¡Oh, come on, New Spain! Papi Anthony nunca se dará cuenta de que te tomaremos prestada una semana sin que él se dé cuenta, honey.

—¡Cállate de una vez, cejas de mapache! Yo no me bajo de esta casa hasta que Lovino o Papá lleguen, nunca, florecita.

—¿Ma-mapache…? — Bufó el inglés con una enorme mueca de desagrado en su rostro. — ¿¡CÓMO ME LLAMASTE, MARY!? — Reclamó el europeo diciendo el nombre de la americana con su molesto tono Inglés, que hacía sacar de sus casillas a María.

— ¡Ce-cejas de Mapache… Sí, lo he dicho! CEJAS DE MAPACHE. — Refunfuñó la morena con un tono de desagrado que se delataban en sus hermosos ojos cafés. — Okey, ''British Gentleman''. No hay nada que temerle a un pirata con el que la vista de sus cejas causan más daño que una estocada de este, daaaarling. — Burló el tono desquiciante de voz de él chico con una divertida sonrisa representada en su fino rostro.

Arthur estaba a punto de preparar un comentario abundante de sarcasmo a la castaña, pero un molesto italiano, un refunfuñante chileno y un enojado español lo interrumpieron sacándolo a patadas de ahí. El español subió corriendo a el piso de su enorme mansión, en dónde vivían actualmente un chileno, de nombre Manuel, un italiano llamado Lovino y una de sus más nuevas y bonitas colonias, Nueva España, de nombre María, quién se llevaba muy bien con Lovino pero no con Manu. Se avalanzó contra la última mencionada y lágrimas de alegría empezaron a brotar de sus ojos.

— ¡Oh, mi hermosa María! Ese gilipollas no te golpeó ni nada… ¿Verdad? No te preocupes, Nueva España, ¡Sigues igual de bonita cómo siempre!

— Toño, Eres un exagerado… María, yo no me hubiera esperado a que este retrasado mental llegué para correr a ése aweonao' de aquí. Hazme el favor y sácalo a patadas a la próxima, chiquilla.

— España, verdaderamente eres un bastardo, maldición. A las mujeres se les trata cómo mujeres, no cómo niñas de 4 años, estúpido bastardo. Hablando de tomates… Ya no hay tomates, maldición. ¡Ve a comprar unos inmediatamente, idiota!

— Fusososososo… — Sonrió melodiosamente el español apartándose inmediatamente de la morena.

Y así, es cómo transcurre el día normal de Nueva España, por ahora.


— ¡Nouvelle Espagne!~ Mon amour, ven aquí... Matthew quiere jugar con otro chico, ya está harto de ése tontito de Alfred~

— Kesesesese~ Neu-Spanien... Eres igual de terca que West. ¿Tú y mi awesome hermano tienen la misma edad, no? Déjame te lo presento, trata de no enamorarte de el, mädchen. Claro, lo haré si Spanien lo desea, pero no lo creo, ¿Verdad, Toño? Kesesesese~

— Nu-nueva España... Enamorarse... Chicos... Novios... Corazón... Roto... ¡IDIOTAS! Mi hermosa María nunca se enamoraría de ningún chico... ¿Ve-verdad, Ma-maría...?

— ¿E-eh? No conozco a ningún chico que no sean Manu, Lovino, Papá y sus amigos... Así que creo que nunca me enamoraría... por ahora...

— ¡SPANIEN! Por favor, haznos el favor de dejar que los niños vengan a divertirse un rato con maría — Suplicaron con ojos llorosos los dos amigotes de Antonio. — Últimamente andan muy tercos... y, ¡NOS ODIAN TOÑO, NOS ODIAN!

— E-esta... Bien, ¡Pero mañana! Sólo 2 horas, ¿Entendido? Y sólo podrán traer un niño... Rayos, creo que Lovino se esconderá detrás de mi todo éste tiempo, Manu los golpeará y Nueva España... No tengo ni idea... Pero no será nada bueno.


Los hermanos de Antonio se despidieron con una grande y reluciente sonrisa.

— ¡ANTONIO~ MAÑANA TE TRAEREMOS A LAS 9:00 AM LOS CUATRO NIÑOS!

¿Cua-cuatro niños?... ¡SÓLO ERAN DOS!.