Que empiecen los juegos. Parte 2

A mi alrededor siento la calidez del bosque y bajo mi cuerpo las hojas que me acolchan, sin embargo todo sigue negro a mi alrededor y no estoy segura de donde me encuentro. Creo que a lo lejos puedo escuchar a Prim hablar y también puedo sentir una mano fuerte y familiar que me acaricia el cabello y la frente.

Sin embargo, no abro los ojos porque dentro de mí, presiento que estoy mejor donde está mi mente ahora. Así que sin llegar a abrir los ojos, vuelvo a caer sumida de un sueño profundo.

—Katniss despierta, Katniss.

Intento abrir los ojos porque la voz que escucho ahora es la de Peeta, aunque no sé si me engaña mi cerebro porque puedo notar un martilleo en la base del cráneo y la mente espesa, además ¿por qué debería de estar Peeta aquí, en el bosque?

Pero con ese último pensamiento mi mente empieza a cooperar: los casos, Nueva York, la desaparición de Peeta, Snow... Y todo vuelve a mi mente, aunque no diré que de forma clara porque sigo notando un fuerte dolor en la nuca.

—¿Estás bien? Katniss, abre los ojos.

Abro los ojos para encontrarme su cara delante, algo deformada por los golpes y sucia con sangre seca… me recuerda al Peeta de la cueva, cuando su vida corría peligro.

—Tú siempre metiéndote en líos —le digo llevando mi mano a su mejilla y sonriendo debido al contacto.

—Y tú, siempre intentando protegerme —contesta besándome en la frente. Intento levantar la cabeza pero vuelvo a sentir un malestar intenso y la he de bajar —.Mejor no te muevas, la intervención es muy reciente…

—¿Intervención? —Digo llevando asustada la mano hacia el punto de donde irradia el dolor —¿De qué hablas?

—Nos han implantado un chip en la base del cráneo. A todos. No sé por qué, pero estoy convencido de que no será para nada bueno —se queda callado un momento antes de preguntarme con preocupación —¿Cómo te han cogido? ¿Te han hecho daño?

—No me han cogido Peeta.

—¿Cómo? —dice sin entender.

—No me han cogido. Me he entregado yo…

—¿Por qué ibas a hacer una tontería así? —me dice muy enfadado a la vez que se aparta de mí y se pone a un par de pasos.

El hecho de que no esté inclinado sobre mí hace que me tenga que levantar de nuevo. Esta vez lo hago con mucho más cuidado, pero aun así siento una oleada de náusea y mareo. Tenía que haber imaginado que mi supuesta entrega voluntaria a Snow no le gustaría nada pero la realidad es que solo me focalicé en el resultado a corto plazo que era conseguir estar con él y comprobar que estuviera a salvo.

—Katniss… —dice reclamando una respuesta.

—Cuando no te encontré en tu consulta y comprobé que no estabas en casa, me preocupé. Al poco tiempo llegó un aviso con la muerte de Maysee… y me imaginé cuál era el juego de Snow, que me estaba esperando a mí.

—¿En qué estabas pensando?

—No pensaba, solo actúe —miento porque es posible que nos estén escuchando.

—¿No pensaste? ¿De verdad no se te ocurrió que contigo ya tenía todas las piezas para empezar lo que sea que tenga en mente? No sé exactamente qué va a pasar, pero Snow no para de hablar "sus juegos", y está claro que no va a ser nada bueno. Sea lo que sea, no quiero que me cambie, que me convierta en algo que no soy o me obligue a hacer cosas que no quiera. Estaba dispuesto a no convertirme en una de sus piezas, a resistir, pero contigo aquí todo cambia. Sabe que haré lo que sea para mantenerte a salvo —acaba chillando.

—¡Eso sí lo pensé! Pero carecía de importancia, las alternativas no eran mejores. También pensé que si no me tenía a mi podría ir a por alguien más de Mayfield.

—Como Prim —dice serio, comprendiendo.

—Exacto, como Prim, o como alguna niña inocente que tenga menos opciones que yo en lo que sea que ha tramado —ahora la que habla enfadada soy yo.

Durante los siguientes minutos nos quedamos cada uno donde está, en esquinas enfrentadas de una celda, sucia, gris y húmeda. Hasta ahora no me había fijado donde nos encontrábamos, pero estamos en una pequeña habitación completamente cerrada en la que solo hay una puerta de metal y está iluminada tenuemente por una luz que se filtra por un hueco en la pared.

Poco a poco, con el paso de los segundos, mi enfado se va evaporando y puedo ver lo absurdo de la situación. Peeta sigue con la cabeza agachada por lo que no puedo verle los ojos ni saber qué piensa, pero posiblemente esté enfadado conmigo. No deberíamos de perder el tiempo así, si nuestros compañeros no consiguen encontrarnos pronto no sé si seguiremos vivos dentro de unos días, o algunas horas en el peor de los casos.

Estoy a punto de preguntarle qué le han hecho y cómo lo secuestraron pero de pronto se levanta, viene hacia mí con sus pasos característicos y se sienta de nuevo a mi lado.

—No tenemos mucho tiempo ¿sabes? Así que dime: ¿tengo que disculparme por algo?

—Por nada —respondo mientras apoyo la cabeza en su hombro y le cojo la mano, olvidando lo que quería preguntarle —. ¿Qué hacemos con el poco tiempo que nos queda?

—Solo quiero pasar cada minuto del resto de mis días contigo —responde él.

Desde ese momento me niego a soltarle la mano, como si el hecho de hacerlo fuera a hacer que me lo arrebataran de mi lado. También me mantengo en silencio, simplemente respirando el mismo aire que él respira y acoplandome a su respiración.

¿Dormimos? No lo sé. Pasamos la noche abrazados, en una tierra intermedia entre los sueños y la vigilia. Sin hablar, temiendo molestar al otro y perder los pocos y preciados minutos de sueño que pueda acumular para lo que se avecina.

Se encienden las luces con un chasquido y Peeta mira sorprendido.

—¿No es normal que las enciendan? —le pregunto por la cara que pone.

—No, de hecho es la primera vez.

—Bueno eso significa que no tendremos que esperar más para saber a qué nos enfrentamos —digo con cierto ánimo.

—Si estás diciendo eso para tranquilizarme, no funciona, Katniss —pero me sonríe mientras lo dice, así que no le creo totalmente.

Abren la puerta y nos encontramos a uno de los sirvientes de Snow que sin hablar nos deja ropa, una palangana con agua y unas toallas para lavarnos y se vuelven a ir.

—¿Y ahora qué? —digo exasperada.

—Yo diría que nos tenemos que poner esta ropa —dice acercándose al montón que nos han dejado, inspeccionandolo. Es ropa negra: dos pantalones, dos camisetas y dos chaquetas no demasiado gordas —.Esta es para ti —dice tendiendome los de menor tamaño.

Casi en ese momento empieza a quitarse la camiseta que lleva, por un momento me quedo mirando fijamente, también se observan golpes en su cuerpo y está más delgado que la última vez que estuvimos juntos. Me sonrojo porque me vienen a la mente imágenes que no deberían, las mismas imágenes que tuve cuando cuando salí a correr por Central Park, y me caí. Recuerdos de cuerpos sudorosos y besos y...

—¡Oh, Katniss, no me lo puedo creer te estás sonrojando! —Dice riendo a carcajadas —La última vez lo podía entender, pero ahora ¿después de aquella noche? Si solo me he quitado la camiseta. Eres tan inocente…

—¡No lo soy! Y creo que al día siguiente tenías alguna prueba de mi falta de inocencia… —digo mirándole a los ojos retándolo y recordando la marca que dejaron mis dientes en la base de su cuello en un momento de pasión, aunque puedo sentir el calor de mi cara por lo que creo que debo seguir roja como un tomate.

Peeta se acerca despacio hacia mí, y acerca su mano a mi cara.

—Hey, para mi eres perfecta… —pero como la sonrisa pícara de antes no desaparece del todo de su cara y me parece que se está burlando de mí, le frunzo el ceño para que vea mi disconformidad —y sobre el mordisco… lo lleve unos cuantos días y era doloroso.

—Lo siento, no debí irme así —digo sabiendo que no se refiere al dolor físico, sino a mi posterior huida. Le abrazo con toda la fuerza que puedo y escondo mi cabeza en su pecho desnudo.

—No es el momento de hablar de esto aquí —dice besándome en la cabeza con delicadeza —, tal vez cuando salgamos.

—Está bien —respondo —pero por si acaso…

Levanto la cabeza y en vez de mirarle a los ojos para ver qué opina, le beso en la boca. Peeta empieza a temblar pero mantengo mis labios apretados contra los suyos hasta que noto que responde y cuando su lengua toca la mía, noto una lágrima que se me desliza por la mejilla. Sabía que lo echaba de menos, pero no hasta el extremo de llorar de alegría por notarlo contra mí de nuevo.

No sé el tiempo que habríamos podido pasar besándonos pero cuando oímos puertas abrirse y cerrarse sabemos que debemos de asearnos y vestirnos para salir cuando sea nuestro momento.

Unos minutos más tarde, finalmente, abren nuestra puerta y nos hacen un gesto para que salgamos al pasillo que aparece muy iluminado y aséptico, justo cómo recordaba este sitio, aunque como estaba inconsciente no reconozco el camino que seguimos. Le cojo la mano a Peeta y noto como él me la aprieta fuerte, dándome a entender que estamos en esto juntos. Pase lo que pasé hasta el final.

Las luces se van atenuando a la vez que el pasillo se va ensanchando hasta que llegamos a una sala gigantesca con una bóveda enorme por la que entra la luz natural porque lo que descubro que es de día. La estancia como he dicho antes es enorme, y es toda gris, como de cemento, también vemos unas paredes que parecen muros, que suben a diferentes alturas… la estructura parece un laberinto.

Nos indican que nos detengamos en una especie de plataforma y miro a Peeta asustada abriendo mucho los ojos, porque realmente esto parece una recreación del mito del laberinto. Él no me dice nada pero me hace un gesto para que mire en la dirección contraria al laberinto, mientras se muerde los labios.

No puedo reprimir el sonido que sale de mi boca al comprobar que están todos los niños que llevamos buscando desde el principio. Al igual que nosotros están vestidos de negro y situados en parejas en plataformas a diferentes alturas, como si se tratara de una escalera aérea que llega casi hasta un balcón en el que descubro a Snow vestido completamente de blanco, algo que contrasta con nuestro negro y el gris del escenario elegido.

Sin previo aviso nuestra plataforma también se levanta en el aire y se sitúa cerca de otra con una pareja de niños que nos miran con ferocidad. Hay algo muy desazonante en la actitud de los niños y cuando los miro con más atención, reconozco a Daisy como uno de los componentes de la pareja, pero su mirada no es para nada la de la niña asustada y tímida que encontré cuando desapareció Rue. Es una mirada rabiosa.

—Bienvenidos, bienvenidos tributos —se oye la voz de Snow tronar a través de los altavoces —, les doy la bienvenida a los primeros Juegos de Nueva York.

—¿A esto se refería con lo de los juegos? —le pregunto a Peeta, en una pausa que hace Snow, pero él que niega con la cabeza, perdido como yo en el plan maestro de nuestro secuestrador.

—Todos, menos nuestra querida pareja del distrito doce, ya sabéis de lo que hablo, así que a vosotros no os haré esperar más— dice mientras nuestra plataforma sube hasta la altura del balcón donde se encuentra, sin embargo las once plataformas restantes se alinean y se deslizan hasta que llegan cerca de lo que parece ser la entrada al laberinto, lejos de nosotros—. Que empiece la cuenta atrás.

Una de las paredes se enciende y vemos como los números van marcando la dicho cuenta atrás de Snow: Diez, Nueve, Ocho…. Hasta que llega al cero y se abre una gran compuerta por la que entra solo la primera de las parejas. Tras ellos se cierra la puerta y en la pantalla aparece una nueva cuenta atrás que indica un minuto minuto.

-Ahora, les explicaré a ustedes lo que el resto de sus compañeros de juegos ya saben. Cada pareja irá entrando cada minuto en el laberinto, un laberinto que está diseñado para ocultar a monstruos, como en Creta pero aquí en Nueva York ¿no es increíble? —nos pregunta riendo —pero los laberintos también están diseñados para ocultar otra cosa ¿alguna idea?

Cuando pregunta, me mira a mí para que conteste pero antes de que lo haga responde Peeta.

—El centro.

—Gracias señor Mellark —responde Snow con voz cortante —, exactamente, el centro es la clave de cualquier laberinto. En este caso, es la salida también. Los que lleguen primeros encontraran una tarjeta que abrirá una puerta, y podrán salir de aquí... vivos. Pero desafortunadamente cuando la pareja de vencedores cruce la puerta los chips que tienen instalados en la base de la nuca se activarán produciendo un impulso eléctrico al cerebro que acabara con sus vidas.

—¡Dios mio! —exclamamos Peeta y yo casi al unísono.

—Sé lo que están pensando, creen que con no salir, con rebelarse todo se arreglará, pero créanme he pensado en todo. Si nadie ha encontrado la salida antes de cinco horas, todos morirán. Si una pareja pierde a uno de sus miembros morirá también... Y por cierto si están pensando en esos tiernos niños, no deberían de sentir pena: los hemos entrenado y les han inoculado veneno de rastrevispulas que les dota de más fuerza y agresividad. Si ellos les encuentran, no tendrán piedad porque además de llevar armas, usted nuestra querida Katniss es su objetivo.

Intento ocultar la cara de horror que me producen sus palabras, pero es complicado. A mi lado siento la mano de Peeta temblar también.

—No se saldrá con la suya, Snow —le grita Peeta encolerizado.

—Yo diría que ya me he salido con la mía Señor Mellark, y ahora usted solo tiene dos opciones: proteger a la mujer que ama matando a esos niños, o dejar que la maten. Como usted sabrá muy bien, la vida son decisiones y puede sentirse contento , le estoy dando mas opciones de las que usted dio a mi nieto.

Sin más la plataforma empieza a moverse en dirección a la puerta.

—¿Que vamos a hacer, Peeta?¿no podemos matar a esos niños? —pregunto mientras rezo para que nuestros compañeros nos encuentren antes de que ni siquiera empiece esta locura.

—No lo sé, Katniss —responde abatido —,pero no dejaré que nada te haga daño.

La última pareja de tributos entra delante de nosotros, y empieza la cuenta atrás para que sea nuestro turno. Me giro para abrazarlo y me pongo de puntillas para decirle al oído sin que Snow sospeche.

—Tenemos que ganar tiempo, Peeta —él asiente con la cabeza de forma apenas perceptible —.Yo tampoco dejaré que te pase nada.

Las puertas se abren y nos deslizamos hacia el interior del laberinto que parece un abismo negro. Cuando notas puertas se cierran tras nosotros, siento toda la fuerza de lo que implican mis palabras, pero también sé que es verdad. Le protegeré cueste lo que cueste.

-/-/-/-/

Hola, aquí estoy otra vez, siento muchísimo la tardanza, y espero que aun quede alguien ahí para leer esta historia.

No voy a prometer ninguna fecha, aunque intentaré que este acabada para antes del estreno de Sinsajo Parte 2, lo que si os puedo decir que quedan uno o dos capítulos y el epílogo. Y si hay algo que puedo prometer esta historia se acabara, no está abandonada ni lo estará :-)

Por favor, aunque se que es mucho pedir, os importaría dejar un Review para saber que aun hay alguien ahí fuera fan de Los Juegos de Nueva York?

Gracias y nos vemos en el próximo capítulo.