Tardé, pero veo que a nadie le importó TwT. Nah, quien quiere lee y quien no, pues bien! Esto va para los que se pasaron por siquiera los primeros capis nwn


-Eres alguien bueno, Marshy. –Susurra bajando la mirada. –Pero no permitiré que sufras esta agonía. –Yo también sufrí desde que te marchaste de mi lado. –Perdóname, este será el último de mis errores.

Nada más veo como toca mi pecho con la mano extendida y siento, por primera vez en mas de 900 años su suave y tibio tacto. De ahí en fuera todo se vuelve extrañamente azul. Parpadeo, mis ojos lloran por el cambio brusco de iluminación; estoy en mi cuarto, bajo mis pies hay un charco de agua y enfrente de mi están Flama y Fionna, ambos lucen preocupados y felices a la vez.

-¿Qué ocurrió? ¿Cómo llegué aquí? –Pregunto. La verdad me siento bastante desorientado.

-Es normal que te encuentres así, digo, después de dos años es natural que tengas bastantes preguntas. -¿Dos años?

-Fionna, no debiste decir eso.

-¿Decirme qué? –Ambos desvían miradas. –Chicos, deben decirme qué demonios ocurrió y cómo es eso que estuve dos años sin saber nada.

-Marshall, escucha bien, es muy delicado lo que ocurrió y no quiero ponerte más tenso de lo que seguro estás. -¿Puedo estarlo todavía más? Fionna me mira muy triste, así que solo suspiro para tranquilizarla un poco. –Te encontramos en el castillo de la Reina Helada hace una semana, estabas en alguna clase de cápsula criogenia en un cuarto secreto.

-¿Cómo es eso? –Pregunto aún mas confundido.

-No lo sabemos. –Responde Flama. –Estabas congelado, la Reina Helada te lo hizo, o eso creemos.

-¿La Reina Helada?

-Nadie la ha visto desde que tú y Gumball la destruyeron, pero han pasado cosas extrañas en todo Aaa. –Empieza a explicar Flama. –Los inviernos se prolongaron mucho, nevó cuando no debía y en donde no debía, por ejemplo el Reino de Fuego está enfrentando una tormenta desde hace dos meses.

-Pero eso es imposible. Realmente todo está raro.

-Y luego tú, desapareciste, nadie volvió a verte, a la semana todos estaban muy asustados, Gumball organizó equipos de búsqueda y los dispersó por todo el mundo, pero hasta que no paramos en el Reino Helado no pudimos encontrarte.

-Estuviste extraviado por dos años, no sabes cuánto te eché de menos. –Fionna me abraza. –Cuando te encontramos, Flamita quiso descongelarte, pero el Dulce Príncipe dijo que sería muy arriesgado hacerlo sin contar con los estudios suficientes.

-¿Y Gumball? –Pregunto, pues él debería estar aquí con todo eso que me contaron.

-Está afuera, dijo que no le gustaría ver morir a su mejor amigo si algo fallaba. –Él sí es un buen amigo.

-¿Y tu gata, Fionna?

-En casa con Monocromo y sus cachorros, es mamá y… -Se sonroja. –Le puso a uno de sus gatitos como tú. –Qué alago.

Bien, supongo que lo que me acaban de decir debería calmarme, lo estoy, mi cabeza ya no da tantas vueltas como antes y no siento tanta presión en mi cerebro, he. (Sigh) ahora lo que me preocupa es saber donde está Simone.

Salimos, Gumball está afuera mirando el cielo estrellado con las manos tras la espalda. Flama me indica que fuese con él. Ni que fuera mi novio.

-No sabes cuan afeminado te ves así. –El voltea y me mira sorprendido, luego sonríe y va a abrazarme.

-Me alegro de que estés de vuelta.

-Ten por seguro que no me iré de este mundo antes que tú. –Me burlo.

Volvemos a entrar a mi casa. Es curioso que todo siga igual aún después de dos años; ni siquiera hay telarañas nuevas. Nos sentamos en el suelo a conversar.

-Flama me contó algunas cosas que ocurrieron en mi ausencia, pero algo más debió haber ocurrido, ¿no? –Pregunto con curiosidad.

-De hecho, no. –Suspira.

-Por cierto, ¿y Simone? –No me la he podido quitar de la cabeza. Gumball baja la mirada.

-No esperaba que preguntaras por ella tan pronto, pero debe ser natural si es una amiga tuya. –Suspira. –Ella… -Mira a Flama y a Fionna como buscando aprobación; ambos asienten y la rubia se abraza a su novio con cuidado de no quemarse. –Ella murió en una de las expediciones de búsqueda tratando de encontrarte en una gruta.

Eso no puede ser posible.

-Todos lamentaron su muerte, se había ganado el afecto de todos en el Dulce Reino. –Un frío viento se cuela por una de las ventanas y me rodea cálidamente.

Debo decirles la verdad.

-Escuchen, hay algo importante que deben oír. –No se como hacerlo sin que se enojen. Pongo una mano sobre mi rostro y la froto con la palma extendida de arriba abajo. –Simone Petrikov es en realidad la Reina Helada. –Todos me miran con extrañesa.

-Pero tú la destruiste.

-No, eso hice que creyeran, nada más. –Le corto la oración a Gumball. –La verdad, fue un plan que creé para que no la buscaran.

-¿Por qué lo hiciste? –Exige saber Fionna, pero no parece enojada, como si mi regreso apaciguara toda ira que llegase a tener. Es un alivio, así me facilita más las cosas.

-Simone, ella… fue una madre para mí, la persona que me cuidó cuando solo era un niño perdido tras la Guerra de los champiñones. –Empiezo a relatar. –Por eso intercedía por ella en las juntas del consejo de reyes, porque es una persona muy importante para mí. Ella me alimentó, me dio abrigo, amor y cariños que un pequeño necesita a la edad de ocho años. Le debo tanto. Pero esa corona maldita la atrajo a la locura, tú lo sabes bien, ¿no, Fionna? –Le recuerdo la cinta que encontró. –Creí que con verla la recordarías. –Simone solo es una pobre alma que desea escapar de una maldición, cuando recobré la razón después de que ella dominara el mundo, ella me dijo que podía recordar de nuevo todo lo que pasó, yo estaba feliz, mi madre por fin me reconocía, pero la corona tuvo que hacer de las suyas otra vez.

-¿Qué quieres decir? –Parece que no me he explicado muy bien.

-La corona necesita de recuerdos, de ahí es donde saca su poder, de las memorias de quien la porta. Parece ser que me la puso en varias ocasiones y es por eso que no pensaba con claridad. –Llevo una mano a mi cabeza. –Vuelve loco a cualquiera que la posea, encierra su mente en un laberinto del que es imposible salir.

-¿Y cómo es que ella te recordó? Si dices que es imposible.

-Ella me dijo que su corona se rompió en una de sus batallas con Fionna y Cake y que eso debilitó el encantamiento sobre ella.

-¿Y por qué a partir de ese momento no dejó de usarla?

-No tiene caso, está en el vídeo, ¿lo recuerdas? Ella ve cosas esté usando la corona o no, por eso es inútil. Aquel golpe solo tuvo un efecto momentáneo.

-¿Momentáneo?

-Si, la corona recuperará su poder y ella volverá a ser como era antes, una loca secuestra príncipes.

-Al menos su sufrimiento terminó con su muerte, ¿no es así?

-No. –No es así, Gumball. –Ella sigue viva.

-¡¿Pero cómo? Si yo la vi en su lecho de muerte! –Exclama Flama sorprendido.

-Si ella hubiera muerto de verdad, el Palacio de hielo y las nevadas de las que me hablaron dejarían de existir, todo eso está conectada a ella.

-¿Y donde crees que esté?

-Es algo que también quiero saber. –Y estoy decidido a averiguarlo. Les pido que me ayuden y aceptan. ¿Qué sería yo sin ellos?


Considero esto la parte climax de la historia.

Así es amigos, esto va por la mitad -w-