Hoy iré al grano de una buena vez:

¡DISFRUTEN EL EPÍLOGO!

IMPORTANTE: ya está la página de Facebook. En realidad si he sentido que es necesaria, porque cuando me tardo mucho en actualizar la mayoría no sabe adivinar cuando lo hago. Por ende, por ahí podré mantenerlos al tanto. Pueden encontrarla poniendo en el buscador:así justo como el nombre de usuario. La imagen de perfil es la misma que mi perfil de aquí. Los veo en el Face!

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El tiempo ofrece oportunidades para iniciar un nuevo capítulo en la vida. O ¿Por qué no? Un nuevo libro de vida. También brinda su extensión para superar situaciones y enterrarlas en el pasado. En ocasiones se necesita muy poco tiempo para lograrlo, otras veces algo más, y en otras desafortunadamente ni todo el tiempo del mundo consigue borrar esas marcas en el corazón que es como si fuesen dibujadas con fuego. Marcas como esas, son las selladas por sentimientos como el amor.

Las personas que sufren por ese sentimiento u otras que son el resultado de la evolución para bien o para mal del amor, se apoyan en el tiempo, para que este con su don les permita seguir su vida, libres de su fantasma.

De igual forma, otras situaciones quedan muy arraigadas al corazón, pesando sobre los hombros de muchos, impidiendo ser feliz en un cien por ciento.

Dependiendo del lapso que esperen para que su fantasma desaparezca, surge la pregunta más importante:

¿Lo logré realmente?

Meses después

Tai Kamiya deambulaba tranquilamente por el campus. Últimamente todo en la universidad estaba muy ajetreado para él. Cursando la última parte del último semestre de su carrera, había mucho por hacer. Proyectos. Exposiciones. Informes. Y la tesis… esa maldita tesis lo tenía recluido en la biblioteca junto a varios de sus compañeros. Todo por conseguir la meta final: recibirse como Relacionista Internacional y según sus expectativas a futuro, convertirse en embajador de la ONU.

Quizás estaba imaginando en volar muy alto cuando apenas se preparaba para acondicionar la pista para el despegue. Pero él siempre había sido así; determinado y sin apartar la vista de lo que quería.

Pensar en volar alto sin haber despegado.

Su alborotado cabello castaño se mecía con el viento que soplaba, avisando que dentro de poco, el otoño se haría presente. Aun así, el verano continuaba, aunque eso no quitaba que en la tarde siempre hiciera un poco de brisa.

Por un momento se detuvo al cruzar por un sendero rodeado por una arboleda que estaba a ambos lados, las ramas sacudiéndose levemente, y entre ellas, los brillos del sol se colaban iluminando ligeramente el rostro del moreno.

Sus ojos chocolate siendo ocultados por unas gafas de sol.

Fue ahí, en ese silencio que percibió a su alrededor, que algo de ese lugar llamó su atención, sin embargo, no podía describirlo en palabras, ni siquiera en su mente.

-Qué extraño…- murmuró mirando al cielo.

-¡Tai! Aquí estás, te dije que me esperaras- se dio la vuelta para ver a su hermana frunciéndole el ceño.

-¿En serio? No te escuche. Creí que irías a buscar al rubio de tú novio- contestó empezando a caminar.

-En realidad, sí. Pero te dije que me esperaras unos minutos por si no encontraba a Tk. No tardé ni cinco minutos.

-En mi defensa. De nosotros dos, soy yo el que tiene que presentar una tesis en dos meses, Kari.

-Tú y Matt deberían encontrarse otra excusa. Solo Sora acepta en silencio lo que tiene qué hacer para graduarse- rio dándole un leve empujón que no logró ni mover un centímetro a su hermano.

Como respuesta, solo consiguió una sonrisa divertida y descarada de parte de Tai que miraba al frente.

No tenía mucho qué ver, pero la mención acerca de las presentaciones de tesis de Sora, Matt y Tai, le hizo darse cuenta de cuánto tiempo había pasado en verdad.

Pensar que hacía poco más de un año que inició sus estudios como universitaria. Tanto ella, como Tk, y Davis cursaban sus carreras. Era extraño no verlos en ninguna clase luego de años de compartir lecciones con uno, o ambos.

Lo bueno era saber que a pesar del cambio que suponía estudiar en la universidad, ellos seguían igual.

Un pequeño suspiro nostálgico casi imperceptible se coló entre sus labios.

Más de un año…

¿Cómo le estará yendo a Mimi?

Cuando se enteró. Tenía muy claro que no cometería el mismo error dos veces. A pesar de la distancia y el tiempo, mantenía contacto con la oji miel. Lo último que pudo saber de Mimi, fue que había sido transferida junto con su amigo Takuya a otro hospital de London. De eso hace tres meses.

Ella no había hecho ninguna visita a Japón, y ni Davis o Yolei habían comentado nada respecto a visitar a la castaña. No obstante, para esos tres era costumbre. No necesitaban verse frente a frente. Incluso parecía que su amistad se volvía cada vez más fuerte.

Desviar sus pensamientos hacia la partida bastante sorpresiva de Mimi, provocó que mirara de reojo a Tai. Él lucía despreocupado de la vida, como siempre. Ajeno de cualquier detalle que se le presentara.

Jugueteo con un mechón de su cabello con frustración. Por más que había tratado de sacarle el tema a su hermano, no consiguió hacer que el mencionase algo relacionado con la partida de Mimi. Y un año y tres meses después… Tai no ha dicho nada.

Es como si cualquier recuerdo de su amiga hubiese sido borrado de la mente del castaño. A tal punto que ni cómo una mala experiencia en la vida de él ha quedado.

-¿Por qué esa expresión?

-¿Cuál?

-Parece como si estuvieses regañando a alguien mentalmente.

-No es nada. Solo recordé algo que tiene qué ver con personas testarudas- dijo enfatizando su punto. Tai solo enarcó una ceja. ¿Ahora por qué era testarudo? ¿Qué habría estado recordando Kari?

-Pues si tiene que ver conmigo. Estoy seguro que ya me regañaste por eso antes, así que olvídalo y sigamos. Tú tienes clases antes que yo.

-Nunca creí que los papeles se invertirían- exclamó impresionada.

Soltó una risotada al ver la cara que puso la joven- Anda, enana- dijo poniendo una mano en la espalda de Kari para apresurarla.

Caminaron por unos minutos más, y luego tomaron rumbos diferentes, Kari asistía a la Facultad de Artes Visuales, en dirección opuesta a la del moreno.

Entró al edificio principal de Rectoría. Le habían enviado un correo diciendo que su primer informe había sido revisado y que podía recogerlo. A ver si ahora esos idiotas lo aprobaban. No como la vez anterior que tuvo que corregirlo dos veces solo por el tipo y tamaño de letra que utilizó. No era su problema que el anciano que los examinaba tuviese como ochenta años y su visión fuese más deficiente que la de una persona con los lentes sucios.

Después de esperar como quince minutos mientras encontraban su informe en la enorme pila que tenían de los próximos a presentar tesis, para su alivio, todo estaba en orden, así que no tenía de qué preocuparse por el resto de la semana.

Al fin algo de paz.

Revisó la hora en su reloj: 1:05

Faltaba una hora para su último seminario de hoy. Podía ir por algo de comer y sin ninguna prisa holgazanear bajo la sombra de algún árbol.

Afuera el sol le había ganado la batalla al viento, por lo que la brisa apenas y se sentía.

Iba sumido en su conteo mental sobre si algún compromiso no relacionado con la universidad se acercaba. Pero lo único que medio recordó fue que él y una chica que conoció por causa de uno de sus compañeros, habían estado hablando sobre salir a divertirse.

Aunque ahora que lo pensaba… si llegó a tener intención en salir con ella. Ya no.

Tuvo tiempo de pensar siquiera eso cuando chocó con el frente del libro de alguien, como acto reflejo sujeto a la persona por la cadera para estabilizarla y a él también.

-Perdón. No miraba al frente y…

Se acomodaba la camisa que se le había arrugado, sin embargo, cuando notó que la disculpa de la joven se cortó de pronto, levanto la cabeza para mirarla y su cuerpo se hizo de piedra en ese mismo instante.

Eso explicaba por qué la voz le parecía tan conocida. No era necesario algo más para reconocerla, pero para reafirmar lo evidente, solo hacía falta ver esos orbes mieles que se fijaban en él con desconcierto

-Tú…- no hay que ser un genio. Ese cabello castaño alborotado era imposible de no identificar.

No podía ser cierto. Sería muy estúpido. Y de hecho, así es.

Era el colmo.

Había olvidado por completo que Taichi Kamiya estudiaba en la misma universidad que ella.

Sus ojos seguían clavados en él. Su mente le gritaba ¡Deja de verlo! ¡Actúa como siempre, Meems!Pero por lo visto, su cuerpo decidió hacerse el rebelde y no escuchar a sus pensamientos.

¿De casualidad había un corazón disponible en los alrededores? Porque ella estaba a punto de sufrir un ataque cardiaco y, si quería vivir, necesitaba uno nuevo. Con urgencia.

Taichi se quitó los lentes oscuros, dejando a la vista sus orbes chocolates que la estudiaban como si ella no fuese real. Más bien como si hubiese muerto y regresado de la tumba.

Se miraron el uno al otro como si se estuviesen viendo por primera vez. Era como si el mundo hubiese dejado de girar solo para ellos.

Un silencio extraño.

¿Acaso el chocolate que se comió hace rato le jugaba una mala pasada? ¿Se le subió el azúcar y estaba alucinando? ¿Qué hacía ella en Japón? Se supone que debería estar en Inglaterra. Muy lejos de ahí.

Era muy incómodo. ¿Cómo rayos podía verlo sin recordar lo que ella dijo la última vez en qué hablaron? No se lo preguntó nunca. No obstante, si se fijaba, el moreno seguía igual. La cuestión sería… ¿Por dentro también?

Ella había sido víctima de circunstancias que la llevaron a ser como es hoy. Es posible que algo pasase en ese año y varios meses que no estuvo. Claro. No preguntaría. Después de todo, ahora eran desconocidos. Es su realidad.

-Aquí estás. ¿Por qué no respondiste el mensaje, Mimi?- el letardo en el que ambos quedaron atrapados, fue disuelto en el momento en que alguien tomó a la castaña por los hombros- ¿Meems?

Justo cuando llegaron, ella se había separado de Owen. Escuchó claramente lo que él dijo, a pesar de eso, cuando contestó no dejo de mirar a Tai- eh…como estabas ocupado quise dar una vuelta.

El joven recién llegado, de cabello y ojos negros, piel pálida y estatura similar a la del moreno. Estudió con extrañez a Mimi, la cual estaba más pálida de lo normal- De acuerdo… vamos, preciosa. Hay cosas que hacer- dijo llevándosela sujeta de la mano. Como una niña perdida.

Tan rápido como fue su encuentro, así terminó. Ni una sola palabra se dijo entre ellos. Y él apenas escuchó al chico decir que se fueran, se giró sobre sus talones colocándose sus lentes de nuevo. Mientras caminaba, esa sensación de molestia y a la vez vacío volvió a reaparecer en su interior, al igual que el día en que Izzy avisó que Tachikawa se había marchado al extranjero.

Todo estaba igual en ella. Aunque no es como si un año fuese lo suficiente extenso como para provocar un cambio extraordinario. Lo único que pudo percibir, era que ese aire de descuido y la vez aristocracia continuaban ahí. ¿Cómo podía ser tan contradictoria? Sinceramente jamás la llegaría a entender, ni aun si pusiese un mínimo de esfuerzo.

Sus pensamientos seguían perturbados cuando entró a su clase. Solo esperaba que lograra prestar un poco de atención.

Mimi Tachikawa había vuelto. Nada más.

Definitivamente era una estúpida.

-¿Por qué siempre me pasan estas cosas?- se quejó apoyando su frente en el hombro de Owen.

-¿De qué hablas?- cuestionó el muchacho- ¿Ahora qué te pasó?

-Mi suerte es una desgraciada, eso me pasó- gruño levantando la cabeza- ¿No tenías que ir a buscar a tú hermana? ¿Lo recuerdas, cierto? Por eso vinimos aquí justo desde el aeropuerto.

Si en verdad se le olvidaba. Lo golpearía. Lo que más deseaba en ese momento era estar viendo la televisión con un enorme tazón de palomitas y la puerta cerrada con llave para que nadie la molestase. Estaba demasiado cansada, y para empeorarlo, llegaba a la universidad, y de plano se encontraba a Kamiya.

Que hermosa forma de joderse el día y agotarla más.

-Ah, claro. ¿Te vas a quedar aquí sentada, verdad?- cuestiono divertido al ver la poca voluntad que tenía la oji miel de levantarse.

-Si ya sabes la respuesta, no te agotes formulando la pregunta- sonrió jugando con la manga de la camisa de Owen- Además, Wendy me ama, y me perdonará por no saludarla de una vez. Ve tú. Luego te alcanzo.

-Como usted diga, señorita holgazana. A veces creo que Wendy, te quiere más a ti que a mí.

-Eso díselo a ella. No a mí. Déjate de rodeos y ya ve, Owen.

El peli negro se reincorporo de la banqueta donde estaba sentados y se fue.

Mimi le hizo sonrió como despedida y se quedó mirando la figura de Owen hasta que se perdiera conforme se alejaba. Ese chico era especial. Takuya y ella lo conocieron cuando los enviaron a llevar sus informes a la universidad de Manchester.

Se habían convertido en el trío de oro, razón por la cual los molestaban. Es decir… dos chicos y una chica en Inglaterra. Los pasaban relacionando con Harry Potter, Hermione y Ron. Aunque solo superficialmente, era obvio que ella no era una adicta al estudio como esa chica. Y a su hermana Wendy, la conoció cuando fue a visitar a Owen en sus vacaciones. Ella le recordaba muchísimo a Kari. Solo que era un poco más… intensa cuando se enojaba.

Y… volviendo a su reciente trauma… ¿Cómo fue posible que ignorara a quién se encontraría al llegar a la universidad? Más aun, la rectoría estaba a un lado de la Facultad de Ciencias Sociales. Su encuentro con Taichi… no podría describirlo de alguna forma. Lo que si sabía fue que logró desconectarla del mundo. Lo único que pudo percibir fue su corazón desbocado latiendo casi en su garganta, y la mirada incrédula de él.

¿Qué ocurrió ahí…?

Tal y como se lo había prometido a sí misma el día en que se fue a Inglaterra, ella consiguió que su vida no se afectara por el pasado. En relación con Michael Washington… habló con él, y con sus papás. Les explicó que ambos decidieron ocultarles la verdad de su rompimiento porque no quería que la amistad que tenían se viese afectada por culpa de sus hijos, también que el rencor ya no estaba, pero que les era imposible regresar a la relación amistosa que alguna vez tuvieron. Se conformaban con no tener odio entre los dos.

Entre Willis y ella, "raptaron" a Anika y la hicieron escuchar sus patéticas excusas y explicaciones sobre lo que pasó en aquel club. El problema era que toda la motivación que tenían antes de, se esfumó y ambos no dejaban de tartamudear y volver a ver al otro para buscar según ellos, las palabras en sus ojos. Hasta que llegó un momento en que Anika se fastidio y gritó, eso fue suficiente para callarlos y que pudiesen ordenar sus motivos. Incluso Willis se fue por el lado romántico de la peli negra y le comentó sobre la película de un amor platónico que ella vio, eso la puso sentimental y terminó llorando diciendo que era un tonta y que la perdonaran por ser tan insensible, y que con el amor platónico de alguien uno no debe de meterse. A su extraña forma los dos quedaron perdonados por Anika. Un alivio más. No podía estar tranquila sin saber que el lazo entre sus amigos y ella dejó de estar tenso. Justo como ella le sentenció a Willis por teléfono, supuso que la relación indefinida de él y Anika estaba regenerándose. No habían dicho ni una palabra que tuviese que ver con un noviazgo, pero de que esos dos se notaban más unidos y con complicidad picarona, lo hacían. Solo les faltaba decir que eran novios, y dejar de coquetearse con la mirada. Era muy molesto. Aunque si ocultaban algo, esa foto que Willis tenía en Whatsapp lo decía todo. No se estaban besando, pero ese aire meloso era suficiente

Respecto al casanova de Daniel… Anika le comentó que últimamente salía mucho con una tal Kayla. Y si toma en cuenta que su amiga es muy… intensa sobre las chicas con las que sale Dan, el que Anika no dijese nada malo de Kayla, quería decir que la "aprobaba". Quién sabe… quizás esa chica haya logrado captar exclusivamente y de forma especial la atención de Daniel.

Esos recuerdos le sacaron una sonrisa involuntaria, la cual no duró mucho en desaparecer.

Podía desaparecer fantasmas. Pero por lo visto, brujas no.

-¿Mimi Tachikawa? Dejémonos de hipocresías, que malo es verte por aquí-

Todo lo bueno siempre tiene ese algo que lo arruina todo. Y Kasumi con todo y sus extensiones purpuras conformaban ese algo.

-Igualmente- contesto poniéndose de pie.

-¿Viniste de visita?- preguntó estudiándola con recelo. ¿Por qué demonios estaba esa castaña de nuevo en Japón? No es que le deseara el bien. Pero prefería mil veces que en Inglaterra conociera al amor de su vida, se casaran y así obtuviera la nacionalidad y no volviera jamás para no tener que verla.

Se encogió de hombros. No tenía por qué darle explicación alguna- Puede ser. Eso no es problema tuyo. Aunque no veo en qué te afectaría, ya sea si vengo de visita o no. Si es por Kamiya, descuida- dijo haciendo una mueca.

Kasumi logró disimular la sorpresa que cruzó su rostro al escuchar lo dicho por Mimi- Mis motivos no son asunto tuyo.

-Como sea, Kasumi. Haz lo que quieras. Te propongo una cosa- la rubia se cruzó de brazos mirando con desconfianza. A Mimi le recordó a un gato sacando las garras y erizando su cabello listo para atacar- Nunca entable conversación contigo. Ni tú conmigo. Ignorémonos la una a la otra en una bella relación de extrañas. ¿De acuerdo?- no espero respuesta y después de darle una palmadita con desdén en el hombro se dirigió a la salida.

Parpadeo confusa por la actitud de la castaña- ¿Qué fue eso…?- se dijo a sí misma.

-No se puede desaparecer a una bruja. Pero sí poner una barrera para que no se acerque- pensó la castaña conforme avanzaba por el pasillo.

Era la hora de salida para varios salones, por lo que los pasillos estaban a punto de estallar por el tránsito de tantos estudiantes y profesores yendo de acá para allá. A como podía, trataba de esquivar a la mayoría que le se cruzara por el frente, aunque le estaba costando trabajo lograrlo.

Ahora maldecía por no haberse esperado a que al menos una considerable cantidad de personas ya hubiese salido del edificio antes de él hacerlo.

Se quedó por unos minutos junto a los ventanales, a salvo del enorme mar de gente que parecía que huían de algún castigo. Cuando a su alrededor ya se podía caminar tranquilamente sin la necesidad de estar calculando alguna trayectoria segura, volvió a retomar el camino a la salida.

De la nada sintió que alguien lo empujaba hacia una pared por estar en medio de su apresurado andar, y un segundo después, se dio cuenta que estaba acorralando a Mimi Tachikawa entre la pared y él, y que el rostro sorprendido de ella estaba a MUY escasos 2 milímetros del suyo.

-Perdón…- dijo retrocediendo para crear espacio entre ambos.

-No es nada- respondió aún sorprendida por la repentina cercanía que tuvieron hace un instante.

Un nuevo silencio se formó a su alrededor. Él se mantuvo analizándola… creyó que no la volvería a ver en unos 5 años. Justo como las otras veces en que ella se fue. Llevándose una versión de sí misma y regresando con otra.

-Oye…- enarco una ceja al escuchar que Mimi lo llamaba- ¿Tienes un minuto? Seré breve.

Esa petición de su parte lo tomo desprevenido. Asintió con extrañeza y esperaron a que lo que quedaba de gente cerca de ellos se dispersara.

-Anda. No seas cobarde, Mimi Tachikawa. Solo deja que tu bocota hable igual que siempre- creía que su auto-regaño solo era mental, pero no era consciente de que con su expresión lucía como si hubiese comido limón ácido.

-¿Y bien?- la súbita voz del moreno la hizo dar un ligero respingo, por lo que volteo a verlo. No sabía porque, sin embargo, tenía la leve sensación de estar hablando con alguien mayor que ella. Mucho mayor. Talvez era porque Taichi estaba actuando muy serio y sereno.

Definitivamente muy extraño…

Soltó el aire que estaba conteniendo y habló-Pasaron muchas cosas ¿No?

-Creo… que eso lo tenemos muy claro. ¿Por qué habría de mencionarlo?- contesto mirándola con fijeza.

-Estoy tratando de enfocar un punto aquí ¿Bien?- pidió poniendo los ojos en blanco. Tai solo levantó las manos en son de paz. La situación lo divertía, a pesar de no dejar de pregunta qué era lo que tanto trabajo le costaba a la castaña hablar- Mira. Yo soy amiga de tú hermana y tus mejores amigos. Así como tú eres amigo de los míos. Lo que quiere decir que vamos a tener que vernos la cara a cada momento, y es realmente una molestia tener que convivir con alguien con quien no te diriges ni un saludo. Así que… pienso que deberíamos tener en cuenta que ninguno tiene la paciencia como para soportar por más tiempo a alguien que es nulo en tú vida.

Eso en lenguaje de Tachikawa… ¿Era una tregua?

-¿Una tregua?- tradujo sonriendo de lado. ¿Tanto misterio para eso?

Su orgullo estaba siendo herido por esa sonrisa ladina que pretendía ser atractiva. Miró directo a esos ojos chocolates que tenían un brillo de diversión en ellos. En serio detestaba cuando ella era blanco de una situación divertida- Y…- el sonido de un celular interrumpió a la castaña. Era el suyo- ¿Wendy? ¿Qué dónde estoy? Deberías saberlo. Tu hermano y yo vinimos directo desde el aeropuerto. Solo hicimos una parada para dejar mis cosas en el apartamento…. Sí, lo sé. Se lo prometí a Owen…. No tengo idea de donde está. Le dije que lo vería luego, pero… ¿Él no debería estar contigo?

En verdad Tachikawa era toda una caja de sorpresas. Quería arreglar la retorcida relación entre ellos y se quedaba hablando por teléfono sobre un chico.

Él tenía otras cosas qué hacer, además de estar como un imbécil esperando a que termine la llamada- Tengo que irme- avisó dándose la vuelta hacia la salida.

-¿Eh?- Mimi terminó la llamada apenas escuchó al joven, hizo ademán de seguirlo, pero él ya se había adelantado mucho.

¿Qué fue eso?

Apoyándose en la pared, suspiro vencida por la realidad, apretando sus manos en puños. En serio, que por más que lo intentara. Ella jamás podría llevarse de nuevo con Taichi.

-Pero mira quién llegó. El rey de Inglaterra.

Sora le dio un codazo a Matt por el chiste que dijo apenas Tai entró al departamento. Desde que Mimi se marchó a Europa el rubio a veces hacía chistes referentes a algo que se relacionase con la oji miel.

-No estoy de humor para tus chistes, Ishida- gruño azotando la puerta principal. Normalmente siempre ignoraba las evidentes insinuaciones de su amigo, sin embargo, hoy no le parecían más que obviedades de su maldito día en la universidad. Ni siquiera saludo a su pelirroja amiga y fue directo a su habitación. Si decía algo más, Sora podría leer entre líneas.

-Qué carácter- comentó sintiéndose como niño reprendido.

-¿Qué le habrá pasado?- murmuro viendo la puerta por la que recién entro Tai.

-Ni idea. Nunca hago chistes respecto a su fatídica y más que acabada relación; y hoy los hago y esta con ese humor de perros.

-No digas eso.

-Vamos, Sora. Solo bromeo. En parte si las cosas están así es porque él lo quiso de esta forma desde hace mucho tiempo.

-No sé a qué te refieres con eso.

-Descuida. Yo me entiendo- respondió besando la frente de su novia. En verdad había metido la pata. Solo recordaba dos veces que hizo una broma sobre cierta castaña, pero Tai solo se reía. ¿Qué pasó como para cambiar la reacción hacia eso?

…..

Se sentó en el borde de la cama. Recargando sus codos sobre las rodillas y a la vez, sus manos revolviendo aún más su cabello.

La cabeza le dolía por los recuerdos, por la llegada de ella.

Intentaba asimilar lo que suponía el regreso de la castaña.

Todo había estado tranquilo. Transcurriendo con normalidad. Hasta que chocó con ella.

Resopló frustrado. ¿Qué demonios haría?

Se sentía como un león enjaulado. Aun así, no saldría porque era definitivo que sus amigos empezarían a interrogarlo.

Lentamente se recostó-Esto no cambiará nada. Volvió pero… no tiene qué cambiar algo en mi vida.

Ese pasado los tendría unidos en cierta forma. Balanceándose en esa fina cuerda.

Si se ponía a pensarlo, la castaña lucía mucho más sorprendida que él al encontrarse. No estaba a la defensiva, sino parecía no creer que estaban frente a frente.

No podía evitar estar molesto.

Maldecía la hora en que llegó a enamorarse de Mimi Tachikawa. Si no lo hubiera hecho, no estaría inquieto por nada en ese momento. De todos modos, la oji miel tenía la costumbre de salir y regresar continuamente de la vida de todos.

Como una fugitiva.

Horas después, cayó profundamente dormido debido al dolor de cabeza que lo torturaba. No obstante, eso no fue un alivio total. En sus sueños, los recuerdos golpeaban con más fuerza, dejándolo sin salida.

…..

Yolei estaba con Izzy de visita en la casa de los abuelos de ella. Eso le había dicho hace dos días la última vez que habló con ella. Y Davis de paseo con unos compañeros de la facultad. Ninguno de los dos sabía que ella regresaría, porque quería sorprenderlos a pesar de que era obvio que le harían una sesión de preguntas sobre cómo podía ser tan cruel y no avisarles, que esa clase de sorpresas poseían carácter intermedio: buenas y malas.

En el apartamento todo estaba a oscuras. Solo la lámpara que reposaba sobre la mesa de noche ofrecía luz apenas para poder distinguir las cosas en la oscuridad de la habitación. Hace horas se cambió de ropa y traía el pijama puesto. Una camisa gris y un short morado. El moño desordenado que se hizo en el cabello hace rato había caído suelto esparciéndolo sobre sus hombros.

Por muchos motivos estaba cansada mentalmente. Ese agotamiento físico que tuvo durante la tarde había desaparecido dejándole una sensación de vacío en el cuerpo. Como si se hubiese vuelto una pluma con un peso nulo.

Como si fuese una burla, la imagen de Taichi frente a ella cuando se encontraron, cuando estuvieron muy cerca en la tarde, y luego él se alejaba sin darle una respuesta se filtró en su mente, haciendo a un lado cualquier otro pensamiento.

Tragó ese nudo que se le formo en la garganta, cerró los ojos para quitarlo de su cabeza, y lo único que consiguió fue que una lágrima resbalara por su mejilla.

-Me merezco esto y más- susurro ignorando ese horrible hueco en su pecho- Eres patética, Mimi. Estás haciendo lo mismo que criticaste en el pasado. ¿Amigos? No seas ridícula. Él te odia- lanzó con rabia un cojín que se perdió entre la negrura del lugar.

Estando en Japón era imposible ignorarlo. Desde el día en que se marchó, su decisión de olvidar sus problemas era un hecho. Pero hacerse la desentendida con ese sentimiento que la atormentaba, eso era una odisea.

Nunca dejó de estar enamorada de Tai. Solo que su orgullo escondió esa verdad en un rincón de su alma.

El amor es estar juntos

Ella hizo caso omiso a palabras como esas.

El amor es simplemente eso.

Pero él ya no estaba aquí.

Sus sentimientos lo pensaban todos los días. Incluso a la distancia tan grande. Sus sentimientos lo dibujaban. Ellos seguían así sin hacerle caso… y ella…

¿Qué debía hacer?

El amor es cuidar uno del otro.

Sus manos apretaban con tanto fuerza la sabana debajo suyo que ya las sentía adormecidas.

Todos los errores los cometió. Los sueños le proyectaban una realidad muy lejana.

-Si actuamos como extraños… qué haré yo…- su mirada estaba perdida en el techo.

Realmente te quiero decir estas palabras, pero no puedo hacerlo. Las palabras me dicen que lo nuestro no se puede romper de esta manera…

-Estúpidos pensamientos- sollozó con rabia- No hay "nuestro"…- suspiro resignada. Aceptaría lo que pasara. Ella de nuevo tendría que adaptarse, porque así lo quiso desde el momento en que se subió a ese avión con destino a Inglaterra.

Dar tiempo al tiempo no sirve de nada si no se quiere olvidar.

Limpió los restos de lágrimas que quedaron en su rostro.

Apoyo su mejilla en sus rodillas flexionadas y se quedó viendo por la ventana. Es posible que la tranquilidad nocturna le produjera sueño. Espero por un buen lapso, pero al final, su insomnio le permitió observar como lentamente la débil luz del amanecer acariciaba todo a su paso, inclusive su rostro, debido a los rayos tenues que se filtraban por la ventana entreabierta.

Hasta las 7:30 am se fue quedando dormida.

Por fin su cabeza volvió a la normalidad. Hoy por la mañana cuando despertó toda sensación de incertidumbre o desconcierto desapareció de su mente.

Milagrosamente el tráfico de la mañana estaba más que fluido, por lo que en menos de cinco minutos llegaría a la universidad con el tiempo suficiente para estacionar el auto donde se le antojara, y poder tomar algo antes de su clase.

Durante el poco tiempo que estuvo antes de salir, Matt no lo dejaba de acosar mientras desayunaba. Bebía un poco de café, lo veía y luego seguía leyendo unos papeles para su examen, y repetía el proceso a cada momento. Cuando explotó y le dijo que si tenía algo en la cara para que lo estuviese viendo así, el rubio solo respondió con un "eres un ruidoso, deja ya esa cara".

Matt Ishida y sus respuestas vagas.

Pasadas cuatro horas, Tai ya iba directo al departamento.

Ajeno a todo lo que lo rodeaba, miraba del suelo al frente y viceversa.

Un momento en el que miro al frente, Tachikawa venía caminando en su dirección, con el ceño fruncido y una expresión de no haber dormido muy bien. Iba viendo algo en su celular, hasta que notó la presencia de él y se detuvo en seco. Su mirada miel se endureció y resopló- A ti es a quien menos quiero ver.

¿Qué?

Parpadeo confuso, por el extraño efervescente mal humor de la castaña. Él no había dicho ni una palabra. Es más, desde que ella volvió apenas y dijo tres oraciones. Literalmente.

Mimi trato de retomar su camino, pero cuando pasó a un lado de Tai, este la sujeto del brazo y deteniéndola abruptamente- ¿Qué quieres?

-¿Se puede saber qué ocurre contigo?- dijo desconcertado- ¿Amigos? Y ahora parece que quieres golpearme… de nuevo.

-Metete en tus asuntos- se quejó zarandeando el brazo para soltar el agarre del moreno. Hecho esto, apresuró el paso hacia la arboleda que estaba a unos metros de ellos. Aunque para su desagrado, no contó con que Tai la siguiera, negándose a aceptar la ridiculez causada por la bipolaridad de esa mujer.

Caminaba tan rápido, que no notó un artefacto del acero en el césped y tropezó. Lo que al instante sintió fue una presión de agua mojándola parcialmente.

Había activado los aspersores de riego.

Furiosa los trató de apagar a cómo pudo, mirando entre los chorros de agua que daban en su rostro. Unas manos salieron detrás de ella, y con facilidad cerró el paso de agua. Al levantar la mirada, Taichi sacudía el agua que escurría por sus brazos y el cabello.

-Esto tiene que ser una broma- dijo poniéndose de pie. No podía sentirse más enojada, triste y más enojada. Justo cuando llegaba a su facultad, Kasumi pasó a un lado suyo con un ramo de flores, y si sabía que dos más dos era cuatro, y que minutos antes Kamiya se dirigía en la dirección de la que la rubia provenía; eso solo significaba que él se las dio. Y sí. Como ya no había vuelta atrás debido a la resolución que tomo durante la madrugada. Sí. Estaba celosa, a pesar de que no lo dijera en palabras. Por eso no quería ver al castaño, la imagen del estúpido ramillete se le figuraba en la cabeza- Todo esto es tú culpa.

-Espera. ¿Mi culpa dices? Yo no te forcé a que te fueras así y terminaras tropezándote con el aspersor mojándonos a los dos- reclamó. ¿Ahora porque estaba tan enojada? Había algo en su enojo que era diferente. Como si a la vez estuviese triste por algo.

Tomó algo de su cabello entre las manos para escurrirlo- -¡Todo esto es un fastidio!- exclamó soltando su cabello y alzando los brazos con cansancio- Quería que volviéramos a ser amigo como hace tanto… ¡Pero no se puede! Yo no puedo ser tú amiga. No puedo volver a eso…- acabo por susurrar esa última frase.

Fue en ese instante en que notó varias lágrimas caer por las mejillas pálidas de Mimi. Era difícil distinguirlas al tener ella el rostro húmedo por el agua de los aspersores.

-…Soy lo suficientemente estúpida como para regresar aquí y de plano darme cuenta que no lo logré… y en cambio… en cambio tú continuas con normalidad- había reclamo en los vidriosos ojos de la castaña.

-¿Y justo me lo reclamas a mí? ¿Dices que continúo con normalidad? ¡Si lo hubiese olvidado nada de esto estaría pasando! Desde que te vi ayer no he dejado de recordar que fui un imbécil por lo que hice y lo no tuve que hacer.

Mimi clavó sus ojos en él. Molesta y herida. Ya no creía poder controlar más su enojo.

-Oh créeme. Sé que hay cosas que prefieres haber hecho desde un principio para no hacer otras- y de nuevo Kasumi y sus estúpidas flores iban implícitas en sus palabras.

Miró al cielo por un segundo, revolviendo su cabello- En serio que jamás te voy a entender, Mimi. ¿Qué demonios intentabas lograr con lo que dijiste ayer sobre ser amigos? ¿Alguna mentira? ¿Te aburriste de ser honesta? ¿Qué es?- no tenía cabeza para considerar la idea de otras mentiras. No pretendía ser engañado de nuevo.

Le estaba diciendo mentirosa. La verdad termino por salir de nuevo. Ellos no podían ser amigos. Y punto.

-Yo no estoy mintiendo- se defendió tragándose las ganas de llorar por la rabia- No te mentí, y ahora no lo estoy haciendo. ¡Nadie aquí está mintiendo! Solo me di cuenta que no puede existir ninguna amistad.

Observo a la joven. Notando como sus hombros aunque firmes, mostraban que se sentía derrotada. ¿Se dio por vencida ante qué?

-¿Te diste cuenta de eso en una noche en la cual ni una palabra intercambiamos?

¿Por qué preguntaba tanto? Con dificultad estaba hablando apenas.

Un brillo de indignación cruzó por los ojos de Mimi.

-¿Quieres saber las respuestas? ¡Bien! ¡Mi problema es que no te pude olvidar ni antes, ni durante este año que pasó! ¡Y no puedo ser tan hipócrita al intentar hacer lo que un día critique!- habló alzando la voz con enojo. De nuevo sus ojos ardían con la necesidad de romper en llanto- ¿Contento? ¿Eso es lo que querías oír? Estoy siendo miserable, pagando por lo que hice alguna vez sin darme cuenta.

Justo después de escuchar esa revelación, Tai no era capaz de escuchar otra cosa, o de decir algo como respuesta. Se quedó ahí, como si fuese de piedra, mirando a Mimi que no apartaba la mirada de él, ella ya quería dejar todo fluir y que no le importase nada a su alrededor. Espero cualquier comentario de parte del castaño, pero cuando fue consciente de que no diría nada, su cuerpo se relajó mientras su pecho subía y bajaba debido a la rabia que descargo en sus palabras.

-Tú silencio me dice todo. Ahora, esta vez… te pido que me dejes en paz- se retiró el cabello mojado del rostro. Lo único que quería en ese instante, era perderse en algún bosque por el resto del día.

Dio varios pasos firmes, escuchó que Tai la llamaba, más lo ignoro, siguió caminando y fue cuando sintió que él la detenía por los brazos- ¿AHORA QUÉ? ¡Suéltame, ya me rebajé lo suficiente! ¡Vete con Kasumi y piérdanse!

¿Kasumi?

Su expresión se suavizo al momento de rodearla con sus brazos. No tenía nada que perder. Desde el día en qué la oji miel se sinceró con él, no entendía esa molestia que lo embargó. No obstante, fue comprendiéndola poco a poco comenzando con el instante en el que Izzy les dio la noticia. El motivo por el cual no se "afectaba" tanto ante la presencia de Mimi es porque se había resignado a que ella ya no era parte de él - Termine con Kasumi dos días antes de que te fueras- murmuro con suavidad.

Mimi abrió los ojos con incredulidad. Su boca se entreabrió de la sorpresa. No se inmuto, ni volteo para encarar a Tai.

-Ya has dicho tú parte, Mimi. Ahora es mi turno. ¿Sabes porque dudé respecto a ser amigos?- ella no se movió ni un centímetro- Pensé que a pesar de lo que dijiste. Aún existía rencor. No podría pretender ser tú amigo cuando en realidad ni un día desde el segundo en que terminamos dejé de estar enamorado de ti. Cuando te fuiste… solo existe una razón para no haber ido tras de ti. Creí que ya te había hecho sufrir mucho como para intentar estar en tu vida de nuevo.

Matt se lo había hecho saber. Admitirlo abiertamente.

-¿Qué quieres decir con "soy un imbécil"? sé que lo eres, pero porqué te insultas a ti mismo, eh.

-Soy un imbécil por todo lo que hice. La hice sufrir, y por mi culpa su corazón se oscureció.

-Ah. Ya te diste cuenta por fin que nunca dejaste de quererla. Ya era hora, viejo. Pero… la quieres y aun así… ¿La dejas ir?

-No. No la quiero… por que la amo, la dejo ir…

Tai la liberó de su abrazo, en ese instante su cabello fue apartado sobre uno de sus hombros y una rápida sensación fría se posó en su cuello.

Siguiendo en shock, sus ojos bajaron para posteriormente cristalizarse otra vez.

El hueso de los deseos…

-Esto nunca le va a pertenecer a alguien además de ti- ese collar, siempre estuvo guardado en su billetera, cuando decidió dejarlo ahí no sabía porque pero la idea de desecharlo o algo por el estilo, le parecía como una traición a sí mismo, ahora la realidad era que el collar significaba un recuerdo de Mimi, y el día en que se lo regalo.

-Cómo pude ser tan tonta…- dijo en voz baja. Se giró y por fin sus ojos se conectaron- creíste que te odiaba, pero es todo lo contrario- estiro sus brazos, rodeando el fuerte cuerpo de Tai- tuvo que pasar todo este desastre, para darme cuenta que te amo, Tai. Tú lograste desaparecer esa nube negra encima de mí. Incluso aunque tuviera que hacerlo, no podría odiarte.

-Ambos somos unos tercos- la risa tan chispeante de Tai se escuchó claramente- y tú puedes generar en mí cualquier emoción, menos odio. Ahora puedo decir que al saber que soy un idiota, mi primordial tesoro será cuidado por mí. Tk y Matt pueden encargarse de los otros. Pero a ti… Mimi no dudes de que te amo por sobre todas las cosas. Y es un alivio saber que ese inglés con aspecto distinguido no tiene que ver contigo.

-¿Owen?...- pregunto riendo- Lo mismo digo respecto a esa rubia. Ahora quiero recalcar lo que dije cuando me obsequiaste el collar. Dame mi primer deseo- pidió acercándose a él con una sonrisa de niña traviesa.

-Me gustan tus deseos- una picara expresión apareció en Tai. Adueñándose por fin de los labios que extrañó como un loco durante tanto tiempo. El anhelo más intenso de su corazón que mantuvo con una luz casi extinta. Por más de un año, Mimi fue tan lejana e imposible como una estrella fugaz que aparece de la nada en el campo de visión y para cuando ya has parpadeado, de nuevo desaparece. Él había conseguido atrapar a esa estrella, el tesoro más grande que ha tenido, y no pensaba soltarlo jamás.

El corazón estaba por salírsele del pecho. No creyó poder estar de nuevo en la seguridad y calidez de los brazos de Tai. Era estúpido pensarlo, luego de haber dicho lo contrario, pero ahora si podía decir que Japón se sentía otra vez como su hogar. La situación era clara. El lugar al que pertenecía siempre fue estar junto a él. No había otra forma más sencilla de explicarlo.

-Me tienes loco…- Tai susurró una vez tuvieron que separarse por la falta de aire, acariciando con ternura la mejilla de Mimi.

Ella no dejaba de sonreír de una forma que iluminaba su cara.

A su mente llegaban las palabras que Yolei le dijo cuando descubrió la verdad sobre sus sentimientos…

Ay Meems…- había dicho sonriendo conmovida- esta vez, has caso a tú corazón, y por favor, no le des tantas vueltas como siempre lo haces. Si estás así por haber llegado a esa conclusión, no podrás disfrutar. Toma una decisión en la que tu orgullo no participe. Eres muy joven como para sufrir tanto. Te queda mucho por vivir. Además… después de tanto, te mereces lo mejor.

¿Acaso Yolei tenía sospechas sobre lo que sentía Tai…? O quizás ya lo sabía. Eso es muy probable.

-¿Ah, sí…? ¿Cuanto?

-Hazte una idea- respondió besándola de nuevo. Esta vez con más intensidad. Aferrándose al pequeño cuerpo de la oji miel y a la vez que ella hacía lo mismo, acercándose más al rodear el cuello de Tai y haciendo que él la levantase para estar a la misma altura.

- … ¡Oye Tai! ¡Siento interrumpir pero…!

Ambos interrumpieron el beso al escuchar que llamaban al moreno. Cuando Tai se dio la vuelta, dejó espacio suficiente para que Matt e Izzy vieran a Mimi a su lado.

-¿Nos perdimos de algo?

-¿Mimi, cuando llegaste?

-y más importante aún ¿Por qué rayos están mojados?

Se voltearon a ver entre ellos y no pudieron evitar reír por las expresiones de sorpresa de sus amigos, y también porque habían olvidado que sus ropas y cabello estaban empapados. Mimi lo tomó de la mano entrelazando sus dedos y le guiño un ojo- No tienen idea de cuánto se perdieron… ¿verdad?

Sonriéndole de vuelta, levanto sus manos unidos y beso el reverso de la de Mimi- No lo habría dicho mejor, princesa.

Existe una fina línea en medio de los sentimientos. Como dicen muchos proverbios de diversas culturas, del odio al amor hay un solo paso, y del amor al odio uno más grande. Sin embargo, cuando el orgullo es vencido, y la verdad surge de la oscuridad, es visible que la línea no había sido sobrepasada, sino arqueada causando la separación de dos corazones testarudos. Si el destino está escrito, estás personas vencerán su etapa oscura, y no les importaba haber estado en ese limbo.

-Tai…

-Qué pasa.

-No me digas princesa.

O mejor dicho, seguir entre el amor y el odio.

FIN

….

Y esto ha llegado a su definitivo final, gente. Fue duro y le puse todas las ganas a este epílogo para que sea una buen final a esta historia tan bipolar que hice. Espero que les haya gustado, y un millón de gracias por la paciencia para cada actualización. Y más aún por haber leído el summary y darle una oportunidad que aquí acaba a este fic. No hay mucho por decir, así que después de esta historia, espero que sigan pendientes de mis próximos trabajos, por lo que les recuerdo buscar la página de Facebook que hice para estar en contacto más seguido con ustedes.

Otra vez, muchísimas gracias por todo. Y aquí seguiré maquinando nuevas ideas.

Entre el amor y el odio- Mode- off