Disclaimer: Los personajes y el mundo de Shingeki no Kyojin son obra de Hajime Isayama.

Personajes: Rivaille y Eren. Rieri.

ADVERTENCIA: Historia chico x chico. Yaoi.

SPOILER: Capítulo 47.


Capítulo 1

Desconocido.

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Tras su secuestro quedo establecido que necesitaba aprender a defenderse mejor. Había logrado escapar con muchos sacrificios, y necesitó de otros para lograrlo. Cuando lo pensaba, se vio superado por Reiner, aun cuando sólo lo logró con ayuda de Bertholdt en su pelea. Annie hubiera escapado de no ser por su trabajo en conjunto con Mikasa y Armin.

Sabía tan poco de su poder de titán, habilidades y como usarlas, que era reducido por los otros de una forma u otra. Su ignorancia iba a acabar con él mismo.

Por eso estaba ahora en medio de un amplio territorio en la muralla rose. En otro de los puestos de avanzada abandonados hasta hace poco, tratando de aprender más sobre sus habilidades.

Hanji había dicho que le sería más fácil luchar si se acostumbraba a su cuerpo de titán, a sus dimensiones, su flexibilidad y su velocidad de regeneración. Para practicar reflejos y habilidad se enfrentaba, o más bien se defendía del sargento Rivaille.

Se transformaba cada dos o tres días para no agotarse, y aun no lograba endurecer ninguna de sus partes. Cuando llegaba a su límite, su titán caía y emergía con dificultad de sus restos. Entre sus logros estaban, poder abandonar la transformación a voluntad, sin tener que esperar a llegar a su límite.

El sargento lo ayudaba a montar cuando se lograba reponer un poco tras salir del gigante, regresaban montando sus corceles. En otras ocasiones era Hanji quien se quedaba a su lado, encargándole toda clase de cosas raras.

Ella le agradaba, cuando salía de su titán lo obligaba a montar en su corcel con ella, por miedo a que cayera si se iba solo, sin embargo prefería no estar cerca de la mujer. Le pedía que la dejara tocarlo, lo hería y le preguntaba si dolía. Le daba tantas instrucciones que prefería luchar con Rivaille, al menos con él todo se reducía a sobrevivir.

Cuando regresaba de sus salidas con Hanji lo buscaba de inmediato para reportarse. Ella le había dicho que no era necesario, pero él no podía evitar regresar después de un largo día y no verlo cuanto antes.

Era extraño, como si la ansiedad que se acumulaba a lo largo de la jornada desapareciera sólo con verlo. Ese día fue cansado, Hanji le pidió transformarse en titán dos veces con diferentes ideas en su cabeza. Había sido agotador, durmió durante el regreso y tras dejar los caballos, ingresó buscándolo.

Caminó por los pasillos del antiguo edificio, seguro en sus buenos tiempos fue una hermosa mansión, ahora era una sombra de lo que fue. Entró a su despacho y llevó su mano al corazón haciendo el saludo militar.

—Eren Jaeger reportando su regreso señor.

Rivaille apartó la mirada de los papeles en el escritorio —Oh, lograste sobrevivir de nuevo.

Siempre que volvía de sus salidas con Hanji le decía eso. Eren no podía evitar sonreír ahora, Rivaille era francamente hostil con ella.

—Sí.

—Mañana haremos patrullaje por la tarde.

—Sí señor, tendré los caballos listos.

El sargento bajó la mirada de nuevo a sus papeles y Eren tras darle una última mirada se marchó. Como de costumbre, todo el estrés del día se había ido, el agotamiento paso a ser un detalle que desaparecería si se duchaba, comía algo y dormía.

Durante la cena todo transcurrió como de costumbre, es decir los tres hombres en silencio y la mujer hablando hasta por los codos. En ese puesto tan sólo permanecían el sargento, él e Iván, un tipo rubio y alto que casi no hablaba. Hanji pasaba gran parte del tiempo con ellos, pero a veces se marchaba por un par de días.

—Irvin me manda a llamar— dijo decaída, tirando un papel a un lado. Alejarse de su mejor sujeto de experimento la entristecía. —Me iré mañana temprano.

—Puedes irte hoy— comentó Rivaille serio.

Eren reprimió la sonrisa ante el comentario del hombre.

—No, estoy cansada. Hoy fue un día muy productivo ¿verdad Eren?

Eren tragó lo que comía. Para él no, no lograba hacer gran cosa, pero no quería decepcionarla.

—S...si— soltó poco convencido.

Se sintió observado y vio a Rivaille mirándolo de una forma... diferente. No sabía interpretarlo, pero definitivamente no podía ser diversión eso en sus ojos ¿o sí? No es como si entendiera lo que pensaba aun así...

No soportó su mirada y desvió su atención al plato, de repente sentía algo extraño en su estómago. Una sensación que venía notando días atrás ¿se iría a enfermar?

El resto de la cena transcurrió con Hanji emocionada borboteando teorías y pruebas que quería realizar, de repente Eren también deseaba que la mujer partiera de inmediato.

Iván era el encargado de la cocina, no porque le gustara, simplemente de los habitantes de aquel lugar era el que cocinaba más decente. Eren despertó temprano, ordenó su habitación y salió a ayudar en lo posible al hombre.

La mansión no tenía sótano, por tanto se dispuso que durmiera en la habitación del medio, entre la de Rivaille y la de Hanji. Salió al pasillo y lanzó una mirada a la derecha, en dirección a la puerta al final del pasillo ¿Ya se habría despertado el sargento? Volvió su atención a su camino y se enrumbó a la cocina.

Ayudó a servir el pan en la mesa y a preparar el café. No era mucho, pero luego de sus intentos en la cocina, el rubio le prohibió hacer gran cosa.

Hanji apareció sonriendo y se sentó a desayunar. Iván la acompañó, mientras que Eren decidió lavar los platos y ordenar un poco la cocina.

—Déjalos para después, ven a comer— dijo Iván.

El chico le sonrió, trató de ocultar la tensión. Había querido hacer tiempo para desayunar después, cuando Rivaille llegara.

—A veces— dijo Hanji —Despierto y no quiero comer de inmediato, prefiero esperar un poco.

Eren la miró confuso, había algo en la mirada de la mujer que casi lo hace sentir vergüenza. ¿Por qué lo veía así?

— ¿Es eso? — preguntó el hombre.

Eren no tuvo que responderle, pues la puerta de la cocina se abrió y Rivaille entró inmutable. Se sentó en la cabecera de la mesa, viendo a Iván e ignorando a Hanji

—Buen día.

—Buen día— contestaron el chico y el soldado, mientras Hanji sonreía viendo todo con cuidado tras sus lentes.

—Creí que ya te habrías ido— le dijo sin mirarla.

—Ya casi.

—Sargento, su café.

El muchacho de ojos verdes sirvió la taza y se apresuró a buscar la suya propia. Eren se sentó al lado de Iván, frente a Hanji y lejos de Rivaille.

Hanji Zoe ocultó su sonrisa tras un último sorbo de café.

Rivaille le lanzó una mirada molesta ante la sonrisa idiota que trataba de ocultar, fingió no saber el motivo de su actitud, aun cuando para él era claro. Desvió la mirada un momento al lado opuesto de la mesa, y se topó con los ojos verdes que de inmediato al ser descubiertos, volvían su atención al plato frente a él.

—Sargento— habló Iván — ¿El patrullaje de hoy es al otro puesto de avanzada o en dirección a la muralla?

—Muralla ¿Por qué?

—Estamos cortos de provisiones.

Hanji se levantó —Enviare a alguien en cuanto llegue si lo deseas.

—Sí, eso ayudaría— respondió el rubio amable.

—Bueno, me despido. Volveré en cuanto resuelva lo que Irvin necesite.

—No te apresures— masculló serio Rivaille.

Hanji se detuvo en la puerta.

—Cuídalos Iván, no dejes que toquen la comida. Eren no te sobre esfuerces y recuerda lo que hemos entrenado. Rivaille — abrió la puerta —Cuida a Eren y pórtate bien.

Salió disparada sin darle tiempo a ninguno de responder. Realmente no importó, ella decía mucho y más de la mitad no se entendía.

Sin embargo Eren notó, como Rivaille sostenía con fuerza la taza en su mano. Algo en el comentario de Hanji lo había molestado mucho.

En la mañana se concentró en cuidar la caballeriza, alimentó a los caballos y regresó para el almuerzo.

El sargento llevaba el atuendo que usaba para limpiar, ya se había acostumbrado a ese lado del hombre, pero siempre era algo que le llamaba la atención.

El almuerzo transcurrió en silencio, cuando la soldado no estaba siempre era así. Eren era silencioso, Iván era de pocas palabras y Rivaille decía únicamente lo necesario. Aunque una vez le dijo que no sabía cuando cerrar la boca.

—Saldremos en una hora.

Eren ordenó la cocina y partieron en el tiempo indicado. Cabalgaron por una hora en dirección a la muralla, y se detuvieron a la orden del sargento para estirar las piernas.

Estaban en una pequeña colina, Iván estaba examinando los arbustos más alejados y Eren estaba sentado bajo un árbol.

Observaba al sargento mirar en la distancia, su capa ondeaba por el viento.

"El soldado más fuerte"

Era tan distante, envuelto en un aire frío y solitario. ¿Qué sería de su pasado? ¿Era feliz? ¿Qué pensaba? Tenía tantas ganas de acercarse y saber más de él, de escuchar lo que pasaba por su cabeza. ¿Necesita de alguien? ¿Prefiere vivir apartado de todo y de todos? ¿Podía llegar él a ser alguien importante para el soldado?

Se sobresaltó cuando el soldado se volteó y lo miró. Sintió su cara arder y se concentró en el pasto en el suelo, que de repente se le hacía de lo más interesante. Su corazón latía tan fuerte que zumbaba en sus oídos.

—Nos moveremos dos kilómetros al oeste y desde ahí de vuelta a la mansión.

—Sí señor.

Cabalgaron según sus instrucciones, atentos a cualquier anomalía, no encontraron nada. Regresaron cuando anochecía, dejaron a los caballos con agua y comida y entraron.

—Eren ayúdame con la cena.

—S...si.

Rivaille se fue sin decir nada, Eren de reojo lo vio marcharse. En todo el camino de vuelta no pudo mirarlo, estaba demasiado nervioso. Mientras pelaba las patatas reflexionaba, lo que sea que le sucedía estaba empeorando, antes no le daba importancia.

Asumía que conocer al famoso soldado lo había deslumbrado y por eso pensaba tanto en él o lo miraba seguido.

En la cena de nuevo reinó el silencio, alzó la vista traicionándose para observar al sargento y casi al mismo tiempo él lo vio. De nuevo su pulso se disparó.

—Mañana entrenaremos— le dijo.

—Si señor— se felicitó por lograr responder sin flaquear.

Rivaille se despidió con un movimiento de cabeza al irse.

Ayudó a Iván a recoger. Mientras iba de regreso a su habitación, recordó que antes cuando Rivaille lo atrapaba viéndolo se asustaba, ahora su corazón latía de forma diferente y su estómago se sentía extraño. Como si estuviera con el equipo de maniobras, volando entre tejados.

¡Eso era! El sentimiento desconocido hasta ahora en su estómago, era como la adrenalina que sentía al usar el equipo. La pregunta era ahora ¿Por qué sentía eso?

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Hola.

Les traigo el primer capítulo de esta historia, probablemente sea corta de unos seis u ocho capítulos.

Como ven recurrí a crear un personaje, Iván. No me gusta y no soy dada a hacerlo, pero necesitaba otra persona en el sitio y no quise inventar todo un escuadrón nuevo. No será de gran relevancia así que ojala no les moleste.

Espero les guste la historia y le den una oportunidad. Subiré el próximo capítulo el fin de semana.

¡Saludos y gracias por leer!