Forgive Me
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~ Amor
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El tiempo pasó, por supuesto, como ha de ser, y los días corrieron espantados de aquel pésimo humor de la dueña de los ojos jades, a la espera de que, finalmente, la felicidad volviera a ella. Entre gritos, y de vez en cuando llantos, las horas transcurrían; a veces no emitía sonido alguno, y es entonces cuando todos la reconocían lamentándose.
Qué triste.
La misión con Sasuke la acabaron con éxito, como era de esperarse, y volvieron a Konoha incluso antes de lo que la Haruno hubiera deseado. Para sorpresa del Uchiha, las conversaciones tanto de ida como de vuelta fueron escasas. Sakura parecía tener la mente muy lejos de la parte física de sí misma, la cual caminaba torpemente a un lado de un azabache, como si simplemente ignorara su presencia.
Aquella fue una razón más para que él lo notara. Sin embargo, no dijo nada. Porque no es como si deseara entrometerse en ese tipo de cosas. Por supuesto, debía admitir que ambos le simpatizaban, demasiado poco, pero lo hacían, mas no por eso planeaba ser quien se ocupara arreglar el asunto. Es más, aún se preguntaba por qué razón era que ella parecía tan ida, por qué el rubio sonreía con fingida euforia cuando las lágrimas amenazaban con caer de sus azulados ojos…
Concluyó que todo aquello era demasiado complicado como para siquiera merecer unos minutos de su vida.
Luego de llegar a la aldea, y acompañar a Sakura a su casa, se despidió de ella con un apretón de manos, que de por sí ya era demasiado cariño cuando por parte de Sasuke venía. Para su desconcierto, ella no hizo nada. Sakura siempre le echaba los brazos alrededor del cuello y sonreía, para luego hacer un comentario sobre lo muy insensible y hosco que era al intentar despedirse de ella simplemente extendiendo su diestra; esta vez no lo hizo. Y luego de ello, esbozó una sonrisa poco convencedora, se volvió hacia la puerta, y sin mas entró. Sasuke se mantuvo estático por unos segundos.
Durante los siguientes días, no se vieron. Sakura no fue por él. Él no fue por ella. De hecho, no había razón para que lo hicieran. Kakashi estaba fuera, por lo tanto los entrenamientos habían sido claramente pospuestos.
No hubo un solo día en el que no pensara en él. Día a día, la imagen de aquella sonrisa, y los alborotados cabellos dorados, esperaba aferrarse un poco más a su mente. Casi podía imaginarlo ahí. Y probablemente sonara estúpido, una locura, pero, de vez en cuando, al cerrar sus ojos, podía escuchar el sonido de su risa -si así lo quería, claro.
«¿Dónde estás, Naruto?»
Él había dicho que la misión tomaría tiempo, pero a su parecer aquel ya había sido demasiado. Y no es como si realmente hubiera contado los días desde que partió. Se temía que las horas pasaban con velocidad cuando lo imaginaba, allí, en un descampado a las afueras de Konoha; todas se las pasaba pensando en él. Y repentinamente se encontraba bajo la luz de la luna…
Naruto…
A veces se preguntaba por qué es que le había tomado tanto tiempo. Probablemente, de no haber estado tan enloquecida con la mirada de Sasuke, con su perfecta piel y aquella actitud sobradora, habría notado lo que Naruto significaba antes. Habría comprendido que lo amaba más que a nadie a tiempo. Porque era infantil, muy inmaduro, hablador e impulsivo la mayoría del tiempo, pero era un complemento perfecto para su excesiva madurez, y aquella seriedad que inconscientemente siempre adoptaba. Cuando pensaba en Naruto, pensaba en la única persona que era capaz de hacerla sonreír solo porque sí, sin motivos ni palabras de por medio. Y ahora comprendía que no tenía que ver con cómo los verían los demás estéticamente, qué pensarían todos del inútil más detestado y, a su vez, admirado por Konoha y de la alumna de la Godaime y una de las mejores nin-médico de la aldea. Para nada. Se basaba principalmente en si los verían felices. Porque probablemente caminar de la mano de Sasuke habría atraído la atención de todos, y eso jamás habría significado que los verían sonreír, pues apostaba Sasuke no le regalaría una sonrisa de ninguna manera. Es más, ni siquiera importaba si los verían felices. ¡Tenía que ver con que ella lo fuera! Con que sonriera solo porque sí, sin motivos, con que no tuviera que estar expectante a la sonrisa del otro. Y probablemente solo con él sería así. Podía ser feliz con Naruto.
Lamentaba tanto haberse dado cuenta de las cosas tan tarde.
El último tiempo, no había hecho más que lastimar a aquel rubio. Inconscientemente, siempre había expresado su preferencia por Sasuke, y más de una vez se había dirigido de forma despectiva a él. Porque estaba demasiado acostumbrada a hacerlo. Y no creyó que… realmente lo lastimaría. El día en que se separaron lo comprendió. Lo había lastimado como nadie.
-¿Me ayudarás a elegir los nuevos muebles para casa?-inquirió él en un susurro, desviando la mirada hacia la derecha, y luego hacia arriba, dando con disimulo un paso hacia atrás.
-Por supuesto.-musitó ella como respuesta.
-Bien.-Naruto forzó una sonrisa- Se verá bien, ¿verdad?
Con los ojos húmedos, el rubio bajó la mirada.
Lo recordaba. Con pesar, lo recordaba. Y simplemente volvía a detestarse.
Ese último día, antes de partir, había intentado acercarse con cada palabra, esperando expresarle su arrepentimiento; había hecho ademan de rodearlo con sus brazos, de acariciarle el rostro… Pero él con disimulo siempre se alejaba. A cortos pasos lo hacía. Y aquel recuerdo le retorcía el corazón. Porque, finalmente, había comprendido que cada vez que él se alejaba no lo hacía solo físicamente, su corazón se agrietaba un poco más y huía del suyo, porque ya no deseaba saber de él. No después de tanto. Y ella lo comprendía.
-Sakura-san…
La voz de Shizune la sacó bruscamente de sus pensamientos. Se giró, lentamente, con una suave sonrisa que tuvo que improvisar, y dejó a un lado los papeles que la Godaime le había encargado ordenar.
-¿Si?
La de cabello azabache le sonrió.
-Ya puedes retirarte, ¿sabes?
Se supone que a partir de las once podría marcharse, pero ¡no había llegado hace tanto! Debían de ser las nueve, pues ella había llegado unas dos horas antes y…
-Tsunade-sama me pidió que hoy no trabajaras más de lo que debes, dice que te nota algo agobiada. Por favor, ve a descansar. Almuerza en casa y…
-Pero mi turno aún no ha terminado, Shizune-replicó suavemente.
-Ya pasó una hora del mediodía, cariño.
La Haruno pestañeó sorprendida. ¿Había realmente pasado tanto tiempo desde su llegada? Tan pronto como llegó, la Godaime le encargó ordenar una serie de documentos, informes sobre misiones completadas, algunas en curso, y otras en las que Konoha no tuvo éxito. Se había pasado las horas sumida en su tarea pero… no creía que el tiempo hubiera pasado tan rápido.
-¿De veras?
-Así es.
-No creí que fuera tan tarde…
Sakura dejó suavemente los papeles sobre el escritorio, y rápidamente Shizune se encargó de tomarlos con delicadeza.
-No te preocupes, ¿si? Yo me encargo del resto…
-¿Segura?-inquirió- Puedo quedarme un rato…
-Para nada. Ve a descansar.
Ante su insistencia, Sakura asintió con pesar.
No había manera de que convenciera a Shizune, pues dada la orden de la Godaime ya no había nada que ella pudiera hacer; es más, no quería atreverse a ir en contra de lo que Tsunade decía pues, sabía, la rubia era capaz de reprenderlas a ambas cruelmente. Estaba, en ese ámbito, poco satisfecha con su profesora ¿por qué todo tenía que enseñarlo a través de golpes? Tan violenta, e impaciente, mandona y…
Sí, Tsunade era una perra. Pero la amaba como a una segunda madre.
En el pasillo, luego de abandonar la oficina de la mencionada, se encontró con un shinobi de sonrisa adorable. Aparentando menor edad de la que tenía, y definitivamente en su mejor estado, Genma le regaló una suave sonrisa, antes de detenerse frente a una puerta roja, golpeando con los nudillos. Sakura creyó sentirse atontada por unos segundos. Por supuesto, intentó quitarse aquella idea tan rápido como pudo, porque sería sumamente penoso verse avergonzada por un casanova como aquel. Con tanta cordialidad como pudo, le devolvió una delicada sonrisa, y bajó la mirada estúpidamente, apresurando el paso. Debió haber actuado… diferente. Pero en aquel momento no tenía ánimos para guiñarle un ojo al Shiranui o felicitarle porque los años no dejaban huella en su perfecto físico.
Bajó las escaleras, apresurada, y ya se encontraba a unos metros de la puerta cuando descubrió algo curioso a un lado.
Había frente a la puerta una pequeña recepción, donde la mayoría de las veces uno podía encontrarse con Izumo o Hayate. Esta vez la Haruno encontró a su antiguo profesor, Iruka, ordenando torpemente unos cuántos mensajes que, supuso, habían llegado con aves a la aldea. Se mordisqueaba los labios con frustración, indeciso, como si no supiera realmente donde debían archivarlos o qué hacer con ellos. No pudo evitar reír al notarlo. Y se acercó con pasos ligeros al lugar para poder despedirse:
-Que tenga una buena tarde, Iruka-sensei.
El aludido alzó la mirada por una fracción de segundo, y al devolverla al papel entre sus manos sonrió con suavidad.
-Gracias. Lo mismo para ti, Sakura.
Luego de sonreírle una única vez, la Haruno comenzó a caminar.
-Ha llegado un mensaje lindo esta mañana-le dijo él alzando la voz desinteresado-, Shikamaru dijo que me encargara de informarte.
Sakura frunció el ceño. No se le ocurría por qué razón el Nara le encomendaría a otros informarle a ella sobre las misiones en curso. Se preguntó qué clase de mensaje sería, y por qué le incumbiría tanto. Con curiosidad, se volvió hacia su profesor.
-¿Un mensaje?
-Kakashi envió un halcón informando que ha concluido con la misión. Dijo que llegaría a la aldea al mediodía.
A pesar del lugar inocente en el que todo lo decía, el castaño observaba con gran disimulo la expresión de su ex alumna. La notó tan confundida, e indecisa, que decidió darle u empujón más:
-¿Has visto el reloj de ahí arriba?-indicó, apuntándolo con la mano izquierda, y sin siquiera alzar la mirada- Marca ya las doce, ¿verdad?
-Doce y cuarenta y tres minutos-musitó ella suavemente.
-Tal vez Kakashi ya haya vuelto…
La sola idea aceleró los latidos del corazón de la Haruno. Observó la salida con incertidumbre, y luego nuevamente el reloj, como si esperara poder calcular los minutos que le tomaría atravesar el umbral y correr camino a la gran entrada de Konoha. A Iruka se le hizo adorable.
-¿No irás a ver?
Por primera vez, alzó la mirada, socarrón. Y ella asintió esperanzada.
-Muchas gracias, Iruka-sensei.
-Hasta más tarde, Sakura-ella ya echaba a correr- que tengas un buen día.
Corrió, como hacía rato no lo hacía.
La idea de que Naruto ya hubiera atravesado la gran entrada se le hacía espantosa, porque estaba segura de que, de ir a su casa, el Uzumaki fingiría no encontrarse dentro. Pues tenía la sospecha de que no deseaba verla.
Con el pecho subiendo y bajando, y las mejillas sonrosadas a causa del calor, se encontró a metros de la entrada, casi cerca de los primeros edificios que uno podía ver al entrar en la aldea de Konoha.
Y… no vio nada. Tan solo a Izumo, allí, inmóvil, bostezando de vez en cuando. Tragó saliva, casi dispuesta a cerrar los ojos y pedir que él apareciera, que siquiera le dejaran verlo, una vez más.
Desvió la mirada, decepcionada de que él no se encontrara allí, y estuvo casi dispuesta a comenzar a caminar hacia el apartamento del rubio cuando decidió lanzar una última mirada a la entrada.
Y allí estaba.
Tenía aquella sonrisa sobre los labios, aquella exagerada que siempre le robaba una a Sakura. Llevaba el cabello un poco más largo, de manera casi imperceptible, pero la imagen de la última vez que lo había visto era la prueba irrefutable de que no se confundía. Las prendas en su lugar, por primera vez volvía sin tela alguna rasgada, lo cual le pareció a ella un logro. Tenía un pequeño corte sobre la mejilla izquierda, sumamente delgado. La manera en la que el sol brillaba, encendiendo sus cabellos dorados, le pareció a Sakura digna de una pintura, de finas pinceladas, uno de los trabajos más realistas y perfectos del mundo.
Se acercaba, lentamente. Sakura creyó no poder soportarlo.
Dio un paso hacia él, titubeante, sin embargo pareció no notarla. Caminaba a un lado de Kakashi con mucha naturalidad, y reía apenado por algún comentario del ninja copia.
Lo vio tan fresco, despreocupado y… feliz, que creyó que el colosal sentimiento de felicidad que la embriagó la detendría por unos cuántos minutos. O eso deseó pensar. Porque, tal vez, temía acabar con aquella aura de contento al acercarse. Aquel Naruto contrastaba tanto con el que había visto la última vez…
Mientas avanzaban, su sensei y aquel rubio, Sakura soltó un suspiro. Se encaminaron por la calle principal de Konoha, y siendo que ella había estado observando su llegada no precisamente por aquella jamás se toparon. La audacia para correr hacia él era algo que aún no encontraba cuando ambos se detuvieron, y Kakashi le palmeó el hombro a su alumno antes de desaparecer. No creía poder acercarse a él incluso cuando lo encontraba solo. Inevitablemente, suspiró.
Pero intentó reunir valor. Una vez más.
Caminó detrás del rubio shinobi unos cuántos metros, a una distancia que, supuso, no la dejaría en evidencia. Él jamás pareció percatarse.
Luego de unos cuántos minutos, de profesional espionaje, él se detuvo, frente a un negocio que, por lo que pudo Sakura alcanzar a ver, exhibía tazas de café. Naruto casi se pega al vidrio, frente a una que mostraba un adorable gatito de cara adormilada. A Sakura no le pudo haber parecido más oportuno. Se apresuró, con el único fin de alcanzarlo, y a sus espaldas se detuvo. Inspiró profundamente, una o dos veces.
-Naruto.
Su nombre abandonó sus labios lentamente. Le tomó tiempo reunir el valor suficiente para pronunciarlo -casi medio camino hasta el hogar del rubio- y tan solo unos segundos arrepentirse de haberlo hecho. Tragó saliva con dificultad a centímetros de la espalda de él, y creyó poder percibir un ligero temblor en la firme anatomía. Naruto la observó por sobre su hombro, indeciso… y casi sonrió cuando sus ojos azulados se encontraron con los de ella.
-¿Qué tal, Sakura?
Completamente de frente hacia ella, pestañeó un par de veces, con ambos labios ligeramente curvados.
Sakura comenzó a relajarse…
-Finalmente regresaste.-dijo con suavidad, ignorando completamente sus palabras.
Sintió una extraña picazón en los ojos jades a medida que un extraño sentimiento, de puro contento, crecía dentro de sí.
-Ah, eso creo, 'ttebayo.-sus ojos se perdieron en algún punto, detrás de la kunoichi de cabellos rosados, se llevó una mano a la nuca.- Kakashi y yo creímos que no podríamos soportar más.
-Lo imagino.-Sakura rió con dulzura- Ha de haber sido un trabajo agotador…
-No tanto.
Lo observó por unos segundos.
Aún no la había abrazado, como ella esperaba, y sus ojos no parecían ir a detenerse en ella tampoco. A Sakura le resultó algo inquietante. Mantuvo los ojos jades, con inocencia, fijos en el rostro de él. Su expresión, por supuesto, no develaba nada, y sin embargo el hecho de que no la mirara para ella lo decía todo. Sintió su pecho comenzar a oprimirse ligeramente, ahora asustada…
-Luces…bien. ¿Tuvieron problemas?
Por una fracción de segundos, los ojos cielo se fijaron en ella, pero pronto fueron hacia abajo, y Naruto se observó a sí mismo, tal vez corroborando que el corazón no se le saldría del pecho aún.
-¿Por qué clase de problemas preguntas?
Problemas. Solo problemas. Sakura abrió la boca para replicar algo, pero no estuvo segura de qué decir. Problemas. ¿Qué debía especificar?
-¿Heridas, tal vez?
El rubio asimiló las palabras lentamente.
-Oh, ¡no!-aseguró tan pronto como comprendió- afortunadamente no. Kakashi-sensei fue muy cuidadoso, y yo… siempre lo soy, 'ttebayo.
La idea le hizo gracia, pero prefirió no decir nada. Casi sin poder evitarlo, sonrió en silencio.
«¿Tú, cuidadoso?»
No dijo más. Y él menos hablador que de costumbre tampoco lo hizo. Mientras ella mantenía sus ojos fijos en su sombra, que se fundía en la de él, Naruto observó curioso su sonrisa nostálgica. Una vez que el silencio le hubo parecido demasiado, carraspeó.
-Sakura, tengo algo que hacer…
Asustada, alzó la mirada, porque aún no le había dicho ni la mitad de las cosas que deseaba hacerle saber, porque él volvía a escapársele. Pestañeó, desconcertada, porque él jamás se negaba a estar junto a ella, incluso cuando no hablaban. Su compañía siempre fue suficiente. Naruto continuó sin consideración:
-Nos vemos después.
Le dedicó una corta mirada, por el rabillo del ojo, y poco titubeante giró el rostro, para sonreírle a una Ayame que le esperaba junto al Ichiraku, con mejillas sonrosadas. Sakura jamás creyó ir a sentirse tan… molesta. Sintió su diestra temblar, a medida que el deseo de correr lejos se incrementaba…
Naruto dejó entrever aquella blanca dentadura al bajar la mirada hacia el suelo, casi sonriendo para sí. Y Sakura agitó las pestañas anonada.
Cuando le vio hacer ademan de comenzar a caminar, supo que no lo soportaría, que no podría soportar con él en Konoha y aquella actitud evasiva. Antes de que diera su segundo paso, la mano de la de cabellos rosados se aferró a su antebrazo.
«No te vayas…»
Los ojos azules se abrieron con sorpresa. Sakura captó el movimiento en la marcada manzana de adán, y supo automáticamente que él no esperaba que lo detuviera, o simplemente no lo deseaba. Aquello le generó innumerables preguntas, y una torturante incertidumbre. El cuerpo de Naruto se tensó por su agarre, claramente, y en el instante en el que notó que se volvía lentamente… la Haruno sintió que su corazón abandonaría su pecho.
-Naruto-kun…
En una gran cantidad de años, era la primera vez que le llamaba así. O, para Naruto, así fue. Fue la primera vez que sintió que… el sufijo significaba algo. Notó que la garganta se le cerraba, repentinamente, y los deseos de evadirla, o alejarse, comenzaron a esfumarse.
Los ojos jades lo observaban, entre suplicantes e insistentes, y el agarre en su brazo se intensificaba; como si los dedos de la Haruno se aferraran a él para evitar que se alejara. Lo supuso, y sin embargo no comprendió que era precisamente por ello por lo que ella lo hacía. Sintió que jalaba de él hacia ella, con una suavidad impresionante, y pronto se encontró mirándola de frente. Percibió entonces un intrigante brillo en los orbes de ella, y sintió una desesperante curiosidad. Curiosidad que se esforzó en no dar a conocer.
-¿Si?
La miró. Sakura lo sintió tan distante que deseó poder largarse a llorar.
-Necesito hablar…-él la observó con ojos inquisitivos- contigo.
Las palabras fueron para él más que claras. Había, incluso, asumido que ella desearía hablarle del tema antes de llegar, durante el camino, tal vez antes. Y por eso había decidido desde el principio que no actuaría igual al verla, que evitaría… tener aquella conversación. Sus planes se vieron frustrados por aquella mirada suplicante. Sentía las extremidades flojas, inertes; llegó a la conclusión de que, de querer ignorarla y caminar, no habría podido hacerlo, no después de haberla observado a los ojos. Sus ojos eran su debilidad. Una mirada había bastado.
«No puedo alejarme de ti, Sakura-chan…»
-Dime-musitó, con la restante indiferencia que pudo reunir.
-Lo que sucedió antes…
-¿Hablas de tu ventana?-fingió no comprender- Si no has podido repararla…
-No, no, no-se apresuró ella- es algo más. Naruto…
-¿De qué más hablas? No sé de qué más… deberíamos hablar, S-sakura-ch…
El sufijo se ahogó tortuosamente en sus labios, los ojos de él dejaron entrever el arrepentimiento en el instante en el que calló abruptamente, como si realmente no pudieran perdonarle el haberse atrevido a pronunciar ese nombre; y es que ya lo sabía, aún no podía llamarla sin aquello, la costumbre le había vencido.
Para Sakura, aquella fue la gota que colmó el vaso. Él no podía ser indiferente con ella, ¡y ella no soportaba que lo fuera! Intentaba mantenerse distante, pero ella sabía que la necesitaba tanto como ella a él. No había sido notorio hasta hace poco, ahora todo parecía más claro. Él creyó que sería sencillo, o tal vez posible, comenzar sin ella, porque creía que ya no soportaba la incertidumbre que sus cambios de actitud le generaban; mas nunca antes lo había intentado. Ella jamás tuvo que vivir sin él, porque él iba por ella; no sabía lo que se sentía tenerlo lejos. Ambos lo habían experimentado.
«Estar sin ti ha de haber sido lo peor que pudo ocurrirme, Naruto»
Solo el recuerdo de los días sin su presencia, y de las horas siguientes a su despedida le oprimían el corazón. El hecho de que ahora frente a ella él fingiera indiferencia solo lo hacía todo más doloroso. Había soñado tanto con aquel reencuentro, con él… las cosas no salían como en su sueño. Definitivamente no.
Los ojos se le humedecieron imperceptiblemente.
-No puedo estar con esto, Naruto-le dijo con voz ahogada- tú y yo… no funcionamos así.
Él rió, seco, como si le hubiera hecho gracia.
«¿Cómo funcionaríamos, Sakura-chan? ¿Yo lanzando granos de arroz detrás de ti y tu flamante esposo?»
-He pensado tanto en ti los últimos días. Naruto, yo jamás deseé…
El rubio desvió la mirada con brusquedad. No quería oírlo. Sakura cerró los ojos por primera vez, y las lágrimas resbalaron torpemente. Por primera vez.
-Lastimarte-concluyó.
La palabra lanzó una corriente eléctrica por el cuerpo del Uzumaki. Por supuesto que no deseaba lastimarlo, ¡sin embargo lo hacía! Siempre lo hizo. Desde muy pequeños. Naruto estaba convencido de que desde la primera vez ella se comportaba así. Y para él eso jamás fue un problema. Siempre fue el perro de Sakura. Se recordaba caminando detrás de ella, siempre a la espera de poder serle útil, de ayudarla, en lo que fuera… Solía ser lo suficientemente iluso como para creer que sus atenciones eran algo que Sakura realmente valoraba. Por supuesto, tiempo después tuvo que soportar la decepción de saber lo contrario, mucho tiempo después se encontró con la realidad. Y sin embargo su actitud hacia ella no cambió. Jamás habría dejado que eso hiciera las cosas diferentes. Porque a pesar de lo poco que significara para Sakura todo lo que hacía… para él era sumamente importante imaginar que, con cada gesto, ella le regalaría una sonrisa. Una sonrisa bastaba. Siempre fue así.
Las cosas cambiaron cuando algo en su mente le dijo que era un estúpido soñador. Cuando las palabras despectivas… le generaron verdadera molestia. No había sido sino hasta hace poco que notó que ella no era realmente linda con él. Y que, tal vez, solo tal vez, había algo más allá de los sueños que tenía con Sakura. Merecía amor ¿verdad? Ella no se lo daba. Suponía que era correcto, pues ya le daba demasiado a Sasuke. No podía conseguir más para él. Y estaba bien. Pero no soportaba imaginar, recordar que… a veces ella sí parecía corresponderle. Detestaba pensarlo pero ¡hubo ocasiones en las que podría haber jurado que ella le quería! Le resultó repugnante percatarse de que, tal vez, ella había querido hacérselo entender.
«No puedes tenernos a ambos»
Con ese pensamiento comenzó todo. Él no quería luchar más por su amor. Los brazos le dolían demasiado. Además ¿para qué insistir? Sasuke tenía la batalla ganada. Es más, ¿por qué querría él insistir si ella no era más que una mentirosa pretensiosa?
¿Sasuke? ¿Él? ¿Ambos?
Aquello era demasiado.
No estaba seguro de lo que sentía, pero estaba más que seguro de que en un principio sentía irritación. No sabía si la odiaba a ella por desearlo todo, o a sí mismo por pretender tanto de ella. Su mayor dilema. Se sentía herido, usado, y tenía tantos deseos de llorar… A su vez, sentía rabia y enojo, la necesidad de gritarle todo lo que pensaba de ella. Se contradecía de manera sorprendente. Y, por último, y siendo lo que más le molestaba, sabía que también quería abrazarla. Besarla…
-La última vez que te vi, comprendí que lo había hecho. Y lo siento demasiado.
No se dignó a mirarla. No quería hacerlo porque sabía que se quebraría por completo si la veía llorar. Fingió indiferencia de una manera casi impecable. Un suspiro abandonaba sus labios cuando ella continuó:
-Mírame, por favor-pidió suavemente- solo quiero tu atención por unos segundos. Yo…
-No importa. De veras.
Porque claramente el daño ya estaba hecho. Los sentimientos ya se los había herido por enésima vez, y no podía pretender que él siguiera comportándose como el adorable Naruto que va detrás de ella a pesar de todo. Suponía que acababa de llegar a un límite. Su corazón había llegado al límite. Y ya no quería más. No podía odiarla, porque eran compañeros y ella era adorable, pero definitivamente esperaba que tuviera la decencia de dejarlo por un rato. No quería pasar tiempo a su lado a menos que fuera necesario, aquello era seguro. Quería verla en misiones, y tanto como Sasuke lo hiciera, de otra forma esperaba no deber topársela. No quería ser su amigo. Porque… simplemente le era imposible. ¡Le era imposible verla y no tener ganas de amarla! Y su…
Las manos de ella alcanzaron su mentón, ambas, y se ubicaron a cada lado de su rostro, obligándole a mirarla.
-Sí que importa-masculló, frustrada, con cierta desesperación.
Y su corazón no soportaría otra decepción.
-No tienes idea de lo mal que me he sentido, pensando en que siempre fui… horrible contigo. Yo…
-No te preocupes-musitó lentamente.
En puntas de pie, Sakura mantenía ambas manos sobre su rostro. Parecía tambalearse ligeramente. Sus ojos jades le seguían con desconcierto, a la espera de encontrar, de alguna manera, a aquel viejo rubio que musitaría que todo estaba bien, al que la abrazaría. Naruto mantenía al rebelde dentro de sí con mucho esfuerzo. Porque deseaba abrazarla, mucho, pero ya había decidido que no le daría la oportunidad de lastimarlo de la misma manera.
Necesitaba tiempo para que Sakura comenzara a serle indiferente, aún no estaba listo. Habérsela encontrado el primer día había sido de lo peor que pudo ocurrirle.
-Necesito que comprendas que me arrepiento-insistió- no debí haber sido tan grosera.
Entonces la cuestión era haber sido grosera o no, resultar educada o no con el huérfano de Konoha. Se disculpaba porque acababa de notar que la vida de Naruto era ya de por sí demasiado miserable como para, además de todo el drama previo, tener que soportar el hecho de que el amor de su vida prefiriera a un tipo que le superaba en todo. Naruto apretó la mandíbula. Creyó por un momento que tal vez…
-Sé que todo lo que dije te afectó, realmente no quería que te sintieras mal. No creí que…
¿Qué cosa? ¿Que le importaría lo que pensara de él la única persona de la que buscaba aprobación –a parte del imbécil de Sasuke? Ella, que se jactaba de ser tan inteligente, ¿realmente no lo había pensado?
La mueca de él, le advirtió a Sakura que no tenía sentido completar aquella oración.
-Yo…lamento mucho haber dicho todo eso, Naruto-kun. Perdóname, por favor.
Él no replicó. Porque realmente no le importaba. Porque estaba harto de que lo pisoteara. Alejó suavemente sus manos de su rostro, vencido, decepcionado. Creyó que ella tendría algo más que decir. Creyó que esta vez no sería por lástima…
Sakura cerró sus ojos una vez más, y dejó escapar las últimas gotas cristalinas que se habían acumulado en sus ojos jade.
«Esta es la última vez que lo haces, Sakura-chan.»
El Uzumaki se mordió el labio inferior para evitar que éste temblara, y giró el rostro en dirección al Ichiraku, a donde fuera, lejos de ella.
-Naruto, me arrepiento porque no lo deseaba.
¿Qué no deseaba? Él la observó por el rabillo del ojo, ahora sintiendo que sus ojos se humedecían –ante el llanto de ella, y el dolor que el tema le generaba. Pero qué estúpido. Naruto Uzumaki se la pasaba llorando, siempre por ella.
-Naruto, yo, realmente, no deseaba que cambiaras. ¡No quiero que lo hagas!
Las palabras oprimieron el corazón del rubio. Por una fracción de segundo, todo se detuvo. Y las palabras de ella se repitieron en su mente.
No quiero que lo hagas.
No quiero que cambies.
Sonaba casi como a un sueño, como a eso que esperó siempre escuchar abandonar los labios de Sakura. Solo quería saber… que así era suficiente. Nunca esperó más que su amor, su aprobación. Solo quería saber que siendo Naruto era suficiente, que no necesitaba ser como Sasuke para gustarle, que así estaba bien. Porque comprendía que el sueño toda mujer fuera Sasuke, porque era alto, fuerte, callado, elocuente y tan elegante que a veces daban ganas de observarle para más tarde imitar sus movimientos, pero esperaba que ella comprendiera que aquello era demasiado, ¡que él podía hacerla más feliz que él! La llama de su esperanza murió en la espera. Y en una simple oración ella la avivaba ahora.
La observó desconcertado por unos segundos, pestañeó. Con los labios ligeramente curvados alzó su diestra, y acarició suavemente el pálido rostro de la Haruno. Las lágrimas que resbalaban por sus mejillas cayeron, y su llanto se detuvo torpemente. La mano del rubio temblaba. Ella la retuvo anonada.
-Eres… perfecto así. Por lo menos para mí, Naruto-kun.
Y cerró sus ojos, embriagado por la felicidad. Dos pequeñas gotas de agua salada resbalaron por las mejillas del rubio shinobi. Antes de que ella pudiera apresurarse a secarlas, él ya la rodeaba con sus brazos.
-Gracias-musitó él, y ella no supo si lo decía a alguien más.
Se aferró a ella, como lo único que no volvería a dejar escapar. Su cabello olía a cereza, como siempre, y era de las cosas más suaves que Naruto jamás había rozado; allí, bajo su mentón, las caricias de las hebras rosadas se encargaban de acabar con la amargura de unos minutos atrás. Rozó con los labios su coronilla, anonado. En aquel instante, y a pesar de que mantenía los ojos cerrados, se preguntó si alguien se habría detenido ya a observarlos, si alguna de las personas que transitaban la poblada calle sentía curiosidad por el innegable cariño de los dos shinobi… no quiso aún así comprobarlo, le daba igual. Más tarde tendría la oportunidad de gritarle a la aldea que la kunoichi más hermosa de Konoha le daba el placer de fundirse en sus brazos de vez en cuando.
-Lo siento tanto-musitó ella junto a su pecho.
Naruto sonrió, estrechándola con más firmeza entre sus brazos. Siempre había soñado con eso. Ella, entre sus brazos. Los brazos de la Haruno le rodearon el torso con timidez, suavemente, y el rubio no pudo evitar sentir que rebosaba de felicidad. Giró suavemente el rostro, para besarle la frente con delicadeza.
-Tonta,-le dijo con dulzura- no tienes de qué disculparte. Yo ya te lo he perdonado todo, Sakura-chan.
Bajó la mirada hacia ella, y se encontró con sus ojos jades brillando, siguiéndole con desconcierto. Naruto sonrió nuevamente. No estaba seguro de si lo golpearía, si reaccionaría bien o mal, pero en aquel instante no quiso meditarlo. Acercó lentamente su rostro al de ella, observándola con profunda ternura, y notó que ella estiraba el cuello hacia él. No esperó más, no quiso hacerlo. Unió delicadamente sus labios con los rosados, y notó que ella cerraba los ojos en el preciso instante. La imitó.
«Gracias, Sakura-chan.»
Y sobre sus labios sonrió. Porque jamás creyó que el amor de ella se sentiría tan bien.
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Hola! Bueno, estoy casi segura de que la mitad de mis lectores me detesta a esta altura T.T Realmente siento mucho no haber podido encargarme de mis fics, hacía ya rato que no actualizaba tan regularmente y, como si aquello no fuera suficiente, hace un par de veces mi ordenador murió. Tenía ya escrito este capítulo, de una manera un tanto diferente, ¡pero ya había pensado en todo! Unos días antes de navidad perdí todo el trabajo, y no tuve donde escribir hasta dos semanas más tarde. Tal vez no me crean, pero aquello se prolongó, porque mi ordenador no se mantuvo en buen estado por más que una semana, cuando se volvió a romper. Por segunda vez, perdí todo el escrito. Demasiada mala suerte ¿verdad? Estos días el mundo se la ha agarrado conmigo.En fin, luego estuve frustrada, y sin verdadera inspiración, finalmente hoy logré acabar con este capítulo. Espero, realmente, que les guste :) Había dicho que este fic no tendría más que siete capítulos, con demasiada suerte diez, creo que hasta aquí hemos llegado. Sinceramente, descubrí a partir de esta historia que el NaruSaku ha de ser una de las cosas más tiernas que jamás pudo existir, y he decidido que definitivamente ya escribiré un fic con esta pareja, otra vez; tengo, ya de por sí, unas cuántas ideas que he anotado. Espero que les haya gustado la historia, y que hayan disfrutado este último capítulo. Les agradezco mucho haberle dado una oportunidad a mi primer NaruSaku, y me encantaría volver a encontrarme con los lectores de este fic en algún otro, pues he descubierto que los lectores del NaruSaku dejan unos reviews de lo más interesantes, jaja.
En fin, ¡Gracias por leer!
Dejen reviews, me encantaría saber qué opinaron de éste último capítulo y el fic en general.
Gracias, de veras:3
Guest: Hola! Te agradezco mucho :) Como dijiste, la distancia les ha ayudado a ambos a comprender. Realmente espero que este último capítulo te haya gustado. Un beso, y cuidate. Gracias!
Kingdra: Hola! Sinceramente, y a pesar de que no lo parezca, es la primera vez que escribo un NaruSaku. La mayoría de mis historias son de este estilo, pero esta es la primera vez que elijo un NaruSaku; prometo que habrá más después de todo. Supongo que mi manera de escribir ha tenido unos cuántos altibajos, pero me alegra saber que a fin de cuentas, a ti te agrada :) Por otro lado, siempre contesto los reviews, siento que tengo una mayor... conexión con los lectores, y a pesar de que algunos tal vez no siempre lean mis réplicas, me siento feliz de que tú lo hagas y lo valores. A pesar de que es algo tarde, Feliz navidad y año nuevo. Espero volvamos a leernos :) un beso, y cuidate.
Guest: Hola! a pesar de que tomó tiempo, aquí está la continuación. Espero que te agrade!