientras la chica seguía pellizcándole.

A los pocos minutos, ya tenían una mesa fuera, donde se podía ver el pueblo y las dunas a lo lejos, igual que las personas y los comerciantes pasar y correr. A Marshall y a Anthony les trajeron dos buenos tarros de cerveza bien preparada con salsa, en el caso de el vampiro, Finn se pidió un jugo de naranja, Jake igual tomó un poco y a los pocos segundos le hizo una leve reacción, igual que a Bonnie, pues ya estaban diciendo algunas incoherencias, mientras tenían a un montón de las camareras a su alrededor, riendo de cada cosa que decía el perro con Bonnibel, a quien Finn nunca la había visto tan colorada.

-Parece que se divierten- dijo Anthony, con una sonrisa.

-Si…¿Eso no hace daño, o si?- preguntó Finn, mirando a su hermano y amiga. Anthony rió un poco.

-No…no si la bebes a diario- contestó, mirándolo.

-Bueno, Anthony…. Comenzó a decir el vampiro, mirándolo calculadoramente- No has platicado mucho del Reino…pero…quisiera saber más de ti. ¿De donde te sacó Ámbar?-

Finn miró algo confuso al vampiro por su mirada y luego al joven, quien no borró su sonrisa, pero hubo un brillo que se le atravesó por la mirada y que el humano no desapercibido. Le daba la impresión de que, al igual que él, Marshall veía a ese muchacho demasiado místico…y algo desconfiado.

-La Princesa me sacó desde hace dos años. Con mucho trabajo logré entrar al Palacio a trabajar y ganarme su confianza. A los seis meses ya era su consejero real- explicó sin más el muchacho. Finn lo miró a los ojos y luego sus manos alrededor del tarro. A diferencia de las muñecas de Princesa, con finos diamantes incrustados en ella y en sus tobillos…ese muchacho solo tenía algunos destellos, como polvo de oro, pero nada más. Era muy diferente a los que había visto que tenían gemas incrustadas en la piel. Ese muchacho no tenía nada, salvo esos brillos en sus fuertes manos.

-La Princesa… ¿Gobierna también desde hace dos años?- preguntó Finn, levantando la mirada a él.

-No- respondió Anthony- La Princesa ha gobernado desde mucho antes de que yo naciera. Siempre ha sido la gobernante de este reino, después de la Guerra de los Champiñones-

-O sea que… ¿Ella también es inmortal?- volvió a preguntar Finn, algo sorprendido.

-Si- respondió, pero ahora fue Marshall, los dos chicos lo miraron algo sorprendidos de que él supiera la respuesta.

-Tu…ya conocías a la Princesa…¿verdad?- preguntó Anthony, viendo un poco con desconfianza al vampiro por igual.

-Si…aunque ella no es un vampiro…- dijo Marshall- Ella fue la primera en la que se efectuó la Perla de la Juventud Eterna-

De nuevo el principio de sus problemas resonó en las paredes de Finn.

Después de todo lo acontecido, le costaba trabajo creer que aun seguían buscando aquel objeto. Les daba ansias llegar ya por Fionna y Marcy y por el problema con el Conde, pero ahí, en esa mesa, se daba cuenta de que finalmente habían llegado a su destino y que tenía que moverse si no quería que el viaje fuese en vano.

-¿Qué sabes acerca de la Perla?- preguntó Finn. Anthony lo miró más seriamente, por primera vez el humano se sintió abrasado por esos ojos color esmeralda.

-No se supone que deba hablar de ello, porque ha habido cambios en el sistema- respondió Anthony. Marshall frunció más el ceño- A la que le deberías de preguntar es a la Princesa. Después de todo, pareces caerle bien, igual que tu hermana-

-¿Lo sabes?- preguntó Finn, algo apenado.

-Si, sé que tu hermana se llama Fionna y que apenas la encontraste. Cómo el consejero real, Ámbar me contó todo. Espero que no les moleste- dijo el joven.

-Para nada. Está bien- respondió Finn con una sonrisa- Solo tengo una duda más… ¿Qué es precisamente Aroon?-

-Oh…Aroon…- sonrió Anthony- Aroon es un dragón que encontramos enterrado en las dunas hace mucho tiempo. Gracias a la radiación de la Guerra logró salir con vida…lo interesante es que la Princesa y él comparten un vínculo especial-

-¿Qué clase de vínculo?-

-La Princesa es portadora de El Ámbar del Sol. Una gema demasiado poderosa que tiene en lugar de corazón y, que por su mismo poder, mantiene la vida en este Reino. Aroon, por el contrario, es portador de El Zafiro de la Luna, también vital para este reino. Y como son inmortales le dan vida a esta ciudad, generación tras generación, teniendo un equilibrio perfecto. De hecho, la Princesa es portadora de varios poderes, entre ellos el control del fuego y el agua y el poder de adivinar el futuro, aunque casi no lo hace porque lo cree incorrecto- explicó el joven.

-Eres el consejero y nos estás soltando toda la sopa, hombre.- Reprochó Marshall, cruzándose de brazos y esbozando una sonrisa burlona.

-Bueno, sé que ustedes dos son de confianza- sonrió Anthony, mirándolo igual- Además., creo que al joven Finn le servirá esta información para más adelante-

-¿Más adelante?- repitió Finn, murándolo. ¿Por qué todos tenían que hablar en clave?

-Si…te lo explicará Ámbar después, depende de lo que tú y tu hermana decidan- respondió el consejero. Entonces se oyó como tiraron algo en la mesa de atrás, donde estaban Bonnie, Jake y Beemo y las risitas de las camareras. Los chicos se giraron y vieron como un tarro de cristal estaba hecho pedazos en el suelo y la Dulce Princesa y Jake, con los estragos del alcohol, se estaban echando la culpa en una divertida pelea.- Tu hermano parece ser una perro muy feliz-

-Si- respondió Finn ante el comentario- Hablando de eso, Anthony…¡Digo…señor! Uh…-

-Tranquilo, puedes hablarme de "tú"- dijo el joven, amablemente.

-Bueno…Anthony…Tu… ¿Tienes familia también?- preguntó el humano, inocentemente. Al instante los ojos del consejero se llenaron de tristeza y no respondió. De repente Finn se dio cuenta de que, sus palabras fueron como dagas para él. Conocía esa expresión, era la misma tristeza reflejada de un pasado malo, lleno de rencores. Como la mirada de Marceline y Marshall, que pesé a sus intimidantes ojos carmín, había una pizca de dolor, como en los de Jake, la noche que le contó lo que pasó con Joshua y Margaret…y ¿Por qué no decirlo? También lo vio en la Princesa Ámbar.-Lo siento…no debí…- trató de disculparse el humano.

-Olvídalo- respondió Anthony, y luego fingió una sonrisa- Es solo que…no me gusta hablar mucho sobre le tema-

Marshall miró la expresión de tristeza en los ojos del consejero y la culpabilidad en los de Finn, por lo que únicamente se levantó, dándole el último trago a su tarro y luego lo dejó en la mesa.

-Tal vez deberíamos volver.- dijo el vampiro, tratando de ajustar el tenso ambiente que de pronto se había creado- Puede que Ámbar ya nos esté esperando con Fi y Marcy-


Casi al anochecer, los muchachos regresaron al palacio. Afortunadamente Anthony terminó las tres cuartas partes del recorrido antes de que Jake y Bonnibel se cayeran de tan ebrios que estaban. Al final, Finn tuvo que cargarse a su hermano en la espalda, mientras este roncaba y le llenaba la nariz a alcohol que a Finn le causaba nauseas, y Marshall cargó a Bonnie, quien se puso un poco coqueta con Anthony una vez ebria, diciendo: "¿Te han dicho que eres muuuuuuy candente?" A Finn le causó gracia. Nunca había visto así de descontrolada a la Dulce Princesa, pero le alegraba de que, por una vez en su vida, se divirtiera sin importarle mucho el su Reino o sus deberes reales. Simplemente una chica normal. Lo que le llevó a pensar… ¿Ámbar sufría de las mismas limitaciones?

Finn no había visto bien el palacio, primeramente porque, cuando salieron a dar el paseo, salieron por la parte de atrás, y aunque no vio la playa, oía el océano, el simple sonido hizo que se le erizara la piel y luego, cuando volvieron, ya casi era a oscuras y tampoco miró bien la entrada.

Cuando llegaron se dirigieron a una pequeña sala con chimenea y ahí, acostaron en dos sillones de terciopelo rojo y oro a Bonnie y a Jake, mientras Grace le iba a avisar a la Princesa, quien estaba atendiendo a dos Representantes de las Cosechas de Uva.

-¿Te divertiste, Beemo?- le preguntó Finn a la consola, sentándose en otro sillón, mientras lo sostenía en sus piernas.

-Si. Jake y la Dulce Princesa son interesantes cuando están ebrios- rió la consola. Finn rió un poco también.

-Ja, ja. Si…-

En eso las puertas de roble se abrieron y pasó por ellas la Princesa, con una gran sonrisa.

-Buenas noches, caballeros- saludó, alegremente, Finn y Marshall se pusieron de pie al instante. Finn por respeto y Marshall porque lo sobresaltó. Lo ponía nervioso ver a Fionna de nuevo.-¿La pasaron bien?-

-Excelente- dijo Finn- Tiene un reino sensacional, Princesa-

-Gracias, muchacho- le dijo ella y luego miró a Bonnie y a Jake, roncando a todo pulmón-¿Y a estos qué les pasó?-

-Digamos que tomaron más de los que debían de nuestra bebida tradicional- dijo Anthony, sonriendo divertido, Finn también soltó unas risitas y Ámbar lo miró con una sonrisa audaz.

-Luego te la voy a cobrar… ¿eh, Anthony?- amenazó la Princesa, de manera burlona. El muchacho solo sonrió complacido.-Bueno…¿Listos para una sorpresa?- dijo ella, dando un aplauso- Hay dos personitas que quieren verlos. Pero pasemos al salón, ellas etán ahí- invitó.

-¿Y La Dulce Princesa y Jake?- preguntó Finn.

-No te preocupes, mandaré a dos lacayos para que los suban a sus habitaciones y…¿Mu?- llamó a la criaturita, quien al instante dio un brinco adelante.

-¡Mu!...-

-¿Podrías encargarte de su resaca mañana?- le preguntó la Princesa, irguiéndose un poco hacia él.

-¡Mu!- accedió la criaturita, ámbar sonrió y se enderezó de nuevo.

-Excelente- dijo ella- Entonces vamos al salón. Esas personas están ansiosas de verles desde hace dos horas-

Tras decir eso, los invitó de nuevo a pasar al siguiente salon, donde Jake habîa invitado a Finn. Una vez ahi, al pie de unas enormes escaleras que subian al corredor del segundo piso, partièndose en dos partes.

Había un piano en una tarima de mármol y atrás un ventanal, donde se podía ver la tibia noche, una mesa y un candelabro más pequeño, pero eso solo estaba hasta el rincón del enorme lugar, porque en realidad Ámbar les dio el paso en frente de las escaleras.

-¡Finn!- oyeron una voz femenina y de un momento a otro, Cake se le encimó al humano, dándole un fuerte abrazo y sobresaltándolo un poco.

-Hola, Cake- saludó el humano contento, de volviéndole el gesto y luego la bajó de nuevo y la observo mejor. Al igual que Jake, tenía una perforación con un arillo de oro atravesado a su oreja, adornada por un topacio en forma de corazón, también llevaba una pulsera de monedas de oro en una pata delantera y en una trasera. A decir verdad lucía fenomenal.

-¿Estás mejor? ¿Ya no te duele nada?- le preguntó.

-¡Estoy súper hellooo!- contestó el humano, alegremente.

-Genial… porque prepárate para quedar con la boca bien abierta- dijo la gata, feliz.

-Um...ok...- repondió el humano, encogiendose de hombros y no estando muy seguro de a què se referîa.

-¡Wow!...- soltó de repente Beemo. Finn lo volteó a ver y vio un gesto bobalicón y admirado, mientras este tenía su vista posada en las escaleras. Marshall tenía un aspecto tan...cambiado, y su audaz sonrisa se convirtió en una boca bien abierta mientras se sonrojaba hasta las orejas. El humano, confundido miró hacia ella y...sus ojos brillaron.

Era Fionna.

Pero, no era la humana moribunda de hacia tres días, no, las horribles manchas Púrpuras habían desaparecido, y lo que parecía ser una chica de quince años a punto de morir envenenada, en ese momento era lo mas parecido a una princesa.

Bajó lentamente, ruborizada de ser el centro de atención ante las miradas idiotas de Todos los muchachos, a excepción de Anthony, Ámbar, Mu y Cake. Y es que la Princesa había hecho un gran trabajo con su vestuario.

Llevaba un vestido blanco de seda y detalles luminosos, como el de Bonnie. Tenía unas finas mangas hasta las muñecas y descendía en una falda de holanes, donde en el pliegue tenía una franja azul cielo, como alrededor de sus muñecas y a la cadera un cinturón parecido al de Finn, donde envainada, estaba su espada de cristal y unos flats de color negro, parecidos a sus zapatos tradicionales, y claro, su inseparable gorrito.

Se veía sana, mejor aun, completamente hermosa, pero parecía que esa mirada de aventura nunca cedería, pues ahí seguía estando ese inquietante brillo azul celeste en sus ojos.

-¡Hay! ¡Hay! ¡Hay! ¡Hay! ¡Hay! Estás que ardes, hermanita- soltó Finn feliz, una vez que la humana estaba frente a él.

-¡Oh, cállate, viejo!- bufó Fionna, aun apenada, pero Entonces su mirada se volvió más seria-¿Te sientes mejor? La Princesa dijo que habías perdido mucha sangre-

-Oh, estoy bien- respondió él-¿Y tu?-

-Mejor de lo que tú crees- respondió la humana.

-Entonces si tú lo estás, nada podría ser mejor- sonrió Finn.

-Tú lo has dicho-

Entonces ambos se abrazaron, por primera vez sabiendo que su vida no pendía de un hilo. Si, aun estaban en peligro y envejecían con cada minuto, pero, saber que eran familia, que había una oportunidad para vivir y coexistir con el otro...era lo menos que podían pedir. Ahora ambos habían encontrado quienes eran realmente y tenían una familia. Ambos se separaron y la humana miró por el hombro de su hermano con una sonrisa divertida.

-Estoy preocupada por Marshall- dijo, haciendo que Finn se girara a ver la divertida expresión del vampiro, entonces Fionna se dirigió a Ámbar-¿Los vampiros pueden entrar en shock?-

-Algunas veces- respondió la Princesa, divertida.

-Oh, vamos, preciosa...- comenzó a decir Marshall, sin aliento-Casi morimos ¿Y es lo único que dirás?-

-Bueno, Marshall… ¿Que mas quieres que te diga si tu expresión es igual a la de un...?- comenzó a burlarse la humana, pero Entonces fue interrumpida porque el vampiro flotó hasta ella y la abrazó por los hombros, apegándola a su pecho. Fue tan duro el abrazo que casi termina tirándola, pero cuando pudo, simplemente la tomó más firmemente.

-No vuelvas a hacer eso, cariño- le susurró al oído, aliviado de que al final su peor miedo no se hiciera realidad. Ahora Fionna estaba a salvo, la tenía ahí, para él. Su sangre ya no olía a podrido, solamente a manzanilla, su olor natural humano.

Fionna volvía ser la misma. Y no la sentimental, ya no la moribunda…simplemente su Chaparrita aventurera. La humana amplió los ojos cuando sintió el contacto, pero tan pronto como sintió el aliento de Marshall en su cuello, ahora purificado y sanado, simplemente los cerró y le correspondió, sintiendo esa calidez que la había salvado tantas veces.

-Vale…- susurró por igual, mientras todos miraban enternecido la escena. Y es que, en todo el día, Fionna había esta muele y muele con "¿Y Marshall?".

-¡Vaya! Tan rápido a y ya están frotándose en uno con el otro- oyeron una voz, arriba de las escaleras, los muchachos se separaron y voltearon a ver hacia arriba. Entonces una sonrisa se dibujó en el rostro del vampiro…y a Finn se le desencajó la mandíbula. Ahora era su turno de parecer un idiota ante tal belleza.

Pero no fue el único, porque Anthony puso la misma expresión bobalicona.

Era Marcy.

Y al igual que Fionna, Ámbar le había mandado a confeccionar un hermoso vestido color morado, con destellos igual, parecido al de Fionna, solo que el de ella era más corto, llevaba unas mallas de alambre y unos botines negros con alejandrinas incrustadas en ellos, un collar de oro con la misma gema en el centro, pulseras de monedas, y a diferencia de la humana, a ella si le habían arreglado el cabello, pues Ámbar generosamente lo había alaciado y lo había adornado con unas pocas trencitas muy finas que apenas y se veían, adornadas por filigrana de oro.

-¡Marcy!- soltó Marshall feliz. Entonces flotó a ella y también la abrazó, levantándola un poco del suelo y dándole dos vueltas en sus brazos, mientras la vampiresa reía contenta. Al final la dejó en el piso.-¡Te ves preciosa…y muy bien! Ya me estaba molestando la Marcy pequeña. Más te vale no volver a subirte a mi espalda y tratarme como un camello-

-Lo pensaré…- bromeó la vampiresa- ¿Ya no tienes quemaduras?-

-No- respondió el vampiro y luego flotó hasta Ámbar y rodeó con un brazo sus hombros- Esta preciosidad me dio una crema buenísima para el sol, solo para que no representé un problema el estar descubierto en este reino-

-Si, ya sé. Me la dio también- dijo Marceline, contenta.

-Como en los viejos tiempos, ¿no, Marcy?- dijo Ámbar, quitándose el brazo de Marshall de encima y caminando a la pelinegra, con los brazos abiertos, al instante la vampiresa entendió el gesto y la abrazó.

-Es bueno ver a una vieja amiga- le dijo Marcy, al oído. Al instante se separaron y la Princesa la miró pícaramente- Y hay alguien que esta igual de nuevo y que quiere verte…-

Entonces se quitó del camino, dejando ver al humano, claramente ruborizado, pero feliz y aliviado de ver a Marcy sana y salva. Sus miradas al final e encontraron…y fue tan fugaz.

Casi se le olvida al humano la tierna y bonita Marceline que hacía una semana había besado, aclarando una relación entre ellos cuando vio a la vieja Marceline. Sensual, provocativa, hermosa…parecía tan…peligrosamente atractiva. De nuevo se enamoró, y también la había extrañado.

La mirada de Marcy se iluminó cuando vio a Finn ahí, parado, con expresión de idiota, pero muy sano, igual que ella. Nada que ver con ese humano malherido del desierto, con un olor agonizante que le provocaba sed.

-¡Finn!- soltó la vampiresa, y no pudo evitar esbozar una sonrisa.

-Hola, Mar…- comenzó a saludar el humano, pero al igual que Marshall, se abalanzó sobre él, flotando y lo abrazo tan duro que al final terminaron los dos en el suelo. Fue tan rápido que apenas y los vieron, cuando al final, la vampiresa estaba sobre el humano, dándole un fuerte abrazo, aliviada, mientras Finn reía y le correspondía sin protestar, aunque lo estaba aplastando.

-Vaya…- susurró Anthony, sonando algo decepcionado y mirando a los chicos con un poco de recelo, pues Marceline…le había parecido realmente atractiva.

No había tenido la oportunidad de conocerla como era realmente, salvo el día en que Ámbar llegó con sus sirvientes y Aroon del desierto y con ellos en brazos, inconscientes y malheridos. Entonces él ayudó a trasladar a Finn y a Fionna, pero a Marcy solo la vio de reojo y de trece, luego de eso no la vio…hasta ese momento.

Y realmente era hermosa…y muy interesante. Lastima que ese chico parecía haber flechado su corazón primero.

-Había olvidado que res bastante sexy…-rió el humano. La vampiresa lo miró por un segundo y luego se ruborizó, poniéndose más seria. ¿Finn el humano le había dicho eso?

-Lo siento. Debo ser pesada…- susurró apenada. Se enderezó y se sentó en el suelo, permitiendo que Finn hiciera lo mismo, sobándose la cabeza y sonriendo. Había sido tan bonito tener a Marcy así de hostigosa, pocas veces lo hacía, así que lo apreciaba mucho, más teniéndola de vuelta, bastante hermosa.

-Hay…tortolos…- canturreó Marshall, extendiendo sus dos manos, para que pudieran ayudarles a levantarse, al instante los chicos cedieron y se pusieron de pie, meintras Marcy se frotaba el brazo, aun apenada.

-Finn…yo…lo lamento- se disculpó la vampiresa, triste.

-¿Qué? ¿Por tirarme?- sonrió Finn, sacudiéndose las miserias de polvo- Jake me tira todo el tiempo-

-No…por…no poder permanecer como antes era y…- comenzó a decir Marceline. Entonces, lo que Finn se temió en todo el día, se hizo presente. La decepción en los ojos de la vampiresa por no poder cumplir una absurda promesa.

El humano no pudo evitar sonreír enternecido.

Parecía que no le costaba nada mantenerlo a salvo, y en ese momento, solo preocupada por su apariencia para seguir adelante, sin importar la edad, parecía importarle demasiado. Si, disfrutó mucho cuando era una preadolescente igual que él. Bonita, dócil a diferencia de su otra naturaleza. Pero también extraño esa mirada sensual, esa voz sexy y afecciones como ese abrazo tan repentino, pero tan, tan cálido.

-Ni si quiera lo digas, Marcy…- dijo Finn sonriendo y ruborizándose un poco también, desviando la mirada, adquiriendo ahora el papel del niño tierno e inocente- Te lo dije, ¿no?...Me gustas tal y como eres-

Marceline sonrió enternecida por igual, y se acercó a Finn, para depositar un pequeño beso en la frente.

-Me alegra que pienses así…y que estés mejor- le dijo, con una sonrisa.

-Y a mi me da el mismo gusto- sonrió Finn, mirándola dulcemente.

-Ja, ja…ya, muchachos- rió Fionna.- Guárdense esas cositas por cuando estén solos-

-Ya me las arreglaré contigo después, hermanita- sonrió Finn, maliciosamente, causando unas risas por parte de todos.

-¿Y Jake y Bonnie?- preguntó Marceline, mirando de una lado y luego al otro.

-La Dulce Princesa y Jake, el perro se quedaron dormidos en la sala del té. En un momento dos de mis hombres los subirán a sus habitaciones- se apresuró a decir Anthony, ganándole la palabra y la atención de la vampiresa. Marcy lo miró, percatándose apenas en ese momento de la presencia de aquel muchacho…pero no pareció darle demasiada importancia, no cómo Bonnie, quien quedó prendada, sino como cualquier gente Joya que había en el pueblo y que había visto a lo largo de sus visitas en el Reino.

-Oh…gracias. ¿Y quien es este chico?- preguntó la vampiresa, dirigiéndose a Ámbar.

-Él es Anthony Stone, es mi consejero. Lleva aquí dos años trabajando, es extraordinario y muy inteligente, lo metí al Palacio a trabajar a los quince y también guía a mis guardias- presentó la Princesa, sonando orgullosa.

-Es un placer conocer a la Reina Vampiro- dijo, galante y haciendo una reverencia, haciendo que Marcy se sintiera algo incómoda cuando la miró de nuevo, y no solo ella, también Finn. Era su imaginación…¿O le había guiñado un ojo?

-Los encomiendo a su capacidad- sonrió Ámbar, orgullosa.

-Si…- dijo Marceline, frunciendo los labios y luego miró a Finn, aun con es escalofrío en la columna- Espera…¿Jake y Bonnibel están durmiendo? ¿No es un poco temprano? Ni siquiera hemos cenado-

-Bueno…es una historia graciosa que de seguro te divertirá oírla- sonrió Marshall, mientras rodeaba con su brazo a Fionna de nuevo.

-Vale. Entonces quiero oírla, quiero que cuenten todo lo que me he perdido mientras sanaba por completo- dijo Marcy, entusiasmada.

-Yo igual- dijo Fionna, mirando a Marshall.

-Bueno, para eso tendremos mucho tiempo- dijo Ámbar- ¿Por qué no pasamos al comedor a cenar y nos cuentan todo lo mucho que se divirtieron hoy?-

-Seguro, vamos- dijo Anthony- Por aquí, por favor- invitó a pasar.

Todos los siguieron, entonces Finn tomó la mano de Marcy antes de que se le adelantara. La vampiresa lo miró sorprendida, y aunque parecía apenado, no la soltó. Ahora era su novia, y así los separa mil o más años de diferencia, nada impediría separarlos de nuevo.

Ni por la edad ni por nada.


Ya más entrada la noche, todo se decidieron ir a dormir.

Después de una cena que consistió en malteadas bien heladas, café frío con hielo y crema batida y galletas recién horneadas, los muchachos decidieron irse a dormir.

Dos lacayos, después de una orden de Anthony, subieron a Jake y a la Dulce Princesa a las habitaciones respectivas, y detrás de ellos Marcy y Finn, quienes se despidieron en el pasillo y se metieron a sus habitaciones, ambos a tomar una bien merecida ducha. Después Fionna y Marshall llegaron a las habitaciones luego de una plática con Anthony, presentándose él y Fionna, y al final la humana cayó bien dormida junto a Cake, quien por petición y a diferencia de Jake, no quiso otra habitación. El vampiro también se dio una ducha y se quedó bien dormido.

Pronto el personal se fue a sus casas en el pueblo o a sus habitaciones, en caso de quienes vivían ahí. Anthony se despidió de la Princesa, yéndose a sus aposentos cerca de la enfermería del palacio, entregándole antes a Ámbar una planta que Jake le había comprado en el pueblo, pero que no había podido dársela.

A un poco más de media noche, muy pocas luces del palacio estaban prendidas, entre ellas, la de la habitación de la Princesa, cuyo balcón daba a los jardines reales, pero también se podía ver la playa muy de cerca, la arena recorriendo el suelo y la brisa de las olas salpicándole muy levemente el rostro, mientras respiraba ese aire tibio después de otro día de trabajo.

Se cambió de ropa por una sudadera color crema y unos pantalones de algodón sueltos, bastantes cómodos y frescos, y se dirigió al balcón, donde colocó la planta que Jake le compró en muestra de agradecimiento, junto con otras que tenía ahí.

Fue cuando, además del agradable viento despeinándole su largo cabello, sintió un escalofrío bastante familiar, sin embargo "miedo" no era una palabra muy recurrente en su diccionario, por lo que solo sonrió, mientras abría con cuidado los pétalos de la flor de la planta.

-¿Sabes? Podría llamar a mis guardias ahora mismo- dijo ella, sin girarse si quiera.

-Oh, vamos, Princesa...- oyó una voz seca a sus espaldas- No le darías una tan mala bienvenida a un viejo amigo, ¿O sí?-

-Y ¿Desde cuándo tu y yo somos amigos, Lich?- preguntó, girándose al final. Entonces vio a la calavera putrefacta arriba del borde del balcón.

- Siempre tan arrogante, pero no has cambiado nada desde la última vez que nos vimos. Sigues siendo bastante hermosa- dijo el Lich, con malicia-¿Dónde está tu amigo Billy?-

-Retirado- respondió ella sin titubeos- Después de que acabé contigo junto con él, bueno... Se fue.-

-Oh, claro, recuerdo ese día- dijo el Lich, burlonamente- Ése día me encerraste en la prisión que lleva tu nombre, ¿Verdad, preciosa? Ya debes saber que usé el cuerpo de una de tus huéspedes-

-Lo sé- respondió ella, sin miedo-Así como también que quieres llevarte a Finn y a Fionna-

-¡Wow! Me sorprendes, preciosa.-

-Dime la verdad, Lich ¿Que quieres de ellos?- preguntó con arrogancia la muchacha.

-A mi ni me digas- dijo el Lich- Yo solo quiero chuparme la cáscara, él que en realidad los quiere es Conde Bonesteir...lo que me recuerda. La Demonio está muy enojada con el desvió que le hiciste usar y lo de sus Sirenas de Arena-

-Dile que lamente esto...- dijo Ámbar, encogiendo los dedos de los lados y enseñándole el de en medio,

-Para ser una princesa. Eres demasiado vulgar- dijo el Lich.

-Para ser inmortales, son bastantes necios- dijo Ámbar-Saben que no ganarán lo que quieren. Finn y Fionna están destinados a la grandeza...dile a tu "jefe" que se vaya grabando eso en la cabeza-

-De cualquier manera, linda, eso no va a impedir que el Conde vuelva- dijo el Lich- Sus deseos de venganza son tan grandes como los míos y logrará resurgir para venir aquí, y Hunson le está ayudando con eso-

Al instante la Princesa rió de manera arrogante y sin dejarse intimidar por la calavera.

-Ya parece que el Señor Hunson Abadeer va a ayudarles a ti y al Conde después de lo que pasó- se burló esta.

-Nadie dijo que nos está ayudando de manera consiente- dijo el cadáver, tomando un poco por sorpresa a la muchacha.

-¿Qué le hicieron a Hunson?- preguntó, mirándolo inquietantemente.

-Digamos que inició con un robo…- dijo el Lich y luego levantó en lo alto el collar de oro y la alejandrina que le habían puesto a Marcy en Bellotopia, y la Princesa supo reconocerlo de inmediato y casi se le salen los ojos de las orbitas-…y terminamos por tomar toda la Nocheosfera-

-¿Marceline sabe de esto?- preguntó la chica, poniéndose más seria.

-Tal vez si, tal vez no…cuando le dijimos en Bellotopia no le tomó importancia- dijo él.

-No lo creo…- dijo Ámbar con una sonrisa audaz y cruzándose de brazos- Marcy es muy lista…y si no ha actuado es porque tiene algo en mente-

-De cualquier manera les ganaremos…y tal vez tus dichosas Olimpiadas terminarán volviéndose un Pandemonio- sentenció el Lich- Por cierto… ¿Cuándo pensabas decírselos, eh?-

-Si esos muchachos tienen un poco de cerebro, que lo tienen…no participarán en esa competencia- dijo la Princesa.

-No asegures nada, preciosa…después de todo es lo último que tienen que pasar para poder conseguir la Perla de la Juventud Eterna….además, no olvides que su fuerza de voluntad es grande- dijo el Lich con voz seca- Usáremos eso en su contra, claro. El único problema es tu dragón…pero nada que las sombras de la Demonio Doble Cara no puedan controlar-

-Ya parece que Aroon se va a dejar mangonear por esos seres subsistentes…- rió Ámbar.

-De cualquier manera…estás advertida, Princesa- dijo y se comenzó a dar la vuelta, tapándole medio rostro la penumbra-No vaya a ser que…por querer salvar a esos humanos…pierda tu Reino-

-Falta que yo lo deje- dijo Ámbar, sin más y sin temor alguno.

-Yo ya te lo he dicho- comentó la calavera y luego le dio la espalda, dispuesto a saltar por el balcón, pero antes se detuvo y giró un poco la cabeza de nuevo hacía ella- Y... por cierto, habrá un traidor-

Luego de eso saltó, desapareciendo entre la oscuridad.


A la mañana siguiente, todos se encontraban desayunando en el comedor, y Fionna fue la última en bajar, pues pese a que el veneno estaba completamente afuera, su organismo aun estaba procesando una pequeña porción del antídoto, y como efecto secundario, la hacía dormir más. Pero no era nada de que preocuparse. Se lavó la cara y se cambió el bonito camisón de tela azul que le llegaba a los tobillos que ámbar generosamente le dio por el vestido blanco y bajó. Al abrir la puerta todos estaban desayunando, incluido Anthony y solo su lugar estaba vacío.

-Buen día a todos- saludó alegremente. Todos le devolvieron el gesto, unos con la boca llena, como Cake y Jake, pero es que en realidad la comida estaba como para atiborrarse. Lo comprobó ayer durante la cena.

El café con crema batida bien frío le supo a gloria y perdió la cuenta de cuantos pastelillos se había comido a partir de cinco. Pero por extraño que pareciera, la comida se digirió en ella más rápido para lo que había comido.

Caminó hasta su asiento, al lado de Marshall, pero antes de eso, pasó sus manos por los hombros del vampiro, dándole un abrazo por atrás. Al instante Marshall sonrió y levantó la cabeza hacia ella.

-Buen día, preciosa- dijo dulcemente y le dio un beso en la mejilla. La humana rió un poco y le devolvió el beso, pero en la frente.

-¿Les importaría?- preguntó Marceline un poco molesta, sentada delante de ellos y al lado de Finn- Estamos comiendo-

-Ya, ya…no te enojes, primita- rió Marshall divertido y luego Fionna corrió la silla de al lado y se tomó asiento, mientras Grace le traía su desayuno. Deliciosos panqueques bañados en miel natural con un poco de mantequilla y su jugo de naranja. Vio que Finn estaba comiendo lo mismo, mientras Marshall y Marceline tenían un pequeño tazón de cristal con algo rojo, parecido al jugo de tomate, que se estaban comiendo como sopa. La curiosidad le picó.

-¿Qué es eso?- le preguntó a Marshall. El vampiro la miró a ella y luego al plato.

-Oh…es pulpa de pescado recién sacado del mar- contestó como si nada- ¿Quieres un poco?- bromeó.

-¡Olvídalo!- soltó Fionna, asustada y haciendo una equis con los dedos- ¡Aléjate de mi, raro!-

Marshall rió y se inclinó para darle un nuevo beso en la mejilla.

Todos se quedaron en silencio durante un momento, donde solo se oía la brisa del mar cercano, viento, y los cubiertos contra los platos. Sin embargo, no todos comían. Ámbar se había quedado ahí, mirándolos calculadoramente mientras ingerían sus alimentos…y las palabras del Lich resonándole en la cabeza.

Muy pocas veces se sentía amenazada de esa manera, pero era porque pocas veces la amenazaban así por el tipo de potencia que era el Reino y la paz de décadas estable ahí. Salvar a los dos últimos humanos era su deber…después de que lo había platicado con "ella" tras ponerles esa bendición sobre las cabezas.

Ella sabía todo. Más incluso que ellos tal vez… ¿Cuánto le costaría saber demasiado? Finn solo era un niño, igual que Fionna y las heridas de Marshall y Marceline apenas se estaban curando.

Anoche, cuando en la cena le platicaron bien todos toda su aventura de camino ahí y de todo de lo que se habían enterado…se le hizo un nudo la garganta y la bilis se le subió por el esófago.

No estaban jugando. De verdad, seres oscuros, maleantes quería los dos cuerpo de los últimos humanos…por venganza…y para tomar las tierras de Ooo y Aaa. Pero no podía usar su poder, sabía lo que pasaría si lo hiciera. Los únicos que podían meter su puño eran esos dos chicos, sentado al lado de Marcy y Marshall, comiendo alegremente. No sabía si decirles la verdad o no…sobre todo porque…sabía lo que implicaría.

-¿Se siente bien, Princesa?- le preguntó de repente una voz a su lado. Ella despertó y miró a Finn, quien la miraba preocupado…de hecho todas las miradas estaban posadas en ella.

-Um…si, Finn- contestó, fingiendo una sonrisa- Es que…no tengo mucha hambre-

-¿Está usted segura?- le preguntó el humano no muy convencido- La veo un poco…pálida-

-Su alteza, si no se siente bien debería…- comenzó a decir Anthony, preocupado, pero ella lo detuvo con un ademán.

-Estoy bien, Anthony, de verdad- dijo y luego miró a los muchachos, aun con esa sonrisa fingida- Mejor díganme… ¿Qué piensan hacer hoy?-

-Bueno…el perro y yo teníamos pensado ir a la playa- dijo Cake, relamiéndose los bigotes después de haber terminado con un pastelillo. Al instante Fionna y Finn se tensaron y se miraron entre ellos, pero no dijeron nada.

-¡Oh! Es una idea fantástica- dijo Ámbar- Tengo tiempo hoy, así que puedo acompañarlos-

-Princesa, el embajador de la aldea Gris solicita su presencia- pero justo en ese momento entró Grace, haciendo que la Princesa se mordiera la lengua. Todos la miraron algo entristecidos, y en el caso de Finn, preocupado, igual que Marcy. Conocía bien a su amiga y eso le decía que…algo no estaba bien.

-Dile que en un momento voy- pidió la Princesa, resignada. Grace asistió y dejó al comedor. Segundos después la Princesa se puso de pie- Tendrán que disculparme, pero al parecer tengo otro asuntito que resolver. Anthony, te voy a pedir que les hagas compañía hasta la costa por favor y que le digas a Grace que le dé a cada unos sus correspondientes bañadores. Por favor, encárgate hasta que pueda alcanzarlos-

El joven se puso de pie en su lugar e hizo una reverencia respetuosa.

-Como ordené, my lady- dijo el joven, pero entonces la miró no muy convencido- Pero… ¿Segura que se siente bien?- preguntó, preocupado también, La Princesa sonrió y caminó hacia él, entonces tomó un poco su mejilla, sonriéndole dulcemente.

-Mi pequeño, Anthony…por supuesto que estoy bien. Créeme, si hubiera algo que tuviera para decirte lo haría- le dijo.

-Bu…Bueno…- tartamudeó el joven, poniéndose ligeramente colorado. Expresión que no le pasó desapercibida a los muchachos, y mucho menos a Finn. Conocía esa expresión de "sangre bajo la piel". La Princesa amplió su sonrisa y luego se giró a ellos de nuevo.

-Disfruten su comida y los veré en la playa- dijo, y sin más se dirigió a la puerta. Anthony se quedó aun cuando ella, ya había salido ahí, parado y estático. Era raro. Porque en todo el tiempo que había trabajado para ella…nunca había tenido un gesto así con él. La conocía bien, y las mentiras no eras su fuerte. Algo estaba ocultando bajo esos ojos color Ámbar.

-¡Iiiiuuuuuuuuu!- se oyó un sonidito picaron por parte de Finn- No tenía idea de que ella te gustaba, Anthony-

El consejero volvió a la realidad y lo volteó a ver con el ceño fruncido y un leve sonrojo también.

-Te equivocas. La Princesa no me gusta- dijo, firmemente y sentándose de nuevo en su lugar.

-Sí, claro…- dijo Marceline esta vez, rodando lo ojos de manera sarcástica- Nadie se sonroja por nada cuando alguien lo toca de esa manera-

-¡Marcy tiene razón!- soltó Finn, muy entusiasmado- Si te gusta solo díselo-

Anthony lo miró primero con desaprobación y luego con burla. Entonces sus ojos se posaron en Marcy, quien se sintió rara de ser observada.

-Ya quiero ver a tu novia en traje de baño- dijo, maliciosamente, sonriente igual La sonrisa de Finn se borró al instante y Marcy se sonrojó, pero de ira. ¿Quién se creía ese? ¿Por qué de repente le estaba hablando de esa manera? Marshall vio la tensión que las palabras del consejero habían creado y Fionna igual lo miró desconcertada. No creía que Anthony sonara tan…arrogante.

-No vuelvas a decir eso…- masculló la vampiresa con rabia.

-¿Qué, preciosa?- volvió a sonreír Anthony con arrogancia-¿Qué no hace falta que te dé el sol para que seas ardiente?-

-¡Cierra la boca!- gritó Finn, poniéndose de pie bruscamente y aventando el tenedor que tenía en la mesa. Estaba que estallaba, su cara estaba roja y su respiración se le agitó como loca. ¿Qué se creía ese tipo? Ayer era amable ¿Y ahora se había vuelto un completo patán que irrespetaba a su novia?

Por un instante el comedor se quedó en silencio. Pero Anthony no dio pie para nada y, al igual que Finn, se paró, echando hacía atrás con fuerza la silla.

-¡Oblígame, enano!-

-¡Bien, ya basta!- dijo Fionna, parándose también y haciendo que ambos no se aventaran los cuchillos de los cubiertos- No debemos pelear. Fin, recuerda que Ámbar nos alojó en su hogar, no debemos ser groseros- dijo, mirando a su hermano, y luego miró al joven consejero, con desaprobación- Y en cuanto a ti…Creí que la Princesa te había dado órdenes-

Por un instante, de nuevo todo se quedó en silencio, mientras Finn y Anthony se echaban miradas de rencor e ira. Si las miradas matasen, ese ya se habría vuelto un baño de sangre entre ellos. Marceline también lo miró de mala manera.

¿Por qué su actitud había cambiado tan de repente igual que el estado de ánimo de su amiga? ¿Habrían peleado anoche? No lo sabía, pero que ese tipo ni se atreviera a tocar a Finn. Ya tenía suficiente con el Conde, la Demonio, el Lich y los rebeldes de la Nocheosfera persiguiéndolo, solo hacía falta él.

Finn miró los ojos esmeraldas de aquel sujeto. Había otro brillo, uno más opaco, casi maligno, nada que ver con la refrescante sonrisa y actitud de ayer. ¿Sería puro teatro? ¿Realmente le gustaba su novia? Bien,. Que se fuera olvidando de Marcy porque era suya. Sabía que la vampiresa jamás accedería a él. Si no se casó con Marshall en el futuro por él, menos lo haría en ese momento…pero es que…le inquietaba. Casi parecía que Anthony quería hacerles daño.

-¿Disculpen?- de repente oyeron una voz en el portón, cortando ese momento de inestabilidad e incomodidad. Todos voltearon y vieron a Grace, tan amable y hogareña desde el primer día- La Princesa Ámbar me pidió que les diera sus bañadores. Ya están en sus habitaciones por si quieren pasar a probárselos-

Entonces Finn y Fionna se helaron de nuevo.


-¡NO LO HARÉ! ¡OLVIDALO!- gritó Fionna, muerta de miedo.

-Vamos, Fi…- dijo Marshall persuasivamente- No te pasará nada. Estás conmigo-

-¡NO! ¡NO ME OLBLIGARAS! ¡NO! ¡NO! ¡Y NO!- gritó de nuevo la humana, abrazándose a una palmera, mientras Marshall tirada de ella, tratando de que la soltara.

Después de que la casera Grace les mostró sus bañadores a cada uno, Anthony los guió a la playa.

Finn y Marshall llevaban unas bermudas, las de Finn eran azul marino y las de el vampiro negras con gris. Las de Anthony, por el contrario, eran verdes con detalles negros. Los trajes de baño de las chicas fue lo que hizo que a estos tres hombres, a Jake y a algunos hombres del personal del castillo se les saliera la lengua al verlas.

Bonnie llevaba una faldita de lunares rosa con un top blanco. Marcy llevaba un mini short con unas finas cadenas, bragas color azul marino oscurísimo y un top de alambre y Fionna un traje de una pieza con escote cruzado por detrás. Si, a los chicos los habían dejado sin aliento.

Después de la pequeña "pelea" dada, Finn y los demás se cambiaron y a los diez minutos ya estaban todos listos, travesaron los jardines reales, cuyos caminos estaban hechos de plata y oro incrustados, arbustos y bellas plantas con flores silvestres, grandes y frescas, fuentes, luces que lo adornaban durante la noche….y finalmente la plata se disolvió y se fue haciendo arena….arena casi blanca y poco salada, llena de almejas completas y suave y tibia. Nada que ver con la áspera e hirviente del desierto.

Entonces llegaron a la playa de mar azul…tan azul que apenas y se distinguía la separación en el horizonte del cielo y el agua. Las olas eran pequeñas, más a lo lejos se veía un muelle hecho de rocas de cuarzo natural y madera y al otro lado unas grutas de turmalina que resplandecían con el sol. Un paisaje bellísimo.

Los chicos rápidamente se instalaron. Marcy, a pesar de que se untó esa crema junto con Marshall, llevó una sombrilla con ella y se la pasó bajo su sombra. No es que desconfiase de su mejor amiga, era solo que se había traumado de su dolor cuando peleó con la Demonio Doble Cara en el Cañón Rubí. Sin embargo, Marshall, al instante se despojó de su miedo y comenzó a andar como cualquiera en la playa. Jake y Cake se dirigieron a la orilla y comenzaron a jugar, salpicándose agua, Beemo, como no se podía meter si no quería hacer corto circuito, se limitó a sentarse al ras de las olas y construir castillos de arena, mientras Bonnie se había extendido una toalla rosa y se tendió bajo el sol con unos lentes oscuros y un coco preparado que Anthony le había hecho. Marcy había enterrado la sombrilla morada en la arena junto a la Dulce Princesa, y estaba ahí sentada, disfrutando también de un coco y viendo como los otros se divertían. Finn ayudaba a Beemo a construir castillos, nervioso y alerta de que ninguna gota o brisa de océano se posara en su piel y hasta ese momento no había problema…hasta que comenzaron a escucharse los gritos de la humana por toda la costa. Buena suerte que el muchos metros, ellos eran los únicos.

Resulta que Marshall la invitó a nadar plácidamente con él, entonces la humana, presa del miedo, intentó huir, pero el vampiro fue más rápido y la alcanzó, entonces solo pudo abrazarse de lo primero que pudo, y en efecto, la palmera estuvo a su alcance.

-¡Hey, Marshall!- le gritó Finn, burlonamente- ¿No que ibas a hacer que entrara al agua costara lo que costara?-

-¡Luego hablo contigo, humanito!- le respondió el vampiro irritado y aun tirando de Fionna, por la cintura.-Vamos, Fi…no te pasará nada. Yo te enseño a nadar-

-¡NO ES ESO!- gritó Fionna, aferrándose más a la palmera- ¡SIMPLEMENTE NO QUIERO HACERLO!-

-¿Ni siquiera conmigo?- dijo Marshall, tratando de sonar seductor.

-¡NI CONTIGO NI CON NADIE!- volvió a gritar Fionna.

-Bien…- respondió el vampiro frustrado y soltándola bruscamente- Me has herido, Fi. Si no te quieres meter no te metas…pero me has hecho enojar…- mintió el vampiro, viendo de reojo si podía convencerla.

-Enójate…- respondió Fionna, de manera terca- Da igual, no me voy a meter al océano y grábatelo bien…- masculló esta.

-Bueno…- dijo el vampiro con falsa indiferencia- Supongo que la Reina Helada podría darme lo que deseo…- comenzó a decir, provocándola- Si…. ¿Se verá sensual con traje de baño? Es un poco grande para mi…pero supongo que no es una cobarde como para no quererse meter al mar conmigo…si…sería lindo verla nadar…- dijo, sonando más tentativo y clavándole la aguja más a Fionna, quien no lo volteó a ver, pero se aferró mas a la palmera y comenzó a gruñir, mientras su cara se ponía roja de ira. ¡Marshall era un pesado!- Y después de nadar con ella le invitaré un graaaaaan plato de espagueti y luego le daré sus besucones….tal vez llegue al nivel catorce con ella…si me lo permite, claro…-

-¡Marshall! ¡ERES UN…!- comenzó a gritarle Fionna, entonces se despegó de la palmera…cayendo redondita en la trampa de Marshall, quien flotó a ella como un rayo y la tiro de espaldas en la arena, poniéndose encima de ella y agarrándole las muñecas e inmovilizando sus piernas con las suyas, Fionna intentó zafarse, pero el vampiro la tenía bien agarrada-¡Marshall! ¡Suéltame o te odiaré para siempre!-

-No creo que sea posible, preciosa…- sonrió el vampiro, seductoramente. Fionna se ruborizó de tenerlo tan cerca…pero su miedo al mar era más latente.

-¡No! Me da…miedo…- confesó la humana, desviando la mirada y aun roja, entonces el vampiro acercó su rostro más a ella y depositó un pequeño beso en sus labios.

-No tienes por qué tener miedo…- le susurró el vampiro dulcemente- Yo no dejaré que te hundas ni que te pase nada. Lo prometo-

Fionna se quedó en silencio un momento, pero luego esos ojos carmesí suplicantes le ganaron la batalla. ¿Cómo contenerse ante esa sensual mirada? ¡Estúpidas hormonas alocadas que le gritaban que su atracción era más grande que el océano!

-Torpe…- masculló Fionna, vencida y desviando la mirada, pero dejándole claro al vampiro que accedía a lo que le pedía. Marshall sonrió victorioso.

-Si quieres, para que no sea tan precipitado, súbete a mi espalda…entonces te meteré poco a poco ¿Te parece?- ofreció, quitándose de encima y permitiéndole enderezarse, mientras la humana que quitaba su gorrito y lo sacudía, quitándole la arena que se había atorado en el tras caer con el vampiro.

-Vale…- refunfuñó para sí misma. Entonces el vampiro se puso de pie y le ofreció una mano para ayudarla levantarse.

-Bien…entonces, vamos…- dijo. La humana lo miró no muy segura y luego tomó su mano. Bueno, Marshall nunca había roto una promesa, si, le había mentido incontables veces, pero nunca anulado una promesa. Esas eran suficientes pruebas.

-¿Puedo sentarme con usted, señorita?- oyó Marcy una voz detrás de ella, distrayéndola de la escena de Marshall y Fi, mientras la humana comenzaba a treparse en el vampiro. Alzó la mirada y se encontró con Ámbar, quien la miraba amablemente, como siempre. Llevaba un bikini dorado, mientras este y su bronceada piel resplandecían con el sol de la tarde.

-Adelante…- dijo Marcy, admirada. Después de tantos años de no verla, había olvidado que su amiga era realmente hermosa. La Princesa sonrió y se sentó bajo la sombra, a su lado.

-¿Está bien que estés aquí?- preguntó Marceline, recordándole sus deberes a la muchacha, quien rió un poco.

-Bueno…no siempre tengo la oportunidad de ver a dos amigos a quienes no he visto en dos décadas- respondió la muchacha- Y mucho menos… a dos humanos…intactos…-

Marceline la miró y luego dirigió su vista a Finn, quien jugaba aun inocentemente con Beemo a echarse arena en la cara ahora y a Fionna, ruborizada de que el vampiro tomara sus piernas desnudas para cargarla mejor, mientras se aferraba más a su cuello.

-No sé como pudimos terminar así de nuevo…- mencionó la vampiresa, sonando nostálgica.

-¿Te inquieta?- le preguntó la Princesa, mirándola más seriamente.

-Claro que si…- dijo Marcy, igual de seria y mirando a Finn- Ambos son tan valientes…pero…pareciera que son imanes de peligro. Finn está empeñado a hacerse inmortal por mi…no sé si sea correcto-

Ámbar se la quedó mirando por unos segundos y después miró al humano. No podía decirle lo que cruzaba por su cabeza, no las nuevas reglas que el Parlamento impartía…ni la plática que ella y el Lich habían tenido. Simplemente…ver a esos dos muchachos, bañados en sangre…igual que hace muchos años en cierta guerra…se le hacía el corazón trizas.

-No debes subestimarlos, Marcy…- suspiró la Princesa- Sin embargo…yo tampoco estoy muy de acuerdo en que se hagan inmortales-

Marceline ahora la miró meticulosamente. Ahí estaba de nuevo ese brillo desconocido en su amiga de nuevo. Esa cara de culpabilidad y preocupación que tenía en la mañana, nada que ver con la refrescante Princesa de hace una década. Físicamente, Ámbar no había cambiado nada, seguía siendo hermosa y con ese tatuaje de diamantes incrustados en su piel, formando un dragón…pero tanto ella como Aroon estaban actuado distinto. ¿Sabía de casualidad algo que ellos no? Bueno, no le sorprendería, después de todo la Princesa era más poderosa que todos ahí juntos…añuque ella no tuvo la oportunidad de elegir ese don.

Pero justo cuando iba a preguntarle que le pasaba, la Princesa la bloqueó con una nueva pregunta.

-A todo esto, Marcy… ¿Cómo está tu papá?- le preguntó la Princesa, envolviendo lo que realmente quería saber en su tono amable. A Marcy le sorprendió esa pregunta y abrazó sus rodillas. Olvidaron mencionarle ese punto cuando platicaron anoche en la cena.

-No lo sé…- se limitó a responder la vampiresa.

-¿Cómo que no lo sabes?- preguntó Ámbar, extrañada, pero en el fondo bastante preocupada. Ese tono tan pesimista en Marcy solo dejaba claro que las cosas no andaban bien.

-Se me olvido decirte que, al parecer…mi tío tiene a mi papá a su merced- respondió Marceline, acomodándose el cabello detrás de la oreja, con la mirada culpable.

-Espera…- pidió la Princesa. ¿Me estás diciendo…que aparte de que los atacaron y todo ese rollo…tomaron la Nocheosfera?-

-No estoy muy segura- dijo Marcy- Pero como dije anoche: Los desterrados están con el Conde, la Demonio y el Lich…lo que pasó en el desierto con las Sirenas de Arena y en Bellotopia con las Sombras…quiere decir que van con todo y que pasaron por encima a mi papá-

-¡Cielos! Eso es terrible…- dijo Ámbar, asustada. La palabras del Lich no mentían, realmente una revuelta se estaba ocasionando allá abajo y pronto llegaría a tierra firme…entonces sus únicas esperanzas serían Fionna y Finn- Y… ¿Por qué no vas a echar un vistazo?-

-Eso es lo que quieren que haga…- respondió Marcy, mientras dibujaba un círculo en la arena, con la mirada distante- Si voy, dejaré a Finn. Entonces será la oportunidad perfecta para que ellos lo ataquen.-

-¿Y qué vas a hacer entonces?- preguntó la Princesa. Marceline suspiró.

-Esperar…- respondió, mirando de nuevo el mar- Sé que solo es cuestión de tiempo para que el Conde pueda pisar tierra…entonces…tendré que proteger a Finn, aun si eso implica dar mi inmortalidad…La única duda que aun tengo es… ¿Qué tiene que ver mi papá con todo esto?-

La Princesa se quedó callada, y de nuevo las palabras de la calavera le resonaron en la cabeza, Ella sabía la respuesta de eso, pero tal y como se lo imaginaba, Hunson Abadeer no podría estar en sus cabales como para hacer pactos con seres irracionales que causaron tanto daño.

-Mira, Marcy…no he visto a tu papá desde que le estregué el Medallón con toda la Maldad Caótica de Ooo…- comenzó a decir ella-…pero, ¿No te has preguntado que tal vez el Conde este usando a tu padre…para volver a tierra firme?-

-No. Papá, después de lo que pasó entre nosotros, jamás haría eso…- comenzó a decir Marceline.

-Sí, lo sé…- la atajó Ámbar- Pero… ¿No te has puesto a pensar que tal vez no lo está haciendo de manera racional?-

Marcy se quedó callada y amplió los ojos…y la sombra de duda se plateó en su mente mientras ese brillo inquietante color Ámbar aun la miraba. No le cabía duda alguna…ella sabía algo. Abrió la boca para preguntar…pero entonces sonó la voz de Bonnie.

-¡Hey! ¡Princesa!- gritó Bonnibel, sosteniendo una gran pelota de playa- ¿No quiere venir a jugar con nosotros?-

-¡Claro!- respondió Ámbar con una amplia sonrisa, cambiando de un momento a otro su actitud, mientras miraba como Finn y Anthony se paraban, preparándose para un amistoso y clásico juego de pelota en la playa. Además…quería evadir cualquier pregunta de Marceline por el momento. Cosa que no pasó por alto la vampira, pues la miró minuciosamente mientras se levantaba y corría hacia ellos para iniciar el juego.

Mientras tanto, Marshall ya se había metido al agua con Fionna en su espalda, dejando poco a poco la costa y dándole hasta las rodillas. Fionna, presa del miedo, se subió más al vampiro como un koala temeroso y viendo asustadísima el mar, tratando de que nada de su cuerpo lo tocara.

-¡AH! ¿QUÉ ES ESO?- gritó, aferrándose más a Marshall.

-Una almeja…- respondió el vampiro, algo fastidiado y molesto de que Fionna se moviera demasiado en su espalda.

-¿Y ESO?-

-¡Un alga!-

-¿Y ESO?-

-¡UN PEZ! Gritó, extasiado y molesto, pues Fionna se había subido hasta sus hombros, quien sabe cómo, y ahora tenía sus piernas en los hombros de Marshall y se sujetaba ansiosa de su cabeza, jalándole el cabello-Fionna, ¿Quieres calmarte? ¡Auch! ¡FI! ¡Mi cabello!-

-¡AAAAAAAHHHHH! ¡AAAAAAAAHHHH! ¡AAAAAAAAAAAHHHHH!- comenzó a gritar de nuevo la humana cuando el nivel del agua llegó a la cintura de Marshall, entonces comenzó a moverse como loca.

-¡Fi! ¡FI, ME LASTIMAS!- se quejó el vampiro, tratando de que su novia guardara la compostura, pero la verdad era que Fionna había entrado en un ataque de nervios y sus gritos resonaban de nuevo por toda la playa. Entonces llamó la atención de todos.

-¡Marshall!- gritó Cake, en forma de regaño- ¡Sácala de ahí antes de que le dé un ataque cardiaco!-

-¡No! ¡Si no nunca va a aprender!- gritó Marshall, molesto, pues la humana seguía retorciéndose y gritando, tratando de usar el cuerpo de su novio para elevarse, entonces, Marshall optó por flotar por encima del nivel del agua, para tranquilizar de nuevo a Fionna.-A ver, Fi…cálmate…- pidió el vampiro- No te estoy pidiendo que camines sobre fuego, solo que metas la mitad de tu cuerpo al mar…ya te lo dije; no te voy a soltar-

-¡NO! ¡NO! ¡NO!- gritó Fionna, cerrando los ojos con fuerza y aferrándose a su cuello-¡NO QUIERO! ¡ME REHUSO! ¡LLEVAME DE NUEVO A LA ORILLA!-

-No, Fi…tienes que vencer tu miedo- dijo Marshall, tratando de sonar convincente.

-¡VETE CON LA REINA HELADA SI QUIERES! ¡NO ME VOY A METER AL AGUA!-

Entonces Marshall comenzó a cansarse de ella. No es que ya no la quisiera, ni no quisiera tener contacto con ella por sus bruscos movimientos…era simplemente que…que no tenía paciencia no siquiera con ella.

-¡MIRA, FIONNA! ¡TE VAS A METER POR LAS BUENAS…- comenzó a decir bruscamente, despegando sus manos de su cuello-…O POR LAS MALAS!-

¡Zaz! La aventó sin ninguna clase de delicadeza al agua.

-¡AHHHHHHHH!- soltó Fionna un grito desgarrador, hasta que se hundió en el agua, salpicando un poco al vampiro. Al instante Marshall se sintió mal de haberlo hecho.

-¿Pero que le hiciste, condenado vampiro?- preguntó Cake, sorprendida de lo que había hecho. Después de todo, todos loe estaban.

A los pocos segundos la humana salió tomando una gran bocanada de aire y chorreando agua. Entonces comenzó a correr lo más rápido que pudo hasta la orilla, presa de otro ataque de pánico….hasta que salió por completo y se dejó caer en la arena, mientras el sol evaporada el agua en su blanca piel y ella respiraba agitadamente.

Era lo peor que había sentido en su vida. Sentía su corazón latir a todo pulmón y como sin querer había tomado agua, y aunque no era tan salda, le quemaba la garganta. ¡Glob! Sintió que se moría. Se sentía tan aturdida que ni siquiera le importaba el daño que l sol le estaba provocando a sus corneas…hasta que el rostro del vampiro le bloqueó la visión.

-¿Fi? ¿Fi? ¿Estás bien?- la llamó, con preocupación en su rostro, Entonces otras dos cabezas le bloquearon la luz y parte del azul cielo. Era Ámbar y Finn, quienes tenían la misma pinta.

-¿Está en shock?- preguntó alguien a lo lejos, muy preocupado también. Quería decirles que sí, que estaba bien…pero, el miedo no se lo permitía, aun sentía sus piernas temblar.

-Fi, perdóname no debía tirarte al agu…- comenzó a disculparse el vampiro, entonces Fionna, ya más recapacitada, le metió un puñetazo a su novio, haciendo que este cayera hacia atrás, sentado, con una marca roja en su piel. Al instante recordó todo de bomba y se enderezó, mirando a Marshall furiosa.

-¡NO VUELVAS A ACERCARTE A MI, MARSHALL LEE!- le gritó, sobresaltando un poco a todos, al principio Marshall la miró confundido, pero luego la miró furioso por igual.

-¡Perdóname! ¡Pero no es mi culpa que seas tan cobarde!- le gritó.

-¿Cobarde? ¿Yo?- soltó Fionna con rabia-¡Fuiste tú el que me metió a la fuerza!- entonces tomó un puñado de arena y se lo aventó- ¡ERES UN ASNO!-

-¡Y TU UNA COBARDE!-

-¿UNA COBARDE?- soltó Fionna, se puso de pie y caminó al mar, pero tomó una de las cubetas que Beemo estaba usando para sus castillos de arena t se dirigió al agua, la pisó como si nada y llenó la cubeta de ella- ¿ESTO TE PARECE DE COBARDES?- entonces se la vació como si nada, empapándola. Los chicos abrieron la boca, sorprendidos, pero más Jake y Cake, quienes eran los más cercanos.- DIME… ¿AHORA TE PAREZCO VALIENTE?-

-Um… ¿Fi?- trató de decir Marshall, levantándose del suelo, pero la verdad es que la humana aun estaba muy alterada y aun empapada.

-¡VE Y QUEDATE CON TU REINA HELADA!-

-¿Fi?...-

-¡ME DA EXACTAMENTE LO MISMO! ¡SOLO NO TE ACERQUES A MI, MALIGNO!-

-¡FI!- explotó el vampiro.

-¿QUEEEEE?- respondió la humana, muy disgustada. Pero el vampiro solo le sonrió y señaló algo a sus pies.

-Estás dentro del mar…- señaló, sonriendo audazmente. La expresión de Fionna cambió y bajó su mirada. Era cierto…y le llegaba a los tobillos. Sin embargo, aunque el corazón se le aceleró al inicio…no sintió la necesidad de…salir corriendo, por alguna extraña razón. Además se había mojado con agua de mar.

-Hey…esto ya no es tan atemorizante como solía serlo- dijo, mirando como las olas rompían contra sus finos tobillos. Marshall se acercó a ella con una sonrisa.

-¿Ves? Ya no tienes miedo- dijo el vampiro- Creo que alguien me debe una disculpa- mencionó y señaló su mejilla roja. Fionna sin embargo no le dio importancia, solo miraba admirada como ahora ya no veía al mar como una fiera salvaje…sino como…algo muy agradable que le refrescaba en ese perfecto clima.

-Ya no le tengo miedo al océano…- susurró, admirada y luego una enorme sonrisa se le dibujó en el rostro-¡YA NO EL TENGO MIEDO AL OCEANO!- exclamó feliz. Entonces se abalanzó contra Marshall, rodeándolo con sus brazos y con tanta fuerza que el vampiro cayó con ella de espaldas, mientras la humana lo besaba, pasionalmente junto cuando la marea llegaba a ellos, empapando un poco al vampiro, más no rompiendo ese beso. Una vez que la humana terminó se abrazó a él- ¡Gracias, Marshall! ¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias!-

El vampiro sonrió y únicamente le devolvió el abrazo, feliz. Mientras los chicos miraban la enternecedora escena y daban un aplauso ante la valentía de Fionna y el aguante de Marshall. Era divertido, porque ambos podían ser realmente temperamentales a veces.

El único que se sentía un poco mal era Finn. ¡Perfecto! Ahora si era el último humano y el único ahí con su fobia al mar. Ahora ya ni eso compartía con Fionna.

Pasaron dos horas más y fue cuando comenzaron a sentir hambre, entonces la Princesa mandó a Anthony a que los del personal del castillo pusieran una mesa de hierro en la arena, a la orilla del mar, con todo tipo de manjares que les costaba trabajo creer que existían, pero que sin duda había sido una delicia. Mariscos de todo tipo, deliciosos y bien freídos, con jugos de distintos sabores y fruta recién cortada con merengue y crema de batir al gusto. Y para terminar, una tarta a cada uno de las mismas frutas con un toque miel o caramelo.

Fionna estaba feliz, pues a pesar de estar tan poco tiempo, estaba realmente contenta que el mar ya no le asustara como antes y había estado demasiado cariñosa con Marshall, pero también se la había pasado jugando con Jake, Cake y Anthony en el agua….mientras el vampiro…se la había pasado hablando con Ámbar.

-¿Entonces te gustó el regalito que te hice, Princesa?- le preguntó el vampiro, una vez que se terminó su jugo de tomate con pimientos.

-¡Me fascinaron!- contestó Ámbar, feliz y contenta- ¡Amo lo que me diste!-

-¿Qué te dio?- preguntó Fionna, algo extrañada en los tonos felices y campanantes de la Princesa y la manera de mirarla del vampiro. No sabía porque razón, pero había otro brillo en los ojos de Marshall, parecido a cuando él la miraba a ella… ¿Atracción? No. Ámbar era hermosa, pero Marshall jamás se atrevería a dejarla por él… ¿verdad? ¿Verdad?

-Me trajo unos Converse que desde hace décadas yo le había pedido- respondió la Princesa, aun muy animada- Sus zapatos me encantan y hasta ayer pudo dármelos-

-Oh… ¿Se los trajiste desde…Aaa?- preguntó la humana, poniéndose más seria y mirando al vampiro.

-Si…bueno…a decir verdad yo la iba a ir a visitar…solo me quedé en Ooo con mi amigo Ash de paso- explicó el vampiro, algo apenado y rascándose la nuca. Finn tragó en seco y lo miró igual de sorprendido que Jake

-Entonces… ¿Desde un principio ibas a venir aquí para visitar a la Princesa?- preguntó Finn, sorprendido.

-Si…- dijo Marshall.

Los muchachos se quedaron ahí, pensando. Era irónico porque, después de todo lo pasado, casi parecía tonto que la meta inicial solo fuera una visita y un par de tenis. Nada que ver con la persecución mortal en la que estaban sometidos. Bueno…de no ser por ellos Finn jamás habría tenido la oportunidad de conocer a su familia biológica y muchos secretos no se habrían revelado…y no le hubieran quedado sus sentimientos claros hacía Marcy.

Pero, aunque a Finn le resultó gracioso que todo iniciará así como a la mayoría…a Fionna la idea no le resultó nada agradable, porque sabía la razón de por qué Marshall había dejado Aaa primeramente. Fue porque se habían peleado respecto a lo de Gumball…pero le molestaba pensar que Marshall se iba a "albergar" con esa chica. ¡Que sacrificado y cuanto esmero le había puesto al cuidar ese par de tenis! Ya que la comida, el agua y todo lo demás se perdió, ese par de tenis no. Ah, mira…si que Marshall era sacrificado.

-Wow…pero que buena amistad tienen ustedes dos…- dijo Fionna, algo molesta. Ámbar la miró, al principio sin entender, pero también notó cierta ponzoña en sus palabras. Tal vez había sido su culpa sin querer, pues en esas dos horas la Princesa se la había pasado jugando con Marshall…y al final, aun cuando al fin se había librado de su fobia…esa chica se interponía. Bueno…a decir verdad la Princesa se había portado de manera linda con ellos, pero…no dejaba de molestarle. Ahora sabía que sintió Finn cuando Anthony dijo cosas raras acerca de Marcy esa mañana.

-Fi…no creas que…- comenzó a decir la Princesa, tratando de apaciguar un poco las cosas.

-Si. Sé que eran muy importantes para ti…por eso los cuidé como mi vida- dijo Marshall como si nada, y alborotando un poco más los celos de Fionna, Ámbar lo miró para que se callara, pero al parecer, el vampiro no se había dado cuenta de lo que estaba hirviendo en su interior- Eres una gran persona para mi…y no necesitas devolverme el favor. Con esa bonita sonrisa y con que sigas hermosa me basta y sobra- dijo, y tomó un poco de su jugo de tomate, sin importancia.

Fionna se puso roja de ira al escuchar las palabras de Marshall. ¿Lo estaba haciendo a propósito? Podía pasarle eso de su "juego" con la Reina Helada. Pero con Ámbar era otra cosa. No solo significaba una amistad entre ellos, pues a como había visto, ellos y Marcy se conocía desde mucho antes, cabía mencionar lo hermosa que era Ámbar, y hasta cierto punto la envidiaba y admiraba….como a Marcy y a Bonnie en las aguas termales en Bellotopia.

La delicadeza de Bonnie, la sensualidad de Marceline, la belleza de Ámbar…todas ella las aplastaban y la hacían sentir insignificante, porque ella no era precisamente…femenina o bonita.

Podía tener miedo justificado. Marshall podía agarrarse a cualquiera que no le temiera al mar, que fuera más hermosa y femenina… ¿Por qué se habría fijado en ella? ¿De verdad le estaba diciendo todo eso por…por molestarla o realmente sentía cierta tracción hacia la Princesa?

-Que bueno que ahora lo sé…- contestó Fionna, sonando más celosa y fulminando Ámbar con al mirada, mientras esta se sentía incómoda.

-Oye, Finn…- comenzó a decir Anthony, en tono algo burlón- ¿No le vas a decir a tu novia que venga a comer con nosotros?-preguntó y señaló con su pulgar a la chica. Marcy estaba sentada a unos metros de ellos, aun bajo la sombrilla, tomando de una copa jugo de tomate y mirando al mar, distante. Finn la miró algo confuso, pues desde que habían llegado, Marcy no había dicho mucho y parecía estar seria, demás de que no había salido nada de ese lugar pese a la pomada que Ámbar le había untado.- Es una pena que no nos permita disfrutar de sus curvas a la luz del día.- dijo, irritando más al muchacho, quien también se puso rojo- Al igual que Marshall, deberías hacer que pierdas su miedo…si es tu novia después de todo-

-¿Y por qué piensas que lo voy a hacer solo porque lo dices tú?- soltó Finn, irritado. Anthony volvió a sonreír y se lamió los labios, imitando una postura de lo más seductora. Irritante para Finn, angelical para cualquier chica.

-Porque si no lo haces tú…lo haré yo- dijo el muchacho, sonriendo maliciosamente. Finn lo volvió a mirara enojado. Ahí estaba esa sonrisita estúpida que le mareaba y le daba miedo. Se levantó de golpe, levantando con sus muslos un poco la mesa, sobresaltando a todos.

-¿Finn?- soltó Beemo, al ver a su amigo de pie, rojo, como un vegetal al vapor. Pisando fuertemente la arena se dirigió a Marceline, mientras todos veían algo sorprendidos el repentino carácter de Finn.

-¿Qué pasó, Anthony?- preguntó la Princesa, mientras el joven sonreía de manera victoriosa.

-Bueno….digamos que hice que actuara un poco, mi Princesa….- le sonrió el consejero, ampliamente- Pero mejor dejémoslos. Debería de hablarle a la la humana y La Dulce Princesa todo lo bueno que me ha contado de Marshall Lee´...y los buenos que eran tambien tocando el piano y cantando,

Ámbar lo miró algo molesta, mienrras Fionna enrojecía un poco más de ira.

Mary seguía viendo el mar. Había dejado de oír las risas y las pláticas de los demás, pero…no quería despegar su mirada del mar. Odiaba no poder tocarlo, pues Marshall parecía feliz, pero, tenía tanto miedo. Aunque le divirtió como había arrojado a Fionna, como esta había salido y luego atacó a Marshall y su cursi reconciliación. Aunque parecía que Marshall había decidido darle un poco de tiempo mas a Ámbar. No lo culpaba, después de todo no se habían visto en años. Fue cuando alguien le arrojó un poco de arena a sus rodillas, entonces volteó a ver y levantó la mirada. Era Finn, quien de estar tan irritado le había lanzada sin querer esa arena con sus pies. Estaba rojísimo, y aunque era de rabia, Marcy pensó que se había requemado de más, pero lo veía adorable.

-Finn… ¿Qué pasa?- le preguntó la vampiresa, habiendo de un lado la copa en la arena.

-Marcy… ¿Por qué no vienes con nosotros a comer algo?- le preguntó el humano, poniéndose de cuclillas, mirándola fijamente, mientras el sol si le daba en su cuerpo y en Marcy la sombra.

-No quiero salir al sol- respondió la vampiresa, sin más. Finn le sonrió un poco.

-No te preocupes, no te pasará nada si tienes la pomada. Mira a Marshall- dijo, girándose a la mesa a mirarlo- Está muy contento-

-Si, lo sé…pero…- comenzó a decir Marcy y luego se apenó un poco y se ruborizó, pegó sus rodillas a su pecho y comenzó a acariciarse un poco su cabello, que tenía de lado.-Me da miedo…- contestó, con mucha vergüenza.

-Entonces…así como Marshall lo hizo con Fi, permíteme…hacer que pierdas tu miedo…- dijo y le extendió la mano, rozando con un poco la sombra de la sombrilla. Marcy lo miró algo sorprendido y luego esbozó una sonrisa.

-¿Me vas a arrojar al sol?- preguntó, bromeando la vampiresa. Finn esbozó una sonrisa por igual.

-Ja, ja…no…- respondió Finn, extendiendo más su mano- Lo haré a mi manera.- Entonces Marcy se puso más seria y miró de nuevo su mano. ¿Lo haría? Llegaría tan lejos con Finn… ¿Cómo desafiar su naturaleza? Bueno, Marshall lo hacía y parecía contento, pero…no lo habían torturado con su enemigo natural.- Anda…no te pasará nada. Yo te cuidaré-

Marceline miró sus ojos…y por un instante le pareció ver al mismo mar en ellos. Tan azules, tan brillantes, tan inocentes…y jurándole que jamás le pasaría nada. Confiaba en ellos, si, pero las quemadas curadas le dolieron de repente en ese momento…al igual que muchos malos recuerdos en su mente. La luz y la oscuridad….ambos eran así, incluso en ese momento. El cabello, su piel blanca, sus ojos azules…todo era como la playa en él. La arena suave y blanca, el mar azul y el cabello dorado como el sol, y ella era como la oscuridad. Su piel pálida como la luna, su cabello oscuro como la noche y el rojo carmesí de un par de ojos de murciélago.

Una bellísima combinación…igual que…un eclipse.

Extendió su mano hacía él, pero justo cuando la iba a tomar…se echó para atrás. Pero entonces de nuevo se armó de valor y sacó su mano a la luz, aun temiendo que la quemara, hasta que…tomó la mano de Finn. Él le sonrió y la tomó más firmemente, así que poco a poco se fue hacia a delante, pasando su brazo, luego su hombro y al final se puso de pie completamente, siendo bañada por la luz del sol y la brisa del mar.

Marcy, al principio temerosa y sin saber muy bien cómo lo hizo, miró sus manos. No se estaban quemando, al contrario, se sentía muy bien ese calor que calentaba un poco sin hacer daño su fría piel.

-¿Te gusta?- preguntó Finn, tomando sus manos y mirándola felizmente.

-Se siente… ¡Impresionante!- soltó Marceline, contenta y luego lo abrazó, Finn al principio se sorprendió, pero le devolvió el contacto. De repente, Marcy no pudo evitar soltar algunas lágrimas. Era estúpido que un invento tan simple y fácil para Ámbar la hiciera sentir tan feliz, pero es que…ese calor…le traía tan buenos recuerdos-Gracias, Finn…- sollozó. Finn se separó de ella y la miró, algo confundido y culpable.

-¿Marcy? ¿Por qué lloras?- le preguntó- ¿Te duele algo?-

La vampiresa se limpió las lágrimas y lo miró con una sonrisa.

-No…es que…se siente realmente bien que comparta esto contigo…- dijo Marcy. Finn le sonrió más ampliamente y se paró de puntitas, dándole un beso en la mejilla, mientras Marcy apretaba un poco más el agarre de sus manos.

-¡Pero vamos!- dijo Marcy, muy animada de repente- ¡A refrescarnos al mar!- Entonces corrió feliz hacia la costa…Finn se quedó ahí parado, no solo por recordad su fobia al océano, sino por admirar a Marcy. Tal y como dijo Anthony, hubiese sido una pena no verla con ese traje de baño. Vio como reía y como se salpicaba con el agua de mar, creyendo que iba detrás de ella…hasta que la vampiresa se detuvo de su rebosante felicidad y lo volteó a ver, confundida.- ¿Por qué no vienes?-

-Creo que…olvidas que a mi también me da miedo el océano- dijo Finn, cruzándose de brazos. Marcy lo miró y luego sonrió, caminó a él y tomó una de sus manos.

-Haré que te olvides de eso también- le dijo, con una sonrisa. Finn le sonrió y se acercó a ella, titubeado de una manera poco nirmal en el. Era extraño, pero sentía ese olor a cerezas de los labios de Marcy sobre su nariz, mientras el viento y la luz del crepúsculo la bañaban. Era hermosa así. Desarrollada de nuevo, con esa mirada sensual y su piel, que aun muerta y pálida, parecía resplandecer. Pero tan pronto como sus rostros se acercaron para posar sus labios en el otro, una voz los interrumpió.

-¡Hey! ¡Chicos!- oyeron a Ámbar gritarles desde lejos. Los muchachos se separaron al instante, levemente sonrojados. A diferencia de Marshall y Fionna, ellos eran un poco más reservados en ese aspecto. Ambos eran tan similares…tan obstinados.

-¿Qué pasa, Princesa?- preguntó el humano, fingiendo igual que no pasaba nada.

-¡El sol está casi por ocultarse!- dijo ella- ¡Vayan a darse una ducha y nos vemos en el salón para cenar en dos horas! ¡Marshall y yo les enseñaremos que somos unos dioses tocando el piano y cantando!-


La noche llegó y lo que fue un relajante día para los muchachos, en el que se despejaron de todos sus problemas y la tensión del viaje, llegaba a su fin. Y no pudo haber acabado mejor que con una rica cena que Grace había preparado específicamente para ellos.

Luego de la playa, todos se dirigieron a sus respectivas habitaciones, se lavaron la arena de sus cuerpos y su cabello y se colocaron la misma ropa que Ámbar les había proporcionada, por no decir que Bonnie y Marcy habían aprovechado para ponerse bonitas, de hecho Fionna también lo hizo, pero únicamente peinó su cabello y no usó más su gorrito, no por gusto, sino porque la ama de llaves había mandado a lavarlo, pues aun estaba lleno de tierra y arena.

Cuando bajaron, los muchachos ya estaban esperándolas, pero no en el comedor, pues tal y como lo habían prometido, Ámbar y Marshall iban a dar un pequeño numerito de cortesía, por lo que la Princesa pidió que les pusieran una mesa frente a la tarima con el piano de diamantes y turmalina, delante de la gran ventana, la cual daba a los jardines reales y dejaba ver la fresca y tibia noche que se daba.

La cena era parecida a la de la noche anterior: pastelillos, café frío, malteadas heladas y demás postres, solo que en esta ocasión, Grace hizo que los cocineros del palacio le sirvieran a cada quien sus platillos favoritos. Por lo que Fionna y Finn se estaban zampando un gran plato de espagueti igual que la Dulce Princesa, Jake, a pesar de parecer raro, pidió un burrito de todo y sorprendentemente se lo dieron, al igual que Cake. Pero Marcy y Marshall se limitaron a su dieta de pulpa y sangre de pescado junto con jugo de tomate. La Princesa y Anthony también, únicamente se limitaron a un trozo de carne con ensalada y salsa de mango.

-¿Se divirtieron hoy?- preguntó la Princesa, mirando lo felices que estaban a su alrededor.

-¡Si! ¡Muchas gracias, Princesa! ¡Usted es tan candente como genial!- soltó Jake, contento.

-Pues disfrútenlo todo lo que puedan…- masculló Anthony, a lo que la Princesa le respondió con un leve golpe en el hombro.

-¡Anthony!- le regañó.

-No se preocupe, Princesa- dijo Finn, desde el fondo de la mesa- No es su culpa que tenga a un completo patán como hermano-

-¡Repítelo!- gritó Anthony, poniéndose de pie-¡Vuelve a decirlo y te juró que jaló a tu noviecita!-

-¡No sé lo que significa! ¡Pero tocas a Marcy y te mueres!- gritó de nuevo Finn, amenazante y levantándose también de su lugar, mientras de Nuevo se fulminaban con la mirada.

-Hey…ya basta…- dijo Fionna, más calmada y tratando de relajar a esos dos- En lugar de hacerle pasar un mal rato a la Princesa con sus tonterías, deberíamos agradecerle todo lo que ha hecho con nosotros-

-Tienes razón, Fi- dijo Marshall y también se levantó, pero tomando su copa de jugo de tomate y la levantó, en señal de agradecimiento- Propongo un brindis- dijo en voz alta, para que todos lo escucharan, entonces todos se pusieron de pie y tomaron sus respectivas bebidas- Por la Princesa Ámbar, a la que le debemos nuestra vida por habernos sacado del Último Desierto y alojarnos en su maravilloso Reino- entonces se dirigió directamente a la Princesa- Ámbar, solo quiero decirte que, a pesar de que Marcy y yo no te hemos visto en mucho tiempo, no has cambiado nada. Aún eres muy hermosa, inteligente, candente según Jake y tienes un gran corazón, y no sé si haya un hombre en tu vida, pero quien sea que esté a tu lado es realmente afortunado y…-

-Ya entendimos…- masculló Fionna por lo bajo, mientras los celos se la comían viva. ¿Era necesario que Marshall se comportara así? ¿Era necesario restregarle en la cara la posibilidad de que en esos instantes entre él y ella podía haber algo más que "una vieja amistad"? De nuevo un pánico incontenible se apoderó de ella, porque no tenía comparación con Ámbar.

Marshall la miró de reojo, sorprendido. Estaba roja. ¿Era su imaginación o las palabras de Fionna habían salido con todos los celos del mundo? Sacudió la cabeza de un lado para otro y levantó más la copa.

-En fin…es bueno volver a ver una vieja y gran amiga… ¡Por la Princesa Ámbar!-

-¡Por la Princesa!- dijeron todos al unísono levantando las copas, mientras Ámbar sonreía tiernamente. Todos chocaron sus copas con otros y le dieron un trago a su bebida. La Princesa dejó su bebida en la mesa y miró a todos.

-Gracias, pero la verdad es que ustedes son unos maravillosos huéspedes- dijo ella- Y lamento todo lo tuvieron que pasar para llegar hasta aquí-

-Como dijo Marshall…valió la pena, Princesa- dijo Finn, sonriéndole. Ámbar le devolvió el gesto y asintió levemente con la cabeza, alagada…y culpable. Era increíble imaginarse que algún día, tal vez, ese bellísimo gesto por parte del humano jamás se volviera a ver en la faz de lo que quedaba de la tierra.- Mejor, Princesa…enséñenos algo de su talento musical, que Marshall dice que cuando la conoció tenía mucho y que aún lo tiene-

-Ja, ja…no…- dijo la Princesa, apenada- No creo que sea buena idea-

A decir verdad, quería realmente cantar con Marshall, porque hacía mucho que no lo hacía, o tal vez sí, pero no tan a gusto como lo hacía con él, con un amigo de confianza. Ese era un lazo que unía más el vínculo del pasado que también los unía a ella, a Marshall y a Marcy.

Pero la mirada irritada y la cara roja de Fionna le decían que los celos de esa muchacha podían ser… ¿peligrosos?...Naaaaa…no era peligrosa. Pero si podía causar algunos problemas.

-Anda, Ámbar…-pidió Marceline, muy emocionada-¡Canta como sabes hacerlo! ¡Por los viejos tiempos!…cómo cuando estábamos en las Scream Queens…aunque claro…tu fuerte siempre fue cantar a capela y solo con el piano-

-¿Scream Queens?- repitió Finn, algo confundido. Eso le sonaba a algo más del pasado de Marshall y Marcy que no le habían dicho…como muchas cosas. Sin embargo, como siempre, nadie le daba explicaciones a sus preguntas.

-¡Si! ¡Si estuviste con las Scream Queens debes ser fabulosa!- dijo Bonnie, con la misma emoción- ¡Quiero escucharte!-

-De hecho Ámbar tiene la voz más bonita que he escuchado en todo Ooo…- presumió Marceline, ignorando, como era natural, la pregunta de Finn.

-¡Que cante, que cante, que cante, que cante, que cante…!- comenzó a decir Jake, dando aplausos. Cake lo siguió y al instante todos lo hicieron también, a excepción de Fionna, quien estaba demasiado fastidiada cómo para dar ese grito de guerra y Marshall, quien la miraba de manera suplicante.

-Está bien, está bien…lo haré…- dijo Ámbar rendida y poniéndose de pie, mientras todos tomaban a siento y Marshall salía de su lugar y se encaminaba a la tarima.- Espero que no hayas olvidado cómo se toca, Marshy…- le dijo, burlonamente al vampiro, este sonrió cuando se subió a la tarima.

-Déjamelo a mí, Princesa…- dijo y le guiñó un ojo, mientras se sentaba en la butaca frente a las teclas y se preparaba para tocar. Ámbar se sonrió y se sentó en la cola del piano, lo más cerca a las notas y a Marshall- ¿Cuál quieres cantarles, Ámby?-

-¿Te parece la de "Tell me that you love me"? Esa canción no se me olvida, además de que es una de las que hizo Marcy y de las que más me gustan- dijo, mirando a su amiga, quien le sonrió ampliamente.

-Perfecto…- dijo Marshall. Entonces el vampiro comenzó tocar una canción suave, pero realmente pegajosa que hacía mecer la cabeza a quien fuera, mientras los otros guardaban silencio y miraban admirados el talento que Marshall tenía para tocar ese bello y fino instrumento. Más Finn y Fionna. Finn, porque fue el primero en enterarse a base del diario que Marshall era muy bueno y que, junto con Marcy, compartían ese gusto. Y Fionna…porque nunca había visto tal brillo de nostalgia y calculación en los ojos carmesí del vampiro, por no decir de una delicadeza y gran porte…como todo un caballero- "Ohhhh…"-

-"Yeah…Yeah…"- cantaron esta vez la Princesa y él juntos, uniendo sus voces a pesar del cambio radical de tono de la contralto y el bajo de Marshall. Sin embargo parecía que con esas solo dos expresiones daban a entender que habían nacido para cantar juntos.

-"The situations turns around… enough to figure out. That someone else has let you down…!"-

-"So many times I don't know why…"- cantaron los dos a la vez, sintiendo el ritmo. Y enbobando a todos los presentes.

-"But I know we can make it…As long as you say it!… So tell me that you love me…Yeah!"- entonces la Princesa se recargó en el piano, dejando llevarse por la canción y los viejos tiempos…al igual que Marshall-

-"And tell me that I take your breath away…"- cantaron los dos a la vez- "And maybe if you take one more than I would know for sure. There's nothing left to say …"-

- "Tell me that you love me anyway…!"- cantó la Princesa, entonces giró sobre si misma, subiendo sus pies descalzos al piano y finalmente poniéndose de pie sobre él, dejándose llevar por los buenos recuerdos y el respeto de esa canción…igual que Marshall- "Tell me that you love me anyway…"-

-"Ohhhhhhh…"- cantaron los dos, mientras Ámbar caminaba al ritmo del piano.

-"Waking up beside yourself… and what you feel inside. Is being shared with someone else…!- cantó ella, aun sobre el piano.

-"Nowhere to hide I don't know why…"- cantaron los dos.

-"But I know we can make it…"-volvió a cantar ella- "As long as you say it…!-

-"So tell me that you love me… yeah!"- volvieron a cantar los dos-"And tell me that I take your breath away. And maybe if you take one more then I would know for sure"- entonces la Princesa se bajó del piano con una gran sonrisa, mientras sus pies tocaban de nuevo ese piso de diamante y mármol-"… There's nothing left to say…"-

-"Tell me that you love me anyway…!"- cantó tan pronto como tocó el suelo.-"Show… me look what we found…"-

-"Turn it around every day…"- volvieron a cantar los dos.

-"I can hear what you say…"-cantó de nuevo ella, mientras se dirigía a la butaca, con Marshall.

-"Now I know why know we can make it…!."- cantaron los dos juntos, mientras ella tomaba asiento a su lado y fingía tocar las teclas.-" If you tell me that you love me, yeah!.. And tell me that I take your breath away…"- la Princesa se levantó de nuevo, dejando de tocar las teclas y se paseó un poco, hasta quedar en lugar donde se había sentado, acariciando el piano-" And maybe if you take one more… So tell me that you love me!... Yeah!... And tell me that I take your breath away. Maybe if you take one more than I would know for sure…"

-"There's nothing left to say…!"- Entonces se impulsó y de nuevo se sentó encima del piano, se giró a Marshall y posó sus pies sobre la butaca, junto a él, mirándole coquetamente, mientras él tocaba las últimas notas, viéndola de la misma manera-"Tell me that you love me anyway…"-

Marshall tocó las últimas notas y finalmente terminaron…entonces los chicos tuvieron que asimilar por un momento lo que habían visto. ¡La canción más genial escuchada para ellos! La delicadeza y nueva morada suave de Marshall y la bellísima voz de Ámbar, con razón los había hipnotizado con ella en el desierto. De verdad era increíble que una canción de muchos años los uniera de esa manera tan fuerte y ajena para los demás.

Al final todos comenzaron a soltar gritos de alegría y emoción, se pusieron de pie, dando unos aplausos, orgullosos de sus amigos…incluso Anthony.

Había escuchado cantar a su Princesa, y le gustaba, pues lo hacía bien, pero…en ese momento…se veía tan fresca y relajada…como si Marshall y todos sus recuerdos tocaran la parte de quien realmente era ella.

-¡Algebraico!- soltó Finn, mientras miraba como Ámbar se bajaba de nuevo del piano, con una sonrisa satisfecha-¡Tienes la mejor voz que he escuchado!-

-Definitivamente no has perdido en toque amiga…- dijo Marcy, mientras la abrazaba, contenta. Esa era Ámbar. Sensual, hermosa, con una sonrisa dulce y apacible en el rostro…su vieja amiga.

Todos se habían acercado a felicitar a Marshall, por su gran demostración de talento al piano y a la Princesa por su maravillosa voz…excepto Fionna, quien se había quedado plasmada ahí, viendo la química que Marshall y esa chica hacían.

No soportó ver sus sonrisas y las de sus amigos, dándole cuerda más a lo que ella odiaba. Por lo que, sin decir ninguna palabra, abandonó la sala, se dirigió al portón que daba al comedor y salió por ahí, completamente dolida…y con algo creciéndole en el pecho.

Nadie se dio cuenta de ello, pues todos estaban muy felices como para notarlo…a excepción de Ámbar, que a través de los hombros de los demás vio como Fionna se había ido nada feliz….y se sintió culpable. Sabía que aquello no era una buena idea.

Sin embargo sabía como enmendarlo, siempre y cuando ella y Finn acptarán el trato que tenía en mente. Así que, simplemente sponrió ante la idea.


Salió como pudo de las puertas del comedor a los jardines y una vez ahí corrió entre los arbustos tal y como sus piernas se lo permitían, para al final llegar al barandal que delimitaba el suelo de plata y la arena blanca.

Necesitaba respirar, quitarse esa envidia poco típica de ella y no explotar…conservar la calma. Sintió el cálido viento y la brisa del mar…el cual apenas y se veía gracia a las luces del palacio y las decoraciones del jardín….lo que le daba un toque celestial y el tibio aire que respiraba profundamente para mantener la cordura…luego, una vez más tranquila y sin el temor de explotar, se recargó en barandal…viendo el mar tristemente y suspiró.

Y pensar que hacía unas horas había sido realmente feliz con Marshall tras haberse curado de su fobia al océano, gracias a él.

Sabía que algún día pasaría eso. El día en que alguien llegaría para Marshall y la aplastaría. Bueno, no la culpaba, pues pese a lo que sentía…Ámbar era una persona realmente imposible de odiar. Era muy buena, la curó de la muerte y le estaba dando alojo y casa, por no decir protección…porque ella de sobra sabía lo que sucedía.

Era hermosa, sensual, cantaba como diosa, tenía riquezas…¿Cómo competir contra ella? Ella solo se sentía una humana tonta e insignificante…tal y como habían dicho muchas personas: "Una chica poco femenina".

¿Resignarse? Pero, había pasado mucho como para hacer eso…sin embargo, a como Marshall y ella se miraban en la canción, con esa química tan…perfecta…la dejaba sin armas.

De nuevo sintió eso en el pecho.

¿Acaso estaba celosa de la Princesa Ámbar?

Si.


¡Hey! ¡Hasta aquí terrícolas!

Bueno, como verán, el inicio del capítulo solo fue una introducción, basándose en como es el Reino (bailarín, cálido, perfecto, con mucha gente buena) y conocieron a dos nuevos personajes principales: La Princesa Ámbar y Anthony Stone, dos chicos que tendrán mucho que ver con esta parte final, así, como se dieron cuenta, la rivalidad de Finn y la desconfianza de Marshall hacía el joven consejero, la personalidad de la Princesa y de los celos que esta le puede causar a Fionna…no se preocupen, porque no pasara nada, este Fic sigue siendo Fiolee.

Y aunque ahorita se les está pintando todo a nuestros héroes de manera cómoda y feliz, en el siguiente capítulo comenzarán más los problemas, pues, a pesar de todo, los muchachos aun deben seguir las ´pruebas y Ámbar se los revelará en el siguiente capítulo, donde ya haremos mención de las Olimpiadas y más de las "Scream Queens"

Bueno, antes quiero decirles que el joven Anthony, oficialmente no es mío. Una lectora muy fiel lo hizo para mí, como dije en la nota en el otro Fic. Zulemita, a ti te doy el crédito y créeme, tu personaje será de vital importancia…y aunque lo puse un poco arrogante en este Fic, ya nos daremos cuenta de que, al igual que la Princesa, tiene un gran corazón y toda una historia. Y en cuanto a los otros que me dieron sus personajes…calma…saldrán en el tercer capi de la tercera parte más o menos.

Bueno, la canción se llama "Tell me that you love" y es interpretada por mi cantante pop favorita Victoria Justice y Leon Thomas III. Escúchenla y espero que les guste, a mi me encantó para esa parte.

Un aviso: Hubieron dos personitas que me dejaron comentario en el Fic anterior y que me pusieron links para ver unos dibujos que habían hecho y unos cosplay de HDA. Bueno, me sale la dirección…pero no la página, entonces si están ahí, muchachos o muchachas, por fa díganme donde las puedo busca para ver lo fenomenales que son ¿si? Realmente me gustaría verlos y para que sepan que no los pasó por alto. eh…

Y… ¡Jake y Arcoiris van a tener bebés! Jaja, para quienes vieron el nuevo capítulo de AT "La Princesa y la Plebeya" saben a lo que me refiero.

Bueno pues gracias por leer y a todos sus comentarios que, finalmente como siempre digo, son la base de este Fic. Todos son grandes y gracias por apóyame a arrancar con esta nueva parte que es la final del Fic. Y espero tener la misma suerte que en mis otros dos Fics, muchas gracia por leer.

Bueno, pues perdón por la demora y aquí está el primer capi. Gracias de nuevo y espero actualizar pronto. Cuídense mis lectores y nos leemos pronto que esto apenas arranca xD.

Bye :D