Esta es una historia alterna escrita sólo para entretenimiento basada en el final del anime de Kyoto Misuki. Las situaciones y actitudes de los personajes son de mi imaginación.

Mi Dulce Enfermera

Por: Sofía Morrison

Capítulo 8 FINAL EDITADO

Su princesa le había confesado que lo amaba. ¡A él! Albert no podía estar más feliz que con esa confesión. La abrazó y le dio un beso en los labios. Candy por su parte estaba igual de emocionada. Miles de mariposas se movían en su estómago y sus mejillas ardían. Se dejó llevar por su príncipe, respondiendo a su beso. Fue un beso corto, pero para ellos significó que se amaban por completo.

-Será mejor regresar a la mansión. La tía Elroy debe estar preocupada.-dijo Albert tomando la mano de Candy y empezando a caminar. Candy sólo asintió. Su mente seguía demasiado entusiasmada pensando en el beso.

Al llegar a la mansión, tomados de la mano, la tía Elroy simplemente sonrió. Todo salía de acuerdo a su plan. Candy se sentía como una niña pequeña, con su sonrojo pero sin soltar la mano de su… ¿novio?

-Tía, hay algo que quiero que hablemos. ¿Podemos pasar a la sala?-dijo Albert, sonriéndole a Candy.

-¿Pasa algo, William?-dijo la tía caminando a la sala.

-Nada malo, tía. Henry-Albert se dirigió al mayordomo.-por favor avisa al señor Grandchester que baje con nosotros, que lo estamos esperando.-el mayordomo asintió y subió por Terry.

Albert se sentó a lado de su Candy, mientras la tía abuela frente a ellos. En todo el rato Albert no había soltado su mano, y no tenía ninguna intención de hacerlo. Cuando llegó Terry, él tomó asiento a lado de la tía Elroy.

-¿Y bien?-dijo Terry sonriendo.

-Sólo queremos…-dijo mirando a Candy, quien le sonrió.-Informales que Candy y yo somos novios y que empezaré a cortejarla.-dijo Albert sonriendo y besando la mano de Candy. Candy se sonrojó, Terry rio y la tía abuela sonrió. Terry se levantó y estrechó la mano de Albert.

-En hora buena. Felicidades a los dos, se merecen ser felices juntos.-dijo Terry besando la mano de Candy.

-Gracias Terry.-dijeron los dos. Sin embargo la tía abuela tosió interrumpiendo el momento.

-Bueno, en vista de que tú no puedes darte permiso a ti mismo para cortejar a Candy…Tendré que adoptarla.-dijo seria. Candy abrió los ojos.

-¿Adoptarme a mí?-dijo. Creyó que tal vez no escuchaba bien. Albert, que conocía muy bien a su tía, supo que su tía estaba más que feliz de adoptar a Candy. Se notaba lo mucho que quería ahora a su pequeña.

-Claro. Creo que George puede tener todo listo pronto. Además, así cuando William pida tu mano yo podré dársela sin ningún problema.-dijo la tía, imaginando la boda. No solía ser una mujer sentimental pero imaginaba la boda de…su hija y su sobrino. Por dentro estaba muy emocionada.

-¿Mi mano?-repitió Candy. Albert y ella se sonrojaron.

-Bueno, ¿qué dices, pequeña?-dijo Albert a Candy.

-Claro tía abuela.-dijo Candy sonriendo extrañada.-Muchas gracias.-dijo abrazándola. El gesto de querer adoptarla le hacía saber a Candy que la tía la quería y que por fin la aceptaba.

-Vamos a celebrar.-propuso Terry. El mayordomo trajo copas con champagne para brindar.- Por Albert y Candy.-dijo alzando su copa.

Al otro día Albert había decidido tomarse el día en su trabajo. Ése día lo pasaría con su novia. La invitó temprano a un picnic en un parque. Habían quedado en salir a escondidas para que la tía no les dijera nada. La tía no tenía la autoridad para negarle algo a Albert, pero como iba a ser la "madre" de Candy, Albert pensó en no arriesgarse a que Elroy se negara.

-¿A dónde vamos?-dijo Candy, tomada del brazo de su amor.

-Es una sorpresa.-le guiñó un ojo a Candy. Ella sonrió y se abrazó a él. Caminaron un rato más, hasta llegar a un árbol. Se sentaron a su sombra, sacando de una canasta fruta y jugo.

-Es un muy bonito parque, Albert.

-Sabía que te gustaría.-hizo una pausa.-Princesa, hay algo que quiero decirte.

-Lo que quieras.-dijo Candy sonriendo.

-Princesa, te amo y te amaré siempre. Quiero formar una familia y compartirlo todo contigo.-Albert sacó de su bolsillo el anillo de compromiso de su madre, que siempre pertenecía a la esposa del jefe de familia. Era un solitario de varios kilates y a Candy casi se le cae la boca, pero no por la joya, sino por ver a Albert arrodillándose.- ¿Aceptarías ser mi esposa?

-Claro que sí.-A Candy se le llenaron los ojos de lágrimas. Amaba tanto a Albert.

Todos en la mansión estaban muy contentos con la noticia.

-Debemos ver tu vestido, la iglesia, la comida, los invitados. Hay tantos planes y no tenemos tanto tiempo. Será la boda del año. ¡Qué emocionante!-dijo la tía abuela. Candy se sentía muy bien de poder hacer feliz a la tía abuela.-Hija, va a ser una gran boda.-La tía abrazó a Candy en un exceso de euforia y le susurró al oído.-Gracias por hacerme sentir viva de nuevo. Tu alegría serán la mejor compañía para las pesadas obligaciones de William.

Candy derramó algunas lágrimas. Todo resultaba perfecto para todos. Invitaron a Terry y a su novia y Terry prometió asistir.

Decidieron casarse en la iglesia del pueblo y hacer a fiesta en la mansión. Annie contrató a una modista francesa para que confeccionara el vestido de novia. De manga larga y encaje, ceñido al cuerpo, Candy se veía hermosa con él. Cuidaría para siempre del hombre que más amaba. Tom la escoltó al altar e invitaron a todos en el hogar de Pony. La fiesta fue en la mansión. Muchos periodistas tomaban fotos del evento y todos comentaban que nunca habían visto a Elroy Andrew tan sonriente como ese día. Ella incluso hizo el brindis.

-Muchas gracias a todos por asistir. Queremos celebrar el amor de una pareja maravillosa, de mi hija Candice y mi sobrino William. Espero ambos disfruten de la felicidad de tenerse el uno al otro y que su amor nunca acabe. Salud por los novios.-alzó su copa y todos brindaron.

Después de la fiesta, Albert y Candy partieron en barco a su luna de miel, pasando su primera noche juntos en el barco. Candy estaba muy nerviosa por su primer noche con su esposo. Al entrar al camarote Albert la cargó.

-Es tradición.-le dijo sonriendo. Después la bajó. Ella entró al baño a cambiarse y él se quitó el saco, sentándose en la cama. Candy salió del baño y lo besó, dándole una gran sorpresa a Albert. Él correspondió su beso pero la notó nerviosa.

-¿Estás nerviosa?

-Sí…-admitió Candy.

-¿Confías en mí?

-Sí. Te amo.

-Te amo. Sólo confía…-dijo besándola de nuevo.

EPÍLOGO

Albert había decidido tomar un par de años, dejando a Archie y George en el negocio, para mostrarle el mundo a su bella esposa. Candy había aceptado encantada.

Europa se estaba recuperando, así que el barco desembarcó en África. Albert le enseñó la selva, las noches en la sabana, siempre protegiéndola de cualquier peligro. Para Candy todo era como un sueño.

Al año del viaje, después de recorrer todo el continente africano y la mitad de Asia, tuvieron que viajar a Londres para la boda de Terry y Giselle. Candy se alegró mucho de que él se encontrara con su alma gemela. Ella recordaba la expresión de felicidad de Terry al verla del brazo de Albert. Estaba muy feliz de que, después de todo, pudieran ser amigos. La boda fue espectacular, porque ambos novios eran muy ricos. Finalmente Terry estaba en paz con sus padres y Giselle trataba de no ser tan déspota. Ambos se veían muy felices y Giselle estaba hermosa. Terry no había exagerado; él la presumía del brazo sonriendo y besándola.

-Me alegro muchísimo por ustedes.-dijo Candy abrazándolos a ambos.

-Muchas gracias Candy.-dijo Terry. Volteó a ver a su esposa, Giselle.-Te llevas al mejor inglés que hay.-todos rieron.

-El único inglés que hay que renegaba de su título.- dijo Giselle bromeando.

-Bueno, nos despedimos, amigos. Tenemos un asunto pendiente llamado Luna de miel que ya no puede esperar.-dijo Terry, y Giselle se sonrojó. Candy recordó su noche de bodas, sonrojándose igual.

-Tengan un buen viaje, disfruten la noche.-dijo Albert.

Se despidieron de todos, partiendo a Escocia, para pasar un mes. Albert y Candy partieron a Asia, para continuar su viaje.

Conocieron tierras exóticas de todo el mundo. Conocieron Rusia, Japón y China a fondo, tardando ocho meses en esos países. Empezaron a viajar hacia el oeste, para acercarse más al mar Atlántico y poder regresar según lo planeado. Justo once meses después de la boda, decidieron despedirse de Terry y Giselle en Inglaterra, pero se encontraron con la sorpresa de los nueve meses de embarazo de Giselle.

-Candy, por favor. Tengo algo que suplicarte.-dijo Terry, aprovechando que estaban a solas, ya que Giselle estaba cambiándose y Albert los esperaba en el jardín.

-Dime Terry. Me asustas.- Candy notó la preocupación de Terry.

-Me gustaría que te quedaras y estuvieras en el nacimiento de nuestro bebé. Quizás sea mucho pedir, pero no confío en nadie más. ¿Lo harías?

-Oh Terry. ¿Pero a Giselle no le molestara?-Candy y ella se llevaban bien, pero eso no significaba que Giselle quisiera tenerla en el parto.

-Ella me lo pidió. Le asusta un poco, pero es muy orgullosa para admitirlo. ¿Lo harás? Ella te aprecia tanto como yo.

-Claro, Terry. En ese caso, hay que ir con Albert para decirle. De todos modos, su bebé nacerá éste mismo mes.-dijo Candy guiñándole un ojo. Estaba emocionada.

Candy ayudó en el alumbramiento, y tras 2 horas de parto, Giselle dio a luz a un niño hermoso y sano, a quien llamaría Richard, en honor al padre de Terry.

-Muchas felicidades Terry. Es un niño muy sano, y es idéntico a ti. Puedes pasar a ver.-dijo Candy, saliendo del cuarto.

Candy se quedó a fuera con Albert.

-Felicitaciones a la mejor enfermera del mundo.

-Gracias, príncipe. Un parto es algo hermoso, ¿sabes? Giselle lo hizo bastante bien.-dijo abrazándolo.

-Candy, creo que ya es momento de que nosotros tengamos uno. Quiero hacer más grande nuestra familia. Siempre he soñado con tener hijos y sólo quiero tenerlos contigo.

-Oh Albert. Yo también muero por tener un bebé pero quería esperar a terminar el viaje. ¿Te imaginas? A nuestro bebé.-dijo Candy sobándose el vientre. Albert también lo tocó, sonriendo lleno de ilusiones.

Terry, Giselle y el pequeño Richard los despidieron en el puerto, cuando Albert y Candy partieron a América.

-Vendremos a visitarlos, lo prometo.-dijo Candy.

-Esperemos ya vengan con un bebé.-dijo Terry, provocando el sonrojo de Candy.

Tres meses después Candy le dio la sorpresa a Albert con su embarazo.

-Albert, tengo una sorpresa.-dijo Candy cerrándole los ojos. Albert se quedó quieto hasta que sintió algo entre sus manos. Era una caja.

-Es un regalo. Ábrelo.-Albert tomó el paquete envuelto. Lo desenvolvió y abrió los ojos al ver un suéter para bebé de estambre.

-Candy… ¿Estás…?

-Sí, estoy esperando un hijo tuyo. Vamos a tener un bebé. Vas a ser papá.-dijo abrazándolo.

-¡Candy! ¡Es la mejor noticia del mundo! Te amo tanto.-dijo cargándola y girándola entre sus brazos.

La tía abuela se ocupó de cuidar a Candy todo su embarazo. La atendía y no la dejaba ni correr ni subir a los árboles. Justo a tiempo, a los nueve meses de gestación, nació una niña rubia de ojos azul cielo como Albert, a quien nombraron Rosemary. Inclusive Terry, Giselle y su pequeño hijo viajaron para conocer al bebé.

Los siguientes años estuvieron muy ocupados, primero con la boda de Archie y Annie, y después con los embarazos de Candy, que fueron 4 en 4 años consecutivos. William Anthony, rubio y con ojos verdes como Candy, pero igual de sereno y relajado que Albert. Estaba siempre jugando con los animales que tenía la familia. Después nació Stear, curiosamente de pelo más oscuro que los demás, ojos azules y carácter tranquilo. Él era el consentido de la tía abuela Elroy, por el parecido con su fallecido sobrino. La siguiente fue Mary, ya que a Candy siempre le había gustado ese nombre solo. Ella era rubia de ojos verdes, muy delgada pero era la más traviesa, y la hermana María la adoraba. Por último Candy tuvo a George, un niño fuerte y muy travieso, rubio con ojos azules oscuros. Él era, obviamente, el consentido de George Johnson, quien seguía trabajando con Albert.

Candy recordaba el nacimiento de sus hijos, mientras se vestía para la boda de su queridísima Rosemary. De repente sintió unos brazos empujándola hacia él.

-¿En qué piensas, princesa?-dijo Albert, dándole un beso en la frente.

-En lo rápido que pasa el tiempo, mi príncipe.-dijo Candy abrazándolo de frente.

-Díselo a mis canas. Tú sigues igual de hermosa.

-Y tú estás más guapo cada día.-dijo Candy besándolo en los labios. Se separaron, pues tenían prisa. Más tarde tendrían tiempo para ellos.

-Te dejo para que te termines de arreglar. Sigo sin creer que nuestra Rosemary vaya a casarse hoy. Es tan joven.-dijo Albert en la puerta de la habitación.

-A mí me alegra mucho. Y más por quien eligió. Richard y ella tienen el mismo carácter.

-Sí. Es extraño que tengan el carácter de Terry. Pero le tengo mucha confianza, sino no, nunca lo hubiera permitido. Es joven, pero tiene futuro, más allá de su título.

-Así son los duques Grandchester-Lancaster. Sencillos y arrogantes.-rieron un rato.

Ya en la iglesia, su bella Rosemary de 19 años se casaba con Richard de 20. Richard era la viva imagen de Terry. Rosemary era igual a la hermana de Albert, pero con diferente color de ojos. Además había decidido usar el vestido de novia de Candy, porque le encantaba y pensó que sería una linda sorpresa para su madre. Candy lloró cuando la vio con su vestido.

Terry y Giselle habían tenido otras dos niñas, Juliette y Eleanor. Juliette era igual a Giselle y Eleanor a la madre de Terry, quien seguía actuando con más fama que nunca.

-Candy, ahora somos oficialmente familia. Tu hija es hermosa.-Terry se acercaba con Giselle del brazo a Albert y Candy después en la fiesta.

-¡Qué gusto verlos! Te ves hermosa Giselle.-dijo Candy, ya que Giselle lucía un hermoso vestido morado que reflejaba su muy cuidado cuerpo.

-Gracias Candy. Pero tú estás radiante. Parece que no ha pasado ni un solo año desde que nació Richard.- Candy se sonrojó. Su vestido era rojo, con un escote y ceñido al cuerpo. Su figura era igual juvenil y hermosa.

Candy se sentó a observar a sus hijos bailar con la hija de Archie y con las de Terry. Sabía que Anthony estaba enamorado de Juliette, pero acababa de notar que Stear estaba enamorado de Eleanor. Se alegró mucho por sus hijos.

Su amiga Patty también fue a la boda; ella se había casado después del nacimiento de Rosemary, pero su boda fue rápida y muy privada. Tenía sólo dos hijos, y su marido era un político americano muy rico. Parecían muy felices. Su amiga Annie conversaba con ella, pues su única hija, Emma, bailaba con George, su hijo.

-¿Estás contenta, princesa?-dijo Albert, que se sentaba a su lado.

-Siempre que estoy contigo estoy contenta.

-Entonces estarás contenta siempre.

-Te amo mucho mi príncipe.

-Te amo mi princesa. Para siempre…

FIN.

Muchas gracias por leer mis locuras. Agradezco infinitamente su tiempo y sus comentarios. Me disculpo por la tardanza pero no había podido escribir nada. He aquí el final de mi primer fanfic que me dio muchas satisfacciones.

Nunca quise se dramática, por eso todos terminan felices. Creo que el arte es el único modo en el que podemos arreglar todas las cosas que están mal en la realidad, como los finales felices. La vida ya es difícil como para amargarnos con historias trágicas y finales tristes.

Agradezco su apoyo y pues seguiré escribiendo…ya tengo algo en mente, sólo espero no me odien, pues será sobre Susana y Terry. Creo que Susana también merecía ser feliz.

Continúen leyendo historias… ese es mi mayor pasatiempo jajaja.