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Los personajes pertenecen a su respectivo autor al que ahora mismo odio profundamente pero que también secretamente lo amo :P (¿kismesis?)

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Advertencias:

Este fic contiene algo de spoiler, así que si no deseas enterarte de una forma ridícula de algunos acontecimientos que han pasado últimamente en el cómic de Homestuck, tienes todo el derecho de irte y no leer.

Relaciones tanto homosexuales como heterosexuales.

AU al extremo.

Palabrotas… nah, no es para tanto.

Un humor tonto e insípido.

Alguna que otra ridiculez.

Conflictos romántico-idiotas –sin sentido.

Cosas que no son lo que parecen y cosas que parecen pero no son (¿Acaso no es lo mismo?)

Pérdida de la dignidad de algunos personajes y de la autora misma.

Algo de spoiler…

¡Y muchos colores!

Aún estoy en shock o_o.

Disculpen las tonterías que están a punto de leer.

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Capítulo 1.

No sabía cómo explicar lo que sentía en esos momentos. Era un amasijo de sensaciones confusas que hacían fiesta en su vientre y le daban de puñetazos en el pecho. Por minutos se sentía mareado, con unas ganas horribles de vomitar. Tenía la sensación de que el nudo de la corbata lo estaba asfixiando, o tal vez eran los zapatos o el chaleco o la camisa de puño doble; no podía ponerse de acuerdo que era lo que más le fastidiaba.

Soltó un largo y sonoro suspiró y la enfadada cara de su prometida al voltear a verlo le dio a entender que no le había agradado como había sonado aquello. El chico se encogió de hombros apenado por enojarla, lo último que quería era incordiarla, después de todo también era un día especial para ella.

Las risas ahogadas provenientes de la primera banca en donde estaban sentados los padrinos le distrajo por un momento. Se estaban burlando de la cara de perro regañado que tenía en ese instante de una forma nada discreta terminando por llamar la atención del padre que alzó la voz y los mandó a callar. El novio intentó suspirar de nuevo pero la filosa mirada de su novia se lo impidió, atorándoselo en la garganta. Al sentir la nada delicada presión en sus manos, tragó en secó y como pudo le sonrió tratando de calmarla.

Ella resopló y sin soltarle de las manos (como habían estado desde que el padre había comenzado con la ceremonia) presionó de nuevo el agarre y alzó la mirada hacia el padre.

Vaya manera de empezar las cosas.

El chico se mordió los labios y bajó la mirada sabiendo que lo mejor que podía hacer en esos momentos era guardar silencio y esperar a que todo terminara.

Los minutos pasaban y el padre parecía no querer dejar de parlotear. Le entraron unas enormes ganar de cerrar los ojos y dormir un rato pero si lo hacía iba ser bastante obvio tomando en cuenta que estaba en medio de la iglesia, sentado frente a frente con su novia y teniendo a su costado derecho al padre y al izquierdo a todas esas personas que parecían estar esperando cualquier error de parte de él para estallar en sonoras carcajadas.

Tenía que encontrar una forma discreta de matar el tiempo sentado ahí.

Entonces miró discretamente hacia los lados, paseando su mirada por la altísima cúpula de la iglesia e impresionándose por la gran cantidad de detalles en sus paredes; de su boca salió algo parecido a un ¡wow! Y su novia creyéndose halagada le sonrió, cosa que él ni se dio por enterado. Bajó la mirada y se encontró con la hastiada cara del padre que ya le tenía aburrido con su incesante parloteo de esposos, vida en pareja, sacrificios, oraciones, shalala y bla bla bla sin sentido, que deseó que se le cayera el ventilador para que se callara de una buena vez; rodó los ojos y mejor se quedó mirando la alfombra azul eléctrico que con tanto ahínco su futura esposa había elegido para ese día y no había aceptado un no por respuesta porque de haberlo hecho le hubiera arrancado las piernas.

Debía sentirse emocionado pero tal vez no fuera la manera correcta de describir su situación al tener enfrente a la chica con la que pasaría el resto de su vida. Aunque también, una explicación lógica para él sería que los nervios le estaban haciendo una mala jugada y en vez de estar disfrutando de la ceremonia se estuviera rompiendo la cabeza con cosas que no tenían nada que ver con su futura y feliz vida de casado que le esperaba.

Después de todo, él había dado el primer paso al haberle pedido que fuera su esposa y ella el segundo al no negarse. Ya habían recorrido bastante camino juntos, se conocían desde hace años y aunque hacía solo algunos meses habían comenzado su relación creyó que había llegado la hora de formalizarla. Pero vamos, que eso de casarse era lo único que les faltaba, su vida a lado de ella era maravillosa… tal vez un poco salvaje.

Tampoco es que todo fuera miel sobre hojuelas, pero a veces la convivencia resultaba algo complicada… muy complicada.

Pero los golpes, las rabietas, las heridas punzocortantes, las continuas visitas al hospital, las llamadas de urgencia a las 3:00 de la mañana y las órdenes de restricción (por mencionar algunas de las maravillosas vivencias que tenían en su haber) eran comunes entre parejas ¿Verdad?, además ya empezaba a acostumbrarse.

Él había visitado la casa de su futura suegra y a pesar del profundo miedo que le inspiraba esa mujer, se armó de valor y pidió la mano de su delicada hija. Tuvo tanta suerte de no ser devorado y eso definitivamente podía considerarse como una buena señal porque después de un tiempo de caos, se le fue concedida su petición.

Recuerda haber salido hecho un manojo de nervios de esa casa del terror tomado de la mano de su novia que subió con él a la ambulancia para que le cerraran la profunda herida que le quedó al serle arrojada una lámpara en la cabeza. Su suegra, tan endemoniadamente sobreprotectora.

Con sus padres había sido un poco más tranquila la situación. Apenas les dio la noticia, lo sacaron a la calle y le cerraron la puerta en la nariz. Por eso no le sorprendía que no se hubieran presentado en la iglesia y tampoco esperaba verlos en la fiesta. Bueno, ya les mandaría después sus respectivas rebanadas de pastel.

Debía sentirse orgulloso, satisfecho con su perseverancia; había trabajo tanto para que esa boda se realizara y fuera de ensueño, para que ella se sintiera la novia más feliz del mundo, para que ese día fuera recordado por todo aquel que estuviera presente como testigo de su enlace. Miró a su novia y se veía radiante ante sus ojos, era preciosa y más con el vestido blanco y su salvaje cabello recogido en un peinado que la hacía ver aún más bella. No podía existir novia alguna que se pudiera comparar con la que tenía enfrente. Ninguna.

Tenía a la mayoría de la gente que quería, reunida en un mismo lugar, algunos habían venido desde tan lejos para estar con él, era su deber darles la mejor estancia que pudieran haber tenido. Sus padrinos eran los amigos de su infancia, con los que había convivido largas tardes de juegos y travesuras, los que lo conocían como la palma de su mano y que a pesar de no estar de acuerdo con lo que estaba haciendo habían aceptado estar con él ese día, a excepción de uno.

Cargaba con una responsabilidad enorme a sus espaldas, no podía fallarles.

¿Por qué entonces se sentía así?

¿Qué era lo que faltaba?

No entendía por qué no se sentía a gusto sabiendo que parte de su dedicación, tiempo y esfuerzo habían conseguido que esa boda se diera. Pues en vez de eso, el estar ahí no le traía la satisfacción que él deseaba. La regía iglesia parecía más alta de lo que normalmente se veía desde afuera y mucho más grande de lo que se sentía al estar adentro, como si a pesar de la inmensa cantidad de personas atiborrando hasta la última banca en espera a que terminara la tediosa ceremonia para correr como desesperados a la fiesta, no existiera.

Era tan tonto sentirse solo entre tanta gente reunida.

Tan estúpidamente vacío…

El carraspeo por parte del padre le despertó de su incómodo letargo.

- Eh… - en realidad había estado tan perdido en sus memorias que ni siquiera había escuchado su llamado y por lo mismo no tenía ni idea de lo que debía decir – ah…

- Vamos hijo, que no tenemos todo el día – le contestó el padre, dándole una fuerte palmada en la espalda que le sacó el aire- ¿Aceptas o no?

- ¿Q-ué?- apenas podía recobrar el aire y una ligera tos hacía más incómodo el momento. Su novia un poco desesperada, le dio un pequeño golpe en la pierna. El padre rio por debajo.

- ¿Qué, acaso ya te arrepentiste?- le dijo el padre, provocando las risas entre los invitados. La novia le fulminó con la mirada.

Mientras, algunos de los padrinos se debatían entre reír o no sabiendo que no contaban con el agrado del padre.

- Claro, él dice un chiste y todos se ríen pero cuando uno quiere hacer lo mismo lo excomulgan… vaya desigualdad de mierda- refunfuñó uno de ellos con su característico siseo. Sin esperarlo, recibió un codazo en las costillas por parte del que estaba sentado a su lado.

- Shhhh, cállate Sollux, entre tanto barullo no logró localizar a John y si sigues berreando, menos lo voy a escuchar – le reclamó un chico rubio, presionando sus dedos en su oído. El chico se inclinó un poco tratando de alejarse del ruido - aquí cuervo desplumado a ventisca ligera, repito, aquí cuervo desplumado a ventisca ligera, contesta….

Pero el ruido junto con la interferencia con la que había estado combatiendo desde hacía algunos minutos no estaba ayudando en nada. El maldito dispositivo de sonido solo emitía mensajes cortados por parte del otro interlocutor que no se lograban entender.

- Puta madre John, se te está haciendo tarde ¿Dónde mierda estás?- el chico tomó el pequeño micrófono que tenía escondido en la solapa de su negro traje y se lo llevó a los labios- ¡La ceremonia está a punto de terminar, pendejo!

- Dave, baja la voz, ella está mirada hacia acá –Sollux lo jaloneó, logrando que Dave volviera a sentarse como si nada hubiera pasado. Los dos desviaron la mirada hacia un lado, disimulando sus nervios.

- ¿Qué sucede Vriska?- le pregunto su novio al sentir que ella había dejado de estrujar la tela de su pantalón.

Por un momento ella creyó haber escuchado el nombre del innombrable saliendo de los labios de uno de los imbéciles que estaban sentados a unos cuantos metros. Les miró escaneando cada uno de sus gestos pero no logró encontrar pistas que afirmara que así había sido y todo porque se había atrasado en emboscarlos debido a que se distrajo al pellizcar a su futuro marido. Gruñó por debajo y dio un taconazo en el suelo que quedó agujereado en sus sagradas piedras.

- No me pasa nada amoooor - alargó la última palabra tratando de sonar melosa pero parecía más una amenaza que una muestra de cariño- ¡Silencio! – alzó la voz y ante su rugido todos los presentes no tuvieron más remedio que quedarse sentados en su lugar, como niños regañados.

Vriska se giró de nuevo.

- No te preocupes, no pasa nada… - le tomó por el cuello y le acomodó la corbata sin que hubiera necesidad de hacerlo - así que apresúrate a contestar… – aflojó un poco el nudo mientras le sonreía de una forma macabra – y asegúrate de que sea una respuesta que me haga feliz… - con un movimiento veloz, apretó el nudo de la corbata con tanta fuerza que por un segundo le cortó el aire al asustado chico – a ver padre…- se dirigió al susodicho con una voz cavernosa sin dejar de mirar al chico – siga con su puta ceremonia…

- Claro hija, claro – le sonrió el padre quien se inclinó un poco para tomar algo de la mesa - Si será perra está mujer …- habló entre dientes apenas se alejó un poco de la fiera pero prefirió seguir a tener que enfrentarse a su furia – entonces hijo… – le habló al novio que esta vez sí tenía puesta toda su atención gracias a la fiera vigilancia por parte de Vriska – prosigamos… – puso una mano sobre el hombro del chico como una forma de darle apoyo y ofrecerle sus condolencias. El padre carraspeo - así que…- miró de soslayo a la novia y alzó una ceja como si no pudiera creer lo que estaba a punto de decir.

- Apresure el ritmo… – le exigió la novia viendo como el padre desvariaba a cada segundo que pasaba. El padre suspiró derrotado.

"Pobre perra desgraciada" –pensó el padre, esta vez refiriéndose al chico.

- Tavros Nitram ¿Quieres recibir a Vriska Serket, como esposa – habló con tanta apatía que daba sueño - y prometer serle fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad y bla bla bla y lo que sea… y, así, amarla y respetarla todos los días de tu vida?

Tavros parecía querer prolongar su respuesta pero tan pronto volteó a ver a Vriska se aceleró su respiración.

- Si padre, si quiero – habló con tanta prisa que no pudo tartamudear ni una sola vez. Vriska asintió satisfecha.

El padre le miró como diciéndole "Estás seguro hijo" pero el chico bajó la mirada.

- Y bueno…- el padre tomó aire y continuó – lo mismo pero ponle tu nombre hija.

- Si padre, si quiero – pasó por alto el hecho de que el padre comenzara a resultarle molesto porque al fin había conseguido el meterse a Tavros en los bolsillos. Solo unas cuantas palabras más y pronto sería suyo.

"Si pudieras ver esto perdedor"…-Pensó Vriska con presunción pero al instante un sabor amargo le llenó le garganta. Sacudió la cabeza y dejó que los recuerdos y esa extraña sensación de añoranza se disolvieran en el aire.

En cambio, desde la banca de los padrinos, el cuchicheo entre ellos se calentaba más y más.

- No se ustedes… - dijo en voz baja uno de ellos, sólo para que sus compañeros lograran escucharlo- pero creo que el par de imbéciles se acobardó…

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Fin del capítulo 1

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Normalmente acostumbro a utilizar palabras neutras en los fics que hago pero aquí he utilizado ( y seguiré utilizando lo que quede el resto del fic) una que otra palabra que forma parte del extenso vocabulario de insultos de mi país y que comparte con otros. Una disculpa por ello, estoy desahogándome XP.

Gracias por leer y snif... snif... ¡No hay que perder la esperanza! ( se va llorando hacia una esquina oscura a comer helado y a engordar)...