Resquicios de orgullo

STaty

Capítulo 25: epílogo

[…]

Seis años después

-¡Mamá! ¡Mamá!- gritaba un pequeño niño rubio.

-¡Papá llega!- decía una pequeña que estaba empezando a hablar.

Entraron corriendo en el comedor seguidos por el perro de la familia. Hermione dejó su taza de té en la mesita.

-Venid aquí conmigo y quedaros jugando- dijo divertida.

Los niños se tiraron en la alfombra con su fiel amigo. Le tenía gracia ver como trataban al perro como uno más en sus fechorías. Le encantaba verlos juntos.

Unos minutos después escucharon un gran improperio.

-¡GRANGER! -escucharon desde el piso de arriba.

Llamarla por su antiguo apellido significaba movida. Muy pocas veces lo había hecho. Pero desde que había llegado su lindo cachorro, toda había cambiado. A Draco no le gustaba que ese perro tuviera más atención que él, así que cada vez que el cachorro hacía alguna trastada, él se enfadaba.

-¡Uy! Papá muy enfadado- se reía la pequeña.

-Sí- decía el pequeño con una sonrisa.

El rubio entró en el salón con un zapato en una mano y una mirada asesina.

-¿Qué es esto? -preguntó furioso.

Levantó sus manos enseñando sus zapatos italianos favoritos estaban destrozados. Tanto a Hermione como a los niños les costaba aguantarse la risa. Hermione lo miró de reojo, sin darle importancia mientras le daba otro sorbo a su té.

-Eran unos zapatos- dijo resuelta.

-¿Y te parece normal que ese estúpido perro me acabe con todos los zapatos?

-Papá dijo lota- se rio la niña mientras se tapaba la boca.

-Sí- le susurró su hermano- una palabrota. Mamá lo va a castigar.

Los dos niños susurraban a los pies de su madre.

-¿Y te parece normal dejar todos tus zapatos fuera del armario? Zoty no es tu esclavo- le dijo Hermione.

-Pienso contratar a cincuenta elfos para que me guarden unos zapatos- dijo- no vaya a ser que se canse.

-¿Y tú? ¿Te cansas muchos guardándolos?

-Ese no es el punto. Me he quedado sin mis zapatos por ese chucho, lo quiero fuera de casa.

-¡No! -gritó la niña- papá, Nieve no fuera-la niña se tiró sobre el perro- la nieve se derrite.

-Te aseguro que Nieve no se va a derretir, ahora sacar el perro afuera- dijo molesto.

-No- le gritó la pequeña.

-Sí- repuso su padre.

-¡Papá malo! ¡Papá no quiere! ¡Papá comerse Nieve! ¡Mamá socorro!- gritó la niña llorando.

Hermione y su hijo apenas daban contenido la risa ante lo dramática que era la niña.

-¿De dónde sacas que me voy a comer al perro? -preguntó sin entender a la niña.

-Te oí con el tío Blaise, le dijiste que te ibas a comer con patatas a ese pulgoso. Papá tu llamas pulgoso a Nieve.

-No me refería al dichoso perro.

La niña chilló como si la vida le fuera en ello.

-¡Papá odia a Nieve! ¡Papá no nos quiere!- la pequeña abrazó fuertemente al perro- Nieve, coge maletas, nos vamos.

-¿A dónde te piensas ir?- le preguntó su padre.

-Con tío Ron. Él si quiere- la niña era pequeña, pero muy lista. Sabía que Nieve lo irritaba, pero Ron los enfadaba. A pesar de todo este tiempo, seguía sin llevarse bien con él.

-Genial, un pulgoso con otro. Seguro que se entienden.

-¡Mamá! ¡Manito! ¡Zoty! Vamos con tío Ron. Papá no nos quiere- gritó la niña.

Draco soltó sus zapatos y cogió a la pequeña en brazos.

-¿De verdad crees que no te quiero?- le preguntó al oído.

-Quiere más zapatos.

Puso sus ojos en blanco y se acercó a darle en beso en su mejilla.

-Te quiero mucho, más que a unos zapatos.

-No, lalso.

-Se dice falso- le corrigió su padre divertido.

-No quieres a Nieve.

-No, a Nieve no.

Nieve contestó ladrando.

Hermione aprovechó para coger a su hijo en brazos.

-¡Mamá bájame! Ya no soy un niño pequeño.

-Siempre serás mi pequeño- le dijo mientras le daba un beso en la mejilla- ahora darle la sorpresa a papá.

-Vale. Papá, ven un momento conmigo.

-¿Vamos con Scorpius? -le preguntó a la pequeña.

-Si viene Nieve.

-¿Prefieres a Nieve y no a mamá? -le preguntó Draco con altanería.

-Los dos. Mamá me da sosolate.

-¡Chocolate!- le gritó su hermano mientras corría hacia la otra habitación.

-Así que solo me quieres por el chocolate- dijo Hermione divertida mientras seguía a su hijo.

-Y los cuentos- respondió la pequeña.

-Ah bueno, así estoy más tranquila- dijo divertida.

Al entrar, el rubio vio un de sus salones perfectamente decorado. Donde ponía ¡Feliz cumpleaños! En grande, en el medio de la sala. Draco se rio al ver la decoración.

-¿Te gusta papi? -le preguntó la niña todavía en sus brazos- lo cogí yo.

-Sí cariño, me gustan los minions- dijo divertido.

-Jane, ve por el regalo de papá- le dijo Hermione a la pequeña.

-¡Nieve!- gritó la niña mientras corría por el regalo que traía su hermano en los brazos- papi, Nieve escogió el regalo.

-Seguro- dijo divertido.

Abrió el paquete y vio que eran unos zapatos muy parecidos a los que el perro se acababa de comer.

-¿Te gustan, papá?- preguntó Scorpius.

-Sí, hijo.

-¡Mamá! Ahora dale tu regalo- dijo el niño muy contento.

Ella le sonrió mientras le tendía un sobre. Draco al abrirlo, soltó el sobre y le plantó un buen beso a su mujer.

-Puaj- dijo Scorpius.

-Ajs- imitó la niña.

-Es puaj- le repitió el niño.

-¡Caca!- dijo la niña al no dar copiado a su hermano.

-¡Vais a tener otro hermanito o hermanita!- les dijo Draco.

-¡Bien! -gritó la niña- ¿va a ser como Nieve?

Hermione carcajeo.

-¡No!- gritó Draco- como vosotros, no como el pulgoso.

-Pero tío Ron también es pulgoso- le recordó la pequeña.

-También- dijo divertido el padre.

-¡No!- la regañó Hermione- tío Ron no es pulgoso. Nadie tiene pulgas.

-Tío Ron un día se rascó mucho, tío George le preguntó si tenía pulgas- dijo Scorpius.

Draco se rio divertido.

-¿Cuando cogerás la baja por maternidad?- preguntó su marido.

-¿Solo quieres que me quede embarazada para tenerme en casa?- preguntó divertida mientras le daba otro beso.

-Siempre te quiero en casa.

-Tenemos que iros- gritó la pequeña.

-Irnos- la corrigieron.

-¿A dónde preguntó Draco?

-Tu madre hizo una comida en tu honor en la fundación. Quiere celebrar lo bien que va después de estos seis años.

-Yo pensando que sería por mi cumpleaños.

-Sabes la ilusión que le hace ayudar a todos esos niños.

-Lo sé.

-¿Quién va?- preguntó Draco separándose de su mujer.

-¡Los pulgosos!- gritó la niña mientras se dirigía hacia ellos con el abrigo colgando de una manga.

-Jane, no digas eso.

-Vale, van tío Ron y tío Blaise.

-Sí, son pulgosos- le dijo Draco a la niña, mientras estaba agachado poniéndole el abrigo.

-¡Te he escuchado!- le gritó su mujer.

-Van Cindy, Blaise, Harry y los Weasley. Además, de tu madre y el señor Patiner.

-¿Estará Albus, mamá?- preguntó Scorpius.

-Claro.

-Bien, ahora vámonos.

Toda la familia se dirigió al coche que los llevaría a la antigua casa de Hermione. Draco al abrir la puerta para dejar entrar a los niños vio como el perro entraba primero.

-¡Oh no! Sal- le gritó al perro.

-No- gritó la pequeña mientras se metía en el coche corriendo- Nieve quiere venir.

-Cariño- le dijo Hermione- sabes que no va a dejar al perro.

-¡Yo quiero delante! -se pidió el niño.

-¡No! Yo también quiero- gritó la niña- Nieve se mabea.

-Nieve no se marea- le dijo su padre- ahora los niños y el pulgoso atrás.

[...]

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