Capitulo 1

Wie? Was? entsetzen!

Una helada gota de agua resbalo por la suave mejilla de Cadence que lentamente se despertó entre medio de la densa oscuridad. El lugar en que ella se encontraba atrapada no era mas que un viejo calabozo subterráneo, plagada de ratas, insectos, cadáveres de antiguos prisioneros descomponiéndose, enfermedades contagiosas, excremento, orina, y el infaltable frió que era monarca de este lugar.

No sabia en donde se encontraba, si acaso era de día o de noche, o cuanto tiempo había transcurrido ya. Lo único que sabia, es que era prisionera con un destino incierto en las pesuñas de un unicornio, uno, que una vez se enamoro perdidamente de ella y que ahora tenia una sed insaciable de vengarse por lo que ella le hizo… o mas bien, lo que ella le obligo a hacer.

La Princesa ya había pasado por esto antes en las minas de cristales de Canterlot, cuando la Reina Chrysalis se hizo pasar por ella mientras manipulaba a su esposo antes y durante su boda real… pero esta situación era mucho distinto y peor. Casi todos los días, unos cinco ponis terrestres venían a su celda a maltratarla, sus rostros siempre estaban cubiertos por una capucha púrpura cónica con dos agujeros que era donde se encontraban sus brillantes ojos amarillos.

Las torturas que aquellos bastardos le aplicaban eran simples; la golpeaban entre todos cuando querían "ejercitar" sus músculos, o bien le arrojaban cubos con orina o heces por una rejilla que estaba en el techo justo encima de ella, mientras se reían a carcajadas burlándose de su desgracia. Al menos, agradecía que estos no se habían atrevido a violarla aun, pero lo peor no era esto, si no que no podía hacer nada de magia al tener unos pequeños cristales oscuros que estaban incrustados a lo largo de su cuerno y que abortaban toda energía mágica si intentaba siquiera hacer un pequeño hechizo.

Su alimentación diaria que recibía como prisionera no era de muy buena calidad, el almuerzo casi siempre era un pan mohoso echo con sustituto de harina y aserrín, acompañado de un vaso de metal lleno con agua cristalina, siendo lo único limpio que le servían sus guardianes. En cuanto a la cena, le arrojaban granos de choclo en el suelo que debía comer con humillación, usando su propia lengua para encontrarlos y comérselos antes de que llegaran las ratas é insectos que abundaban en su celda.

Desde su primer día de cautiverio, Cadence lloro durante largas horas, pero luego perdió las fuerzas incluso para eso. Lo único que le quedaba y que no se lo habían quebrantado aun, era la esperanza de que alguien la salvara de aquellos muros de piedra. En su mente, pensaba siempre en su querido esposo Shining Armor, en Twilight y sus amigas, en sus tías las Princesas Celestia y Luna, y en todos a los que ella apreciaba y les tenia un enorme cariño.

—Lo que tu sufres es solo una débil parte de lo que me hiciste sufrir… Y debes pagar…—sentencio una voz casi de ultratumba que repentinamente hablo en el calabozo.

Cadence nunca se imagino que aquel unicornio nocturno, ese dulce y tímido unicornio que había conocido cuando era la niñera de Twilight Sparkle, se hubiera convertido en un ser malvado y sin corazón. Reconocía que ella no supo manejar los sinceros sentimientos de su captor en el pasado cuando estaba enamorado de ella, y en parte, fue culpa suya que a pesar de todo lo que hizo el por salvar su vida tantas veces, le haya rechazado de una manera tan cruel que lo llevo directamente a consumirse entre la maldad y el odio. A veces, pensaba que no merecía ser portadora del amor por este grave error que solamente ella y su secuestrador conocia, pero lo echo estaba echo y no podía hacer nada para cambiarlo.

Repentinamente, sus orejas escucharon múltiples pasos acercándose hacia la puerta de hierro de su prisión que se abrió lentamente. Para Cadence, la hora de la tortura estaba por comenzar.

—¡Buenos días, Princesa! ¿Cómo ha dormido hoy? —decía con burla un pony terrestre mientras abría la puerta del calabozo. Cadence lo conocía por ser el jefe de aquel grupo, y también por ser el mas despreciable de todos ellos.

—La maldita tiene suerte de que "el" no nos de permiso de divertirnos con ella, ya que es muy preciosa. ¿No lo cree, jefe DeathSoul? —rió con malicia otro que estaba a su lado.

—Si, además que no es muy frecuente que tengamos prisioneras así de hermosas, aunque esta este sucia de orina y porquería. Por cierto, ¿no se siente cómoda, mi Princesa? ¿quiere que le… acomode su almohada? —el pony encapuchado de nombre DeathSoul, levanto su casco y golpeo a Cadence en el rostro, mientras sus compañeros que estaban detrás de el comenzaron a reírse rodeando a la unicornio alada.

—Princesa, ¿desea que le de su masaje diario?.

Uno de ellos usando sus patas traseras la pateo fuerte en el estomago haciendo que Cadence tosieran en el suelo gotas de sangre, mientras que otro de los guardias que hasta ahora no le había echo nada aun, saco una cadena y comenzó a ahorcarla acercándola hacia su jefe.

—Duele, ¿verdad? —pregunto DeathSoul sonriendo con burla—. Lo mejor es que nuestro Conde nos dio mas tiempo para jugar contigo, así que la vamos a pasar muy bien hoy, ¿no es así, muchachos?.

Todos se largaron a reír, pero en un descuido de su jefe, Cadence aprovecho de patearle fuerte en la cara con una de sus patas traseras, cayendo este hacia el suelo mientras ella aun seguía retorciéndose tratando de respirar.

—¿Esa perra te acaba de golpear? —pregunto uno de los encapuchados.

—¡Ramera asquerosa, vas a arrepentirte por hacer eso! —DeathSoul se levanto encolerizado y casi saliéndole espuma por su hocico, acercándose peligrosamente hacia Cadence—. ¡Llevémosla a la Cámara de Torturas!.

—¿La Cámara de Torturas?. Con todo respeto señor, el Conde Mefistófeles no nos autorizó…

—¡El Conde Mefistófeles me dejo a mi a cargo! —exclamo enfurecido DeathSoul—. Además, no creo que se interese en lo que hagamos con ella, ¿o si?.

Los cuatro ponis encapuchados se miraron los unos a los otros, hasta que uno de ellos tomo a Cadence por el cabello y la saco del calabozo arrastrándola bruscamente por los poco iluminados pasillos, mientras sus demás compañeros les seguían atrás. El camino se detuvo frente a una gran puerta de hierro oxidada, abriéndola apresuradamente y arrojando como una muñeca de trapo a Cadence por las escaleras que se golpeo en cada escalón de piedra hasta finalmente caer hacia el piso.

La Princesa abrió sus ojos después del dolor que sentía en todo su delicado cuerpo, mirando hacia sus alrededores y encontrándose con un mundo de pesadillas. Instrumentos de tortura tan famosos como la Doncella de Hierro, la Guillotina, la Rueda, la Silla de Interrogatorio, la Horquilla, la Santa Trinidad, el Garrote, el Taburete de Judas (que en este caso, era llamado el Taburete de Celestia), la Pera del Papa, las Botas Españolas, el Toro de Falaris, el Aplastacabezas… y un sin fin de prohibidas invenciones que esperaban a un nuevo visitante que esta vez, desgraciadamente, seria la Princesa Cadence.

—¡Rápido! ¡Atenla a la Garrucha! —ordeno el jefe de los verdugos.

Apresuradamente, amarraron las pesuñas delanteras de la Princesa hacia atrás, colgándola y subiéndola lentamente hacia arriba. Cadence no sabia que es lo que estaban tramando, pero cuando estuvo en una determinada altura, la soltaron bruscamente y luego la sujetaron fuertemente antes de que tocara el suelo. Aquel dolor producido en ese momento era mucho mayor que el originado por la subida, pero la valiente Princesa no grito, solo aguanto su sufrimiento como podía.

—Duele, ¿no? —dijo DeathSoul con una sonrisa, pero la Princesa solo lo miraba con desprecio mientras apretaba sus dientes—. Es muy curioso, la mayoría de los que pasan por la Garrucha suelen implorar a lagrimas misericordia, pero tu, tu parece que lo soportas muy bien… ¡elevadla otra vez!.

Los demás encapuchados obedecieron, repitiendo tres veces el proceso de tortura que se tomaron con profesionalismo su tiempo, mientras DeathSoul que se había quitado la capucha, se entretenía sentado en una silla bebiendo de una botella chicha de manzana. Desde la segunda caída, Cadence no lo pudo soportar mas, dando quejidos de dolor mientras juraba que sus brazos se les desprenderían de su cuerpo en cualquier momento si llegaban a una séptima caída.

—Jefe, creo que debería ser suficiente para ella —opino el pony encapuchado que era el que dirigía las caídas.

—Supongo que si, nadie llega a la quinta caída. Eres una hembra muy resistente… aunque no lo suficiente.

DeathSoul, aprovechándose que su importante prisionera estaba colgada de las pesuñas, se atrevió a besar a Cadence que no pudo evitar ocultar el asco y el disgusto en su rostro. Sentía como la asquerosa lengua del verdugo invadía su boca, pero su placer no duro mucho ya que la indignada Princesa se la mordió fuerte, retrocediendo este hacia atrás antes de que ella intentara cercenárselo.

—¡Maldita, eso me acaba de doler!. Vas a pagar por eso sintiendo mas dolor… y se como hacerte llorar a gritos —sonrió maliciosamente DeathSoul—. ¡Desátenla de la Garrucha y denle un pequeño "descanso" en la Silla de Interrogatorio!.

Los verdugos dejaron caer a Cadence hacia el suelo, desatando sus pesuñas y llevándola a rastras hacia una intimidante silla de hierro con afilados pinchos puntiagudos en el asiento, el espaldar, los brazos, y los descansos para las patas delanteras y los cascos. La portadora del amor se movía desesperada tratando de escapar, hasta que uno de ellos la golpeo en la cabeza dejándola media aturdida. Los verdugos aprovecharon su débil condición, sentándola contra el sillón y amarrando sus patas con anillas de hierro que venían instaladas en la silla para apretar su cuerpo contra las púas.

Cadence, en cuanto recupero la conciencia, sufría de una manera atroz sintiendo como aquellos pinchos atravesaban su carne fácilmente. Los malvados verdugos, disconformes con el sufrimiento que deseaban que fuese mas, le aplicaron sacudidas o golpes en sus patas delanteras y traseras, entre otras partes del cuerpo, clavándose mas profundo los filosos pinchos en su interior mientras alguien escuchaba arriba del calabozo "Wie? Was? Entsetzen!" de la Opera, Der Freischütz. Los gritos de dolor de Cadence eran desgarradores, cayendo de sus ojos cristalinas lagrimas que bajaban por sus suaves mejillas hasta caer.

—¿Quieres que el dolor se detenga? —pregunto en un murmullo DeathSoul.

—S-Si, p-por… f-f-favor —respondió débilmente Cadence entre lagrimas.

—Entonces, lo único que tienes que hacer, es decir "lo siento mucho, Mefistófeles". Dilo ahora, y te prometo que te sacaremos de la Silla de Interrogatorio —sonrió "con humildad" DeathSoul.

—L-lo... s-siento m-mucho… M-Mefistófeles —dijo en voz baja.

—Mas fuerte.

—Lo siento mucho, Mefistófeles…

—¡Mas fuerte! ¡que se oiga en todo el castillo! —insistía DeathSoul.

—¡Lo siento mucho, Mefistófeles! —exclamo Cadence.

—¡DIJE QUE MAS FUERTE! —DeathSoul golpeo con fuerza su muslo izquierdo, enterrándose profundamente los pinchos hasta llegar al hueso que le provoco un gran dolor a Cadence que grito a todo pulmón.

—¡LO SIENTO MUCHO, MEFISTÓFELES!.

La música de Opera se detuvo, abriéndose la puerta de hierro y bajando de las escaleras un misterioso unicornio de cuero gris oscuro, con crin blanco hacia la izquierda y negro hacia la derecha. Llevaba una mascara blanca que le cubría la mitad de su rostro derecho y la nariz; a excepción alrededor de su boca. Usaba una larga capa negra por fuera y rojo por dentro. Sus ojos que eran dorados como oro y de pupilas alargadas como gato, miraban con total frialdad a los verdugos, mientras el crin de su cabeza estaba peinado muy bien hacia atrás.

El jefe de los verdugos se puso rápidamente la capucha, saludando entre todos con sus brazos izquierdos en alto al elegante y siniestro unicornio que ni siquiera se inmuto en mirarlos hacia la cara.

—¡Conde Mefistófeles! —exclamo DeathSoul.

—Veo que ya esta echo, me has servido muy bien, DeathSoul. Estoy muy orgulloso de ti —murmuro el fino Mefistófeles.

—¡Sus palabras me complacen, mi Conde! —contesto el líder de los verdugos sin bajar aun su brazo—. Me alegra poder servirle bien.

—En efecto, ahora que tu tarea se ha cumplido satisfactoriamente, tu siguiente y ultima tarea sera… morir —sentencio con una sonrisa el unicornio.

—¿Mi Conde?.

En eso, en un extraño é inexplicable hechizo, de la sombra de DeathSoul salio del suelo una larga estaca de hierro de seis metros de largo que empalo al desprevino verdugo que fue atravesado por el lomo, llegando la estaca casi hasta el techo donde DeathSoul estuvo colgado hasta morir. Luego de esto, el Conde se acerco hacia Cadence, levantándole su mentón y mirándola directamente hacia los ojos con una mueca en sus labios.

—Admiro tu valentía, Princesa Cadence. Se nota que eres muy superior a esas otras dos, Celestia y Luna —murmuro Mefistófeles mientras le acariciaba su mejilla izquierda con ternura a Cadence que se mantenía en silencio pero firme.

El unicornio se volteo y miro con frialdad a los demás cuatro verdugos que se pusieron temerosos por la mirada seria de su Conde. Creyeron que ahora que su trabajo fue terminado, los empalaría como a su jefe... pero para suerte de ellos, este se retiro en total calma.

—Sáquenla de la Silla de Interrogatorio y lleven a la Princesa Mi Amore Cadenza hacia su habitación en donde los doctores la esperan —ordeno Mefistófeles mientras subía las escaleras—. Háganlo, antes que termine por empalarlos a Uds. también en menos de lo que cante un gallo, ¡AHORA!.

—¡Sus ordenes serán cumplidas, mi Conde! —exclamaron en coro los cuatro verdugos levantando sus brazos izquierdos en alto, esperando a que el Conde cerrara la puerta por fuera para poner rápidamente cascos a la obra.

Cadence no sabia lo que sucedía ahora, pero daba gracias de que sus torturas finalmente acabaron… por ahora. Los verdugos quitaron las anillas de hierro que sujetaban sus pezuñas y levantaron cuidadosamente su cuerpo de los filudos pinchos, aunque apresurados ya que vieron que la Princesa comenzaba a perder sangre.

Casi corriendo, llevaron a la Princesa cargándola hacia su habitación, pasando por largos pasillos y subiendo por unas escaleras, mientras la visión de Cadence comenzaba a tornarse nublosa.

—Me… fistófeles —murmuro Cadence, desmayándose inconcientemente apenas ingresaron a su habitación donde le esperaba el Conde y un grupo de seis médicos.


Bueno, Bienvenidos a mi nuevo proyecto. ¿Que les parecio?, quiero aclarar que no tengo nada en contra de Cadence ya que es una de mis favoritas de la serie, pero, en cuanto pense en este nuevo fic, simplemente no pude contenerme en tenerla como protagonista jejeje.

Ahora, para dejar datos a conocer:

1) "Wie? Was? entsetzen!". Es una pieza de la Opera Der Freischütz de Carl Maria von Weber.

2) El Garrucho. Es un metodo de tortura medieval que consiste en atar al prisionero de las muñecas o de los brazos, subirlo lo mas alto posible y dejarlo caer sujetandolo antes de que tocase el suelo. Si el preso no confesaba en la segunda estrapada, le colocaban un sobrepeso en los pies a fin de aumentar el dolor

3) Silla de Interrogatorio: Instrumento de tortura de la Santa Inquisicion, construido comunmente de hierro y cubierto de oxidados pinchos afilados. Pueden googlearlo si desean conocerlo por imagenes.

Esperare sus reviews con ansias, hasta pronto ^^.