Heridas de guerra

By: Lolly Tenkawa


Naruto (c) Masashi Kishimoto.


Capítulo IX

Los cuatro Naruto


Hinata miraba sin poder creer lo que sus ojos registraban. El mismo cabello, la misma tonalidad de celeste en sus ojos, aquella inconfundible sonrisa bonachona. No había manera de negarlo. Aquellas personas que estaban frente a ella eran Naruto. Miró a su costado, dónde él le sonreía con diversión. Y luego de nuevo al frente, donde los demás le dirigían el mismo gesto.

¡Cómo era eso posible!

¿Qué significa?¿Cómo es...? ¿Naruto-kun?—Preguntó insegura, ya dudando de su propia salud mental. Tal vez todo eso era un sueño, producto del ataque que ella había sufrido en la tarde. Tal vez en ese momento seguía en su habitación, dormida. O quizás esa sensación que había tenido, pensando que iba a morir... no era una sensación. Quizás ya había muerto, y eso que ella contemplaba ahora era una retorcida clase de paraíso.

Hinata no sabía qué pensar.

Él, ignorante de su estado de confusión, soltó una carcajada, que fue seguida por los demás Narutos. La imagen resultaba perturbadora.

— ¡No te preocupes Hinata, no estás loca!— Le dijo, comprendiendo al fin lo que estaba pasando por la cabeza de la joven—. Esos son solo mis clones de sombra.

—Oh...— Se limitó a contestar ella, comprendiendo el concepto de "clones" pero sin saber muy bien como es que estos estaban allí. Al menos se alegró de saber que todo eso no era un sueño.— ¿Cómo haces para que aparezcan?

— ¡Eso es muy fácil'ttebayo! Solo hago un sello, junto chakra y ¡Puff! Aparece un nuevo Naruto—. Explicó con simpleza.

Hinata asintió como si comprendiera lo que él había dicho, aunque la nueva información solo logró confundirla más. Naruto le había dicho una vez que con chakra podían hacerse muchas cosas. Ella misma lo había visto, Sakura la curaba con chakra y Naruto podía quedarse pegado a los arboles gracias a eso. En ese momento, se enteró de otra cosa más: se podían hacer clones de uno mismo. Aquellas figuras se veían demasiado reales e Hinata sabía que si ella se acercaba a tocarlos, estos serían tangibles. Chakra... aquello le producía mucha curiosidad, ¿Sería algo exclusivo... que sólo podían utilizar algunas personas? ¿O era algo que utilizaba todo el mundo? La joven se encontraba de repente ávida de más información sobre aquella energía que parecía resolverlo todo... ella... ¿Ella también poseía chakra?

Miró al rubio, con una nueva determinación en sus ojos. Él cambió su semblante alegre a uno confuso.

— ¿Sólo tu p-puedes hacer esto, Naruto-kun?— Preguntó, señalando a los clones.

Él rió, dándose aires de grandeza.— Bueno... muchos ninjas pueden hacer este jutsu, ¡Pero yo soy el mejor'ttebayo!

— ¿Yo... puedo hacer esto... también?

— ¡Claro que si!— Contestó sin pensar realmente.

— ¿Eso... eso quiere decir que poseo chakra?

Él no parecía entender a qué quería llegar la joven con esas preguntas, mas asintió a lo que ella decía.

— Eso significa... que...— Hinata parecía extrañamente emocionada. De repente, juntó dos de sus dedos y los movía de forma nerviosa, su rostro tomando un color sonrosado. Por un breve y doloroso momento Naruto reconoció a la tímida joven de sus días de gennin—... yo... yo soy como tú, ¿Verdad, Naruto-kun? ¿Soy una ninja?

Él realizó con horror que había hablado de más... de nuevo. Hinata necesitó un poco de información que él le proporcionó para darse cuenta que ella era diferente. Recordó las estructuradas reglas que Sakura le había dado con respecto al tratamiento de la morena y estuvo a punto de negar todo lo que había confirmado hacía segundos. Pero luego las palabras murieron en su boca cuando vio la mirada de anhelo en los ojos de ella. Como estaba desesperada por saber quien era, qué hacía o de lo que era capaz. Naruto se dio cuenta que el principal problema de Hinata no era no saber su pasado... si no el miedo que le producía conocer dicho pasado. Él la entendía, ¿Y si no le gustaba como había sido? ¿Y si había hecho cosas malas? Había despertado y lo que único que sabía de ella misma era su nombre. Había sido privada de conocer su propia identidad y eso la había aterrado. Aquella razón era por la que tenía tantos problemas para conocer gente nueva. Por eso lucía tan temerosa a cualquier experiencia fuera de su rutina que fuera obligada a vivir.

Naruto reconocía aquella mirada en Hinata. Sabía lo que significaba el querer identificarse con algo, o con alguien. Entender que no era un cero a la izquierda, o una mala persona. Ella, por alguna razón, anhelaba ser como él.

"Sólo quería caminar junto a ti..."

"Tú me cambiaste... ¡Tu sonrisa me salvó!"

Esas palabras que alguna vez le había dicho Hinata, cuando se enfrentó a Pain por él, cobraron todo el sentido en ese momento. Si él había sido tan importante para ella y la había apartado de un camino tan oscuro en el pasado... haría lo mismo en el presente.

Y al diablo cualquier regla.

— Si Hinata... eres como yo. Somos ninjas.

En ese momento la joven compuso la sonrisa más bella desde que se encontraron en el hospital. Fue un gesto inconsciente, casi de alivio. Naruto incluso pudo ver como ella se relajaba, como sus hombros dejaron de estar decaídos y su espalda se enderezó. Incluso sus ojos habían tomado más fuerza. Era increíble como un poco de información, sólo una pequeña porción de lo que ella había sido la habían transformado. Él no pudo más que maravillarse por los resultados visibles de su intervención. De pronto, se encontró emocionado ante la idea de seguir ayudando a Hinata en su recuperación. Ver el cambio de semblante en ella le dio una subida de adrenalina que elevó considerablemente su ánimo. Antes de darse cuenta, se encontraba correspondiendo aquella sonrisa.

— Y déjame decirte que eras muy fuerte— Comentó, observando fascinado el nuevo brillo en los ojos de ella.

— ¿De verdad?

Hinata parecía incrédula de lo que escuchaba, como si se encontrara en un sueño. Lucía como una niña ilusionada. Naruto soltó una carcajada.

— ¡De veraz que si! ¡Salvaste mi trasero más de una vez!

Ella no podía creer lo que estaba escuchando. Se sentía exultante. Algo había renacido en ella al escuchar aquel trozo de su pasado. Sus miedos se achicaron un poco al escuchar lo que ella era. No entendía muy bien el trabajo de un ninja ni sabía a qué se dedicaban exactamente, pero había aprendido que eran la fuerza militar de una aldea y que, en términos generales, protegían a su hogar. Saber que ella formaba parte de eso, le dio un rayo de esperanza. Ella era fuerte, Naruto se lo había dicho. Lo había salvado, ¡Era como él! Hinata no cabía en sí.

Miró hacía el rubio, que seguía hablando de cosas que ella ya no escuchaba, aunque alcanzó a distinguir algún que otro "dattebayo". Estaba segura que él no entendía cuanto habían significado esas simples palabras para ella. Era tan bondadoso. Sintió su corazón acelerarse cuando lo miró con detenimiento. Necesitaba demostrarle lo importante que había sido todo ese tiempo y como atesoraba que él la haya acompañado.

— Entonces...—¿Hinata?— Preguntó, desconcertado, cuando la sintió acercarse a él. Ella le dio una suave sonrisa, sus mejillas ruborizadas. Naruto iba a preguntarle qué era lo que pasaba, pero ella lo interrumpió, tomando una de sus manos y dándole un suave pero firme apretón. No se atrevía a hacer más que eso, pero creía que él comprendería el gesto.

— Naruto-kun, muchas gracias... por todo—. Lo dijo con la mayor sinceridad posible y acompañadas con el brillo en sus ojos. Quería que él entendiera... que él supiera... todo lo que la había ayudado. La mirada de Naruto pasó de confusa a comprensiva en un instante. Ella supo allí que ellos no necesitaban palabras para comunicarse. Podían sentir lo que el otro solo mirándose a los ojos. Su corazón dio un vuelvo ante esa realización, y por alguna extraña razón, el nerviosismo comenzó a invadirla. Estuvo a punto de apartar su mano, mas él se lo impidió, tomándola con fuerza. Hinata jadeó, con asombro.

— No tienes nada que agradecerme, Hinata. Sólo hice lo que cualquier persona haría por un amigo en tu situación. Te aseguro que tú hubieras hecho lo mismo por mí...—. Ella abrió sus ojos con sorpresa, ¿Eran ellos tan cercanos en el pasado...?— Aunque... si puedes pagármelo de una forma...

— Dime, Naruto-kun—. Aceptó, sin dudar.

Él miró al frente, especialmente a todos sus clones, que estaban sentados en la hierba mirando a su alrededor de forma aburrida.

— Yo te traje aquí por una razón específica, quería mostrarte algo... y ahora lo que quiero es que, bajo cualquier circunstancia, confíes en mí, ¿Lo harás?— Ella asintió. Naruto soltó su mano de forma lenta e indicó a dos de los clones que se acercaran. Estos se sorprendieron pero obedecieron al acto. El rubio susurró algo en el oído de uno de los clones, que asintió con un gesto firme y pasó el mensaje al otro,— ¡Está bien, Hinata! ¿Lista?

La cara de la Hyuuga era de seriedad absoluta. Estaba prepara para lo que sea.

— Lista.

Los clones de Naruto hicieron los mismos sellos con sus manos y una nube de polvo los cubrió mientras decían:

¡Henge no jutsu!

.

.

.

El sonido del cantar de los grillos era lo único que rompía la monotonía de la noche. Sakura nunca había sido amante del silencio, así que agradeció la presencia de los insectos. Al menos aquel constante pitido podría distraerla un poco de sus pensamientos. Su cerebro necesitaba apagarse un momento y dejar de pensar. Era insoportable ser ella misma. Se estaba cansando de todo.

Eso no era muy bueno. Y todavía había tantas cosas por resolver...

"Como me gustaría que estuvieras aquí...".

Dejó un ramo de flores blancas en el monumento de piedra.

"... maestra".

Sakura se arrodilló y juntó sus manos, preparada para dejar unas oraciones al monumento de los caídos en Konoha. Antes de comenzar, leyó con dolor el nombre "Tsunade Senju" grabado en la piedra. No pudo evitar la lágrima que cayó de uno de sus ojos. Su maestra era un gran soporte en su vida, le había enseñado a tener más confianza en sí misma y a poder enfrentar los problemas con coraje, aunque estos le superaran. Entrenar con ella era lo único que le había dado fuerzas para seguir adelante cuando Sasuke y Naruto se habían marchado de la aldea, dejándola sola. De a poco, se había convertido en el modelo a seguir que ella tenía. Aunque sus métodos de enseñanza fueran bastante violentos y duros, le había endurecido el carácter. Con el tiempo, Tsunade era más que una simple maestra. Era una compañera, un referente. Una amiga. Aquella a la que la joven acudía cuando necesitaba un consejo, ya sea de su entrenamiento o sobre la vida.

En esos momentos lo que más necesitaba era unas palabras de la rubia. Un pequeño consejo o una palabra de apoyo. Lo que fuera. Cualquier cosa que la motivara a seguir adelante. O que le dijera que no estaba haciendo las cosas mal.

Sakura necesitaba tanto a su maestra.

— No s-sabe cuánto la extraño, shishou...—. No pudo evitar que las palabras se le cortaran, a causa del inminente llanto—. Usted sabría q-qué hacer...

— Yo no creo que lo estés haciendo tan mal, Sakura.

Ella dio un respingo, alterándose al escuchar a alguien más en el lugar. Miró hacía atrás y vio la alta figura de su antiguo maestro. Kakashi, por su parte, le devolvía la mirada con simpatía, sus manos descansando en los bolsillos de su chaleco.

Sakura limpió de inmediato las lágrimas, gesto que no pasó desapercibido para el jounin.

— ¡Kakashi-sensei! No sabía que ya estaba en Konoha.

— Mmmh... estoy aquí hace un pequeño tiempo...— Respondió con despreocupación.

La joven lo miró con escepticismo, conociendo las manías de su ex sensei— ¿Cuánto...?

Cuatro días... tal vez más...

El rostro de Sakura se desencajó en una mueca grotesca al escuchar eso. Ella necesitó mucha fuerza de voluntad para no pararse y darle un puñetazo en el medio de la cara. Lo único que la detenía era que estaba en un lugar donde debía respetar a los héroes de la aldea y no armar escándalo. Pero se moría de ganas de golpearlo y hacerlo entender que tenía responsabilidades que atender, ¡Era el maldito Hokage! ¡No podía simplemente estar sabe Kami cuántos días rondando por la aldea sin hacer nada! Mucho menos en los tiempos tan complicados que estaba viviendo Konoha.

— Usted Kakashi-sensei...—. Habló despacio, apretando sus puños de pura impotencia— es la persona más irresponsable que he conocido... ¡Como se atreve a hacer eso!— Su temperamento fue más fuerte que ella a lo último, no pudiendo resistirse.

— Pero Sakura... me crucé con una anciana, que necesitaba—

— Sensei, cállese. No hace falta ninguna excusa—. Le interrumpió, con resignación.

El actual Hokage le dio una mirada curiosa con su único ojo visible. Sakura se veía muy mal, como si estuviera lista para ir a la horca. La vitalidad y fortaleza que alguna vez la habían destacado parecía algo lejano frente a lo miserable que lucía en ese momento. Kakashi supo que debía tomar cartas en el asunto, si no quería que su alumna terminara de perder la cabeza. Lamentablemente, las nuevas noticias no mejorarían mucho el sombrío animo de la chica. Suspiró, acercándose a la muchacha y tratando de buscar la forma correcta y menos dolorosa de contarle lo que había pasado.

— Supongo que querrás saber como me fue en la reunión de los Kages, ¿Verdad?

— Usted ya me lo dijo. Perdonaran a Sasuke sólo por el Sharingan, ¿No era así?¿O acaso hay algo más?— Terminó diciendo, con desconfianza. Algo en los gestos de su maestro le decían que las cosas no estaban tan bien como ella pensó.

— Lamento decir que hay algo más que debes saber—. Sakura afiló sus ojos, mientras él daba una distraída mirada a los nombres en el monumento— Los demás Kages aceptaron darle el perdón a Sasuke y mantener las relaciones con Konoha a pesar de que él esté aquí. Pero ese, de hecho, es el problema.— La chica le dio una mirada asesina que prácticamente gritaba que dejara de ser tan misterioso y diga las cosas de manera clara. Kakashi volvió a suspirar—. No ejecutaran a Sasuke sólo si él está aquí. Si llega a abandonar Konoha, estamos obligados a comunicarlo y debemos mandar escuadrones ANBU a cazarlo. No sólo nosotros. Su cabeza tendrá precio en todos los países. Prácticamente le darán caza de forma permanente y no se lo volverá a perdonar.

Sakura abrió su boca con horror, intentando procesar toda la información nueva que parecía rebotar en su cabeza, burlándose de ella. Sus problemas no se habían solucionado, habían empeorado. Su culpa no dejó de crecer. Sabía que ella no habría marcado la diferencia, pero tal vez, si los Kages hubieran sabido que el Uchiha ya no poseía chakra y que no representaba una amenaza de magnitud como lo había sido en los tiempos de la guerra, habrían perdonado su vida. Mas en ese momento ya era demasiado tarde. Lo habían dejado vivir en Konoha a causa del Sharingan, y era casi un chiste si ellos se presentaban luego de tanta insistencia a decir que no lo poseía más. Tensaría las relaciones políticas de Konoha con las demás aldeas. No había salida. Sasuke debía quedarse allí. Quiera o no.

Las palabras se atoraron en la garganta de la joven. Quería decirle algo a su maestro. Cualquier cosa. Reclamarle, preguntarle, o simplemente buscar apoyo. Pero el dolor le impedía pensar con claridad. Le dio una mirada desesperada, con la esperanza de que él entendiera todo lo que estaba sintiendo.

Kakashi posó una mano en su hombro, y le apretó levemente.

— Deja de ser tan dura contigo misma. No eres perfecta, y manejaste las cosas mejor de lo que cualquiera lo habría hecho.

Sus ojos verdes mostraban incredulidad y angustia.

— No lo sé, sensei. Creo que empeoré todo. Con Sasuke-kun, con Naruto... incluso con Hinata.

— El problema de Sasuke no tenía solución lo atendieras tú o cualquier otra persona. Si, sé que ya no posee el Sharingan y que lo mantienes dormido. Tengo mis métodos, tú lo sabes.— Le dijo de manera simpática, ante la mirada interrogante de Sakura—. Naruto... él debía mantenerse fuera de esto, por su propio bienestar. Creo que hiciste bien en alejarlo de todo. Y de Hinata Hyuuga te haz encargado personalmente, cuidándola en todo momento. Nunca supe que fueran tan amigas... de todos modos, lo único que hiciste todo este tiempo Sakura, fue protegerlos.

Ella le dio una sonrisa cansada, pero una sonrisa al fin. Kakashi no era conocido por brindar palabras tan amables muy a menudo. Era una persona parca, que le gustaba manejar los misterios y las indirectas, y que disfrutaba confundiendo a su interlocutor. Por eso significaba mucho para ella que él le haya dicho tales cosas. Le hacía sentir un poco mejor.

— Nunca fuimos amigas... —. Murmuró de forma inconsciente, parándose del suelo. No se dio cuenta de la indescifrable mirada en su maestro ante su contestación.— Gracias por todo sensei.— Sus ojos verdes se enfocaron en las flores blancas por última vez y finalmente se dirigió a Kakashi— ¿Se quedará aquí?

Él asintió, desviando su atención de ella al monumento a los caídos—. Sólo... un momento.

Sakura no replicó y se despidió con un gesto, alejándose de él. Sabía que Kakashi se quedaría rondando por allí un día más o dos. Y ella no era quien para juzgarlo. Él aún seguía de duelo por la muerte de su mejor amigo.

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El polvo le impedía distinguir con claridad qué había pasado. A su lado, Naruto parecía nervioso. Eso era una sorpresa, de hecho, el rubio parecía poseer una confianza enorme en sí mismo y esa era una de las cosas que más le gustaba a ella de él. Aquel hecho no hizo más que aumentar su curiosidad con respecto a qué era lo que habían acabado de hacer los clones. El polvo comenzó a disiparse y Hinata afiló su mirada, tratando de ver bien.

Donde habían estado los dos Naruto, ahora estaban paradas dos figuras más altas. Un hombre y una mujer. Ambos parecían muy jóvenes. El hombre tenía un parecido impresionante con el rubio. El mismo cabello y los mismos ojos. Casi los mismo rasgos. La mujer, por el contrario, tenía un largo cabello rojo y una mirada igual de enérgica que el joven a su lado. No hizo falta que Hinata conectara más de dos cosas para saber quienes eran las dos personas paradas enfrente suyo. Pero el problema allí era... ¿Por qué?

Antes de que preguntara cualquier cosa, Naruto se dispuso a responder las cientos de dudas que tenía en ese momento su cabeza.

— Esos son mis padres, Hinata, ¡A que son muy guapos'ttebayo!— Dijo con una carcajada. Ella tenía que concederlo eso. Tanto la mujer como el hombre eran muy atractivos.— Él es Minato Namikaze. Fue el cuarto Hokage, es el rostro en donde nos sentamos ayer... era muy fuerte. Estoy muy orgulloso de él.— El hombre sonrió y de la misma manera lo hizo Naruto, acrecentando el parecido entre ambos.— Ella es Kushina Uzumaki... es muy bella ¿Verdad? Es la mujer más bella que he conocido... ¡Y también es muy fuerte!

— Puedo verlo...— Comentó la joven Hyuuga, fascinada. Tanto por la técnica de Naruto (no hizo falta que él le explicara que aquella transformación era obra de algo que él había hecho con chakra. Él le había contado que sus padres estaban muertos, así que era imposible que aparecieran así. Hinata había logrado comprender lo que Naruto había hecho), como por el hecho de que le estuviera presentando a las dos personas más importantes de su vida. Su corazón dio otro doloroso vuelco que intentó ignorar.

El rubio llamó a otros dos clones y repitió el mismo proceso. Les habló al oído y estos asintieron, obedientes. Hicieron la misma técnica y el polvo los cubrió. Hinata se encontraba extrañamente expectante, ¿A quién le presentaría Naruto ahora?

Su respuesta llegó en otras dos figuras. Otro hombre y otra mujer, que lucían un poco más grandes que los padres de Naruto. Este segundo hombre tenía un largo y tupido cabello blanco, y en su cara estaba pintada una sonrisa enorme, muy parecidas a las de Naruto. La mujer, por el contrario, no lucía tan mayor como la persona a su lado y poseía una sonrisa pequeña, confidente. Su belleza era deslumbrante, con sus ojos color miel y su cabello rubio. Esta vez, Hinata estaba en blanco. No podía entender quienes eran esas personas, aunque el rostro de la mujer le recordaba a uno que estaba grabado en la montaña de los Hokages. De hecho, estaba segura que era el mismo.

— El es Jiraiya... yo solía decirle Ero-sennin, Hinata... ¡Te aseguro que ese nombre va más con su personalidad! Era un pervertido sin remedio... aunque más allá de eso, era el mejor. Fue mi maestro y me enseñó todo lo que sé... fue casi un abuelo para mí... — Hinata vio como la mirada de Naruto se intensificaba viendo a aquel hombre de cabello blanco. Se sintió tentada de darle un abrazo de apoyo pero resistió el impulso al instante. Su corazón no estaba listo para semejante cosa.— Ella es—era Tsunade-baa-chan...—. La voz de él se entrecorto, como si le doliera hablar.— Tenía un carácter del demonio y bebía de una manera monstruosa... fue la maestra de Sakura-chan, ¿Sabes? Ambas tienen una fuerza de miedo que siempre acostumbraban a probar conmigo... fue la quinta Hokage y una de las personas más buenas que conocí. Ella... ella también era como mi abuela.

Juzgando por el dolor que veía en el rostro de Naruto, aquellas dos personas habían fallecido recientemente. No hablaba de ellos con tanta libertad como cuando le presentó a sus padres. No quería decir que una muerte fuera más dolorosa que otra, sólo que cuando la herida es más reciente, parece más profunda. Hinata pudo comprender aquello y sus ganas de darle apoyo ya se hacían casi insoportables.

Alargó su mano, dispuesta a tocarlo y darle contención de alguna manera. No le gustaba la tristeza en el rostro de Naruto. Simplemente era algo que estaba mal, que no debía pasar. Antes de que fuera consiente, su mano ya estaba en la mejilla de él, acunando su rostro. Él la miró con sorpresa y aturdimiento. Hinata, por su parte, no sabía muy bien qué decirle para quitar aquella sombra que se había instalado en el azul de sus ojos.

— Quienes nos a-aman jamás nos dejan, Naruto-kun. Estoy segura que ellos también están orgullosos de t-ti.

Naruto se sentía perdido. Primero, el hecho de ver a sus padres y a sus casi abuelos de nuevo, aunque fueran sus propios clones, le habían abierto una herida mal cerrada, por más que él lo hubiese planeado. Luego, estaba Hinata, a su lado, conmoviendolo. No sólo por sus palabras, que al igual que siempre, llegaban cada vez que él parecía perder el norte. Si no que la posición en la que se encontraban le recordaba muchísimo a cuando estuvieron en el campo de batalla, cuando Neji murió. Hinata tenía la misma determinación y bondad en sus ojos. El recuerdo lo desarmó. Una parte de él, aquella que siempre le hablaba con su voz de doce años, le clamó que abrazara a la joven y se rindiera. Que aceptara el apoyo que ella estaba dispuesta a darle. No tenía ni idea de por qué quería hacerlo... solo sabía que lo quería. Otra parte suya, la madura, la que había tomado más fuerza luego de la guerra, le recordó cuál era el propósito de que estuviera haciendo todo eso y que aquella tarea se trataba de Hinata y no de él mismo. Con eso en su mente, y callando con violencia la insistente voz que pedía abrazarla, apartó su mano y le dio un suave apretón antes de soltarla, tal y como ella había hecho minutos antes.

— Ellos son mi familia Hinata. Quería que los conocieras...—Le explicó, curiosamente apartando la mirada de la suya. Aquel comportamiento no se parecía en nada al que él tenía siempre.— Quería presentártelos... y saber si sentiste miedo o pánico cuando los viste.

Ella negó con su cabeza, sorprendida de ni siquiera haber pensado en sentir aquellas emociones. Estaba más preocupada por Naruto y su bienestar, que en si conocería a alguien del que no tenía recuerdos. De repente, entendió el por qué el rubio había hecho todo eso. Quería presentarle gente nueva de una manera segura, después de todo, esa gente no dejaba de ser un clon de Naruto y pertenecían al pasado de él, no al de ella. Algo dentro de Hinata se conmovió de tal manera ante su gesto, que no pudo hablar por unos minutos.

— ¡Entonces me alegro de que todo haya salido bien! ¿No era tan difícil, verdad?

Hinata no supo cómo contestarle. No sabía qué más decirle. Ya le había agradecido, y le había expresado lo mucho que significaba para ella todo lo que él hacía. Y aún así él siempre lograba sorprenderla. Su corazón daba latidos casi dolorosos en su pecho y su cerebro se sentía desconectado del resto del cuerpo. No entendía sus propias emociones, no se entendía más a sí misma. Sólo sabía que sentía algo tan intenso en ese momento, que no sabía con certeza si podría manejarlo.

— ¿Hinata...? ¿Funcionó? ¿Estás bien? ¡No, no, no... no me digas que la cagué Hinata!

De repente y contra todo pronostico, ella rió con suavidad, como solía hacerlo y relajando el ambiente en el que se encontraban. La cara de Naruto pasó del terror al entendimiento, y a lo último se tornó risueño, acompañándola con carcajadas poco elegantes. Ella se quedó mirándolo, de forma intensa y con sus mejillas sonrojadas.

— Me hace m-muy feliz que seamos amigos, Naruto-kun.

Los ojos celestes adoptaron la misma intensidad que los de ella, y la sonrisa se volvió más pequeña cuando habló.— A mí también me hace muy feliz'ttebayo.

Aquella intensidad provocó que alguna cosa entre ambos se tensara. Hinata desvió la mirada, sonrojándose y Naruto la imitó, enfocando sus ojos al suelo. El silencio se adueñó de ellos, ninguno descifrando qué era lo que pasaba. La joven pensó que debía cortar esa tensión de inmediato, y si no era con una risa, sería con otra cosa.

— Naruto-kun, ¿Puedo p-pedirte un favor?— Él aceptó de forma inmediata.— Me gustaría saber si tú... si tú...

Por alguna razón desconocida, el rubio se encontraba expectante. De hecho, su corazón había comenzado a latir más rápido, ¿Qué le pediría Hinata?

—... me presentarías... a mí familia.

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Hola!

He traído este capítulo antes de lo que yo misma pensaba :P, es que estando por llegar al clímax de la historia me pongo ansiosa y empiezo a escribir. Ya podríamos decir que hay momento NaruHina! Hinata está al borde señores... y Naruto... él es más complicado pero llegaremos a domarlo jaja.

Muchos de ustedes acertaron en lo que haría Naruto con los clones, aunque espero haberlos sorprendido un poco :P.

A quien no lo sepa, el "Henge no jutsu" es el jutsu de transformación en la serie :). Me parecía más correcto poner eso que "Jutsu de transformación".

La trama NaruHina está avanzando muy rápido, y la trama principal de la historia va ahora un poco más lenta... pero nos acercamos al momento culmine... (sabrán que cuando nuestro querido Uchiha despierte todo se va a revolucionar, él tiene ese poder :P).

Sin más... nos vemos en el próximo capítulo... muchas gracias por sus maravillosos comentarios! Feliz Navidad para todos y feliz año!

Saludos!