Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer, la trama es mía.

Bien chicas, he aquí el final de esta historia, espero lo disfruten

Capítulo XXIII

Epílogo

"No es un cuento de hadas, pero me gusta"

Bella POV

-no creo que sea realmente una buena idea… quiero decir… ¿y si no les agrado?- me mordí el labio inferior mientras trataba de razonar con él o convencerme de hacer esto.

-les agradarás.- afirmó con aplomo sin dejar de mirar la carretera. Jugué con mis dedos nerviosamente sobre mi regazo, aprovechando de volver a revisar mi atuendo. Había tardado como nunca en escogerlo. Me probé casi todo lo que mantenía en mi armario, y terminé con lo primero que me había puesto. Unos simples jeans, unas converse y una blusa roja con un pequeño escote. Era ligera igual que el clima, que no se encontraba tan frío como de costumbre. – Me gusta como luce tu cabello suelto- parecía haber estado gran tiempo observándome y yo ni siquiera lo había notado

-ah… ¿si? yo creí que…- soltó una breve carcajada y fruncí el ceño

-eres tan tierna cuando te pones nerviosa- me miró con burla y verdadera ternura

-ay, por supuesto, tan tierna como una pantera de caza- contesté con tono amargo y noté como se tragaba la carcajada, poniendo una cara graciosa

-no, tanto como un oso en el comienzo de la primavera- esbozó una sonrisa y yo negué copiando su gesto- Bella, no tienes que estar nerviosa- me tomó la mano mientras que con la otra manejaba sin problemas

Suspiré

-no sé cómo relacionarme con la gente. Creo que soy alérgica a ella o no sé- me encogí de hombros y él rió- oye no es un chiste, es en serio- fruncí el ceño más profundamente

-bueno no puedo decir que es falso porque realmente eres insoportable y demasiado enojona, además de que dudo que ignorar a la gente sea una forma de agradarle- lo observé sabiendo que era cierto. Dejé mis hombros caer con desaliento- pero aunque me querrás golpear… también eres una chica tímida, dulce y muy inocente- me acarició la mejilla suavemente y yo negué con la cabeza

-eso es mentira Edward, lo sabes.- cerré un instante los ojos- en fin, es mi forma de ser y no puedo hacer nada con eso, una verdadera pena… solo espero que ojalá le guste a tus padres- miré hacia la ventanilla y él le dio un apretón a mi mano reclamando mi atención

-a mi padre le pareciste encantadora. Adoró la forma en que me trataste cuando te hice callar- mis mejillas se encendieron

-ay Por Dios… qué vergüenza, debe pensar que soy una maleducada- me llevé las manos a la cara, ocultándome en ellas

Escuché su melodiosa risa

-para nada. Digo en serio que le pareciste encantadora. A mi madre le gustarás y Alice ya te ama- agregó sin dejar de sonreír. Maldito, ni siquiera se veía una pizca de nervioso

-claro que a tu madre le gustará que te traten mal o que no te hagan caso. Creo que en vez de agradarle me odiará por cambiarte- dejé que mi cuerpo se hundiera en el asiento de su coche con pesadez.

-es por eso que ya les gustas.- habló totalmente convencido y lo miré entre mis pestañas, un tanto perpleja

-¿qué?

-sí… ya sabes, generalmente los nerds son sumamente tiernos y mierdas así- se encogió de hombros

-y obviamente no dicen improperios como mierda ni joder. Menos con tanta frecuencia- apunté ganándome una sonrisa

-exacto, y como decía… ellas te quieren por el simple hecho de devolverme una pincelada de lo que antes era. Como te dije, tú me trajiste de regreso los colores y si, puedes reírte porque es una cursilería pero es cierto, joder- él solo se puso de malas y todo lo que pude hacer fue soltar una leve risita antes de estirarme para dejarle un beso suave en la mejilla, consiguiendo que un poco de su mal genio disminuyera

-de acuerdo, trataré de no ponerme nerviosa

-ah, me gustas nerviosa… te pones graciosa- rió y le golpeé el hombro

-no tiene gracia.- repliqué de mal humor

-para mí si. Oye, deberías estar feliz… mi familia no es como la tuya- lo miré con precaución

-¿qué quieres decir exactamente?- entrecerré los ojos- y ten cuidado con lo que dirás porque puede costarte caro- él rodó los suyos

-joder, te encuentras tan a la defensiva

-estás hablando de mi padre, Cullen.- repliqué como si fuese obvio

-tu padre me detesta, mientras que mi familia te ama. Eso no me parece demasiado justo- su mirada era intensa, y no pude evitar reí

-¿es que nadie te lo ha dicho? La vida no es justa- él me miró mal

-muy maduro Swan, muy maduro- volvió su atención a la carretera que poco a poco se tornaba más y más familiar

-lo sé, madurez es mi segundo nombre- descubrí que para cuando llegamos a su casa, mis nervios se hallaban mucho más sosegados de lo que alguna vez pensé que podrían estar.

-¿estás lista?- preguntó una vez que me ayudó a bajar de su auto. Aún sosteniendo su mano lo miré a los ojos, elevando mi mirada para observarlo directamente

-creo que si- aseguré tragando con precaución

-yo pienso que me falta algo para estar listo- mientras hablaba acomodó un mechón de mi cabello y luego enredó sus dedos en él. Reí sabiendo lo que vendría a continuación- tal vez algo que mi novia- puso énfasis en esa palabra, aumentando mi risa leve- puede darme… no lo sé- se inclinó lentamente en mi dirección, capturando entre sus manos cálidas mi cintura, fui capaz de percibir mucho mejor el calor que emanaba de ellas gracias a la tela delgada de mi blusa y mi piel reaccionó a su tacto tan rápido como el fuego se expande en un bosque seco. Mis labios se entreabrieron esperando su roce a la par que mis manos con vida propia se apoderaban de su cuello. Estaba sintiendo su aliento tibio filtrarse en mi boca, relamiéndome el labio inferior expectante cuando una voz en grito nos hizo dar un salto

-¡Edward!- él dijo una frase malsonante al reconocer la voz femenina y me apretó un poco la cintura antes de alejarse con una expresión de fastidio en las facciones. Al hacerlo, me permitió observar a una chica bajita, delgada y que brillaba bastante correr grácilmente en nuestra dirección. A medida que se acercaba, noté la palidez de su rostro, el corto cabello negro revolotear a su alrededor con cada zancada que sus piernas firmes daban y la expresión de alegría que ostentaban sus delicados rasgos. No hubo tiempo de que se me confirmara que era la hermana de Edward, puesto que ella saltó hacia nosotros o bien, mejor dicho hacia mí dándome un muy apretado abrazo. Exclamé un ahogado "ouh" al resistir en mis flojuchas piernas su peso, que si bien no era mucho, era lo bastante para hacerme trastabillar. Gracias al cielo Edward actuó rápidamente sosteniéndome de la espalda antes de que aterrizara en el piso.

-¡Bella! ¡Qué gusto conocerte al fin!- habló entusiasta mientras sostenía mis manos, todo esto después de liberarme de sus brazos. Observándola con atención, miré su cara delgada, los ojos almendrados muy centrados en mí y la sonrisa enorme. Tardé un poco en espabilar

-l-lo mismo digo- sonreí tímidamente. Inclusive Alice, que era más pequeña que yo era más hermosa y despampanante, su estatura no era un impedimento para que las curvas se encontraran en los lugares adecuados

-Alice.- oí el gruñido brotar del pecho de Edward en un tono tan irritado que me puso los pelos de la nuca de punta

-ah, hola hermanito. No me dijiste que era tan bonita- me sonrió soltando mis manos para darle un juguetón puñetazo en el hombro a Edward quien me miraba con una especie de disculpa en la mirada. Yo negué con la cabeza sonriendo para tranquilizarlo un poco, no deseaba que discutiera con su hermana por mi causa

-la estás molestando, deja de abrumarla con tus exageradas muestras de cariño- la regañó severamente

-ash, a ella no le importa ¿Verdad Bella?- me miró con una ceja alzada

-ah… uhm, ¿no?- quise golpearme

-seremos grandes amigas, lo presiento y mi hermano puede dar fe de que yo no me equivoco en mis presentimientos- codeó a Edward quien dejó de fruncir un poco el ceño para mirarla un tanto avergonzado

-Alice, ya para ¿quieres?- él se acercó a mí y me tomó posesivamente por la cintura, bajo la atenta mirada de su hermana, quien parecía comerse cada movimiento que realizábamos.

Asintió complacida y sonrió ampliamente

-tú siempre quieres acaparar a todos. Pero bueno, creo que los otros también quieren conocerte Bella, les vas a encantar- hizo un gesto muy gracioso y luego nos dio la espalda, dejándonos ver a un chico rubio y de aspecto calmado que caminaba hacia nosotros

-lamento lo de Alice, ella es tan… especial- habló Edward a mi oído provocándome escalofríos por su cercanía.

-tranquilo, ya te conozco a ti, nada puede ser peor- me apretó llevándome a su pecho, en donde sofoqué mi risa- en realidad, me pareció muy simpática y agradable.- él me observó con atención y alcé las cejas- ¿qué?

-de verdad… no sé cómo funciona tu cabeza- entrecerré los ojos

-¿por qué?- inquirí. Sin embargo Alice volvió a llamar nuestra atención

-luego te respondo- susurró bajito y se volteó solo cuando asentí- desconforme, debo agregar-.

-bueno, él es Jasper. Tú no lo conocías pero Esme y Carlisle si. Espero que no digas lo mismo que dijeron ellos- los miré sin comprender, para luego observar al tal Jasper. Se vestía bien, pensé. Jeans y un suéter negro que resaltaba su cabello rubio. Tenía una cara amigable y transmitía cierta calma

-se ve muy tranquilo para ti- Alice bufó y Jasper rió. Y luego me observó con sus ojos azules intensos

-tú debes ser Bella, un placer. Alice habla mucho de ti- me extendió la mano y la acepté rápidamente.

-un placer conocerte- asentí y Edward me acercó un poco más a su cuerpo, haciéndome soltar la mano de Jasper. Lo miré hacia arriba, pero él observaba al rubio. Luego descargaría mi enojo

-también he oído mucho de ti- le ofreció la mano al cobrizo pero éste no tenía intención de recibírsela. Le di un apretón y a regañadientes alzó la suya para corresponder el saludo

-y yo de ti. Espero que mi padre te haya hecho las preguntas pertinentes- lo observó detenidamente y supe que le apretaba más de lo debido los dedos al rubio, aunque éste no presentaba ningún rasgo de dolor o incomodidad, solo la eterna sonrisa

-no te pongas tonto Edward, Jasper es un buen chico y es mi novio.- afirmó con aplomo Alice deshaciendo su unión. Jaloneé la camiseta del cobrizo y miró hacia mí

-¿qué?- replicó a mi mirada de advertencia con voz inocente

-Alice, tus padres nos esperan adentro. Están ansiosos de conocer a Bella, bueno, tu madre más que nadie. – dijo Jasper con voz suave y sentí los nervios atenazar mi estómago a medida que nos acercábamos a la casa con muchos apliques de vidrio.

-¿la dura Swan se puso nerviosa de nuevo?- molestó Edward tomándome la mano con firmeza

-eso no es gracioso Cullen- regañé y tuve la breve idea de soltarme de su agarre, pero lo necesitaba y además ya sabía que él no me lo permitiría, no sin armar un show.

-Alice era la difícil y ya te la has ganado- habló a mi oído desconcentrándome de los nervios un instante

-no deberías hablar así de tu hermana y menos si es tan agradable como ella. Yo no lo haría

-joder, está contigo un minuto y ya estás de su lado- reprochó con voz juguetona y ligeramente molesta

-por favor, deja de ser tan exagerado

-no se queden atrás par de tortolos- habló Alice volteándose brevemente antes de atravesar el porche y la puerta. Las flores que se encontraban a los costados eran realmente bonitas y se notaba la dedicación que se les prodigaba.

-ella nunca puede ser normal- se lamentó Edward y quise reírme por su tono, pero me fue imposible porque estábamos a punto de traspasar el umbral. Me mordí el labio como condenada – no hagas eso ahora, Bella- regañó con voz ronca

-¿el qué?- inquirí perdida

-morderte el labio, joder Swan, tú sabes que no puedo controlarme si lo haces.- lo dejé

-lo siento

-wow, de verdad estás muy nerviosa. Creo que te pondré así más a menudo, me gusta que me obedezcas- aspiré mucho aire mientras dirigía una de mis peores miradas a su dirección

-sigue así Cullen, sigue así y verás cuán obediente puedo ser- hablé con voz filosa

-me encanta que me indiquen que lo que hago va bien, si quieres que siga, seguiré- él se puso a hablar en el otro sentido

-joder, contrólate ¿quieres?- rió alegremente y de pronto me encontré en la sala de su casa. Era bonita, muy grande y bien decorada. En cada una de las mesitas se encontraban adornos de vidrio y jarrones; las paredes decoradas con cuadros de preciosos paisajes y los colores eran acogedores.

Miré a los presentes, quienes tenían centradas sus miradas en nosotros, no pude evitar el ruborizarme al pensar en que quizá me oyeron decir joder.

-bueno… ella es Bella, mi novia- mientras Edward hablaba, no los miraba a ellos si no que a mí. Y sentí como la palabra acariciaba mi mente. Tanto como uno de sus besos mis labios.

-si quieres puedes dejarnos saludarla… claro, solo si puedes soltarla- dijo Alice y escuché las risas aterciopeladas estallar a mi alrededor. Recién entonces salimos de nuestro momento íntimo para mirar al resto. Negué con la cabeza antes de poner una amplia sonrisa.

Me impelió a caminar y nos detuvimos frente a los que adiviné eran sus padres.

-hola de nuevo Bella, ¿cómo estás?- me saludó Carlisle con una sonrisa

-hola, muy bien, gracias y ¿usted?- asintió en mi dirección

-muy bien, esta es mi hermosa esposa Esme, la madre del chico que soportas- rió suavemente y dirigí mis ojos hacia los verdes brillante de la mujer con cara en forma de corazón y cabello color miel. Su tez era blanca y solo un lunar relucía en su pulcra piel en el pómulo derecho. Era muy hermosa, como había dicho su esposo. Y me sonreía con auténtico cariño

-al fin tengo el gusto de conocer a la chica que logró devolverme a mi Edward. Soy Esme, un gusto querida- me abrazó delicadamente y torpemente atiné a corresponderle

-el gusto es todo mío, de verdad- fui totalmente sincera y no me sentí turbada al hablarle como me sucedió con Alice. Había alrededor de Esme un aura maternal que me hacía recordar a aquella que nunca tuve y siempre soñé.

Me alejé lentamente porque Edward me jaló delicadamente de la mano para volver a su lado

-es realmente preciosa Edward, creo que has tenido suerte- me abracé al cuerpo duro del cobrizo buscando un poco de firmeza. Ver a Esme me había dejado un tanto aturdida, porque sentía que todos mis deseos infantiles de conocer a una verdadera madre habían sido satisfechos por fin.

-lo sé. Pero deben darme un poco de crédito, soy apuesto y muy simpático si quiero

-y si es cualquier día menos lunes, martes, miércoles, jueves, viernes, sábado o domingo- agregó Alice contando con sus esbeltos dedos originando risas alrededor

-dejen de molestarlo, mi niño es un chico excelente. Siempre lo ha sido- Esme habló con devoción

-y tú eres tan dulce como el veneno- replicó Edward

Alice formó una perfecta o con sus labios

-basta, por Dios, Alice deja a tu hermano y tú déjala. Bella creerá que estamos locos- intervino Carlisle y luego se masajeó la sien

-Bella ya debe estar acostumbrada, es novia de este energúmeno- Alice sonrió satisfecha cruzándose de brazos y el cobrizo la miró mal

-Alice ya- la regañó Esme con voz autoritaria- pasemos a la mesa, por Dios. ¿Es que he criado a animales?- se quejó teatralmente con su esposo y me reí suavemente

-así que te ríes de nuestras peleas familiares- dijo Edward mirándome con intensidad

-fue gracioso, debes admitirlo- argumenté

-no tanto como el rifle de tu padre. Ese si que era muy chistoso- sofoqué mi risa contra su hombro

-Charlie- suspiré- con él menos siempre es más- miré al suelo. Con el ejemplo de la familia de Edward, notaba la ausencia de una madre dedicada en la reducida nuestra. Era solo cosa de mirar alrededor, el toque femenino predominaba en cada estancia, ya fuese en flores o lo reluciente de algo, la forma del adorno o la mesa. Y sabía que para Charlie tampoco debió ser fácil vivir solo.

-¿qué sucede? ¿Por qué tantos suspiros?- preguntó alzándome la barbilla con sus dedos cálidos. Contemplé sus ojos preocupados y atentos

-suspiramos porque es necesario para regular nuestra respiración- me encogí de hombros sin querer entrar en detalles complejos. Quería disfrutar el momento.

-Bella, eso ya lo sé… me interesa saber por qué estás así- replicó con voz suave

-¿así como?

-pareces triste- me acarició el dorso de la mano, deteniéndonos a mitad de camino mientras el resto de la familia continuaba hacia el comedor, conversando efusivamente.

-no… vamos con ellos- quise avanzar, pero él se interpuso en mi camino como una muralla dura de músculos. Incrusté mis dedos en sus abdominales

-no quieres decírmelo- dedujo y yo lo miré sin saber qué decir

-no te quiero arruinar el momento- dije simplemente. Y me agarró con firmeza de la mano, jalándome en otra dirección. Nos devolvimos hacia las escaleras y por un instante pensé que iríamos a su habitación. Él podría hacerme sentir mejor, a su manera, claramente. Pero mis pensamientos sucios se disolvieron cuando me llevó a la salita que se encontraba a un costado y estaba casi oculta. La recordé con el corazón latiéndome en las orejas

-¿a dónde vamos?- inquirí aunque lo sabía bien

-¿tan mala memoria tienes?- sonrió volteándose a medias. Por lo menos no parece enojado, me tranquilicé.

Abrió la puerta y me hizo entrar antes de cerrarla a sus espaldas con pestillo

-quiero que te sientas mejor- me acarició el rostro con ambos pulgares en lentos círculos y sentí mi corazón saltar en mi pecho con demasiada fuerza

-¿c-cómo?- no podía despegar mis ojos de los suyos

-no de la misma forma que lo hice antes, pero quiero intentar algo diferente… y espero que te guste- asentí mordiéndome el labio inferior – y no hagas esto mientras lo intento- pidió soltando mi labio de entre mis dientes

-bueno, no lo haré- sonrió y volvió a tomar mi mano entre la suya

-ven- me hizo ocupar un lugar frente al instrumento y luego se colocó a mi lado. Elevó lo que cubría las teclas de marfil y las miró con detenimiento, inspeccionándolas para posteriormente repasarlas muy delicadamente con las yemas de los dedos. Noté, que el banquillo no estaba tan lejos como la última vez que vi el espectacular piano de cola negro, ni tampoco se encontraba cubierto de polvo, es más, parecía que lo hubiesen estado tocando con anterioridad.

Conocía el pasado de Edward y por tanto la situación de él y su piano, por ello me costó creer que los sonidos que mis oídos captaban salían de sus dedos hábiles.

Mi respiración se atoró cuando inició una melodía. Era triste, las notas que tocaban sus manos ágiles eran melancólicas, y sentía que penetraban en mi corazón con la facilidad que el sol se esconde y sale la luna. La música que oía era tan expresiva que percibía el nudo en mi garganta. Observé el rostro pacífico del cobrizo, sus ojos estaban centrados en las teclas que cedían a su tacto suave y sus rasgos parecían tensos pero calmos al mismo tiempo. Era como si estuviera en su elemento, como si ese fuera su lugar.

Y de pronto, sus cejas se alzaron al igual que las notas, elevándose en un espiral que controlaba mi respiración hasta que quedaron en un lugar cálido, alegre y placentero. Cada cosa que él produjera con sus manos lograba dominar mi mente y controlar las sensaciones de mi cuerpo. Se mantuvo un tiempo en esa cadencia tranquilizadora y de felicidad, para pasar a una intensa, que me erizó los vellos del cuello y brazos como lo haría una caricia de Edward. Podía sentir las notas deslizarse por mis labios, mi cuello, mis ojos… eran la prolongación de sus dedos recorriendo mi piel.

Me dirigió una mirada con ojos oscurecidos por esa emoción que junto a él descubrí; el deseo. No despegué la vista de su rostro crispado por los sentimientos que interpretaba en el piano, que de pronto cambió a una armonía que me hacía querer sonreír, me hacía sentir inusualmente contenta.

Mantuvo las notas por un tiempo más, agregándole acordes que le conferían un sonido mágico, esa era la magia de la música, descubrí. La música de Edward me había hecho sentir todo lo que había querido, cada pensamiento, la angustia, el sufrimiento, la alegría… la satisfacción, el deseo.

Concluyó con una melodía suave, ligera, libre de tantas notas, era mucho más simple pero no menos hermosa, fue como el beso en la frente antes de dormir, aquel que se da con el anhelo de volverse a ver a la mañana siguiente, con todas las alegrías que se vivieron en ese día… la ternura que se inyecta en ese simple gesto que por lo general lo da una madre, lo sentí. Y no pude contener las lágrimas que se formaron en mis ojos y nublaban mi visión. Terminó con un acorde alto, manteniéndolo y cambiándolo muy lento por otro, hasta que por fin se detuvo, dejando en el aire la estela de un gran acontecimiento.

Entonces él se volvió por completo hacia mí y vi a ese Edward de antes, juro que lo vi. No con gafas ni nada de eso, lo vi como persona y era tan idéntica a la de ahora, solo que oculta bajo muchas capas de dureza falsa.

-no había tocado hacía mucho, solo practiqué unas cuantas veces este año después de conocerte así que no te sientas mal si no te pareció linda, aunque…- lo interrumpí lanzándome a su cuello, apretando su rostro con el mío. Lo besé como si la vida se me fuese en ello, dejando que todo lo que sentía fluyera, sin dejarme nada para mí. Se lo estaba regalando todo como él había hecho al tocar esa armonía para mí.

Nos alejamos al cabo de unos segundos, jadeando.

-ha sido la cosa más hermosa que he oído en mi vida… muchas gracias Edward – sé que soné sumamente empalagosa pero no me importaba.

-¿te ha gustado de verdad?- preguntó con una expresión transparente, como rara vez sucedía. Solo era sorpresa, nada de picardía ni de otro sentimiento.

-sí, mucho- volví a besarlo

-eso me alivia… porque llevaba tiempo sin atreverme a tocar. Creo que lo que primero toqué sonó terrible, mi familia necesitó tapones- reí

-no te lo creo, tocas genial- acaricié su cabello, sin alejarme. Me encontraba casi sentada en su regazo, con las manos echadas en su cuello.

-no siempre, después de años sin tocar pierdes la práctica- su semblante cambió repentinamente – por ese motivo procuro tocarte siempre, para no perder la práctica- sus manos se adhirieron a mi cadera y una de ellas bajo solo un pelito, poniéndome de los nervios. Casi agarraba mi trasero por entero.

-estoy segura de que no la perderás nunca- susurré sobre sus labios que habían salido en mi búsqueda. La mano derecha subió hasta mi cintura y se mantuvo ahí por un instante antes de seguir ascendiendo

-no me encuentro muy seguro, creo que debo practicar justo ahora- me besó despacio, sin dejar de hablar mientras muy lentamente su mano izquierda bajaba originándome oleadas de vergüenza y a la misma vez de una placentera ansiedad

-¿si?- le mordí el labio inferior justo en el momento en que su mano pretendía abarcar toda la parte trasera de mí

-joder- gruñó roncamente antes de agarrarme firmemente de la parte posterior de los muslos y apoyarme contra el piano que emitió una discordante melodía. Luego, como un verdadero salvaje se lanzó hacia mi boca, besándome sin ningún tipo de decoro, oprimiendo mi cuerpo con el suyo, haciéndome plenamente consciente del grado de excitación que tenía en esos momentos

-uff- farfullé sin sentido cuando sus manos se apresuraron en desabotonar mi blusa

-amo estas blusas Swan, las amo en serio- me besó el cuello y luego dio unas lamidas que me hicieron gemir

-¿p-por qué?- gemí cuando por fin terminó con ella y se alejó para contemplarme con la mirada ardiente, encendiendo fuego por ahí en donde se posaba. Que fue, en mis pechos; éstos se agitaron por si solos ante la inspección de Edward. Ya no tenía miedo de que viera mis cicatrices, no después de lo mucho que habíamos compartido.

-son tan fáciles de quitar y joder, te sientan putamente bien- sus manos pronto estuvieron sobre mis senos que reclamaban el contacto y me estremecí echando la cabeza hacia atrás. Si bien nunca había estado completamente desnuda bajo la mirada de Edward, mis hormonas tenían perfecta idea de lo que se sentiría su contacto caliente

-uhm…- me dio un masaje un tanto más brusco que los anteriores que me había prodigado, pero no era capaz de reclamar porque las emociones eran intensas y me gustaba demasiado.

-te deseo tanto Bella- gimió en mi oído y yo busqué los extremos de su camiseta para quitársela. Él rápidamente captó la idea y lo hizo, dejándome mirar el abdomen marcado solo lo justo y necesario.

-yo también- jadeé y me aventuré a reseguir cada músculo en su cuerpo que quedaba visible, siendo consciente de los besos que me dejaba en el cuello y de los ligeros espasmos que atravesaban su piel suave.

Me mordió el cuello y pegué un gritito, luego él me miró a los ojos con una sonrisa traviesa bailando en sus deliciosos labios. Jamás tendría suficiente de Edward, nunca.

-creo que me toca morderte- él exclamó algo que no entendí antes de que yo me lanzara a su cuello y descendiera por su pecho esculpido. Oí el rápido latir de su corazón y sonreí, hoy, iría un poco más lejos. Mis manos se fueron a su cadera y muy despacio, en sincronía a mis besos fui acercándome al botón de sus jeans

-oh… Dios, se sienten tan bien tus besos mujer- él me acariciaba el cabello y la espalda con los dedos cálidos, enviando corrientes eléctricas a mi centro que ya notaba la necesidad.

Llegué hasta su ombligo y jugué en él por breves segundos con mi lengua, ganándome unos muy roncos gemidos.

Al llegar a su cadera, noté la gran prueba de la excitación de Edward, incluso encerrada tras los jeans y la ropa interior, era capaz de distinguir su erección llena de vida. Inspiré profundo, tratando de controlarme un poco

Miré los ojos de Edward antes de lentamente, muy despacio colar mi mano entre su ropa, buscando aquello que en este momento deseaba tocar.

-Bella no… joder si lo haces yo…- gimió y cerró los ojos con mucha fuerza, interrumpiendo nuestro caliente contacto visual cuando lo rocé muy sutilmente con mis dedos nerviosos. Era cálido, suave y vibró ante mi contacto efímero. Me relamí los labios dispuesta a ir por más, por mucho más… y entonces sonaron unos golpes en la puerta. Ambos nos detuvimos, congelándonos en nuestro lugar. ¡Joder era cierto! ¡Estábamos en la casa de Edward e íbamos a comer con su familia! Me alejé de un salto, como si me hubiesen golpeado y me acomodé la blusa muy rápidamente. Por su parte él parecía en un extraño y estúpido estado de trance con una sonrisa boba en los labios.

-Edward, joder ¡muévete!- alcé las cejas para que lo hiciera pero él no parecía darse cuenta, miraba mis labios moverse pero no daba signos de quererse mover y realmente parecía un dios griego sin camiseta, con el jeans desabotonado y más que emocionado. Negué con la cabeza, recordando dónde estábamos.

-tú me tocaste…- susurró roncamente y tragué grueso cuando me agarró de la nuca para besarme. Me resistí y eso pareció hacerlo despertar- ¿qué pasa? ¿Por qué no me quieres besar?- reprochó molesto

-porque alguien está llamando a la puerta, ¿Recuerdas que íbamos a comer justo ahora?- sonrió, para mi gran sorpresa y estupefacción.

-yo puedo alimentarme de ti toda la vida, Bella- me recorrió con la mirada y sonrió más ampliamente

-deja de comportarte así, debemos salir de aquí ¡pero ya!- rodó los ojos y se abrochó el pantalón con calma y de la misma forma buscó su camiseta y se la colocó.

-de acuerdo, relájate Bella- se pasó las manos por el cabello

-no puedo creer que haya hecho esto en casa de tus padres- me cubrí la cara sonrojada con las manos- es tu culpa- lo miré enojada

-¿Mi culpa?- se apuntó con expresión sorprendida- ¿Pero yo que he hecho? Tú me besaste primero- añadió

-tocaste esa melodía, esa parte tan… tan…- hice círculos pequeños alzando y bajando las manos tratando de encontrar la palabra correcta

-¿tierna? ¿Triste?

-no, erótica- me miró perplejo- oh, no te hagas el bobo ¡lo hiciste!- lo señalé y él sonrió

-creo que estás muy nerviosa y alterada- se acercó a mí y retrocedí, y los golpes en la puerta resonaron nuevamente.

-no. No lo estoy- aseguré- y ahora v-vamos a salir de aquí y vamos a ir comer con tus padres- apunté la puerta mientras hablaba y luego caminé en esa dirección

-Bella- llamó

-¿qué?- me volví a medias

-tienes mal abrochada la blusa- indicó señalándome y joder, era cierto. Me había equivocado. Hice un sonido de rabieta de niña pequeña, como llanto y gruñido

-debes relajarte Bells- de un momento a otro él se hallaba sosteniendo mi cara con sus manos- nadie tiene por qué saber lo que ocurrió aquí. Será un secreto, ¿de acuerdo?- ahora se dedicaba a abrochar mi blusa correctamente, con suma paciencia y ternura, mientras yo le miraba.

Finalmente suspiré

-de acuerdo, lamento haberme comportado así. Es solo que jamás había hecho algo como esto… me siento mal- se rió y me envolvió en sus brazos

-tan inocente- me acarició el cabello

-¿es qué tú lo has hecho?- me alejé observándolo con recelo

-¿en mi casa? No, eres la primera que pisa este suelo santo- me reí ligeramente- ahora, creo que debemos salir- asentí un poco dubitativa

Abrió la puerta y nos encontramos con toda la familia reunida fuera de la salita. Mis ojos se abrieron como platos y sentí mis mejillas colorearse furiosamente

-¡eso ha sido hermoso! ¡Tanto tiempo sin escucharte tocar!- su madre saltó a darle un apretado abrazo, con lágrimas en los ojos y el resto no parecía diferente. Mostraban un semblante tan feliz como melancólico. Con la efusividad de Esme, la mano de Edward se desenganchó de la mía y la guardé en mi bolsillo. En eso estaba cuando las de una mujer me tocaron la cara. Al alzar la vista, me topé con los ojos de Esme que me contemplaban con infinita ternura y ¿agradecimiento?- gracias Bella, gracias por hacer que volviera a tocar.- y también me dio un abrazo muy estrecho que nuevamente, correspondí con torpeza.

-uhm… es solo mérito de su hijo- agregué una vez que se alejó y el cobrizo volvió a tomarme la mano

-y tuyo, necesitaba una motivación para volver a hacerlo. Gracias- me apretó la otra mano y yo asentí vacilante

-bueno, creo que ya es hora de ir a comer, tengo hambre- dijo Carlisle con un semblante muy contento.

-de acuerdo- Esme caminó con su esposo siguiéndole. Hacían una espectacular pareja

-realmente me conmoviste hermanito- Alice se acercó a Edward y éste la contempló con una media sonrisa- esa canción fue hermosa- ella me miró a mí- sabía que tú lo traerías de regreso, es tan tonto que no pudo solo- rió

-oye- reclamó el aludido con resentimiento

-tocas muy bien, mis más sinceras felicitaciones- agregó Jasper y Edward asintió con seriedad

-¡chicos! ¡Vengan a comer!- llamó su madre y Alice comenzó a andar de nuevo, sin embargo se devolvió a los pocos pasos que había dado con Jasper

-oh, y lamento haberlos interrumpido, claro si es que hacían algo- y con un guiño de ojos se fue corriendo a tomarle la mano a su novio. Yo me encogí en mi sitio sintiendo la vergüenza fluir por mis venas.

-estúpida Alice- masculló el cobrizo dándome un ligero apretón en la mano

-que avergonzada me siento- exclamé

-con Alice es casi siempre lo mismo, no sé cómo lo hace pero parece enterarse de todo- explicó con abatimiento

-tendremos que aprender a vivir con ello.- me encogí de hombros soltando un suspiro

-adoro tu optimismo- susurró y me sostuvo la barbilla cerca de la suya, para darme un delicado beso. – quería besarte, de hacía mucho rato- explicó y fruncí el ceño

-me besaste ahí dentro, ya sabes

-no es lo mismo. Me gusta besarte suavemente, Bella- sonreí

-no te creo. Tus acciones demuestran lo contrario- rió atrayéndome más cerca

-porque tú me descontrolas- se excusó

-que machote echándome la culpa ¿eh?- y me puse de puntitas para darle un beso casto- vamos antes de que vengan a buscarnos- protestó pero finalmente cedió a los jalones que le daba en la mano y me siguió.

-o-

La comida con la familia de Edward fue mejor de lo que esperaba, eran sumamente cálidos y atentos. Era difícil creer que el mismo chico que conocí a principio de año formaba parte de esa especial agrupación. Bueno, eso era hasta que lo conocí bien y lo vi desenvolverse con ellos. Conversando alegremente, bromeando y siendo él mismo.

-¿y qué opina tu padre Bella?- preguntó Esme con una sonrisa mientras bebía de su copa

-uhm, bueno…

-no le agrada demasiado la idea. Es policía y digamos que no senté buen antecedente con él- explicó por mí Edward y luego se echó a la boca un trozo de carne

-¿es policía? Que mal por ti Edward, podría matarte si quisiera- dijo Alice con una sonrisa y no pude evitar el copiar su gesto, sabiendo que era cierto.

-nah, como dije, soy un encanto y lograré que me quiera- se encogió de hombros y la mesa estalló en carcajadas

-te tienes en alta estima Edward- dijo su padre tratando de ocultar la risa

Al cabo de unos minutos la calma volvió a la mesa

-Esme, tú no los has visto discutir, es muy gracioso como Bella toma las riendas del asunto- me quedé de piedra al oír eso

-¿en serio Bella? ¿Eres capaz de dejarlo sin palabras?- me interrogó Alice con los ojos bien abiertos

-bueno… hay veces en las que si- sinceré y me miraron un tanto sorprendidos

-yo he logrado dejarlo sin palabras algunas veces, pero es porque soy su hermana mayor y a nuestros padres le debe respeto… pero de que una chica externa lo hiciera… no lo había oído jamás. Aunque claro, tú no eras lo que él esperaba que fueses- le dirigió una mirada burlona a Edward que rodaba los ojos con hastío.

-¿no? ¿Y qué esperaba?- no pude reprimir mi curiosidad

-a una chica que le hiciera caso en todo y que fuera dócil. Su carácter no tolera a alguien más ingenioso que él. Creo que por ese motivo me agradas tanto, tú siempre le discutes y le respondes- rió casi fascinada

-no creo que yo sea así realmente- acomodé un mechón de cabello tras la oreja

-claro que lo eres Bella, tú nunca me haces caso ni dejas pasar una oportunidad de discutirme. Asúmelo- me miró con una chispa divertida y enarqué una ceja

-pues lo asumo, no veo por qué debes siempre tener la razón- le dije y luego recordé dónde estábamos. ¡Con qué facilidad lo olvidaba! Miré a los otros comensales y oí la risa de Edward.

-eso es carácter- dijo Jasper con una sonrisa y a Edward se le quitó todo rastro de buen humor

-yo también tengo carácter - Alice lo miró con un puchero

-ni que lo digas- me hizo sonreír el tono que empleó

-mis hijos consiguieron parejas realmente encantadoras, me siento muy orgullosa de ustedes- miró a Alice y Jasper y luego a nosotros con ternura

-Esme creo que debes dejar la copa- Carlisle fingió una tos y la aludida le dedicó una mirada furiosa.

-yo creo que tú deberías dejar de comer tanto, te estás poniendo gordo

-yo no estoy gordo- reclamó a la defensiva mirado hacia abajo

-si que lo estás

-claro que no

-si

-no

-que si

-no.

-yo soy la mujer y yo mando. Estás gordo y punto.- finalizó Esme con los brazos cruzados sobre el pecho.

No pude contener mi risita y Edward me observó con diversión

Luego de aquella discusión, los temas volvieron a ser tenues. Por ejemplo la línea de ropa de Alice, los proyectos de Jasper entre otras cosas. Finalmente, cuando eran las nueve de la noche se me escapó un juramento que por suerte, solo Edward notó

-¿tratas de llamar mi atención diciendo malas palabras?- preguntó con intención acercándose a mí

-ja, que divertido- rodé los ojos- Edward, debo volver, son las nueve. Mi padre se enojará- me mordí el labio inferior y noté cómo su mirada se desviaba

-para.- gruñó

-ay, que exagerado- me quejé terminando de beber el contenido de mi copa con agua

-exagerado sería si te beso como me provoca besarte cada vez que te muerdes el labio- dirigí mi mirada a la suya

-¿y tú crees que eso me amedrenta? ¿Cómo te provoca besarme?- inquirí con una mueca de arrogancia

-no puedo decirlo con palabras, tendría que enseñártelo- su mano se encontró de pronto sobre mi muslo ocasionándome un sobresalto

-¿ahora? ¿No crees que sería de mal gusto?- a propósito me mordí el labio inferior y él gruñó acercándose a mí muy lentamente. No tenía ni idea de a qué estaba jugando, pero si sabía que me agradaba.

-no provoques a la bestia si no estás preparada para las consecuencias- su mano comenzó a subir muy lentamente por mi pierna y quise detenerlo, pero mantuve mi mirada fija en la suya

-¿y quién dice que no lo estoy?- inquirí notando con el pulso acelerado el camino ardiente que sus dedos trazaban a medida que se acercaban a la zona de peligro.

-ah… ¿estás lista para que pueda estar dentro de ti? ¿Arremeter con salvajismo una y otra vez? ¿Mi cuerpo deslizándose en el tuyo sin descanso? ¿Mi boca tocándote por todos lados? ¿Estás lista para mí Bella?- casi gimió roncamente la última pregunta provocándome un estremecimiento.

Detuve su mano que estaba a punto de tocarme de manera íntima y lo miré a los ojos.

-creo que no- respondí sin aliento y él sonrió torcidamente

-avísame cuando lo estés, porque yo si estoy listo para todo eso y más- era una promesa y la vi en sus ojos

-¿ahora dirás que naciste listo?- pareció sopesar las palabras

-no, nací listo para ti. Eso si- aclaró y metió su mano en mi cabello, llegando hasta mi nuca y por un momento pensé que iba a besarme, y si esa era su intención, se interrumpió cuando miró a su lado, entonces me soltó suavemente y del mismo modo se alejó. Al mirar noté a todos observándonos con detenimiento. Me relamí los labios y volví a mi lugar, acomodándome el cabello y mirando hacia abajo ruborizada.- esto debería ser ilegal ¿saben?- dijo con tono fastidiado

-aw, ¿por qué?- preguntó su madre

-porque invaden nuestra privacidad- hizo un gesto con las manos delimitando un cuadrado

-ah, será que la mesa donde todos comparten es muy privado- dijo su hermana alzando una ceja y sonriendo pícaramente. Yo solo quería meterme bajo el mantel.

-igual, podrían haber carraspeado o algo.- miró a su lado disgustado

Simplemente se rieron suavemente

-tranquila Bella, no te apenes- dijo Carlisle- en esta familia todos somos un poco… cercanos a lo que queremos- explicó luego de una breve vacilación

-lo siento- fue todo lo que dije entre dientes, porque realmente me sentía bastante avergonzada

-ash, no es importante querida- Esme le restó importancia con un gesto de la mano- yo también tuve tu edad- alzó las cejas y eso me hizo ruborizar más

-¿Qué…?- inició Edward con una cara atónita- Bella ya debe volver a su casa, y creo que es lo mejor. Ustedes están muy raros- se puso de pie mientras hablaba y luego me corrió la silla para que yo lo hiciera

-¿crees que es así Bella?- preguntó con ojos inocentes Alice

-no la manipules con tus ojitos Alice.- sentenció Edward poniéndome las manos sobre los hombros una vez que me puse de pie

-aleluya, alguien que entiende- dijo inesperadamente Jasper ganándose una sonrisa por parte del cobrizo y una envenenada mirada por parte de Alice.

-¿en serio debes irte Bella?- Esme me sostenía de las manos con un puchero en los labios

-si… es que mi padre se enojará si no llego antes de las diez- expliqué

-es una lástima que tengas que irte tan pronto- reclamó con las mejillas sonrojadas

-Esme… querida, déjala ¿si? yo creo que necesitas un café muy cargado- dijo con tono conciliador Carlisle y ella rechistó un poco antes de soltarme

-adiós, cuídese y que esté muy bien- me despedí educadamente

-¡ah por Dios! Llámame Esme- y me dio un apretado abrazo otra vez. Al parecer era el día de todos abracen a Bella- fue un verdadero placer conocerte Bella, eres la chica más encantadora y agradable que he conocido y espero verte muy pronto por aquí- dijo con una sonrisa después de separarnos

-por tu bien ojalá que no- le propiné un codazo a Edward para que se callara.

-mamá yo soy la chica más agradable que existe ¿recuerdas? ¿O es que me llevas mintiendo todos estos años?- la miró con ojos entrecerrados y su madre bufó- Bella, me ha hecho muy feliz conocerte, creí que Edward jamás te presentaría, es un ser esencialmente egoísta y no le gusta compartir a las personas que le quieren- lo miró mal y luego me sonrió tan grande como el gato risón.- nos veremos muy pronto- me guiñó un ojo y solo fui capaz de asentir con un intento de sonrisa

-espero que todo te salga muy bien en tus proyectos – le dije a Jasper en cuanto se acercó a mí para despedirse. Sonrió ampliamente

-lo mismo digo, nos vemos- me dio un beso en la mejilla y se retiró al lado de Alice

-esperamos tenerte pronto aquí- despidió Carlisle y luego Edward me guió fuera de la casa. Una vez cerrada la puerta él suspiró

Pero antes de que pudiera alguno de nosotros decir algo, la voz de Esme nos interrumpió

-¡ah! ¡Te quieres aprovechar de mí Carlisle Cullen!- fue un grito a viva voz y no sonaba para nada disgustada. Me reí y Edward por su parte se ruborizó

-¡si! ¡Al fin te he visto sonrojado!- aplaudí en el aire contenta

-es mentira, no me he sonrojado- defendió

-claro que si, aún puedo ver un lindo arrebol en tu cara- le toqué la mejilla levemente para reafirmar la idea

-es porque me apretaste- se encogió de hombros comenzando a andar hacia el coche. El cielo ya estaba completamente oscuro y la temperatura había bajado considerablemente

-como digas. Yo sé lo que vi- guiñé un ojo y rodó los suyos

-estás loca y… helada- me tocó la mano y me miró con el ceño fruncido

-si, la blusa no abriga mucho- me rodeé con los brazos

-ya veo. Ven aquí- me atrajo con su extremidad y me escondió del viento en su pecho. Lo agradecí – joder apenas te toco y te excitas- observó mi escote y lo miré confusa. Luego me ruboricé

-claro que no es por ti.- dije con la barbilla tensa- es por el frío

-di lo que quieras. Sé que es por mí- se encogió de hombros y se rozó contra mis pechos. Solté un lastimero gemido ante ello

-eso me ha dolido- confesé

-¿de verdad? Quizá necesitan calor- e iba a colocar su mano más que contento sobre uno de ellos, pero lo interrumpí antes. Me miró mal

-no.- dije con voz firme. Si me tocaba, sería imposible parar, además me sentía un poco dolorida y eso no se lo iba a decir.

-¿por qué no?- preguntó un tanto molesto

-porque no.

-eso no es una respuesta- declaró

-si es.

-joder, dime por qué

-no quiero, y deja de decir groserías- regañé

-Swan, ¿por qué no puedo tocarte? ¿No quieres que lo haga?- inquirió con voz más sosegada

-no… quiero decir si pero…- me ruboricé y miré a otro lado. Entonces llegamos al coche y pretendí subirme, sin embargo me detuvo

-pero- apremió con la vista firme

-pero… quiero volver a casa- mentí

-mientes. Dime por qué

-joder, no quiero decirte- espeté perdiendo la paciencia

-pero por qué no ¿No confías en mí?- su mirada parecía lastimada

-Edward no es eso. Confío en ti, deberías saberlo- le había confesado todo y aparte le había permitido ver mis cicatrices.- no es justo que digas eso- reprendí

-perdón. Lo siento- antes de que pudiera moverme, me envolvió entre sus cálidos brazos y si no hubiera sido por la molestia de mis senos habría sido perfecto. – Es solo que me pone mal no saber qué te sucede- me acarició la mandíbula mientras me hacía mirarlo

Suspiré

-no es nada grave Edward. Tampoco es que no quiera que me toques, es solo que me duele- confesé con la cara roja de vergüenza y con un hilo de voz como consecuencia de ella.

-uh… lo lamento, no quería que te avergonzaras ni que te doliera- alzó mi barbilla hacia él y no quise mirarlo.

-lo sé- respondí

-no volveré a tocarte si no quieres- dijo con voz lenta y pausada.

-tampoco es tan grave Edward. Es solo cosa de tiempo y de que me acostumbre… recuerda que yo… yo no, nunca había experimentado cosas así- expliqué y noté su rostro dividirse en dos partes. Una quería decir de acuerdo y la otra se retenía.

-está bien, es tu cuerpo y sabes lo que le sucede- me besó la mano y luego sonrió- pero eso si, no dejaré de besarte. Eso nunca. Le daré tiempo a tus…- le dio una mirada a mi pecho y luego a mí – pero a tus labios no- sonreí y me dio un casto beso. – ya, entra al coche. O si no tu padre no te dejará salir más y tengo planes- me hizo meterme dentro del auto y luego se subió.

-¿qué planes?- inquirí una vez que lo hizo

-mmh, ya verás- y fue todo lo que dijo al respecto.

-o-

-diez y media- dijo mi padre apenas entré. Suspiré

-papá- reclamé sin muchas ganas

-habíamos acordado algo, ¿recuerdas?- el gesto de mi padre era severo

-lo sé, se me hizo tarde- me excusé cruzándome de brazos

-eso no es una buena explicación, Isabella- me tiré al sofá sin demasiada delicadeza

-es solo Bella papá. Y lo siento, de verdad. No me di cuenta de la hora y el camino a casa fue lento, Edward manejó con mucha precaución por la neblina. Además, solo me pasé en media hora… no es como si hubiera llegado a las dos de la mañana borracha y quien sabe con qué cosas en el cuerpo- Charlie me miró con los ojos abiertos- ¡No! de esa clase de cosas papá… por favor, me refiero a drogas y eso- aclaré con el fastidio palpable en la voz

Me contempló por largo rato con ojos entrecerrados

-de acuerdo. Solo esta vez te lo dejaré pasar.- asintió y yo respiré aliviada. Se restregó el rostro y se sentó a mi lado, provocando un crujido del viejo armazón de madera.- ¿Cómo salió todo? ¿Te trataron bien?- preguntó con tono áspero. Mi corazón sintió la calidez del hecho de que se preocupara de mí

-muy bien papá. Ha salido todo mejor de lo que esperaba… los padres de Edward son encantadores y su hermana también, un poco extraña pero simpática al igual que su novio- me detuve para reflexionar, dejando que mis ideas formuladas mentalmente salieran por fin- hacen una bonita y rara pareja, ella está tan llena de energía y él parece tan… calmado.- expliqué y noté la atención que me prestaba mi padre, impeliéndome a continuar-la madre de Edward es una mujer muy bella y tiene ese aire maternal flotando a su alrededor como un halo…- corté mis pensamientos un tanto fantásticos respecto a las madres.- lo siento, debo estar aburriéndote con mi idioteces.- sonreí y antes de que pudiera hablar me puse de pie- estoy cansada… voy a dormirme temprano el día de hoy. Buenas noches papá, y gracias por entender- movió la pierna con insistencia

-me alegro de que haya sido una experiencia grata, Bella.- fui capaz de notar el alivio en su voz además de la incomodidad de expresar sus sentimientos para otros aparte de él. Me volteé a medias para dedicarle una gran sonrisa

-yo también. Adiós papá- me despedí y emprendí la marcha hacia la escalera

-buenas noches hija- oí a mitad de ella. Suspiré una vez en el piso de arriba, sintiéndome de pronto muy cansada. Pasé directo a mi habitación y me coloqué el pijama, luego sin más preámbulos me lancé a la cama y me enrollé en las sábanas, del mismo modo concilié el sueño.

En realidad, no recuerdo el punto exacto en que dejé de estar inconsciente y percibí calor a mis espaldas. El miedo me dejó inmóvil y abrí como platos los ojos sin atreverme a voltear por el terror de encontrarme con algo terrorífico u horrible. ¿Qué tal si el exorcista decidió visitarme? Tragué grueso encogiéndome en mi sitio.

Y justo cuando me armé de valor para darme la media vuelta, sentí brazos y piernas abrazarme con fuerza. El grito se atoró en mi garganta y en la mano que cubría mis labios, podía sentir el corazón latiéndome desaforadamente en el pecho

-ssh, tranquila Bella. No vayas a gritar- pidió y en la oscuridad logré notar su amplia sonrisa que obviamente era de burla. Me deshice de su mano con enojo

-¿qué haces aquí? ¿No ves que Charlie puede entrar en cualquier momento? Estás realmente loco- agregué tratando de alejarme

-por favor Swan, eso no sucederá. Hace rato se fue a dormir- me acarició el cabello mientras hablaba, destruyendo poco a poco mi resistencia

-¿y tú qué? ¿No piensas dormir?- inquirí con ojos entrecerrados

-mmh… no lo sé- no dejaba de tocarme el pelo y de mirarme con ternura. Estaba completamente vestido y simplemente me abrazaba.

-yo estoy cansada, quiero dormir- reclamé bostezando inconscientemente- lo siento- me sequé las lágrimas o eso hacía antes de que él se ocupara de ello

-¿puedo decirte una cosa que quizá te moleste?- dijo una vez que me secó el rostro

-uhm… está bien. Sabes que tengo una gran curiosidad, no es justo que juegues con ella- rió quedadamente

-espero con tantas ansias borrar de tu piel las lágrimas que derramarás cuando hagamos el amor por primera vez- susurró mirándome directamente a los ojos y sentí como me ruborizaba.

-¿ósea que quieres verme llorar?- pregunté tratando de aligerar el ambiente

-nunca. No deseo verte llorar, para nada… es solo un anhelo que tengo, un poco ridículo, lo sé- miré hacia su pecho

-un poco extraño también. No quiero derramar lágrimas, no quiero llorar nunca más- asentí con firmeza

-no lo harás. Es solo un reflejo ante el dolor- mi corazón se agitó con violencia

-sabes que diciéndome todo esto menos ganas me dan de acostarme contigo ¿no?- dije con tono un poco juguetón

-igual lo deseas- me atrajo hacia él y me resistí

-Edward, no creo que sea buena idea que estés aquí, en serio. No quiero tener problemas con Charlie- volví al punto

-joder Swan, eres especialista en arruinar el momento- lo miré mal- de acuerdo, prometo que apenas te duermas me marcharé a mi casa- alzó una mano solemnemente- ¿ahora podrías poner tu cabeza aquí?… me gusta sentir tu aliento en mi pecho- suspiré teatralmente

-siempre tengo que acceder a todo- me acercó de un fluido movimiento hacia su cuerpo tibio, que era exactamente lo que necesitaba en una noche fría. Podía vernos así en el futuro… negué con la cabeza.

-dependo de ti, ya sabes- reí y se produjo un breve silencio que se interrumpía por la cadencia de sus latidos y nuestras respiraciones- lamento lo de hoy- habló muy cerca de mi oído con voz dulce mientras me acariciaba la espalda en lentos y suaves círculos. Podía sentir a través de la tela su calor y también como mi molestia comenzaba a disminuir, probablemente muy pronto estaría en perfectas condiciones para recibir más caricias de Edward. Me mordí el labio inferior, tratando de mantener a raya los pensamientos sucios.

-¿qué cosa?- pregunté volviendo al punto principal, sintiéndome confusa

-por lo de mi familia. No recuerdo la última vez que Esme se portó así- refunfuñó en mi coronilla y reí suavemente

-a mí me pareció encantadora- comenté

-Bella… mi madre tomó demás- no pude contener mi carcajada y la sofoqué en su pecho

-Edward, debes relajarte. A mí toda tu familia me gustó mucho.- sinceré mirándolo a los ojos

-¿Incluso Alice? Ella… solo vino y se te lanzo encima como una salvaje- no podía dejar de reírme

-deja de decir esas cosas o Charlie se dará cuenta de que hay alguien aquí haciéndome reír a carcajada limpia- dije una vez que me relajé un poco

-no era para que te rieras en todo caso, era bastante en serio. – espetó apretándome contra él nuevamente, obligándome a poner las manos en su pecho

-yo también hablo en serio. No miento cuando digo que me sentí muy a gusto entre tus familiares y Alice me gusta mucho, es muy simpática- agregué a favor de ella. Era una chica muy agradable

Suspiró

-me alivia. Pensé que creerías que éramos una bola de locos… eso parecíamos hoy- se lamentó casi con pena

-jamás lo creería. De veras- toqué su mejilla con mi mano muy suavemente y alcé la cara cerca de la suya. Cerró lentamente sus ojos

-me gusta cuando me tocas así Swan- susurró a penas. Sonreí y moví despacio mis dedos por su mandíbula, su nariz… recorriendo todos sus rasgos, grabándolos en mis yemas. Exhaló un sonido de gusto y me entretuve en sus labios. Jugando con mi pulgar en el superior delgado y luego en el relleno inferior. Jamás había visto unos labios así, tan apetecibles y suaves. Sin duda estaban creados con el fin de ser besados.

Así que obedeciendo a ello, me acerqué y lo acaricié con mi boca muy tenuemente, sintiendo su respuesta inmediata. Él quería más, yo lo sabía y se lo negué. Sosteniendo su cara a la distancia que yo quería. Ahora era mi momento de besarlo, él siempre lo hacía a su gusto y ponía en marcha todo… yo quería intentarlo en este instante.

Oí su protesta cuando me mantuve solo rozándome contra sus labios que trataban de apoderarse de los míos. Y cediendo un poco, me acerqué más y besé un poquito más fuerte su boca.

Él me correspondió con ímpetu, sin respetar el ritmo establecido y se comenzó a poner sobre mí. Sentí mi sangre hervir y mis latidos resonar en todo mi cuerpo caliente por su cercanía. Entonces, me apretó al colchón y al ejercer presión con su pecho en el mío, un gemido de dolor se escapó de mis labios

Rápidamente rodó sobre su costado y me miró con arrepentimiento

-lo lamento mucho- se disculpó con sinceridad y verdadero pesar. Sonreí

-tú siempre cediendo a tus impulsos- reí incorporándome un poco- tranquilo Edward, no pasa nada. En serio- aseguré sonriendo

-pero…- parecía realmente avergonzado e incómodo

-ya no me duele tanto- dije mirando hacia otro lado

-¿de verdad?- preguntó sorprendido

Asentí

-te dije que era cosa de que me acostumbrara- sonreí ampliamente

-joder, no hallo la hora de que te acostumbres por completo- se relamió los labios y solté un risita- Bella, creo que es hora de que te duermas- fruncí el ceño sintiendo un extraño sentimiento

-¿ya te quieres ir? Si es así, no hay problema, me puedo dormir sola.- me volteé

-maldición, Swan, no es eso. Estás cansada princesa- me acarició la mejilla dulcemente, sonriendo del mismo modo

-la verdad es que si- bostecé dejando que mi cuerpo se deslizara por la cobijas

Rió

-ven- dijo antes de levantarme y acostar casi todo mi torso sobre el suyo. Y no sentí casi ningún dolor, puesto que no había presión. Me acomodé con una sonrisa sobre su pecho, colocando mis manos cerca de mi cara. Ahí suspiré

-eres cómodo- volví a bostezar

-lo sé. En mi vida pasada fui una cama- solté un risita suave y él inició otra vez sus caricias

-espero que no se hayan acostado sobre ti muchas- mi voz cada vez era más somnolienta

-eres la primera- aseguró

-y quiero ser la única- mis párpados comenzaban a tornarse muy pesados y pronto me descubrí con los ojos cerrados y oyendo de forma amortiguada sus latidos.

-lo eres.- sonreí y de pronto recordé

-¿por qué dijiste que no sabías cómo funcionaba mi mente?- alcé un poco mi rostro y él rodó los ojos

-¿no lo olvidarás?- negué- de acuerdo. No sé en realidad cómo lo hace… no eres una chica muy de piel y eres más bien reacia al tipo de cariño que te mostró Alice y aún así no lo impediste ni le hiciste un desplante… cualquier otro lo habría hecho.- volví a acomodar mi cabeza en su pecho con una sonrisa. Me aliviaba saber que no era porque pensara que era un bicho raro.

-no quería hacerla sentir mal… además, solo fueron unos segundos- me encogí de hombros soltando un bostezo.

Se limitó a soltar una risita suave y aterciopelada, volviendo a acariciarme y del mismo modo sentí el sueño retornar a mí. Entonces cuando estaba a punto de perder la conciencia él habló

–Bella, mañana quiero salir contigo a un lugar, después de clases- dijo y apenas le oí- ¿quieres?

-uhm…mmh- acomodé mi rostro

-¿qué dices?

-si.- acepté y no pude luchar más, me rendí al sueño que endulzaba mi mente conjunto al aroma de mi novio, joder, mi novio.

-o-

-más te vale que sea algo bonito por lo menos, me costó un montón convencer a Charlie, sobre todo después de que escuchara "ruidos extraños"- hice comillas con mis dedos mientras me subía al coche de Edward. Había pasado por mí a casa antes de que pudiera subirme al mío y terminó por convencerme de viajar con él hasta el instituto.

Sonrió ampliamente, aunque noté cierta inseguridad. ¿Edward inseguro? Probablemente lo imaginé.

-espero que te lo parezca.- me miró los pies- que bueno que trajiste zapatillas- comentó y lo miré con ojos entrecerrados.

-¿por qué? ¿Qué planeas?- inquirí con voz escéptica

-ya lo veras- hice un chillido de frustración

-sabes que soy muy curiosa y no tengo paciencia- casi le lloriqueé y rió

-Bella pareces una niña- me dirigió una mirada burlona

-¿y qué si lo soy?- crucé los brazos sobre el pecho. Ya habíamos salido del instituto y manejaba por la carretera principal

-sé que lo eres, por lo menos en algún grado. Aunque tu cuerpo…

-si, si ya sé. Quedé a mitad de desarrollo y bla blá, no salió lo que tenía que salir ni se escondió lo que debía esconderse. Me conozco el discursito a la perfección- finalicé con un gesto de excelente bastante cínico

-joder, ¡qué genio! – Exclamó y luego rió- iba a decir que me encanta tu cuerpo Bella- me miró con intensidad a través de sus pestañas y me sentí estremecer por dentro.

-debes decir eso porque eres mi novio y te castraría si dijeras lo contrario- le resté importancia a su cumplido

-¿lo harías?- preguntó con un tono juguetón

-claro, ya te dije que si tú me llegases a engañar, yo te corto todo ahí abajo- señalé su entrepierna, obligando a mi vista a despegarse- oh, y sin anestesia- agregué y vi como juntaba sus muslos, marcando un bulto que… ¡Dios mío! Me tendría que confesar, joder.

-y si tú me engañases…- ganó mi atención y lo miré expectante con una ceja alzada

-¿qué?

-no lo harías porque no lo permitiría nunca- se encogió de hombros

-oh… y ese es el problema de todos los hombres- me miró confundido- creen que por el hecho de estar en una relación y ya tener el título de novia, la chica les pertenece para siempre. La sienten segura y de descuidan… es ahí donde miran hacia al lado.- finalicé con las manos en mi regazo, entrelazando y soltando mis dedos

-¿y qué se supone que nosotros, los hombres debemos hacer para evitarlo?- su tono era cabreado y me tragué la risa

-no deberían dejar de conquistarlas, de hacerlas sentir que siempre serán ellas las únicas que estarán en sus corazones- lo miré con atención y noté como él lo hacía con sentimientos encontrados.

-y lo sabes porque eres una experta en relaciones ¿no?- se había enojado. Y eso en vez de hacerme sentir mal me hizo sonreír ampliamente, cabreándolo más aún.

-por supuesto. Observar y analizar son cualidades que te permiten aprender muchas cosas.- miró al frente, a la carretera despejada y el cielo nublado, como si estuviera a punto de llover

Nos mantuvimos un rato más en silencio, en donde me regodeé en mi victoria. No sé por qué razón se me hacía muy divertido hacerlo perder los estribos

-¿y qué, según tú deben hacer las mujeres para evitar que nosotros miremos hacia al lado?- preguntó con la mirada fija en el camino. Internamente reí

-oh, eso es imposible de lograr, lo harán de todas formas- y no fui capaz de contener mi carcajada cuando oí su gruñido

-ash Swan, eres tan irritante a veces

-¿solo a veces? Yo creí que siempre- apretó el volante ocasionándome otra risita

-¿te parece gracioso?- me miró iracundo

-la verdad, si.

-¿y respondes tan quitada de la pena?- no se lo podía creer y sus cejas tampoco, ya que se encontraban muy arqueadas

-por supuesto. Si la situación me parece graciosa ¿por qué debería negarlo o sentirme mal?

-porque estás hablando de la infidelidad joder, no es cualquier cosa. Me estás queriendo dar a entender que me engañarías- explotó hablando un poco alto

-no dije que yo lo haría – me miré las uñas

-mírame, joder- casi pude sentir su mano obligándome

-no me estés dando órdenes- advertí con voz contenida

-joder, Swan ¡Me sacas de quicio!-exclamó, pasándose una mano por el cabello casi de forma frenética

-tú a mí también, de repente. Claro, no tienes tanto ingenio para conseguir que grite- me encogí de hombros

-puedo hacerlo. Soy irritante- dijo con firmeza

-sonaste como un bebito- indiqué y se tensó, luego me dirigió una mirada envenenada

-no te hablaré más.- avisó entre dientes

-tampoco quería hablarte- comenté restándole importancia y oí su gruñido. Alcancé a voltear el rostro y ocultar mi risa

-¿por qué tienes que ser tan irritante? Casi siento que no puedo soportarte a veces- bufó por lo bajo

-pff, si yo soy difícil de soportar imagina lo insoportable que eres tú- contesté más a la defensiva de lo que pretendía. También había comenzado a molestarme

-yo sé que lo soy. Tú crees que eres una monedita de plata- indicó exasperado y yo fruncí el ceño, extrañada

-¿monedita de plata?- pregunté dejando a un lado mi molestia

-si, ya sabes. Esa mierda de que eres monedita de plata y le caes bien a todos- se encogió de hombros sin mirarme y yo estallé en sonoras risotadas

-monedita de… monedita… plata- reía sin parar y él me observaba como si estuviera loca

-¿Qué es tan gracioso? Hazme el favor de explicar

Respiré profundo tratando de calmarme

-es que… no es monedita de plata, es monedita de oro… no soy monedita de oro para caerles bien a todos- corregí aguantándome la risa

-oh… es solo un detalle insignificante- se encogió de hombros aunque noté que ya no estaba tan tenso

-lo siento- me disculpé inspirando aire profundamente

-no tiene importancia- indicó aunque todavía parecía un poquitín enojado

-no te enojes más, estaba jugando contigo- confesé

-si, lo sé.

-pero pareces enojado

-no lo estoy

-yo creo que si lo estás

-no.

-insisto en que si

-que no, joder

Dejé pasar unos segundos

-estás enojado.- me miró mal y yo me reí- lo lamento ¡Es que te irritas tan fácilmente!- dije entre risitas

-ah y eso es tan putamente divertido- fingió voz de chica- y ya, deja de reírte de mí

-de acuerdo- asentí aunque no podía parar. Él me miró de soslayo y notó como contenía la risa. Así pasó hasta que se detuvo frente al mismo McDonald's de la otra vez. Él se bajó bruscamente y por un momento creí que se iría sin mí, eso hasta que lo vi dirigirse hacia mi puerta y abrirla antes de que yo lo hiciera. Sorprendida, dejé que me ayudara a bajar. Luego lo contemplé con curiosidad

-¿qué?- preguntó en tono hosco

-es solo que pensé que…

-¿qué no te abriría la puerta? Swan, todavía te quiero y quiero tratarte como princesa. Incluso si insistes en joderme la vida con tus comentarios- me miró con ojos entrecerrados y no pude evitar la sonrisa complacida que se hizo en mi rostro y tampoco el arrojarme a sus brazos y lo estrangulé con un abrazo apretado, dejándole dos tímidos besos en el cuello.

De forma inmediata él correspondió ciñéndome con fuerza y estremeciéndose ligeramente por mi tacto

-ya no estés enfadado. Te vas a arrugar- deshice la arruga leve en su ceño y percibí un atisbo de sonrisa

-¿y no me querrás si me arrugo?- preguntó ahora un poco más ligero de ánimo

-claro que te voy a querer, solo que ya no te permitiré salir en público conmigo- me reí y él soltó una risita corta, pero que ya me demostraba que por lo menos se encontraba un poco menos molesto.

-vamos, muévete Swan antes de que se haga tarde- me tomó la mano y me jaló al interior del local que olía a comida rápida. El olor a papas fritas me embotó los sentidos y cerré los ojos un instante- creo que pediremos solo papas fritas, ¿te gustan, no?- preguntó sonriendo y yo me ruboricé- es increíble que hace unos segundos tú, la misma chica que ahora está rojita me estaba sacando de quicio como nadie en mi puta vida- una señora mayor que se encontraba delante de nosotros le dirigió una mirada de desprecio a Edward.

-¡oiga usted! ¿Qué tiene en contra de mi novio?- le pregunté olvidándome de lo que el cobrizo me había dicho

La anciana no era tan anciana, y tenía cara de estar chupando un limón muy ácido. No tendría más de 40 años pero las canas eran abundantes y las arrugas sobraban en su piel que parecía un pergamino

-¿me estás hablando a mí, mocosa?- me miró de pies a cabeza e hizo un gesto despectivo

-¿me llamó mocosa, anciana?- inquirí mordazmente y su boca se abrió por la sorpresa y luego me apuntó con su dedo horrendo

-no soy ninguna anciana, niñita- quiso sonar amenazante y yo me reí

-ay, por supuesto que no.- me acerqué un poco hacia ella- no vuelva a mirar así a mi novio, a menos de que quiera que le quite esas canas pero no precisamente con tintura- si iba a decir algo no lo hizo y se limitó a tomar su orden y largarse.

Sonreí satisfecha y miré alrededor

-¿qué? ¿Sucede algo?- pregunté a los curiosos y éstos se volvieron rápidamente, retomando sus tareas.

-¿y eso qué fue?- Edward parecía confundido

-ella pues- la señalé- te miró feo- crucé los brazos sobre el pecho y noté como él sonreía

-hice un buen trabajo contigo Swan- dijo antes de tomarme la cara y besarme, de ese modo que me enloquecía. No atiné a corresponder por la sorpresa y además, él se alejó demasiado pronto

-¿a-a qué te refieres?- logré terminar la frase pero él ya estaba pidiendo la orden. Con un resoplido lo seguí y me coloqué a su lado.

Del mismo modo fue hasta el coche

-¿ahora si me puedes responder?- inquirí luego de abrocharme el cinturón de seguridad

-eres una chica rebelde ahora, una chica caliente y eres mía- me besó antes de que pudiera verlo venir y nuevamente se alejó sin que pudiera disfrutar y corresponderle. Bufé

-no soy tuya, ¿hasta cuándo debo decirte que no soy un jodido objeto?- me miró intensamente

-sigue diciendo groserías, buscando problemas con la gente y no respondo de lo que podría hacerte- advirtió regodeándose en mi rubor.

-ash, estúpido- mascullé entre dientes cambiando la dirección de mi mirada. Lo último que oí fue su risa antes de que arrancara. Pasamos el resto del trayecto en silencio, pero podía sentir la ligereza de su ánimo junto a mí, nada que ver con el mío. ¿En serio había cambiado tanto? Y si fuese así, ¿era bueno o malo? No me gustaba no saber la respuesta y tampoco estaba segura de que me gustaría conocerla. Suspiré y justo en ese momento, nos detuvimos frente a un sendero. Igual que la vez anterior. Fruncí el ceño

-¿iremos al bosque?- pregunté espabilando y mirándolo con terror en los ojos

-así es- sonrió deslumbrantemente tomando la comida y bajándose. No esperé a que me abriera la puerta, yo lo hice y me quedé apoyada contra el coche. No podía ser cierto que entraríamos ahí- ¿qué sucede? ¿Te da miedo el bosque?- preguntó burlón

-no me da miedo el bosque, me da miedo caerme en el bosque que es diferente- aclaré mirándolo con recelo

-vamos Swan, iré a tu lado. No te caerás, lo prometo- dijo acariciándome los brazos. Por lo menos no se burló, pensé.

-es que…- la cortesía se acabó y bruscamente me agarró la mano y me obligó a caminar con él.- Edward, no quiero- me resistí pero ni se inmutó

-si quieres, por favor Swan. Ya eres una chica rebelde, corre este riesgo- sonó meloso y rodé los ojos

-¿de verdad crees que soy una chica rebelde?- inquirí preocupada, cediendo a su mano. Caminando a su lado, si él decía que no me dejaría caer, yo le creía.

Me miró a los ojos

-solo conmigo, princesa- me acarició la mejilla- no has cambiado para nada, sigues siendo idéntica a como te conocí. Tu gran poder para irritarme sigue ahí- rió quedadamente y sonreí débilmente

-¿entonces por qué lo dijiste?- pregunté con un inicio de puchero inconsciente

-quería fastidiarte.- confesó con una sonrisa e iba a replicar- y antes de que digas algo, tú comenzaste- me callé de mala gana

-de acuerdo, en eso tienes razón

-yo siempre tengo la razón Swan- dijo con una sonrisa petulante.

-arrogante- me burlé aunque mi burla duró poco, puesto que tropecé y casi caigo, de no haber sido por su férreo brazo estaría hundida en el lodo.

-cuidado Bella- asentí sin mirarlo. ¡Qué vergüenza! Continué andando con la mirada fija en el camino lleno de raíces de árboles viejos, cubiertos de resbaloso musgo.

-¿sabes que creo?- comenté esquivando una poza de agua, que seguramente en el fondo sería barro puro

-¿qué crees?- preguntó alzándome del piso con su brazo enredado en mi cintura. Lo miré sonriendo de agradecimiento

-que quieres llevarme al medio del bosque para aprovecharte de mí- soltó una risita

-no necesito llevarte al centro del bosque para eso Bella, además… tú dejas que me aproveche de ti- cerró un ojo con arrogancia y alcé una ceja

-pues de ahora en adelante no te dejaré ni tocarme- crucé los brazos sobre el pecho y esquivé sus manos, alejándome un par de pasos, siempre teniendo precaución de los lugares que pisaba.

-veremos como lo evitas- dijo sin inmutarse en lo absoluto y le sostuve la mirada por largo rato antes de desviarla a las ramas sobresalientes y que eran una verdadera trampa para mí

-deberías respetarme- tropecé con una roca y quedé estampada en un gran tronco musgoso- ¡Ah mierda! ¿Cuánto falta?- pregunté sacando de mis palmas los resto de hiedra. Estaba cabreada, odiaba la maldita naturaleza y al imbécil se le ocurre traerme a un lugar tan lleno de ella. Quería asesinarlo.

Cuando me volteé a verlo vi como se reía

-¡Eres un estúpido! ¡Ahora todo tiene sentido! ¡Me trajiste aquí para burlarte de mí!- lo apunté con mi dedo y él no cesó de reír, sosteniendo a penas las bolsas de papel. Apreté los dientes y conté hasta diez. Luego, con toda la dignidad que me quedaba, inicié el regreso. Y no había dado cuatro pasos cuando sus manos me agarraron con firmeza y sin dificultades me echó como un costal de harina sobre su hombro. Pataleé removiéndome con violencia- ¡Jamás debí venir! ¡Charlie tenía razón! ¡Los papás siempre la tienen! Debería oírlo más a menudo ¡Debería considerar mi elección de novio!- grité sacando todo la rabia acumulada mientras golpeaba su espalda con mis puños aunque sabía que jamás le haría daño

-¿si? ¿Eso crees?- preguntó y no pude ver su expresión para saber si lo decía en serio o en broma

-¡Si! ¡Ash te odio Cullen! ¡Bájame ahora!- como toda respuesta me acomodó con brusquedad, haciéndome soltar el aire de golpe

-no. Y quédate quieta, será más fácil de ese modo- me retorcí más, solo para provocar su enojo hasta que finalmente me dejó sobre mis pies con un poco de fuerza. Me tambaleé y cuando iba a correr para pegarle, me detuve para observar alrededor. El lugar era precioso.

Los árboles estaban por el borde y los débiles rayos solares llegaban directamente al centro, puesto que los doseles de hojas no se encontraban presentes. Además, crecían flores bastante bonitas por toda la circunferencia, confiriéndole un aspecto parecido al que debiese tener un círculo de hadas. Busqué a Edward con la mirada y lo encontré apoyado contra un abeto con las bolsas balanceándose juguetonamente entre sus blancas manos. Cerré mi boca y acomodé mi cabello.

-¿aún me odias? ¿Debo mantener distancia o ya se te quitó la locura?- lo miré mal

-no tuve locura.- expliqué con una mueca

-lo que digas- se encogió de hombros y caminó hacia mí con determinación y los labios curvados en una sonrisa burlona.

Cuando llegó a mi posición, elevé mi mirada a su rostro y me lo quedé viendo. Él no hizo amago de besarme ni de tocarme y me sorprendió la oleada de decepción que recorrió mi cuerpo.

-este lugar es hermoso- miré nuevamente el claro

-esto es lo que te quería mostrar. ¿Quieres comer? Se enfriará- alzó la compra hecha en McDonald's

-si- asentí sintiendo el olor a papas fritas y sin agarrarme la mano, anduvo unos cuantos pasos y se sentó con las piernas cruzadas. Lo imité y me tendió una bolsa, teniendo precaución de no tocarme en el proceso. Me sentí extraña y helada por dentro, pero lo oculté

-gracias- me concentré en la comida, aunque de pronto ya no tenía apetito.

Nos quedamos sumidos en un silencio un tanto incómodo, por lo menos para mí puesto que el parecía sumamente concentrado en mirar el paisaje. Fue entonces que comencé a sentir un poco de culpa.

-¿ya no te apetece comer papas fritas grasientas?- inquirió y alcé la mirada, dándome cuenta de que me llevaba observando un largo rato. Suspiré rindiéndome

-no es eso- jugué con mis dedos

-¿entonces?- preguntó despreocupado

-es solo que… quería decirte que lamento mucho como te hablé- me mordí el labio inferior nerviosa y casi quise llorar cuando no me prestó demasiada atención

Como toda respuesta se encogió de hombros y se comió unas papitas fritas, fruncí el ceño

-¿es todo lo que harás?- no podía creer que simplemente se limitaría a eso

-¿qué esperas que haga?- al fin dejó traslucir su fastidio y cerré la boca de golpe

-solo hay algo que no comprendo- hablé entre dientes- para qué me trajiste aquí si piensas ignorarme todo el tiempo- alcé la mirada y me encontré con su expresión inescrutable

-no estoy ignorándote- respondió de mala gana

-ay por supuesto que no, a penas y logras mirarme treinta segundos. Creo que lo mejor sería volver-negó con la cabeza dejando la bolsa de papel a un lado

-no vamos a volver todavía- espetó firmemente

-pero si no quieres hablarme…- perdí el hilo de lo que decía cuando se acercó despacio a mí, para sentarse muy cerca pero sin tocarme en lo absoluto. Volvía a sentir aquellas corrientes eléctricas que fluían de su cuerpo al mío, impeliéndome a tocarlo.

-disfruta del paisaje y come, Bella- dijo tiernamente y fruncí el ceño confundida por su cambio

-Edward yo…- se acercó a mi rostro con intención de besarme y yo estaba más que dispuesta a acceder, sin embargo se apartó violentamente

-joder, esto es complicado- se restregó la cara y yo gruñí

-¡si vas besarme hazlo y no me dejes con las ganas!- me miró un segundo aturdido en el que aproveché de tirármele encima, derribándolo en el proceso. No perdí tiempo y obtuve eso que deseaba, no quería contenerme. Besé casi con desesperación sus labios entreabiertos que se mantenían inmóviles bajo los míos, quizá por la sorpresa, tal vez por otro motivo, como fuera yo no pensaba detenerme y enredé mis manos en su cabello, atrayéndolo más cerca de mi cuerpo. Hasta que por fin se rindió con un gemido cuando le mordisqueé los labios.

Me correspondió con rudeza, ciñéndome fuertemente, eliminando cualquier espacio que pudiese quedar entre ambos. Me deshice en sus brazos cuando su lengua de forma gentil pidió acceso para entrar en mi boca. Acepté, sumiéndonos en una batalla en la cual no había perdedores ni ganadores.

Recorrió toda mi espalda y luego amasó mi trasero, ocasionándome un gritito de sorpresa ante tal movimiento, sorpresa que luego fue sustituida por otra emoción. Pero él no se detuvo mucho tiempo en ese lugar, sus manos ávidas levantaron mi ropa, filtrándose entre ella y mi piel, causándome estremecimientos y escalofríos a cada roce.

-eres tan jodidamente suave- gimió en mi oído mientras yo le besaba el cuello

-y tú tan caliente- era cierto, su tacto era como la fiebre.

-lo sé- reí ligeramente, o por lo menos lo hice hasta que sus dedos encontraron el broche de mi sostén y dejó que mis senos quedaran libres en la ropa.

-Edward…- dije con voz temblorosa, sin saber que era lo que planeaba

-tranquila Bella, solo quiero intentar una cosa… si no quieres dime que pare y lo haré- sopesé la situación y cuando sus labios encontraron los míos dejé de pensar.

No pude contener el gemido ni el arquear mi espalda, cerrando mis ojos cuando sus dedos me tocaron de forma directa. Sintiendo su contacto cálido abrasándome la piel de los pechos que se irguieron y estremecieron sin que les diera la orden.

-mierda- gimió en mi oído y sus palmas se encontraron tomando por completo mis senos, podía sentir las corrientes atravesarme el cuerpo, cada molécula, cada poro era invadido por ese calor tan deliciosamente torturoso- son tan condenadamente suaves… Bella, son perfectos para mis manos, ¿lo sientes?- me prodigó los mismos masajes que antes pero esta vez sin ropa de por medio. No podía existir algo mejor que esto, o yo no podía creerlo por lo menos.

-si… jo-der- me mordí el labio inferior, escondiendo mi cara en su cuello, respirando de forma acelerada ahí.

-joder es una mala palabra- retorció uno de mis pezones originándome un gritito

-uhm…mmh… lo sé- inconscientemente mi cadera comenzó a moverse sobre la de Edward y aunque sabía que era más bien vulgar hacerlo, no podía parar. Lo que él me hacía no podía controlarlo y deseaba más, mi cuerpo lo deseaba más que el oxígeno inclusive, puesto que olvidaba respirar a veces, conteniendo el aliento y soltándolo de golpe, para luego tomar grandes bocanadas de aire.

-mierda Bella, no hagas eso o no podré continuar- se aferró a mí y yo suspiré de gozo, buscando instintivamente sus labios, que de inmediato me correspondieron. Casi no me di cuenta de que él nos volteaba dejando mi espalda pegada al suelo y recibiendo parte del peso de Edward, además de ser consciente de su erección rozándose contra mí con cada movimiento que realizaba mi pelvis.

Y de pronto se detuvo, dejando sus manos quietas un instante sobre mis pechos antes de deslizarlas a mi estómago, causándome unas ligeras cosquillas, aunque obviamente no me reí.

-¿qué sucede?- pregunté con la respiración acelerada. Me hizo sentar pegando mi pecho al suyo, sin responderme todavía. Abrochó nuevamente mi sujetador y me alejó un poquito para despejar mi cara de los mechones de cabello. Su rostro mostraba una expresión cariñosa y yo sabía que mi cara era todo lo contrario.

-no sucede nada malo. Es solo que no podemos hacer esto aquí- miré alrededor con los brazos cruzados, alejándome.

-no hay nadie aquí- discrepé con acritud y él rió

-¿ahora yo debo cuidar de tu virtud?- me ruboricé

-no íbamos a hacerlo…- no soné muy convencida, puesto que no lo estaba. Ya no podía decir que controlaba la situación

-se nota que eres muy inocente- me acarició la mejilla, encendiendo mis más primitivos instintos

Agarré su mano y lo detuve, alejándolo, aunque él no me soltó y entrelazó nuestros dedos.

-eso crees

-Bella, si seguías haciendo eso con tus jodidas caderas, hubiera roto todos mis principios morales y te hubiera tomado como salvaje en este sitio. Y aunque suene cursi, quiero que nuestra primera vez sea en una cama, como corresponde- no pude controlar el furioso rubor que me cubrió todo el cuerpo

-mi primera vez querrás decir, la tuya debe ser como la quinientos cincuenta y siete- se rió ligeramente

-eres una exagerada- me golpeó la nariz

-no hagas eso- reclamé

-ahora ya quieres comer- preguntó trayendo nuestras bolsas

-no lo sé

-ah, yo sé que quieres, son papas fritas- reí rindiéndome y aceptando lo que me tendía. Iba a alejarme un poco, pero él me lo impidió- quédate aquí

-¿no quieres que me tumbe sobre ti también?- inquirí con un poco de genio. Aún podía sentir su tacto y anhelaba más de él.

-es una excelente idea- y sin decir nada me jaló obligándome a estar sobre su pecho. Me resistí un poco – ahora no me vengas con cuentos, tú lo propusiste- dijo sosteniéndome firmemente

-pero era una pregunta retórica… no debías hacerlo- reclamé

-oh, cierra esa linda boquita y come, mejor- me acercó una papa frita a la boca y apreté los labios. Entonces él comenzó a acariciármelos con ella y sentí escalofríos fluir en mi espina dorsal.

Hasta que finalmente mis labios se entreabrieron casi por si solos

-eso es, buena chica- le golpeé el pecho y oí su risa retumbar

-no soy un perro

-deja ese mal genio, princesa- me derretí al escucharlo decirme princesa, siempre conseguía lo mismo

Suspiré

-de acuerdo- sentí sus manos acariciarme la nuca lentamente, luego el cabello

-me gusta tu cabello y como huele

-eso suena tan sicópata- reí

-lo digo en serio Swan. El olor a fresas es tan dulce… te sienta

-oh si, es que soy tan dulce como un candy

-bueno, en realidad, no siempre lo eres. Ahora por ejemplo, eres irritante- me reí ligeramente

-¿qué piensas hacer en el fututo?- pregunté masticando una papa

-uhm… siendo sincero, no me había detenido a pensar en eso- dijo al fin- pero creo que me gustaría estudiar algo relacionado con la medicina, como mi padre

-¿y el piano? ¿Qué harás?- inquirí colocando mis manos bajo el mentón para ver su cara

-es complicado. Estoy reencontrándome con él nuevamente… creo que lo tomaré con calma- me apartó los mechones de los ojos colocándolos tras mi oreja, me estremecí un poquito- ¿tú qué piensas hacer?

-bueno… no lo sé. No tengo ni idea- suspiré- no lo he pensado… aunque me gusta la literatura, no lo sé- negué con la cabeza

-no pareces de esa clase de chica, yo creí que ya lo tendrías todo estrictamente planeado.- rió

-no hago planes… siempre que los hago, salen mal o no resultan- me encogí de hombros

-creo que eso es una visión algo negativa

-puede ser. Pero es la única que tengo por el momento… aunque- me puse a pensar

-¿si?

-bueno, me gusta hacer planes contigo… ya sé que es ridículo y todo… pero- me tomó el rostro

-no lo es Bella, a mí también me gusta hacerlo- desvié un poco la mirada

-suena tan empalagoso- me reí soltando la tensión y él me siguió

-es cierto, aunque me agrada sonar así de repente… es lo que los novios normales hacen ¿no?- agarré otra papita frita

-bueno si, y también se abrazan todo el tiempo, se dicen lo mucho que se aman a cada instante y cómo son capaces de verse en el iris del otro. Hablan todo el día y no dejan de mirarse… suena tan divertido, oh y además se llaman a cada momento y ni siquiera tienen privacidad en el baño… anhelo tanto, tanto ser una novia normal- miré como la cara de Edward era casi de horror

-okey, de acuerdo. Me gusta nuestra relación- me reí- es que joder, no pueden hacer esas putas cosas todo el condenado tiempo- fruncí el ceño tragando mi papa y tomando otra

-deberías dejar de decir tantas groserías. Nuestros hijos tendrían un muy mal ejemplo lingüístico- noté como él se congelaba- ¿qué te pasa?

-tú… dijiste que… ¿Nuestros hijos?- tartamudeó mirándome directamente a los ojos

-por favor Edward era una…

-mierda, si tú quisieras tener hijos conmigo yo dejaría de decir todas las groserías que conozco y que podría aprender- me tomó la cara con ambas manos y yo lo miré con ojos abiertos, casi con pánico

-okey, tiempo ¿si? yo solo estaba jugando… no sé si quiero tener hijos o si quiero tener algo siquiera. ¡Demonios! Solo tengo diecisiete años- exclamé y noté su expresión un tanto turbada

-de acuerdo. Tranquilízate mujer- dijo con voz suave y conciliadora, casi podría decir que un tanto asustada.

-estoy tranquila- aclaré

-oh, si, muy- molestó y lo miré mal- paz, paz- alzó las manos

-no me jodas ¿quieres?

-¿de qué hablas? no te he jodido aún- rodé los ojos

-olvidaba lo irritante que puedes ser a veces y que nada te amedrenta ni hiere tus sentimientos- me acarició otra vez la nuca

-soy una roca, princesa. Nada me lastima… bueno, nada más que tú- me miró con intensidad

-déjame decirte que no se nota

-tú me dijiste que no te tocara y que te respetara y eso hice… pero cómo siempre que uno tiene la idea de pasar tiempo de calidad con su novia, ella se pone caliente y ardiente y solo piensa en sexo y entonces quiere aprovecharse de ti. Es triste pero cierto- terminó con un melodramático suspiro y no pude hacer más que soltar tremendas carcajadas

-tan teatral que eres- acaricié su mandíbula con la punta de mis dedos y cerró los ojos, quedándose en silencio unos minutos.

-¿qué harías si justo ahora te…?

-¿qué?

-¿te pidiera que te casaras conmigo?- me quedé de piedra mientras él se incorporaba para mirarme y meter su mano en el bolsillo. Me deshice de su agarre y de forma instintiva con el corazón latiéndome a mil me aparté de su lado, mirando con terror lo que fuera que iba a salir de él. Se sentó y con una sonrisa burlona sacó la mano.

Me alejé a medida que se acercaba

-no… yo… Edward, tú no…- no era capaz de hilar frases- ¿qué tienes en la cabeza? No puedes…

Me interrumpió su cuerpo saltando sobre el mío. Y Edward estaba muerto de la risa, debo agregar.

-no viste tu cara- carcajada- tenías una cara de horror tremenda- no podía parar y yo fruncí el ceño

-¡No es gracioso! ¡Casi me matas!- reprendí golpeándolo y él se limitó a abrazarme fuerte, estremeciéndose por su risa

-ya sé que eres alérgica a los compromisos- y volvió a reírse y a pesar de mi enojo-y el reciente terror- disfruté de sus desinhibidas carcajadas en mi oído.

-pues si, y ahora me has creado un trauma con ellos- cedí a su alegría y me contagié de su buen humor

-ah, pero así como te creo traumas, puedo quitártelos- susurró con voz condenadamente sexy, alejándome un poco para quedar frente a frente

-¿tú crees tener ese poder?- enrosqué mis brazos entorno a su cuello y junté nuestras narices

-oh, yo tengo la certeza de lograrlo, Bella- me acarició lentamente con sus manos- dime uno y te diré de inmediato cómo lo quitaré

-no soporto que me lleven el desayuno a la cama – dije sin pensar y esperé ver su reacción, que solo fue pasiva. Supe que logró leer en mis ojos por qué era aquel trauma

-bien…- se acercó a mi oído, ocasionándome escalofríos- después de que hagamos el amor- ronroneó y mis vellos se erizaron- te despertaré con suaves besos como este- me dio un beso de mariposa en el cuello y retuve el aliento- te acariciaré despacio y sentirás como tu piel reacciona a mí, recordando todo…- podía percibir cada cosa que él decía, mis reacciones, sus besos, el calor- y entonces abrirás tus ojos y me veras, sonreirás y dejaré la bandeja con el suculento desayuno preparado por mí en tus piernas- me tensé ante la escena- y sé que te pondrás difícil, pero creo que podré convencerte de comértelo, quizá con besos… u obligándote- me reí quedadamente- Bella, lo podemos intentar todo… tenemos el jodido tiempo por delante y es nuestro- me dijo con firmeza mirando dentro de mis ojos y luego de que asentí, dejó que su cabeza cayera hacia la mía. Permitiéndome sentir sus labios tocarme delicadamente, rozarse simplemente. Y mientras me besaba, vi pasar una vida entera ante mis ojos y ¿por qué no intentarlo?

-vale… creo que puedo acceder a eso, quiero verte tratando de conseguirlo- y sin perder más tiempo volví a unir nuestros labios, poniéndole fin a una etapa de inseguridades y temores. De ahora en adelante, sería un poco de Edward, dejaría que las cosas siguieran su curso y no me complicaría con detalles ridículos. Trataría de olvidar y ser feliz, aunque sabía perfectamente bien que junto a Edward no sería para nada una tarea fácil, quería correr el riesgo.

-joder, deja de pensar y bésame- me reí sobre sus labios

-no me estés dando órdenes Cullen

-Calla Swan y bésame.


Hola! ¿Qué les pareció la familia de Edward? A mí me divirtieron y esa Esme jeje

Ahora si que si, este es el fin u.u aunque me hace muy feliz saber que entretuve a algunas personas con esta pareja tan especial jaja, en todo momento peleando

Bueno chicas, nuevamente quiero agradecerles por el apoyo, capítulo a capítulo, ya fuese con un review, una alerta o un favorito, ¡con el simple hecho de leer! Muchas gracias, me hicieron sentir muy afortunada (:

En fin, no quiero dejarles un testamento aquí abajo jaja, creo que basta con el largo del epílogo así que ahora les deseo lo mejor, que estén muy bien y espero de todo corazón volverlas a leer en alguna de mis otras historias que pretendo publicar pronto y además espero haber satisfecho cualquier inquietud que no quedara del todo resuelta. Oh, si, antes de que me olvide… lamento decirles que no haré una segunda parte, creo que así está bien y en realidad no se me da muy bien continuar una trama que ya tenía lista en mi mente, espero no se molesten

Ahora si, ¡Bendiciones y abrazotes enormes!

Un saludo gigante para todas desde Chile ;)

Pd: perdónenme si es que tuve algún error ortográfico y/o de gramática