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Capítulo 18: Legado


Se sentía ligera, como si estuviera sobre una nube. Suspendida en la nada, sin nada alrededor, más que luz y un infinito de blanco. Observó hacia todos lados, pero no había nada. De pronto frente a sus ojos se fue formando una silueta. Era bastante borrosa por lo que forzó la vista y aún así no podía verla.

Así que avanzó.

Caminó hacia la silueta y esta comenzó a volverse más definida. Ahora comenzaba a reconocerla. Llegó frente a ella, y la observó con detenimiento. Pestañeó, y de pronto se vio sentada en el blanco suelo frente a la silueta también sentada. Durante unos minutos se observaron y la forma al final habló.

– ¿Qué haremos ahora?

– No lo sé –respondió luego de vacilar por un rato.

– Debemos hacer algo, no podemos ignorar la realidad, no ahora.

– ¿Y qué puedo hacer? –preguntó–. Ha sido un golpe realmente duro.

– Vamos Sakura, ya venías sospechando esto desde hace tiempo, y ambas lo sabemos.

– Si, pero pensé que era una paranoia, nunca pensé que tuviera razón.

– Pero es real, y debemos hacer algo. No podemos quedarnos paradas y dejarlo en manos de Naruto como siempre, esta vez debemos hacer algo nosotras

– ¿Pero qué –Sakura agachó la cabeza–. Yo ya lo había olvidado, había superado su ausencia, había...

– No puedes mentirme Sakura, igual habías aprendido a vivir sin él, pero no le habías olvidado –la pelirrosa alzó el rostro para mirar atentamente a esa personita que le hablaba–. ¿No recuerdas todas las noches que lloraste por él? ¿Los sueños? ¿Eh, Sakura?

– Tienes razón, pero... –vaciló–, pero ahora que ha vuelto yo... –volvió a agachar el rostro frustrada.

– ¿Le vas a dejar ir de nuevo, Sakura?

La pelirrosa alzó el rostro totalmente sorprendida por dichas palabras. Los ojos se le acristalaron, pero retuvo las lágrimas.

– Contéstame Sakura, y recuerda que no puedes mentirme.

La chica apretó los dientes mientras daba fuertes espasmos. Unos cuantos sollozos, pero ninguna lágrima.

– N-no-no –repitió cada vez más decidida, y la silueta sonrió complacida.

– Así es Sakura, no le dejes ir, no esta vez –animó la personita.

De repente la silueta comenzó a ponerse borrosa, como al principio.

– Creo que vas a despertar, Sakura –avisó la figurita.

– ¿Despertar de qué? –preguntó Sakura viendo como la figurita se desvanecía.

– Sabes lo que tienes que hacer, Sakura –sonrió–. Solo haz lo correcto.

– ¡No, espera...!

De repente todo se volvió totalmente negro. Ya no se sentía ligera, ya no se sentía como en una suave nube. Ahora sentía el cuerpo pesado y un intenso dolor de cabeza. Abrió los ojos y observó la habitación donde permanecía. El hospital. Se llevó las manos a la cabeza, realmente le dolía. Estaba vestida con la ropa de paciente, un camisón blanco y poco formal, pero lo suficientemente cómodo. Y entonces recordó.

– Sas-ke-kun –el recuerdo le vino como a una nuez le viene un martillazo, la cabeza le dolió enormemente y la sostuvo por unos segundos.

Entonces la puerta se abrió dejando paso a una cabellera rubia. Sakura no levantó el rostro siquiera para comprobar quien era. El rubito intentó hablar, pero temía por la reacción de su enojona amiga. Sin embargo habiendo llegado a su lado ella no había movido un solo músculo. Iba a hablar, pero ella se le adelantó.

– ¿Por qué... –pronunció–, ...por qué no me lo dijiste... Naruto?

– Fue por tu bien, Sakura-chan –respondió con ojos apagados el rubio–. Sa-

– ¿Desde cuándo lo sabéis? –le cortó–. ¿Desde cuándo...?

– Desde hace... unas semanas... Sakura-chan –respondió e intentó tocar su mano, pero ella no se lo permitió y la movió antes del roce.

– Ahora comprendo… todos esos AMBUS, estaban tras de él, ¿no? –el rubio asintió–. ¿Donde está, él... ahora?

– Le estamos buscando, Sakura-chan. Tenemos un plan para atraparle, esta vez no podrá escapar, Sakura-chan –sentenció el rubio mientras desaparecía por la puerta.

Dentro de la habitación, la pelirrosa seguía sin levantar el rostro. Comenzó a sollozar mientras temblaba. Sus manos también temblorosas se aferraban a la sábana. Aún con la cabeza gacha se pudieron notar fácilmente las lágrimas que salían de sus ojos.

El rubio Hokage caminaba a paso compasado por el largo pasillo. Su cabeza dibagaba en el plan que había trasado para capturar a Sasuke. Aunque no tenía claro que hacer una vez capturado. No sabía lo que el nuevo consejo de Konoha podría hacer con Sasuke. Pese a ser mucho más tolerante que el anterior, no creía que iban a ser muy considerados. Sasuke no lo merecía. Sabía que el nuevo consejo impondría el más cruel castigo. Pensando en el asunto llegó a la puerta de su oficina de Hokage, al abrirla avanzó hacia su mesa. Dentro del despacho se encontraban los mejores ninjas de la villa. Kiba con Akamaru, Suigetsu, Juugo, Karin, Hinata, Neji, Kakashi, Anko, Kurenai, Sai, y muchos otros AMBUS.

– Naruto –pronunció Kakashi una vez el rubio llegó al frente de todos–. Esperamos tus órdenes.

El rubio respiró hondo y entonces habló.

– Capturar a Sasuke –todos asintieron–. Yo soy el único que puede luchar contra él así que, el plan es que mientras vosotros le entretenéis, yo estaré esperando y asestaré el golpe final, luego ya el consejo decidirá qué hacer con él –todos asintieron–. Lo haremos al atardecer.

– ¡A sus órdenes, Hokage-sama! –dijeron todos en coro mientras cada uno se iba a prepararse.

Una vez ido todos, Naruto quedó solo en la habitación con Kakashi, el cual le observaba fijamente con su único ojo al descubierto.

– ¿Qué crees que decida el consejo, Naruto? –preguntó el peligris.

– No lo sé, Kakashi-sensei, pero por muy diferentes que sean al anterior, Sasuke no saldrá bien de esto. Debemos estar preparados para lo peor.

– ¿Cómo crees que actúe Sakura? –preguntó el peligris, si alguien conocía lo suficiente a la pelirrosa esos eran Naruto y Tsunade, pero esta por desgracia ella ya no se encontraba entre ellos.

– Por primera vez no sé qué decirte Kakashi-sensei, Sakura-chan me rehuyó cuando hablé con ella, solo preguntó por Sasuke.

– Mm, hay que comprenderla, para ella es un shock, saber que estuvo tanto tiempo al lado de Sasuke, sin saberlo –Naruto asintió con la cabeza–. Me voy Naruto, tengo que prepararme.

– Hasta luego Kakashi-sensei.

Y el peligris desapareció entre una nube de humo, dejando al joven Hokage reflexionando sobre cómo actuar en la situación actual.

La sobrina de la anterior Hokage caminaba con su carpeta en la mano dispuesta a visitar a su paciente. Su rostro denotaba preocupación y algo de miedo a la vez. Mientras avanzaba lentamente parecía vacilar en algo en su cabeza. Al fin llegó a la puerta de la habitación donde estaba su paciente, y entro. La pelirrosa estaba acostada en su cama, con la mirada totalmente perdida. Pero al entrar la pelinegra volvió en sí.

– ¿Como estas, Sakura-chan?

– Siento… siento como si hubiese revivido el pasado, como si fuera una niña de 12 años embobada por Sasuke, una vez más –respondió con voz apagada, ante la mirada de lastima de Shizune–. Desearía, que Tsunade-sama estuviera aquí.

– Aquí estoy yo, Sakura-chan –dijo la pelinegra mientras la abrazaba–. Aunque no sea lo mismo, yo estoy aquí.

– Gracias, Shizune-san –agradeció con una sonrisa forzada.

– Sakura, yo venía a darte una noticia –dijo la pelinegra poniendo una expresión que asustó a Sakura.

– ¿Qué sucede Shizune-san? –preguntó asustada.

– Sakura... –articuló y luego tragó grueso-. Estas embarazada.

Esa información a la pelirrosa le vino como le viene el sol a la nieve. Las palabras ''estas embarazada'' no cabían en su cabeza. Simplemente daban vueltas por ella, golpeando sus paredes cerebrales dándole un fuerte dolor.

– ¡¿Estás segura, Shizune?! –preguntó desesperada–. No… no puede ser.

– Si, Sakura, y de hecho el niño es... –la pelinegra tragó saliva– …es de Sasuke.

Sabía que ya venían a por él. Los sentía venir. Eran un número bastante grande. Eran de los mejores de la aldea. Pudo reconocer el salvaje chakra de Kiba, el molesto chakra de la pelirroja Karin, el helado chakra de Suigetsu y la fuerte potencia del Byakugan de los primos Hyuga, y por supuesto el cálido y frío a la vez chakra de su ex mejor amigo rubio, un chakra increíblemente idéntico al suyo. Y todos venían a por él. Sabía que ese momento llegaría. Sabía perfectamente que ellos estaban esperando el momento indicado para capturarle. Ya toda la aldea debía saber de su presencia, y el Hokage ya no podía quedarse de brazos cruzados.

Cada vez estaban más cerca, de hecho ya casi estaban encima del. Pero esa no era su mayor preocupación. La verdad, el ser capturado era lo último que le importaba a estas alturas. La reacción de su pelirrosa al saber quién de su identidad, era lo que realmente le preocupaba. ¿Cómo se lo habría tomado? ¿Qué pensaba acerca de eso? ¿Qué haría a partir de ahora? No podía esperar que ella saltara de alegría y se le lanzara a los brazos llorando como habría hecho mucho tiempo atrás. Sakura ya no era la misma niña que una vez él conocía perfectamente al punto de saber lo que estaba pensando. Sonrió de lado al pensar en eso, como si antes algún otro pensamiento que no fuera su nombre cruzara por su cabeza.

Ya habían llegado. Ahí estaban todos cuanto predijo. Sentía sus miradas en su nuca, miradas casi con rabia, o lástima, quizás porque sabían que el destino que le esperaba no era el más humano. Pero ya nada importaba. Entonces fue cuando escuchó la potente voz del Hokage.

– ¡Uchiha Sasuke! –gritó el rubio mirando serio a su ''amigo'' aunque no duramente–. ¡Quedas arrestado!

Entonces el último de los Uchiha se levantó de la roca donde estaba sentado. Los demás ninjas alrededor se pusieron en posición de defensa, esperando algún tipo de resistencia por parte del Uchiha, pero este hizo lo que ninguno esperaba. De un flash apareció frente al Hokage, y extendió sus manos hacia él. Ninguno comprendió su acto, ninguno excepto el Hokage. El mismo rodeó con una soga los brazos del Uchiha, quedando así sus manos atadas con una cuerda de chakra.

– Supongo que podemos volver a la aldea –dijo el Hokage y así todos, totalmente extrañados dieron marcha atrás.

Sakura aún no podía salir del estado de shock. La idea de estar embarazada del Uchiha le aterraba. Llevaba un hijo del mismísimo Uchiha Sasuke en su vientre, que a estas alturas ya se estaba formando. ¿Pero por qué estar tan asustada si es lo que siempre quiso? ¿No que su mayor sueño era reconstruir junto a Sasuke su tan preciado clan? Claro que lo era, pero eso fue hace 12 años, antes de ser abandonada en una banca por el amor de su vida.

En otras circunstancias la simple idea de haber compartido una noche de amor y deseo con el pelinegro le haría volar entre nubes, pero la realidad era más cruda. Uchiha Sasuke ya no era el serio niño con quién compartía misiones. Era un traidor, un asesino, un delincuente cuya cabeza valía millones.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por el sonidillo de la puerta al abrirse. La cabellera rubia que pasó por la puerta le sacó totalmente de su mente y la hizo prestar toda la atención a su amiga rubia que la veía con lástima, quizás porque sabía la noticia de su embarazo, de Sasuke, o ambas.

– Sakura, ¿cómo te sientes? –preguntó la pelirrubia habiendo llegado a su lado, pero la chica no hizo ningún gesto que indicara que iba a responder, asique siguió hablando –Me... me he enterado de lo de Sasuke y pues... quiero que sepas que aquí estaré para lo que necesites, sabes que en mi encontrarás un hombro donde llorar.

No sabía si se refería a la aparición del Uchiha o el embarazo, solo se mantuvo callada.

– También me he enterado del embarazo y... –entonces si lo sabía–, que estaré totalmente de acuerdo en la decisión que escojas, incluso te apoyaré si decides abor…

– Lo voy a tener –habló por primera vez, interrumpiendo a su amiga que la miró con aceptación.

– ¿Estás segura, Sakura?

– Lo voy a tener –reafirmó–. Es mi hijo. No importa que Sasuke sea su padre, es mi hijo –terminó de hablar mientras se acariciaba el vientre.

– Claro que si amiga, claro que si –concluyó la rubia abrazando a su mejor amiga, quién le correspondió.

Y entonces en brazos de su amiga fue cuando las ganas de llorar le vencieron. Ya no lo podía soportar y se desahogó en su pecho. La rubia la abrazó más fuerte, comprendiendo por lo que estaba pasando. Comprendiendo su dolor.

En una habitación alumbrada por nada más que unas pocas luces opacas se encontraban reunidos unos tantos ninjas. Todos sentados en una enorme mesa redonda. Unos 3 de ellos se encontraban vestidos de blanco, con trajes tradicionales blancos y unos gorros también blancos en la cabeza. Frente a estos tres se encontraban Kakashi y Naruto, mirando preocupados a los 3 consejeros, Nara Shikamaru, Aburame Shino y Kurenai. La causa de la reunión: el destino del Uchiha capturado hace días.

– Ya hemos tomado una decisión –habló el del medio, Shikamaru quién levantó el rostro, mostrando una cara de aburrimiento-. No ha sido difícil, teniendo en cuenta que el juzgado es uno de los criminales más peligrosos de los últimos años.

– ¿Eso qué significa? –exclamó el sexto Hokage temiéndose lo peor–. ¿Qué sucederá con Sasuke?

– Uchiha Sasuke tiene que morir –alegó el de la derecha, Shino, y el rubio apretó los dientes–. No hay otra solución, el pueblo pide su cabeza y no podemos hacer nada para ayudarle. El podemos dejar que el resto de los países sepa sobre esto, simplemente le mataremos y haremos como si nada hubiese pasado.

– Kurenai-sensei –suplicó Naruto.

– No hay otra solución –agachó la cabeza la pelinegra.

– ¡Mierda! –dio un golpe el rubio en la mesa sobresaltando a los tres del consejo.

– Tranquilo Naruto, ya no podemos hacer nada –intentó calmarle Kakashi quién también estaba deprimido por la solución, pero debía aceptar la realidad, Sasuke no podía seguir vivo, era lo mejor.

El rubio salió disgustado de la habitación y mientras se dirigía a su despacho no pudo evitar que se le salieran lágrimas. Sasuke fue su mejor amigo, su hermano a pesar de todo y le quería, y no precisamente muerto. Se secó las lágrimas con la manga de su traje de Hokage y tomó su camino hacia su despacho. Debía prepararse psicológicamente para lo que se acontecía. Esta vez, Sasuke si moriría de verdad, esta vez su cuerpo si sería mostrado.

Y en la mesa los tres miembros del consejo se derrumbaron. Ellos también querían a Sasuke, pero la realidad era esa, no tenían opción. Uchiha Sasuke debía morir.

Y justamente se encontraba nuestro Uchiha sentado en el suelo del estrecho calabozo donde había sido encerrado unos días antes. Hacia algo de frío en él, debido a la humedad que le rodeaba. A juzgar por el tupido silencio de la celdas el parecía ser el único prisionero, o los demás estaban tirados durmiendo en algún rincón, quizás ya cansados de hacer ruido mientras intentaban liberarse.

Y ahí se encontraba pensando en su destino, del cual estaba consciente. Igual no sabía a ciencia cierta lo que sucedería con él, pero a juzgar por sus actos de los últimos 10 años, no había posibilidades de salir con vida de ahí, y a esas alturas ya no le importaba la muerte. De hecho no le quedaba ningún objetivo en la vida, nada por qué luchar, nadie por quién preocuparse. O quizás Sakura si era alguien por quién se preocupaba, pero de ella no tenía. Había comprobado bastantes veces que sabía defenderse sola, que no necesitaba ayuda. Solo se deprimía al saber, que no volvería a ver su rostro de nuevo, sus ojos verdes mirándole con alegría, ni sentir si piel, ni respirar su embriagante aroma.

Entonces fue cuando escuchó mucho ruido fuera de su celda. Se levantó y por el agujero de la ventana pudo observar a casi toda la aldea reunida bajó el balcón del edificio de Hokage (en plan papa en el vaticano x). Este último se encontraba en el balcón, a punto de hablar.

– Ciudadanos de Konoha, el consejo ya ha decidido el destino de Uchiha Sasuke –habló con dificultad–. Mañana al amanecer, Uchiha Sasuke será ejecutado en la plaza.

Al terminar sus palabras toda la aldea presente comenzó a exclamar satisfechos de la decisión de consejo. Excepto por algunos ninjas de la generación de Sasuke, que no estaban muy contentos con la noticia y salieron de ahí de inmediato. El Hokage por su parte entró rápidamente a su despacho, y comenzó a llorar de rabia, mientras Kakashi le miraba con intentando controlar su impulso de llorar, como buen sensei que era, debía mostrarse fuerte ante sus alumnos, pero aún así no pudo contener algunas lágrimas que mojaron su máscara.

Sasuke dentro del calabozo de acomodó en el suelo, sentado con las piernas flexionadas y los ojos cerrados. Una voz gutural y vieja, ronca y desgastada lo sacó de su estado de vegetación.

– Normalmente un criminal estaría asustado ante ese destino.

Sasuke abrió un ojo y ladeó la cabeza apuntando a la celda de dónde provenía la voz. Entre la escasa luz pudo distinguir a un hombre de edad bastante avanzada con aspecto de pordiosero, pero observando bien las ropas, parecía que una vez fueron bastante elegantes. Sasuke lo ignoró completamente.

– ¿Hay algo de lo que te arrepientas, muchacho?

Sasuke entrecerró los ojos como meditando y sin siquiera proponérselo, dejó escapar en un susurro el nombre que siempre había iluminado su oscuridad.

– Sakura…

– Wo, así que la discípula de la quinta Hokage, Tsunade… –comentó el hombre con palabras que encerraban todos los dobles sentidos que el rostro de Sasuke transmitía–. ¿Y qué remordimientos te quedan con ella?

A esas alturas, Sasuke no tenía ningún cuidado en hablarle honestamente a ese viejo hombre que, después de mañana, no volvería a ver jamás.

– Me arrepiento de no haberla matado cuando tuve la oportunidad –las palabras de Sasuke descolocaron al viejo, pero más lo descoloraron las que siguieron–, así ahora no me arrepentiría de no haberla amado.

– Interesante… –el viejo se rascó la barbilla, mirándole con una sonrisa socarrona–. ¿Y por qué no lo hiciste?

– Mi objetivo… ella no necesitaba ayudarme a cargar con la venganza de mi familia, era demasiado débil. Quizás debí borrarle la memoria en ese momento… así no recordaría que me había ido… ¿hubiese hecho más fácil todo, no?

– Supongo… Y, ¿por qué no la mataste?

– Me interrumpieron.

El viejo chistó ante la simplicidad de la respuesta, esperando algo más.

– ¿Pero sabes qué, viejo? –el anciano le dirigió una mirada para que continuara–. Creo que siempre hubo una razón para lo que pasó aquella noche. Tal vez… solo tal vez, sentía que algún día podría regresar y entonces… ella me recibiría, porque era reamente estúpida –Sasuke sonrió con nostalgia–. Era un pensamiento que en aquel tiempo consideraba inútil e innecesario, nunca fui lo suficientemente valiente para aceptarlo.

...

– ¡Sakura! –gritó Ino entrando a la habitación de hospital de Sakura

– ¿Que sucede, Ino? –preguntó la pelirrosa viendo como la chica respiraba agitada y se sentaba en la silla junto a su cama

– El consejo ya decidió que hacer con Sasuke –volvió a gritar–. ¡Le van a matar al amanecer! ¡Le van a colgar en la plaza frente a toda la aldea! –terminó con lágrima en los ojos.

La pelirrosa abrió los ojos y una expresión de horror y tristeza apoderó su rostro. ¿Qué podía hacer ahora? Sasuke iba a morir. No sabía si llorar o alegrarse o salir corriendo hacia él y sentirle entre sus brazos por última vez. Estaba tan confundida. El padre de su hijo iba a morir, iba a morir sin saber siquiera que tendría descendencia, que el clan Uchiha no desaparecería y ella aún estaba ahí, dudando y tan aterrada que se sentía totalmente inútil para poder hacer algo.

– Eres un muchacho realmente estúpido –le dijo el viejo negando con la cabeza–. Vas a morir mañana, ¿por qué no le contaste esto?

– Porque prefiero morir y que me recuerde como el bastardo que intentó matarla. Es mejor que hacerla considerar la posibilidad de que pudo salvarme por segunda vez y que no pudo hacer nada.

– Es una pena que esa chica nunca conozca lo que en verdad sientes… eres un poco cruel.

– Dolerá un tiempo… pero luego podrá seguir con su vida junto a ese inútil, que al menos la merece más que yo.

– Cometiste el peor de los errores, chico –dijo el viejo mirándole–. Rechazaste la única posibilidad de haber sido feliz.

– Ahora ya es demasiado tarde… –dijo Sasuke apoyando la cabeza contra la pared y mirando al techo–. Nunca tuve el derecho de reclamarla como mía…

Ya estaba amaneciendo. Los rayos del astro rey poco a poco se iban abriendo paso por la ciudad de Konoha, iluminando la oscura ciudad. En el hospital Sakura no había dormido en toda la noche, pensando en que podría hacer. No quería ver morir a Sasuke, no quería volver a sufrir lo mismo, no de nuevo. Y las palabras de su conciencia rebotaban en su cabeza. '' ¿Le dejarás ir de nuevo?''. No, esta vez no le dejaría ir.

En la celda el sol ya había despertado al Uchiha condenado a muerte. No tenía ninguna expresión en el rostro, simplemente esperaba a su hora de morir. No esperaba visitas de nadie, no esperaba noticias de última hora, no esperaba nada.

– ¿Sasuke-kun?

Esa voz...

– ¿Sakura? –levantó el rostro y pronunció su nombre y ahí estaba ella, su ángel de ojos verdes, mirándole desde el otro lado de las rejas.

– Sasuke –repitió la pelirrosa mientras también se acercaba y colocó sus manos encima de las del pelinegro apretándolas mientras que este intentaba decir algo.

– Sakura, ¿qué haces aquí? –de repente su mirada se volvió fría, como antes–. Vete.

– No pienso irme –le cayó la pelirrosa cruzando los brazos, decidida–. No voy a darte explicaciones, solo te sacaré de aquí.

– Vete. No quiero verte –le dijo desviando la mirada hacia la pared–. Si has venido aquí pensando que voy a decirte algo no-

– Voy a tener un hijo tuyo, Sasuke –soltó interrumpiéndolo, el Uchiha levantó el rostro la miró sorprendido. Iba a tener un hijo y eso significaba que el legado de los Uchiha…–. Los Uchiha no se extinguirán, y además tú no vas a morir hoy Sasuke.

– ¿Cómo? –preguntó confundido.

– Solo retrocede, ¿sí? –dijo la chica y el ojinegro hizo caso, retrocedió.

Un fuerte sonido retumbó en todo el calabozo, llamando la atención de los guardias que rápidamente se dirigieron a donde se produjo el ruido. Al llegar encontraron un montón de escombros, la reja de la celda del prisionero a un lado tirada y sin el prisionero. Rápidamente uno de ellos corrió hacia la torre de Hokage para anunciar que el prisionero Uchiha había escapado.

Abrió la puerta del despacho del Hokage que sentado en su escritorio dio un respingo del susto.

– ¡Hokage-sama, el prisionero Uchiha ha escapado! –gritó horrorizado al Hokage quién pestañeó confuso para luego sonreír de lado.

– No podía esperar nada menos de Sasuke –se dijo a sí mismo, casi orgulloso.

– ¡¿Que podemos hacer Hokage-sama?! ¡¿Anunció a los AMBU para qué...?!

– No hagas nada –interrumpió tranquilo el pelirrubio–. Solo vuelve a tu trabajo –dijo mientras se recostaba en su silla y daba un bostezo.

– Pe-pero Hokage-sama... –replicó el guardia sin comprender.

– Tranquilo, yo me haré cargo de todo –concluyó y el joven salió muy confundido del despacho.

Al quedarse solo Naruto se levantó de su asiento y se paró en la ventana. Observó por ella y una sonrisa de satisfacción asomó en su rostro. Definitivamente no esperaba menos de Sasuke, aunque era imposible que hubiese escapado solo…

El pelinegro y la pelirrosa ahora se encontraban fuera de la aldea. Sakura sabía que había corrido un enorme riesgo al ayudar a escapar al Uchiha, pero que importaba.

– Supongo que esto es un adiós –mencionó la pelirrosa.

– No es un adiós –dijo el pelinegro acercándose a ella–. Es un hasta luego, Sakura.

– Es curioso esto –sonrió tristemente–. Vas a irte por segunda vez y yo…

– Sakura…

– No me des las gracias esta vez, por favor –dijo ella levantando una mano.

– ¿Quieres saber por qué te di las gracias, aquella vez?

– Nunca pensé que tuviese realmente un significado…

– Gracias por haberme hecho dudar, Sakura…

Ella levantó el rostro sin comprender a qué se refería. ¿Cuándo había dudado? ¿Cuándo le dijo que le amaba? ¿Cuándo le pidió que la llevara con ella?

– Sasuke…

Pero él no le dejó hablar, solo le calló con un beso. Con tanta intensidad y desesperación, como si se le fuese la vida en ello. Ella correspondió sorprendida, pero con la misma fuerza. Ambos sabían que quizás fuese la última vez que sintieran el sabor del otro, quizás no se volverían a ver, o quizás sí, quién sabe.

– Te amo, Sasuke –dijo ella una vez se separaron.

– Yo también te amo, Sakura –y así mismo desapareció, dejando a Sakura sola en el bosque, pero no estaba triste, estaba alegre, su sueño de niña tonta e inmadura al final de todo, se había hecho realidad.

Y en Konoha la multitud ya se reunía para ver morir al Uchiha. Pero este no aparecía, ansiosa gritaba por su nombre, y callaron cuando vieron aparecer al rubio Hokage en el balcón.

– Konoha, lamento decirles que el prisionero Uchiha Sasuke, ha sido encontrado muerto en su celda hace un rato. Todo indica que prefirió suicidarse, antes que ser humillado frente a todos vosotros. Con mucho pesar os digo que volváis a vuestras casas, porque no ya no hay nada que ver –concluyó el rubio y desapareció por donde mismo había aparecido.

Y una vez dentro se tiró en su silla, y dio un hondo suspiro. Feliz después de todo, no vería morir a su mejor amigo. Y no le importaba los gritos de afuera, las quejas y reclamos. Y aunque aún rondaba en su cabeza la idea de que Sasuke no pudo haber escapado solo, no quería pensar eso. Después de todo, él era un Uchiha, y como todo Uchiha, no se dejaría vencer tan fácilmente.

~VARIOS AÑOS DESPUÉS~

En un hermoso lago, rodeado de árboles que se reflejaban en la cristalina agua, se encontraba un chico de unos 10 años, de pelo negro y ojos verdes. Estaba sentado mientras con sus pies jugaba con el agua. Tarareaba algo mientras miraba fijamente al frente. Entonces se levantó y retrocedió, encontrándose con un hombre muy alto e increíblemente parecido a él, mirándole desde arriba. El niño le miró extrañado. El hombre se arrodilló a la altura del niño.

– ¿Cómo te llamas pequeño? –preguntó el extraño seriamente.

– Haruno Sasuke –respondió el chico reconociendo que ese hombre se parecía a él–. ¿Y usted quién es? –preguntó.

– Eso no importa –respondió el pelinegro mayor–. Y dime ¿cómo está tu madre?

– Ella está en casa haciendo la comida, y me dice que no debería hablar con desconocidos –habló algo impotente el chico a lo que al hombre se le hizo familiar.

– Pero yo no soy un desconocido –rió–. Tu madre y yo nos conocemos muy bien –el niño hizo un puchero gracioso.

– Se va enfadar si...

– ¡Itachi! –se escuchó desde lo lejos.

– Es ella –exclamó el chico girándose–. ¡Mamá, estoy aquí!- indicó el ojiverde.

– Te estaba buscando, la cena ya está lista –de entre los arbustos apareció una mujer pelirrosa de uno 35 años, vestida con un vestido rojo algo corto y con aperturas a los lados–. ¿Qué andabas haciendo?

– Estaba hablando con alguien que... –se giró creyendo encontrarse al extraño, pero no fue así– ya no está…

– ¿Qué te he dicho de hablar con desconocidos? –regaño a su hijo Sakura.

– Pero es que él decía que vosotros os conocíais muy bien, y además se parecía mucho al chico amargado de tu fotografía.

Sakura pestañeó un poco y entonces comprendió lo que sucedía.

– Bueno, no pasa nada, mi amor –dijo la ojijade dándole un beso en la cabeza a su hijo–. ¿Por qué no vas a casa y me esperas ahí? Mamá tiene que hacer una cosa.

– Claro –canturreó el chico y se fue corriendo por donde había venido la madre.

La pelirrosa una vez sola observó a todo su alrededor.

– Ya puedes salir... Sasuke –la pelirrosa se giró y frente a ella a tan solo unos centímetros encontró su rostro-. Hola- sonrió dulcemente.

– Hola de nuevo, Sakura- dijo con su sonrisa típica de lado–. Le has puesto el nombre de mi hermano…

– Porque algún día será un ninja como él. ¿Qué haces por aquí? –preguntó la pelirrosa.

– Quería saber cómo andaban las cosas –explicó–. Quería verte a ti y quería conocer a mi hijo.

– Supongo que ya conociste a Itachi ''segundo'' –destacó el hombre con sus dedos y sonrió de nuevo–. Es idéntico a ti en todos los aspectos, aunque ha sacado mis ojos.

– Es igual de hermoso que tú –dijo Sasuke acariciándole la mejilla y la chica tomó su mano–. Ha sido difícil vivir todo este tiempo…

– Para mí también… has tardado mucho –y se besaron.

Después de besarse unos segundos se separaron a coger aire pero siguieron abrazados.

– Es hora de irme –rompió el silencio el pelinegro.

– ¿Tan pronto? –se quejó trise la chica.

– No te preocupes, volveré pronto –aseguró separándose de ella–. Cuida de nuestro hijo, asegúrate que sea un gran ninja, digno de ser un Uchiha y llevar el nombre de tu cuñado.

– Lo haré –asintió la pelirrosa–. Hasta pronto, Sasuke-kun.

– Hasta pronto, mi molestia –y desapareció entre el silbido de los árboles.

Y Sakura sonrió para sí misma, yéndose luego por donde había venido. En casa le esperaba su hijo y el hijo del amor de toda su vida. ¿Quién lo diría? Que al final acabaría reconstruyendo el clan Uchiha. Quizás no como esperaba. Pero algo es algo, ¿no? ¿Y quién sabe? Quizás sea un final de cuento de hadas o quizás sea un comienzo de cuento de hadas.

~FIN~