Lost Canvas, Saint Seiya (clasico y ND) y SSO son de Shiori Teshirogi Y Masami Kurumada.

Esta historia se me ocurrió de golpe mientras, miraba la nada misma (realmente miraba a la nada estaba acostada mirando el techo, esperando que se hiciera la hora para levantarme xD), y si no la escribo… mi imaginación se negara a colaborar con las otras historias xD. Es un mundo alterno… Creo que es la consecuencia de tanta lectura de historias fantásticas… La historia será una mezcla de humor, drama, romance y amistad… Espero que este coctel le guste y sea exquisito para su imaginación y critica…

Habrá participación de muchos personajes (tanto de Clásico, TLC, ND Y SSO, la integración ante todo xD)… Y muchos temas… entre cruzados (entre ellos ambiciones y tracciones)

Bueno mejor dejo de desvariar y comienzo con la historia… Espero que mi tortuosa imaginación rinda frutos…

Disfruten la lectura.

Lobunaluna.

El príncipe oculto.

El rey esperaba fuera de los aposentos, la espera ya había llegado a su fin. Su reino, no el reino no… Él, porque era suyo, tendría a su ansiado hijo o hija. Tendría su esperado heredero o heredera, no importaba que fuera le enseñaría a gobernar con justicia. El tiempo pasaba, ya era de noche… ¿Cuánto más tardaría? El rey apretó los dientes, su más leal consejero y amigo estaba con él. Solo a él le había permitido estar cerca en ese momento, no era tonto sabía que en la corte, en algunos miembros de esta, la idea que hubiera un príncipe o princesa no había caído en gracia. El silencio que solo era interrumpido por sus pisadas fue interrumpido por algo más. UN llanto, que parecía más un grito de guerra. El rey no se pudo contener más y entro a la habitación donde su fatigada esposa acaba de traer al mundo…

-UN NIÑO MI SEÑOR… HA SIDO UN NIÑO-Informo la partera, él miro a la criatura bañada en la sangre… Ya estaba callado y movía ligeramente su cabecita, era un movimiento leve, pero lo hacía… El rey tomo a su primogénito en brazos, no le importaba mancharse la elegante túnica, no nada importaba si podía tener a su hijo en brazos. Él bebe abrió los ojos, sus ojos eran idénticos a los suyos… parecía mirarle y le sonreía. Como diciéndole "padre aquí estoy y te veo".

-Felicitaciones Kardia…-Le dijo su leal consejero.-También para ti Astrea…

-Por favor señores…-La partera le miro.-Tengo que cortar el cordón y la madre quiere tener al bebe…-El rey le miró fijamente.

-No me iré quiero estar junto a ellos.-Informo el rey en un tono que no aceptaba replicas.-La mujer asintió presurosa mientras tomaba con cuidado al bebe de sus brazos.- Degel… puedes retirarte. Por cierto-El rey le miro-Lamento no poder estar en tu boda… no quiero dejarles solos en este momento.

-No te preocupes… -El hombre le sonrió, restándole importancia al asunto- Solo un loco se arriesgaría en salir con un recién nacido y una parturienta.-El hombre se retiró de la habitación, pasarían años hasta que se volvieran a ver.

Dos semanas después.

Astrea no se sentía bien, el parto había sido complicado y el medico no daba un buen pronóstico. Kardia tenía al bebe en brazos, algo en la enfermedad de su esposa no le terminaba de cerrar. No era tonto, sabía que las complicaciones por los partos eran "normalmente" a las pocas horas de estos. No una semana después. Algo olía mal ahí, por lo cual el rey prefirió tener cerca suyo al pequeño infante. Lo que más temía se cumplió, Astrea murió mientras dormía. Su pequeño hijo estaba con ellos en la cama. No quería dejarlo en la cuna, curiosamente al mismo momento que su amada Astrea dejo de respirar, el pequeño comenzó a llorar. Fue su llanto lo que le despertó. Cerró los ojos con fuerza, rogando que el llanto del niño fuera por otra razon.

Cuando fue a ver por última vez el cuerpo de su amada, antes que el ataúd fuera sellado, con el pequeño en brazos. Noto algo, que seguramente no querían que se notara o que él lo notara. ¿Por qué las uñas de Astrea tenían una franja morada? Si él no hubiera tomado la fría mano para besarla por última vez, jamás lo hubiera notado.

-Prometo cuidar a nuestro pequeño Astrea…-Le beso la fría frente y se retiró.-Lamentaran lo que le hicieron a tu madre… -Le dijo mientras miraba al pequeño- Solo ellos pudieron haberlo hecho. Pero no solo planeo enseñarte a gobernar-el hombre sonrió peligrosamente-Te enseñare a gobernar para el pueblo, como tu madre siempre me instigo y solo para darle el placer a ella... Me acerque al pueblo y me aleje de los feudos. Te ensañare a ser más listo que ellos, te enseñare a ser un guerrero para que sepas defenderte... Seré yo tu maestro, nadie sabrá cómo eres...-Tomo con cuidado la mano del bebe.- Nadie sabrá cómo te llamas… como ahora. Solo sabrán que existe y tu sola sombra, la sombra de tu existencia, será su verdadero tormento.

18 años después

El rey movió a su caballo, pasando frente a sus generales. Con una fugas mirada miro a un joven que se había ganado rápidamente la fama de temible adversario, nadie sabía su nombre. Pero era conocido por todos como el escorpión azul. Este montaba en un corcel negro llamado "Sombra", la razón de su apodo, era la espada que cargaba y sus ojos (lo único visible en él, que delataba algo de su físico). Su espada tenía en la empuñadura dos escorpiones, las tenazas de estos hacían de tope y las colas unidas formaban la empuñadura de bronce.

-Caballeros… este día le enseñaremos, que es lo que pasa cuando quieren quitarnos nuestra fuente de alimento.-El rey miro a sus tropas, el mejor ejercito de toda la región. Bajo su dirección no habían perdido ni una sola batalla. Él era alguien bien entrenado en las artes del combate y en la estrategia-Les enseñaremos que es lo que pasa cuando entran a nuestras tierras y atacan al pueblo de Antares.-El rey se colocó el casco, el rostro de sus guerreros era oculto no solo por los cascos, sino también por una estola con la que tapaban sus rostros y dejaban solamente visibles sus ojos. El rey se acomodó la estola, con ella era uno más entre sus tropas, lo único que le podía diferenciar de sus tropas, era su caballo de un inmaculado blanco. Aunque no era el único, sus generales también tenían un caballo de ese color. Los ejércitos se lanzaron al ataque. El rey en un momento dado desmonto ágilmente de su caballo, era más fácil pelear en el suelo que sentado en la silla del equino. No paso mucho hasta que diviso al escorpión azul, peleando con seis oponentes a la vez. Sin duda ese joven llegaría lejos. Los oponentes no tenían otra opción que retirarse, en eso vio junto con algunos otros (para no decir cientos) como "escorpión azul", le daba la gracia de seguir vivo al rey rival, quien herido no tuvo otra opción que ordenar la retirada. Habían tenido una gran victoria, que se le otorgara la gracia a un rey, que había sido vencido por un simple soldado, era humillante para todo un pueblo. Kardia silbo para llamar a su caballo, una vez sobre este ordeno a todos los demás levantar a los heridos y a los muertos.

Salón del trono, esa misma noche.

La batalla se había llevado a solo 5 horas, a caballo, de una importante ciudad del reino. Donde se encontraba uno de los palacios menores.

-Mi señor, la victoria de hoy sin duda ha sido una muestra de nuestra superioridad en el campo de batalla.-El rey asintió.-Mi señor… Algunos sugerimos que premie al escorpión azul, por sus actos en el combate.

-Si premio a uno tendría que premiar a todos los demás. Un ejército no se forma con solo una persona.-El rey le miró fijamente, mientras se ajustaba uno de los guanteletes despreocupadamente.-Quiero una lista con los nombres de todos los soldados que participaron en esta batalla.-El rey cerro los ojos-Quiero que todos ellos reciban una compensación de 10 monedas de oro, 15 a los que resultaron heridos defendiendo sus patria y que se les de 30 monedas de oro a las familias de los muertos…

-Mi señor…-comenzó uno de los generales.

-El dinero no traerá de regreso a los muertos, pero evitara que las viudas y los hijos padezcan hambre. Además…-El rey les miro.-Lujos, es algo que no necesitamos los poderosos… -Los generales se miraron, cuando su rey tenia esos pensamientos… Algunos deseaban atravesarle el corazón con una espada y otros venerarle por su benevolencia con el pueblo.

-Mi señor.-Uno de los generales, en los que tenía confianza se adelantó- Eh escuchado a unos guerreros preguntar por el príncipe. Si los cálculos de muchos no son herrados, él debe tener ya 18 años o estar próximos a tenerlos. La pregunta es…

-¿Dónde está mi hijo?-El rey sonrió.- En este momento no tengo idea… seguramente esta con su caballo… suele salir a cabalgar por las noches aprovechando el anonimato que la vida le ha entregado.

-Mi señor… Me sigue sorprendiendo, después de pasados 18 años, que nadie haya visto a su hijo ni siquiera se sepa su nombre.

-mmm tienes razón en eso…-Kardia se encogió de hombros.-Pero él prefiere la vida tranquila y yo no me opongo.

-Señor…-Otro de los generales, al que no le tenía confianza le dirigió la palabra.- Corren rumores de que su hijo está muerto, que murió cuando era pequeño y usted está ocultando ese dato para no perturbar al pueblo.-El rey estallo en risas.

-Mi pequeño no está muerto, esta vivito y coleando-el rey le miro con burla-si no lo conociera diría que en este momento está ahogando la risa, por tus palabras, detrás de una de las columnas.-Los generales miraron las sombras de las columnas. ¿Y si el príncipe estaba ahí escondido? Escuchándoles en silencio.-Mi hijo es una gran persona y un gran guerrero… Ah peleado a nuestro lado hoy, aunque ustedes no se dieron cuenta-El rey se mordió el labio para reprimir una risa ante la cara de sorpresa de los generales.-Pueden retirarse. -Cuando los generales alcanzaron la puerta, escucharon un ruido metálico y se dieron vuelta. Al mismo tiempo que su señor, con reproche, decía.-Sigue saltando desde las vigas y te romperás una pierna o el cuello hijo.-Miro a los generales con algo de desdén-No les dije que se retiraran, quiero hablar con mi hijo a solas.- los generales miraron por última vez a la silueta arrodillada ante el rey. Lo único que veían era la capa de terciopelo azul, propia de los soldados, y el casco que ocultaba la cabeza del joven. Uno solo, por suerte de los que estaban de acuerdo con el rey, pudo percibir unas finas hebras azules salir de bajo del casco y ocultarse debajo de la capa.

-Disculpe su alteza.-Dijo este, para luego retirarse junto al resto.

-De esos-El príncipe, una vez seguro que no les oían, hablo- creo que sería al único en que mantendría en su cargo.-Su padre asintió-A los demás les tengo en duda… Jabu y Yato… ¿Que les hemos dicho de escuchar en las sombras?-El príncipe se quitó el casco dejando su rostro a la vista. Dos jóvenes, que apenas comenzaban la etapa de la adolescencia, salieron de detrás de las sombras.

-Lo siento señor Milo, no se repetirá.-Dijo el mayor, Yato.

-Siempre dicen lo mismo-Milo le revolvió el pelo al más joven.-No importa, saben que los quiero como hermanos.

-Hay Milo-Su padre se levantó y se acercó a los más jóvenes.-Supongo que sí están por aquí… Es por que escucharon algo. ¿No?-Los jóvenes asintieron, eran como las sombras de su hijo y les tenía mucho afecto...

Milo les había encontrado en un pueblo en ruinas hacía dos años. Cuando tenía sus primeras experiencias en el ejército. Sintió pena por esos pobres niños, que se habían quedado solos, esos niños que eran sus súbitos. Que su deber como príncipe, le imponía velar por ellos. Por lo cual, tomo otro caballo, subió al mayor en este y al menor lo llevo en la grupa del suyo. Aprovechando la distracción de las tropas. Desde entonces los menores, se habían vuelto sus "sirvientes", aunque no lo eran realmente, para el eran sus amigos. Para el resto de los criados, los chicos formaban parte de la servidumbre, a pesar que dormían en las cómodas habitaciones, cercanas a los aposentos privados y prohibidos del príncipe.

-Es cierto lo que uno de ellos dijo, dudan si Milo estaba vivo o no. Su alteza-Dijo Jabu.

-Pero suponemos que es un rumor creado con toda intención de que el pueblo reclame la aparición del príncipe.-Concluyo el mayor.

-Si los apartas cuando me sucedas eres un idiota-Su padre le miro.-Son muy listos, estaba pensando lo mismo. Y sospecho, que tú también.

-Si, por eso me arriesgue en saltar.-Milo cerro los ojos-No saben cómo soy, pero que sepan que existo…- sonrió.

-… les tendrá con el rabo entre las patas-Concluyo Jabu, el rey y el príncipe asintieron.-Se perdió sus caras.

-Tiene razón… las caras de sorpresa cuando apareciste…-Kardia soltó una jovial risa-Me costó mantenerme serio.

Habitación en alguna taberna.

-Así que si tenemos príncipe.-Dijo uno de los generales con poco animo a sus camaradas-Yo se los dije.

-La única forma de reconocerlo será por el escorpión que tiene tatuado en su hombro derecho… La marca de la nobleza-Le secundo el otro mientras realizaba una mueca.-Por lo menos sabemos eso… y que se la hicieron a los 6 años….

-Si… el rey llamo al encargado de hacer la marca a su hijo… Cuando este entro a la habitación descubrió que el rey ya tenía lo necesario para hacer el tatuaje-El otro escupió a un costado- y que el príncipe estaba bajo el efecto de alguna bebida narcótica y con el rostro tapado con una bolsa de tela blanca, para que no pudiera decirnos como es.

-Tenemos que admitir que nuestro rey ha sido muy ingenioso, ha mantenido a su hijo en el completo anonimato.-El hombre sonrió fríamente-No sabemos cómo es… y que es lo que piensa siquiera.

-Ni siquiera sabemos su nombre-Secundo el otro-Sera muy difícil ganarnos su confianza…

-O muy fácil… si su padre le ha tenido escondido todo este tiempo.

-Dijo que él estaba con nosotros en la batalla de hoy, sabemos que es soldado por sus ropas…

-Pudo estar disfrazado…-Concluyo otro.

-No, el rey Kardia valora mucho la institución del ejército para dejar que su hijo finja ser un soldado.-Cerro los ojos mientras mantenía su fría sonrisa-Hoy logramos algo, confirmar su existencia, nuestras palabras le hicieron abandonar temporalmente las sombras. Solo tenemos que hacerle salir de la ratonera.

-Tenemos que averiguar cómo es que piensa… si nos es útil, lo dejamos vivo… sino…-El general se pasó un dedo lentamente por el cuello. Los otros soltaron risas, el plan era sencillo. Pero los tres sabían que era complicado de ejecutar.

Aposentos del príncipe.

La zona donde habitaba el príncipe, era una de las alas del palacio. Los únicos que podían entrar ahí eran el rey y los sirvientes del príncipe. Nadie más, quien entraba podría ser acusado de desacato y metido en el calabozo. Algunos curiosos se quedaban cerca de los accesos esperando ver al misterioso heredero. Pero jamás lo habían visto. Milo, Yato y Jabu entraron a la sala de estar por un pasadizo secreto. De esa forma sea ahorraban 20 minutos de caminata y las miradas curiosas. Jabu se dirigió a la puerta que comunicaba con el pasillo, que contenía otra puerta de por medio, y verifico que siguiera cerrada. Yato se acercó a la ventana y cerró las cortinas. Una vez terminado el proceso, completo que incluía la revisión de todos los aposentos reales y las puertas que comunicaban a los pasillos, Milo salió de la puerta secreta y entro a la habitación.

Yato se dejó caer en uno de los cómodos sillones y saco su cuchillo de cacería con el que agarro una manzana. Milo tomo otra con sumo cuidado y la olio antes de morderla. Jabu viendo la duda en los otros dos, tomo una y la mordió.

-Esta rica, pero no envenenada. Yo fui a comprarlas… las repuse hace un rato y están en la misma posición en que las deje.-Milo mordió la manzana y se sentó en otro de los sillones.

-¿Hicieron los ejercicios de matemáticas que les deje?-Pregunto mientras comía la manzana.

-Tienes los papiros en tu escritorio.-Respondió Jabu, el príncipe asintió.- ¿Cómo estuvo el combate?

-Le metí una estocada en la pierna al rey Poseidón…-Informo Milo, los jóvenes sonrieron.- ¿Sus entrenamientos…? Espero que hayan entrenado hoy.

-No es lo mismo si tu no nos estas entrenando…-Se quejó Yato, Milo arqueo una de sus perfectas cejas.-Cuando estemos listos… ¿Nos llevaras con vos a las batallas?

-Supongo…-Que no, no podría pelear si temo que les pase algo. Les estimo mucho para perderlos, agrego para sí.

-Se hace la hora de la cena…-Jabu se levantó.- Iré a prepararla.

-Yato acompáñalo…-Le ordeno Milo, el mayor de los hermanos asintió y se fue con el menor.

-Por cierto… si quieres bañarte, tienes el baño listo.-Le informo el joven antes de irse tras su hermano por el pasadizo secreto.

Milo se levantó y se dirigió al baño, con cuidado comenzó a quitarse las piezas de su armadura. Primero, ante todo, se quitó las armas que aun cargaba. Tres cuchillos y la espada de "los dos escorpiones". Miro la empuñadura de bronce, nadie sospecharía que se tratara de la espada de un noble, su padre se la había regalo poco después de cumplir los siete años. La compro en secreto en uno de sus viajes, le pareció el regalo indicado para su pequeño hijo... Se quitó la capa y la deposito en una silla, lo mismo hizo con la estola con la que tapaba su rostro, que solo dejaba a la vista sus gemas turquesas. Una vez completamente desnudo se metió en el agua. Sintió el olor a fresas, mientras el agua en su temperatura perfecta le envolvía. Sin duda Yato se había esmerado esta vez al prepararle el baño. Aunque le costara admitirlo, los chicos realizaban voluntariamente las función de sirvientes. Dejo que el agua le cubriera la cara para luego salir con todo el pelo goteando. Se bañó con sumo cuidado. Si había algo que jamás les había permitido a los chicos era ayudarle en su higiene personal. No era un bebe para que le anduvieran asistiendo.

Sabía que había miembros de la nobleza que se bañaban con asistencia, lo consideraba patético y humillante para quien tuviera que asistir a esas personas. Una vez terminado su baño salió y se secó con sumo cuidado. En su hombro derecho, llevaba tatuado un escorpión en azul. El símbolo de los reyes. No recordaba muy bien en qué momento se lo habían hecho, solo sabía que un día despertó con el animalito en la unión de su hombro con la clavícula. Nadie podía verlo ahí a menos, que se quitara la camisola. Cuando salió, ya vestido con la ropa que le había preparado Yato, se encontró que los dos jóvenes y su padre le aguardaban para cenar. La cena se llevó a cabo entre risas una vez terminada su padre se despidió de los tres y se dirigió a su habitación por otro de los pasadizos. Milo se levantó y fue por su armadura. Con ayuda de Jabu, que tenía la manía de seguirle para todos lados. Tomo su armadura y la llevo a su habitación, para colocarla en su respectivo soporte. Mañana sin falta la limpiaría. Era otra cosa que les tenía prohibido a los más jóvenes. Limpiar su armadura y armas.

-Chicos vallan a dormir ya es tarde.-Los jóvenes se despidieron de él y atravesando otro de los cuatro pasadizos de la sala de estar se retiraron a sus habitaciones. Milo ya más tarde se fijaría si realmente estaban durmiendo. Coloco una de las dagas debajo de la almohada, de la elegante cama con dosel, y se hecho en esta. Tomo el libro que estaba leyendo y comenzó su lectura… Hoy había jugado una peligrosa carta, confirmar su existencia.

Continuara…

Nota:

En la mitología griega, Astrea (en griego Αστραια Astraia o Αστραιη Astraiê, 'la estrellada', o también Αστραπη Astrapê, 'relámpago'; en latín Astraea) era la diosa virgen que llevaba los rayos de Zeus en sus brazos. Astrea era hija de Zeus y Temis, siendo pues una titánide y personificando junto a su madre a la justicia.

Me pareció un bonito nombre para la reina xD