DECLARO: Que los personajes y la historia pertenece al mundo de The Hunger Games y son de propiedad de Suzanne Collins, su adaptación presentada a continuación es mía. todo sin fines de lucro.

Capítulo 40:

A veces me sorprendo de cuanto ha avanzado todo en estos últimos meses de ausencia pública. Mi ciudad casi reconstruida, un tren cuyas vías ya llegan cada vez más cerca del Trece, personas que siguen viajando de un Distrito a otro. Progreso, por donde mires y hacia donde mires hay evidencias del progreso. No quiero pensar en la punzada que me genera verlo tan materializado a mi alrededor, en la punzada que me presiona la boca del estómago y me hace pensar que mi hermana no podrá disfrutar de todo esto. Prim… ¡Cielos, como extraño a mi hermana!

El viaje en tren duró sólo un par de horas y terminó en la última estación que tienen construida entre el Trece y el Doce, tuve que bajar con mis cosas y en la estación estaba esperándome un camión que tiene la forma semejante a un tren y las mismas comodidades de este, pero con ruedas. Al instante, la poca gente que se encontraba viajando me reconoció, pero al parecer la vida del Sinsajo es cada vez menos importante, porque me dejaron sola – quiero pensar que es eso y no la cara de pavor que tengo; me miré hace un instante en el espejo que había sobre el lavabo del baño y esta tan pálida que parecía enferma-.

Me ofrecieron un pequeño compartimento, muy parecido al espacio que me habían dado en el tren para los juegos, pero mucho más pequeño que ese y sin un baño incluido, ese debe ser compartido por todos los pasajeros del transporte. A penas pisé el espacio las memorias y los flashes de los recuerdos en el tren con Peeta comenzaron a atormentarme, los momentos dulces, las sonrisas, cotilleos de Cinna y los cachorros que formaban mi equipo de preparación; las noches en vela por las pesadillas de personas a las que les hice daño o se lo hicieron a causa mía, Effie canturreando el horario y la puntualidad, todo. Recuerdos y más recuerdos que empezaban a carcomerme la poca cordura que me quedaba desde que comencé el eterno viaje hasta el Trece. Noto que me he quedado parada en la puerta del espacio y cuando estoy a punto de caer al abismo que supone el hecho de poder recordar con claridad todo, un brazo pasa por mi cintura empujándome hacia atrás para pegar mi espalda al calor de su cuerpo.

Peeta. Como siempre, está apartando las pesadillas que me atormenta incluso despiertas tan sólo con su calor.

- No olvides respirar – me susurra al oído y deja su mentón apoyado en mi hombro e inevitablemente mi respiración comienza a acompasarse con la suya- ¿Debemos quedarnos aquí todo el viaje? ¿O puedo entrar, dejar mis cosas y descansar?

- Creo que ya podemos entrar- digo intentando relajarme. Suelto un suspiro e intento avanzar, pero Peeta no me suelta- ¿Sucede algo? – pregunto moviendo mi rostro para poder verlo y él sólo me sonríe-

- Dame un segundo- dice mientras aleja su rostro del mío, se para derecho, gira mi cuerpo y vuelve a acercarse para dejar un beso lento y profundo en mi boca- Ya está, podemos entrar- menciona cuando se ha alejado de mí dejándome temblorosa-.

El resto del viaje básicamente es un descanso, Peeta dejó nuestros bolsos en una esquina mientras yo me sentaba en la pequeña litera que hay pegado al muro. Peeta se acercó a ella dejándose caer en la cama y luego tomó mi brazo para obligarme a recostar mi cuerpo junto al de él, me giré para quedar más cómoda y sus brazos me recibieron con cariño, fue imposible no caer rendida en un profundo sueño.

Minutos antes de que el tren se detuviese del todo, un hombre joven tocó la puerta del compartimento para recordarnos que a sólo unos instantes se encontraba nuestro destino; El Distrito Trece. Peeta presionó mi mano dándome valor, pero sé que con aquel gesto también intentaba darse valor a sí mismo, para ninguno es fácil llegar a ese lugar inundado de recuerdos y dolores, pero estamos juntos en esto, eso es lo importante. Al descender del tren, se puede ver mucha gente acumulada en el andén buscando por sus familiares, pero no logro reconocer ninguna cara familiar, tampoco lo esperaba. No es cierto, claro que lo esperaba. Logramos alejarnos del tumulto de gente cuando lo que supongo debe ser un soldado se acerca a nosotros y nos explica que ha sido enviado para llevarnos directamente a la consulta de Aurelius.

- Señor Mellark, no lo esperábamos por aquí tan pronto, sólo se me había informado que sólo a la Señorita Everdeen era a quién debía recoger- dice con un tono muy diplomático que contrasta con sus facciones relajadas-

El soldado luce su traje militar perfectamente planchado y pulcro, debe tener un cargo importante en el Trece, de lo contrario no luciría tantas medallas en la solapa de su chaqueta. John, lleva unas gafas de sol que lo hacen lucir distante, tiene el pelo entrecano en las cienes que se confunde con el gris de la gorra militar que lleva sobre la cabeza, es alto, de espalda ancha y cintura angosta, pero se ve perfectamente en forma incluso para un hombre en sus cuarenta y tantos; se me hace inevitable que me recuerde un poco a Boggs, sólo que John no luce tan serio ni peligroso como él Sargento que me dirigió en las profundidades hace un año atrás.

- Así es, John. Sólo hubo un pequeño cambio de planes – dice Peeta dejando nuestra maleta en la cajuela de lo que parece una moderna camioneta amplia y con puertas que se deslizan hacia arriba, como en el que llegaron al Doce Peeta y Haymitch hace un tiempo.- No creo que sea un gran problema – explica Peeta de nuevo al soldado-.

- Por supuesto que no, Señor Mellark – dice con amabilidad y una sonrisa escueta, para luego girarse y subir al asiento del piloto-

- Peeta, John. Siempre te he dicho que me trates de Peeta, podría ser tu hijo y me tratas con excesivo respeto –dice un poco hastiado mientras el vehículo comienza a desplazarse por la ciudad-

- Wow… - sueltan mis labios de pronto interrumpiendo su discusión-.

Lo que hace unos meses eran sólo ceniza y restos de cimientos destruidos del Trece en la superficie, se ha transformado en una ciudad en plena reconstrucción. Hay edificios levantados y en proceso de terminación, las calles están limpias y hasta se puede apreciar el hermoso paisaje del bosque que rodea a la ciudad. No puedo creer que me he perdido de tanto estando encerrada en el agujero de mi casa, es una ciudad completamente nueva y yo he estado oculta perdiéndomelo. De seguro el resto de los distritos están en el mismo proceso, renaciendo de las cenizas que han dejado esta guerra o la anterior hace setenta y cinco años. Lo positivo de todo esto, es que los niños que lleguen y crezcan en este nuevo Panem, no tendrán que preocuparse por el pan que llega a sus bocas o porque una vez al año todo el mundo debe aferrarse a su suerte para no perder a algún miembro de su familia en tan desquiciados juegos.

Llegamos hasta una zona acordonada al centro de lo que supongo es la plaza de la ciudad, en donde debería ir el Edificio de Justicia, pero que ahora sólo hay bloques y bloques de cemento con hombres trabajando colgados de arneses y máquinas desde la altura. El soldado que se ha identificado como Teniente Hudson, pero al que Peeta llama John, nos pide que bajemos del vehículo y que lo sigamos por entre los trabajadores y las máquinas de construcción. De pronto, nos acercamos a metros de la construcción principal del Edificio de Justicia y Hudson nos hace serpentear entre bloques hasta llegar a una gran apertura en el centro que da bajo tierra y recuerdo que esa era una de las tantas entradas y salidas que manejaba el Bunker bajo tierra que constituía la cuidad subterránea del Trece.

- Llevan un poco menos de un año reconstruyendo la superficie del Distrito, ya nada nos obliga a vivir bajo tierra, pero para la población sigue siendo chocante ver todos los días iluminados en el exterior, incluso mucha gente ha tenido problemas de visión debido al daño que ha provocado la ausencia de luz durante tantos años de vida – lo que explica el uso de las gafas oscuras que usaba y que ahora se ha quitado para dejarnos ver sus profundos ojos verdes – El Doctor Aurelius sigue manteniendo su consulta bajo tierra para tratar a la gente que poco a poco va saliendo a la superficie o que decide cambiarse de distrito –explica mientras nos sostiene la puerta del ascensor que nos llevará a las profundidades del Bunker, otra vez – Pero ya hay gente viviendo en el exterior-.

- ¿Por qué si hay tantos edificios construidos y hay gente en el exterior, no está el Edificio de Justicia terminado? – pregunto desde el fondo del espacio donde intenté mantenerme invisible-

- Lo que sucede, Señorita Everdeen –comienza a explicar-

- Katniss, por favor- corrijo, no quiero que me traten de manera especial-

- Lo que sucede Katniss –dice corrigiéndose y sonriendo con ojos profundos- Es que habían prioridades, usted bien sabrá que después de una guerra lo primordial es salvar las vidas de todos los heridos de guerra, y por ello la primera construcción debía ser dirigida a ello, por lo tanto el primer edificio en inaugurarse en la reconstrucción fue el Hospital del Distrito Trece- explica y de pronto, algo suena cerca de su muñeca y puedo ver que es el reloj inteligente que alguna vez utilizó Gale en nuestra estadía en la base militar- Creo que hay un pequeño cambio de planes – dice presionando una nueva dirección en el teclado del muro que activa el movimiento del elevador-

- Entiendo… - digo asintiendo. Sopeso un instante la idea de que mi madre esté atendiendo a la gente en el hospital que está en la superficie, mientras yo me hundo más y más en las profundidades de la tierra – Teniente Hudson, ¿usted sabe si mi madre está en ese hospital trabajando o si está aún trabajando acá? –digo con nerviosismo-.

- Según tengo entendido, trabaja en ambas zonas, dependiendo de las necesidades de los turnos es que se traslada a uno de ellos, pero desconozco dónde se encuentra hoy-.

- De seguro la veremos hoy – me sonríe Peeta, al instante que tome mi mano y me besa en la mejilla. Él sabe que se me está haciendo difícil-

El estruendo y el movimiento del ascensor nos indica que ya hemos llegado a la planta que corresponde, pero no estamos en el pasillo que corresponde al hospital, que es en donde se encuentra la oficina y consulta de Aurelius, nos encontramos en el pasillo que da a los compartimentos familiares.

- Pensé que quizás querían descansar primero antes de que comience la visita con el Dr. Aurelius, hace un instante recibí una notificación que mencionaba que mañana sábado la atenderá, no hoy como estaba previamente determinado –dice abriendo la puerta del elevador mientras nos da espacio para salir de este- ¿Cómo ha estado Haymitch, Sr. Mellark? –pregunta a Peeta quien pone los ojos blancos frente a la forma tan formal de tratarlo-

- Está bien, ha comenzado a participar en algunas labores de reconstrucción –dice Peeta con tranquilidad- Y es Peeta por cierto –aclara-.

- ¿Sigue sobrio? –pregunta muy preocupado y Peeta asiente con una sonrisa- Me alegra escuchar eso –sonríe-

Me sorprende un poco la relación tan afectiva y cómoda con la que ambos se tratan, como si se conocieran desde siempre. No sería muy de extrañar, ya que Peeta estuvo varios meses en este lugar, intentando sobrevivir y también intentando curarse de lo que el Capitolio le ha hecho hasta hoy. Hay instantes en los que es casi irreconocible todo lo que el Capitolio le hizo, pareciera que no hay secuelas del dolor causado a raíz del secuestro; pero hay otros tantos instantes en los que Peeta es irreconocible, como anoche, en donde los ataques lo transforman por completo y pierde hasta el más mínimo vestigio de humanidad. Probablemente, el Teniente John es más cercano de lo que pienso a Peeta y Haymitch, quizás estuvo presente en su proceso, debido al alto cargo e importancia que creo que tiene en este lugar.

- Bueno, hemos llegado- dice con un movimiento de cabeza escueto y serio, pero sus ojos no dejan de perder un brillo juguetón cuando mira a Peeta de reojo- Este será su compartimento durante estos días, es el mismo que Peeta tiene asignado cada vez que viene a control. En este piso se encuentran todos aquellos que suelen venir de paso, ya sea por razones diplomáticas, a tratamiento o sencillamente de visita, por lo tanto, no verán mucha gente o movimiento en esta zona, ya que está designada y diseñada para el descanso – dice con la seriedad que lo caracteriza- Espero que puedan descansar y por favor, si necesitan lo que sea, no duden en avisarme- explica unos instantes antes de despedirse con una sonrisa-

- Bueno, estamos aquí- sonríe Peeta al instante que se gira para mirarme- Estás tensa, cariño- me dice pasando las manos sobre mis hombros y masajeando la zona- Kat, ¿qué sucede? –pregunta mirándome a los ojos y yo sólo niego con la cabeza e intento sonreír para no preocuparlo. Me mira durante un rato en el que demuestra que no se ha tragado nada de lo que he dicho- Es por tu madre, ¿verdad?

- Pensé que estaría un poco más ansiosa por verme y me iría a buscar al tren, ella no sabía que vendría contigo, iba a estar sola y ella no… No apareció. –digo encogiéndome de hombros para quitarle importancia- Su trabajo debe ser más importante-.

- No digas eso, cariño – susurra Peeta abrazándome- debe haber un motivo, de seguro que es algo importante- me susurra con cariño en mi oído y un escalofrío me recorre el cuerpo mientras su calor me llena hasta el último rincón de mi corazón entristecido- ¿Qué te parece si entramos, te preparo un baño caliente, descansas y luego comemos algo? – Me dice él alejándose de mí, pero sin perder el contacto físico del todo y yo asiento ante la idea de pasar tiempo con él en este lugar que me pone los pelos de punta. Pero para ser completamente sincera, la idea de buscar a mi madre no deja de rondar del todo por mi cabeza-.

- Creo que es una excelente idea – digo sonriéndole, pero la alegría no logra llegar del todo a mis ojos y sé que él lo nota-

- Bueno, será mejor que vayamos ingresando a nuestro compartimento –dice suspirando con un deje de melancolía-

- Lo único que espero es que no nos impriman un horario en el brazo a las seis de las mañana- digo poniendo los ojos en blanco mientras me apoyo en la pared a un costado de la puerta mientras Peeta busca en sus bolsillos las llaves que le dio Hudson al subir al elevador que nos condujo a este piso- Esta vez no tendré un brazalete que diga "mentalmente incapacitada" como para saltarme con descaro todo lo que me vaya avisando el brazo-

- Las veces anteriores no me han impreso nada, así que espero que esta no sea la excepción- dice asintiendo- Bueno, ya está –dice señalando la puerta abierta. Se acerca a mí con dulzura para luego besarme directo en los labios. Es un beso a boca abierta, pero no tiene nada de provocativo o sensual, sencillamente afecto y dulzura y al separarme me sonríe con ojos brillantes y las mejillas sonrosadas- Lo siento, llevaba demasiado tiempo sin hacer eso-.

- Wow… -sonrío- creo que debemos pasar más tiempo alejados- río por primera vez desde que llegamos-

- Bueno, de seguro estaremos muy ocupados estos días para hacer lo que queramos o como mínimo estaremos continuamente rodeados de personas, así que nada de afectividad, Señorita Everdeen-

- Haré todo lo posible por no lanzarme encima suyo, Señor Mellark- digo palmeándole el hombro y paso a su lado para entrar en la puerta que él ha dejado entreabierta-.

Cuando entro y busco la luz que da al pasillo, esta se prende de pronto y veo a mi madre, Effie, Haymitch, Johanna y a Beetee de pie sonriendo frente a una mesa llena de comida y delante de un cartel que dice "Bienvenida". Veo a mi madre salir alejarse de la mesa y acercarse a paso tímido hacia donde estamos en la puerta. El corazón me está saltando y siento las lágrimas de emoción correrme por las mejillas.

-Al parecer si tenía algo más importante que hacer que ir a recogerte al tren, pero eso importante seguías siendo tú- me susurra Peeta al oído, deja un beso en mi mejilla húmedo de lágrimas y me empuja para encontrarme con mi madre cullos ojos brillan alrededor de las lágrimas-

- Bienvenida, cariño- dice al llegar hasta mí y sólo eso basta para que mi cuerpo se deje rodear por el cuerpo cálido y delgado de mi madre-.

Holaaaa! Queda gente por ahí aún? :/ Bueno, la verdad es que las mismas razones de siempre son las que me han alejado por tanto tiempo de las páginas, mucho que hacer y muy poca inspiración, pero por suerte hoy se me prendió la ampolleta y bajó la ansiada musa :) Espero de verdad que sigan enganchándose de esta cosa, estuve mucho tiempo estancada en un capítulo que reescribí millones de veces porque ninguna versión me convencía del todo, pero al fin salió!

INFINITAS GRACIAS para todos aquellos que siguen creyendo que mi historia vale su tiempo y que estas líneas valen la pena, de verdad INFINITAS GRACIAS!

Un abrazo apretado de esos que sacan el aire para cada uno de ustedes y un beso sonoro.

Javi :)