No he actualizado, lo sé. Pienso en ello todos los días. El remordimiento me corroe. Ya que he estado con otro fandom que adoro, The Beatles.

En fin, he aquí, el capítulo. Curiosamente escena Climon. La verdad sí he sido mala con ustedes, pero esperen se pondrá peor.

ADVERTENCIA, ADVERTENCIA: he convertido a Clary en una puta. XO

—A

(Esto no es Pretty Little Liars)

1 terrible semana después

Los siguientes días pasaron lentos. Y ella estaba oficialmente deprimida. No salía del cuarto. No hablaba con nadie. Su madre intentó sacarla de la cama tanto por medio de palabras dulces como por amenazas. El único consuelo humano (si eso se le pudiera aplicar a un vampiro) que había tenido fue cuando Simon la había estado esperando en la casa de Luke, ella con lágrimas en los ojos y él sosteniéndola para que no se desmoronara en mil pedazos. La había abrazado todas las noches. Y ni siquiera había preguntado el por qué. Él solamente estaba para ella.

En un punto de una de aquellas noches, los pensamientos la embargaron mirando al todavía joven vampiro. ¿Por qué ella no pudo amarlo? Amarlo de la forma en que él la deseaba. Simon bien pudo haber sido el puerto seguro pero no, por supuesto; ella había optado por el peligro y elegido a los cazadores de sombras. Cuando un mundano pudo haberle dado lo mejor de sí y ella misma también le hubiera podido dar eso. Pero, con cierto retraso se percató que esa ya no era una posibilidad, Simon ahora era un subterráneo que miraba a Isabelle y era imposible culparlo. Aquella chica con hermosura divina y temible, ella no tenía nada de eso.

— ¿Por qué me estás mirando fijamente?— preguntó el vampiro que no estaba tan dormido como aparentaba.

—Verte me da tranquilidad. Te ves tan…— suspiró— apacible.

Abrió los ojos avellana. Se convirtieron en más oscuros cuando lo habían transformado.

—Por supuesto. Apacibilidad es mi segundo nombre— guiñó un ojo aunque su rostro se ensombreció cuando ella no sonrió por la broma— Dime ¿tan mal fue?

Giró para quedar observando el techo.

—Me engañó, Simon. Apenas comenzamos a salir besa a Magnus y… — volteó a verlo— ¿Cómo sabes sobre Alec y yo?

Sonríe con disculpa y Clary lo capta.

—Izzy— musitan al unísono. Se oye un suspiro por parte de Simon.

Clary lo observa detenidamente otra vez y las palabras salen como un impulso, atropelladas y quebradas.

— ¿Es tarde?

Simon se medio incorporó y miró en la mesita de noche.

—No exactamente, son las 3:00 am. Uno diría más bien que es temprano— regresó a acostarse pegado a ella. Frente a frente.

Clary casi rueda los ojos mentalmente. Su cara se tiñó rojo tomate. Aproximó sus dedos a la esquina de la almohada entre ellos. Inhaló hondo y su oración salió como exhalación.

—No me refiero a eso. Quiero decir si ya es tarde para nosotros— hizo énfasis en el nosotros para darse a entender.

Los ojos de él se iluminaron con la llama del entendimiento y descubrió sorpresa en ellos. Él no esperaba que hablaran de ese tema justo ahora, en absoluto. Probablemente ya lo habría superado.

—Clary— comenzó— no creo que sea bueno hablar sobre eso en este momento.

—No, claro…, por supuesto— las palabras sonaron menos seguras de lo que ella quería. — Soy una estúpida.

Tomó su fino mentón y los encaró. Sus ojos mostraban la comprensión y el afecto.

—No eres estúpida. Solamente eres una chica que siente cosas de chica. Y justo son estos los momentos de depresión, en los que estás más sensible y empiezas a culparte de todo lo que ha ocurrido, te castigas a ti misma— su cara volvió a tornarse con el cariño— Que lo nuestro no haya funcionado no es culpa tuya, simplemente no estaba destinado a ser. Y eso es todo. Lo superaremos.

No tenía nada que replicar a eso. Su mejor amigo nunca había sido hábil con las palabras pero verlo así tan cambiado, tan comprensivo y cordial, le provocó otra oleada de sentimiento. Las lágrimas picaban en su garganta.

— ¡Eso sólo demuestra mi punto! Tú eras el partido perfecto para mí y yo sólo te rechacé. Jamás te tuve en cuenta. He sido tan superficial que no vi nada— las lágrimas ya se habían desbordado y ahora sollozaba.

La abrazó fuerte y apasionadamente. Fue el tipo de abrazo que es para estrujar, para dejar en definitiva que no estás yéndote lejos. Que permanecerás a pesar de todo. Pero lo que dijo contrarió su gesto.

—Por Dios, Clary, este no es realmente el momento de confesiones. Lo lamento, pero no puedo arriesgarme a que me rompas el corazón una vez más. Ahora estoy con Isabelle o algo así; no lo sabré hasta que vayamos en serio y no podremos considerarlo realmente hasta que estemos libres de compromisos. Y quiero intentarlo de verdad con ella.

Sollozó aún más. Pero se obligó a entender, a comprender que no era lo idóneo. Que estaba siendo irracional.

—Perdón, yo… tienes razón. Son las hormonas, estoy deprimida y estoy yéndome a lo fácil— su voz ya había sonado regular, tan sólo cortos jadeos entre tantas lágrimas.

—No importa, Fray. Tú puedes contar conmigo. Por más cliché que sea.

Las emociones volvieron a hacerse presentes. Y se le cerraban los párpados. Justo antes de que cayera en la inconciencia logró captar las melancólicas palabras de Simon.

—Es tan tarde, Clary Fray. Y duele tanto saberlo.

XOXOXOXOXOXO

Volvió a retorcerse en la cama, intentando encontrar el ángulo correcto. Exhaló desesperado con el cabello todavía pegado al rostro por el agua maldita que había salido de sus ojos.

Si tan sólo pudiera verla una vez más. Su Clary. Esa chica hermosamente pelirroja con las pecas adorables que se le multiplicaban al sonreír. Tardíamente se dio cuenta que aunque ella no estuviera él tendría que seguir; que era lo que debía hacer. Y que había que tener bastante en cuenta que ella estaba viva y bien. Él la vería seguido porque ella era una nephilim y este era el Instituto al que ella pertenecía.

Que los errores que había cometido eran cosas que sucedían y castigarse por ellos sería peor y terminaría en el suicidio. Lo único por lo que él rezaba si es que él creía en algo; porque incluso el más ateo es creyente en los tiempos de desolación era que Clary fuera feliz, feliz y buena. Aun así, no fue suficiente para evitar sentirse miserable.

Isabelle pasaba las páginas de un libro de historia en latín, aunque el latín no era cosa suya la lectura lo era menos. No había sido nunca una de esas personas que se prensaban con la literatura; prefería ir a lo práctico.

Intentaba enfocarse en las palabras pero su hermano tenía una cara tan triste, tan débil que no podía hacer caso omiso de ello. Él también leía o él también fingía leer.

XOXOXOXOXOXO

Volvió sus ojos a las hojas amarillentas. No fue hasta sino después de 3 minutos en que percibió la fría postura de Alec. No se movía, apenas se notaba que respiraba. Trasladó mecánicamente su mano nívea a una de las hojas y la arrancó lentamente como si disfrutara del sonido grave de rotura hasta que fue desprendida y balanceada sobre la gravedad.

—Alec— llamó, pero él seguía tieso arrancando una a una las hojas cada vez más fácilmente. — Alec, detente. ¿Qué haces?

Un ruido extraño, ni siquiera parecido a algo humano brotó de su garganta. Una mezcla de chillido y grito enfermizo.

—Alec, por favor, hermano— corrió hacia él y arrojó el libro de sus manos hasta el suelo con un ruido sordo— Mira, sé que esto ha estado mal. Esta semana fue terrible pero tienes que afrontarlo.

La miró con los ojos rotos y muertos.

— ¿Qué debo hacer?— se le arquearon las cejas en fragilidad.

—No te quedes aquí rompiendo libros. No seas un perdedor y explícale que ha sido un error— estimuló ahora enfadada— Ve por ella, ve por ella y esta vez llévala a tu habitación.

XOXOXOXOXOXO

Su lengua sabía un poco metálica, debía ser por el consumo necesario de sangre. Luchaban por el dominio y por primera vez creyó que tal vez podría ganar. Los chicos Lightwood nunca le habían dejado opción. Ella siempre sería su sumisa; con Simon siempre estaría en igualdad de condiciones.

Estaba encima de él y fue un poco excitante el gran contraste de tamaños. Ella era una cosita diminuta y él era larguirucho y sus músculos poco marcados.

—Clary— gimió cuando ella mordió su labio y lo jaló salvajemente— Debemos parar, solo iba a ser un beso rápido.

— ¿Rápido? Oh, Simon. Esto es todo menos casto— lo presionó más duro contra la cama. Sus lenguas hasta la garganta. Dientes chocando a cada saboreo de labios.

Llevó su mano a su cadera y presionó justo detrás del hueso. Simon gimió más grave y fuerte contra su boca, pero justo al momento de arañar la extrema pálida piel, el vampiro gruñó guturalmente y arqueó las caderas para chocarlas con la entrepierna de ella.

Ella casi gritó por la fricción que había perdido en ese lapso de tiempo perdido. Él se incorporó en una posición sentada para que ella estuviera en su regazo y sus brazos rodeando su estrecha figura.

—Hay que detenernos— exhaló ruidosamente— Tengo un problema.

Clary también estaba aturdida pero sonrió entre sus jadeos.

— Puedo imaginarlo

Su mejor amigo se sonrojó imperceptiblemente por ser un vampiro.

—No. Tengo… hambre— ahora sus mejillas se oscurecen más.

Clary capta el comentario. Simon estaba sediento; eso quería decir que quería beber sangre y ahora. Una idea se le cruzó por la mente y sus dedos van a sus rizos rojos.

Los ojos del castaño se agrandan horrorizados.

—¡Clary! ¿Has perdido el juicio? No estoy alimentándome de ti.

—Tienes que hacerlo. No tienes que preocuparte, pararás, lo sé— su cara se tornó con una sonrisa— Además, será un tanto estimulante.

La expresión de su mejor amigo fue de sorpresa total.

—Clary… no estarás pensando en…

No terminó porque Clary ya se había rasguñado un lado del cuello y pocas gotas de sangre corrían por su clavícula.

Todo lo demás fue olvidado, verdaderamente todo excepto que el cuello de la chica que había amado toda su vida sangraba listo para ser mordido.