Disclaimer: nada de esto me pertenece, los personajes le pertenecen a Stephenie Meyer y la historia a LyricalKris, yo solo la traduzco.


THE ROOKIE

Capitulo quinceApuntando a las estrellas

Por mucho que Charlie había querido asegurarse de que Edward y Bella nunca estaban solos, cedió a ello bastante rápido. Bella tuvo que superar la siempre vergonzosa discusión de 'estás tomando precauciones' – por la que Edward habría pagado para ver – y Renee llamó para asegurarse de que Bella renovaba sus anticonceptivos.

Después de que Bella murió de vergüenza, cayeron en una rutina más sencilla. Charlie gruñía. Costaba ganarse su respeto pero era concedido a regañadientes. Poco a poco, según veía por sí mismo lo bien que Edward trataba a Bella, su enfado empezó a desaparecer.

Aun así, les dejaba solos tan poco como podía, así que cuando se marchó a pasar otro puente con Sue, Edward no debería haberse sorprendido cuando Bella se colocó en su regazo en cuando dejaron de oír su coche.

No había nada dulce en sus besos. Eran duros y rápidos y, la forma en que se movía en su regazo, frotándose contra él, dejaba claras sus intenciones. Solo por si a él le quedaba alguna duda, las manos de ella estaban entre ellos desabrochando los pantalones de él.

Edward gimió. ― Bella, ― murmuró con un tono de advertencia, intentando llamar su atención. Su cuerpo le estaba traicionando rápidamente, la sostenía con fuerza mientras sus manos bajaban por la espalda de ella hasta su trasero mientras sus labios intentaban igualar sus besos. ― Bella... ― Beso. ― Deberíamos ir... ― Gemido. ― Al piso de arriba.

Por respeto a Charlie, habían relegado sus actividades sexuales a cuando estaban en casa de él o – incluso cuando su padre no estaba – la habitación de ella. Lo último que necesitaban era que les pillara in fraganti de nuevo.

Bella se apartó solo lo suficiente para quitarse la camiseta. Como la traidora que era, la mano de él fue inmediatamente a su pecho y le rozó el pezón con el pulgar. Ella jadeó y llevó su boca de nuevo a la de él. ― No puedo esperar tanto, ― murmuró contra los labios de él.

― Oh, Dios. ― Sus palabras fueron un gruñido. ― Me vuelves tan loco, Bella. Tan absolutamente loco.

De nuevo, ella dejó de besarle. Se deslizó de su regazo, apartándole las manos cuando intentó agarrarla. ¿Habría vuelto en sí?

Pero no, simplemente se puso de rodillas y sus manos le bajaron los pantalones y el bóxer lo suficiente como para liberar su polla. ― Bella, tenemos que... ¡Joder! ― Él siseó cuando la caliente y húmeda boca de ella envolvió su polla, tomándole hasta que golpeó su garganta. Manteniendo las manos a su alrededor, le acarició de la base a las pelotas y le liberó de su boca el tiempo suficiente para sonreírle satisfecha. ― Esa es la idea.

Su cuerpo se sacudió cuando le tomó de nuevo. ― Santo cielo, ― gimió. ― Esa boca. ¿De dónde has sacado una boca tan sucia y con tanto talento? ― Enredó los dedos en su pelo.

Ella miró por debajo de sus pestañas. Con los labios de ella a su alrededor y viendo su polla desaparecer y reaparecer de su boca, Edward estaba completamente desconcertado.

Esa imposible chica, esa mujer, le provocaba cosas que pasaría el resto de su vida felizmente intentando entender.

Ella le manipuló hasta que estuvo resbaladizo y duro, y entonces se puso de pie, levantándose con ella y poniéndose de puntillas para besarle mientras terminaba de bajarle los pantalones. Él tiró de los de ella Cuando sus pantalones y ropa interior estuvieron en pilas en el suelo a sus pies, Bella le dio a Edward un ligero empujón en el pecho. Se lanzó a él instantáneamente, sentándose a horcajadas sobre él y ahogando cualquier protesta que él pudiera soltar con sus fervientes besos.

Con las manos alrededor de su trasero, Edward se puso de pie. Bella soltó un pequeño gemido de protesta, pero envolvió rápidamente las piernas alrededor de él, atacando su boca. Él tenía toda la intención de llevarla a la cama, pero cayó en las escaleras, incapaz de dar un paso más. La dejó en un escalón, le apartó las piernas y se introdujo en ella en cuestión de segundos.

No había manera de que esa posición resultara cómoda para ella, especialmente con el ritmo tan rápido que él mantenía. Pero Bella no se quejó. Se movió debajo de él, de manera que estaba profundamente dentro de ella. Ella tenía una mano apoyada en el escalón que tenía encima y la otra alrededor del cuello de él, tirando ocasionalmente de los pelos de su nuca.

Mientras se movía dentro de ella, se tragó los gemidos que le provocaba, pasándole los de él. En ese momento ella solo era el león: un depredador de caza.

Si hubiera tenido algo de aliento, él se lo habría dicho. No tenía que cazarle. Era suyo. Así de simple; ella le tenía.

Como no podía hablar, intentó demostrárselo. ¿No podía ella sentir la forma en que el cuerpo de él se movía para ser parte de el de ella? La forma en que él se movía dentro de ella en ese momento, como si no pudiera estar lo suficientemente profundo en ella. Quería desaparecer en ella. Dejaría que le consumiera completamente y sería feliz. Soltó el nombre de ella en gemidos y suspiros entre largos y profundos besos. Ella era el sabor en su lengua, las oleadas de calor que sentía por su cuerpo, la acumulación de placer que luchaba por liberarse y ansiaba ser prolongado al mismo tiempo.

Apoyándose en los peldaños de madera, él arqueó su cuerpo, apartándose del de ella, moviendo las caderas con fuerza contra ella, hasta que se corrió.

Los brazo de Edward temblaban mientas se sostenía a sí mismo, no queriendo inmovilizarla en las escaleras. Le besó la frente y luego los labios con solo pequeños roces.

Poco a poco, Edward se dio cuenta de que algo fallaba. Bella estaba colgada a él con los brazos alrededor de su cuello y sus labios buscando ocasionalmente los de él. Estaba temblando, una reacción que por alguna extraña razón él estaba seguro de que no tenía nada que ver con lo que acababan de hacer.

Cuando estuvo seguro de que podía mantenerse, se puso de pie y recogió a Bella en sus brazos. Ella enterró la cabeza en su cuello, sin decir nada mientras la llevaba a la habitación y la tumbaba en la cama. Instantáneamente, estaba sobre ella, cubriendo su cuerpo. Ahora que por fin estaban en un suave colchón, presionó su peso contra ella mientras la besaba.

La besó hasta que estuvieron sin aliento de nuevo y luego descansó la cabeza en el pecho de ella hasta que se calmaron.

― No es que me queje, porque eso ha sido ridículamente caliente, ― murmuró él, rodando sobre su costado y manteniéndola en sus brazos. ― Pero, ¿vas a decirme qué te tiene tan nerviosa?

Que ella no lo negara, le mostró lo realmente preocupada que estaba. Le besó un lado de la cabeza, intentando no sentirse tan nervioso, y esperó a que hablara.

― Me han aceptado en la Universidad de Puget Sound... y en USC ― Su voz tembló y se quebró un poco al final.

Edward entendió de repente qué la tenía de esa manera. Era lo mismo que hacía que su estómago se retorciera por las noticias.

Pero dejó a un lado su propio miedo y la abrazó con fuerza. ― Eso es maravilloso, Bella. ― Dejó un camino de besitos en su nariz, sus mejillas, sus labios. ― Estoy muy orgulloso de ti.

La sonrisa de ella era temblorosa. Colocó la palma de la mano en el pecho de él y le acarició la piel. ― Estaba pensando... ¿Y si no quiero ir?

― Bella, ― suspiró él. Cómo quería decirle que se quedara para siempre. Podían hacer vida en ese pequeño pueblo. Podían ser felices. Sus padres lo habían sido.

Los padres de ella... no tanto.

― Tienes que ir a la escuela, a la que tú más desees, ― dijo dulcemente. ― Sé que no sabes qué quieres hacer con tu vida, y eso está bien. No tienes porqué saberlo, no ahora mismo. Pero necesitas opciones.

― ¿Y qué pasa con tus opciones? ― preguntó ella, levantando la cabeza.

― Yo hice mis elecciones en cuanto a los estudios. Ya tuve esas opciones, ― dijo él lentamente. ― Y no quiero probar los miedos de tu padre y quitártelas. ― Le acarició cariñosamente la mejilla. ― Ten grandes sueños, cariño. Sueños más grandes que este pequeño pueblo. No significa que no vayas a terminar volviendo, solo significa que entiendes que tienes todo el mundo a tus pies. Ve a la escuela. Abre puertas; no significa que tengas que cruzarlas.

Ella le sonrió sarcásticamente. ― Suenas como una tarjeta de regalo.

Él rió, acercándola más.

― Pero no quiero dejarte, ― susurró ella con voz temblorosa de nuevo.

― Oh, cariño. ― Él cerró los ojos. Por un momento se permitió sentir el pánico, el sufrimiento que le causaría si ella siguiera adelante, lejos de un policía de un pequeño pueblo igual que había hecho su madre. ― Eso es lo último que quiero, pero mereces espacio para tomar grandes decisiones en tu vida.

Le besó la frente de forma prolongada. ― Te amo y no voy a ir a ninguna parte. Pero quiero que tengas espacio para entender qué quieres para tu vida sin sentir que estás atada a mí o a este lugar.

Sosteniéndola a distancia, ahuecó sus manos en la cara de ella. ― Quién sabe, Bella. El cielo es el límite, pero tal vez quieras volver aquí, abrir una librería o... no sé... una tienda de gatos sin pelo.

Ella arrugó la nariz y rió. ― No.

Él la acercó a sí de nuevo y le besó la nariz. ― Tal vez dejes que me haga cargo de ti y tendremos cinco hijos.

― ¿Quieres cinco hijos? ― Ella soltó un pequeño grito.

― He dicho, ― habló él firmemente, mirándola intensamente. ― Tal vez decidas que eso es lo que quieres. ― Inclinó un poco la cabeza, hablando tan tranquilamente como sabía. ― Y tal vez decidas que Forks no tiene suficiente cosas que ofrecerte.

Los preocupados ojos de ella encontraron los de él. ― ¿Y dónde te deja eso a ti? ¿A nosotros? ¿Qué pasa si lo que yo quiero no cuadra con lo que tú quieres?

Él pasó sus nudillos por la mejilla de ella y la miró con una expresión de completa seriedad. ― Esto, lo que tenemos, es una relación adulta. Tú y yo... vamos a tomar muchas decisiones en nuestras vidas, por nosotros mismos y por los dos. Probablemente nunca vaya a ser fácil. ― Suspiró. ― Pero Bella, no puedo imaginar muchas cosas que te negaría.

― ¿Qué quieres tú, para nosotros, ahora mismo? ― preguntó ella.

― Quiero que elijas a dónde quieres ir y que no te preocupes. Hablo en serio. Estoy orgulloso de tus logros. Siempre estaré orgulloso de ti. ― Hizo rozar las puntas de sus narices. ― Elige donde quieres ir y haremos que funcione. Podemos cruzar el resto de los puentes cuando nos encontremos con ellos.

Bella suspiró y se acurrucó más cerca, uniendo sus pieles. ― ¿El cielo es el límite?

Edward se movió de nuevo, tumbándose sobre su espalda y llevándola con él, dejando el pequeño cuerpo de ella tumbado sobre el suyo. ― Ni siquiera. Cariño, vamos a disparar a las estrellas.

FIN


Y se acabó...

Sé que este final no va a ser del agrado de todos. A mí personalmente me encanta, el hecho de que sea tan abierto deja que cada uno se imagine qué pasa finalmente con ellos y, siendo realistas, con la edad de Bella que solo tiene 18 años y la diferencia con la edad de Edward que creo que eran 25, no habría sido muy creíble que terminara con un "renuncio a la universidad y me quedo contigo". Pero esa es solo mi opinión.

Espero que al menos hayais disfrutado de la historia en su conjunto.

Perdonad la hora tan tardía, pero es que había olvidado que hoy tocaba actualizar, xD

Ya está en mi perfil la fecha de actualización de An Acquired Taste.

Muchas gracias a todos por haber leido, comentado y añadido la historia a alertas y favoritos.

Nos vemos en otras!

-Bells, :)