Me dejó. Un vez más me encontré recostado sobre la inmensa cama de mi habitación. Solo. Mirando hacia el techo con los brazos detrás de la cabeza. Pestañee ante el recuerdo de las mil veces que tuvimos relaciones en esa misma cama. Vivimos juntos por más de dos años y aún sigo sin creer que me haya dejado. Nunca fui el mejor novio, eso es seguro. He sido una mierda todo este tiempo pero… Siempre creí que la quería como tendría que querer a alguien. "Tú no sabes cómo querer, Seiya, dudo que sepas lo que el significado de la palabra implica…" Fueron sus palabras antes de irse. Entonces me encontré solo en ese departamento que rentábamos entre los dos, que pagábamos juntos y que poco a poco armamos. Durante una semana, el señor Suzaku ha tratado de hablar conmigo, pero no estaba seguro de cuánto tiempo llevaba encerrado, sin comer en ese lugar. No tengo idea de cuántos meses debo de renta, o de cuánto tiempo tengo sin salir de ese departamento. Escuché que la puerta se abría a lo lejos y unos pasos resonaron en la suela hasta detenerse frente a mí. Vi por el rabillo del ojo la silueta de Andrew, quien me miraba cruzado de brazos y el ceño fruncido.

-¿Te vas a quedar para siempre encerrado en este lugar?-dijo mientras estudiaba mi habitación.

-Largo.

-Seiya.-dijo mientras me obligaba a mirarlo.-El señor Suzaku quiere que te vayas hoy mismo, nos ha pagado la renta en tres meses y está cansado de que no le abras. Te quedarás conmigo, recoge tus cosas ahora.

Obedecí como si fuera un robot. En una hora ya estábamos fuera del edificio con algunas cajas y maletas llenas de mis pertenencias. No podía creer que tuviera que dejar aquél lugar, era un mal sueño hecho realidad. Sé que Andrew solo quería ayudarme, pero en el fondo me sentí traicionado. Un ciclo se había cerrado y yo no tenía idea de cómo empezar de nuevo. Era un ente vacío, sin propósitos, sin casa y sin novia. No era nadie, no valía nada. Lo único que que tenía era ropa y libros, no más, sabía perfectamente que quedarme en casa de Andrew era algo temporal, y a pesar de que él me diría lo contrario, no estaba dispuesto a invadir su espacio. Qué ridículo debí verme, qué poco hombre…

-Deja de lamentarte, das lástima.-me reclamó Andrew mientras me ofrecía una cerveza. La acepté de mala gana.-Nunca has sido de esos hombres, ¿recuerdas?, eres un cabrón… Te has burlado de todas ellas y ahora, ¿te sientes mal?, no me la creo.

Medité sus palabras un segundo y le di un largo trago a mi oscura.

-¿Cómo justificas tu actitud?-preguntó impaciente.

-Que Kakyuu se haya ido no es mi problema, sino que me haya dejado.

-Ya. Lo que sucede es que eres tú quien hace esa parte del trabajo, ¿Cierto?

Asentí sin decir palabra.

-Entonces lo único que te pasa es que te han herido el orgullo, y nada más. Nunca creíste que una mujer se atreviera a eso.

-Exacto.

-Eres un pobre diablo, Seiya. Será mejor que vayas pensando en qué vas a hacer de ahora en adelante. Tienes que pensar en la universidad.

-Pienso seguir. Solo me falta un año para terminar.

-Por mí te ofrecería un lugar en mi casa, pero mi hermana llega en una semana y no le gustará nada verte aquí.

-Vale. Tu hermana me odia, no mencionemos eso, ni en sueños me quedaría tampoco, de cualquier manera te agradezco. Buscaré un lugarsito por ahí.

Luego de un rato, escuché que Andrew se metía al baño para darse una ducha y decidí aprovechar para salir un rato y tomar aire fresco. La ciudad estaba sumergida en un extraño silencio, ajeno a todo lo que sucedía a su alrededor. Parecía ser que algo grande estaba por comenzar pronto, como si un cambio fuera a hacerse efectivo. El hecho de solo pensarlo me causó un escalofrío. Caminé cuesta abajo, encogiéndome de hombros ante el hecho de haber olvidado un sweater. El invierno estaba en su última etapa, y di gracias por no tener que seguir soportando más el viento helado y las constantes nevadas. A decir verdad, siempre odié el invierno, aun desde que era niño y mi madre me enviaba descalzo por un balde de leche a un kilómetro de casa en plena nevada. No tenía zapatos, cómo una pobre mujer hubiera podido comprarme unos sin marido, sin dinero, trabajo o ayuda. Sacudí mi cabeza ante el recuerdo, ya no tenía caso pensar en el pasado. Tomé asiento en una banca cerca de la peletería mientras encendía un cigarrillo. Me dediqué a observar el gentío mientras daba caladas largas y cortas, según lo sentía. A pesar de la gente, había demasiada gente en la plaza. Discretamente detuve la mirada en una pareja, no muy lejos de donde me encontraba, parecían realmente quererse, era algo mucho más que lo físico. ¿De verdad existía? Era algo casi imperceptible para ellos, pero para mí era bastante obvio. Sus miradas lo decían todo sin necesidad de palabras.

¿Y ahora qué? ¿Me dedicaría a observar parejas y observar el amor que se tenían? Eso claramente no iba conmigo, por supuesto no después de desperdiciar mi vida y mis "relaciones". Nunca quise tener novia hasta que Kakyuu insistió tanto en que fuéramos una pareja. Yo solo quería tener una relación libre, en donde pudiera ir y venir todo el tiempo, pero después resultó que Kakyuu me gustaba demasiado y que no me cansó tan rápido como lo pensé. Hubiera hecho cualquier cosa por Kakyuu, al menos casi cualquiera… Estaba seguro de que me atraía y me gustaba mucho, pero ella siempre hablaba de algo "más". "Yo quiero más de ti, Seiya, ¿por qué no puedes entregarte?" Solía decirme en las mañanas antes de irse a la universidad. Creo que nunca voy a comprender a las mujeres, de cualquier manera… Estoy seguro de que no hubiera podido darle más a Kakyuu porque a pesar de que soy un cabrón… bueno, simplemente no sentía la necesidad de darle más.

Tanto mis vacaciones de la universidad, como de mi trabajo en Barnes & Nobles, una editorial muy famosa en donde trabajaba de asistente de edición, estaban por terminar. Pronto tendría que salir de mi ensimismamiento y regresar a la realidad. Sobrevivo con la beca por mis buenas calificaciones, la pensión que me da mi hermano Taiki, ya que es un exitoso doctor, y lo que me pagan en la librería. No es mucho pero salgo muy bien en el mes, y ahora tenía que buscar un lugar donde vivir. Solo tenía que aguantar un año, un solo año entero para terminar la universidad, escribir mi tesis, presentar mi examen profesional e irme a París, en donde tenía asegurado un lugar en la famosa editorial Amour de la littérature, gracias a un número de artículos publicados. Tenía un trabajo asegurado para dentro de un año, pero si no lograba sobrevivir, no tendría absolutamente nada.

Antes de regresar a la casa de Andrew, pasé por la tienda de abarrotes y compré el periódico local para comenzar a buscar lugares. Me distraje echándole un vistazo y no me di cuenta de que alguien se acercaba del otro lado. Accidentalmente golpee a la mujer y se cayó al suelo, al parecer llevaba unas maletas. Cuando me di cuenta ya era demasiado tarde. Unazuki yacía en el suelo con el rostro escarlata y furia en los ojos. Me miraba con algo más que odio y sostuvo mi mano con vergüenza cuando la ayudé a ponerse de pie.

-De todos los ciudadanos de Tokio tenías que ser tú quien me tirara al suelo, ¿no?

Sonreí ante su sarcasmo y recogí sus maletas. Entramos a la casa en silencio y cuando Andrew vio a su hermana nos miró a ambos con temor. Unazuki se dirigió a su habitación y un rato después regresó enojada y de brazos cruzados.

-¿Se está quedando aquí?-dijo sin dejar de mirarme.

Andrew asintió lentamente.

-Solo por un tiempo.-dije sin pensar.-No pienso molestar.

-Creí que regresarías en una semana, Unazuki, es por eso que le ofrecí a Seiya venir.

-Sí, bueno… el viaje se adelantó un poco.

Los dejé charlando para que arreglaran sus problemas así que me encerré en la habitación de invitados. No supe en qué momento me quedé dormido pero cuando abrí los ojos, el sol se filtraba tenuemente por la ventana. La casa estaba en silencio, así que decidí salir a la cocina para verificarlo. Ni Andrew ni Unazuki se encontraban, por lo que me preparé un desayuno rápido con huevo, tocino y zumo de naranja. El reloj marcaba las 9:30, me avergoncé por haber dormido tanto y cuando terminé de comer me dispuse a lavar los trastes. Mientras enjabonaba los platos, escuché que la puerta se abría y vi a Andrew con una enorme sonrisa en el rostro.

-¡Seiya!-gritó.

-Por aquí.-dije girándome.

-Amigo, ¡buenas noticias!-dijo mientras se terminaba el resto de jugo en mi vaso.-Te he conseguido dónde vivir.

-¿Ah, sí?-dije con incredulidad.- ¿Dónde?

-Una amiga necesita desesperadamente a alguien con quien compartir el departamento o la correrán.

-¿Amiga? ¿Bromeas? No estoy dispuesto a vivir con una mujer, no, jamás. No quiero saber de mujeres en un año.

-¿Hablas enserio? Eso te lo creerías si no fueras Seiya Kou.

-Es una promesa que me hice a mí mismo, Andrew, tienes derecho a no creer, pero no tengo interés alguno en envolverme con una al menos hasta que logre salir de la universidad e irme a París.

-Buen punto. Pero lo que importa es que ella necesita de un compañero para mañana mismo, ¿dejarás que la saquen? Ambos necesitan donde vivir.

-Pero… de verdad no tengo la menor intención de tener que relacionarme con una mujer de cualquier manera.

-Hay algo que tienes que saber… Yo… le dije que tú…

-¿Le dijiste que aceptaría?

-Hmm… algo más que eso. Le dije que tú eras… gay…

Abrí los ojos como platos.

-¿Gay?-grité asustado.

-¡Lo siento! Es que ella no aceptaría de otra manera, cuando le dije que eras gay lo aceptó muy bien y dijo que te esperaba mañana.

-¡Por qué hiciste eso, Andrew!

-Porque tanto tú como ella están en problemas, ¡no pasa nada! Solo tienes que fingir ser gay mientras estás en el mismo lugar que ella… De cualquier manera casi no se van a ver, ella trabaja y estudia también.

Andrew tenía razón, pero aun así eso de fingir ser gay no me gustaba para nada y no podía soportar la idea de pensarlo. Pero estaba desesperado y tenía que pensar en salir de mis problemas. Un año, solo un año tendría que soportarlo para poder irme a París. No podía ser tan difícil… ¿o sí?

-Andrew…-dije enojado.-Te odio por esto, pero no puedo evitar darme cuenta que es cierto. Solo porque me urge solucionar mis problemas, pero ¡nada más!

-Ya verás que un año se pasa rápido, ni cuenta te darás.

Me dejó solo cuando lo vi entrar al baño y me dediqué a secar los platos. ¿Gay? ¡Por Dios! Yo de homosexual no tenía nada, me gustaban las mujeres y bastante… Ahora tendría que fingir ser un homosexual. En fin… quizá hasta me ayudaría para alejarlas de mí, ya que no estaba dispuesto a envolverme con ninguna mujer en un año, no podía hacerlo o perdería mis estribos. Poco tenía idea yo de lo que acababa de meterme.