Disclaimer: La trama es de mi propiedad, todo lo relacionado a Crepúsculo le pertenece a la señora Meyer, desgraciadamente, aunque tenemos un acuerdo donde me presta a Jasper por las noches, ¿cierto, Steph?


Forks Ink: tatuajes y perforaciones.

Summary: "Forks Ink: tatuajes y perforaciones. Grizzly es un maestro con los retratos y tatuajes en 3D. Tink es la mejor cuando se trata de frases, nombres y/o textos. Y luego estoy yo, me llaman B, y prometo que puedo perforar tu verga sin que sueltes una lágrima… pero si eres el padre de mi bebé, mejor te lo piensas dos veces" Inkbella. OoC. TH. AU. Bella&Edward


Capítulo 42: Tendrás una sobredosis


Mother's Little Helper – The Rolling Stones


—No es lo que tu crees, nena…

—Venga, ilumíname entonces porque estoy a nada de patear tu culo, sabes que puedo hacerlo, no le tengo miedo a tus putos músculos ahora habla, ¡maldita sea! —fui subiendo el volumen de voz mientras hablaba, exaltandome cada vez más segundo a segundo. Empuñé mis manos tratando de canalizar toda la ira que tenía en mi interior. Yo realmente esperaba que tuviera una muy buena explicación para todo esto, si no era así ya vería.

Yo realmente estaba pensando en acabar con el.

Emmett pasó su mano por sobre su cabeza con brusquedad antes de comenzar a hablar.

—Yo… —él me dio esa maldita mirada de cachorro herido, ¿se estaba negando a hablar después de que lo había pillado casi que literalmente con las manos en la masa? yo no iba a caer en sus sucias trampas.

—¿Vulture's Cave? —su rostro se tornó lívido, casi tan blanco como la cal—, ¿es jodidamente en serio? —veía todo rojo en estos momentos, más por el hecho de que sabía que se encontraba pillado y no mostraba ningún puto signo de querer responder mis preguntas— Sabes la clase de lugar de mala muerte que es, joder, Grizz, ¿en qué demonios has estado pensando?

—Yo… Yo he estado pensando en mi familia…

Comencé a pasearme por la sala como un león enjaulado, estaba tan estupidamente furiosa con él. Grizzly solamente me observabaen silencio, sus ojos seguían cada uno de mis movimiento, era como si tuviera miedo de decir algo más porque sabía que yo saltaría sobre su yugular apenas abriera esa bocota suya. Estaba segura de que nadie más sabía de esto, carajos, era probablemente la verdadera razón de por qué se las andaba dando de misterioso con tanta escapadita de aquí para allá. Gruñí llena de frustración. ¿Cómo demonios se le ocurría?, y justo ahora, diablos, justo ahora que no solo tenía un bollito si no dos. Cubrí mi rostro con ambas manos, intentando pensar en algo rápido que pudiera sacarlo de esta. Él estaba haciendo alguna mierda ilegal y a Rosalie no le iba a gustar si llegara a enterarse.

¡A nadie iba a gustarle!

Realmente no es como piensas —me detuve sobre mis pies y giré mi cabeza rápidamente para observarlo. Él suspiró y se sentó en el sofá, lucía sumamente cansado y sus hombres estaban hundidos por completo—, no sé cómo decir esto, yo… —fue su turno de esconder su rostro entre sus grandes manos y suspirar con pesar— ¿Recuerdas cuando te hablé de mamá? No cuando contaba nuestras anécdotas, si no esa vez donde sinceramente te conté sobre ella…

Por supuesto que recordaba ese emotivo momento.

Era imposible olvidar el primer día en el que había visto cómo la característica mueca infantil que estaba tatuada en su cara se borraba por completo para ser reemplazada por una llena de aflicción. La habitual sonrisa que dejaba ver sus juguetones hoyuelos completamente extinta. Ese tema en especial siempre me mostraba un Grizzly que no estaba muy acostumbrada a ver, me sacaba un poco de lugar y me entraban unas ansias absurdas de abrazarlo y asegurarle una y mil veces que todo estaría bien.

—¿Qué hay con eso? —levanté una de mis cejas con exceptisismo.

Grizz abrió su boca para, esperaba yo, contestar mi pregunta, pero un ruido proveniente de la escalera nos distrajo. Giramos nunestras cabezas rápidamente hacia el lugar, Minino nos observaba desde la mitad de la escalera con la vergüenza plasmada en todo su rostro. El venía recién saliendo de la ducha probablemente, ya que su cabello se encontraba desordenado y algo húmedo, eso más sus mejillas arreboladas lo hacían luciar malditamente adorable.

Negué con mi cabeza tratando de despejar mis pensamientos.

Uh… Les prometo que no estaba espiando, yo, uh… —desordenó su cabello aún más con una de sus manos, un claro signo de nerviosismo— Solo venía… Y luego escuché… —hizo una mueca con sus labios y suspiró pesadamente—. Yo solo quería saber si todo estaba bien, el plan era volver a la habitación haciendo el menos ruido posible para dejarlos seguir con lo suyo sin ningún inconveniente —hizo una mueca que quiso parecer una sonrisa y se encogió de hombros.

Joder.

Tuve que morder mis labios para no sonreír.

No era el momento para eso, pero, hombre, el me lo estaba haciendo muy difícil.

—¿Te molesta si me lo quedo? —le pregunté a Grizz inocentemente luego del silencio que se ahbía apoderado de la sala, apuntando a Edward con mi cabeza. Un leve destello de diversión cruzó por los ojos de Emmett que anteriormente estaban empañados en cansancio.

—Nena, ¿es que acaso escucharías si digo que no? —entorné mis ojos por su absurda pregunta.

Todos sabíamos esa respuesta, ¿no?

—Obvio que no, idiota —fue su turno de ponerme los ojos en blanco y, luego de soltar un suspiro lleno de resignación, caminó nuevamente al sofá a tomar asiento. Estiré mi mano hacia Edward y le guiñé un ojo— Venga, gatito, ya que estás aquí, mejor ves el show en primera fila.

Sus mejillas se tornaron aún más rojas, bajó lo que le quedaba de escalera con sus hombros hundidos y caminó hacia mi, tomando la mano que le había ofrecido en el proceso. Le di un suave apretón y lo jalé tras de mi, siguiendo el camino que Grizz había hecho con anterioridad. Minino me siguió sin hacer pregunta alguna, él se encontraba completamente en silencio, supongo que algo había llegado a escuchar de todo lo que habíamos hablado ya… de todo lo que había gritado ya.

—Entonces, ¿en qué estábamos? —arqueé mi ceja en dirección a Grizzly, esperando simplemente que siguiera con su explicación para así poder entender que coño estaba pasando. Emmett le dio una pequeña miradita a mi gatito de soslayo y, luego de hacer una mueca con sus labios, prosiguió.

—Eso no es mío —soltó, alzando de sus cejas para hacerme entender que hablaba de la bolsita que le había mostrado en un inicio.

—Bueno, joder, si no es tuyo qué carajos hacía en tu maldito bolsillo… ¿ahora me vas a decir que llegó por arte de magia o alguna de esas mierdas? —ladeé mi cabeza, sintiendo como nuevamente las malas energías se apoderaban de mi. Minino aún no soltaba mi mano, y le dio un leve apretón con la suya, como si estuvera tratando de calmarme.

Me sobresalté cuando Grizz se puso de pie subisamente, soltó una especie de gruñido y comenzó a pasearse por la habitación como un poseso. Era como si no pudiera encontrar las palabras exactas para defender lo indefendible, maldita sea. Sin dar mi brazo a torcer, espere pacientemente en el sofá a que terminara con su momento de ansiedad y se dignara a decirnos la verdad. ¿Por qué era tan difícil? Me causaba un poco de gracia como los tres mosqueteros éramos malditamente unidos pero a la hora de ponernos serios éramos unos jodidos cobardes. Edward lucía un tanto confundido, su ceño estaba fruncido y sus orbes esmeralda pasaban de Emmett a mi repetidas veces.

Los pies de Grizz aparecieron en mi campo visual, levanté la vista para verlo detenido justo frente a nosotros y, de la nada y por extraño que parezca, sus mejillas estaban adornadas con un sutil tinte rojo. Estuve a puto de tallar mis ojos para verificar que esto no fuera un sueño porque me parecía un escenario sumamente irreal. Emmett. Mi gran oso. Él estaba malditamente sonrojado. Yo no entendía que demonios estaba pasando.

—Necesitaba dinero, ¿está bien? —soltó con brusquedad a la vez que su vista se posaba en sus pies, las puntas de sus orejas lucían como pequeñas cerezas de lo coloradas que estaban. No estaba entendiendo tampoco esta vergüenza que sentía por reconocer que tenía problemas de dinero, al menos eso nunca fue un problema antes y siempre nos ayudábamos entre los tres.

—Esa no es razón, Grizz… —cubrí mi rostro con ambas de mis manos intentando tranquilizarme después de escuchar su respuesta. Lo entendía por un lado, situaciones extremas nos llevan a tomar medidas drásticas, pero aún me molestaba el que no haya confiado en nosotras primero antes de meterse en esta mierda— Sabes que no es razón, osito, nosotras podríamos…

Uh… —un suave carraspeo hizo que desviaramos nuestra atención. Minino, quien aún lucía completamente confundido, no dejaba de intercalar su vista entre nosotros— No quisiera lucir como un chismoso, pero no tengo ni la más mínima idea de lo que está ocurriendo aquí —lamió sus labios con nerviosismo antes de que una confusa expresión se posara en su rostro—, ¿no deberíamos estar en éxtasis en estos momentos?

Pestañeé un par de veces tratando de asimilar sus palabras.

Emmett me observaba igual de confundido.

Minino no creo que estar en éxtasis sea muy bueno en estos momentos —fue mi turno de fruncir el ceño, era algo así como una competencia a estas alturas, ya que luego de soltar esas palabras el entrecejo de Edward se juntó aún más si era posible—. Joder, apenas pudiste con el porro la otra vez, ¿qué les ha dado a todos por las drogas duras?

El rostro de mi gatito pasó por muchas emociones en un corto lapso de tiempo después de que yo soltara aquella pregunta. Primero, la confusión era tangible en sus bellos ojos verdes, hasta que el entendimiento brilló en ellos y luego el pánico fue quien terminó de apoderarse de su precioso ser. Sus ojos se abrieron de par en par y comenzó a negar con su cabeza repetidas veces, como si yo hubiera dicho una de las blasfemias mas grandes de la historia.

—Yo… Isabella —el tono de resignación en su voz me hizo encogerme un poquito en mi lugar—, éxtasis, la emoción —soltó una risita por lo bajo—, éxtasis porque fuiste padre de dos bellos tesoros —fue el momento de Minino para dirigirse a Grizz— Yo no hablaba de drogas —entornó sus ojos—. Solo quiero entender lo que está sucediendo, ¿serían tan amables de explicarme?

Grizzly y yo tuvimos la decencia de lucir avergonzados al menos, bueno, qué más se podía esperar, claramente somos unos idiotas. Metí mi mano derecha al bolsillo de mi pantalón y tomé la bolsita que aún llevaba ahí. Se la mostré a Edward, la tomó entre sus manos y observó detenidamente el polvillo blanco que estaba en su interior, luego, como si de un resorte se tratara, su cabeza se alzó rápidamente y sus ojos se clavaron con dureza sobre Emmett.

Mi grandote levantó ambas manos frente a su pecho en señal de paz.

—Venga, aún no me han dejado explicar toda esta mierda así que no me mires así Alf

—Si necesitabas dinero podrías haber venido a nosotros —pero claro, Minino no iba a esperar por la explicación cuando tenía eso en su mano, para él debe ser algun tipo de creación de satanás—, sabes que Isabella nunca te dejaría solo —sorpresivamente tomó una de mis manos y la guió con dulzura extrema hacia sus labios, dejó un pequeño beso en ellas, justo sobre mis nudillos—, sabes que yo haría todo lo que ella me pidiera.

No —Emmett entornó sus ojos y resopló—, lo agradezco, vale, pero yo no necesitaba… yo no necesito la ayuda de nadie, ¿está bien? Esta es una de esas mierdas que tengo que hacer solo…

—Pero no de este modo, ¡joder!

—¡Si me dejaran hablar por un puto segundo podrían entender todo, carajos!

Ok.

Grizz no era de gritar mucho pero supongo que nosotros habíamos colmado su paciencia.

—Lo sentimos —ese fue Minino, claramente—, escucharemos todo lo que nos tengas que decir, sin soltar palabra alguna para no interrumpir tu historia —abrí mis labios para decir alguna mierda pero la ceja alzada en el rostro de mi lindo gatito era una clara señal de que tenía que cerrar mi bocota de una vez por todas.

—Va, lo siento —rodé mis ojos y Grizz se burló de mi por lo bajo—, puedes seguir, cabrón…

—En este último tiempo… he estado buscando algunos arriendos… —traté de mantener mi rostro con una expresión neutra, para que no se notara que me tomó por sorpresa su noticia, pero tampoco era algo en lo que no había pensado con todo esto del bebé en camino— El viejo me ayudó con eso… Rosie aún está en casa de sus tíos, yo aún duermo en casa Swan o en la tienda… Tengo dos críos ahora, nena, tenía que hacer algo al respecto, necesitaba hacer las cosas bien… —tomó una gran bocanada de aire y luego soltó las buenas nuevas— Encontré un trabajo a medio tiempo.

El grandulón volvió a tomar asiento en el sofá que se encontraba frente a donde estaba yo con Edward, apoyó sus codos sobre sus muslos y comenzó a juguetear con sus entrelazados dedos. El tenía la cabeza gacha, estaba como tratando de esconderse de nosotros, pero sus malditas orejas lo seguían delatando completamente ya que ardían como la puta madre, y si lo mirabas fijamente podías ver que sus mejillas seguían teñidas de un tenue color rosa.

No entendía que demonios estaba pasando.

Habíamos pasado a la dimensión desconocida de un momento a otro y me habían cambiado a mi oso.

—Comencé a hacer unos repartos, ¿si? —nos observó por sobre sus pestañas, aún con la expresión avergonzada en su rostro— Joe's Pizza se llama el lugar, queda en Port Angeles. Necesitaban un repartidor a medio tiempo con motocicleta propia, yo… —suspiró pesadamente y sus hombros se hundieron casi imperceptiblemente— Lo había estado pensando por un tiempo, juro que iba a decirles, a ti y a Tink, pero… —se trabó con sus propias palabras y echó su cabeza hacia atrás— La oportunidad apareció antes de lo que esperaba, estaba Rosie y mi bollito… —sonrió genuinamente— Bueno, mis bollitos… Una mentira llevó a la otra y ya está, se me escapó de las jodidas manos, solo… no lo sé, demonios, no supe como abordarlo y…

—Está bien, idiota —entorné mis ojos, mi corazón se había ablandado un poco pero sentía una pequeña punzada de enojo porque, joder, era como si no hubiera confiado en nosotras. Cuando Tink se enterara de todo esto lo quería ver—. Tampoco era como si te hubiéramos dicho algo, diablos, probablemente nos hubiéramos ofrecido para darte el dinero extra o alguna mierda —me crucé de brazos enfurruñada, tal y como una cría.

Los ojos de Grizz se posaron sobre mi y sonrió dulcemente.

Las facciones en su rostro se suavizaron tanto que por un segundo tuve un poco de miedo.

—Lo sé, corazón —ese pequeño lapsus en el que senti temor quedó malditamente olvidado cuando me sorprendió arrodillandose frente a mi. Grizz descruzó mis brazos delicadamente y luego sostuvo mis manos entre las suyas, apoyando sus codos sobre mis muslos en el proceso. Mis manos se veían minúsculas entre sus grandes garras. Mierda, puede que me haya sonrojado un poquito con el inesperado gesto—. Sé que mis chicas me habrían ayudado en lo que fuera, nunca tuve duda de eso —su barbilla descansó sobre nuestras manos y me guiñó un ojo, esa característica sonrisa que mostraba sus hoyuelos estaba de vuelta—. Pero era algo que necesitaba hacer por mi mismo, ¿puedes entender eso? —asentí a sus palabras.

Claro que lo entendía, hay cosas que a veces tienes que hacer para demostrate a ti mismo lo que vales, yo lo sabía muy bien. Minino carraspeó junto a nosotros, su ceño levemente fruncido me dejaba en claro que no le había gustado mucho el intercambio que hubo entre Emmett y yo. Puse mis ojos en blanco por lo absurdo que estaba siendo, Grizzly se dio cuenta de ello igual, una divertida sonrisa reemplazó a la que adornaba su rostro con anterioridad.

—Vas a tener que ir acostumbrandote a esto, Alf —Edward arqueó una de sus cejas sin creer en las palabras de mi grandote—. Nos gustan las muestras de afecto, ¿cierto, nena? —solté una pequeña risita cargada de diversión.

—No te pongas celoso, gatito —dejé un rápido beso en su mejilla—. En mi corazon solo estás tu —le guiñé un ojo y me gané un nuevo sonrojo, no pasé por alto la pequeña sonrisa que se instaló en los labios de Edward después de escuchar mis palabras. Mi atención volvió a Grizz rápidamente—. Encuentro todo lo que me has dicho muy emotivo y si, puede que mi corazón haya hecho cosas raras cuando te pusiste todo dulce —Minino murmuró entredientes, lo dijo tan bajo que no pude escuchar. Ignoré su malhumorado trasero y proseguí—, pero nada de eso me explica la puta droga, Emmett.

El ambiento se tornó tenso nuevamente.

—A eso voy ahora… —volvió a su lugar anterior antes de continuar— Uno de los repartos quedaba por la calle de Vulture's Cave, juro que estaba ahí para dejar la jodida pizza y largarme, tenía más pedidos, no les había dicho a que hora volvería a la tienda, tenía tantas putas cosas en la cabeza y… La vi, ahí la vi…

No me quedaba en claro de quien estaba hablando por lo que me estaba costando un poco seguir el hilo de su conversación. Permanecí en silencio esperando que continuara con su relato, tal vez y me decía el nombre de la persona de una vez por todas y finalmente resolvíamos el misterio. Algo me decía que no iba a querer escuchar la respuesta, asumir la respuesta que me iba a dar.

—Estaba hecha una mierda, B… La mujer que apenas se sostenía y vestía unos rancios harapos a unos centimetros de mi era la misma que solía sonreírme como si todo estuviera bien cada vez que ese cabrón le ponía un dedo encima, yo… —sus ojos me observaron llenos de congoja, pequeñas lágrimas brillaban en ellos.

¿Estaba el hablando…

—¿Tu mamá? —asintió alicaído, su mirada nunca dejando la mia—, ¿tu mamá? —volví a preguntar con incredulidad, para recibir la misma respuesta— Mamá McCarthy ha vivido en Kansas toda su maldita vida, ¿qué demonios hace acá?

—Eso era lo que yo quería saber —con su dedo índice apuntó la bolsita que aún estaba entre nosotros, la misma estúpida que nos tenía en esta posición justo ahora—, y eso fue lo que me encontré —abrí mis ojos sin poder creer lo que me decía. Nunca había conocido a la señora en cuestión pero había escuchado tantas cosas de ella que prácticamente sentía que la conocía como la palma de mi mano—. Intenté hacerla hablar, que me contara que coño hacá aquí y porqué demonios tenía eso en su poder… Mi madre… ¡joder! —golpeó uno de los apoya brazos del sofá con su puño, completamente frustrado.

—¿Y qué pasó luego?

Rosie entró en trabajo de parto —ahora todo estaba tomando forma, muchas cosas tenían sentido, como el por qué Emmett había estado incomunicado, diantres, no quería ni imaginarlo cuando encontró a su madre ahí, tal vez en qué condiciones. Incluso con todo lo que habían vivido de que era un crío, él siempre hablaba con cariño de mamá McCarthy.

Sufría al pensar en el dolor que él debía haber sentido en ese momento.

—No tuve tiempo de nada más, Cobain apareció y tuve que irme. Ella seguía ahí, incluso cuando ya íbamos malditamente lejos podía verla de pie en la puerta de ese bar de mala muerte —sus manos temblaban tenuemente—. No sé si mañana seguirá ahí, B… No sé si era para ella o… —sus grandes manos se formaron en unos puños de acero, podía ver sus nudillos casi translucidos por la fuerza que estaba ejerciendo.

Grizz probablemente estaba pensando en el cabrón de su progenitor.

Y como todos sabemos bien, en estas situaciones una chica tiene que hacer, lo que una chica tiene que hacer.

Entrelacé mis manos con suma lentitud sobre mi regazo bajo la atenta mirada de Minino. Él me observaba extraño, como si supiera que algo estúpido se estaba formando dentro de mi cabeza. Algún plan descabellado que iba a terminar en fracaso. Claro que lo sabía, digo, desde que había vuelto a Forks había hecho bastante cosas estúpidas como para mantenerlo alerta en una situación así.

—Entonces, ¿cuál es el plan?

. . . . . . .

—Es peligroso…

Shhh —coloqué mi dedo índice sobre sus labios—, ya hablaremos de eso luego, los chicos están durmiendo y definitivamente no quiero tener una discusión contigo a estas horas…

Luego de esa agotante charla, y de que Minino se deshiciera de la prueba del delito porque no podía soportar tener sustancias ilícitas bajo el mismo techo que sus hijos, sus palabras no mías, decidimos que lo mejor sería dormir por el día de hoy. Grizz ya estaba instalado y descansaba en la habitación de Floyd, ya que mañana partiría temprano donde Rosalie para estar con ella y sus recién nacidos. Sabía que Minino se había guardado todas sus quejas dentro mientras escuchaba el plan que habíamos estaba desarrollando, sabía que lo había hecho porque no estábamos solos, Edward prefería que estuviéramos solos para arreglar nuestras diferencias. Y es que hablaba hasta por los codos, siempre manteniendo la compostura, él nunca alzaba su voz pero tiraba una pregunta tras otra, tras otra, y tras otra…

Sabemos que la que termina gritando siempre soy yo.

—¿Cuándo será luego, exactamente?

Minino a veces me exasperaba un montón.

Sobretodo cuando secomportaba como uno de esos niños sabelotodos.

Para ahorrarme el estrés preferí soltar todo ahora, después de dejar escapar un enorme suspiro jalé de su mano y lo obligué a tomar asiento sobre la alfombra que hacía de bajada de cama. Apoyamos nuestras espaldas contra el colchón, los pequeños ronquidos de los niños era lo único que se escuchaba en la habitación como música de fondo. No sabía realmente como abordar el tema con Minino ya que sentía que no era algo mío para contar, pero no creía que Grizz se molestara si hablaba con mi chico de eso.

Uhm, cuando conocí a Grizzly el… el básicamente era igual a como lo ves ahora, ¿sabes? Ese chico divertido con una devastadora sonrisa que se lleva bien con todo el jodido mundo —sonreí describiendo a mi amigo, recordando como lucía esa noche en la que hicimos clic—. Pero me conoces, ¿no? Detrás de taaantas sonrisas alguna mierda rara debe haber ahí —Edward soltó una pequeña risita junto a mi, uno de nuestros enanos se removió sobre la cama por el sonido, golpeé su brazo suavemente con mi puño a modo de advertencia.

—Lo siento —susurró mientras sobaba donde lo había golpeado con exageración—, continúa.

—Como iba diciendo, un día en una de las playas de Maryland cuando estábamos malditamente colocados, Grizz y yo fuimos los últimos en morir… por así decirlo… —Edward me observaba atentamente, escuchando mis palabras con dedicación— Y bueno, ya sabes, una cosa llevó a la otra y…

Me volvió a interrumpir cuando algo de lo que dije no le gustó, probablemente. Tomó mi barbilla con delicadeza y conectó sus ojos con los míos, nuestras narices se rozaban la una con la otra efímeramente. Si les soy sincera, me estaba costando un mundo entender si mi gatito estaba tratando de seducirme o de parecer molesto.

—¿Qué estás tratando de decirme?

Se ponía celoso hasta de mi sombra.

—Tu tienes que dejar eso… —le di un suave toque a la punta de su nariz con la mia.

—Y tu deberías elegir mejor tus palabras, amor —ahora fue su turo de frotar su nariz dulcemente contra la mia.

Cerré los ojos dejandome llevar por las sensaciones.

Y por los recuerdos.

. . . . . . .

—¿Y a ti que te trae por estos lados, eh?

Cobain y yo habíamos llegado a Maryland hace algunos días.

Nos habíamos hecho buenas migas con unos chicos que conocimos por la costa, uno de los días que fuimos a turistear por el lugar. Las playas de este estado eran preciosas, estábamos en pleno verano así que por las tardes todo estaba lleno de gente, de todos los colores, estilos y nacionalidades. A estas horas de la noche, en cambio, podías ver distintos grupos de gente repartidos a lo largo de la arena, divirtiéndose entre ellos, tal y como el verano lo ameritaba.

Aquí estábamos nosotros también, junto a los chicos que habíamos conocido en una de nuestras escapadas.

Habíamos hecho una fogata para alejar el frío que la brisa marina traía consigo. Todos estaban knock out a estas alturas, Cobain dormía a pie suelto junto a mi, podía venir un jodido tsunami y el cabrón no despertaría, lo daba por firmado. Solo quedábamos en pie el chico que me había hecho la pregunta y yo. Tomé el pitillo entre mis dedos y le di unas caladas mientras lo observaba fijamente. Él se veía bastante grande, no solo grande en porte si no que grande en todo lo que abarca la palabra, sus brazos estaban llenos de músculos y tenía una sonrisa muy encantadora. Algo en su rostro lo hacía ver como un niño pequeño, uno bastante travieso.

Parecía un puto oso, hasta ganas de abrazarlo me daban.

—Podríamos decir que la vida —me encogí de hombros y le ofrecí el porro. El lo tomó de mis manos y asintió pensativo—, solo quería recorrer América luego de la secundaria, supongo.

—¿Nada de lo que escapar? —ladeé mi cabeza tratando de juntar mis pensamientos.

Una maraña naranja apareció por unos minúsculos segundos en mi mente.

—No, no realmente —intenté sonreír con normalidad pero me salió una mueca muy torpe—… Bueno, ya sabes, pueblo chico…

—… Infierno malditamente grande, no lo voy a saber yo —sonrió nuevamente, unos hoyuelos aparecieron en sus mejillas haciendolo lucir más añiñado. Por alguna extraña razón, él me infundaba mucha confianza.

—Forks, Whasington —hizo una mueca de desagrado, oh yo entendía muy bien ese sentimiento— Yo simplemente no estaba hecha para vivir un segundo más ahí, era sofocante… Ellos pretendían convertirme en algo que no era y… —suspiré y volví a calar del porro— Bueno… Conmigo no, perras.

—¿Tus padres?

—Que va, papá es el hombre más cool del planeta, a él no le importa que su hija sea una loca, era solo… toda esa gente… —gesticulé con mis manos libremente, queriendo abarcar una gran cantidad de espacio para que entendiera que me refería practicamente a toda la maldita población del pueblucho en el que vivía— Mamá tampoco habría querido cambiarme, ella era aún más genial que papá…

Una triste sonrisa se posó en mis labios, traté de esconderla apoyando mi barbilla sobre mis brazos que se encontraban reposando encima de mis rodillas. Agradecí internamente que no preguntara cuando hablé en pasado al mencionar a mamá, ese era tema para otro momento. Renée era tan putamente asombrosa que estaba segura que, de estar viva, habría recorrido América conmigo, joder.

—¿Quiéres una? —alzó una lata de cerveza en mi dirección, asentí y me la lanzó con maestría.

La tomé entre mis manos y la abrí para darle un gran sorbo que me refrescó por completo.

—¿Qué hay de ti? —fue mi turno de preguntar ahora.

Me daba un poco de curiosidad.

E era imposible que existiera alguien tan feliz como él y no tuviera algún esqueleto guardado dentro de su armario. El chico le dio una gran calada a lo que quedaba de porro, la sonrisa con la que lo había visto desde que nos habíamos conocido se esfumó gradualmente de su rostro, ahora solo se mostraba bastante apacible, tenía una seria expresión en su rostro aún y cuando las comisuras de sus labios trataban de alzarse para mostrar una expresión más amigable.

¿Es que acaso no sabía que no era necesario sonreír todo el tiempo?

—La misma mierda de siempre —se encogió de hombros con un oscuro humor—, un progenitor de mierda, una madre ciega por lo que ella llama amor… —abrió su lata de cerveza y tomó un enrome sorbo de ella— Sip, la misma mierda de siempre —esta vez alzó la lata de cerveza hacia mi—. Salud por eso, mi nombre es Emmett, por cierto.

—Salud por eso, Emmett —alcé mi cerveza en su dirección y sonreí—. Puedes llamarme B.

. . . . . . .

¿Tío Grizz?

Pestañeé somnolienta cuando escuché la voz de Floyd a lo lejos, abrí los ojos con pesar y pude ver los rayos del sol colarse por las ventanas. Al menos ya era de día, y mi renacuajo había decidido escabullirse de la cama. Miré hacia un costado y me encontré con mis dos pelirrojos favoritos durmiendo plácidamente. Siempre lo decía, pero nunca me iba a cansar de ver el gran parecido que mi princesa y Minino tenían. Sonreí mientras me destapaba con sumo cuidado para no despertarlos, me coloqué unos calcetines y caminé en puntillas hacia la puerta de nuestra habitación, cuando asomé mi cabeza por el pasillo me encontré con Floyd y su despeinado cabello manteniendo una conversación con Grizz.

Cerré la puerta en silencio tras de mi y me acerqué a ellos.

—¿Todo bien?

Grizzly lucía un poco más repuesto, sus ojos seguían viéndose un tanto cansados de todas maneras, aún así las oscuras ojeras que había llevado el día de ayer ya no estaban tan acentuadas. Floyd talló sus ojitos con sus pequeñas manos y a paso torpe caminó hacia mi, recargó su frente contras mis piernas y las rodeó con sus delgados bracitos. Desordené su cabello con una de mis manos y le di una pequeña mirada a Emmett.

—El enano solo me preguntaba donde iba, creo que estaba caminando sonámbulo o algo —soltó una risa por lo bajo—, juro que sus ojos estuvieron semi cerrados todo el tiempo, ¿qué le estás dando al mocoso, eh?

—Déjalo, a veces se levanta al baño en este estado. Es gracioso, ¿no? Hay días en los que puedo sacar oraciones bastante chistosas de el —sonreí divertida sin poder evitarlo mientras tomaba a mi hijo entre mis brazos, el rodeó mi cuello rápidamente con sus extremidades y descansó su cabecita sobre mi hombro, al rato sentí su respiración acompasada que me indicaba que se había ido al mundo de los sueños una vez más— ¿Vas a ver a Rosalie?

Asintió.

—Vale, Minino puede que vaya a verla apenas despierte también, yo quiero pasarme por la tienda antes —me encogí de hombros como pude—. Alguien tiene que darle las buenas nuevas a Tink… —volvió a asentir a mis palabras.

Me ponía los pelos de punta verlo comportarse así.

—Intentaré pasarme por la tarde, ¿si? —fue mi turno de asentir.

Grizz dio media vuelta y se detuvo luego de dar unos pasos. Desde mi lugar podía ver claramente como las puntas de sus orejas se volvían a colorear, aún dandome la espalda volvió a hablar.

—¿B?

—¿Si, bebé? —mi voz salió en apenas un arrullo.

Carraspeó antes de soltar la siguiente palabra:

Gracias —tragué saliva intentando pasar el nudo que se había alojado en mi garganta—, por todo.

Lo vi desaparecer por la escalera luego, mis brazos se apretaron aún más contra Floyd, su cálido cuerpecito junto al mio me daba la fuerza que necesitaba para lo que sea que iba a venir en un futuro muy cercano. Me adentré nuevamente en la habitación, esta vez cargando a mi renacuajo, y nos acomodé a ambos sobre la cama. Minino me observaba somnoliento, sus cejas casi formaban una de lo juntas que estaban, estiré mi brazo por sobre los niños y le di un suave toque en su entrecejo.

—Te vas a arrugar antes de tiempo —murmuré por lo bajo, divertida por su expresión—, Grizz ya partió donde Rosalie.

—¿Qué hora es?

—Cerca de las nueve —mi gatito asintió y talló sus ojos para espavilar—, podemos dormir un poco más…

—O podemos levantarnos y aprovechar el día —gemí por lo bajo y escondí mi rostro en la almohada. Sentí como la cama se removía sutilmente cuando el peso de Edward estuvo ausente, unos labios estuvieron en la cima de mi cabeza en cuestión de segundos—. Buenos días, amor.

—¿Por qué eres así? —lo observé solo con uno de mis ojos, aprovechó el momento para dejar un nuevo beso, esta vez sobre mi mejilla— Buenos días, primor —murmuré, suspirando resignada.

Minino y yo nos alistamos lo más silenciosamente que pudimos antes de dejar la habitación para así no despertar a los enanos y preparar el desayuno para comenzar con nuestro día. Algo me decía que este sería un malditamente largo día, a todo esto. Normalmente me sentaba en la encimera a hacerle compañía mientras él preparaba todo lo comestible, pero esta vez lo ayudé con el cereal para los chicos, al menos podía hacer esta mierda bien, ¿no? Edward estaba exprimiendo unas naranjas para convertirlas en zumo, él se veía estúpidamente bien en la cocina, debería haber sido chef o algo parecido.

—¿Qué está pensando esa cabecita tuya?

—En lo caliente que te ves en la cocina —y su sonrojo no se hizo esperar cuando escuchó mi cumplido—, ahora te ves caliente y adorable, joder, ¿cómo lo haces? —me dio una suplicante mirada para que detuviera mi juego, sonreí, me gustaba obtener esas reacciones de vez en cuando— Para que preguntas entonces, hombre.

—Quiero ir a visitar a Rosie —murmuró como quien no quiere la cosa, con la vista fija sobre las tostadas—, ¿si eso está bien contigo? —fruncí el ceño sin entender la pregunta del todo.

—¿Y por qué estaría mal?

—Es solo…Me gustaría que fueras conmigo…

Ah.

Ahí estaba la verdadera razón de esto.

Gatito, no haré ninguna locura —tenía claro porqué me estaba pidiendo que fuera con él a ver a Rosalie, probablemente tenía miedo de que algo fuera a pasar una vez más—. Sabes que ya aprendí la lección, y de la peor forma, no me gustaría vivir todo eso una vez más así que no te preocupes, ¿si? Tengo que ir a la tienda, lo siento, pero es algo que debo hacer.

—¿Y qué hay de ese plan? —apoyó ambas manos sobre la encimera y me observó con seriedad— Nada de lo que escuché me asegura lo que me estás diciendo. Te conozco y tengo miedo, corazón —hice un puchero por lo dulce que estaba siendo, me bajé de un salto del taburete y rodeé la encimera para llegar a su lado. Pasé mis brazos alrededor de su cintura y me fundí contra su cuerpo, mi cabeza descansaba sobre su pecho libremente.

—No tengas miedo, cariño, serás el primero al que llame antes de hacer cualquier cosa, ¿si? Serás algo así como mi conciencia, solo si me dices que si lo haré, ¿qué te parece eso? —traté de tranquilizarlo pero él arqueó una de sus cejas, no cayendo del todo— Pero sabes que Grizzly es un hermano para mi también, ¿no? Y sabes que yo no dejo a mi familia sola…

—¿Tu padre sabrá de esto?

—Papá Swan sabrá de esto, sip.

—Está bien, eso definitivamente me deja más tranquilo —besó mi coronilla y me devolvió el abrazo—, ¿crees que Renesmée pueda quedarse con nuestros niños? No me gustaría llevarlos al hospital en estos momentos, y no creo que sea adecuado que vayan contigo a la tienda, por las cosas que se hablarán.

—Hablaré con ella —dejé un rápido beso sobre sus labios, pero antes de que pudiera separarme de él, una de sus grandes manos subió hasta mi nuca y me atrajo mucho más cerca, profundizando así el beso. Lamí mis labios una vez nos separamos en búsqueda de aire, sonreí contra sus boca y volví a dejar un corto beso sobre ella— Joder, estos sí que son buenos días.

Lo dejé seguir con lo suyo en la cocina y caminé hacia la sala para hablar con mi hermanita y pedirle el favor. Ella lo hacía con mucho gusto normalmente, nos había salvado varias veces y los chicos amaban pasar el rato con tía Reneswe.

Contestaron al tercer tono.

¿Mhmm?

Uh, ¿es este el teléfono de Ness? —pregunté un poco confundida a la persona en la línea, ese murmullo se había escuchado mucho más ronco de lo normal, casi como si tuviera la peor gripe de su vida.

Bebé, es tu hermana… —luego de esa oración que casi me hace caer de culo, se escuchó un ruido sordo al otro lado de la línea, seguido de un bajo "ouch" que sonó entremedio y ahí estaba, la agitada respiración de mi nerviosa hermanita. Mordí mi labio inferior para retener la risa que quería escapar desde lo más profundo de mi garganta— Uh, hola, Bella…

—Buenos días, bebé —mi hermanita soltó un pequeño quejido al otro lado de la línea, era obvio que yo iba a molestarla con esto de por vida—. ¿Estarás ocupada el día de hoy? Necesito un canguro para los enanos. Rosalie dio a luz el día de ayer, Minino quiere visitarla y yo debo estar en la tienda por… algo.

¿Emmett ya es padre?, ¡qué alegría! —a Renesmee le gustaban mucho los niños, podía sentir su genuina emoción incluso a través del teléfono— ¿Y qué fue?

—No lo crees, ¡fueron dos! Un chico y una chica —Nessie soltó un chillido por lo bajo que casi me dejó sorda.

No te preocupes, hermana, yo me quedaré con mis sobrinos… No sé que es eso que tengas que hacer pero por favor ve con cuidado.

—Te comportas igual que Minino.

Si, bueno, te conocemos lo suficiente como para estar en guardia, ¿no crees? —resoplé sin poder creer que me estuviera llamando la atención—. Me llamas luego para darme la hora, yo estaré ahí en punto.

—Gracias enana, eres la mejor —le envié un sonoro beso a través del auricular—. ¡Dale mis saludos a Nau, bebé! —colgué el teléfono, no sin antes escuchar el gruñido que soltó mi hermanita dirigido exclusivamente para mi.

. . . . . . .

—¿Qué significa toda esta mierda?

Tink tenía cara de pocos amigos. Ella estaba de pie frente al mesón, sus brazos cruzados sobre su pecho y esa cara de perra que no se le quitaba con nada del mundo cuando algo la cabreaba. Ese algo era yo en estos momentos, supongo, ni siquiera la presencia de papá en la tienda estaba apaciguando su humor de mierda. Charlie me miraba un poco dudoso igual. Vale, lo entendía, lo había citado a mi lugar de trabajo sin explicación alguna, a una reunion secreta que tendríamos los tres. Tink tampoco estaba al tanto de todo esto, a decir verdad, como que lo había planeado a última hora y yo era la única que lo sabía.

Si bien quería ayudar a mi grandulón a como de lugar, tampoco quería que Edward anduviera con los nervios de punta por mi culpa, si volvía a ver sus manos temblando como solían hacerlo no me lo perdonaría.

¡Por primera vez había pensado antes de actuar!

Deberían darme un premio por eso.

—Necesito la ayuda de ambos para algo de suma importancia —tomé asiento tras el mesón y entrelacé mis manos sobre este—, y ese algo de suma importancia es Grizz —apunté el único sofá negro que adornaba la tienda—, será mejor que se sienten y me escuchen, ¿si? Esta será una historia un poco larga —Tink arqueó una de sus cejas—, tu sabes lo principal de ella —le dije—, pero papá no está al tanto. Me escuchan de principio a fin y luego vienen las preguntas.

Extrañamente, ambos me hicieron caso sin chistar.

Así fue como comencé a contarles detalladamente todo lo que me había hablado con Grizz la noche anterior, acerca de su nuevo trabajo como repartidos de pizza, la idea que tenía de arrendar una casa para comenzar una vida con su familia y finalmente sobre el fortuito reencuentro que había tenido en Port Angeles con su querida madre. Le entregué a papá la bolsita que había encontrado, orgullosa de no haber destrozado la evidencia esta vez. Le entregué a Charlie la misma bolsito que Minino pensó había hecho desaparecer muy bien, pero yo era mucho más rápida.

Les conté también como se suponía que teníamos este enorme plan con Emmett para ir a rescatar a mamá McCarthy de las manos de esos sucios bastardos…

—… Al menos eso fue lo que le hice creer.

—¿Le hiciste creer a nuestro oso que seguirías su plan?

—Tuve que hacerlo, ¿está bien? El lucía como la mierda y estaba malditamente desesperado, yo no podía decirle que tal vez su mamá fue quien buscó a los Vultures y no al revés, uno nunca sabe —Tink negó con su cabeza, sin poder creer lo que estaba saliendo de mi boca. Seguí hablando más estupideces solo para ver si estaba de mi lado— Lo sabes,Tink, ¡no se ven hace años!, sabemos de la clase de vida de la que Grizz escapó y su mamá se negó a hacerlo, ¿y si esa mujer simplemente eligió seguir este nuevo estilo de vida porque le dio la puta gana?

Los ojos de Tink llamearon.

—¿Y si necesita ayuda? —el ceño de Alice no podía estar más fruncido, ella estaba asesinandome literalmente con la mirada— Ella es una puta víctima, joder, tal vez lo único que necesita es ayuda, tal vez… tal vez tienes razón, ¿sabes? Tal vez ella eligió meterse en esa vida de mierda pero todo tiena una puta razón y nadie me va a decir lo contrario cuando digo que esa razón es ese maldito bastardo bueno para nada que ha estado jodiéndola por décadas

—…Y es por esa misma razón que usaremos mi plan —sabía que Tink entendería las cosas igual que yo, por eso la amaba—, solo necesitamos llegar donde ella está y tener una pequeña charla. Tu lo recuerdas, ¿no? Cada vez que Grizz nos contaba alguna anécdota de su madre sus ojitos brillaban como los de un niño pequeño…

—Claro que lo recuerdo, siempre hablaba con tanto cariño y tristeza a la vez de esa mujer, el muy puto me ponía malditamente sensible, terminaba sonandome los mocos aún y cuando podía ser la historia más graciosa del mundo solo porque él se veía como un estúpido cachorro abandonado cada vez que hablaba sobre ella —Tink movió su cabeza en señal de aprobación—. Entiendo donde quieres llegar, ¿charla de chicas?

—Charla de chicas.

—¿Y qué pinto yo en todo esto?

Ladeé mi cabeza cuando miré a papá.

—Bueno, pa', tu eres algo así como nuestro guardaespaldas. La garantía que Minino necesita para no quedar calvo —mi sonrisa fue tan grande que me dolieron las mejillas—. ¿No fuiste tú quien me dijo que debia avisarte cada vez que fuera a cometer una locura?

—Eres… terrible —Charlie suspiró y ordenó su gorra—. Entonces, ¿cuándo partimos?

—¡Ese es el espíritu! Por eso somos padre e hija —salí detrás del mesón y caminé hacia papá para dejar un sonoro beso sobre su mejilla antes de entregarle el casco de repuesto que tenía guardado.

—¿Qué significa esto? —me preguntó frunciendo el ceño levemente.

—Ese es tu casco, espero que sepas montar una motocicleta, pa'.

El rostro de Charlie se tornó completamente lívido.


¡Buenas madrugadas!

Siendo casi las 3 am, les traigo nuevo capitulito.

Yo sé que dije que subiría el domingo pero ya estamos a lunes, y sé que en el grupo hubo una pequeña confusión por "cual domingo" y claramente fue todo mi culpa porque me traspapelé con los días XDDD Estos tiempos de locos me tienen loca a mi también, sé que me demoré con este y probablemente perdieron la fe en mi una vez más XDDD pero ya va, ya logré escaparme de mis deberes de adulta y finalmente les traigo nuevo capítulo jijiji Este está más corto que los demás si, lo tuve que cortar pero eso es solo porque la segunda parte que viene estará mucho más larga, los tres mosqueteros harán de las suyas, Charlie reemplazando a Grizz en esta ocasión así que preparense ajajaja Espero les guste el capítulo, cualquier cosa ya saben como contactarme jiji. No les puedo dar una fecha de actualización concreta porque realmente, yo puedo querer mcuho actualizar tal día, pero tengo taaanto maldito trabajo que este último tiempo llegaba a casa solo a dormir después de laburar, pero tengan fe en que si actualizaré, dije que iba a terminar esto y lo voy a hacer cueste lo que cueste AJAJA.

Yyyy mis ñañas, como siempre les cuento que me encuentran en facebook con el mismo nombre que tengo aquí "Lamb'stown" y también pueden encontrar el grupo en facebook donde subo los capítulos y esas cositas (toda comentario/queja/reto es aceptado, así que vengan con confianza jiji), el grupo se llama "Welcome to Lamb'stown"

Y eso sería todo por hoy, folks.

De corazón espero sea de su agrado, ¡muchas gracias por su apoyo y lindos comentarios!

Lamb~