Sé que no tengo perdón de Dios, no tengo cara para decirles cuanto lamento la larga espera T.T

¡Pero al fin aquí está! La verdad no sé si alguien sigue interesado en esta historia xD. En fin, espero que disfruten la lectura~ Amo todo su apoyo, son geniales~ TwT


Codicia

Sting tenía todo lo que necesitaba en esta vida. Tenía la fama que deseaba, tenía el poder que deseaba, tenía los compañeros que deseaba, tenía la vida llena de comodidades que deseaba y hacía cualquier cosa que deseaba, todo era perfecto. Pero no estaba satisfecho. Entre todo lo que tenía, algo no terminaba por gustarle, o complacerle; probablemente algo le faltaba, aunque no sabía qué podía ser.

— Sting-kun, estás muy pensativo últimamente, ¿te encuentras bien?—preguntó su compañero gatuno.

Un leve gruñido a forma de afirmación fue todo lo que respondió, estaba más ocupado en saber qué podía estar provocándole esa molesta sensación de vacío. Y no lograba jamás llegar a una respuesta que le convenciera, porque de una u otra manera terminaba cayendo en el mismo punto: él lo tenía todo.

— ¡Sting, pelea conmigo! —gritó el Salamander mientras corría hacía él.

A penas había regresado de misión y ya estaba buscando una contienda. El rubio sonrió, su antiguo ídolo nunca iba a cambiar al parecer y él con gusto estaba dispuesto a patearle el trasero en cada oportunidad que se le presentara. Sus batallas ya eran rutina en el gremio y la mayoría de sus compañeros ya estaban esperándolas anticipadamente, haciendo sus apuestas; realmente era un espectáculo de los que poco se daban, nunca estaban completamente seguros de quién sería el ganador, algunas veces el dragonslayer blanco se alzaría triunfante y otras sería el dragonslayer de fuego quien rugiría con más ahínco, pero siempre se divertían, de eso no había duda.

— ¡Patearé tu trasero en cualquier momento!

Y comenzó el duelo. Como de costumbre fue él quien ganó la primera ventaja, cuando se trataba de una batalla con sólo músculos de por medio siempre iniciaba fuerte, aunque su ritmo decaía más rápido que el de Natsu y era obligado a gastar más energía para nivelarse, lo sabía muy bien, a pesar de superar al pelirosado en cuanto a poder destructivo de impacto se refería, su resistencia estaba por debajo y no podía ganar una batalla de larga duración.

— ¡Así, Sting-kun! —Gritó airoso Lector— ¡Demuéstrales quién es el mejor!

Siguieron un par de minutos sin tener un ganador claro, pero el rubio no estaba dispuesto a perder, hoy no, así que debía aprovechar el poco tiempo a su favor que tenía y su falta de consideración contra cualquier oponente, conocido o no, para terminar con esto.

— ¡Vas a perder Natsu! —exclamó emocionado, preparándose para el golpe que decidiría el final de la contienda.

— ¡Ven con todo, estoy que ardo! —imitó al otro dragonslayer.

Sólo un golpe más, el decisivo. Y después de los tres segundos de espera, el Salamander estaba clavado a la pared, inconsciente y fuera de combate. Sí, definitivamente Sting tenía todo lo que quería.

Eso quería decir, pero su realidad era otra, las victorias contra Natsu le complacían, era cierto, y aun así no dejaba de desear algo más. Algo que pudiera llenar ese vacío incómodo que albergaba su alma.

— Has ganado el corazón de la dama, sin duda —ironizó Rogue, apuntando discretamente a Lucy con su mirada.

La Heartfilia estaba intentando reanimar a su amigo caído, no parecía surtir efecto, el pelirrosado siguió tirado en el suelo sin darse cuenta de lo que pasaba a su alrededor. Sting sintió el impulso de hacer algo y casi como un reflejo su boca se abrió antes de pensar realmente lo que estaba a punto de decir.

— Hey, Sexy, ¿no vienes a felicitar al vencedor? ¿Por qué no me das algún incentivo a cambio de mi victoria?

La rubia lo miró desde el suelo al lado del dragonslayer de fuego y lo fulminó unos instantes antes de responder.

— No tenías que noquearlo.

— Pero no te quejas cuando él me vence —comentó indignado.

— Tú te lo buscas —giró la cabeza para no ver al rubio.

En otra situación probablemente se hubiese enfadado, hubiese armado un escándalo o hubiese ido corriendo a desquitarse la frustración en alguna misión, pero esta vez no era así, porque sabía que la chica no hablaba en serio, todo era parte de su ya acostumbrada interacción en la que uno molestaba al otro de algún modo, discutían sobre nimiedades, se reían el uno del otro o simplemente fingían molestarse para desestabilizar al contrincante, así que siguió con su juego, ese que ambos conocían ya bastante bien.

— Eres un poco injusta, ¿no lo crees? Él ha venido directamente a mí para buscar pelea. Anda, deja de ser así unos instantes y dame algún premio.

Vio con placer cómo la maga celestial se sonrojaba por algún pensamiento salvaje que apareció en su mente, adoraba esas reacciones, seguramente pensó en alguna escena de algún libro que había leído antes, algo que involucraba lo que podría ser vergonzoso. No le molestaría averiguar qué tipo de imagen mental se había formado en esa cabecilla dorada, podría ser interesante el resultado.

— Lucy —nombró una voz severa ya bien conocida por todos—, levanta a Natsu, nos vamos en misión. Gray, ponte los pantalones, también vienes.

La pelirroja se retiró tan súbitamente como había llegado y Gray hizo como se le había ordenado, los únicos que quedaron ahí, como suspendidos en el tiempo, fueron la maga, el dragonslayer blanco junto a su compañero gatuno y el cuerpo inerte del Salamander.

— No puedes ir hasta que me des mi premio —volvió a hablar sin pensar, aunque eso ya era bastante común.

— Suficiente de juegos Stink —y comenzó a ignorarlo—. Natsu, Erza dice que tenemos que ir de misión.

Ante la mención de la poderosa Titania, como si fuera algún reflejo instintivo, el cuerpo que anteriormente podía pasar como estado vegetativo se levantó y gritó "¡Aye!". El rubio realmente nunca entendió el origen de ese pánico que todo el mundo parecía tener hacia la maga de reequipamiento; él sabía el alcance de su poder, ella le había pateado el trasero un par de veces en las que muy valiente y estúpidamente se había atrevido a retarla, pero tampoco era motivo para entrar en pánico sólo al escuchar su nombre. En fin, poco importaba eso.

— De acuerdo —dijo con fingido desinterés, sentándose en la mesa cercana de la que se había apoderado Lector unos minutos atrás—, puedes marcharte por ahora —la miró y sonrió presuntuoso, porque no planeaba dejarla ir sólo con eso, él siempre obtenía lo que quería—. Pero recogeré mi premio más tarde, quizá sea un buen chico y pase por tu apartamento para reclamarlo.

Ella se sonrojó furiosamente, pensando en algo nada puro con seguridad y salió rápidamente del gremio murmurando algo entre las líneas "Estúpido Stink" y "Que le jodan". Él se limitó a ensanchar victoriosamente su sonrisa. Ah, por supuesto, siempre obtenía lo que quería, nunca perdía. A modo de celebración chocó la palma con la patita de Lector, quien también se conocía esos juegos.

— Como era de esperarse de Sting-kun, victoria segura —dijo orgulloso el gato.

Los días siguientes fueron realmente aburridos, habían ido a sólo una misión porque realmente no tenían ningún motivo para hacer más. La cuota que se obligaban a cumplir siempre era superada en los primeros días de la semana y al final se quedaban sin nada que hacer, se tornaba aburrido y recurrían a molestar a sus compañeros de gremio, pero la diversión moría fácil. Ese periodo de paz estaba causando estragos en el dúo dragón. Fairy Tail aún no recuperaba completamente su estatus como mejor gremio, realmente el espacio generacional de esos siete años de oscuridad habían afectado más profundamente de lo que se esperaba, ya estaba a punto de celebrarse nuevamente el Daimatou Enbu y la población de Fiore en su mayoría seguía pensando que Fairy Tail no merecía el título de gremio número uno. Por este motivo la mayoría de las misiones que recibía el gremio no estaba al nivel de otros gremios y tampoco había muchas.

Suspiró. Tres días y ya estaba muerto de aburrimiento, hasta comenzaba a extrañar a Natsu. Lo admitía, sus constantes peleas eran algo por lo que esperaba ansiosamente en algunas ocasiones, era de las pocas cosas divertidas que aún quedaban a parte de las misiones. Pero Natsu estaba fuera debido a un trabajo y quizá no regresaría hasta un par de días más.

El pensamiento provocó algo extraño dentro de su ser, una reacción que en algún otro momento había sentido y que en aquel entonces había ignorado, un sentimiento burbujeante que le decía algo, aunque no tenía ni puñetera idea de lo que decía, sólo estaba ahí, presionándolo como una plancha de acero.

— ¿Pasa algo malo, Sting-kun? —preguntó preocupado Lector.

— No es nada, sólo estoy aburrido —comentó restándole importancia al asunto—. Rogue, ¿deberíamos tomar alguna otra misión?

No hubo respuesta.

— ¿Rogue? —lo buscó con la mirada.

— Hace un rato que salió del gremio con Frosch, dijo que daría un paseo y se fue —explicó el exceed mientras bebía jugo de arándano.

Entonces eso reducía más sus posibilidades de diversión, ¿ahora a quién podía molestar? Esa situación se estaba volviendo cada vez más peligrosa, podía seguir al pelinegro, sólo bastaba usar un poco su sentido del olfato, pero no tenía ganas, no planeaba desperdiciar energías si no había seguridad respecto a lograr su objetivo. Rogue siempre era difícil.

Antes de poder tomar una decisión llegó a él un aroma familiar que inmediatamente activó su creatividad, ahora tenía un par de ideas para matar el aburrimiento.

— Maestro —llamó la persona recién llegada y sus acompañantes entraron armando jaleo como de costumbre.

— Por tu culpa sólo conseguimos la mitad de la recompensa, cerebro de lava.

— ¿Buscas pelea, hielito?

— Patearé tu trasero, comefuego.

— ¡Calmados! —gritó la pelirroja con una mirada amenazante.

— ¡A-Aye! —dijeron la pareja de idiotas al unísono.

Nunca había disfrutado de sus pequeños espectáculos cómicos, sólo había un par de personas que a él le interesaban del Team Natsu y la que estaba buscando en ese preciso momento parecía no estar en los alrededores, había entrado sólo ese trío de comediantes. Bueno, ahora sabía qué hacer, le haría una pequeña visita a esa maravillosa cama.

— Lector.

El gato lo miró y no necesitó nada más para levantarse y seguirlo fuera del gremio rumbo al departamento de la rubia.

Sting agradeció mentalmente que el apartamento estuviese a unos minutos lejos del gremio, porque no tenía demasiadas ganas de caminar a ninguna parte o por mucho tiempo. Al llegar pensó en la mejor manera de entrar por sorpresa, aunque no tuvo que pensar demasiado, cuando volteó hacia la parte donde debería estar el cuarto de la chica en cuestión, divisó la ventana completamente abierta. Esa chica nunca aprendía, eso les hacía las cosas más fáciles a todos.

— Habrá que enseñarle —murmuró para sí mismo y saltó hacia el alféizar de la ventana con Lector siguiéndolo muy de cerca—. ¡Hey, Sexy! ¿Cuándo aprenderás que es peligroso dejar la ventana abierta?

No hubo respuesta.

— Quizá no está en casa —dijo el gato a su lado mientras revoloteaba por el cuarto buscando algo en qué entretenerse.

— No, está aquí —sonrió lleno de seguridad y caminó hacia la puerta de la habitación.

Podía escuchar ruidos provenientes de la sala, no necesitaba nada más para saber que la dueña del apartamento estaba ahí.

— ¡He venido por mi premio así que será mejor que estés preparada porque esta vez no escaparás! —gritó mientras llegaba al recibidor.

Tres pares de ojos lo miraron curiosos y entonces se sintió como un estúpido. Un estúpido que de una u otra manera siempre terminaba en situaciones incómodas, un estúpido a quien los dioses odiaban por sobre toda las cosas.

— ¿Está Lucy-san en —llegó el exceed—…? Oh…

El silencio era tenso y ninguno de los miembros en la sala se atrevió a hablar durante unos minutos, quizá porque ninguno sabía qué decir exactamente. Sting intentó pensar en una excusa rápidamente, pero el esfuerzo fue en vano, al rememorar una y otra vez sus palabras en busca de alguna justificación creíble notó cuántos sentidos diferentes podía dárseles, cada uno de ellos más embarazoso que el anterior.

— Eso nunca pasó —dijo finalmente—, ¿entendido?

Las dos chicas asintieron silenciosamente, una rubia intentando contener la risa por lo ridículo del momento, quizá pensando que el rubio se lo merecía; y la otra peliazul sonrojada e incómoda, quizá pensando que estaba interfiriendo con un momento entre los otros dos. Tonterías, como si hubiese algo en que interferir. Incluso la gata blanca volteó el rostro sonrojado murmurando algo entre las líneas de "vaya que los hombres son idiotas" y "deberían tener un poco de pudor".

Joder. El ambiente se tornó imposiblemente tenso durante los siguientes minutos, nunca había estado en una situación tan… íntima con la pequeña Wendy de espectadora. No era íntima en realidad, era sólo una parte de los juegos entre Lucy y él, una de las pocas cosas que podía tener con la maga celestial sin que fuera demasiado obvia la atracción que tenía por ella, aunque a estas alturas probablemente no era un secreto para nadie.

— Iré a preparar algo para comer —se levantó la rubia y dejó la habitación.

Esto definitivamente no ayudaba en nada.

— Y —intentó conversar antes que su impulso por escapar mariconamente de la escena del crimen lo traicionara—… la misión, eh…

— Bien, fue más fácil de lo que esperábamos —contestó con una sonrisa tímida—… aunque Erza-san y Natsu-san se… emocionaron un poco.

Bueno, quizá no iba a ser tan malo después de todo. Incluso se tomó la libertad de reírse un poco.

— Ya lo imagino, Natsu incendiando y explotando cosas a lo bestia, ¡seguro es un caos doquiera que vayan!

— ¡No tienes idea! —gritó la Heartfilia desde la cocina.

Ni Wendy ni el resto pudieron evitar reír ante el comentario, porque era una verdad universal que nadie podía desmentir, el Team Natsu era conocido más por la destrucción que dejaba a su paso que por la eficacia de sus trabajos, aunque nadie podía decir que alguna de sus misiones quedara inconclusa, de eso nadie podía quejarse. A veces él se preguntaba cómo Lucy lograba pagar el alquiler de su departamento cuando las recompensas de sus misiones siempre eran drenadas por los gastos de reparación de la misma ciudad a la que, por decirlo de algún modo, salvaban; quizá era por eso que se la pasaba haciendo misiones con ellos todo el tiempo. No tenía nada en contra de eso, él siempre se la pasaba de misión en misión con Rogue, pero era diferente, la cuota que se imponían era más por costumbre y necesidad de lucha constante que por necesitar realmente el dinero; ni siquiera utilizaban la totalidad de jewels que recibían, cuando mucho gastaban la mitad.

Y ahí estaba de nuevo ese sentimiento de vacío que lo asechaba últimamente. Ya lo tenía harto, no podía comenzar a pensar profundamente sobre su alrededor sin que lo acosara esa sensación aberrante de imperfección; se suponía que él lo tenía todo, nada le podía ser negado, no obstante, había una pieza ahí, en la construcción de Sting Eucliffe, que estaba desaparecida y no le permitía completar su propio rompecabezas. Debería poder hacerlo, era él mismo después de todo, pero no podía, había algo más allá en esa basta realidad que aún le faltaba adquirir, algo que aún no le pertenecía totalmente y que debía ser suyo a como diera lugar, necesitara lo que necesitara hacer para obtenerlo. ¿Qué era? No sabía con certeza. Mentiroso. Era un vil mentiroso. Eso quería creer, no obstante su realidad era otra, la negación no la borraría ni la modificaría, sólo alargaría más su maldita agonía.

— ¡Listo! —volvió a hablar la rubia.

Ahora aparecía con dos platos llenos de lo que, según su sentido mejorado del olfato, seguramente era sopa de pollo con crema. Rápidamente puso un plato frente a él y no pudo evitar sonreír un tanto presuntuoso por ser el primero al que ella le servía, a pesar de ser la pequeña niña la opción más lógica por ser la más cercana; la rubia supo perfectamente lo que pasaba por su mente en el momento en el que vio su expresión, pero no hizo nada ni dijo nada, sólo se sonrojó levemente y se apresuró a darle su plato a Wendy.

Volvió a retirarse para traer el resto, cuando regresó a la habitación, cargaba tres platos más, dos pequeños balanceados expertamente en la mano derecha y el suyo en la mano izquierda; los pasó al otro lado de la mesa y se los entregó a los exceedes, uno de sopa para Charlie y otro de ensalada de sardinas para Lector. Sting se sintió ligeramente agradecido con ella por siempre incluir a Lector en todo a pesar de no ser una responsabilidad, no había muchas personas que hicieran eso a parte de los que tenían uno de compañero, quizá era la influencia del Salamander y Happy en su vida.

Con esto esa emoción fluctuó nuevamente desde su interior como si quisiera darle pistas. Bah, no necesitaba pistas, podía arreglárselas él solo, no era tan estúpido como para que su propio inconsciente le ayudara a develar sus propios secretos.

— ¡Provecho! —dijeron al unísono la maga celestial y la pequeña dragonslayer.

Y de este modo se sumergieron en una amena comida mientras conversaban sobre cualquier cosa que se les viniera a la mente. A veces surgía el tema de Natsu y sus ocurrencias, otras veces navegaron por las aguas pertenecientes a otros miembros del equipo, de vez en vez Sting aportó historias de sus días en Sabertooth y su siempre ilícita camaradería con Rogue, historias sobre las cosas más ridículas y los enormes malentendidos de los que habían sido víctimas, porque ahora que pertenecían a Fairy Tail no tenían nada de lo cual sentirse avergonzados, mucho menos si siempre era su compañero el más afectado.

Rieron y compartieron anécdotas durante toda la comida con intervenciones ocasionales por parte de los exceeds que también parecían disfrutar del momento. Hasta la gata blanca que siempre criticaba todo parecía estar dispuesta a dejar atrás su mala leche y permitirles a los demás ser felices.

— ¡Oh! Comienza a hacerse tarde —interrumpió de pronto la peliazul—, Charlie y yo ya deberíamos irnos.

— Puedes quedarte a dormir si quieres, no me molesta —le sonrió la rubia.

— N-no, así está bien.

— ¡No me dejes sola con este pervertido! —lloriqueó en broma.

La niña sólo se sonrojó, claramente recordando el ridículo que había hecho él instantes atrás, quizá pensando en lo que podría pasar entre ellos una vez que los dejara solos y él trató de aguantar las ganas de reír por su ingenuidad. Bah, como si pudiera pasar algo entre ellos, Lucy tenía a Natsu.

— Anda, ve a casa y duerme bien, estoy segura que Sting también se irá pronto.

Pues no debería estar tan segura. La maga de viento les dedicó otra breve despedida y salió del apartamento rumbo a Fairy Hill, ahora tenía pleno tiempo para desperdiciar junto a la maga celestial o buscar maneras de molestarla y sabía perfectamente de una forma que funcionaba casi el cien por ciento de las veces. Se levantó de la mesa mientras ella recogía los platos y los llevaba al fregador y se fue directo hacia esa maravillosa y siempre gloriosa cama. Amaba esa cama, si por él fuera estaría ahí regocijándose con la suavidad durante el resto de su vida, con compañía o sin ella, podría morir justo en ese punto y sería feliz, así de gloriosa era esa cama.

Además, en esos momentos necesitaba esa cama y ese aroma que se desprendía de ella, necesitaba con urgencia liberarse de esa hambre y ambición por obtener más, esas ganas de apoderarse de eso que le hacía falta y que no podía conseguir tan fácilmente como todo lo demás, esas ganas de atrapar esa pequeña y esquiva presa que llevaba evitando su destino por tanto tiempo. No importaba cuánto intentase negarlo, no podía ocultárselo a sí mismo eternamente, tratar de negarlo sólo alargaba la agonía e incrementaba las tribulaciones de su asediada mente, porque sabía que no podía obtenerlo, quizá nunca podría, y eso lo hacía sentirse vacío; sin importar cuánto consiguiera de otros, cuánta gloria pudiera alcanzar durante el resto de su vida, nada sería suficiente, lo sabía, porque la única cosa que necesitaba en esos momentos estaba demasiado lejos de su radio, tan apartada y distante que ninguno de sus esfuerzo le harían llegar a ella.

Sabía todo eso, se lo repetía hasta el cansancio como un mantra religioso, se sabía el discurso de pies a cabeza, al derecho y al revés, pero el fuego que abrasaba sus entrañas no desaparecía sólo así. Esa necesidad pura y salvaje lo estaba consumiendo lentamente, se extendía por cada célula de su cuerpo a un tortuoso ritmo, mortal y lánguido; ese ardor feroz que llegaba inadvertido en cualquier momento del día lo estaba hundiendo cada vez más y más profundo en un abismo de desesperación, quería terminar con eso, romper con todas esas cadenas que segundo a segundo se comprimían alrededor de él y lo asfixiaban; esa ansia brutal que lo abrumaba por las noches arrastrándolo a un mar de espejismos y desvaríos lo estaba absorbiendo, lo llevaban a un mundo donde su voluntad flaqueaba; esa urgencia casi animal de poseer eso que aún le faltaba lo estaba llevando sin esperanzas de retorno al total delirio. Y no podía hacer nada para impedirlo, porque aquello que más codiciaba pertenecía a otro. Absurdo. No importaba cuánto pensara en ello, nada iba a cambiar, sólo se envolvía más y más en la sombría decadencia de su propia ambición.

Escuchó el repiqueteo de los trastes al ser lavados, ella seguía en la cocina. Bien, si buscaba una reacción más interesante por parte de la rubia debía hacer algo más que sólo acostarse en su cama y sabía perfectamente qué hacer. No era necesario, claro, habría bastado sólo con quedarse ahí, pero él quería más. Necesitaba más. Todo lo que pudiera obtener era gustosamente recibido, no importaba cuanto tuviera que forzar las cosas, mientras lograra tener algo de ella estaba bien, quizá poco a poco podría ir tomando más hasta tenerla por completo.

Se levantó silenciosamente para no molestar a Lector, quien en algún momento se había quedado dormido mientras Sting vagaba en su mente, y caminó al escritorio para buscar el nuevo capítulo de esa interesante novela que Lucy llevaba escribiendo desde antes que se conocieran. Estaba debajo de otros papeles poco importantes, seguro ella había creído que el lugar más obvio era el mejor escondite, pues se equivocaba, eso no aplicaba para él. Simplemente lo tomó y volvió a la cama, esta vez recostado sobre su espalda para leer el manuscrito sin dificultades; a decir verdad, esa historia le gustaba, si era por los protagonistas o por la historia cargada de emociones no sabía, le gustaba y era todo.

No pasó mucho tiempo gozando de la comodidad de ese lecho cuando sintió un movimiento en el colchón e inmediatamente el suelo, era tan común que ya ni se molestaba en molestarse, todo seguía siendo parte de un juego clandestino entre ellos. Aunque eso no evitaba que él saliera con algún comentario para avivar el fuego, la miró desde su nueva posición en el suelo y sonrió seductoramente como lo había ensayado tantas veces en el espejo.

— ¿Esta es una forma de decirme que te gusta más en el suelo? ¿O sólo te encanta verme así?

Ella se sonrojó furiosamente y soltó una patada que él pudo esquivar justo a tiempo, más bien con el tiempo justo, cada vez se volvía más agresiva y ágil, debía tener cuidado.

— Te he dicho que no invadas mi cama —refunfuñó.

— Como sea —interrumpió fingiendo desinterés, era momento de entrar a la segunda fase—. ¿Cuándo va a aparecer el sexy dragonslayer rubio en tu historia?

Claramente algo hizo click en esa pequeña cabecita rubia, pasó su mirada del rostro de Sting a su mano derecha en la que sostenía el montón de hojas y de regreso, luego de unos milisegundos él estaba postrado al costado de la cama con un punzante dolor en la mejilla mientras ella balbuceaba improperios en su contra y devolvía el manuscrito al escritorio, definitivamente se estaba volviendo más ágil… o instintiva, no había nada más poderoso que el instinto al parecer.

— ¡Te he dicho un centenar de veces que eso es privado! —exclamó molesta una vez que se había levantado y la miraba nuevamente.

— No tenías que golpearme —se quejó sobándose, más por efectos del drama que otra cosa.

— No lo hubiera hecho si aprendieras a respetar mi espacio personal y mi derecho a la privacidad —y aquí empezaba el sermón, con brazos cruzados y todo—, no deberías entrar cuando se te antoje a mi cuarto, ¡mucho menos a mi cama! —Sonrojo, interesante—. Y deja de husmear en mis cosas, no te he dado permiso de leer mi novela, al menos deberías respetar eso —se desconectó.

Ese discurso se lo sabía demasiado bien y era excesivamente largo para su gusto, escucharlo una vez más no cambiaría nada, todo lo hacía con un objetivo: su atención. Su total y completa atención únicamente enfocada en él, porque se había vuelto una necesidad con el paso del tiempo, mientras más pasaba tiempo con ella, más deseaba y requería. Debía ser muy estúpido para no darse cuenta de eso, él siempre había sido algo codicioso en algunas cosas, el poder, el reconocimiento, el éxito. Pero ninguna de esas ocasiones lo había llevado a tal estado de agitación e irracional deseo. Estando tan cerca en esos momentos, completamente solos y con su sangre hirviendo en anhelo, joder, la situación en sí misma estaba causando estragos en sus nervios y de paso en su mente.

Pensó una y otra vez sobre sus posibilidades mientras veía a la muchacha continuar con su discurso, quizá si… quizá si se dejaba llevar sólo un poco por ese frenesí interno podría parar esa turbulenta batalla entre su consciente y su instinto, aunque para fines prácticos le gritaban lo mismo, uno más sutil que el otro, pero los dos encaminados a la misma dirección. Mientras uno decía suavemente "toma lo que puedas, cuando puedas" el otro aullaba arrebatadamente "¡tómalo todo, ahora!", uno tras otro se coreaban recíprocamente hasta que sus oídos no pudieron seguir soportando la ráfaga de rugidos y ambas fuerzas explotaron en una irrefrenable sensación llena de violencia absoluta y perfecta.

Tomó el rostro de Lucy con ambas manos y antes que ella pudiera protestar eliminó la distancia que los separaba en un contacto rudo y un poco torpe. Llevaba con la tentación de hacer eso… bueno, a saber desde cuándo se había vuelto un anhelo urgente, sólo sabía que en ese momento eso era lo que más necesitaba, lo que cada parte de Sting Eucliffe exigía.

La besó lentamente al principio, experimentando con las sensaciones de sus suaves labios contra los de él, porque probablemente esa sería la única oportunidad que tendría; con movimientos cada vez más expertos se aventuró a presionar un poco para que ella le permitiera la entrada, no fue difícil considerando que la rubia intentó tomar una bocanada de aire, o gritar, y él no iba a dejar pasar su pequeña oportunidad. Se adentró en esa inexplorada cavidad con intenciones de disfrutar todo lo que pudiera ofrecerle, hasta el más pequeño de los goces estaba dispuesto a saborear; aunque la chica intentó separarse en un par de ocasiones, fue inútil, él succionó aquella boca durante un par de minutos sin estar dispuesto a soltarla; ella no regresó el beso en ningún momento, quizá demasiado sorprendida para hacer algo aparte de lo que sus instintos le dictaban.

Cuando el rubio se vio en la necesidad de cortar el contacto, lo hizo a regañadientes y listo para recibir el puñetazo o la patada de la maga, pero nunca llegó; totalmente contrario a lo que esperaba, Lucy se tambaleó y él tuvo que reaccionar rápido para sostenerla contra su cuerpo y evitar su caída.

— Sí, tengo ese efecto en las mujeres —comentó divertido con la situación.

El gusto de tenerla entre sus brazos no le duró demasiado, la reacción de la maga no tardó en llegar y se alejó de él como si la piel de Sting la quemara. Bueno, probablemente así era, él se sentía como llama viva, su cuerpo ardía en anticipación. Afortunadamente para él, no era el único en esa habitación al que le hervía la sangre, la Heartfilia levantó el rosto y si un jitomate hubiese estado presenciando la escena seguramente estaría celoso del color de su rostro, el intenso carmín de sus mejillas se extendió hasta sus oídos mientras se abrazaba a sí misma como si tratara de protegerse de la mirada del dragonslayer.

— T-tú me- me —balbuceó intentando ordenar sus palabras y, joder, eso era tan pecaminosamente atrayente para él en esos momentos—… ¡pervertido!

¿Cómo un simple beso lo convertía en un pervertido? ¡Apenas la había tocado! Si acaso había tocado su rostro… y sus labios… y pequeña e inexperta lengua, pero eso no contaba para nada. No obstante, podía utilizar eso a su favor, si quería un pervertido él podía dárselo, no había convivido con Rufus y Orga durante tanto tiempo sin aprender nada, también Bixlow podía servirle de referencia, aunque ese sujeto era extremista.

— Estabas hablando demasiado —sonrió para luego poner esa sonrisa cómplice y llena de promesas que había aprendido de Rufus—. Además, puedo hacer más que besarte.

Rió abiertamente ante la expresión aturdida de Lucy y disfrutó de la nueva sensación de plenitud que ahora le embargaba, una fresca y radiante emoción que auguraba algo maravilloso, un estremecimiento de abundancia y totalidad que lo elevaban a la cúspide de la satisfacción. Sabía que no pasaría mucho tiempo antes que esa codicia regresara fielmente a él, pero de momento podía gozar de la libertad y eufórica alegría que esto le traía.

— Vamos, puedes ser más participativa ahora —dio un paso para acercarse y ella retrocedió temerosa, interesante—. Prometo no morder, aún —ella volvió a retroceder—. Me gustan los retos, ¿sabes? —rió.

Esa chica era rápida cuando no era necesario serlo, no para él al menos. Intentó cerrarle el paso por la izquierda y lo esquivó, trató de tomar su muñeca cuando pasó detrás de él rumbo a la cama y se le escapó por milímetros, la siguió al borde de la tarima y ella se subió al colchón sin importarle aplastar a Lector.

— ¡Aléjate pervertido! —le dijo desde su trinchera apoyándose en el alféizar de la ventana.

Como si le fuera a hacer caso. Se subió también al colchón gateando hacia ella para borrar la distancia que separaba sus cuerpos, nuevamente para efectos del drama, y ella intentó seguir alejándose sin darse cuenta lo peligroso que era retroceder hacia la ventana de un cuarto de un apartamento ubicado en el cuarto piso de un edificio. Sting actuó veloz y la tomó por la cintura antes que pudiera caer.

— Cuidado —la regañó con la voz un poco inestable al principio—, es una larga caída, créeme.

En ese instante ella notó este hecho y lo abrazó firmemente por el cuello.

— Así está mejor —murmuró en su oído y sonrió cuando sintió ese cuerpo debajo del suyo estremecerse ligeramente.

Definitivamente podría acostumbrarse a eso.

— Si quieren los dejo solos —interrumpió una vocecita a sus costados.

Oh, cierto, Lector.

— Pero recuerda regresar a casa —bostezó aún con los ojos somnolientos—, si vuelves a despertar a Rogue a mitad de la noche tendremos que buscar otra casa —se levantó tallándose los ojos.

Ese adorable dragonslayer de sombra gruñón, siempre sobre él con sus amenazas pero nunca se atrevería a hacerlas realidad, no de ese tipo al menos. Si se deshacía de ellos, ¿con quién iría a hacer misiones?

Oh, revelación. ¡Esa era la respuesta! La otra respuesta.

— Será mejor que te agarres más fuerte a mí —le dijo a la rubia y la abrazó más fuerte, cambiando su posición para tomarla por el cuello y el interior de las rodillas—, como dije, es una caída larga —susurró.

— ¿Q-qué?

— Vamos a ir de misión.

Con Lucy entre sus brazos y una enorme sonrisa en su rostro saltó por la ventana. Por unos segundos creyó que se quedaría sordo por el grito de la Heartfilia en sus oídos mejorados, debía solucionar eso en próximas ocasiones, porque seguro habría otras ocasiones. Ahora que había dado el primer paso, no se detendría hasta llegar al final, si tenía que correr, correría; si tenía que volar, volaría; y si tenía que sortear algún obstáculo en el camino, destrozaría todo; de una u otra forma saciaría esa sed de Lucy Heartfilia que su ser rogaba sin importar cuántas veces llegara a él.

Quizá estaba siendo un poco codicioso, un poco, ¿y qué? Probablemente la codicia no era tan mala como la pintaban.

Omake

Atravesó las puertas del gremio con todo el orgullo que expelía su cuerpo, gallardo y glorioso como si regresara de un viaje al averno o hubiera salido vivo de la más peligrosa de las aventuras, no estaba muy alejado de la realidad, claro.

— Bájame, ¡bruto! —forcejeaba la maga en su hombro derecho.

Llevaba ya varios minutos de fútiles intentos para zafarse de su agarre, lo golpeó, lo pateó, le jaló el cabello, descansó un rato, lo volvió a golpear, lo pateó más fuerte, casi lo desnuca en una ocasión y ya iba por la quinta ronda cuando alcanzó a ver a Rogue sentado en una de las mesas más apartadas de la puerta.

— ¡Rogue!

Todos lo miraron parcialmente en shock, probablemente por la escena, excepto el pelinegro. Él sólo siguió en su mundo de oscuridad quejándose sobre algo que salió muy mal en su día. ¡Ja! Eso le pasaba por abandonar a Sting.

Lector voló hacia donde estaba Frosch para decirle sobre la misión que, obviamente, aún no habían elegido.

— Ya deja de jugar, Stink.

La ignoró y fue al tablero de misiones para elegir cualquiera que pudiera cubrir los requisitos de dificultad del dúo dragón y una recompensa que ayudara a Lucy con su renta. Cuando tuvo el formato elegido ya en sus manos el dragonslayer de sombra iba camino a su encuentro, aún con su cara de "hazme enfadar sólo un poco más y la masacre del primer Festival del Rey Dragón se verá como un simple asesinato casual al lado del caos que desataré".

— Rápido, Sexy viene a una misión con nosotros.

— Podrías ser menos animal —susurró su amigo cuando pasó a su lado.

— Nah, lo salvaje es más sexy, ya quita esa cara de estreñido —claro, con Sting esa cara no funcionaba.

— Yo nunca accedí a esto, Stink, ¡es secuestro! —interrumpió ella y ambos la ignoraron.

Ningún otro miembro del gremio hizo algo para evitar que se la llevaran, se limitaron a temblar compadeciéndose de la pobre muchacha que quedaría atrapada entre una riña de ese par, porque cuando la dupla negridorada comenzaba una contienda nada bueno podría salir. Y Rogue confirmó el hecho con su última sentencia.

— Esta será la peor misión de tu vida… Stink.


Ahora... sé que no hay excusa que valga, sinceramente. Además, mentiría descaradamente si les digo que es por causa de finales, la verdad es que he estado haraganeando mucho tiempo. Pero los bloqueos, oh malditos bloqueos D: Cuando tenía ganas de escribir no tenía tiempo, luego tuve tiempo pero no ideas concretas, luego volvió mi inspi, pero no para Sins (adelante los futuros -Dreams y One more time-, por si a alguien le interesa xD), luego tuve tiempo y un poco de inspi pero mi madre se quedó sin empleo y mi casa se sumió en el caos. Venga que de una u otra manera algo pasaba que me impedía avanzar, ¿tendrá maldición o algo? O.o

Bueno, espero que los últimos dos caps no tarden tanto, son los que más planeados tengo, así que procuraré tener el siguiente dentro de quince días... vacaciones~, vacaciones~! 3

¿Me merezco un review? x3 ¡Las negritas ruegan por reviews salvadores de vida! D:

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¡Éxito! Recuerda que eres el/la mejor y que nadie te diga lo contrario ;)