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Saint Seiya y todos sus personajes son propiedad del sensei Masami Kurumada.

Este fic es un homenaje al anime que me llenó de emoción.

Atena y Pegaso

Su complicado idilio es inspiración de musas que cantan en mi oído.

Palas Atena, aun bajo el nombre de Saori sigues siendo una diosa.

Seiya de Pegaso, extiende tus alas y vuela más allá del olimpo.

¡Larga vida a los caballeros de Atena!

¡SantaManíaCaballeresca!

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El pecado de una diosa

Por Liluel Azul

Capítulo 1

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En la habitación de Atena, en una gran y elegante cama, duerme un chico de cabello castaño. Está recargado sobre su costado, las suaves sabanas de seda delinean su figura desnuda. Los hombros anchos, el pecho fuerte, las largas y atléticas piernas, la piel morena luce resplandeciente como el bronce más precioso y exquisito al ser envuelto en esas níveas sedas.

Sentada en la alfombra, en una esquina de la habitación, la diosa Atena lo contempla; el pie firme se clava en el suelo para servirle de apoyo al brazo, mientras la muñeca toca la barbilla en pose de reflexión. Quieta, muda, estática, tanto que la diosa parece una estatua cuya cavilación es más profunda que la efigie del pensador de Rodin.

La luz de la luna, terca en su necesidad de alumbrar se infiltra por los huecos que las cortinas no cubrieron, iluminando un poco todo. Pero en los ojos de Palas la luz entra en la profundidad del oscuro iris, para luego salir proyectado al exterior del ser divino con una potencia abrumadora.

La de los ojos de búho, solían llamarla los antiguos griegos, por esa intensidad nada humana, pues más pareciera el fulgor de los ojos de una fiera contenida que en lugar de ceder a los instintos, se frena, porque está estudiando al oponente, analizando como provocar el máximo daño con el mínimo esfuerzo.

No por nada es el numen de la guerra estratégica. La mujer astuta que en el campo de batalla salía airosa no por la fuerza sino por la táctica.

Ahora mismo, la diosa está en guerra, por ello está en esa actitud tan reflexiva y con esa mirada penetrante estudia a su oponente. Pero ese Pegaso ni cuenta se da por estar profundamente dormido, pero sobretodo rendido. Desde el principio de esto se ha rendido a la diosa y a su voluntad.

"Soy tu esclavo" le dijo y el poder de esas palabras fue como la mirada de la Gorgona, para la diosa, pues la ha dejado congelada e inmóvil.

"Soy tu esclavo" le dice, cada que lo trae a este cuarto desesperada por el sabor de su piel.

"Esclavo", desde la era del mito está sentenciada con esa palabra. Cómo olvidar a Tiresias, en aquella hora en el que ella, bajo el extenuante calor, se despojó de sus ropas para bañarse y al descubrir al hombre que la observaba, tendió sus manos sobre la cara de este, dejándolo ciego. No midió su poder, el cosmos que salió de ella fue sin intención, pues aquel que la había mirado sin querer, no sabía que ella estaba allí y si se quedo mirándola fue por la sorpresa de toparse con un ser divino.

Por eso, como Palas ya no podía devolverle la vista, la diosa le entregó el don de la adivinación. Quién diría que su primer presagio sería para la misma diosa. Pues cuando le entregó ese divino poder, Tiresias sonrió y sus palabras se le quedaron grabadas como letras en piedra.

Hace mucho tiempo había un apuesto esclavo, no eran pesadas cadenas lo que lo ataban sino su amor por una princesa. Día y noche, ella también suspiraba por él y el esclavo le correspondía. Su cuerpo estaba atado así como sus sentimientos, pero ¿quién era el que no podía moverse? ¿el esclavo o acaso la princesa?

Tiresias era sabio, le dio su futuro con precaución por tratarse de una diosa. Habló como si le contara un cuento, una historia pasada ya muy lejana y ajena.

Y ahora la diosa contempla a su esclavo, cuyas ataduras no lo dejan moverse robándole toda libertad. Y es la princesa del cuento paralizada por las ataduras con las que ató al esclavo. Porque aquel por el que suspira no es libre y eso la trastorna pues el amor puede no ser verdadero. Sujeta las riendas con firmeza por miedo de que al sentirse libre el Pegaso abra las alas y vuele lejos de ella, y al mismo tiempo le desespera pues ha forzado la relación y una parte le grita que por más que sus ojos la miren con amor, tal vez no sea amor de hombre a mujer sino devoción de hombre a diosa.

Esta no es la primera vida que pasa junto al caballero de Pegaso, ni es la primera vez que siente que el malvado cupido la ha herido, viviendo una vida de guerrera, hombres de naturaleza espectacular han desfilado frente a ella; aun así, esta es la primera vez en la que ha cedido. Siempre ha visto la manzana de la tentación en sus caballeros y en los héroes a los que ha guiado, le son como el fruto prohibido. Sin embargo siempre tuvo fuerza para negarse a tomarlos.

Ahora en cambio, la manzana fue demasiado hipnótica, roja y brillante como la pasión carnal desbordada, tan dulce que al saborearla perdió el juicio, porque mientras la razón le dice que Seiya es un caballero y que ella los ha formado a todos con el cincel del destino de las estrellas de cada constelación. Ceder y probar el sabroso néctar es caer igual que el escultor que se ha enamorado de su obra. Enloquecido de amor languidece porque su obra no puede negarse a sus caprichos, no tiene más voluntad que la que él le ha puesto. Lo que convierte a su creación en un muñeco, en un objeto que satisface y atormenta al escultor.

Y por haber sido siempre consiente de eso, Atena se reprocha haber caído en el pecado. Porque Seiya siempre ha sido suyo en cuerpo y alma, porque lo moldeó con las estrellas de Pegaso, porque sabía que jamás diría nada y mucho menos se negaría a los designios de la diosa de la que él, es no sólo devoto, sino, que ha nacido por obra y gracia de ella. Dado que es su voluntad la que lo trajo a este mundo. Todos y cada uno de sus caballeros son su creación. Seiya no es la excepción.

Pese a que el pecado cometido dejó una mancha carmín en el níveo inmaculado de las sabanas, Atena no puede parar de saborear ese manjar. La roja manzana es tan brillante que ilumina los ojos de la diosa, es tan exquisita que le roba la razón y su jugo humedece sus ropas. Ese néctar que llenó su vientre y que corrió por todos sus poros, como una descarga de electricidad, que la hizo estremecerse en la dulce agonía de la pasión, la ha vuelto adicta.

Ha repetido el acto cuantas veces ha querido, a sabiendas que él no tiene más voluntad que la suya. Por eso ni siquiera a preguntado su opinión, porque no tiene caso. Esa es la razón por la que la diosa está en guerra y por la que sus ojos brillan como los de una fiera.

La diosa sigue en sus cavilaciones, tan quieta como una estatua de fino mármol. Lo único que revela que es un ser vivo, es el fulgor de sus ojos supremos.

Seiya respira y el resuello que fluye por los sensuales labios le roba el aliento. Esos labios son suyos, se dice la diosa y al mismo tiempo se reprocha. Porque ahora mismo es como el avaricioso que siempre teme que le roben su tesoro. Por eso lo trajo a esta habitación, para saciar sus deseos carnales, para apartarlo de todo aquel que pudiera robárselo. Es tal su obsesión que lo aprisionó en esta cárcel y para volverlo inaccesible a todos le colocó la mascara y el casco del patriarca. Se apodero de él.

Cómo no apoderárselo si desde el principio de los tiempos es suyo. Cuando piensa así se da cuenta de lo grande de su pecado.

Atena siempre les reprochó a los otros dioses su comportamiento tan libertino al caer bajo el influjo de la lujuria. Veía que por un capricho destruían vidas. Sólo ver su obsceno proceder, la hizo decidir que sería virgen. Pues el universo se tejía ante sus ojos por los violentos hilos de las pasiones. Los dioses tomaban lo que querían sin importarles la voluntad del otro.

Cómo no tener presentes las andanzas de Zeus, que sin importarle los ruegos de Calisto, abusó de la ninfa sólo porque la desdichada le pareció hermosa. En esos momentos ¿Dónde se encontraba el amor que Zeus le profesaba a Hera?

No existía el amor. Para los dioses la pasión animal es lo que los dominaba y guiaba.

Y si Zeus se saciaba ¿Por qué no habrían de hacerlo los demás dioses? Hades y Poseidón resultaron igual. Hades raptó a Persefone, sin importarle la voluntad de esta. Desesperada Démeter buscaba a su hija por todos lados, pero nada de eso le importó a Poseidón que en ella sació sus deseos*.

A donde mirara todo era igual, incluso las diosas llegaban a ser libertinas y tomaban al que querían. A sus oídos siempre llegaron los actos ligeros de Afrodita y la Aurora*. Y entre los humanos la situación no era distinta.

Palas misma, tuvo que soportar la violencia de la pasión cuando Efestos* intentó violarla.

Después de eso, Atena no quiso saber de las pasiones carnales. A sus ojos, Cupido con sus flechas no causaba los suspiros y las palabras hermosas con que los poetas describen al amor. Sus flechas sólo causaban pasiones bestiales, en donde todos buscaban satisfacerse.

Pasó mucho sin que el amor tocara a sus puertas, hasta que apareció Ulises*, rey de Itaca, un mortal de gran sabiduría. Por él, Palas al fin entendía porque Afrodita, por ir persiguiendo a Adonis, se internaba en bosques llenos de fieras, que tanto le aterraban. Porque ella también tenía la misma necesidad imperiosa de ir a buscar a Ulises, de escucharlo, de verlo.

Las conversaciones entre los dos se alargaban por horas, porque no sentía el paso del tiempo y le bastaba con verlo un instante para sentirse feliz por días.

Aún recuerda el aciago día, cuando Ulises le informó que competiría por la mano de Helena. La diosa le deseó suerte y por mucho tiempo guardó silencio.

Le dolió en su orgullo, porque Ulises iba en pos de la humana más hermosa de la tierra y la diosa estaba segura que sólo lo físico le atraía.

Le dolió en su razón, porque, entendía que Ulises siendo rey, estaba en obligación de formar una familia y tener un heredero al trono.

Y ella sabía, que podía estirar la mano y obtener el fruto prohibido que le representaba Ulises y aún así no lo hizo.

Cuando Ulises no consiguió la mano de Helena, Atena lo vio buscar y el verlo que no hallaba al tan codiciado amor, la mantuvo a la expectativa. Los deseos de caer en el pecado de arrancar esa manzana aumentaron y aún así no lo tomó.

Al final apareció Penélope y al fin sintió el golpe en el corazón y aún así la diosa se mantuvo firme.

Con el tiempo, Atena aceptó la realidad y Ulises cayó de su gracia, pues ya no le parecía perfecto. Ulises pese a todo el amor que le tenía a Penélope, tenía sus amoríos aquí y allá. Aunque su corazón le pertenecía a una sola mujer, las necesidades de la carne lo hicieron yacer con otras y probar los labios de otras.

Al final la diosa ya sólo sentía cariño por Ulises.

Por eso, cuando la diosa Calipso lo retuvo en contra de su voluntad, cuando lo hizo suyo conforme a sus deseos; y la locura y la desesperación se anidaron en el corazón de esa voluptuosa diosa sensual, que le prometió a Ulises una vida eterna de placeres a cambio de su amor; la desesperación de él por volver a lado de su esposa e hijo conmovieron el corazón de Atena, que abogó por él ante su padre.

Y Atena vio a Calipso enfurecida, porque Zeus le ordenó liberar a Ulises. La diosa acusó a los dioses varones y machos, de no tolerar que una mujer tomara posesión de un hombre, como ellos muchas veces habían hecho.

Ulises libre al fin, se marchó de la isla de Calipso. Y Atena desde la playa lo contempló irse.

Fue allí donde Calipso lanzó pestes contra ella. Al darse cuenta que por culpa de Palas y sus deseos, ella tuvo que liberar a Ulises.

-"Ya te veré como yo, hija de Zeus. Estarás desesperada de amor, cometiendo el mismo pecado del que me acusas. Por la fuerza querrás retener a un hombre. Le robarás su libertad y tomarás posesión de él".*

"Nunca" se dijo Atena en sus adentros, en Ulises había visto la seductora manzana y aún así, logró no caer en la tentación.

Siempre salió airosa, siempre resistió la tentación; hombres, héroes y nunca cedió a sus pasiones hasta que apareció Seiya.

Desde que los dioses guerrean por el control de la tierra, Atena ha convertido su divino ser, en uno humano. Y Pegaso en su ciclo de reencarnaciones, guerra tras guerra ha sido su caballo de batalla.

Seiya, siendo un humano tan resplandeciente, atrae a muchas personas y no está exento de que alguien caiga enamorado perdidamente de él. Vida tras vida, Atena las ha contemplado. Lo vio con Miho en sus citas y paseos, conviviendo como una pareja enamorada y no sintió nada; y eso era porque muy en sus adentros sabía que Seiya no llegaría a nada con ella.

Pero igual que Ulises, para Seiya, llegó un momento en el que entendió que no podía aspirar a una diosa y al mismo tiempo se sintió solo. Veía a sus hermanos encontrar pareja y formar familia; y él empezó a desear lo mismo.

Y la amazona de la cobra empezó anidar en su corazón. No había forma de que no se conmoviera cuando ella lo veía con sus ojos desesperados, mendigando un poquito de amor ¿Cómo no sentir nada, cuando ella era capaz de dar la vida con tal de protegerlo? ¿Cómo no admirar su gallardía y valor en el campo de batalla?

Lo notó en sus castaños ojos, que veían en Shaina un refugio para sus pasiones. Ella era alguien que lo aceptaría aun amando a otra y al mismo tiempo, entendería ese amor por esa diosa inalcanzable, diosa que ambos amarían por sobre todas las cosas, incluso sobre sus vidas y existencias.

Pero Atena enloqueció de celos y por todos los medios intentó contenerse, se repitió mil veces que aquello era lo mejor para Seiya. La dicha de una esposa era algo que el valiente caballero se había ganado a pulso, por tantos años a su servicio.

Y sin embargo, pensar que estaba besando a otra, que recibía las caricias de otra, sumergían a Palas en los malvados recovecos del infierno de la mente, que no hacía más que pensar y pensar; y en su imaginación ya los veía desnudos gozando de la pasión.

Ni la noche de bodas de Ulises, la había enloquecido como lo hizo el ver a Seiya platicando con Shaina, sobre la intensa lluvia, que había inundado las partes bajas del santuario.

Lo peor fue, que cada día empezó a odiar a Shaina más y más. Esos fueron sus primeros pecados. Como Atena, le debía amor y devoción por igual a cada uno de sus caballeros y amazonas, porque todos se sacrificaban por ella, sufrían por ella, vivían para ella. Merecían ser amados igual, y sin embargo, ella amaba más a Seiya y lo peor, detestaba a una de sus amazonas. Esa infeliz desdichada no se merecía el destino aciago de perder el amor y misericordia de la diosa, a la que le era devota y por la cual sería capaz de morir. Por Atena, la amazona había atravesado las frías tierras de Asegard e incluso, se enfrentó a Poseidón. Había recibido golpes inmisericordes y todo por amor a la diosa, que con su amor protegía a la tierra y que debía amarla por su vida sacrificio. Porque ser amada por Atena era su pago y recompensa.

Shaina, vivía para amar a Atena y merecía recibir el amor de Atena, como todos sus caballeros.

Pero la locura se apodero de la diosa, días y noches se la pasó meditando, encerrada en la soledad de esta alcoba en donde escondía el brillo de sus ojos, de aquellos que pudieran ver en ellos la demencia, su fulgor de animal salvaje he indómito, que ardía en furia herida, la guerrera que no quería darse por vencida, a la que le refrenaba sus instintos de salir a pelear y matar ¡Y todo por un hombre! Hasta que finalmente Palas no pudo más. El único modo de evitar la catástrofe era separarlos, convertir a Seiya en patriarca y que Shaina entrenara a un pupilo en algún sitio lejano.

Enclaustró a Seiya en las habitaciones papales. En esos días su obsesión había crecido demasiado y aunque la amazona ya se hallaba lejos, no quería volver a sentir el infierno de los celos. No sabía si podría contenerse de nuevo, porque por primera vez, había chocado de frente con la locura que padecen todos los de su raza. Ahora entendía lo que sintió Ares, cuando se convirtió en jabalí salvaje para destrozar el cuerpo de Adonis, el gozo de hacerlo pedazos y todo, porque sentía que le robaba a Afrodita.

Ella refrenó sus instintos bestiales de tomar a Shaina por la garganta y estrujarla, no por haber puesto sus ojos en Seiya, si no por haberse metido en su alma y en sus pensamientos. Pero los inmensos ojos transparentes y puros de la amazona, que veían a la diosa con total devoción y amor, la hicieron sentirse mal por cada pensamiento.

Porque ella es Atena y la amaban por sobre todo, incluso sobre ellos mismos. Su amor hacia la diosa, era más grande y Shaina aceptó partir a entrenar a ese discípulo. Porque su diosa lo necesitaba.

Como siempre, Seiya aceptó su destino, aunque ese fuera el vivir como Patriarca y apartado de los demás. Pues la diosa lo necesitaba y él había nacido para ella, para darlo todo por ella. Jamás imaginó los planes de la diosa, ni siquiera aquella noche cuando entró en la habitación de ella se esperaba lo que paso.

La memoria de los dioses es eterna, y por la eternidad llevará la imagen de esos ojos castaños, que la miraban asustado al darse cuenta de lo que quería, de lo que iba pasar esa noche, en esa cama.

"Soy tu esclavo" le dijo. Porque ella sabe que la ama, por ser la diosa de su devoción y de sus ruegos. Jamás podría decirle que no a sus deseos. Por ella existe, por ella nació en este mundo. Ella lo hizo con las estrellas de Pegaso. Su alma y su cuerpo, surgieron de su voluntad divina que demanda guerreros para proteger la tierra. Todo lo de Seiya le pertenece a ella, su piel, su cabello, sus ojos, cada gota de sangre y fibra de músculo, su espíritu y todo su cosmos, son de ella. Pues, desde el principio de los tiempos, surgieron de la fuerza de creación de la diosa y si ella lo demanda, él acepta el designio de Atena.*

Por eso, aquella primera vez no hubo necesidad de palabras ni explicaciones, se dejó llevar por la voluntad de ella. De eso ya hace mucho tiempo.

En esta habitación, la diosa ha saciado sus pasiones carnales. Sentada en un rincón Atena contempla su pecado. Sus ojos brillan con intensidad, parecen los ojos de un animal salvaje. Seiya es el único que ha sacado a la superficie ese fulgor.

Desde tiempos mitológicos, entendió la libertad de la que gozan los dioses y reprimió sus pasiones, encerró a su bestia interna muy dentro de sí, para ser inspiración y guía de héroes. Se convirtió en fina poesía, en perfección, se exigió estar libre de toda macula para merecer el amor de sus caballeros y darles su infinito amor como pago a sus lágrimas, sangre y sacrificios.

Cada uno de ellos le pertenece, a cada uno de ellos los forjó con el cincel de las estrellas, cada uno nació de su voluntad divina.

Con el andar de un felino, se acerca a la cama y degusta de esos labios que son suyos. Esta es otra de esas noches en la que la diosa decide seguir pecando. Saboreará el fruto prohibido hasta el cansancio. Se perderá en el aroma y tibieza de Seiya; y mientras lo recorre, se repetirá una y otra vez, que le pertenece, porque ella lo creó en el principio de los tiempos.

Dentro de estas paredes, en esta cama, en estas sabanas, en este momento en que ella toma posesión de lo que es suyo, es más diosa que nunca. Deja de ser mujer para volverse numen. Su esencia divina se libera y exige ser venerada por su creación.

Este chico de cabellos castaños y piel de bronce, es el pecado de la diosa. Todas sus faltas derivan de él. Es la manzana del pecado, pero no le importa en estos momentos, en que ella ha vuelto a ser la indomable y la absoluta, al recorrer con lujuria el cuerpo de Pegaso, pues ella no es una humana a la que nada le pertenece, ella es una deidad a la que todo le pertenece.

Entonces, este acto pese a lo carnal es divino.

Aunque sea un pecado.

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Notas de la autora

¡Wow! A veces me sorprendo de lo que escribo, notaron que me esmere en la ortografía. (^o^) Jo, jo, jo, jo (Risa estilo Kodachi Kuno).

Bueno, dejando atrás la arrogancia, la inspiración me vino de que no puedo ver a Saori como humana, me niego rotundamente porque siento que Saint Seiya perdería todo sentido, pues, ella es la parte mística de la trama. Los caballeros viven para amarla y ella ama a todos sus caballeros. Esa es la recompensa a su sacrificio, ser amados por la diosa.

También me niego a que caiga en acciones humanas, ella es una diosa y todos sus actos son divinos, si ella llora, añora, suspira y tiene sexo desenfrenado, lo hará como una diosa y no como una humana.

Y pensando así, fue como caí en que al volver su cuerpo humano, para convivir con sus caballeros, la diosa perdía toda libertad, porque tiene que ser ejemplo y guía. Ella que puede hacer y deshacer en el cosmos, se ataba a reglas humanas; pero en la intimidad, en ese momento, en el que hace lo que ella quiere, es cuando realmente vuelve a ser una diosa que es libre y poderosa.

Por otro lado, he estado leyendo "Las metamorfosis" de Ovidio, de allí que este capítulo sea tan mitológico. Por lo que entendí, los hombres surgieron de los actos de los dioses, en cada una de las eras, hubo hombres según los dioses. Entonces me dije, Atena como diosa, bien pudo haber creado hombres por obra de su voluntad, sería de su cosmos de donde surgieron los caballeros y se me vino el mito de Pigmaleon y Galatea –digo está dentro del libro de las metamorfosis.- El escultor que se enamora de su obra. Claro que a Pigmaleon no lo traumó tanto el ser el creador de su obra, pues al final de cuentas quien le dio vida fue Afrodita.

Aquí y para el fic, Atena los creó y les dio vida. Y si ella lo hizo, entonces él siempre ha sido suyo. Eso reforzó la idea de tomar algo que te pertenece.

La temática diosa y caballero, son el motivo por el que escribo fics de Seiya y Saori. Para Seiya, ella siempre será la diosa Atena, no puede bajarla del pedestal, ella siempre será la diosa adorada y él, el caballero a su servicio. Y lo mismo para Atena, ninguno puede dejar de ser quien es.

Es Septiembre y este primer capítulo, salió para festejar el cumpleaños de Saori. La verdad es que quería repetir lo del año anterior, que en diciembre por el cumple de Seiya y en Febrero, por el mes del amor, saque fickys. Pero a diferencia de aquella vez que fueron 2 de un sólo capítulo, este se me convirtió en un sólo ficky de cuatro capítulos y por eso "El Segundo Especial de Seiya y Saori" de este año empezó en Septiembre y no en Diciembre.

El cuento de la princesa y el esclavo lo tome del anime de Princess tutu. Amo los animes patosos.

*Calisto: Una ninfa sirviente de Artemisa, a la que Zeus literalmente violó. Artemisa la hecha de su lado por ya no ser pura, cuando da a luz, Hera con sus manos la desfigura y la convierte en osa. Por años, se la pasó vagando en las montañas, hasta un día en que su hijo andaba de cacería en el bosque, ignorante del destino de su madre. Zeus evita que el hijo mate a la madre, tomándolos a los dos y convirtiéndolos en las constelaciones de la osa mayor y menor.

*En el libro V de "Las metamorfosis" de Ovidio, se cuenta que Venus (Afrodita) convence a Cupido, para que fleche a Pluton (Hades), y este se enamore de Proserpina (Persefone). Dándose el rapto. En el libro de Mitología Griega de Ángel Ma. Garibay editorial Porrua, dice que cuando Démeter andaba buscando a Persefone, el dios Poseidón se enamoró de ella y la fue persiguiendo. Convertidos en caballos se consumó la unión. De aquí nació la ninfa Despena y el caballo Arión. Arión es un caballo con alas como Pegaso y supongo que es el caballo que aparecía en el cosmos del general marino Bian. Tenía la facultad de hablar y por un tiempo fue el caballo de Poseidón, luego paso a poder de Adrastro y luego de Heracles (Hercules). Montado en él, Heracles pudo invadir Argos, Tebas y Arcadia.

*La aurora: Esa nada más salía y si veía un hombre hermoso se lo volaba. Es famosa por el mito de Ganímedes, quien era tan hermoso que Zeus transformado en águila lo raptó para sus placeres personales y para que fuera el copero de los dioses. Pero la Aurora le aplicó el de "ladrón que roba a ladrón" y se lo robó al mismo Zeus. En "Las metamorfosis" se secuestra a Céfalo, pero lo devolvió porque todo el tiempo este se la pasó hablando de su esposa Procris.

*Efestos: Bueno, la cronología mitológica no es correcta en el fic, pues la altere para la historia. Atena para la guerra de Troya, le solicita a Efestos armas, cuando ella quiso pagarle por sus servicios, él rechazó el pago, pues, pretendía cobrarse con la diosa misma, pero no lo consigue. Supongo que Atena le metió sus buenos catorrazos, si se sonaba a Ares, cómo no iba a sonarse a Efestos. Lo cierto es que este incidente pasó después de la boda de Ulises y no antes.

*Ulises u Odiseo, en la mitología, Atena no está enamorada de él, pero lo favorece porque le gustaba que el tipo era astuto. Una y otra vez aparece protegiéndolo y por ello me tome la libertad creativa de poner un enamoramiento.

*También me invente ese dialogo donde Calipso le dice a la diosa que algún día pecará como ella pecó. Eso no sale en la Odisea, pero si se enfada cuando le ordenan liberar a Ulises.

La continuación saldrá en Diciembre, nos leemos hasta entonces o antes, si dejan reviews

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( ^_^)(^_^ ) Gracias por leer.

El acto que pareciera humano se vuelve divino. Atena aquella a la que el cosmos le pertenece, ha caído en el pecado de la carne. Ampárame gran diosa en el momento aciago en el que se expíen los pecados, para que la luz de tus ojos nunca me falte. / Saori-Seiya