Kung Fu Panda y sus personajes no me pertenecen, son propiedad de DreamWorks skg.


¨Entre Todos la Mataron, y Ella Sola se Murió¨


¡Perdidos!

Po estaba desesperado, había hecho todo cuanto se encontraba en su mano, para conseguir que Tigresa recuperara la consciencia, pero la furiosa seguía sin mostrar signos de vida, continuó presionando el pecho de su amada felina, pero al no obtener ningún resultado favorable, comenzó a darle respiración de boca a boca, provocando con aquello que la furiosa expulsara toda el agua que aún quedaba en sus pulmones...

Tigresa: (con voz débil)...Po...

Po: shhh, tranquila mi amor...trata de no moverte pequeña, aún no sabemos si te rompiste algo...

le pidió el panda, respirando aliviado de verla recuperar el conocimiento, mientras le revisaba el cuerpo con absoluto cuidado en busca de posibles fracturas, terminando para su propia tranquilidad, con un saldo pequeño; tan solo un golpe en la cabeza, una torcedura en el pie izquierdo, y un corte poco profundo en el mismo, que tal vez pudo ocurrirle al momento de tropezar y caer, lo cual era poco, considerando la tremenda altura desde la que habían caído...

Po: por suerte solo son lesiones menores, pero creo que tendremos que pasar la noche aquí; no tengo ni la menor idea de donde estamos, y ya es muy alta la noche para intentar encontrar el camino de regreso al Palacio de Jade, además tienes una torcedura fea en el pie izquierdo, que te impedirá caminar con normalidad, al menos durante algún tiempo...

Tigresa: (incorporándose con dificultad)...claro que puedo...tan solo hay que buscar algo que sea lo bastante resistente...sobre lo que pueda apoyarme al andar...luego...solo habrá que seguir el sendero junto al río...hasta llegar a la cascada...

Po: (sonriendo)...mira y escucha con atención, mi amor, ¿no notas algo?, o más bien, ¿no notas que falta algo?...

al escuchar a Po, llamándola de aquella manera tan dulce, Tigresa se estremeció, preguntándose si sería tanta su suerte, y tal vez el eterno amor de su vida había decidido corresponderle, o en cambio solo intentaba burlarse usando palabras cariñosas para dirigirse a ella; aún así, decidió hacer caso a sus palabras, prestando atención a su alrededor, escuchando cada sonido, en busca de aquello que según el panda, debía ser capaz de notar, hasta que de pronto, supo a qué se refería...

en el bosque de bambú, reinaba el silencio, Tigresa descubrió asustada que se encontraba en un sitio que desconocía, pues no recordaba haber estado ahí antes; y que el sonido del agua cayendo de la cascada había dejado de escucharse, lo cual significaba que la corriente los había arrastrado bastante lejos del sitio donde ocurrió el accidente...

Tigresa: ¡el sonido de la cascada!, ¡ya no se escucha!...

Po: exacto...la corriente nos ha traído mucho más lejos de lo que pensé...no reconozco esta parte del bosque, y tampoco recuerdo de que lado del río hemos salido; si nos movemos de aquí ahora, corremos el riesgo de internarnos aún más profundo en el bosque, y aún cuando no me importaría perderme contigo en un sitio solitario y desconocido, creo que lo mejor sería que pasáramos aquí la noche, y por la mañana buscar la manera de regresar...

al escucharle decir aquello, Tigresa se sonrojó como nunca en su vida lo había hecho,comenzando a imaginarse a si misma involucrada en un sin fin de situaciones tanto románticas como eróticas con el panda, sin embargo, el sonido de la voz de su amado llamándola con insistencia, interrumpió de pronto sus traviesas fantasías, trayéndola de vuelta a la realidad...

Po: Tigresa...¡Tigresa!...

Tigresa: he...¿que?...

Po: te estoy hablando, cariño...te decía que iré a buscar leña para encender una fogata...mientras tanto aprovecha, y quítate las vendas del pecho...

Tigresa: ¡¿Disculpa?!...

Po: (serio)...lo que escuchaste...los golpes y lesiones que te causó el accidente, no son muchos, pero eso no significa que vayan a curarse solos, o que no empeorarán si no los atendemos...así que yo busco leña para encender la fogata, y tú aprovechas para quitarte las vendas del pecho, sin protestar...¿de acuerdo?...

Tigresa: d...de acuerdo...

Tigresa obedeció; tan pronto como él le volvió la espalda, andando en busca de leña seca, comenzó a desabotonarse el qipao para despojarse de las vendas que habitualmente le comprimían el pecho en el entrenamiento y las misiones a donde era enviada, mientras se reprendía mentalmente a si misma, por haber insinuado que Po tal vez intentaba propasarse con ella, aunque...la idea no era del todo desagradable...

una vez hubo terminado de retirarlas, de nuevo volvió a vestirse; esta vez con un poco de dificultad, pues el tamaño y la redondez de sus encantos, al encontrarse libres de su prisión, eran bastante notorios, y ocupaban más espacio del que parecía, cuando llevaba los vendajes puestos...

Po regresó unos cuantos minutos después, llevando un pesado fardo de leña entre sus brazos, el cual de inmediato utilizó para encender una buena fogata, que les serviría a ambos para evitar pasar frío durante la noche, y también para secar algunas prendas húmedas, como la capa de Tigresa, y los vendajes que Po usaría para vendar el pie lastimado de la felina...

Po: ¡quédate quieta!...

Tigresa: ¡auch!, ¡Po, ten más cuidado!...

Po: ¡te dolería menos, si dejaras de moverte tanto!...

Tigresa: ¡no lo puedo evitar!, ¡está enorme!...

Po: ¡hay...no exageres!, ¡no está tan profunda!...

Tigresa: ¡me duele!...

Po: aguanta, ya casi termino...

Tigresa: ¡pues entonces date prisa!...

le apremió la felina, enfurruñada al verle esbozando una sonrisa socarrona, pues no le encontraba la gracia a aquella situación, aún así, acabó por concederle cierto mérito, ya que su pie lastimado se sentía mucho más cómodo, después de que Po terminara de ponerle los vendajes, los cuales ayudaban con la torcedura, y habían hecho que parara de sangrar...

una vez que terminó de curar sus heridas, Po la tomó entre sus brazos, y la llevó hasta la modesta cama que había improvisado, usando algunas hojas de bambú, para después cubrirla con la capa que afortunadamente había logrado secar al fuego, haciendo que Tigresa sonriera contenta con sus atenciones...

Tigresa: gracias, Po...

Po: no hay porqué, preciosa...

De nuevo los halagos...¡Ya no lo soportaba más!...

así que se aventuró a preguntarle porqué lo hacía, pues era mejor saber que diablos era lo que se traía el panda, que tolerar la idea de convertirse en su burla; ya había sido bastante humillación para ella el que él hubiera descubierto que era la propietaria de aquel diario cuyo contenido ahora conocía tal vez incluso mejor que ella, ¡debía terminar por fin con aquella tortura!, saber lo que pensaba hacer ahora con lo que había descubierto en esas páginas, y acabar de una buena vez con aquella pesadilla que no estaba dispuesta a soportar ni un minuto más...

Tigresa: ¿porqué, Po?...

Po: porqué, ¿qué?, princesa...

Tigresa: ¡Eso!, ¡¿Porqué insistes en dirigirte a mi de esa manera tan dulce?!, si lo que pretendes es castigarme de alguna manera por todo lo que he hecho, y los problemas que he estado ocasionando mientras intentaba recuperar mi diario, ¡pues lo conseguiste!, ¿de acuerdo?, ¡lección aprendida!, de hecho...(comenzando a llorar)...creo que han sido demasiadas lecciones, tan solo por tratar de impedir que te rieras de mi cuando lo supieras...

Po tan solo sonrió; se acercó hasta su lecho, y se recostó junto a ella acariciando su mejilla con ternura, mientras limpiaba las pequeñas lágrimas que aún escapaban de ese hermoso par de gemas, que él había amado con todo el corazón desde la primera vez que había visto su brillo, aquella tarde en el restaurante de su padre...

Po: aún la conservo, ¿sabes?...

Tigresa: (sollozando)...¿que cosa?...

Po: aquella flor de loto que llevabas en tus manos aquel día, cuando visitaste el restaurante de mi padre por primera vez, esa que el maestro te ordenó que dejaras antes de volver al Palacio de Jade...la recogí cuando te marchaste, y la guardé como al más valioso tesoro que podría poseer jamás, porque como hija y alumna del maestro Shifu, esa flor era lo más cerca que estaría de ti, en toda mi vida...

Tigresa rebuscó entre sus recuerdos, hasta encontrar perdida en ellos a esa flor de la que Po hablaba, planeaba plantarla en el estanque una vez que llegaran al Palacio de Jade, pero el maestro le ordenó dejarla, pues todo buen estudiante de Kung Fu, mantenía la concentración y la disciplina; sin llegar a permitirse en el camino, distracciones tan estultas, como esa tonta flor...

Tigresa: tú...¡¿lo recuerdas?!...

Po: jamás lo olvidé...tu sonrisa se rehusaba a salir de mi cabeza...

Tigresa: pero...¿porqué?, el maestro dijo claramente que un buen estudiante de Kung Fu, debía...

Po: sé lo que él dijo...pero como dije, esa flor era lo más cerca que estaría de ti en toda mi vida, ¿porqué se fijaría una chica como tú, en un panda grande y gordo como yo, después de todo?, por eso la guardé...

al escuchar aquello, sintió de pronto como si mil espinas se clavaran en su corazón; él se había conformado por años con los pétalos de una flor marchita, convencido de que jamas podría aspirar a tener nada más de ella, que aquel viejo e insignificante recuerdo; el silencioso testigo de aquella tarde, en la que sin darse cuenta, uno al otro se habían entregado el corazón...

Tigresa deseó abrazarlo, besárlo, gritar en aquel instante el infinito amor que sentía por él, y suplicar su perdón, recordando con amargura la incontable cantidad de veces en las que ella misma le trató con mezquindad y menosprecio, escudándose detrás de un orgullo malsano, provocado por el rencor y la indignación que sentía al verse a si misma despojada de aquel titulo, por el que había entrenado toda su vida, en favor del único guerrero que era digno de llevarlo...

llevó su mano hasta esa con la que él aún acariciaba su mejilla, y entrelazó los dedos con los suyos, mientras intentaba contener las lágrimas que continuaban brotando de sus bellos ojos, preparándose a confesar de viva voz aquello que había sido el más hermoso secreto que hubiera podido guardar en toda su vida...

Tigresa: (llorando)...no eres un panda grande y gordo, Po...eres un guerrero valiente, y una persona maravillosa...y yo...yo...¡te amo por eso!...¡siento tanto haberte tratado tan mal como lo hice al principio!...¡perdóname, mi amor!...

Po: no hay nada que perdonar...me emocionaba tanto el haber entrado al palacio de jade...la sola idea de poder estar cerca de ti...de estudiar Kung Fu...tanto, que cada vez que tú me golpeabas, casi lo consideré un honor...

Tigresa: (sonríe triste)...eso no me concedía el derecho a tratarte de ese modo tan cruel...no debiste permitírmelo, Po...tenías que ponerme un alto, y exigir el respeto que te mereces...

Po: ¿ponerte un alto?...¿yo?...¿a ti?...preciosa,ni siquiera fui capaz de convencerte de no ir a entrenar con la maestra Mugan, al Palacio de Granate, y no tengo que recordarte cuanto deseaba que te quedaras conmigo...con nosotros, ¿cuando he podido obligarte a hacer algo que no quieras hacer?...

Tigresa: ¿te cuento un secreto?...en realidad no deseaba dejar el Palacio de Jade; solo acepté la oferta de la maestra Mugan, porque estaba segura de que solo así lograría olvidarme de ti para siempre...estaba convencida de que tú jamas te fijarías en mi, así que irme lejos y poner distancia entre nosotros, me pareció lo mejor...aunque al pasar el tiempo, y sin importar que tan duro entrenara, o lo mucho que meditara, terminé aceptando que mi amor por ti, era más fuerte que yo...más fuerte que todo...

Po: y yo me alegro de que recapacitaras y decidieras volver con nosotros al Palacio de Jade...aunque sacarte de ahí, no ha sido tan fácil como creí que sería, ¡ella está completamente loca!...

comenzaron a reír recordando con algo de humor aquel momento en el que habían escapado juntos del Palacio de Granate; dejando encerrada a aquella desavenida maestra, en el mismo sitio donde solía presenciar las sesiones de entrenamiento de Tigresa, hasta que...

lentamente se fueron acercando, y pronto sus labios se encontraron en un beso...

ella presionó sus labios, suaves y dulces contra los de él, y deslizó sus brazos al rededor de su cuello, mientras que él aferraba su cintura, temiendo que se tratara tan solo de un sueño, tan hermoso como imposible, ¿en verdad ella podía amarlo tanto, como él a ella?, ¿le aceptaría el maestro Shifu, como el compañero de su hija?, tenía serias dudas sobre eso...

dudas que de inmediato se dispersaron en el aire, al escucharle a ella susurrándole al oído¨te amo¨, decidió que nada bastaría, nada sería lo bastante fuerte para separarlos, la amaba y ella a él, solo eso importaba; la miró a los ojos con infinita ternura, antes de preguntar¨¿aceptarías ser mi novia?¨...