Continuación directa del anterior, me ha quedado más largo de lo que esperaba.

Eri seguía insistiendo al joven marine para que la ayudara. Éste dudaba bastante y es que se resistía a creer que esa linda jovencita tenía malas intenciones. Luego recordaba cómo había noqueado a un gran número de marines y se arrepentía. Pero Eri tenía gran labia.

–Yo pensaba que los marines protegían y ayudaban a la gente… –hizo ella un puchero que lucía sincero– mi hermano está en peligro, su vida está en riesgo… ¡y tú no quieres ayudarme!

–¡N-no es eso! –exclamó él– es sólo que no me es fácil aceptar algo como eso. Movilizar a un acorazado para salvar a una persona…

–¡Una vida es más valiosa que cien acorazados! –le interrumpió ella.– Pero bueno… si no quieres ayudarme, al menos préstame uno de tus botes salvavidas. Iré yo sola.

El marine finalmente se rindió y entonces aceptó que ayudaría a Eri, pero aclaró que no podría en peligro a ningún hombre por esa empresa. La joven sonrió feliz al escucharlo.

–Soy Eri, mucho gusto –se presentó ella, cortésmente.

–Mi nombre es Souma, soy sargento, pero estoy a cargo de este barco provisionalmente. ¿Cuál es tu destino, ?

–¿Eri-chan? –preguntó ella al sentarse en una de las sillas de aquel cuarto, con toda naturalidad.– ¿Me lo estás diciendo cariñosamente? Tomas confianza muy fácilmente –afirmó cerrándole el ojo.– Bueno, vamos a Amazon Lily.

–¿Vamos?

–Dijiste que vas a ayudarme. Ahora no te eches para atrás, ¿o es que los marines no tienen palabra? No faltarías a ella para además dejar a una inocente e indefensa chica a su suerte en el mar, ¿verdad?

–¡Ya! ¡Está bien, está bien! –aceptó Souma– espero no arrepentirme.

Eri fue escondida por Souma en su camarote, mientras daba las órdenes para ir al Calm Belt. Tuvo que dar explicaciones vagas e incompletas a los marines para que lo obedecieran, pero finalmente logró poner curso. El veloz acorazado no demoraría ni dos días en llegar a Amazon Lily.

–Parece que todo saldrá bien… –suspiró Souma– pero… ¡podrías decirme por qué eres una persona tan acomedida!

Eri ya estaba acomodada en la cama del cuarto de Souma, lista para descansar esa noche en el acorazado justo como si fuera su propia casa. Él estaba listo para sacarla de esa cama, pero la situación se volteó tanto que Souma terminó pidiendo perdón por una supuesta insinuación sexual y mejor fue a dar una vuelta nocturna por el acorazado.

Estaba en la proa cuando se dio cuenta de que había sido manipulado.

–¿Pero qué diablos acaba de suceder? Esa chica… es mejor que me cuide de ella.

A la mañana siguiente, uno de los marines se levantó para hacer la limpieza de los pasillos del acorazado. Tomó cubeta y trapeador y estaba en su labor cuando vio a Souma durmiendo junto a la puerta de su camarote, sentado en el suelo. Con un grito lo despertó, pensando que algo le había sucedido. Souma se levantó y recordó que, al regresar por la noche, su puerta estaba cerrada por dentro y terminó durmiendo afuera. Tras poner mil y un pretextos se deshizo del marine y logró que Eri le abriera. La joven ya estaba bañada y cambiada, aunque con la misma ropa del día anterior, pues no había llevada nada extra. Cuando Souma le preguntó el por qué había cerrado la puerta, la respuesta de la chica fue bastante natural.

–¿Acaso querías dormir conmigo? ¿Querías que una virginal doncella como yo compartiera la habitación con un hombre? Eso sí que no –respondió ella negando con su dedo índice.

Pero ya no había marcha atrás. No se encontraban muy lejos del Calm Belt y cerca de las diez de la mañana el acorazado entró a esa zona. El avance, sin viento ahí, sería más lento, pero a la vez más seguro, para evitar cualquier perturbación que alertara a los Reyes del Mar aún con el casco del kairouseki. El barco hizo ocho horas más hasta llegar a un lugar cercano a Amazon Lily.

–Como te dije, no arriesgaré a mis hombres. Es lo más lejos que puedo llevarte –le dijo Souma a Eri quien todavía estaba en el camarote. La joven lo entendió, ya había abusado demasiado de él y comenzar una discusión tampoco iba a ayudarle.

–No quería mojar esta ropa nueva, pero tampoco le pasará nada –sonrió y luego se acercó a él– no olvidaré lo que has hecho por mí. Muchas gracias –dijo y le abrazó para luego darle un beso en la mejilla.– Cuando vayas por el East Blue, pasa por Kokoyashi y tendremos la cita que te prometí. Adiós.

Eri entonces utilizó la ventana del camarote, la cual daba hacia el mar y saltó por allí sin que Souma pudiera hacer algo. Eri era una gran nadadora y aunque sabía que se estaba arriesgando a ser comida por un Rey del Mar, no tuvo demasiado miedo, estaba más bien concentrada en llegar rápido para ayudar a su hermano.

Nadó lo más veloz que pudo, tal vez nunca había cruzado una distancia tan larga a nado y tras algunos minutos se sintió cansada, pero eso no la desanimó y pronto pudo ver a Amazon Lily frente a ella. Lo mejor era que, cuanto más cerca estuviera de la isla, menos probabilidad habría de que un Rey del Mar la atacara. Ella en realidad no se dio cuenta, pero la suerte había jugado de su lado, pues eran dos los monstruos que se enfilaban a comerla, pero ambos chocaron en el mar al tratar de ganar la presa.

Eri llegó a la orilla de Amazon Lily y descansó un poco. Quiso entonces adentrarse en aquella selvática isla pero de pronto se dio cuenta de que, quizás, había llegado allí sin ninguna razón, tal vez Hiro ni siquiera había llegado a ese lugar. Fue en ese momento que su nariz detectó un olor a quemado. Un fuego de buen tamaño seguramente se encontraba cerca de ella. Otra cosa que le llamó la atención fue que no veía a nadie cerca de allí. Se negaba a creer que en esa isla ninguna persona vigilaba la playa.

La tarde estaba cayendo y un resplandor hacia el interior de la isla se podía observar. Probablemente era el fuego que estaba oliendo y entonces Eri reunió sus fuerzas de nuevo y fue corriendo hacia esa dirección. Siendo una mujer, no tendría demasiado que temer en la isla de las mujeres por lo que sólo se concentró en llegar lo más rápido posible.

Entre más se acercaba al centro de la isla, más podía escuchar algunos gritos y pronto se dio cuenta de que venían de una especie de arena, algo como un coliseo, donde parecían encontrarse todas las amazonas, pues todo lo demás estaba desierto. Eri entró entonces a ese lugar y no pudo creer lo que vio.

–¡Es lo que este sucio hombre se merece por venir a este lugar e intentar hacer realidad sus sucios pensamientos con las mujeres de Amazon Lily! ¡Esta es la naturaleza de los hombres!

Era una joven alta de cabello negro corto la que hablaba a las demás amazonas acomodadas en las gradas del lugar. En medio de la arena esta Hiro, apresado y rodeado de una hoguera. No iba a faltar mucho para que el fuego lo consumiera. Eri se dio cuenta de esto y, sin que nadie pudiera detenerla, llegó al centro de la arena y sacó a su hermano del fuego ante la sorpresa de todas las presentes.

–¡Eri! –exclamó él con felicidad– nunca había estado más contento de verte.

Pero rápidamente se dieron cuenta de que no iban a escapar de allí fácilmente. De inmediato fueron rodeados por más de quince de las guerreras kuja con intenciones muy hostiles.

–¡Deténganse, por favor! –pidió Eri– él es mi hermano, por favor… él se irá de aquí, no haremos nada malo.

La petición de Eri no iba a ser tomada en cuenta, pero de pronto un silencio sepulcral se hizo en la arena. Al fondo de la misma, de una enorme silla, se incorporó una espigada mujer. Usaba un vestido rojo completo, con la marca de las piratas Kuja. Tenía un cabello largo, lacio y ya con bastantes canas, pero todavía muchos mechones negros.

–¿Sabes cuál es el peor crimen que ha cometido tu hermano aquí? –preguntó Boa Hancock, la Emperatriz Pirata. Eri supuso que era el acoso sexual.– Él ha asegurado ser hijo de Monkey D. Luffy y yo no perdonaré esa mentira.

–Oh, pero es cierto. Somos Monkey D., es nuestro padre.

No demoró Eri en decir tal frase cuando ya estaba atada junto a Hiro en medio de la hoguera, hacia una muerte que lucía segura. Las llamas se acercaban cada vez más y los gemelos, como pudieron, se tomaron de la mano para pasar ese momento –que lucía como el último– juntos.

Pero, justo cuando el fuego ya empezaba a quemarlos, un extraño viento apareció y lo apagó. Demoraron en ver de qué se trataba, pero frente a ellos, una mujer empuñaba una katana, a la cual estaba envainando tras su uso.

–¡Onee-chan! –exclamaron emocionados los gemelos, al ver como su hermana Lina aparecía para salvarlos. Las amazonas, incluida Hancock, se quedaron perplejas. La mayoría ya conocía a Monkey D. Lina, puesto que ella, como adolescente, había ido a parar una vez a la isla accidentalmente. La Princesa Serpiente le había tomado bastante cariño incluso.

–¡Estás aquí, Lina onee-san! Aunque… ¿esa blusa con ese pantalón? En serio?

–¡Cállate Eri, no es momento para eso! –le respondió Lina enfadada. Luego se hincó en dirección a Hancock.

–Lo siento mucho, Hancock-san. Mis hermanos le han causado muchos problemas. Perdónelos por favor.

–¿En realidad son tus hermanos? –preguntó la mayor de las hermanas Boa al levantarse otra vez de su silla.– Pues no se parecen en nada a ti. Son maleducados y groseros. Seguro lo han sacado de tu madre.

Hiro y Eri estaban por responder agresivamente a esas palabras pero Lina los detuvo con un gesto.

–Le pido me deje llevármelos. No volverán por aquí –aseguró Lina. Hancock aceptó sin demasiado aspaviento y los tres hermanos salieron de ahí rápidamente. No importaba mucho que fuera de noche. Lina había llegado en una de sus extrañas nubes, creadas en laboratorio, y ya que no tenía ningún medio para fabricarla allí, se fue junto a sus hermanos en el Conomi.

–Hiro, Eri… ¿por qué tienen que meterse en este tipo de problemas? –suspiró.

–Ha sido culpa de Hiro –acusó Eri– yo la pasé muy bien en Water 7 y las islas cercanas, pero él tenía que venir aquí. Por eso tuve que venir yo a rescatarlo –dijo y no encontró ninguna contestación en Hiro– además me he encontrado a un lindo marine en el camino, hermana –agregó guiñando el ojo.– Por cierto, esa blusa iría mejor con un pantalón formal, no unos jeans, onee-chan.

–No cambiarás Eri… ¿y tú qué pensabas encontrar aquí, Hiro?

–Pues, lo mismo que encontré, chicas y muchas –sonrió el muchacho.

–Pero en Amazon Lily están prohibidos los hombres, ¿es que no lo sabías?

–Claro que lo sabía –dijo Eri– pero él estaba muy seguro de enamorar a una guerrera Kuja.

–Pues déjame decirte que casi lo logro –afirmó él– la chica que viste gritando en medio de la arena, parecía odiarme, pero te aseguro que no es así. Antes de que las demás nos descubrieran, ella y yo la estábamos pasando bien.

–Hiro… –suspiró Lina– ella es la heredera de Hancock. Ella nunca tuvo hijas, pero ha tomado a esa chica como la próxima Princesa Serpiente. Era lógico que te sentenciaran a la muerte por tratar de cortejarla.

–Vaya… –exclamó Hiro admirado– Ivy nunca dijo nada sobre eso.

Lina relató que conocía ese tipo de detalles porque era una Amazona honoraria y había visitado en varias ocasiones la isla de Amazon Lily. Explicó además que Nami la había contactado y le pidió ayudar a sus hermanos, cosa que finalmente logró, teniendo que desocuparse de sus labores científicas en Mariejoa.

Los hermanos llegaron a Water 7 a recoger las compras de Eri luego de horas y horas de ruegos de ella y más tarde se enfilaron rumbo al East Blue para regresar a casa luego de un duro viaje.

–Prepárense para lo que viene con nuestra madre –dijo Lina, riendo un poco.

–Yo diría que tal vez no nos regañará tanto –afirmó Hiro.

–¿Y eso?

–Es porque les dimos algo de tiempo –dijo Eri– estuvieron algunos días a solas, tal vez hasta tengamos un hermanito nuevo en nueve meses.

Lina prefirió no decir nada –ni tampoco imaginar tal escena- y sólo sonrió. Pocos días después, los hermanos llegaron a Kokoyashi. Su madre ya los esperaba y, por supuesto, el regaño fue fuerte, duro y algo aterrador, pero valió la pena luego de la primera aventura en Grand Line de los gemelos a solas, sin sus padres.

–Tal vez deberían irse algo más seguido a partir de ahora –dijo Luffy con una amplia sonrisa en su rostro– así tendremos más tiempo –agregó antes de recibir un coscorrón de su mujer

Así fue esta aventura de los gemelos. Espero les haya gustado. Habrá más aventuras y personajes como Souma e Ivy aparecerán de nuevo, obviamente.

El próximo capítulo que escriba, será probablemente con unos gemelos algo más pequeños, de unos diez años, por lo que no habrá Grand Line esta vez. Espero no demorarme demasiado.

Un saludo y gracias.