Epilogo.

Hermione Granger estaba oficialmente frustrada. Ya no era una mocosa sabelotodo insufrible que iba a la escuela, ¡estaba haciendo su maestría! Pero no, Snape no podría tratarla como adulta, si hasta la dejó en el despacho revisando los cálculos aritmanticos de una variación de la poción contra la viruela de dragón.

La verdad se sentía estúpida por tomar precisamente maestría en Pociones, ella hubiese podido estudiar lo que sea pero no, tenía que devolverse a Hogwarts a convivir con su antiguo profesor que se empeñaba en ignorarla, por mucho que lo hubiese salvado de morir en la guerra por la mordedura de la serpiente del Señor Oscuro.

Y es que todo ese asunto de la convivencia, de compartir un laboratorio en el castillo, un despacho y una biblioteca privada, la estaba trastornando; tanta cerca cercanía estaba causando que tuviese problemas de concentración cuando Snape estaba cerca- y lejos- de su campo visual. Problemas del tipo sexuales, mejor dicho no era un problema, era un lio bien gordo puesto que su brillante mente la ponía en aprietos creando fantasías sexuales realmente vividas con ese hombre tan misterioso.

El otro día en clase había tenido una fantasía tan vivida que alcanzo el orgasmo de solo imaginarse al profesor Snape teniendo sexo con ella.

— Y ahí voy de nuevo- se dijo en voz baja al sentir una humedad entre sus muslos y una creciente excitación ante el recuerdo de esa fantasía. – Esto se está volviendo ridículo. – volvió a murmurar mientras una mano se deslizaba por su escote y otra por debajo del dobladillo de la falda tipo A que tenia puesta ese día.

Empezó a acariciar sus senos por debajo del sostén y cerró los ojos imaginando que era su profesor el que la tocaba. Abrió las piernas y las situó una a cada lado de la silla y se levantó la falda hasta la cintura dejando a la vista una bonita braga azul oscura que se veía húmeda de excitación.

— Para ser tan lista y tan señorita, no debería estar haciendo eso, Granger…

Mierda. Estaba justo detrás de ella, podía sentir su presencia y oler su fragancia a hombre. Su mano tembló entre su ropa interior y jadeó ante lo excitante de la inverosímil situación.

— Es que…- decidió tentar su suerte, ya más vergüenza que verse capturada dándose placer no podía pasar- Hay un error señor, yo no soy ninguna señorita. –completó ruborizada por sus propias palabras.

— ¿Ah sí?- sintió como Severus Snape se apoyaba en el respaldo de la silla y se inclinaba sobre ella.- Eso debería comprobarlo, Granger.

Oh, por Merlín, sí.

Una de las pálidas y fuertes manos de Snape se deslizaron hacia el dobladillo de su falda, luego siguió bajando hasta donde la propia mano de Hermione reposaba y, haciéndola a un lado se movió más abajo hasta sentir el centro de donde procedía la humedad de la muchacha.

— Uhm- murmuró el mientras tanteaba en la intimidad de la chica en busca de su clítoris- Me pregunto… ¿En quién estaba pensando que se puso así, Granger?- ella gimió cuando él alcanzó el botoncito de su placer y lo acarició suavemente con sus dedos llenos de su excitación.

— En usted, profesor. – murmuró a duras penas, como recompensa, Snape seguía en su labor de acariciar su intimidad.

— ¿Ah sí?

Ella no podía responder; los dedos de su profesor se movían con prisa sobre su clítoris y las sensaciones la estaban sobrecogiendo. Él la estaba volviendo loca de placer, sus piernas se tensaban, sentía sus pezones duros contra la tela del sostén y de la blusa que vestía, y justo cuando cerró los ojos el mundo estalló a su alrededor. Gimió con fuerza y gritó su nombre totalmente fuera de sí.

— Muy bien Granger, parece que sí, usted se masturba pensando en mí.

— Profesor, quiero…

— ¿Sí, Granger?- contestó el aun detrás de ella pero completamente erguido, mirando desde la altura lo que había hecho de su alumna.

— Yo… No me basta con que me haya masturbado. Quiero que me tome, sentirlo dentro de mí. Por favor.

Como pudo, Hermione se puso de pie y encaró a su profesor con la falda subida hasta la cintura, el cabello revuelto, el rostro sonrojado y con las piernas tambaleantes de excitación.

— Granger- le dijo Severus con los ojos llenos de lujuria- No seré tierno y delicado.

— Contaba con que no lo fuera, profesor.

No hubo palabras, Severus rodeó la silla donde ella había estado sentada y se acercó a su alumna. La besó con fuerza en los labios y ella correspondió con el mismo ímpetu, se aferró su cintura y permitió que Snape explorara su boca con la lengua y su cuerpo con sus manos. Mientras se exploraban aun con la ropa puesta, Severus la guiaba hacia el escritorio que se hallaba en la estancia. Antes de lo que ella se pudo dar cuenta, estaba sentada sobre el escritorio y ambos estaban completamente desnudos- producto de un hechizo no verbal de parte de hombre, seguramente-.

Él la miró a los ojos y abrió sus piernas, la volvió a besar mientras comprobaba que estaba lista para él. No hubo palabras dulces, ni discursos ni te amos. Snape la penetro con toda su masculinidad y ella cerró los ojos al sentirse llena de él.

Snape empezó a moverse con más y más fuerza y rapidez dentro de Hermione, la cual gemía una y otra vez ante cada estocada. No podía más, sentía el orgasmo formándose en su interior, abrió más las piernas para abarcar más de la longitud de su profesor, y ahí llegó su orgasmo. Las paredes vaginales de Hermione se contrajeron con fuerza alrededor del miembro viril de Snape, lo que detonó el propio orgasmo del mago.

— Oh, sí, Profesor. –susurró ella al sentir el semen caliente de su mentor dentro de ella.

— ¿Estuvo a la altura de sus fantasías, Granger?- le preguntó con voz sedosa.

— No profesor, las superó.

Fin.

Bueno chicas, hasta aquí este Fic. Espero haberlas complacido con el Epilogo.

Saludos a todas las que dejaron comentarios y me pusieron en sus alertas y favoritos, especialmente a las chicas del Escuadrón. ¡Saludos!

Euni.