DISCLAIMER: Ya sabéis, nada de esto me pertenece. Todo sin fines de lucro, y esas cosas.

Pareja: Naruhina

Advertencias: Ninguna, creo. Bueno, hay un pequeño spoiler que fijo que todos sabéis sobre Neji.

Consecuencias (III)

Hinata despierta de golpe esa mañana, otra vez, sudando frío y con la boca abierta para soltar un chillido que acaba siendo sólo un gemido lleno de dolor, mientras la mano le viaja al corazón y aprieta, notando el latido desbocado en la palma, rasguñando la carne que es tan pálida y tan débil como ella se siente ahora.

Las esquirlas de la pesadilla siguen ahí, como pedazos de un cristal roto que se clavan en los bordes de su mente, arañándola, haciéndola sangrar. No tiene los ojos llenos de lágrimas ésta vez, quizá porque ya no hay nada más que pueda llorar, o quizá porque se ha prometido a sí misma no hacerlo más. Gira la cabeza, lenta e insegura, como una niña que espera encontrar los brazos cálidos de su madre ahí para ella.

Por supuesto, hace tiempo que Hana Hyûga no está para reconfortarla. Sin embargo no es su figura la que ella buscaba tirada a su lado.

El corazón de Hinata parece estar encogido en un rinconcito de su pecho, aovillado y lloroso, dándose lametazos sanadores en las heridas. Sin embargo da un vuelco, como un aleteo suave que la hace sentir cálida y tranquila, cuando ve a Naruto.

Él está durmiendo increíblemente bien tras la noche pasada. Tiende a ocupar todo el espacio que puede, estirando piernas y brazos, mientras ella prefiere hacerse a un lado, un poco queriendo desaparecer.

(O quizá ya no, porque está ese susurro en su cabeza, navegando sin rumbo, a veces llegando a sus pensamientos y provocándole un sonrojo. Ese que le inquiere sobre qué haría Naruto-Kun sin ella, ahora. Cómo seguiría adelante.)

Él tiene la boca abierta, y algo de saliva le cae por una de las comisuras, como si fuera un niño pequeño. Ella frunce la nariz (sigue siendo una chica, al fin y al cabo) pero luego sonríe con indulgencia. Se dice a sí misma que debería levantarle, como cada mañana, para que nadie les descubra en la misma tienda.

Sin embargo, en cuanto alza una mano, las esquirlas de ese cristal vuelven a las lindes de su mente. Y es un poco más miedosa, un poco más dependiente, y un poco más niña.

(La cara de Neji manchada de sangre, observándola, una mano alzándose hacia ella, unos ojos que la miraban sin hacerlo, su nombre dicho, casi roto. Luego todo oscuridad y la necesidad de correr, como si alguien la persiguiera, sin saber muy bien hacia dónde o de qué, y-)

-y Hinata no procesa nada más. Se tumba al lado de Naruto, temblando como una hoja. Él no se despierta, pero suelta un suspiro de satisfacción en medio de su sueño y gira todo el cuerpo, un brazo alrededor de su cintura, piernas entrelazadas, la cabeza de ella justo bajo su barbilla.

Las manos de Hinata van a su camiseta negra, los dedos se rizan en torno a ella, apretándola, el corazón de él tamborilea suavemente, los temblores horrorizados de la chica van disminuyendo.

Cae profundamente dormida antes de darse cuenta, una sonrisa pintada en los labios pálidos al darse cuenta de un hecho tan simple que le hincha el corazón.

Encajan como las piezas de un puzzle.

.

~o~

.

Naruto la despierta, tan suave y tan dulce que casi no parece él, murmullos en su oído plagados de "ttebayo" y "no seas dormilona".

Abre los ojos entre insistentes parpadeos y se pasa la lengua por los labios secos antes de alzar la cara hacia él, que sigue tumbado a su lado. Oh, piensa con una sonrisa que casi no se le ve pero significa más de lo que parece, oh, realmente sigue aquí.

Él forma esa sonrisa que parece ir a desbordársele por los lados de la cara para ahogarla en ella. Hinata se sorprende al darse cuenta lo mucho que la había añorado, el tiempo que hacía que no la veía tan sincera.

¿Sería muy ególatra pensar que quizá ella sea un poco la causa?

—Buenos días —murmura, la voz aún pastosa por el sueño, las manos entumecidas de tanto apretar la camiseta de él pero aún colgadas de ésta. Las aparta de golpe al darse cuenta, roja y avergonzada.

Es curioso, se da cuenta justo en ese instante, pero también hacía mucho que ella no se sonrojaba así en su presencia, que su corazón no parecía ir a salírsele del pecho sólo con observarle. No sabe si le gusta, eso de volver a ser tan aniñada, pero quizá esté bien, quizá sea un poco muestra de que se va curando.

Poco a poco. Paso a paso, las heridas tendrían que ir cerrando algún día.

Duele pensarlo, pero el problema es que son demasiado profundas para no dejar cicatrices.

—Buenos días ´ttebayo —responde el Uzumaki, incorporándose y bostezando sin gracia alguna —¿Qué tal has dormido?

Ella no responde, porque se ve incapaz de mentirle. En su lugar se pone de rodillas en la tienda para alcanzar la tela que hace las veces de entrada, descorriéndola un poco. La gente no ha empezado a despertarse, lo cual indica que nadie verá a Naruto salir. Es como si quisieran mantenerlo en secreto, como si fuera algo sólo de ellos, como si que otra gente supiera sobre lo mucho que se necesitan mutuamente mancillara esa extraña relación que mantienen.

Hinata alza la vista al cielo encapotado. Últimamente ella se siente un poco lo contrario a las nubes oscuras que tapan la luz del sol. Como si intentara proyectar felicidad hacia todos, verse normal, cuando no lo siente así. Naruto-kun parece hacer lo mismo.

Y es todo tan difícil a veces.

—Va a llover —anuncia ella, negando con la cabeza para eliminar esos pensamientos. ¿Dónde está la esperanza que sentía hace un instante, al despertar con la sonrisa de Naruto-Kun?

Oh, cierto, se ha ido cuando los ojos de él han vuelto a su brillo falso.

—No es como si fuera a ponernos de mal humor.—replica al fin el chico, con una chispa de pesimismo nublándole los ojos. Hinata entiende la oración completa, lee tras el falso tono alegre "porque no podemos estar peor". Sin embargo, le sonríe levemente mientras le observa ponerse las zapatillas, para volver a su propia tienda a asearse.

—Tienes razón, Naruto-kun.

.

~o~

.

Hinata mira la lluvia caer bajo el techo que llevan construido de una casa, sentada sobre un pedazo de madera que acaban de arrastrar dentro. El aguacero se ha desatado de pronto y azota sin piedad a los que corren bajo éste, buscando donde refugiarse.

Kiba está a su lado, con las manos apoyadas tras de sí, inclinado hacia atrás. Tiene esa mirada tan suya, afilada y enérgica y divertida y perruna y todo lo que Kiba es. Sus ojos solían recordarle a su risa, piensa ella, pero no oye reír a su compañero desde aquellas carcajadas que no sonaban a eso que soltó cuando vencieron, llenas de histerismo, de alivio por haber salido vivo.

Nunca pensó que pudiera echar tanto de menos esa risa.

Ella entierra las manos en el pelaje húmedo y espeso de Akamaru, observando con apatía como sus dedos desaparecen, hundidos en el blanco. Los flexiona cuando le empieza a rascar distraídamente, ganándose un suave meneo de cola como recompensa.

El perro se gira hacia ella, apoyando la cabeza en sus rodillas y observándola con esos ojos exageradamente inteligentes para un animal. Ella le dedica una sonrisa leve y acelera un poco las caricias.

Ni Kiba ni ella hablan, se limitan a observar la lluvia caer en silencio, con ese compañerismo que siempre les ha caracterizado flotando entre ellos. Uno tiene lo que a la otra le falta, y viceversa.

Al contrario de lo que muchos creen, Hinata nunca envidió a Sakura por estar en el equipo siete. Ella siempre supo cuál era su lugar, y ese estaba con sus dos mejores amigos, con su familia, con ese niño de gafas oscuras en el que nadie reparaba, con el nervioso Inuzuka que nunca sabía callar, con la mujer de ojos rojos que logró hacer las veces de hermana mayor y mentora.

—Eh, Hinata.—suelta al fin él, arrastrando su nombre. Hinata gira la cabeza, sorprendida.

—¿Sí?—pregunta al fin, en esa voz tan baja que la caracteriza.

—¿Puedo hacerte una pregunta?

Ella le mira y alza las cejas, sorprendida por el hecho de que él pida permiso. Entreabre los labios, sin saber muy bien qué decir, antes de asentir con la cabeza, encogiendo los hombros con delicadeza.

—¿Puede saberse por qué tienes el olor del idiota de Naruto impregnado por todos lados?

Ella se sonroja súbitamente, la cara tan caliente que se podría freír algo en ella. Kiba casi puede imaginar el humo saliéndole de las orejas cuando empieza a balbucear cosas sin sentido, poniendo las manos ante el pecho y moviéndolas a modo de negación mientras trata de hilar dos palabras seguidas. Parece la de antes, piensa él con sorpresa.

Kiba la mira, entre la sorpresa, el alivio y la alegría, antes de soltar una carcajada. Y ahí va otro insuflo de alegría para Hinata, que deja de gesticular para observar a su amigo, sin poderse creer que esté riéndose. Qué cosa tan horrible, se dice ella tras unos instantes, que le sorprenda la risa de Kiba. Sin darse cuenta, el mismo sonido nace de la garganta de ella.

No es una risa como las de antes. Es más baja, aún más avergonzada de lo normal (¿cómo se atreve a reír? ¿Cómo puede, con todo lo que ha pasado?), menos lo que ella era antes y más lo que es ahora. Pero es una risa, a fin de cuentas, y parece insuflarle un poco de felicidad en el pecho, ocupar el sitio de esa molesta, sorda y ya acostumbrada pena y mandarla a un lado.

—No…no es lo que tú crees —dice, sin embargo avergonzada aún. Él le alza las cejas con incredulidad —.Sólo me abrazó.

—Ya, claro —Kiba se ríe, mientras ella vuelve a centrarse en Akamaru.

Es en ese instante cuando escuchan la voz de Ino llamándoles. Levantan la cabeza a una, como si estuvieran sincronizados, para encontrarse a la rubia con el brazo alzado para llamar su atención, resguardada por un paraguas azul a juego con sus ojos.

Va de negro, piensa Hinata súbitamente alicaída. Al igual que ella misma, la familia Yamanaka viste de luto.

—Es la hora de comer —avisa, a voz de grito —. ¿Venís o qué?

Kiba suspira, mirando a su alrededor con cierto desánimo al notar que hoy apenas han avanzado, sin embargo se incorpora con las manos en los bolsillos de sus pantalones oscuros. Hinata hace lo mismo, alisando arrugas invisibles de su camiseta oscura.

—Si Shino hubiera veni-

—Pero yo estoy aquí —el tercer miembro del equipo se hace oír, apareciendo de entre las sombras. Kiba da un salto y suelta un grito de sorpresa junto a una palabra malsonante. Hinata sonríe con dulzura.

Durante un instante, la imagen se superpone a otras muchas. Flashes de momentos semejantes, en los que quizá sus ojos brillaran más y sus sonrisas fueran más amplias, pero todos tenían la misma esencia: Ese aire de compañerismo flotando entre ellos, como si fueran más que amigos. Familia. La palabra rebota en su mente un par de veces.

Su corazón aletea en el pecho. No es como si la herida sólo necesitara de Naruto para sanar.

...

...

...

Consecuencias había terminado, y entonces llegó The Last y con ello mi hype para con Hinata y el equipo ocho. Oops.

Os quiero dar de nuevo muchísimas gracias por la aceptación de este fic. De nuevo, no puedo aseguraros un capítulo cuatro, pero una cosa no quita la otra. Vuestro apoyo con este proyecto me ha ayudado muchísimo a la hora de decidirme para la tercera parte (L)

Por cierto, cualquier persona con la que hablara...¡He perdido mi contraseña de facebook por segunda vez y lo siento MUCHO! Y si aquellos que seguíais mis otros fics pudierais pasaros por mi perfil, me haríais un favor.

Kuraii.