EPÍLOGO

6 MESES DESPUÉS

CHRISTIAN

–Bueno, Christian. ¿Cómo van las cosas? ¿Sigues peleando con Ana?

Reprimo una sonrisa y me encojo de hombros.

–Mientras ella siga siendo ingeniosa y teniendo esa lengua viperina que tanto me encanta, eso es seguro.

Flynn también me sonríe.

–Entiendo. ¿Qué tal los niños?

–Están bien. Theodore es un niño sumamente inteligente y talentoso con el piano, incluso mucho más que yo cuando tenía cuatro años. Aprende muy rápido y es bastante protector con Ana y Phoebe; en ocasiones me preocupa que lo que… vivió lo marque de modo negativo o desarrolle comportamientos autodestructivos como los míos por las pesadillas…, incluso he estado pendiente de eso, si se agita en sueños, pero parece estar bien.

–Es común que la memoria suprima los eventos traumáticos una vez reestablecido el orden, así se evitan daños mayores y el desajuste completo del sistema mental. Además, Tedd es bastante pequeño, así que no creo que tenga problemas con eso. De todos modos te aconsejo que lo vigilen bien y no lo traten distinto a como lo hacían antes.

Asiento. Por supuesto que mantengo mis ojos sobre él, eso no me lo tiene que decir nadie.

–¿Qué hay de Phoebe? –prosigue Flynn.

–Cada día más hermosa. Es como Ana, tímida, ingeniosa y muy encantadora.

–Y es una chica.

–Eres un genio, John –repongo con sorna.

–Por favor, Christian, no te hagas el listillo conmigo. Eso te habría servido la primera semana de conocernos –me dedica una sonrisa petulante–. Por lo que me contabas, cualquiera podría decir que eras muy sobreprotector con Anastasia sobre todo cuando de hombres a su alrededor se trataba; ¿ahora intentas decirme que no te vuelves un maníaco controlador con tu hija? Dime, ¿se supone que deba creérmelo o es sólo una broma?

Me remuevo en el asiento. En ocasiones es una lata que este charlatán sea tan bueno en lo que hace.

–Ja, ja, muy gracioso.

–Es el encanto inglés –se encoge de hombros.

Ruedo los ojos. Si Ana estuviese aquí estaría encantada y con una enorme sonrisa.

–¿Qué han hablado Anastasia y tú respecto a Phoebe y su vida de adulta?

Mascullo algo entre dientes que hace que Flynn alce las cejas. Venga, ¿es realmente necesario? Ana lo tomó como una broma, ¿no puedo considerar eso un triunfo y dejarlo estar?

Miro a John. Es evidente que no.

–¿Qué has dicho?

–Que Phoebe no tendrá citas hasta los veintiséis ni sexo hasta los treinta como muy pronto.

Nos miramos en silencio. No sé cómo se ha tomado mi comentario pero hablo en serio. Con Anastasia en la ecuación es seguro que voy a terminar llevándome sorpresas y aflojando en muchas cosas más de las que me gustaría, pero retrasaré el momento tanto como pueda. Ningún vago le va a poner las manos encima a mi princesa de ojos azules.

–Muy diplomático –John asiente–. ¿Qué ha dicho Ana?

Bufo.

–Seguro que lo mismo que estás pensando tú: soy un hipócrita.

Ya está. John se ríe a carcajadas mientras yo me irrito cada vez más. ¿Acaso soy un chiste andante? Quizá para mi amada esposa y el charlatán caro sí.

–Me encanta tu esposa, creo que ya te lo había dicho. No pudiste haber hallado mejor mujer para ti, Christian. Te lo aseguro.

–Lo sé –cada vez que la veo, cada vez que la oigo, toco o pienso en ella, lo sé.

Flynn asiente sin quitarme sus ojos entrometidos de encima.

–¿Cómo está ella?

–Está bien. Ya sabes, las pesadillas son mucho menos frecuentes ahora, ya no se queda mirando a la nada con esa expresión de terror soporífero en el rostro… Se ríe más, habla más. Las heridas físicas también sanan poco a poco, va cada vez mejor. Creo que vuelve a ser mi Ana.

–Nunca volverá a ser tu Ana, Christian. Las heridas sanan pero nunca desaparecen, sólo se aprende a vivir con ellas y luego se las ignora. Quizá es una Ana más fuerte, más sabia, más cariñosa o desconfiada, pero no es la misma. Y tú tampoco.

Asiento sin decir nada. En eso estamos de acuerdo. Ninguno de nosotros es el mismo. Cuando regresamos a la casa grande Ana sufría de pesadillas que la despertaban entre forcejeos y gritos, muy parecido a lo que me ocurría a mí. Yo en ocasiones tengo ataques de pánico cuando paso horas sin saber de ella o de Tedd; necesito verlos o escucharlos constantemente para estar tranquilo, y eso me lleva a trasladar mi trabajo de un lugar a otro en la medida que ellos se muevan. Hemos hecho terapia de familia, de pareja, individual, y las cosas han ido mejorando bastante. Tanto que casi puedo considerar como única preocupación de peso la vida amorosa y sexual de mi hijita de seis meses.

Casi.

–¿Qué has pensado respecto a lo de tus padres, Christian?

Miro a John sintiendo un nudo en el pecho. Éste es el verdadero asunto.

–He pensado lo que ya te conté. Paso casi todas mis horas despierto meditándolo. No sé si sea buena idea o si tenga el coraje para hacerlo.

–¿Qué ha dicho Ana?

–Ella me apoya. Dice que está conmigo siempre y sin importar lo que decida. Yo sé que ella se pondrá de mi lado ante mis padres y eso es parte de lo que me asusta; no quiero que la vean como un monstruo trastornado también. No es justo.

–¿Piensas que así los verían a ambos?

–Sí. Creo que decepcionaría mucho a mi madre y asquearía a mi padre. Ellos son muy importantes para mí y no quiero problemas de ese estilo. ¿Y si deciden quitarnos a Tedd y a Phoebe por considerarnos incapaces mentalmente?

–Me parece que tus miedos son un poco desmedidos. Tu madre y tu padre se enteraron de que tuviste relaciones sexuales con la amiga de tu madre por años; se decepcionaron, claro, pero ¿te dieron la espalda? ¿Te juzgaron? ¿Te consideraron un demente?

–No.

–¿Por qué piensas que lo harían ahora?

–Porque es diferente. Se trata de una parte muy importante de mi pasado y no es para todo el mundo.

Flynn se lo piensa.

–En eso tienes razón, no es para todo el mundo. Sin embargo, hay un ejemplo que suelo ponerle a las personas con miedos similares a los tuyos, Christian. Míralo así: si conocieras a un hombre que te ha demostrado que se merece el título de "mejor persona del universo", ¿cambiarías tu forma de pensar al descubrir que, por ejemplo, es gay? Sé que tú no lo eres –esboza una media sonrisa–, lo sé muy bien, pero creo que el ejercicio es el mismo. Lo que hagas a puertas cerradas es asunto tuyo siempre y cuando no dañe a nadie, no vaya contra la ley y sea consensuado. Todas tus relaciones lo fueron, así que, ¿cuál es el problema?

Me paso las manos por el cabello. Sí, sí, todo eso suena muy bonito, muy lógico y diplomático, pero el mundo no es así. El mundo es un auténtico caos y yo temo abrir la caja de Pandora con esto. Quizá mis padres no tienen hígado para una noticia así y es mejor quedarme callado. De todos modos, ¿qué es lo que espero revelándoles que fui sumiso y tuve sumisas, y todo lo que implica eso? Tal vez sentir que no les oculto más de la mitad de mi vida y demostrarles que les tengo confianza, ¿pero y si se voltea el tablero y se vienen contra mí?

Y contra Anastasia.

Ella hizo mucho por mí al decirles a todos los que preguntaron que Elena la ató al techo y le atinó algunos golpes sin entrar en muchos detalles; estoy consciente como lo estuve mientras la escuchaba que su resistencia a decir la verdad se debió a que no quiso destapar el pastel y hacerme parecer un bárbaro por haberme relacionado con una mujer así. No obstante, si yo lo digo ahora, ¿cómo la verán a ella?

–¿Qué podrían pensar ahora de ella si supieran que la quise de sumisa? Creo que se alarmaría y comenzarían con que nuestros votos matrimoniales fueron una especie de blasfemia y que somos unos herejes sin moral ni vergüenza. No quiero que le pase eso.

–Christian, a ver. No estamos en la época de la Inquisición, tienes que dejar de leer tanto. En cuanto a Anastasia, ¿no dijiste que se ganó a tus padres tan pronto la conocieron? No creo que vayan a ponerse en su contra ni señalarla con el dedo acusador. Y si nos ponemos técnicos, ella nunca fue tu sumisa porque no firmó el contrato.

–Pero aceptó hacerlo, e hicimos varias de las cosas que hacía con mis sumisas –respondo torturado.

John suspira, creo que a veces logro exasperarlo. Anota algunas cosas en su iPad y luego cambia de posición en su sofá antes de mirarme.

–Mira, es evidente que justo ahora no vamos a llegar a nada respecto a este tema, y sinceramente me encantaría trabajar contigo esas interesantes ideas que tienes respecto a la libertad de tu hija, tenga la edad que tenga. Vuelve el jueves y lo hablamos. Por lo pronto, limítate a disfrutar el ahora, de tu bella esposa y tus hijos. No pienses las cosas más de la cuenta y no apartes otras que requieren tu atención. De todos modos, sabes dónde encontrarme.

Nos ponemos de pie y nos estrechamos las manos.

–Gracias, John.

Salgo de la consulta con las manos en los bolsillos y la mente hecha un desastre. Subo al R8 y conduzco de vuelta a casa. En el camino múltiples ideas me asaltan pero ninguna relacionada con lo que discutimos en la consulta; esta vez pienso que me gustaría sorprender a Ana y a nuestros hijos con algún regalo. Quizá unas flores para ella, o un volumen primera edición de esos libros que tanto le gustan. Y para los niños… ya veré qué me gusta.

Flynn tiene razón. Tengo una esposa preciosa que me saca de quicio y me encanta y a la que amo hasta ser doloroso, tengo dos hijos increíbles que por alguna razón también me aman incondicionalmente… Debo dejar de amargarme solo y disfrutarlos todo el tiempo que sea posible.

Aparco en el estacionamiento de un centro comercial pero permanezco un rato más en el auto, sonriendo como un auténtico idiota. Saco la Blackberry de mi bolsillo y decido enviar un correo.

.

De: Christian Grey

Fecha: 5 de diciembre, 2014. 19:47 pm.

Para: Anastasia Grey

Asunto: Un favor.

¿Podría pedirle un favor, señora Grey? Dé a cada uno de nuestros hijos un gran beso y un abrazo de oso en mi nombre, y dígales que los amo. Voy a llegar un poco tarde, pero feliz de volver con mi familia.

Christian Grey, Presidente irremediablemente enamorado de su familia y consagrado a ella de Grey Enterprises Holdings, Inc.

PD: su beso y su abrazo se los doy al llegar a casa… y quizá algo más ;) Espéreme despierta.

.

FIN

.

.

NOTA DEL AUTOR

Les agradezco mucho sus comentarios, el tiempo que invierten en leer cada capítulo que subo y lo veloces que son en hacerlo. Siempre espero con entusiasmo el día de subir nuevo cap porque sé que en los días siguientes voy a recibir sus comentarios en mi correo, y eso es lo que hace que esto valga la pena.

Este fic de 50 sombras nació de mi amor por la saga y de mi necesidad de deshacerme de Elena básicamente ;), y aunque éste es su final, no es el mío. El siguiente fic que haré estará basado en los personajes de Luce y Daniel de la saga Fallen de Lauren Kate. La historia estará ambientada en una de las vidas de la pareja, en el siglo XIX, y en realidad es una historia que escribí hace tiempo que pienso adaptar a un fic. El día 1 de noviembre comenzaré oficialmente a subir los capítulos.

Espero que de todos modos les guste, y gracias por acompañarme en esta travesía en La última sombra de Grey.