Sé que probablemente todas se hayan olvidado de esta historia. Pero, aunque suene difícil de creer, yo no podía olvidarla.

Fueron muchas las noches en las que me desperté pensando en esta historia, sintiéndome culpable por no ser capaz de darle un final.

Pero, aquí está. Debo decir con cierta melancolía que, luego de dos años de ausencia, Rutina llegó a su fin.

En fin, no voy a aburrirlas más. Aquí viene el final…

Nos leemos al final.


Epílogo. Tranquilo, todo va a estar bien

"Me imagino que no estás refiriéndote a mi; nunca me diste la razón, pero sé que algo de ella hay…" (1)

Luego de conocerse por prácticamente toda su vida, ambos habían llegado al acuerdo de que querían entregarle su virginidad al otro. Nada de ataduras ni compromisos amorosos, se sentían completamente cómodos el uno con el otro y no iban a permitir que su amistad despareciera por unos ocos meses de "amor".

Si bien no era la primera vez que se besaban, era la primera vez que rompían ese pequeño límite entre un simple beso y un beso real. Y Daika debía admitir que esos últimos le encantaban.

Todo había comenzado como un juego para ambos, y la tarea de desvestirse el uno al otro también se había sentido como uno.

Pero el chico estaba a punto de perder el control al sentir el calor de los pechos de su amiga contra su piel. Estaba realmente impaciente por sentir a Sekai y de descubrir si el sexo era tan genial como todo el mundo afirmaba.

— ¡Estoy en casa! — dijo una voz femenina que ambos conocían muy bien

Esas simples palabras hicieron que los jóvenes amigos se separaran y comenzaran a buscar la ropa desparramada por cada lugar de la habitación.

— Mierda…— susurró Sekai en voz baja— Creí que tu madre no volvería hasta la noche…

Si el chico hubiera sabido que los horarios de su madre se modificarían, claramente no la hubiera invitado.

— Vistete, rápido…

— No encuentro mi maldito sostén, ¡Demonios!

Minutos antes, habían estado tan ocupados descubriendo nuevos rincones de la anatomía del otro, que no habían reparado en que la puerta de la habitación seguía abierta. Cuando lo notaron era tarde: Una mujer se asomaba por ella.

— Mamá, yo…— comenzó a explicarse

— No son necesarias explicaciones, Daika…— dijo Kaoru con la voz seria— Siempre es un placer verte, Sekai

La joven rubia no podía emitir palabra alguna, estaba muy ocupada tapando sus senos con una sábana. La mujer se alejó de la habitación y se dirigió a la cocina, de donde se oyó un sonoro suspiro.

Sekai finalmente encontró el maldito sostén, y se colocó nuevamente la ropa. Su amigo ni siquiera podía mirarla por la vergüenza. ¿A cuántos chicos les pasaría algo así?

Cuando al fin estuvieron vestidos, salieron de la casa del chico y se dirigieron a la de ella; se despidieron en silencio y Daika volvió en soledad a su hogar.

Su madre sería muy hipócrita si lo regañaba por lo que había estado a punto de pasar: Él no era idiota, y hacía años que sabía sumar y que sabía que sus padres tenían su edad cuando lo habían procreado.

Llegó a su casa y se encerró en su habitación. Supuso que no habría regaño por parte de sus padres. Pero su vida sexual (o la falta de esta, gracias a su madre) no era un tema del que quisiera hablar con ellos. Ya había tenido suficiente con la penosa charla sobre métodos anticonceptivos que su padre había intentado darle el año anterior.

Sin siquiera pensar en lo que hacía, se paró frente al espejo de cuerpo entero que ocupaba un lugar en su cuarto desde que él podía recordar, y comenzó a observar su reflejo: El cabello desordenado y negro, más largo de lo que su abuela Kiyoko aprobaba; sus ojos verdes y con ese estúpido e intenso brillo que poseían desde su nacimiento (Y que Daika odiaba porque le daban un aspecto infantil, sin importar su estado anímico).

Siguió paseando la vista por su reflejo. Lo que siempre le había gustado de él era su altura. Era mucho más alto que los chicos de su edad; si no fuera por ese estúpido brillo ocular, Daika estaba seguro de que pasaría fácilmente por un chico mayor.

Cuando se aburrió de verse, miró a su alrededor. Su cuarto era un desastre, pero a él le gustaba de esa manera, y sus padres no lo molestaban por eso. Así que sin más nada que hacer, se recostó en la cama, para quedarse dormido sin darse cuenta.

Se despertó luego de lo que se le antojaron siglos, con un hambre que rozaba lo animal. La luz del sol no entraba por la ventana, por lo que supuso que sus padres ya estaban dormidos y no habría charlas incómodas (al menos por el momento).

Salió de su habitación con total normalidad, pero se detuvo al oír a sus padres discutir. Si bien, eso era algo común, las palabras que escuchó lo dejaron helado.

— Sabes que si no fuera por él no estaríamos juntos, Butch…— dijo su madre con un dejo de severidad en la voz— Nunca hubiera podido perdonarte de no ser por Daika…

— No deberían tomarse tantas molestias por mí…— dijo el chico entrando en la cocina, sorprendiendo a los dos adultos

— Daika— susurró su padre — ¿Qué haces aquí?

— Es mi casa— soltó con insolencia— No sabía que debía pedir permiso para circular libremente por aquí

Su padre soltó un suspiro.

— Tu madre me contó que esta tarde los vio a ti y a Sekai a punto de tener sexo…

Daika se sintió enrojecer. Pero no permitiría que la vergüenza le robara las palabras que necesitaba decir.

— ¿Qué tiene de malo? — interrogó— Mamá está embarazada, así que ustedes también lo han hecho

— Es solo que no queremos que cometas el mismo error que nosotros, hijo…

El adolescente fulminó a su padre con la mirada. Si bien siempre había sabido que no había sido planeado, realmente dolía oír eso.

Si hubiera sido del tipo que persona que lloraba en público, lo hubiera hecho. Pero Daika manifestaba su tristeza a base de enojo.

— Siento haberles arruinado la vida…

— Daika…— lo llamó su madre— No digas eso…

Pero el chico la ignoró, volvió a su cuarto y dio un fuerte golpe a la puerta. El hambre que había sentido rato antes se había esfumado por completo…

~o~

En lo que restó de la semana, Daika se esforzó para pasar la menor cantidad de tiempo posible en su casa; incluso había deseado que las clases hubieran comenzado para tener la excusa perfecta para irse.

Pero, en cambio, el chico había pasado tardes enteras en el nuevo parque de skate, patinando tan fuerte, como si ello le ayudara a dejar su tristeza e ira atrás.

Y había funcionado, en ese momento solo se sentía intrigado y ansioso. Estaba dispuesto a escuchar la versión de su padre y de darle la oportunidad de disculparse.

Además, ese día era su cumpleaños número dieciséis, y aunque no lo admitiera en voz alta, deseaba pasarlo junto a sus padres.

Se asomó por la ventana de su cuarto y pudo observar a aquellas dos personas que le habían dado la vida: Estaban tan fuertemente abrazados que a simple vista parecían ser un par de gemelos siameses.

Daika no pudo evitar soltar una sonrisa. Siempre era lo mismo con Butch y Kaoru Him: Primero discutían, se lanzaban miradas de odio por unas pocas horas y, días después, eran más cursis que sus tíos Momoko y Brick.

Se dirigió hacia el jardín y volvió a escuchar la conversación mantenida por los adultos furtivamente.

— ¿Crees que Daika vaya a perdonarme?

— Sí, Butch.. . — respondió la mujer, pensativamente— Solo debes darle tiempo… Es nuestra culpa por no contarle antes la historia…

Su padre acarició el abultado vientre de su madre, y a juzgar por su expresión, uno de los gemelos pateó.

— Esperó hacer un mejor trabajo con ellos…— soltó él— En este momento me siento el peor padre del mundo

— Si pudimos hacerlo hace dieciséis años, con trabajos de mierda y con el mundo en contra, podremos hacerlo ahora

— Aun no acabo de creerlo…— exclamó él— Estaría más tranquilo si solo fuera uno, porque ya lo experimentamos… Pero ahora todo será doble

— Pero esta vez estaremos juntos desde el inicio, aunque sean el doble de problemas, todo será más fácil contigo a mi lado…

Daika estaba aburrido de ser un simple espectador, así que se decidió a interrumpir a sus padres una vez más.

— Pero están obviando algo…— dijo el adolescente dejándose ver — Que sean dos significa que habrá el doble de alegría aquí…

Su padre le dedicó una mirada de tristeza, mientras que su madre lo abrazó.

Ese contacto hizo que Daika volviera a sentirse un niño, pero no le importó. Fue por ello que cerró los ojos y se permitió disfrutar del contacto, apretando con fuerza a la mujer que le había dado la vida (aunque sus hermanitos le dificultaran el trabajo desde el interior de ella).

— Feliz cumpleaños— le dijo al oído

— Gracias, mamá— respondió él casi sin voz

— ¿Estás bien? — le preguntó separándose un poco de él para mirarlo a los ojos

— ¿Cómo estás tú? — cuestionó él. No deseaba que su madre supiera que las palabras de su padre le habían dolido

— No evadas la pregunta…— lo regañó

El adolescente bajó la mirada. No podía mentirle a su madre, por más que intentara hacerlo, ella siempre acababa descubriéndolo.

— ¿He hecho algo que te moleste?

— No, tú no, mamá— exclamó— Fue él— agregó mirando a su padre fijamente

Butch soltó un suspiro de resignación.

— He estado mal y realmente lo siento, Daika…— dijo el hombre— Realmente deberíamos haberte contado la historia…

— Pueden hacerlo ahora…— sugirió

— Es una larga historia, creo que preferirías pasar tu cumpleaños de otro modo…

— No saldré con mis amigos hasta la noche— suplicó— Tengo toda la tarde para escucharlos y juzgarlos por mí mismo…

Kaoru suspiró con melancolía antes de que las palabras comenzaran a brotar de sus labios. Y una vez que lo hicieron, lo hicieron con tanta intensidad que Daika logró sentirse transportado a aquel pasado no tan lejano, pero sí distante.

Casi podía sentir por sí mismo el dolor y la desesperación que las palabras de Kaoru le transmitían, quien culpaba a las hormonas del embarazo por casi llorar en las partes dolorosas de la historia.

No se sintió enojado, rechazado ni dolido al oír como su madre le contaba cuanto había negado su existencia, ni cuanto esfuerzo había invertido en alejarlo de su vida para siempre.

Cuando Kaoru finalizó, fue el turno de Butch de hablar y de contarle las formas que había tenido de alejarse de ellos y como había dejado que su madre lidiara con todas las decisiones sola, sintiéndose aun un cobarde por ello.

Lo que sí lo hizo sentir enojo fue enterarse de todo el rechazo y prejuicios que sus padres debieron soportar. Pero eso hizo que el orgullo que sentía por sus padres aumentara; especialmente al oír que ambos habían renunciado a sus sueños por él.

Cuando la historia finalizó, Daika se sentía extraño, pero mucho más tranquilo de lo que había estado desde aquella tarde con Sekai.

— Lamento haberte dicho que eras un error…— se disculpó su padre— Pero debes saber que no ha sido fácil tenerte de tan jóvenes…

— No queremos que enfrentes los mismos prejuicios que nosotros— agregó su madre— Aún es extraño cuando la gente piensa que somos hermanos…

— Si hay otra cosa que te moleste, por favor dimelo— pidió su padre

— No— respondió él con firmeza

— Tal vez no debimos contarte nada…

— Al contrario, gracias a ambos por hacerlo— dijo él con una leve sonrisa— Lamento haberme enfadado contigo, debí intentar entender…

— Nunca te dijimos nada porque creíamos que te sentirías un error…

— No volveré a sentirme así...— dijo el chico con seriedad— No después de saber todo lo que sufrieron por mi culpa

~o~

Llegó a su casa cuando el sol casi había salido.

Sabía que había sido una mala idea pasar la noche en vela dado que esa tarde vendría su familia a saludarlo: Sus abuelos, sus tíos Miyako y Boomer con sus hijas Kotoko y Yukiko; Brick y Momoko con Anya, Akako y Miwa; Dai y Kristen con la pequeña Midori. Solo su tío Shou se mantenía soltero, y estaba demasiado ocupado entrenando como para pensar en hijos. Interiormente, deseaba que sus hermanitos nacieran. Hacían falta más hombres en la familia.

Decidió recostarse un rato, con la idea de que unas horas de sueño hicieran más llevaderas las horas con sus numerosas primas, pero pasó por una puerta blanca que estaba entreabierta y no pudo evitar echar un vistazo en su interior.

Su madre se mecía suavemente mirando el amanecer desde la ventana de la habitación que llevaba redecorando desde que se enteró de su embarazo.

— ¿Te sientes bien, mamá?

Kaoru se volteó y le dedicó una gran sonrisa.

— Solo quería saber si llegabas bien…

— Pues aquí estoy— bromeó— Entero y en perfectas condiciones

Su mirada vagó por el cuarto, que ya estaba lleno de juguetes, muebles y diminuta ropa. Solo bastaban dos bebés de ojos verdes para que estuviese completa.

— Te ha quedado muy bien— la halagó

— Me hubiese gustado que tú tuvieras un cuarto así cuando naciste…— se lamentó

— Mamá…— la llamó— No estés triste

— Lo siento— se disculpó la morena— Creo que recordar aquella historia me ha puesto sentimental

Su madre se acercó y le dio un fuerte abrazo, el que Daika respondió

— Hoy se cumplen dieciséis años desde que nos vimos por primera vez, hijo…— Y desde aquel momento has sido lo más importante en mi vida— Kaoru se detuvo por un segundo— Eres por la única persona por la cual dejaría los deportes mil veces, sin importar nada más

— Estás equivocada…— la corrigió— También están los renacuajos dentro tuyo

La morena comenzó a reír en voz baja.

— ¿Acaso estás celoso?

Daika levantó las cejas, sin acabar de creer lo que su madre insinuaba.

— Ya estoy grande para eso, mamá— dijo con resignación— Solo los llamé así porque no tienen nombre aun

Su madre tomó la mano de su primogenito y la llevó a su vientre. Daika no puedo evitar sonreír al sentir la patada de uno de sus hermanos.

— Estoy segura de que ese fue Yaten— explicó la mujer— Yakumo suele ser más tranquilo…

— Ya eligieron los nombres

— Queríamos que nuestros tres hijos tuvieran un nombre basado en el cielo… (2)

— Estoy contento de poder empezar a compartir mis cosas…— se sinceró— Ya era aburrido estar los tres solos

— Ustedes tres comparten el hecho de ser una sorpresa inesperada en mi vida…

— Y no es lo único que compartimos… Nosotros somos los únicos en saber como se sienten los latidos de tu corazón desde adentro…

— Creo que el día nos ha puesto sentimentales— dijo la mujer sonriendo— Guardemos el secreto para que nuestra reputación de chicos malos no se pierda…

Un suave carraspeo se dejó oír desde el exterior de la habitación.

— Pues resulta que mi silencio va a salir un poco más caro— dijo Butch Him mirando a su esposa y a su hijo

— ¿Cuánto?

— Que ambos se acuesten…— dijo con voz seria— Van a estar de un humor de perros si no duermen al menos unas horas

Daika miró fijamente a sus padres por unos segundos, antes de abrazarlos.

— Gracias de nuevo por haberme contado toda la historia…

Y abandonó la habitación, dejándoles un poco de privacidad.

— ¡Te dije que era mejor contarle todo! — exclamó Kaoru

— Sabes que nunca fui bueno para afrontar las cosas…— dijo él— Creo que sigo siendo un maldito cobarde

— ¿Realmente crees que ahora todo será más fácil?

— Lo será, Kaoru, lo prometo— dijo mirándola a los ojos— Porque yo estaré aquí en cada segundo, como debió haber ocurrido la primera vez…

La morena le dedicó una gran sonrisa y lo besó suavemente.

No tenía dudas de que Butch cumpliría con las promesas que le había hecho…

Fin.


Como dijo Stephen King al finalizar una conocida saga de libros "Los finales son descorazonadores. Final es otra forma de decir adiós..."

Todavía no puedo creer que este momento al fin haya llegado… Después de años (muchos, muchos años), Rutina llegó a su fin.

Gracias a todas por sus palabras de aliento, aunque dudo que haya gente que recuerde este fic, quise darle un final. No soportaba ver el "In progress", sabiendo que había pasado tanto tiempo desde la última actualización de esta historia.

Realmente fue un honor para mi escribir esta historia, es por eso que las palabras se negaban a salir. Como digo siempre, odio los finales, y odio que "Rutina" haya finalizado.

Gracias a cada persona que se tomó unos minutos para comentar esta historia, a quienes le dieron Fav/Follow y a las lectoras fantasma, por darle a esta historia la oportunidad de salir de mi cuaderno de notas.

Estoy pensando en escribir otra historia, es solo una idea, pero está tomando bastante forma en mi cabeza… Cualquier cosa, recuerden que pueden seguirme en Facebook como Farenz FF. Si sirve de algo, prometo no tardar tanto en actualizar, nunca más.

Simplemente gracias a cada persona que haya llegado hasta acá…

Hasta pronto,

Farenz.

(1): Oliver - Tranquilo Todo Va a Estar Bien

(2): Yaten: Luz de la noche / Yakumo: Ocho nubes