Esta es una historia alterna escrita sólo para entretenimiento basada en el final del manga y la novela Candy Candy Final History de Kyoko Misuki. Los personajes originales no me pertenecen; sólo el orden de algunos acontecimientos y personajes secundarios son de mi propia imaginación.

CAPITULO 23

UN NUEVO HORIZONTE

Annie, Annie, ¿Dónde esta Albert? Por qué no llega…ya no puedo, no puedo…

Tranquila Candy, respira hondo, yo estaré a tu lado hasta que Albert llegue, no te preocupes, confía en él tú siempre lo has hecho…

Sssi Annie, pero es que ya se ha tardado mucho…

Candy estaba en labor de parto. En la habitación la acompañaban el doctor Murray dos enfermeras y Annie. A la tía Elroy, debido a su avanzada edad no le permitieron estar presente. El médico les había advertido que sería un parto un poco difícil porque Candy era una mujer de cuerpo pequeño para el tamaño del bebé que estaba por nacer, pero ella era joven y fuerte, era lo que más estaba a su favor, eso y la ilusión de tener por fín a su hijo en sus brazos.

Ella y Albert lo habían amado desde el primer momento y se hacían muchas ilusiones con su llegada. Se habían imaginado juntos los cuatro, como una familia feliz, disfrutando de lo que más les gustaba: Una vida armoniosa y rodeada por la naturaleza.

Él había decidido hacer algunos cambios en su vida para estar más tiempo junto a su familia y no perder nada de la infancia de sus hijos. Si bien es cierto que protegió a Juliette desde pequeña, había estado muy poco a su lado durante los primeros tres años y por eso no estuvo en los momentos más dulces de su desarrollo, como cuando la niña empezó a comer alimentos sólidos, a gatear y a moverse por todos lados, a dar sus primeros pasos o a jugar con los otros niños… Albert no se perdería nunca más ninguno de esos momentos familiares y por eso le había estado contando a Candy sus planes para el futuro.

Marie, ¿aún no llega? Preguntaba la tía abuela angustiada.

No madame, le respondió su doncella, los guardias están alertas y dispuestos alrededor de las entradas de la propiedad en caso de que sea necesario y Walter ya ha ido a caballo hasta el pueblo en busca de ayuda.

El señor Johnson llamó por teléfono y dijo que estaba averiguando que fué lo que pasó, según él el señor Andrew debería haber llegado temprano a la tarde.

¡Oh, estoy tan preocupada! espero que no haya ocurrido nada grave. Respondió la anciana angustiada.

Mientras tanto, Albert se encontraba cada vez más cerca de la propiedad. A pesar de haber transcurrido tantos años, aún recordaba con exactitud aquellos bosques, había vagabundeado tanto tiempo en ellos que reconocía cada recodo, cada árbol y cada atajo. Sabía que Candy lo necesitaba, su corazón le gritaba que ella estaba llamándolo y eso hacía que la adrenalina recorriera su cuerpo con más furia… estaba seguro de encontrarse cerca del portal de rosas de Anthony; entonces elevó una plegaria al cielo pidiendo poder llegar a tiempo… Anthony, pensó, necesito tu ayuda.

¿Quién esta alli? ¡Identifíquese o disparo! Escuchó que le decía alguien a su espalda.

Albert se detuvo en seco y levantó los brazos. Soy yo, Andrew, no dispare.

Señor, contestó el joven guardián, por fin llega ¿Qué le pasó? Estabamos muy preocupados, venga conmigo, la señora está con el médico, su hijo ya viene en camino. No, espere, mejor tome mi caballo así llegará más pronto.

Gracias, tomaré tu caballo. También encárgate de enviar un par de hombres a la ruta del lago 10 millas pasando la propiedad Leegan, allí quedó nuestro automóvil averiado. Mi chofer, Sam, fué al pueblo para buscar un mecánico mientras yo me aventuré a pie a través del bosque. Rápido, no hay tiempo que perder.

Como usted ordene Señor, le dijo el joven.

Albert montó en el caballo que le ofreció el muchacho y se dirigió hacia la entrada de la casa a toda carrera. Ya era casi de noche y con suerte llegaría a tiempo.

….

¡William!

La tía abuela Elroy se sorprendió al verlo entrar de improviso. Albert estaba todo cubierto de tierra y sudor.

William, la anciana se acercó a su sobrino, te estabamos esperando. ¿Qué te paso? George nos dijo que salieron hace horas de Chicago, nos tenías muy preocupados.

El auto se averió tía, le respondió agitado; pero logré atravezar el bosque. ¿Dónde esta Candy? Me encontré con uno de los guardias en la entrada y me dijo que estaba con el médico.

Si hijo, hace horas que entró en labor, está en la habitación que acondicionamos para que nazca tu hijo, Annie la acompaña.

Quiero verla, dijo Albert mientras se dirigía hacia el segundo piso.

¡Espera! No puedes entrar así, debes asearte primero y también cámbiarte de ropa.

Si tienes razón, iré a mi habitación a ducharme e inmediatamente iré a acompañarla, no puedo dejarla sola en este momento.

Pero William, eso no es apropiado, un hombre no…

Albert no dejó que la tía abuela terminase lo que le estaba diciendo. Velozmente se dirigió hacia su habitación para asearse, sabía que en esas condiciones el doctor no lo dejaría entrar a la habitación donde estaba su esposa.

Mientras tanto, Candy se sentía agotada, el médico y Annie hacían lo posible por animarla, le decían que fuera fuerte, que ya faltaba poco, pero ella necesitaba a su príncipe.

¿Dónde estás Albert? Tú siempre has estado a mi lado en los momentos difíciles. Se repetía para sus adentros.

Una vez más el punzante dolor acometió y ella trató de obedecer las órdenes del médico y se esforzó por ayudar en el nacimiento de su hijo.

En eso la puerta se abrió y supo que por fin él había llegado

¡Candy! Escuchó. Su voz le dió un nuevo impulso de energia y se esforzó aún más.

¡Ya viene! Dijo el médico, sólo un poco más señora Andrew…

Albert enseguida se acomodó a su lado y tomó su mano, Candy lo miró acongojada luego cerró sus ojos y volvió a esforzarse, su mano era sostenida por la de Albert. Él estaba a su lado y eso era todo lo que necesitaba.

En eso se escuchó el llanto del recién nacido.

¡Es un varón! Exclamó el médico ¡Felicitaciones señor Andrew! Señora, ha sido usted muy valiente, es un hermoso varón.

Albert estaba con la boca abierta y miraba asombrado ese bultito rosado que era atendido por las enfermeras. No había soltado la mano de Candy que por fin se había dejado caer sobre la almohada relajándose un poco.

Cuando el bebé estuvo limpio la enfermera se lo acercó a la madre.

Aquí esta su bebé señora.

Candy lo sostuvo en sus brazos y no pudo evitar que las lágrimas resbalaran por su mejilla.

Albert, mira es un varón ¡Anthony!

Si princesa, le dijo visiblemente emocionado mientras le daba un beso en los labios. Un hermoso bebé, gracias, sé que ha sido dificil para tí, pero lo lograste, no sé como expresarte lo orgulloso que me siento.

Te estaba esperando, le dijo con una enorme sonrisa, ambos te esperábamos.

Albert se acercó y besó la frente del bebé. Era tan pequeño y frágil, aún estaba inquieto pero había dejado de llorar.

Tómalo Albert, quiero que lo tengas en tus brazos, Anthony necesita reconocer a su padre.

Albert tomó a su hijo con mucho cuidado. Era un muñequito rosado con pelusa rubia en su cabeza. El bebé abrió los ojos por reflejo y luego los cerró. Por un instante Albert pudo ver que eran de color azul claro como los de él.

Candy, dijo, es hermoso, no sé cómo expresarte lo que siento. Gracias, me has hecho el hombre más feliz de la tierra.

Annie los miraba enternecida, las lágrimas también resbalaban por sus mejillas. Ahora por fin su querida amiga había logrado su sueño. Ambas se habían convertido en madres y harían todo lo posible por darles a sus hijos lo que ellas no tuvieron.

Señor Andrew, le dijo el doctor después de que las enfermeras limpiaron la habitación y acomodaron a la nueva madre cómodamente en la cama. Si desea puede avisar a la familia para que pase a ver al bebé.

Albert recostó delicadamente al pequeño Anthony al lado de su madre y salió de la habitación para dar la gran noticia. Candy lo abrazó tiernamente y Annie se acercó para mirarlo de cerca.

¿Qué pasó?, le preguntó la tía preocupada, ella por un instante había recordado las horas de angustia el dia que Albert nació y rezaba para que no se repitiera la historia.

Ya nació, le dijo con lágrimas en los ojos. Mi hijo ya nació.

La tia abuela no lo podía creer. Un varón, en el primer nacimiento, generalmente en la familia nacían varias niñas antes que el heredero, así había sido por varias generaciones.

¡Felicitaciones hijo! Le respondió Y Candy ¿cómo está?

Ella está muy bien, le dijo aliviado. Los dos están muy bien. ¿Te das cuenta tia? ¡Es mi hijo!

¿Y como se llamará? Le preguntó enternecida la anciana.

Su nombre es William Anthony Andrew, le contestó orgulloso.

….

Dos años más tarde se encontraban los tres en Lakewood disfrutando de unas vacaciones de verano. Juliette jugaba en el jardin con Anthony y con la nueva mascota de ambos, una perra ovejera llamada Daisy.

Albert y Candy estaban caminando tomados de la mano cerca de sus hijos disfrutando de la tarde. Ya habían tomado el té y ahora se entretenían mirándolos correr gozando del momento de intimidad.

Albert, dijo derrepente Candy. Hay algo que quería decirte hace unos dias y creo que éste es el mejor momento.

¿Qué ocurre princesa? le preguntó intrigado.

Ambos habían pasado dos años de felicidad después del nacimiento de su pequeño. Él había disminuido su ritmo de trabajo tal y como se lo había prometido a Candy y había participado en todo momento en la crianza de sus hijos. Estuvo presente en cada etapa de su desarrollo; los primeros pasos, las primeras palabras. Ellos eran una familia sencilla a pesar de que estaban rodeados de lujos. Archie y Annie también compartían los mismos principios y junto con George se encargaban equitativamente del manejo de los negocios.

La familia había crecido, pues al año siguiente del nacimiento de Anthony Annie volvió a quedar embarazada y dió a luz a un varón al que le pusieron de nombre Alistear como su tío fallecido. Patty y Arthur también tenían un hijo llamado Aaron y era apenas tres meses mayor que Alistear.

Juliette se sentía la hermana mayor de los tres pequeños. Ella los cuidaba y jugaba con ellos con total dedicación. Su vínculo con los Mac Douglas se había estrechado mucho. Su abuela y bisabuela la visitaban con frecuencia. Ambas eran muy cariñosas y ella se sentía feliz cada vez que le platicaban acerca de su madre y de sus andanzas de pequeña. A su abuelo nunca lo había visto pues purgaba quince años de condena por secuestro y estorsión. Su tío Arthur era su héroe, tanto él como su tía Patty estaban pendientes de lo que necesitase y compartían muchos momentos en familia con los Andrew.

Albert sentía que no podía ser más felíz, pero ahora Candy se había puesto seria por alguna razón que desconocía.

Candy, dime qué es lo que te preocupa. Tú sabes que prometimos contarnos todo y que siempre confiaríamos el uno en el otro.

Si mi querido principe, le dijo mientras se detenía y tomaba sus manos. Esta vez es algo bueno, te lo aseguro. Sólo quería que supieras, emmm, pues… que dentro de unos meses tendremos un nuevo miembro en la familia.

¿Un nuevo miembro? ¡Candy! Me estas diciendo que…

Sí Albert, estamos esperando otro bebé.

La alegría que lo embargó fué inmensa. Su familia seguiría creciendo. ¡Eso era algo maravilloso! Él había soñado hace muchos años en reconstruir la familia Andrew, y gracias a su princesa su sueño se hacía realidad nuevamente. No cabía en sí de felicidad.

Candy, le dijo mientras la abrazaba. Otro hijo, me haces muy feliz, no me lo esperaba, ¿Cuándo te lo confirmaron?

Hace unos dias, pero quise decirtelo ahora que estábamos de vacaciones. Quiero que disfrutemos al máximo estos dias de tranquilidad.

Albert levantó su barbilla y le dió un beso apasionado.

Princesa, eres maravillosa, cada dia que paso a tu lado es mejor que el anterior. Ahora haremos los preparativos para que nuestro hijo nazca en Chicago, no quiero correr ningún riesgo.

Verás que todo saldrá bien Albert, yo soy una mujer muy fuerte y quiero que tengamos muchos hijos...

Y después de esas vacaciones, la familia regresó a la mansión de Chicago; la tía abuela Elroy estaba más que feliz; ¡Otro heredero! Candy estaba nuevamente en la espera, ella se sentía más tranquila, la vida le estaba permitiendo ver crecer a su familia. Sus últimos años eran apacibles y todos la rodeaban de cuidados.

Después de un embarazo tranquilo, Candy dió a luz otro varón al que llamaron George Alexander. Éste era rubio como Anthony pero de ojos verdes como su madre.

Habían pasado casi cinco años desde su matrimonio y se sentían muy felices; pero la situación mundial estaba cambiando; Albert y George como buenos hombres de negocios se daban cuenta que se avecinaban años muy malos para la economía del país. Así que estaban empezado a reforzar algunos negocios en Inglaterra que habían tenido en reserva durante varios años; pero para poder darles el impulso necesario, ellos se daban cuenta de que alguno de los tres tendría que trasladarse permanentemente allí. Albert consideró la situación y decidió consultarlo con Candy. Sabía que sería muy duro para ella separarse de sus seres queridos pero era la única solución.

Archie y Annie se quedarían en Chicago para encargarse de las empresas y la tía abuela Elroy viajaría con ellos. Ella se encontraba delicada de salud y no podían dejarla, además estaba muy apegada a sus sobrinos nietos y ellos la querían mucho también. La dificultad más grande radicaba en Juliette, pues con esta acción la separarían de los Mac Douglas; pero ellos eran sus padres y llegado el caso impondrían su decisión.

Candy, preciosa tenemos que hablar…

Ellos se encontraban en su habitación después de haber acostado a los pequeños. Doralee y Margie eran las encargadas de cuidarlos y dormían en la habitación contigua a la de los pequeños en el ala destinada a la familia.

¿Qué es lo que pasa mi amor? Te noto preocupado.

Candy, debo ser directo, así que hablaré francamente. Hace tiempo nos hemos dado cuenta que la situación económica del pais está decayendo y se avecinan años muy difíciles. Las inversiones han bajado y me temo que se produzcan grandes quiebras si no se toman precauciones. Esto nos puede afectar enormemente puesto que tenemos mucho dinero invertido y el banco ha otorgado préstamos que a la larga pueden que no sean devueltos como corresponde. Por eso hemos decidido reiniciar nuestras operaciones en Europa.

¿Te acuerdas de la familia Rothshare?

Candy asintió, se sentía muy preocupada por lo que Albert le contaba, ella no entendía mucho de bancos y finanzas, pero sabía que si Albert estaba tomando medidas serias, era porque realmente algo malo estaba por suceder.

Bien, hemos iniciado negociaciones para hacer algunas inversiones con ellos y resguardar nuestros capitales en el exterior. No es fácil iniciar un nuevo imperio fuera de América, por eso alguno de nosotros debe instalarse en Londres mientras afianzamos las empresas. ¿Comprendes lo que te digo?

Creo que si Albert, pero ¿eso significa que Archie o tú tendrán que viajar para allá?

Si princesa, y creo que como jefe de familia lo más conveniente es que seamos nosotros los que nos traslademos para allá.

¡Albert! ¿Estas seguro que esa es la única solución?

Me temo que si princesa. Yo sé que será difícil para tí separarte del Hogar de Pony, sobretodo ahora que ha crecido tanto y que les estás dando tu apoyo, pero compréndeme que la unión de nuestra familia está por encima de todo. No quiero ser de esos hombres que se pasan la vida viajando atendiendo obligaciones económicas lejos de los suyos mientras se pierden de la felicidad de compartir su vida con sus familias.

Albert, no quiero que te separes de nosotros.

Lo sé princesa, por eso quiero pedirte que me acompañes junto con los chicos; inclusive debemos llevar con nosotros a la tía abuela Elroy, ella está muy apegada a sus nietos y creo que no soportaría la separación.

¿Me comprendes Candy?, ¿Serás capáz de hacer ese sacrificio? Me duele mucho pedírtelo princesa pero no veo otra salida.

Candy se quedó un momento mirando detenidamente a su esposo, sus ojos reflejaban el temor de que ella no accediera a su petición, pero, ¿Acaso ella podría vivir lejos de él? ¡Imposible! Ella ante todo era su esposa y lo seguiría a donde fuera, ella y sus maravillosos hijos.

Bajó su rostro y por un instante se perdió en sus pensamientos. En su corazón sintió una punzada de dolor. La señorita Pony y la hermana María también estaban envejeciendo, pero seguro que la apoyarían como siempre. Estaba tranquila de saber que las tierras donde se encontraba el orfanato les pertenecían ahora, y que además, el local había sido ampliado y aún continuaban proyectándose nuevas dependencias para mejorar las instalaciones. También contaban con personal preparado para que se encargaran del cuidado y educación de los niños. Ellas estarían bien, las extrañaría mucho, pero sería peor separarse del hombre que amaba más que a nada en el mundo.

Volvió a levantar la cabeza y luego mirándole directamente a los ojos le respondió:

Albert, te amé sin saberlo desde mi tierna infancia, la vida nos unió incontadas veces. Luego nos permitió formar una maravillosa familia. Me has hecho feliz, muy feliz, me has dado una vida confortable y unos hijos maravillosos. Te amo, y no podría vivir lejos de tí. Te prometí que te seguiría siempre y que permanecería a tu lado en los buenos y malos tiempos. Si crees que esto es lo que más conviene ahora a nuestra familia, pues que así sea. Partiremos todos juntos a Londres en cuanto lo dispongas. Cualquier cosa que hagas sé que estará bien porque yo siempre he creído en tí.

Albert la abrazó con ternura.

Gracias Candy, gracias por amarme y confiar en mí, te juro que pondré lo mejor de mi parte para que las cosas resulten bien y el futuro de nuestros hijos quede asegurado.

Ahora que estamos de acuerdo, hablaré con George y Archie para hacer los arreglos necesarios.

¡Albert! ¿Y que pasará con Juliette? ¿Crees que los Mac Douglas se opongan a que nos la llevemos tan lejos?

No te preocupes princesa, ya hablé con Arthur y él como hombre de negocios también se había dado cuenta de lo que se avecina, así que al igual que nosotros, él piensa que lo mejor será asegurar sus negocios en Londres, además no te olvides de que la familia de Patty regresó hace tiempo a Inglaterra, ella estará feliz de estar nuevamente en su patria. Estaremos siempre en contacto.

¿Y Archie, Annie y los niños?

Archie y su familia tendrán que permanecer aquí por un tiempo mientras vemos que es lo que ocurre en el país, George como es el único que no tiene familia, estará viajando por temporadas apoyándonos y relizando algunos negocios en otras partes. Serán años dificiles Candy, pero juntos saldremos adelante. Somos una familia y aunque estemos lejos trabajaremos como si fuéramos uno solo.

Albert, no quiero alejarme de ti nunca.

Yo tampoco princesa, eres la persona más importante en mi vida y no quiero que te separes de mi ni un instante. Necesito de tu apoyo y de tu amor para vencer las dificultades.

Albert, te amo.

Yo también princesa, con todo mi corazón…

Asi fué como decidieron trasladarse nuevamente a Londres. La despedida de Candy y sus madres fue muy triste, pero ambas damas la apoyaron con valor. Llevaron sólo lo necesario. Allí ocuparían la villa que tenían en las afueras cerca al rio Avon, era un lugar privilegiado, rodeado de campo y paz donde podrían criar a sus hijos libremente.

Sólo hubo algo que Candy le pidió a Albert que le trajera de Lakewood. Un retoño de Dulce Candy que ella plantaría en su nueva casa. Con los años había aprendido algo de jardinería y gustaba mucho de cuidar de los rosales de la mansión.

Archie y Annie prometieron viajar de vacaciones en cuanto pudieran, así se reencontrarían por lo menos una vez al año. Durante ese período, George se encargaría de manejar los negocios en Chicago. La mansión de Lakewood fué cerrada y sólo quedó un pequeño grupo de empleados que serían los encargados de mantenerla en buen estado.

….

Después de un año de permanencia en su nueva residencia, Candy quedó nuevamente embarazada, la noticia alegró a todos y sobretodo a Juliette, que ahora contaba con una hermanita. La pequeña Rose Marie Andrew era la viva imagen de su madre. Su rostro era angelical y sus ojos azul verdosos brillaban como dos safiros. Unas cuantas pecas salpicadas alrededor de su nariz le daban un aire travieso. Albert estaba fascinado con ella y decía que era su pequeña princesita.

A pesar de los esfuezos iniciados años atrás, la caída de la banca en aquel fatídico año de 1929 arrastró consigo la mayor parte del capital de la familia Andrew. Como muchos, ellos tuvieron que cerrar sus bancos y declarar en quiebra varias de sus empresas. El pago de las indemnizaciones era enorme y Albert quizo que todos los fondos disponibles sean utilizados para ayudar de alguna forma a su personal que ahora se veían más afectados que ellos.

Archie tuvo la enorme pena de encargarse de la venta de la mansión de Lakewood. Sólo la casa señorial de Chicago fué salvada. La mayor parte del área circundante también fué vendida y se conservó lo necesario para que no perdiera totalmente su majestuosidad.

Felizmente los negocios iniciados en Londres iban por buen camino y con paciencia y mucho esmero pronto les permitirían volver a recuperar gran parte de su cuantiosa fortuna.

Vivían cómodamente en la villa y sus hijos mayores recibían educación en la escuela que tradicionalmente había sido el alma matter de la familia: El real Colegio de San Pablo.

Cuando Candy fué a inscribir a sus hijos, estaba un poco inquieta, ella no quería que Anthony y Juliette sufrieran por el estricto ambiente de ese colegio. Pero para su grata sorpresa, la actual directora era la hermana Margaret. Ella mantenía el prestigio y el nivel de enseñanza, pero a la vez había conservado el trato amable hacia los alumnos. Eso la llenó de tranquilidad y dado que los chicos no necesitaban permanecer en el internado, se sintió aliviada de que sus hijos crecieran en un buen ambiente de acuerdo a lo que Albert siempre había deseado.

Los años en Londres y la tranquilidad y felicidad al lado de su príncipe le permitieron a Candy madurar con gracia. Era una dama muy respetada. Ella hacía voluntariado en el hospital por las mañanas y por las tardes se dedicaba enteramente a su familia. Albert viajaba poco, no se ausentaba por más de tres días y siempre regresaba con regalos para todos. Era un hombre felíz. Su habilidad en los negocios le había creado muy buen prestigio y era respetado por sus socios. Durante las vacaciones habían viajado a varios paises, entre ellos a Escocia, donde Albert les mostró la zona de donde provenía su familia y los chicos disfrutaron de los alrededores y de las costumbres que marcaron siempre al clan al que pertenecían. Candy por primera vez se pudo alojar en la mansión Andrew, aquella a la que se le negara entrada aquel verano que pasó con sus amigos. Los recuerdos de sus travesuras la llenaron de nostalgia, pero también de alegría porque ahora a sus treinta años veía la vida de otra manera.

El recuerdo de Terry era ahora dulce. Ella se había enterado de la muerte de Susana años atrás por el periódico, y luego los periodistas no dejaron de seguir los pasos del famoso actor, que aunque no se llegó a casar con la ex bella actriz, sí se comportó de manera discreta y poco tiempo después viajó a Europa a hacer una gira extensa y a probar suerte como director. Terry había cumplido su sueño y eso a ella la hacía feliz. Ambos lograron lo que tanto deseaban. Ella tenía una familia hermosa un marido cariñoso al cual adoraba con locura y un pasar tranquilo sin necesidades y él el éxito y la fama como primera estrella del teatro.

Candy recordaba siempre la última carta que recibio de su rebelde Inglés. Fué poco tiempo después de su matrimonio, antes de que Terry decidiera viajar a Inglaterra. En esa breve nota, año y medio después de su último encuentro en Nueva York, el joven actor le volvió a confirmar que ella había sido la única mujer a la que había amado de verdad y así sería siempre. Candy prefirió no contestar a la carta. Ella estaba felíz con las desiciones que había tomado y seguiría adelante al lado del hombre del que se enamoró sin darse cuenta desde que era una una niña pequeña.

Y no se equivocó; años más tarde, cuando la crisis financiera pasó, ellos recuperaron su estatus financiero. Los negocios eran sólidos y las inversiones que Albert y George realizaron en Europa, sirvieron para reflotar rápidamente lo perdido en América. Archie supo mantenerse firme y recuperó parte del patrimonio declarado en quiebra. Ellos también habían sido una familia unida; pero como Annie era de salud más delicada que Candy, sólo se habían quedado con sus dos hijos, aún así eran muy felices.

Arthur y Patty también se mantuvieron cerca de los Andrew, ellos tenían tres hijos que eran muy unidos con sus "primos". La pequeña Rose era la más engreída y la dulce Juliette era la hermana "mayor" a la que todos respetaban.

La tía abuela Elroy era muy anciana, la pena de haber tenido que aprobar la venta de la mansión de Lakewood casi acaba con su vida, pero Candy y Albert lograron que se recuperara y la sostuvieron con mucho cariño. Después de tanto andar, de tanto preocuparse por la familia a su manera, la anciana tenía una vejez felíz, pero su mayor anhelo era ser enterrada en el panteón familiar de Lakewood que era lo único que había sido conservado por la familia por respeto a los seres queridos allí enterrados. Archie había mandado hacer una cripta con una entrada parecida al portal de rosas de su primo y allí en una habitación especial guardaron algunas pertenencias de ambos muchachos, algunos articulos de jardineria de Anthony y planos y herramientas pertenecientes a Stear. Era una manera honrar su memoria y que sus hijos conocieran algo de sus antepasados de los cuales portaban el nombre.

William, la voz de la tía Elroy era tan enérgica como siempre, ella había entrado al despacho donde su sobrino se encontraba revisando unos documentos.

¿Qué es esa buena noticia que tenías para mí y que no podías esperar a dármela?

Querida tía, le dijo el rubio mientras se acercaba para tomar su mano y guiarla hacia uno de los sillones para que tomara asiento.

Es algo que George me acaba de confirmar y que te hará sumamente feliz.

William, no me dejes en ascuas y dime de una vez de que se trata, ya estoy muy vieja para resistir emociones.

Tía, por fin logramos negociar la compra de la mansión de Lakewood. Esa propiedad que todos amamos pertenece nuevamente a los Andrew. Algunos de los terrenos adyacentes fueron lotizados y vendidos a otros, pero la casa y varias hectáreas de bosque fueron salvadas. En cuanto hagamos los arreglos necesarios iremos todos a pasar una temporada.

William, le respondió la anciana emocionada y al borde de las lágrimas. ¿Me estás diciendo la verdad? ¿Podremos volver pronto?

Si tía, iremos todos, creo que aprovecharemos las vacaciones de los chicos para pasar una temporada en Lakewood, así Candy también podrá ir a visitar a sus madres en el Hogar de Pony, han sido muchos años de separación y ella las ha extrañado mucho. Felizmente la señorita Pony ya está totalmente restablecida de su ataque cardíaco, nos tuvo muy preocupados.

Gracias hijo. Ahora si podré irme en paz. Quiero permanecer allí por el resto que me quede de vida.

Pero tía, qué cosas dice ¿Acaso no piensa regresar con nosotros? Le preguntó consternado por la decisión de la anciana.

No William, yo quiero mucho a tus hijos y también a Candice, pero ya estoy cansada y quiero estar cerca de aquellos que se fueron antes que yo. Además no te preocupes por mí, tendré a Archie y a su familia cerca, ya es hora de que pase un tiempo con ellos. Espero que lo entiendas.

Si tía lo entiendo, le dijo con pesar, te comprendo y cumpliré tus deseos. Hablaré con Archie para que disponga de todo lo necesario para que tengas el personal calificado que cuide de ti permanentemente.

Tía, se acercó a ella para tomar sus manos, nosotros también te queremos mucho y te vamos a extrañar. Has sido como una madre para Candice, gracias a tu apoyo ella pudo adaptarse mejor a nuestra forma de vida y sé que estará eternamente agradecida contigo.

Pero qué dices William, le contestó emocionada. Sólo hice lo que debía hacer. Candice ha madurado y se ha convertido en una dama digna de nuestra familia y le estoy agradecida porque supo como hacerte feliz y también me dió la alegria de tener dos herederos que continuarán con nuestro apellido.

Albert ayudó a su tia a ponerse de pie y la acompañó hasta la puerta.

Me alegro que todos estemos de acuerdo y que a pesar de los años difíciles que pasamos, nos hayamos mantenido unidos. La familia es muy importante tía, y también el amor a las personas sin importar el dinero ni las clases sociales, eso es algo que mi hermana me enseñó y siempre lo tuve como una guía. A pesar de nacer bajo una posición tan importante yo siempre seguí lo que me dictaba el corazón y tuve la suerte de concocer a Candy que compartió conmigo el mismo espíritu de libertad. Gracias a ella soy felíz y así deseo que continue siendo mientras tenga vida.

William, te comprendo, con los años entendí que había sido muy prejuiciosa, pero ahora en mi vejez estoy tranquila, siento que cumplí con mi deber y logré que nuestra familia no pereciera, logré que a la larga asumieras tu rol como jefe del clan y que recuperaras no sólo nuestro nombre sino también nuestra herencia. Por eso ahora sólo deseo pasar mis ultimos años en el lugar donde me esperan mis seres queridos.

Albert no podía continuar más esa conversación, sentía que era como una despedida, contrario a lo que ella esperaba, él sólo la abrazó y luego le dió un beso en la frente.

Se hará como tú desees tía. Ven, vamos, quiero hablar con Candy para empezar a hacer los preparativos para nuestro viaje. En cinco semanas estaremos regresando a Chicago.

….

Las semanas pasaron y las vacaciones estaban por empezar, Candy se encontraba terminando de empacar y recordaba el día que su príncipe le había contado que volverían a América en esas vacaciones con toda la familia. Momentos antes ella había estado nostálgica, la casa estaba tranquila y los chicos hacían sus deberes en sus habitaciones, Doralee cuidaba de la pequeña Rose y eso le había permitido recrearse en sus recuerdos, había hecho un recorrido mental de toda su vida. La carta que recibió de la hermana María la había entristecido, por más que la Señorita Pony le aseguraba que se estaba reestableciendo ella no podía dejar de preocuparse, todo esto la llevó a hurgar entre sus tesoros guardados en el joyero damasquinado que años atrás su marido le regalara y recordar los años pasados.

Los sucesos fluyeron sin querer uno tras otro, pero luego que su corazón se hubiese tranquilizado llego él; venía radiante de su oficina para anunciarle la gran noticia, y ahora ya estaban por partir al día siguiente. ¿Extrañaría su casa de Londres? Tal vez, pero ese lugar núnca se compararía con sus bosques de Lakewood y su amada Colina.

¿Candy, está todo listo? Escuchó la voz de su amado que entraba a la habitación.

Si amor, esta era la última maleta, ahora sólo falta que regresen los chicos del colegio y mañana partiremos al puerto. ¡Estoy tan emocionada Albert! Han sido muchos años lejos de América. Me siento como aquella vez que regresé cuando me escapé del colegio.

Ni me lo recuerdes princesa, le dijo dulcemente mientras se acercaba para tomarla en sus brazos, aún recuerdo la desesperación que sentí cuando me enteré lo que habías hecho, y luego cuando me contaste que habias viajado como polizón…. Mmm, no sé, creo que en ese entonces no eras consciente del peligro.

Pero ahora princesa, le dijo mientras la apretaba más a su cuerpo, nada de aventuras, ahora viajaremos como corresponde y quiero que sea para nosotros como una segunda luna de miel, ¿Qué te parece?

Me parece muy tentadora su propuesta señor Andrew, ¿y como hará para reconquistarme?

Bueno, le dijo seductoramente mientras acercaba sus labios, podemos empezar con esto…

Candy se sintió nuevamente en la gloria, Albert la besó como si fuera la primera vez, con amor, con pasión, con aquella dulzura que ella siempre habia gustado de él. Ambos se fundieron en el deseo de compartir nuevamente sus cuerpos, después de diez años de matrimonio y cuatro hijos, la llama aún estaba viva y ellos se encargarían de mantenerla así y de atizarla constantemente.

Porque entre ellos siempre había existido un lazo que los había unido quizá antes de nacer; pero que se volvió más fuerte e indestructible a lo largo de los años.

Aquel joven solitario y aquella huérfana carente de amor habían nacido el uno para el otro. Su camino había sido marcado desde el principio. El amor y la confianza fueron su fuerte y gracias a ello lograron triunfar en la vida, ahora ellos eran el pedestal que sostenía a la familia Andrew. Volvían triunfantes al hogar, a Lakewood y a la colina donde se encontraron por primera vez.

.

FIN


Bueno, esta historia llegó a su fin. Quise hacer un recorrido a lo largo de la vida de Candy y Albert después de su separación cuando éste recuperó la memoria. Mi intención fué siempre apegarme lo más posible a la última novela de la autora y adicionar algunos personajes nuevos y situaciones entretenidas.

Espero sinceramente que haya sido de su agrado.

Les agradezco a cada una de ustedes por sus reviews, gracias a ellos me sentí con ánimos de continuar escribiendo.

Ahora ¿Qué pasará con Candy y Albert después de estas vacaciones en Lakewood?

Bueno, esa es otra historia...

Milady