CAPÍTULO CORREGIDO & EDITADO

Disclaimer: Harry Potter no me pertenece, solo me gusta escribir cosas distintas con él.


CAPÍTULO 1

Lily Potter miró a través del ventanal enorme del salón privado de la Mansión Potter. Las paredes eran de color rojo veneciano, oscuro, dando sensación de calidez a los vastos territorios del Estado Potter situados al Norte de Gales. El suelo era de mármol blanco y una alfombra gruesa de seda aterciopelada de fondo negro azabache y azul zafiro con figuras doradas que simulaban la escena de Andrómeda, encadenada a una gran roca y a punto de ser devorada, cubría la mayor parte del suelo.

Dos divanes de color blanco con filigranas doradas en el marco y en las patas, aguantaban el peso de James Potter, que estaba sentado con la mirada desenfocada en dirección a la baja mesa de madera caoba con patas redondas y talladas magníficamente. Allí, encima de la mesa, había una carta algo arrugada con un sello de color violeta y un escudo con una gran H rodeada de un halcón, un león, una serpiente y un tejón.

"¿Qué vamos a hacer, James?", preguntó Lady Potter, poniendo sus manos entorno a su estómago, que estaba algo curvado, como si quisiera proteger a su hijo de un peligro invisible.

James giró la cabeza al escuchar la temblorosa voz de su mujer. Lily tenía el cabello rojo como el fuego y ojos esmeraldas que brillaban con luz propia; parecía imposible que alguien con semejante fuerza interior pudiera sentir dolor y tristeza. La última vez que Lily se desmoronó fue cuando Minerva McGonagall le informó que sus padres habían sido asesinados por un par de mortífagos. Él había tenido algo más de suerte, sus padres habían muerto sí, pero de forma natural. Era extraño, pensar que una familia tan extensa como lo había sido la familia Potter se encontrara reducida a 2 personas, 2 personas y medio, si contaban el feto desarrollándose en Lily.

"¿Deberíamos mudarnos a Godric's Hollow?", volvió a preguntar Lily, esta vez de forma más directa.

"Dime Lily, ¿cuántos Directores de escuela entrevistan a sus profesores en una taberna?", repuso James, tocándose la barbilla e intentando poner orden a sus pensamientos.

Lily se giró lentamente para observar a su marido con el rostro desencajado y los labios entreabiertos. Se sentía temerosa, angustiada, nerviosa, estresada, cansada y no parecía que la situación fuera a mejorar en el futuro. Se abalanzó hacia el diván y se sentó al lado de su marido, cogiéndole las manos con las suyas, que estaban heladas y no de frío precisamente. La Mansión se encontraba en sumo silencio, como si pudiera sentir que algo tremendamente importante estaba sucediendo; cosa que no sería del todo ilógico puesto que la Mansión tenía más de mil años y era mágica.

"¿Sugieres qué…?"

Pero no acabó la frase, James la interrumpió, "No lo sé, no lo sé", contestó de forma repetida, sacudiendo la cabeza, como si quisiera convencerse a él mismo también de su ignorancia, "Lo único que sé es que no debemos confiarnos, de nada y de nadie. ¿No dijo el mismo Dumbledore que había un espía en la Orden? ¿Quién puede ser Lily? ¿No ves que todos los presentes son amigos nuestros, conocidos en quienes confiamos? Si uno de ellos es el espía,…"

"¿Qué podemos hacer?", preguntó mucho más firme Lily Potter, ojos ardiendo, como si estuviera dispuesta a hacer cualquier cosa para hacer que su familia sobreviviese.

"Dumbledore ha dicho que la profecía, en caso de que sea cierta, puede referirse a dos parejas, a los Longbottom y a nosotros. ¿Qué harías tú si fueras Voldemort?", preguntó James, su rostro serio, como el auror que era, mirando a Lily.

"Matar al niño, antes de que se convierta en un peligro", susurró Lily, con la cara blanca, "O incluso eliminar a las madres embarazadas".

"O incluso robar al niño", refutó James, poniéndose de pie y caminando descalzo sobre la alfombra, quitándose las gafas rectangulares con contorno plateado que estaban puestas en su nariz, "por eso quiere Dumbledore que nos mudemos a Godric's Hollow bajo el Fidelus, pero, ¿quién sería el guardador del secreto?"

"Alguien de confianza", contestó Lily y nada más empezar la frase se recostó en el diván al ver dónde quería parar James, "¿Crees que podríamos haber sido traicionados?"

"¿En quién podemos confiar, Lily? ¿Te atreverías a poner nuestras vidas en manos de alguien, aun siendo un amigo, sabiendo que puede haber una posibilidad que éste sea el traidor?", chasqueó los dedos y apareció un ser pequeñito, de color grisáceo con grandes ojos como pelotas de golf y unas orejas descomunales para su enana cabeza, "Io, ¿puedes traernos unas tazas de té y algo de comer? Gracias".

El elfo doméstico se marchó sin decir nada, asintiendo con una casi invisible sonrisa a su amo y amigo, y pronto aparecieron un par de humeantes tazas de té Earl Grey con un plato lleno de galletas de chocolate, favoritas de Lily. James suspiró y se volvió a sentar en el diván, al lado de su esposa, como si en lugar de 20 años tuviera el doble.

"James, creo que tengo una idea", informó Lily, sonriente por primera vez en días, cogiendo la taza con manos temblorosas de la excitación y dando un buen sorbo para calmarse, "Haremos como tú dices, no confiaremos en nadie".

"Dime Lily, explícate", rio cortamente James, al ver que le costaba poner en palabras sus ideas, "por algo me casé con la chica más inteligente de Hogwarts, ahora es tu momento".

Lily soltó una carcajada y le azotó el brazo, sin estar particularmente enfadada, "Lo único que tenemos que hacer es saber en quien podemos confiar, es decir, podemos llamar a Sirius y, cuando venga aquí, cerrar la Mansión. Le hacemos jurar que es nuestro aliado, o una cosa por el estilo, y en caso de que sea el traidor, le capturamos. Podemos hacer lo mismo con Remus y con Peter, y luego podemos elegir uno de los 3 para ser el guardador del secreto".

"¿Te refieres a mudarnos igualmente a Godric's Hollow?", preguntó James con el rostro serio de nuevo, hablar de sus mejores amigos como si fueran traidores le hacía sentir nauseas, no obstante, era algo inevitable, se dijo, "¿Por qué no hacemos algo mejor? Me gusta lo que has dicho, por eso".

Lily vio el brillo maligno en los ojos de su marido y supo que tenía un buen plan, "Di".

"Podemos poner Godric's Hollow bajo Fidelus pero seguir viviendo aquí, la Mansión es uno de los edificios más protegidos de toda la isla. Mi plan tiene algo un poco más complicado, por eso", paró un momento y se volvió a llevar la mano a la barbilla, Lily sabía que estaba pensando muy deprisa en las distintas variables del plan y sus posibilidades de éxito, "Para que funcione el plan necesitamos saber quién es el traidor pero no capturarlo. Pongamos que Remus es el traidor y que, gracias a los juramentos que les hemos hecho hacer Sirius y a Peter, sabemos que ellos son nuestros aliados. Podemos hacer que él fuese el guardador del secreto, podríamos tender una trampa a Voldemort en Godric's Hollow mientras vivimos aquí".

No obstante, Lily tuvo una epifanía muy desagradable, "James, me gusta tu plan pero las profecías, si son válidas, tienden a llevarse a cabo no importa qué. La profecía dice que Voldemort marcará al niño como su igual. Si es de forma literal el bebé deberá enfrentarse cara a cara con Voldemort y para ello deberá estar en Godric's Hollow, aunque puede no serlo y marcar a Harry en su pensamiento como el enemigo, quien sabe".

James, que se había puesto de pie otra vez, maldijo al ver que su esposa tenía razón, "Debemos repasar esa profecía a fondo, ver si realmente Harry tiene que…", se cortó y se aclaró la garganta, girándose a mirar a Lily, "De cualquier manera, no voy a dejar que muramos, o que Harry crezca solo, debemos seguir con el plan principal, debemos saber quiénes son nuestros aliados y quién es el traidor".

Lily asintió, tenía algo que hacer y no descansaría hasta que lo consiguiera, "¿Por quién quieres que empecemos? Piénsalo desde un punto de vista totalmente racional, James".

"Bueno, Remus es un hombre lobo, una criatura oscura, y sabemos que han estado reclutándolos. Sirius es un Black y toda su familia restante está de parte de Voldemort. Peter, por otro lado, aunque ni pertenece a una familia oscura o es una criatura oscura, sería el más fácil de manejar y de amenazar", finalizó James, se dio la vuelta y miró fijamente a su mujer, "Oye Lily, ¿crees que deberíamos poner la Mansión bajo Fidelus? O quizá mudarnos a una de las casas de Francia".

"Podemos hacer ambas cosas, poner bajo FidelusGodric's Hollow y la Mansión, mudarnos a Francia y tender una trampa a Voldemort. Todavía sigue quedando lo de la marca, no te olvides", suspiró y vio que James parecía reticente a tocar el tema de quién-es-el-traidor, "James, invitaría primero a Remus. Es más, lo voy a hacer ahora mismo".

Sin esperar respuesta de su marido, sabiendo que no iba a contestar, corrió como pudo con su barriga de 5 meses al fuego y llamó a Remus. Hacía nada más que un par de días desde la luna llena así que, en caso de que fuera el traidor, ese sería el momento perfecto para poder reducirlo, en caso de violencia. Como esperaba, Remus estaba en el pequeño chalet que le habían regalado hacía 3 años. Una vez habían vuelto de su larga luna de miel, que duró casi un año, Remus se había negado a ir a vivir con ellos y, para cuando Lily creía que lo había convencido, se quedó embarazada de Harry y Remus se negó rotundamente a vivir con los Potter y poner en peligro la vida del bebé.

"¡Remus! ¿Podrías venir un momento a la Mansión? Tenemos algo que preguntarte", le informó y, al ver que él asentía, desconectó la llamada y sacó su varita. James ya estaba preparado desde hace tiempo, al otro lado de la chimenea.

Remus salió del fuego con las ropas raídas y sucias de polvos floo. Sonrió al ver que la ceniza desaparecía gracias a los encantamientos de Lily, pero al mirar los rostros serios de Lily y James, juntamente con las varitas desenfundadas que le apuntaban, alzó las manos en señal de paz y les miró asustado.

"Remus, coge tu varita y jura en tu magia que no nos traicionarás, que eres amigo y aliado de los Potter y que no eres ni serás parte de los mortífagos. Ahora", dijo de forma estoica James y Remus supo que algo malo debía estar pasando, nunca había visto a su amigo tan serio.

"Vale, vale, ahora lo hago", cogió su varita despacio, al ver los ojos de Lily brillar con malicia y apuntar a su corazón y juró, "Yo, Remus John Lupin, juro solemnemente en mi magia que soy amigo y aliado de la familia Potter, que nunca les traicionaré y que no soy ni seré parte de los mortífagos dirigidos por Voldemort. Que así sea".

Un rayo de luz le atravesó y James dejó caer su brazo, cerrando los ojos. Lily se llevó las manos a la cara al darse cuenta de lo muy real que se le estaba haciendo su situación, sollozó y caminó hasta el diván, cogiendo su taza de té. Acababa de hacer jurar a uno de sus amigos su lealtad. Remus miró a los Potter, con rostro serio y contraído de la confusión.

"¿¡Qué demonios acaba de pasar!?", exclamó algo enfadado, su cansancio de hace un par de días remitiendo a la vez que aumentaba su desazón.

"Lee esto", le tendió la carta de Dumbledore James, al mismo tiempo que pasaba el brazo por los hombros de Lily.

Remus se sentó en el diván frente a la pareja y cogió la carta, leyendo deprisa el contenido, palideciendo con cada palabra. Cuando acabó, dobló la carta por la mitad y comenzó de nuevo con el saludo del Director. Simplemente debía volver a repasar todo lo escrito, no podía creer, de lo contrario, lo que estaba leyendo. Sin embargo, cuando finalizó por segunda vez la carta, no tuvo más remedio que admitir que sus amigos tenían mucho de lo que estar preocupados.

"¿Qué pensáis hacer?", preguntó Remus, devolviendo la carta a la mesa y mirando a los Potter con expresión alarmada.

"Estamos buscando el traidor de la Orden sin que se dé cuenta, tú Remus, serás el guardador del secreto de esta Mansión mientras que el traidor lo será de Godric's Hollow, donde Dumbledore cree que vamos a mudarnos", informó James, chasqueando los dedos y haciendo aparecer el té para su amigo, "Si es que no te opones".

"Claro que no James, ya lo sabes", alzó una ceja reprochando semejante entrada y observó la sonrisa algo avergonzada de Lily y el rodar de ojos de James, típico, "¿Planeáis quedaros aquí, pues?"

"Bueno, creemos que no pero eso es algo que todavía tenemos que pensar", dijo Lily, intercambiando miradas con James. "Todavía tenemos que hacer venir a Sirius y repetir el proceso con Peter, tú eres el primero, en realidad".

Remus asintió y observó a Lily marchar de nuevo hacia el fuego.

Peter Pettigrew se encontró merodeando por los pasillos de la Mansión Malfoy, deseando convertirse en la rata que sabía que era. Estaba a punto de traicionar a sus mejores amigos y, aunque al principio se encontró haciéndolo de mala gana, aterrorizado por su vida y la de su madre, con el paso del tiempo el Señor Oscuro supo mostrarle la verdad, como era él, en realidad, una persona despreciada por sus supuestos amigos, como serviría mejor, con sus habilidades, en el lado opuesto.

Pronto incluso la vida de su madre dejó de importarle, ¿qué más daba una mujer mediocre pudiendo tener el afecto del Señor Oscuro? Nunca, simple y sinceramente, nunca se había sentido tan necesitado. Con el Señor Oscuro era alguien, era uno de los espías clave del lado oscuro, miembro de la Orden del Fénix, fundada por el némesis de su señor, Dumbledore. Había momentos, claro, que resultaba difícil sobrellevar su carga. Sobre todo cuando el Señor Oscuro le castigaba por sus fracasos con una de las maldiciones imperdonables, la maldición Cruciatus. Se encontraba más nervioso, ansioso e incluso sufría pérdidas menores de memoria aunque nada con importancia.

El día de hoy, Peter se encontraba exaltado de contento, hoy, Sirius Black, uno de los traidores de sangre y antiguo amigo suyo, le había comunicado que pensaba que Remus era el traidor. Al parecer su trabajo duro estaba teniendo sus frutos aunque era obvio que Remus tenía todos los boletos para ser el traidor, después de todo, ¿quién iba a imaginar que sería el tímido Peter el espía? Tocó un par de veces a la puerta del estudio principal, donde estaba aguardando su señor, con manos temblorosas.

"Adelante, Wormtail", dijo una voz masculina, oscura, acompañada de un siseó de una gran serpiente.

Peter sabía que era Nagini, el familiar de su amo y señor, una víbora de más de 5 metros con mirada penetrante y amenazadora. Él sentía bien el instinto asesino de la serpiente, siendo una rata gran parte del tiempo, así que no miró a la serpiente colocada en los hombros del Señor Oscuro y agachó la mirada al escuchar cómo se levantaba su amo de su asiento de cuero negro.

"Ah, Wormtail, he escuchado que traes noticias, ¿es eso cierto?", preguntó sonando muy cerca de su oreja, él asintió muy rápidamente sin querer dar pie al castigo que, de lo contrario hubiera sido inminente, y esperó en silencio, "Bien, habla".

"Los P-Potter, tal y como pensasteis mi s-señor, van a mudarse a una residencia franca bajo Fidelus, mi s-señor", dijo él, tartamudeando suavemente con el corazón latiendo a cien, "El traidor Black ha empezado a dudar del hombre lobo, mi señor, me ha dicho que quizá fuera mejor que él fuera el cebo y yo el verdadero guardián del secreto, m-mi señor".

"Fantástico", siseó de placer, casi como si pudiera catar la victoria Voldemort, con los ojos rojos brillando en la oscuridad del estudio, iluminados por las llamas anaranjadas de la chimenea a lo lejos, "Sigue con tu trabajo Wormtail, espero resultados para dentro de un par de semanas, necesito saber dónde se esconden esos patéticos Potter y su bastardo".

"S-sí, mi señor", asintió más profundamente con la cabeza y escuchó unos golpes en la puerta del estudio.

"Ahora vete y deja pasar a Barty", finalizó el Señor Tenebroso, volviendo a su asiento detrás de la gran mesa, cogiendo un calendario y un mapa.

Peter se escabulló a toda prisa del estudio mirando de reojo a Barty Crouch Jr, que era uno de los más devotos espías y miembro de los mortífagos. Nadie hubiera creído que el apuesto Ravenclaw, recién salido de Hogwarts, Premio Anual y prefecto, hijo del actual Cabeza del Departamento de Ley, fuera en realidad una persona sedienta de sangre y reconocimiento. Sí, el Señor Tenebroso los había elegido bien. Lo que era basura para unos era un tesoro para otros, o eso decían, sinceramente, Peter solo quería salir de la Mansión tétrica de los Malfoy.

Al dejar atrás la Mansión, dio una media vuelta y se desapareció hacia su casa, donde le esperaba su madre. Al llegar vio que ésta estaba dormida en el sofá y que su taza de té estaba fría junto a una botella medio vacía de vino, debía de hacer rato que le esperaba. Encogiéndose de hombros, fue aprisa hacia su habitación en la segunda planta de la pequeña casa de 2 habitaciones y un baño de los Pettigrew y sacó nueva ropa de su pésimo armario, dejando la túnica negra encima de la cama. En media hora tenía que estar en la casa franca a las afueras de Londres donde Dumbledore había montado su comité de la Orden y todavía sentía el frío y el miedo colgando de su persona que la había provocado el Señor Tenebroso. Necesitaba ducharse.

Se miró al espejo mientras se desabotonaba la camisa y vio cómo su nueva vida le estaba pasando factura. Ojeras aliladas, pelo castaño revuelto y clareando en su frente, le estaban saliendo entradas. Sin contar los dolores de espalda que le impedían ponerse recto. A veces su madre le decía que se iba a quedar jorobado, a él eso era lo que menos le importaba. Prefería ser jorobado a estar muerto.

Se metió en la ducha caliente y se quedó en silencio, con la cara mirando a la alcachofa durante varios minutos. Estaba tan perdido en sus pensamientos que no escuchó su madre llamarle en voz alta, o como ésta abría la puerta de su habitación donde había dejado la túnica negra encima de la cama que tanta pereza le había dado doblar y guardarla en su cajón secreto. Se secó y se puso la ropa interior juntamente con los pantalones, al ver que le quedaban 5 minutos para ir a la reunión con tan mala suerte que arrancó el cuello de su nueva camisa, maldiciendo, marchó hasta su habitación y se encontró con la puerta abierta.

"¿Peter?", preguntó temblorosamente su madre, viendo su brazo izquierdo y sosteniendo su túnica negra.

Entonces, ambos se quedaron en silencio, sin moverse. Se dio cuenta en seguida que su madre le había descubierto y tenía que hacer algo. Las ganas de huir eran tremendas, sus instintos animales estaban a flor de piel, pero si lo hacía arruinaría su operación y entonces élle castigaría, quizás con la muerte. Sacó su varita sin decir nada y apuntó a su madre, diciendo, por segunda vez, la maldición mortal.

"¡Avada Kedavra!"

Lucy Pettigrew cayó al suelo, su rostro horrorizado al haber sido asesinada por su propio hijo, la túnica negra todavía cogida en su mano derecha. Peter se puso la primera camisa que cogió e hizo una bola su túnica, guardándola aprisa en el armario y arrastrando el cuerpo progresivamente más frío de su madre bajo el hueco de su cama. Ya haría algo con ella más tarde. Quizá la transformaría en un perchero.

Se desapareció de su casa y apareció en la casa franca, pasando sus manos por su cabello, intentando parecer normal. En ese mismo momento supo, como si le hubieran abofeteado, qué había hecho en realidad. ¡Se había cargado a su madre! Caminó con el aliento cortado por el pasillo con la cabeza gacha.

"¡Hey Peter!", exclamó una voz en el marco de la puerta, era Sirius. Su cabello negro ondulado y sus ojos grises brillaban bajo la luz artificial de la casa muggle que Dumbledore había comprado, "Eres el último, como siempre. ¿Ducha de última hora?"

Peter sonrió como pudo, asqueado de tener que reunirse con la Orden y de aparentar seguir siendo mediocre, y azorado por sus últimos actos. Sirius le condujo hacia la mesa y le sentó en el asiento al lado de Remus, que charlaba con Lily a su otro lado. Observó el estómago embarazado de Lily, que estaba ya de 7 meses, y supo que ya mismo los planes del Señor Oscuro se pondrían en marcha. Hubo un carraspeo de garganta y todos se giraron a mirar a Dumbledore.

"Bienvenidos todos a la sesión de la Orden del Fénix, 1 de Junio de 1981", saludó Dumbledore cruzando sus manos bajo su barbilla, aparentando una seriedad que su túnica violeta con lunas azules le negaba, "Hoy empezaremos por…"

Lily Potter desvió su atención de Dumbledore, sabedora que James y, sobre todo, Remus, estaban atentos a sus palabras y miró de reojo a Pettigrew, que observaba con aburrimiento a Dumbledore. La rata traidora, hacía un par de meses que habían descubierto la verdad. ¡Peter Pettigrew! ¿Quién demonios iba a imaginarlo? ¿Quién, de hecho? Sintió sus labios rizarse y una mano, la de Sirius, le apretó el codo en advertencia. Le quedaban otro par de meses para salir de cuentas pero llevaban semanas informándose de los trapicheos de Voldemort. Pettigrew resultó ser una fuente de información.

Mientras que no le dijeran nada a Dumbledore, Pettigrew seguiría siendo el perfecto espía y Voldemort no sospecharía que los Potter le estaban borrando la memoria frecuentemente, después de hacerle decir lo que tramaba éste. James ya lo había hablado con Dumbledore, dentro de una semana se mudarían a Godric's Hollow. En realidad, esta misma noche Remus pasaría a ser el guardador del secreto del Fidelusde la Mansión y se trasladarían de inmediato a una villa de Francia perteneciente a los Potter, que también pondrían bajo el encantamiento pero, esta vez, sería Sirius el guardador del secreto.

James se había sacado la licencia para hacer trasladores así que podrían viajar frecuentemente entre la Mansión y la villa, de manera que nadie sospechara nada. Tenían suerte que Dumbledore no supiera donde estaba la Mansión sino estaban seguros que, al darse cuenta de su desaparición en Godric's Hollow, los visitaría allí. Cuando acabó la reunión, Remus y Sirius se desaparecieron a la Mansión Potter y Peter fue primero al baño, allí, cambió de forma una vez se encantó en silencio y siendo invisible. James y Lily, sabiendo que Peter los estaba siguiendo, se reunieron a solas con Dumbledore, dejando la puerta entornada.

"¿Qué puedo hacer por vosotros, James, Lily?", preguntó con una curiosidad seria Dumbledore, volviéndose a sentar en su anterior silla.

"Bueno, tenemos previsto mudarnos a Godric's Hollow dentro de 5 días, esperábamos que tú pudieras hacer el encantamiento", informó Lily, viendo como asentía James mirando a la nada, aunque realmente estaba mirando por el rabillo del ojo a la rata desilusionada que entraba por la puerta.

"¡Oh! ¿Y quién será vuestro guardador del secreto?"

"Peter, aunque haremos pensar a todos que será Sirius, ya sabes, viendo tan amigos que somos cualquiera lo creería", respondió James, sintiéndose triunfal de que sus planes fueran yendo tan bien, "Todavía no lo sabe pero suponemos que no le importará, es la opción más adecuada, siendo Remus un hombre lobo y Sirius un Black. Cualquiera de los dos puede cometer un desliz sin querer".

"Bueno, debo decir que me sorprende pero es una buena estrategia", contestó Dumbledore, pensativo. "Cuando queráis hacer el encantamiento mandad una lechuza a Hogwarts, estaré pendiente. Ahora debo irme, buenas noches, James, Lily".

"Buenas noches", dijeron al unísono los Potter y se desaparecieron los tres.

Peter se desapareció también a su casa y corrió escaleras arriba, nervioso y excitado a la vez. Se tumbó en la cama, olvidando completamente el cuerpo tieso de su madre bajo el mueble, y se durmió.

…..

"¿Habéis visto a ese maldito?", gruñó Sirius cogiendo con fuerza bruta el gran baúl de Lily y arrastrándolo por la pendiente de la entrada de la villa francesa. "No me lo puedo creer, todo este tiempo y esa rata… ¿Qué demonios llevas aquí, Lily? Espero que no sean libros, esto debe pesar media tonelada, Merlín".

Lily rodó los ojos, cargando el gato negro de ojos dorados de la familia en brazos y abrió la puerta de la casa con su varita. A menudo Sirius olvidaba que era un mago. James y Remus estaban en la retaguardia, cargando ambos unas maletas de ropa y cosas de bebé. Se miraron de reojo y evitaron reír la mala suerte de Sirius, que parecía ser el chivo expiatorio de las hormonas de Lily. Esa misma tarde habían encantado la Mansión bajo Fidelus y Lily había convencido, o amenazado, a Remus y a Sirius para que fueran a vivir con ellos a Francia. Sirius, no obstante, tendría que pasar una semana de cada mes en la Mansión ya que sino el encantamiento de la villa caería; era una de las desventajas del Fidelus.

"Sabes Lily, deberías tener a Harry en Francia, al ser francés tendría más derechos que un ciudadano británico, ¿lo sabías? Eso hicieron los Malfoy, por eso el precioso y maravilloso Lucius Malfoy no ha ido a Azkaban todavía ni lo pisará", comentó jadeando Sirius tirando del baúl en los 3 escalones de la entrada, "Podéis hacerle una doble nacionalidad, pero Harry será primeramente francés, podrá usar las maldiciones imperdonables en acto de defensa sin ser penado, y ese tipo de cosas".

"¿Cómo sabes eso, Sirius? Debes ser la persona menos estudiosa que conozco", preguntó con curiosidad genuina Remus, dejando caer las maletas en el suelo de parqué de la entrada.

"Sigo siendo un Black y, en parte, algo Slytherin", repuso el otro, arqueando la espalda y dejando caer el baúl de repente, pillando los dedos de James bajo su peso al mismo tiempo, "Ops".

"Pues para ser algo Slytherin podrías haberte ahorrado el viaje con el baúl levitándolo", dijo sarcásticamente James cerrando la puerta, al tiempo que se cogía el pie, fulminando con la mirada a su, raramente sano, amigo.

"Ha ha, James, ahora que vas a ser padre has dejado de tener gracia".

Lily volvió a rodar los ojos y tosió al ver que su marido estaba a punto de contestar indignado. Ambos tuvieron la decencia de girarse avergonzados. Se puso las manos en las caderas y entrecerró los ojos, sin darse cuenta de la sonrisa burlona de Remus sobre su hombro.

"¿Vamos a hacer el Fidelus o qué?", gruñó.

Ambos asintieron rápidamente y James dejó la maleta en el suelo, haciendo una mueca que aun así Lily terminó viendo, a juzgar por la ceja alzada que le apuntaba. Salieron todos a fuera y James cogió la mano de Sirius, mientras Remus desenfundaba su varita. Medio párrafo de palabras en latín después, Lily, James y Remus se encontraban mirando hacia la nada, la villa francesa había desaparecido. Sirius les contó el secreto por primera vez y, de repente, una villa de color rojizo y color crema se apostaba frente a ellos. Cansados, entraron en la villa y, sin comer nada, se fueron directos a sus habitaciones, después de que Io pusiera las pocas cosas que se habían traído de la Mansión en su sitio. Lo último que escuchó Lily, que fue la primera en tirarse a la cama, fue:

"Prongs, espero que Harry no tenga el temperamento de Lily".

…..

Albus Dumbledore se sentó en su sillón confortable de su oficina en Hogwarts, mirando por la ventana sin ver nada. Había sido un error, un desgraciado error suyo, el que puso en marcha una serie de catastróficas desdichas. Si no hubiera decidido verse con Sybill Trelawney en la taberna de su hermano, solamente por no hacerle el feo a la normalmente borracha vidente, no habría Severus Snape escuchado la profecía por error. No lo sabría Voldemort, no habría pintado una diana en las espaldas de la familia Potter pero, pensándolo mejor, ¿no se autocompletaban profecías de forma independiente a los deseos humanos? Tenía el consuelo que, al menos, Voldemort no lo había escuchado todo.

Sin embargo eso no le decía nada, sabía que Voldemort querría acabar con los Potter habiendo escuchado la profecía entera o no. Eran un pequeño gran obstáculo por sí mismos, James siendo un auror y élite del Wizenmagot mientras que Lily era una indecible del Departamento de Misterios, una experta encantadora e investigadora. Suspiró. Ahora ya estaban salvaguardados en Godric's Hollow. Lo que tenía que averiguar era quién era el traidor en la Orden. Los Longbottom, que también habían aceptado mudarse a una casa franca, tenían, le alegraba pensarlo, menos posibilidades de ser quiénes buscaba Voldemort.

Un golpe en la puerta le hizo salir de sus cavilaciones, Fawkes chirrió una cancioncilla y Dumbledore sonrió brevemente, haciendo pasar a la Profesora McGonagall. Como siempre, llevaba un vestido de color oscuro y un sombrero encima de su moño grisáceo marcado por la edad, su rostro severo estaba decorado por unas gafas plateadas rectangulares y los finos labios apretados.

"Albus, ¿sabes algo más de Lily y James?", preguntó Minerva, como hacia cada mañana, al reunirse ellos antes de ir al Gran Salón.

"No, Minerva, sigo igual que ayer", repuso pacíficamente Albus cuando vio que le miraba por encima de las monturas de sus gafas, como si fuera un alumno más, "Solo hacen 2 semanas desde que se mudaron bajo Fidelus, querida, debemos dejar pasar un tiempo".

"Bueno, tampoco es que los Potter tengan mucho por hacer, escondidos y atrapados en una casa franca", masculló Minerva, alisando su falda verde esmeralda y sentándose en la silla que le ofrecía el Director. Cogió el vaso de té humeante, "¿No vas a decirme porque tuvieron que esconderse verdad, Albus?"

"No querida, no", contestó riendo, como había hecho desde hacía un par de semanas. Cogió unas hojas que tenía apartadas y se las alargó a su más leal Profesora, "Mira esto, Minerva".

Minerva cogió los folios y vio en seguida que eran el historial académico de Severus Snape, uno de los Maestros de Pociones más joven de todos tiempos. Volvió la vista a su jefe y le alzó una ceja. En cuanto James Potter se enterara que Severus Snape, su más odiado rival de escuela, era posible que trabajara en Hogwarts y, por lo tanto, le diera clases a su futuro hijo, estaba segura que pondría el grito en el cielo.

"Cuando se entere James quiero estar presente".

Albus Dumbledore soltó su primera carcajada del día. Lo que no pensaba decirle a Minerva, y a nadie más, era que Severus había vuelto del lado de Voldemort al enterarse que, en realidad, a quien se refería la profecía era a su querida Lily y que, por lo tanto, prácticamente la había matado él mismo. Aprovechando el momento, se había apropiado de uno de los mortífagos más populares y discretos de Voldemort, el Maestro de Pociones. Ahora únicamente tenía que convencer a Horace Slughorn que era el momento de retirarse.

Lily Potter se encontraba jadeando en una cama de un pequeño hospital de una provincia francesa. Hacía rato que había roto aguas pero simplemente todavía no era el momento de empujar, o eso le decía en francés la enfermera que revoloteaba alrededor de su cama. Lo único que Lily podía pensar era que Harry y no otro, era el niño de la profecía. Los Longbottom salieron de cuentas ayer, el 30 de Julio y Lily se había puesto de parto a partir de media noche del 31. Agradecía de todo corazón que Sirius y Remus se estuvieran haciendo pasar por los Potter en Godric's Hollow, donde estaban siendo visitados por Dumbledore y Pettigrew.

James estaba firmando papeles y rellenando el certificado de nacimiento antes de tiempo puesto que en menos de un día, Lily y Harry tendrían que viajar a Londres, donde allí falsificarían el nacimiento el día 1 de Agosto. Lily lo sentía mucho por los Longbottom pero pensaba hacer todo lo posible por hacer que su familia sobreviviera, incluso si tenía que dirigir toda la atención de Voldemort al bebé Neville Longbottom. Podría ser la madrina de Neville pero antes era madre de Harrison, su propio hijo. Gritó cuando una contracción la volvió a recorrer.

"¡James!", gritó sin mucho sentido y supo que ya era el momento de empujar, después de 11 largas horas.

"Lily, estoy aquí", dijo James, dejando los papeles bajo el bolso de Lily, a la vista, y cogiendo la mano de su esposa, acariciándole el cabello y dándole un beso para distraerla.

"Est temps de pousser, Lady Potter", informó la curandera, cogiendo su cabello rubio en un moño apretado en la nuca y situándose entre las piernas abiertas de Lily, "Pousser".

"Tú puedes Lily, ya mismo tendremos a Harry aquí", reconfortó James, sintiéndose algo estresado por estar pensando en las varias cosas que tendría que hacer en meras horas cuando preferiría estar con su familia y su recién nacido.

"Très bien, encore une fois, je peux voir la tête", cortó la mujer francesa, mirando a Lily a los ojos para darle más órdenes, "Très bien".

Lily gruñó y acabó chillando al terminar la contracción, James sintió como los dedos de su mano crujían con algo de dolor. Después de un par de contracciones más, Harrison James Potter nació a las 12 del mediodía del 31 de Julio. Jadeando, las lágrimas recorriendo su rostro, Lily observó cómo un par de enfermeras pesaban, median y lavaban a su lloroso hijo con ojos de halcón. James, callado, su rostro pálido, comprendió que acababa de ser padre. Sonriente, pasó un trapo húmedo por la cara de su esposa antes de que le entregaran al bebé.

Riendo calladamente, Lily escuchó de fondo como James firmaba los papeles y los entregaba a la enfermera, justo antes de hacerla jurar a ella y a la curandera, que no dirían nada del nacimiento hasta dentro de un par de días. Con curiosidad y algo de desconfianza, James prometió que era por razones de seguridad y no por nada más. Los ojos claros de Harry, como todos los de los recién nacidos, eran de color azulado pero Lily sospechaba que serían como los suyos dentro de unas pocas semanas. Minutos después, Lily le daba el pecho a su hijo por primera vez mientras que James rodeaba a ambos con sus brazos, sin darse cuenta de nada más.

Horas más tarde, un pequeño golpe en la puerta les avisaba que Sirius y Remus habían llegado. James abrió la puerta y les dejó pasar, haciéndoles callar. Lily estaba dormida con Harry en sus brazos, el cabello rojo cayendo alrededor del bebé como una cortina.

"¿Se lo han tragado?", preguntó nada más abrir la boca Lord Potter, girándose a mirar a sus amigos.

"Sí, como no, yo mantuve mi boca cerrada tomando el té y fingiendo estar medio dormido", dijo Sirius, a quien le había tocado actuar de Lily Potter tras haber perdido al piedra-papel-tijera contra Remus.

Remus suspiró, sintiéndose tremendamente culpable, y se dejó caer en la única silla de la habitación. James suspiro también, pero de alegría. Solo faltaba fingir el parto de Lily delante de Peter y el plan finalizaría. Mañana al mediodía, Lily rompería aguas, otra vez. Sonrió.

"¿Cómo está el pequeño Prongslet?", preguntó Sirius, acercándose como un perro curioso al bulto azul de entre los brazos de Lily.

"Bien, dormido, por suerte para Lily", señalando las ojeras de Lily, que había estado despierta más de un día entero y medio con contracciones, "Enhorabuena, Padfoot, eres el padrino de mi primogénito, en honor a mí madre Dorea Black Potter".

Sirius abrió la boca del asombro y la volvió a cerrar, atónito. Remus sonrió, sabía que esa era la decisión correcta. Después de mudarse a la villa todos juntos, sorprendentemente, fue Sirius el que cuidó de Lily y del pequeño Harry como si fuera su propio hijo. Quizá fuera porque sentía que el bebé era un cuarto Black, quien sabe, pero sería un padrino extraordinario y estupendo.


R&R.

Blackcirce