Matrimonio por conveniencia

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EPÍLOGO

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TRES AÑOS DESPUÉS

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KATNISS POV

-¡PEEEEEEEEEEEEETTTTTTTAAAAAAAAAAAAAAA! -grito a todo pulmón.

Oigo como algo, o seguramente alguien, se tropieza con algo y después sube por las escaleras. Oigo otro golpe y una maldición, me río, después viene de nuevo el dolor.

-¡PEEEEEEETTTTTTAAAAAAAA! -vuelvo a gritar.

El chico rubio abre la puerta con brusquedad y me busca con su mirada. Cuando me mira veo su expresión de aterrado, con los ojos bien abiertos y respirando fuertemente. También noto un ligero golpe en su mejilla. ¿Qué demonios le ha pasado?

-¿Qué… qué… qué…? -balbucea al correr hacia mí y me observa. -¿Dónde te duele?

-Por dios, Mellark. ¿Dónde más me va a doler? -hago una mueca.

Nuestro niño o niña número uno viene de camino.

Hace casi tres años, yo volvía a NY para la boda de mi hermana Johanna, y dispuesta a comenzar una nueva vida con el amor de mi vida. Al principio, siempre pensé que el destino tarde o temprano nos hará encontrarnos, pero no fue así. Así que decidí que ya era tiempo de mover mi ficha.

Cuando me mudé a Londres para el puesto de editora jefe, vi como mis sueños se hacían realidad… poquito a poquito. Tenía el trabajo de mis sueños, y me ofrecieron publicar mi propio libro. Tan sólo llevaba un año allí en Londres y me comenzaron a llover ofertas, pero yo decidí centrarme en mi libro. Mi familia fueron las únicas personas quiénes lo sabían, y Annie por supuesto. Tampoco le dije nada a Peeta, ya que nos mandábamos correos de vez en cuando para contarnos cómo nos iba, porque quería hacer algo especial.

Durante todo el proceso de la edición, publicación del libro poco a poco me di cuenta que estaba comenzando a resolver mi puzle personal. Es como si las piezas que forman mi vida poco a poco se fueran completando… entonces llegó el momento. Imprimimos la primera copia del libro y cuando lo tuve en mis manos, me vi completa, al menos casi. Me faltaba esa pieza, una pieza que conocía perfectamente. Peeta.

Por eso nada más llegar a casa, con la primera copia de mi libro empecé a marcar aquellos poemas, al menos algunas de ellas, dedicadas para él. Decidí marcar tres poemas, aquellos que resumen muy brevemente nuestra historia. Y la dedicatoria… sabía que le iba a encantar la dedicatoria. Sin tardar, lo mandé a NY, a Annie específicamente para que lo dejara en la oficina de Peeta… para cuando lo lea yo estaría de camino para verlo… y decirlo cuanto lo amaba.

Cuál fue mi sorpresa cuando me lo encontré en el aeropuerto, en ese momento cuando conecté mis ojos con los suyos, me sentí completa. Fui tan tonta en creer que alejarme de él para buscarme a mí misma me haría sentirme completa… sin tener en cuenta que sin él, yo jamás me sentiría completa.

A partir de nuestro encuentro, comenzamos de nuevo, tal y como los dos acordamos. Salimos en varias citas, yo me mudé nuevamente a NY, y a medida que construía mi propia editorial, la editorial Dandelion, volvimos a reconstruir nuestro amor, ahora más fuerte, más maduro… y más intenso que nunca.

Decidimos tomar nuestra relación con calma… pero claro está, la noche en que nos volvimos a comprometer, nuestra pasión se encendió más que nunca. Y ahora nueve meses más tarde, estoy a punto de traer a una nueva criatura en el mundo. El fruto de nuestro amor… estábamos a punto de ser una verdadera familia.

-¿Te duele, amor? -me pregunta mientras una enfermera empuja mi silla de ruedas. -¿Te duele mucho, dime…?

Le miro entrecerrando los ojos y le golpeo fuertemente, en el brazo. Él se queja extrañado.

-¡No, Peeta, no me duele para nada! -exclamo irónica. -¡¿Acaso no me ves, Mellark?!

La enfermera se ríe y Peeta se sonroja.

-Quiero a mi mamá… -lloro.

-Ya vienen, amor… ya vienen…

La enfermera nos deja a solas en nuestra habitación y Peeta se sienta conmigo en la cama, me agarra las manos y los besa.

-Gracias, amor… gracias… -murmura, noto que se le aguan los ojos.

Le sonrío… y él ser acerca a mí para abrazarme fuertemente.

-Gracias a ti, mi amor. -le digo yo.

-Ahora mismo, solamente puedo pensar en que da igual el dolor, da igual la tristeza… da igual los problemas que tuvimos que enfrentar… volvería a pasar por todo aquello si al final terminaríamos así… esperando a nuestro primer hijo. -me dice y me besa la coronilla.

-¿No te da miedo, Peeta? -ahora le digo yo.

-¿Miedo el qué?

-Pues… ahora ya no solo seremos los dos… ahora vamos a ser tres…

-Y es un número maravilloso… -me besa en los labios. -Por fin seremos una familia… y yo dedicaré toda mi vida para haceros feliz…

Peeta siempre sabe qué decirme para calmarme. Formar una familia siempre ha sido un deseo desde que me enamoré de Peeta, pero no puedo evitar tener ese miedo de cuidar de otra persona, de ser una madre. Aunque no sé por qué tendría que tener miedo, cuando tengo a Peeta conmigo a mi lado.

Entonces la calma desaparece, nada más volver a besar a Peeta, toda nuestra familia y amigos entran en la habitación como si estuvieran en su propia casa… y luego también vuelve el dolor. Mucho dolor.

Dolió tanto que por un momento quise morirme… pero entonces lo oí. Oí su llanto… vi como los ojos de Peeta tenían un brillo diferente, mirando hacia una cosita envuelta en su mantita blanca. Peeta lo cargó entre sus brazos y se acercaron.

Lo primero que vi fueron unos ojos redondos, y azules como el de su papá.

Era una niña preciosa.

Mi hija.

-Gracias, amor. -me besa Peeta. -Te amo.

-Yo también te amo. -le beso.

Peeta deposita a la pequeña entre mis brazos y sentí como las lágrimas se deslizaron por mis mejillas. Miro a mi amor y le observo que nos mira con atención.

-Os amo… a las dos.

Y aquí estamos, con nuestra hija entre nuestros brazos… a punto de casarnos.

Entonces pienso, ¿cuándo aprenderemos a hacer las cosas en orden?

...

Y esto es todo con esta historia.

Gracias a todos los que llegaron hasta el final.

Se os quiere mucho.

Un beso.

Nos vemos pronto en "LA MISMA ESTRELLA" :)