Eran cerca de las diez de la mañana y se podía sentir la calma en el departamento de Sakura Haruno.

La madera de color claro que adornaba los pisos del lugar estaba siendo manchada por la transpiración que había quedado en las plantas del pie de un pequeño niño tras una noche calurosa. Él caminaba silencioso tratando de no romper aquella calma.

Abrió la puerta con cuidado y logro visualizar el cuerpo debajo de una ligera sabana, con la colchoneta echada a un lado. Era tiempo de su ataque.

—¡Mamá!—gritó el niño saltándole encima a Sakura—¡Despierta, despierta¡ ¡Se va a hacer tarde!—

—¿De que hablas? Regresa a dormir Sanosuke—

—No, nada de regresar a dormir. Quedaste que hoy me llevarías por mi uniforme del equipo de baseball ¿No te acuerdas? Lo necesito para el torneo, Tío Naruto te lo dijo—

—No me sorprende que esto sea culpa de Naruto—suspiró Sakura y quito la sabana—No iremos hoy—

Sakura se lo había dicho queriendo bromear un poco con su hijo esperando el berrinche que venia. Él empezó a saltar alrededor de ella, por lo que aprovecho y lo envolvió con la sabana acurrucándolo junto a ella haciéndolo reír.

—¡Ya mamá!—pedía Sanosuke entre risas—Me. Vas. A. Matar. Mamáaaa. Detente. Ya!—

Sakura lo soltó y cargándolo como un muñeco de trapo lo puso en el suelo y le dio una nalgada a su hijo. Este se puso ambas manos en su trasero y volteo a ver a Sakura con puchero.

—A arreglarse, rápido, que tenemos que ir a la tienda después de ir por tu uniforme—

—¡Sí!—salió gritando Sanosuke rumbo a su habitación para bañarse.

Sakura suspiro y fue hacia su closet buscando que ponerse para el día. Era caluroso como siempre lo eran los días de verano en Osaka.

Tomó unos pantalones de mezclilla y una blusa suelta sin mangas de color turquesa y se metió a bañarse ella por igual.

Sakura era madre soltera. Había vivido su embarazo y los primeros dos años de vida de su bebe en casa de sus padres mientras ella acababa una corta carrera en decoración de interiores en una universidad de estética muy exclusiva. Lo bueno era que la carrera era cien porciento dedicada a la decoración y solo duraba dos años. Primero se instaló en un departamento de la mitad de tamaño que el que tenia en ese momento y con ayuda de sus padres y de los de Ino, pusieron una pequeña tienda, al menos para empezar.

Al cabo de los años a ellas les fue yendo mejor con su tienda, su reputación se expandió por toda la gran ciudad de Osaka, y lo mismo pasó con su negocio. Su tienda se dividía desde las antigüedades hasta el modernismo y minimalismo. Y ella e Ino eran solicitadas para la decoración de edificios, oficinas, hasta pequeñas casas de recién casados.

Y cuando tuvo el suficiente dinero compro un departamento cerca de la tienda y del centro de la ciudad que era mucho mas amplio que el pasado. Tenía dos habitaciones con baño propio, medio baño que funcionaba como baño de visitas, su lugar para la sala, para un comedor y una cocina que contenía una barra que daba hacia su comedor. Y su parte favorito era que en la sala se podía salir hacia una terraza no muy grande, pero lo suficiente para que ella instalara una pequeña mesa con dos sillas donde ella y su hijo solían desayunar o comer de vez en cuando.

Actualmente tenia 27 años. Sanosuke nació un mes antes de que ella cumpliera diecinueve. Se enteró de dicho embarazo cuando salió de preparatoria, tres meses después de cumplir los dieciocho años, pero cuando tuvo la intención de hablarlo con el padre, este le dio un ultimátum y acabo con la relación sin alguna explicación, y sin darle oportunidad de darle la noticia, después de un par de semanas decidió volver intentarlo, al menos hacérselo saber, mas la familia de él se había mudado a otra ciudad, o a otro país. Nadie nunca supo que fue de los Uchiha, pero ella quedo como madre soltera y decidida a poder cuidar a su hijo.

Y ahí estaban 9 años después. Sanosuke había cumplido 8 años en febrero, y ella le había organizado una fiesta con todos sus amigos. Él apenas entraría a segundo año de primaria ese Agosto. Eran una familia pequeña pero feliz.

Sakura estaba sentada sobre su cama acabando de ponerse sus zapatos cuando entró Sanosuke solo en sus pequeños boxers azules.

—Ayúdame a vestirme-le dijo sonrosado, ya que obviamente le daba vergüenza pedir aquello.

Ella rio y se levanto a acompañarlo a su cuarto, pintado de un azul cielo con posters de sus súper héroes favoritos pegados por varias partes. Ella se había negado rotundamente a aquello, pero su hijo insistió de que era su cuarto y tenia derecho a decorarlo de esa manera.

Él era idéntico al padre, con su pelo desordenado color azabache y sus ojos oscuros. Hasta el momento él tenia la respingada nariz de ella, y sin duda alguna había sacado su sonrisa. En cuanto a su personalidad era orgulloso en veces, y pedir ayuda le daba vergüenza. Era astuto, bastante inteligente, y gracias a Dios, era serio solo cuando estaba verdaderamente de malas o cuando algo le preocupaba, fuera de eso, era tan alegre y tan lleno de energía como ella.

Le puso unos pantalones de mezclilla y una camisa blanca que llevaba un grafico de Superman. Le acomodo los converse azul marino mientras ambos repasaban el como atar las agujetas debidamente.

Lo ayudo a secarse el pelo y luego a lo peino un poco, pero él solo sacudió la cabeza logrando despeinarse un poco y que un par de mechones le cayeran a los lados de su pequeño rostro.

Ambos fueron a preparar hot-cakes de desayuno y pusieron dos lugares en la barra. Desayunaron con cierta rapidez. Él por la emoción de su nuevo uniforme, y ella porque necesitaba llegar a la tienda, que según Ino, iba a ir un importante empresario que quería decorar su nueva mansión, en pocas palabras, un negocio que les dejaría una generosa paga, y tenían que organizar la presentación.

—¡Sanosuke!—grito Sakura al ver que su hijo se tardaba de más. Entonces apareció por el pasillo corriendo con su pequeña chaqueta de color gris colgando en un brazo y su gameboy color rojo en la otra mano.

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Un hombre apuesto se encargaba de seguir manteniendo su cuerpo bien tonificado. Acabo con el saco de boxeo y de un banco tomó una pequeña toalla blanca y la pasó por todo su cuello secándolo, y ahí la dejo colgando. Agarró su botella de agua y salió camino a las duchas.

A sus veintiocho años era un hombre bastante exitoso en los negocios y seguía girando cuellos por donde pasara.

Pero no todo era bueno para Sasuke Uchiha.

Su madre había fallecido hacia un año por cáncer. Se habían ido de Osaka hacia los Estados Unidos para darle el mejor tratamiento, pero después de tres años de inútil intento regresaron a Japón pero se instalaron en Tokio ya que ahí tenían las mejores maquinas en el país entero para al menos, mantenerla con vida un par de años.

Él se había quedado en Estados Unidos un año extra que su familia para acabar su carrera, y regresando su mamá le pidió como un ultimo deseo que quería ver a sus dos hijos casados, así que él se casó con Karin, la hija de una amiga de su madre. No se había casado por la iglesia, no amaba a aquella mujer tanto como para preparar tal ceremonia, y Karin sabia las circunstancias de su boda.

Ya que estaban en aquella situación, trataron de hacer el matrimonio funcionar, pero fue inútil y había pasado cuatro años casado con la mujer equivocada. Al menos la intimidad era interesante, y ella había sido un buen apoyo con la muerte de su madre.

En ese momento ya estaban a mitad del proceso de divorcio, y como Karin jamás había querido hijos todos los tramites iban a ser rápidos, se habían casado por medio de la repartición de bienes y ambos estaban siendo justos con que le tocaba a quien.

Llegó a su departamento y se sirvió una copa de whiskey. Era temprano, apenas eran las dos de la tarde, pero el aniversario de la muerte de su madre nunca era bueno para él.

Se fue a su cuarto a cambiarse. Unos pantalones de mezclilla de color negro, zapatos de gamuza con agujetas del mismo color, y una camisa tipo polo color blanca. Hacia calor por lo que no iba a ser necesario alguna chaqueta.

Comerían en casa de su padre, su hermano con su esposa, Karin y él. A él no le gustaba pasar aquel día solo, y al menos su hermano y él tenían a sus esposas.

Se estaciono en el garaje de su padre donde pudo divisar el coche de su mujer, y el de su hermano. Solo faltaba él.

—Sasuke, llegaste—dijo Fugaku levantándose de su lugar para abrazar al menor de sus hijos, quien lo abrazo de vuelta con fuerza.

—Perdón por la tardanza—

—Lo importante es que estas aquí—

Sasuke saludo a Karin con un corto beso, y luego a Itachi y a su esposa Konan, a quien ya se le notaba su tercer embarazo, para después pasar a la mesa a comer directamente.

—¿ Y Kenji y Tsuo?—preguntó Sasuke a su hermano.

—Están en casa de unos amigos, ayer se fueron a dormir y era mejor que estuvieran ahí que comiendo aquí aburridos—

—Su abuelo no es aburrido—habló Fugaku y todos rieron un poco a excepción de Sasuke, que solo hizo una mueca—Pero les tengo una noticia—

—¿Cuál noticia padre?—le preguntó Itachi preocupado, y su padre le resto importancia con la mano.

—Nada malo, pero, me mudare de nuevo a Osaka— todos los miraron sorprendidos.

—¿A Osaka de nuevo?—le preguntó Sasuke—Creí que estabas bien aquí—

—No me mal entiendan, lo estoy… pero, no es nuestro hogar. Me llevare las cenizas de su madre para allá y las pondré junto a las de sus padres, con la familia entera—todos asintieron en silencio—Ustedes ya están grandes, y entiendo si quieren quedarse en Tokio, toda su vida ya la han hecho aquí—

—Aún así te podríamos ayudar a mudarte para allá. ¿Cuándo empezaras con la mudanza?—le preguntó Itachi y

—Esa es otra noticia. La mudanza llega mañana—

Esta vez la cara de asombro de todos hizo a Fugaku soltar una risa y masajearse un poco las cienes.

—No pongan esa cara—

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Sanosuke llegó corriendo a tocar la puerta de aquella casa a toda velocidad, ni si quiera le había dado tiempo a su madre de bajarse del coche cuando el ya estaba presionado invariables veces el timbre.

—¡Hey!—le dijo Naruto feliz al abrir y encontrarse con ese par de enormes ojos negros. Lo cargo instintivamente sentándolo en uno de sus antebrazos—¿Cómo estas, campeón?—

—Bien, emocionado por mi uniforme—

—Que bueno, porque eres el único que falta por recogerlo—

—Ya sé, le dije a mi mamá, pero ayer no quiso venir—le dijo Sanosuke frunciendo levemente el seño.

—No seas mentiroso Sanosuke. Un cliente se alargo con lo que quería y se nos pasó la hora—le dijo Sakura al rubio cuando logro alcanzarlos.

—Esta bien, Sakura. ¿Tú como estas?—Naruto puso a Sanosuke en el suelo.

—Ve con Hinata, ella es la que tiene los uniformes—el pequeño asintió y salió corriendo al interior de la casa—Estoy bien gracias—

—Me alegro, Sanosuke sigue siendo muy enérgico—le dijo Naruto.

—Dímelo a mi, agradezco que no se parezca a Sasuke en ese sentido— Naruto rio un poco y se hizo a un lado para dejar pasar a Sakura.

—Se quedan a comer, supongo—

—Tengo que ir a la tienda a buscar unos catálogos, el lunes temprano recibo a un cliente muy importante—

—Hazlo mañana, es sábado y estas con tu hijo, conmigo, Hinata—

—Esta bien, le marcare a Ino y veré que puedo hacer—en realidad le sonaba mucho mejor quedarse ahí con su familia que por los catálogos.

Caminaron hacia la sala de la casa de los Uzumaki, y ahí estaba Hinata sentada en un sillón ayudándole a Sanosuke a ponerse su uniforme blanco con pequeñas líneas naranjas.

Adelante en letras cursivas decía "Zorros", y atrás tenía el numero uno y arriba del numero estaba el "Haruno" bordado en letras naranjas por igual, con el borde negro.

El numero uno lo había obtenido por ser el favorito de Naruto en el equipo. Él trabaja como dueño de un buffet de abogados en Osaka, pero se había ofrecido para ser el entrenador del equipo infantil de baseball dado que en la universidad había sido parte del equipo y sabia bien del deporte. Hinata tenia su línea de ropa, y una cadena de ropa famosa en Japón siempre le compraba sus diseños por lo que a ambos les iba bien.

—¿Qué tal me veo mamá?—le preguntó emocionado el pequeño azabache y ella se acercó más a él y le dio un gran beso en la mejilla.

—Eres el más guapo de todos en ese uniforme—Sanosuke se rio y se revolvió entre los brazos de su mamá emocionado—Serás el mejor jugador de toda la liga de verano—

—¿Y donde esta Mikuru?—preguntó de nuevo el pequeño.

—Tomando su siesta—le dijo Hinata amablemente.

—Les va bien como papás por lo que veo, la niña salió a ti Hinata, bastante calmada—le dijo Sakura sentándose a su lado en el sillón.

—Es lo mejor que ha pasado—

—Pero físicamente es mi retrato—intervino Naruto viendo a ambas mujeres.

—Algo tuyo debía de tener—le dijo Sakura molestando al que era como su hermano.

Naruto había sido la principal figura paterna para su hijo, aunque estuviera su abuelo, el rubio era el único que podía seguirle el intenso paso a Sanosuke y desde que nació siempre estuvo al pendiente de ellos. Además que pasaban mucho tiempo juntos gracias al equipo de baseball. Y pues, Kizashi era su abuelo, y Sanosuke lo veía como la figura de autoridad que era y con todo el dolor que eso le causaba al Haruno mayor, Naruto era el modelo a seguir del pequeño.

Hinata y él habían tenido hacia casi dos años a su pequeña Mikuru. Una preciosa bebe con los rasgos de la madre, pero el pelo rubio y los ojos tan azules como los del padre. Llevaban tres felices años de casado. Sanosuke había sido uno de los pajecitos en aquella ceremonia con sus bellos cinco años.

La pelirosa había hablado con Ino, y esta le había dicho que estaba bien. Que ella ubicaba bien los catálogos, pero que mañana sin falta se tendrían que juntar para organizar la reunión con aquel señor.

Naruto pidió pizza y la pequeña bebe despertó. Sanosuke a veces veía con ilusión a Mikuru y recordaba como cuando él tenia cuatro años pedía con desesperación un hermanito, pero eso era imposible y con el tiempo lo entendió, por lo que en esos momentos trataba a la hija de sus tíos como si fuera su hermana menor.

Suspiro disimulando su baja de animo. Era feliz con su vida pero a veces le hubiera gustado que Sasuke no la hubiera dejado nunca y hubieran hecho su familia feliz tal como Naruto y Hinata lo habían hecho.

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Todos se habían ido de la casa de Fugaku, inclusive Karin que había quedado con su prima y otras amigas de cenar por el cumpleaños de una de ellas. Ella prácticamente ya era una mujer libre ante los ojos de Sasuke.

Él se había quedado con su padre, la noticia de la mudanza lo había tomado en curva y había preferido escuchar los detalles de su decisión.

Ambos estaban en el estudio tomando whiskey.

—¿Cómo va tu divorcio?—

—Bien. Karin siempre entendió la situación y lo nuestro jamás funcionó como matrimonio, así que no esta poniendo ninguna oposición. El único asunto es el departamento, pero estoy pensando que se lo dejare a ella—

—¿No te gustaría regresar a Osaka conmigo? Recuerdo que eras muy feliz allá. Se que todos estos últimos años se trataron sobre tu madre, y nos dedicamos a que muriera como quería, pero yo se que no has sido feliz con nada de esto—

—Regresar a Osaka tampoco sé si seria algo bueno—

—¿No lo extrañas? El aire es más cálido por la costa, ahí están todos tus amigos. Ni en Estados Unidos, y ni aquí te he visto como eras en Osaka—

—Deje todo sin ninguna explicación, lo de mi madre fue un golpe tan fuerte que no le explique ni a Naruto, ni a nadie el porque me iba. Solo desaparecí, lo más seguro es que me detesten. No seria buena idea—

—Creo que si les explicas las cosas ellos entenderán, siempre te apoyaron en todo—

—Pero tome malas decisiones—

—¿Y no te gustaría remediarlas?—Sasuke solo miro con expectación a su padre quien le sonreía—No hay peor cosa que dejar las cosas mal, y te has sacrificado mucho estos años. Ya es hora de que seas feliz—

—No lo sé, padre—

—Acompáñame mientras me instalo allá, y si al final decides que no es lo mejor, puedes irte a donde quieras del mundo a vivir. No pierdes nada intentándolo—

Volvió a perder su mirada en la ventana del estudio. Regresar a Osaka había sido su opción muchos años antes. Extrañaba su ciudad natal, eso era verdad sin duda alguna. Continuamente en las noches se preguntaba que había sido de Naruto, recordaba lo revoltoso y descuidado que era, el mejor amigo que jamás había tenido en su vida. Y en muchas noches más se preguntaba que había sido de Sakura, le había dolido dejarla de esa manera, tan cruel y fría, y pasaba noches enteras en insomnio pensando en ella arrepintiéndose de cómo la dejo, pero se acobardaba porque seguramente ella lo odiaría. Pero la pensaba mucho, con su pelo sedoso a la altura de los hombros, tal vez ya lo tenia tan largo como en secundaria, también pensaba en sus ojos verdes que esperaba que siguieran tan vivos como siempre.

Regresaría a Osaka, y no estaba seguro si le gustara todo lo que había cambiado en su ausencia.

En nueve años todo da cambios de trecientos sesenta grados.