.~· Si la esperanza desaparece ·~.

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"El tiempo saca a luz todo lo que está oculto y encubre y esconde lo que ahora brilla con el más grande esplendor".

Quinto Horacio Flaco


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Capítulo 1

¿Tienes pesadillas?

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Era extraño. Se sentía... raro. Aunque no sabría decir la razón. Creía que había tenido un sueño, aunque no sentía miedo. Tal vez no había sido un mal sueño. Y, además, tenía la sensación de que ya lo había soñado antes. Pero, si no había sido una pesadilla, ¿por qué se sentía de esa manera?

Su corazón estaba oprimido, como si una gran preocupación lo asfixiase hasta el punto de no poder dejarla a un lado. Pero él no tenía más problemas que estudiar y tratar de ganar sus partidos de baloncesto, ¿no? Entonces, ¿a qué venía aquello?

T.K se levantó de la cama y fue a la cocina. Abrió la nevera y buscó con la mirada una botella de agua fría. Se sirvió un vaso, bebió un trago y después lo dejó sobre la encimera mientras seguía preguntándose qué le ocurría. Llevaba varias noches así. Se despertaba muy confuso, sabiendo que había soñado algo aunque no lo recordaba, con una terrible sensación en el pecho. Se pasó la mano por el pelo, desordenándoselo por completo, mientras suspiraba.

Miró el vaso de agua y vio pequeñas ondulaciones en el líquido. Frunció el ceño y se acercó más, pero en la penumbra de la habitación no apreció nada. Seguramente lo había imaginado. Volvió a su habitación y se tumbó en la cama tratando de conciliar el sueño, aunque sabía que no lo conseguiría.

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Kari bostezó sonoramente y su hermano la miró con curiosidad, ella nunca solía estar tan cansada, era una madrugadora nata. Le tendió la caja de cereales mientras la observaba con ojo crítico, hasta que la chica se dio cuenta.

-¿Pasa algo?

-Te veo muy cansada, ¿has pasado mala noche? -preguntó Tai preocupado.

-En realidad no, he dormido del tirón. Pero me he despertado como angustiada bastante antes de que sonase el despertador, como si hubiera olvidado algo, y aún no he recordado el qué.

-Qué raro.

Se quedaron en silencio, cavilando ambos por las palabras de Kari, y después se levantaron para marcharse a la escuela. Caminaron a paso lento porque por una vez no llegaban tarde ya que el mayor de los Yagami se había levantado a su hora. Se separaron en la puerta, con Tai aún observando con preocupación a su hermana.

La chica caminó mirando al suelo mientras seguía tratando de recordar hasta que vio a T.K unos pasos por delante. El rubio se había quedado parado observando un pequeño charco que había en un rincón. Kari frunció el ceño y se acercó a él, sin embargo el chico no apreció su presencia. Levantó la mano para posarla en su hombro pero, antes de que llegase a tocarlo, T.K la miró.

-El agua se ha movido... -susurró.

-¿Qué? -preguntó ella sin comprender nada.

-¿Qué? ¡Oh! Nada, tonterías. Buenos días, Kari.

El portador de la esperanza le sonrió y cambió de tema, ella no quedó muy convencida pero le siguió el juego y llegaron a su aula mientras charlaban de cosas triviales. Se sentaron en sus sitios y comenzó la clase. Su profesora de historia empezó a hablar sobre la guerra mundial y Kari desconectó casi al instante, no le gustaban esos conflictos porque le recordaban la maldad que puede llegar a existir y todos los inocentes que pagan por ello. Comenzó a garabatear distraídamente en su libreta mientras trataba de pensar en otra cosa.

Cuando acabó la clase bajó la vista a su cuaderno y se sorprendió de lo que había dibujado sin darse cuenta: un sol encerrado en un círculo. Miró unos instantes el dibujo sin comprenderlo, hasta que Davis la sacó de su ensimismamiento.

-El viernes de la semana que viene tengo un partido muy importante, ¿vendrás a animarme?

-Claro -prometió ella-. Se lo comentaré a Tai también para ver si puede.

-Eso sería genial, lleva ya bastantes partidos sin poder venir -dijo algo triste su amigo-. Voy a comentárselo a Ken y a T.K a ver si vienen también.

Kari asintió con la cabeza y volvió a mirar su dibujo. Después se encogió de hombros y cerró la libreta. Se dio la vuelta, buscando a su mejor amigo, hasta que se dio cuenta de que seguía en su sitio apoyado en la mesa. Se acercó a él y le pasó una mano por el sedoso pelo rubio. T.K se sobresaltó y levantó la cabeza, dirigiéndole una somnolienta sonrisa mientras se rascaba un ojo.

-¿Estabas dormido?

-Eso creo, es que llevo unas cuantas noches durmiendo muy pocas horas y estoy agotado -respondió él sin darle demasiada importancia.

-A mí últimamente también me pasa, me despierto muy temprano y no consigo volver a dormirme.

-¿Tienes pesadillas? -preguntó el chico.

-Creo que no, no recuerdo haber soñado nada -respondió ella algo extrañada-. ¿Por qué lo preguntas?

-No, por nada.

Entonces llegó el profesor de su siguiente clase y Kari tuvo que volver a su sitio junto a la ventana. Apoyó la barbilla en su mano mientras miraba hacia la pizarra y trataba de enterarse de la explicación.

-Los acrósticos son poemas en los que tomando la primera letra de cada verso se forman palabras o frases, tienen un mensaje oculto... -decía el profesor.

La chica reunió toda la fuerza de voluntad que tenía y empezó a tomar nota de la lección, ese día se sentía extrañamente desconectada de todo y le costaba muchísimo centrarse en algo. Tenía una sensación rara, de nuevo parecía que había olvidado algo importante. ¿Qué sería?

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T.K caminó lentamente hacia su casa. Tenía un terrible dolor de cabeza, llevaba varios días así y parecía que iba a peor. Entró en su habitación y dejó sus cosas, Patamon no estaba así que seguramente habría ido a dar una vuelta con Gatomon. Después fue a la cocina para comer algo, no es que tuviera apetito pero se sentía débil, tal vez le sentaría bien comer algo. Sabía que lo más sensato sería ir al médico pero no quería preocupar a su madre así que decidió tomarse una aspirina.

Después se dirigió al salón para ver la televisión. Pero un extraño sonido lo hizo detenerse. Se quedó estático y cerró los ojos, tratando de averiguar de dónde provenía el ruido. Giró a su izquierda y miró la pared, allí había un cuadro que le gustaba mucho a su progenitora y que mostraba el mar al atardecer. Era extraño. Le daba la sensación de que el agua del mar ondeaba ligeramente y que podía oír el sonido de las olas al romper contra la costa. Pero eso era imposible... ¿no?

-¡Ya estoy en casa! -exclamó una voz conocida.

Salió de su ensimismamiento y se dirigió a la puerta para recibir a su madre. Después, cuando volvió a pasar delante de la pintura, la miró unos instantes. Sin embargo, el sonido del agua había desaparecido. Se lo habría imaginado.

Esa noche T.K se despertó de pronto. La penumbra inundaba su habitación y el único ruido que rompía la tranquilidad de la noche era la respiración de Patamon a su lado. Suspiró y se dirigió al baño mientras se rascaba un ojo. ¿Habría tenido una pesadilla? Seguramente sí, porque sino no se habría levantado con esa angustiosa sensación que últimamente lo acompañaba a todas partes.

Encendió la luz y lo que vio en el reflejo del espejo llamó su atención. Se acercó al cristal mirando con asombro la imagen que le devolvía. Ese no era él. Bueno, sí que lo era, pero no del todo. Su cabello carecía de lustre alguno, caía como mustio en su cabeza y el color parecía apagado. Sus ojos no tenían brillo, ni vida... ni esperanza. Tampoco parecían tener el mismo tono, como si hubieran dejado de ser del color del cielo despejado para pasar a ser el de la más oscura noche. ¿Qué le había pasado para transformarse en aquel ser casi inerte?

Se acercó al espejo para observarse mejor pero una sombra tras él lo asustó. Se movía a gran velocidad y se dirigía hacia T.K, aunque no podía ver realmente cómo era. Aquella cosa se puso tras el chico y sintió que algo lo hería desde la mandíbula hasta la clavícula. Gritó y trató de moverse para alejarse de aquel dolor, pero descubrió que su cuerpo había dejado de responderle. Solo pudo observar con angustia cómo la sombra se cernía más sobre su cuerpo y lo rodeaba por la espalda. Mirando a aquella persona sin luz que se suponía que era él.

No tenía sentido luchar, no podía hacer nada. Se iba a rendir, dejando que la sombra lo arrastrase a donde quisiera con tal de que dejase de herirlo, cuando una voz que conocía bien se escuchó. Después, todo se volvió negro.

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-T.K... -susurró Kari en sueños.

De repente, se levantó y se llevó la mano al corazón. Latía desbocado. Trató de tranquilizarse y de normalizar su respiración mientras miraba con confusión a su alrededor. ¿Por qué tenía esa terrible sensación? Era como si se hubiera llevado un susto tremendo, pero no recordaba nada. Tal vez había tenido una pesadilla.

Miró a su hermano, que dormía a pierna suelta con la boca abierta y sonrió. Gatomon también estaba profundamente dormida, con el ceño algo fruncido por algo de su sueño que no le gustaba. Ya había amanecido porque la luz del sol se colaba por las rendijas de la persiana. Se levantó estirándose, no creía que pudiera volver a dormir. Se fue al salón y se dio cuenta de que no había aún nadie despierto. Claro, era sábado así que todos dormirían hasta tarde. Se preparó el desayuno mientras seguía pensando en esa sensación al despertarse. Algo tenía que haber soñado, pero no lo recordaba. Entonces, unas palabras aparecieron en su mente.

"... la sombra mientras llega a cubrir, a todo lo que la luz iluminó...".

Estaba segura de que alguien había dicho eso en su sueño, pero debía de haber sido un discurso más largo. La cucharilla que sostenía se resbaló de su mano y fue a estrellarse estrepitosamente contra el suelo, pero no le importó. Por más que lo intentó no pudo recordar ni una sola palabra más. Trató de serenarse, diciéndose que solo había sido un sueño, pero la terrible sensación volvió a invadirla. Como si aún no se hubiera recuperado de un gran susto. ¿Qué le estaba pasando?

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T.K abrió los ojos de golpe y se incorporó. Buscó por todas partes a aquella sombra que trataba de arrastralo, pero no había nada. El único ser que había en la habitación, aparte de él, era su compañero digimon que dormía tranquilamente. Intentó sernarse mientras la voz de Kari llamándole aún retumbaba en su cabeza, ese sonido había hecho que pudiera escaparse de aquel terrible sueño, ella lo había librado de la extraña sombra.

Suspiró pesadamente, sintiéndose muy cansado pero sin atrever a dormir de nuevo. No quería volver a pasarlo así de mal. Se levantó con cuidado de no despertar a Patamon y salió de la habitación. La luz del sol lo cegó momentáneamente. Estiró los brazos y un terrible escozor le hizo detenerse. El corazón se le detuvo una fracción de segundo, para después arrancar en dolorosos latidos de pánico.

Se puso delante del espejo de la entrada. Su imagen le dio seguridad, sus ojos estaban como siempre a diferencia de las grandes ojeras que había debajo de ellos y su pelo también parecía normal, aunque un poco revuelto. Entonces, con los ojos como platos, vio manchas de sangre en su camiseta. Se la quitó y lo que descubrió allí lo aterrorizó más aún.

Desde la mandíbula hasta la clavícula tenía una gran raja llena de sangre ya seca. Era la herida que le había hecho aquella criatura. No había sido un sueño.

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Aquí tenéis el primer capítulo de mi nueva historia, espero que hayáis disfrutado de la lectura.

¡Feliz año nuevo a todos! :)