Alex se levantó bruscamente de la cama jadeante.
Miró a su alrededor intentando identificar donde se encontraba. Todo era de colores blancos y claros.
«¡Tal vez haya regresado a la base de la organización ó…!»
-¡Alex!
A su izquierda, apareció Miguel sonriente.
-¡Miguel! ¿Qué haces aquí? –de pronto se dio cuenta que no sabía exactamente donde estaba-. ¿Dónde… estoy?
-¿En serio no lo recuerdas? –preguntó sorprendido Miguel- hace un par de meses, de camino al colegio un coche te arroyó a lo bestia… Has estado en coma hasta… ahora.
A Alex el mundo se le calló a los pies.
-¡Eso es imposible! –replicó al instante-¡Lo esquivé lo recuerdo perfectamente! En mis manos apareció…
Se dio cuenta que con ese amigo no podía hablar de luz y oscuridad con tanta tranquilidad como con Sora o Kairi.
-Eso solo ha debido ser un sueño –en la puerta apareció un médico-. Es muy normal tener sueños durante los comas ¿Cómo te encuentras?
Alex examinó la estancia en busca de alguna explicación. Una llave espada, un incorpóreo o un maldito sincorazón. Pero lo único que vio fue aparatos médicos incluyendo el que hacía un incesante "pi" cada vez que su corazón latía. En aquel momento deseó que el aparato solo registrase un alargado y mortal "piiiii".
-Estoy… bien –mintió.
-¡Alex, Alex! –pareció como si Miguel se acabase de acordar de algo-. Te traje un regalo… ¡Tachan!
Su joven amigo apareció con un videojuego. Y una vez más a Alex le dio un vuelco al corazón:
«Kingdom Hearts»
-Es el que jugamos una par de días antes del accidente, en mi casa ¿Recuerdas? Dijiste que te gustó mucho, y a ti no suele gustarte nada así que...
-Gracias –se apresuró a decir Alex.
Aunque la respuesta fue casi automática. En su pecho sentí como miles de espinas se le clavaban en el corazón, como la desilusión y la desesperación se apoderaban de él.
El médico comenzó a hablarle sobre su estado, pero no le hizo ningún caso. Era increíble lo poco que le importaba su propia vida en aquel momento.
-Nos asustamos un poco hace un par de horas cuando sufriste una parada cardíaca, pero por suerte las palas te reanimaron –Y Alex recordó las descargas que le alejaron de sus sueños.
-Gracias –mintió de nuevo.
Una vez más una respuesta automática. Alex miraba al infinito, perdido. Nunca había tenido nada y sin embargo, lo había perdido todo. Realmente estaba condenado a ser infeliz.
Ahora solo le quedaban los recuerdos, si todo aquello había sido un sueño, no podía permitirse olvidar ni un solo detalle, y comenzó a recordar desde el primer día.
Fue entonces cuando un atisbo de esperanza se iluminó en su corazón.
-¡Miguel! –Alex interrumpió precipitadamente al médico –En clase… ¿Por dónde vais de historia?
-¿Estas de coña? Has faltado a prácticamente un cuatrimestre entero. Y tampoco es que nunca te haya importado demasiado la historia…
-Solo respóndeme.
Miguel hizo cálculos mentales unos instantes. Pues… por la reconquista ¿Por qué?
Alex buscó desesperadamente la mochila de Miguel por la estancia. En una esquina la encontró.
-¡Pásame tu mochila!
Miguel estaba muy extrañado con aquel comportamiento.
-¡Venga, pásamela!
Precavido, su amigo le lanzó su mochila. Alex rebuscó en ella hasta sacar la libreta marcada con "Historia".
-El accidente –preguntó Alex mientras pasaba las páginas- fue el día 13 de hace dos meses ¿Verdad?
-Sí –Respondió el Doctor.
Y por fin llegó a la ansiada página. Y en ella pudo ver la respuesta que le iluminaría el rostro de felicidad.
-Y nadie de clase vino a verme ese día, ¿No?
-No nos enteramos hasta 2 días después-respondió Miguel.
Alex leyó lo más hermoso que jamás nadie había escrito para él
"Witiza, rey de los visigodos llamó a los musulmanes para pedir ayuda en la guerra, provocando la posterior conquista."
Aquello no había sido un simple sueño. No era posible. La clase de Witiza la había dado en el supuesto sueño, pero él no había oído ese nombre en su vida antes de aquello. Así que ¿Cómo es posible que supiese que iban a dar justo ese día?
Y recordó "La llave de todos los mundos, incluso del tiempo"
Aquello no era más que otro castigo de la llave espada, estaba seguro. Vivir en aquel mundo, no había castigo mayor para él, pero no le importaba. Pues el precio final lo merecía.
Tras aquello Alejandro cambió bastante. Se volvió mucho más alegre y simpático con los demás, mucho más despreocupado y un poco más trabajador.
Terminó el instituto y la carrera de Ingeniería Industrial posteriormente, consiguió un buen trabajo y pese a las múltiples chicas con las que salió, nunca se casó. Aunque sí vivió la mayor parte de su vida junto a Marina hasta que esta conoció a alguien que sí se quería casar con ella y se fue con él. Pese al paso del tiempo, Alex siempre mantuvo una personalidad y un humor de un chico de 15 años, pues así debía mantenerse, y así lo hizo hasta 65 años más tarde, en su última tarde de verano:
Eran las 6 de la tarde y el crepúsculo brillaba intenso en la lejanía. Aquella era una imagen muy reconfortante pues le recordaba en gran medida a un maravillosos lugar en el que estuvo tiempo atrás.
Con unos cansados brazos apagó la tele con los dibujos animados. Pese a su edad, a Alex le encantaba ver aquellos dibujos. Siempre lo había hecho.
Estaba tumbado en su cama, arropado, cansado y preparado para partir. Había luchado durante 65 años para mantener su castigo, para volverse merecedor de su sueño. Y la ansiada recompensa estaba cada vez más cerca.
Una sensación le recorrió el pecho. Hacía años que no sentía aquello: El poder de la luz abrazándole, envolviéndole…
Alex volvió a mirar por la ventana al lejano crepúsculo y tranquilo cerró los ojos por última vez… pues sabía que allí… se encontraban sus sueños.
El suave sonido de las olas le envolvió. Abrió poco a poco los ojos y comenzó a tener consciencia de sus extremidades.
Al parecer se encontraba tirado en la orilla del mar, como si las olas le hubiesen arrastrado.
Con un poco de esfuerzo se levantó. Al hacerlo se miró las manos: Ya no estaban arrugadas y cansadas, sino jóvenes y fuertes. Se incorporó y se observó el cuerpo entero: sus piernas volvían a ser fuertes y ágiles y ya no vestía una bata, si no las mismas ropas que llevaba el primer día que llegó a Villacrepúsculo. Volvía a tener 15 años.
Miró un poco a su alrededor. Conocía ese atardecer, esa playa… llevaba muchos años soñando con ella.
Escuchó como unos pasos se acercaban hasta él.
-¿Estás bien, chaval? –aquel fue el sonido más hermoso que jamás había oído… al fin y al cabo era la voz que tantos años llevaba esperando escuchar. No vio el rostro de la chica que se lo preguntó, pero ni falta que le hacía. Esta se agachó para tenderle una mano y al hacerlo, el brillo del atardecer le tapó la cara, o tal vez fue el brillo de su hermoso rostro… No importaba. Alex le tomó la mano suavemente y por primera vez en su existencia, alegre de verdad contestó:
-Mejor que nunca.
Fin.