.: White Days:.

Capitulo uno

En cuanto la camarera se dio la vuelta para dirigirse a la barra, Mimí miró a su acompañante con las cejas arqueadas, invitándole a continuar la conversación, mientras absorbía el primer trago de su batido de fresa. Izzy daba vueltas a su cucharilla en la taza de té. Sus características ojeras de universitario presentaban ahora un aspecto demacrado a juego con su pelo rojo despeinado y su desigual vestimenta.

Mimi apartó la pajita de su boca y suspiró, no entendía tanta fascinación de este chico por los ordenadores, dejando de lado su propia estetica, pero había algo sexy en este tipo desaliñado. Sorprendida por sus propios pensamientos, pestañeó rapidamente y escuchó con más atencion el monologo de su amigo.

-...asique no se si volver con mis padres.- apartó la cucharilla sobre la mesa y cogió la taza con ambas manos- La vida en la fraternidad es muy divertida, pero las fiestas me quitan tiempo de estudiar. Y luego está el mantenenimiento de esa casa, que es un desastre con Undai... siempre hay alguna lata de cerveza en el suelo, las cajas de pizza se acumulan...-resopló y continuó su argumento, como si alguien se lo hubiera debatido- ¡No soy su criada! Me cuesta horrores mantener mi propia limpieza y ver que el no coopera hace que yo también ignore mis obligaciones.

-Bueno, solo tienes que acostumbrarte, cuando lleves un poco de tiempo verás que las cosas...

-¡Mimi, es mi segundo curso!- dijo dejando de nuevo la taza sobre la mesa- Lo estoy echando a perder. ¡Me estoy echando a perder a mí! Mírame, parezco un indigente.

Hundió los dedos en su pelo desgreñado y la miró fijamente. Parecía altamente desesperado. A la chica de largos tirabuzones le pareció tan tierno con esa sudadera gris abierta, el pelo algo largo le favorecía aunque necesitara un arreglo y esa mirada cansada de un hombre trabajador e independiente...parecía un escritor nocturno. Mierda. Otra vez el pensamiento de un Koushiro sexy que esta vez le revolvió las entrañas.

-En mi fraternidad tenemos una lavanderia en el sótano.

-Nosotros tenemos que ir a la de Tai, nuestro edificio es viejo y el mantenimiento eléctrico es una basura.

-Quien lo diría, tratándose de ti.

-Tenía que haberle hecho caso e irme con él. Pensé que era un descuidado pero está claro que Tai se las apaña mucho mejor que yo.

-Tai tiene su cuarto hecho un desastre, si no fuera por Joe el resto de la casa se caería a pedazos.

-Pero respeta su espacio. Yo también me encuentro en el desorden de mi habitación, pero no en la porquería...- se rascó los ojos, enrojecidos. Era evidente que no había dormido en todo el día.

-Está bien.

La miró.

-Digo... que te ayudaré. Recogeremos juntos todo ese desastre.

-Gracias Mimí, pero no. No duraría ni dos días limpios.

-Bueno...entonces hablaré con Undai. Recogeremos todo y tendremos una charla seria con el.

-Y te dirá cuanta razón tienes, incluso te hará caso la primera semana. Después volverá a traer gente a casa y todo será inmundicia de nuevo. ¿Crees que no lo habia intentado antes? Parece que lo entiende, pero solo lo parece - Dió un largo sorbo a su té, con los ojos cerrados, y volvió a posar la taza en la mesa con un suspiro calido y más relajado.

-Entonces... - Se mordió el labio pensativa. En el local sonaba In the shadow's de Rasmus. Sin darse cuenta tarareaba la letra de la canción; Sora amaba este grupo y todos los sábados se despertaba con canciones como esta a todo volumen...Se le ocurrió una idea. Descabellada, pero idea alfin y al cabo.

-¿Entonces?- dijo Izzy algo inquieto.

-Entonces- se posicionó como si fuera a contar el mejor plan del universo-si la situación no se arregla, podrías venir a nuestro piso.

-¡¿Qué?!- rió.- Estás loca.

-¿Loca porqué?

-Porque…bueno, Mimi... -pareció ponerse nervioso y Mimí siguió tomando divertida su batido con los codos sobre la mesa y las manos a cada lado del rostro. Estaba claro que era la cabeza pensante de este grupo. Izzy se rascó la cabeza con la mirada fija en la sinfonola, incomodo- Ya sabes...sois dos chicas, no sé, no pinto nada en un piso de dos chicas...

-No seas ridiculo, te he visto en gallumbos infinidad de veces.- dijo juguetona. ¿Porqué le hacía gracia la situación? Aunque no lo había consultado con Sora. Seguro que su amiga pondría el grito en el cielo por ello.

-Si pero no sé, Mimi, es diferente... Ni siquiera tengo habitación propia en tu piso, es muy pequeño.

-Seguro que prefieres nuestro sofá que esa birria de litera metálica.- le espetó recordando aquella vez que Izzy les enseñó el apartamento y le impresionó que su amigo estuviera tan contento con aquel cuchitril tan minúsculo. La cama, en concreto, debajo de la de su compañero, rechinaba como un millon de muelles oxidados al minimo movimiento.- Es ateradora, parece sacada de los efectos especiales de una pelicula de terror.

-En eso tienes razón, pero no puedo vivir en un salón...tengo muchos trastos y apuntes.

-Puedes guardar todo eso en mi cuarto, yo apenas uso espacio, salvo el armario.

-Pero Mimi..

-Además, no tendrás que ocuparte de hacer la comida. A mi me encanta cocinar, por eso yo siempre cocino para mi y para Sora. Lo unico que nos repartiremos será la limpieza, que tocaremos a menos porque somos más, la lavanderia una vez cada uno, y la compra, que solemos ir juntas a principios de semana. El alquiler tambien será mas bajo para los tres. ¡Piénsalo, son todo ventajas!

Dio otro sorbo y relamió la nata de los labios,esperando la respuesta de su amigo. Su idea era fulminante. Izzy veía que sus ojos se iluminaban hablando de ese posible futuro, pero él no lo veía tan ideal. Dos chicas en una casa implicaba muchas cosas: cuarto de baño ocupado casi todo el tiempo, chicos ajenos entrando y saliendo de la casa y sus respectivas situaciones incomodas, cosas rosas por todas partes y dias enteros de sindrome menstrual... Miró la taza de té entre las manos y entonces fue consciente de su sudadera gris, demasiado usada, de sus greñas despeinadas reflejadas en el liquido y de su aspecto de pordiosero recien sacado de debajo de un puente. Suspiró.

-Antes hablaremos con Sora.

Y provocó una profunda sonrisa en su amiga, que apoyo sus frías manos sobre las del pelirrojo.

-No te vas a arrepentir.


Habían pasado tres dias desde los exámenes de Noviembre y ya estaban oficialmente en vacaciones de Navidad. Undai parecía decaido, pero sabía que hacía lo correcto dejando aquel desastre atrás. Le deseó lo mejor a su amigo, y poniendose una mochila a su espalda, salió de aquel piso con una caja cargada de cables, dvd's e infinitos documentos aparentemente indescifrables pero sumamente importantes para su futuro academico.

Mimi colocaba sus pertenencias en el maletero, buscando casi inutilmente un hueco para la última caja. Le agradeció internamente que le abriera los ojos, estaba echandose a perder como su amigo, que ya habia repetido curso por segunda vez consecutiva y su apariencia podría hacerle pasar por un mendigo reincidente.

Dejó la caja en el lugar que le había preparado Mimi mientras esta se despedia de su excompañero con un beso en la mejilla mientras cerraba el maletero con miedo de golpear los objetos sobresalientes y trago saliva para enfrentarse a la cruda realidad. Mimí trotó grácilmente hacia él con una media sonrisa (era evidente que estaba encantada de acoger otro cachorrito indefenso) y el le tiró las llaves que cogió al vuelo. Se sentó en el asiento de conductor, frotándose las manos para entrar en calor y prendió la radio con un volumen muy bajo.

Mientras tanto Izzy se caminaba incomodo hacia su amigo, con las manos en los bolsillos de sus pantalones vaqueros y apoyando su espalda en la puerta del copiloto, dejando que Undai se acercara a despedirle.

-Siento mucho que tengas que irte.

-Yo siento mucho tener que irme, espero que no sientas que te he dejado tirado.

-Para nada, entiendo perfectamente tu decisión. -El chico también metió las manos en los bolsillos y suspiró mirando el cielo oscurecido a pesar que aún no pasaban de las siete-Yo también debería hacer lo mismo. Debería tener un par bien puestos y cambiar si quiero conseguir algo en mi vida.- Le miró. Había decisión en su mirada e Izzy pensó en que tal vez esto era una enseñanza también para el, asique su culpabilidad se esfumó tan rapido como el volvió a hablar -Va a llover, asique me iré para adentro.

-Vale.

-Cuidate mucho.

-Tu también.

-Y espero verte en alguna fiesta.

-Claro, llámame.

-Lo haré.

Se dieron un fuerte abrazo e Izzy entró en el coche cuando su amigo le dio la espalda para volver al edificio. El interior del automóvil olía a ambientador de frambuesa, muy parecido al olor de Mimi cuando era mas joven y la observó.

-¿Vamos?- pregunto ella sonriente.

-Cuando quieras- dijo devolviéndole la sonrisa.

Giró la llave, se hizo el contacto y el motor rugió mientras unas gotas de lluvia caían sobre la luna de cristal.


Sora miró su reloj, seguramente Izzy estaría a punto de llegar a casa, y aún se debatia internamente en si estar alli para darle la bienvenida o dejarle solo con Mimi. Recordó al Izzy de doce años el dia que su amiga se fue rumbo a las Americas. Parecía tan triste como el resto de sus amigos, pero su tristeza se prolongó más en él que en el resto, hasta que descubrió que su amigo pequeño y pelirrojo amaba a la chica linda y superficial del grupo.

Sin embargo, cuando ella volvió, nunca habia visto un rostro mas perplejo que el de su amigo, que no articuló palabra en aquel aeropuerto, con la Mimi de dieciseis años de tirabuzones largos y castaños en aquel momento rosas y cortos y llenos de estrellas y adornos que la hacian parecer una artista de pop, o una idol, o simplemente una modelo de revista de ropa y complementos.

Pero tampoco el rostro de su amiga pasó por desapercibido. Quizá pensaba encontrarse con un niño de baja estatura y cabeza algo mas grande en proporción a su cuerpo, pero el aspecto mejorado de Koushiro adolescente pareció sorprenderla. No era para menos.

Después de un tiempo, en el que Mimi parecía disfrutar de la atención de los chicos de su edad aficionándose a los goukon los fines de semana, Izzy pareció enfrascarse más en sus estudios y Tai se preocupó por su encierro, obligandole a salir de fiesta cuando cumplió los dieciocho años y al cabo de los meses parecio olvidarse del asunto y ser el Izzy de siempre, quizá mucho mas extrovertido que antes.

Ahora con veintiún años ya cumplidos eran como dos personas totalmente distintas a sus amigos de la adolescencia. Mimi era la Mimi de doce años, mas adulta, mas responsable, mas cariñosa y menos fiestera, pero siempre con ese ápice de locura y extrema energía para los días de descanso que Sora era incapaz de seguir sin tomarse veinte cafés y ocho bebidas energéticas, por lo menos. Y Koushiro ahora parecía un mendigo, siempre en chandal y zapatillas, con Mimi y Joe tenián la broma de que parecia un escritor, enfrascado en sus ordenadores, en los trabajos a tiempo parcial para poder pagar el alquiler y aprovechando al maximo las fiestas que organizaban en su piso, como unica manera de desconectar del loco mundo del ingeniero informático.

Tai le habia comentado una vez que se sentía culpable por lo que le ocurría a Izzy. Antiguamente, cuando lo notaba decaido, lo llevaba con el a tomarse unas cervezas y unos chupitos y su amigo pudo haber relacionado el relax mental con la autodestrucción de la bebida, pero tampoco era un caso grave ya que Izzy no tomaba alcohol el resto de la semana y ni siquiera tomaba bebidas fuertes, tan solo un par de birras o copas poco cargadas de ron blanco. Pero que se le iba a hacer, si no aguantaba apenas el alcohol.

Dingdong.

Entre pensamiento y pensamiento, había llegado el momento de darle la bienvenida a Koushiro. Pero en cuanto abrió la puerta y los vio tan animados, con el pelo goteando aún con el peso de sendas cajas cargadas hasta el techo, riéndose de alguna cosa que les había sucedido en el camino, agarro sus zapatos de forma automatica y salió disparada hacia el ascensor.

-¿Sora? - preguntó Mimi extrañada mientras ella pulsaba insistentemente el botón y se calzaba los zapatos al mismo tiempo. No sabía a qué venia esta reacción, pero la vida le había enseñado que a veces hay que seguir los impulsos y en aquel momento el impulso de irse había sido más fuerte que ella.

-Lo siento, llego tardisimo, había olvidado que tenía dentista hoy.- inventó rapidamente

-¿Dentista?

-Uy si, esque apenas puedo dormir, tengo esta muela… ¿la ves? - Se señalo una cualquiera, consciente de que en la distancia no vería nada- Izzy perdóname, de verdad, pero no os preocupeis, cuando llegue os ayudaré en lo que haga falta ¿vale? Ya me encargo yo de la cena, os traeré pizza ¿helado para el postre?

-De strazzatella porfi- dijo Mimi en una vocecilla aun perpleja.

-Vale. Perdonad ¿eh?-La puerta del ascensor se abrio y ella entro, para luego sacar la mano derecha a modo de saludo.- Y bienvenido Izzy.

-Gracias- respondió automáticamente antes de que la puerta de metal se cerrase.

Se miraron unos segundos, hicieron una mueca y levantaron los hombros. Y como si nada hubiera pasado, como si aquello fuera de lo mas habitual, los dos amigos entraron en la casa cargados de cajas, bolsas y mochilas que apilaron en el salón y se dejaron caer en el amplio sofá amarillo con un suspiro.

-Bueno, por fin en casa.