Disclaimer: Yoshiki Nakamura-san es dueña de Skip Beat! y sus personajes. Las canciones utilizadas y sus traducciones no me pertenecen. Los songfics participan en El Reto de la Princesa Rosa de Tefa-sakura del forum LCDP, y corresponden al desafío: hacer 3 songfics con las canciones de Mamoru Miyano, BoA y Namie Amuro.
Sé que todavía falta mucho, pero ¡Feliz cumpleaños Tefa-sakura! Espero que esto te guste ;3
Primera canción: Kimi e - Mamoru Miyano.
Hacia ti
Has estado a mi lado por un largo, largo tiempo.
Esos honestos ojos tuyos no dejan de sacudir mi corazón
incluso ahora.
No sabría explicar si la mirada de esa chica era poco o muy expresiva. No podía leerla, no como antes, aunque no discernía si se trataba de sus nervios traicionándolo, o de ella tratando de lucir tranquila.
Las luces de los autos reflejándose en las ventanas de la pequeña cafetería lo distraían de vez en cuando; pero no eran suficientes para desacelerar su corazón. Su acompañante tampoco emitía sonido alguno, así que la atmósfera no ayudaba a deshacer el nudo en su garganta.
—Prometo que lo explicaré—le había dicho, después del incidente en la playa donde Kyoko lo descubrió con la imagen de Kuon. Fue comprensiva hasta cierto punto, quizás tenía miedo de escuchar las razones y no hizo demasiadas preguntas. Aceptó su promesa de hablar en otro momento y desde entonces continuaron con sus vidas como si no ocurriera nada.
Sin embargo, no estaba bien dejarlo así. Ella huía en cuanto encontraba oportunidad, y luego de un mes, dio por hecho que el único remedio sería enfrentarla con la verdad, aun si no estaba listo para eso.
Te siento tan cerca.
Los ansiosos pensamientos están ocultos en las nubes…
Una de las meseras se hizo cargo de traer el café que habían ordenado. El ruido de las tazas siendo colocadas sobre la mesa fue lo último que escucharon antes de que todo volviese a ser silencioso.
—Yo… hablé un poco con el presidente —tartamudeó ella, consiente de que no podrían seguir así toda su estancia en ese lugar.
—Ya veo —respondió, sorbiendo levemente de su taza. Tenía que ganar el tiempo suficiente para pensar en las palabras correctas—. Mogami-san… sé que posiblemente debas estar muy confundida. Lamento que las cosas hayan marchado de ese modo.
Ella asintió, evitando verlo a los ojos.
—No suelo hablar mucho de mi pasado, por ese motivo he sido cauteloso todos estos años; aunque eso no quiere decir que en mis planes no estuviera contarte algo tan importante.
Kyoko se tensó—. No se preocupe, lo sé bien. El presidente me dijo que no se trataba de algo sencillo, y me pidió tener paciencia.
—Entiendo. Te lo agradezco mucho.
Tras comer un par de galletas que se hallaban en un plato justo al centro de la mesa, volvió a fijar su vista en la ventana. Afuera, en los locales que iluminaban las calles, la gente caminaba calmadamente. Ninguno de ellos se percataba de que ésta noche era diferente a las demás.
Inhaló profundamente, apretando los puños para darse valor—. Mi verdadero nombre es Kuon... Hizuri Kuon. —confesó, clavando su vista en ella.
La joven permaneció estática, tal vez sintiendo miedo de decir algo.
—Y lo cierto es que somos viejos conocidos Mogami-san, no... Kyoko-chan.
Abrió sus ojos con sorpresa—. ¿Qué significa...? —susurró. Probablemente, aun cuando lo hubiese visto con su apariencia real, la joven no había podido reconocerlo.
—Es normal que no lo recuerdes, ya que ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos en Kyoto. —Ella lució muy impactada por esa revelación.
No hubo mucho que hacer al respecto. Encontrarse finalmente luego de años, no era precisamente como había imaginado, pero estaba aliviado. Los eventos caóticos que marcaron su vida continuaban atormentándolo, no obstante, por el momento podía sentirse libre al haberse presentado ante ella.
—Por favor, perdóname por ocultarlo —murmuró con pena.
Kyoko hizo un esfuerzo por hablar—. Lo siento… Tsuru… —se detuvo. Pareció dubitativa—. Si no le importa, yo… —se levantó del asiento y caminó directo a la salida.
Ren sintió como si su alma abandonara su cuerpo al temer que ella no volviese a aparecerse cerca suyo.
—¡Espera, Mogami-san! —Se apresuró en alcanzarla antes de que se fuera.
—Está bien —aseguró sin girarse a verlo—. Es sólo que no sé exactamente que decir. Por eso… por favor, por ahora no me siga. —La chica no se entretuvo más y huyó del lugar dejando atrás a un angustiado hombre.
Había hecho lo correcto, y eso no quería decir que las cosas saldrían bien. Debió haberlo sabido.
¿Cuánto realmente me necesitas?
Tú, que sonríes brillantemente como la luz.
Una semana entera había transcurrido sin que Mogami Kyoko se hiciera presente. Según Sawara-san, la chica tenía un par de trabajos extra más sus grabaciones para Box-R, por lo que difícilmente se le veía por LME.
Aunque el mundo continuara girando, y su carrera siguiera siendo la de siempre, su corazón y su mente le dictaban que todo a su alrededor había dado un drástico cambio. Uno que sólo él podía percibir.
Intentó actuar con naturalidad, como ya era costumbre, escondiendo sus inquietudes bajo la sonrisa radiante de Tsuruga Ren. La vida fluía como se supone debía hacerlo, aun cuando sintiese que él en especial se oponía al trayecto que llevaba.
—Kyoko-chan no ha hablado con nosotros en un buen tiempo —comentó Yashiro durante un descanso.
—Debe estar ocupada —contestó, restandole importancia. No quería darle vueltas al asunto, pues el miedo de que ella no volviese se hacía cada vez más y más fuerte.
¿Qué necesito saber?
¿Qué puedo decir para verte otra vez?
Aunque ya no pueda dar marcha atrás a estos sentimientos.
Solamente ahora llegue a ver que muy pronto nuestro mundo será arrasado,
convertido en gotas que se hunden por el desagüe.
—¡Buen trabajo!
Su itinerario para el día de hoy había concluido satisfactoriamente, tanto él como su manager podrían retirarse a casa. Hablaron un momento acerca de las escenas que tendrían que grabar para mañana, y sobre lo primordial que era cenar adecuadamente ésta noche.
Fingió que haría caso a las advertencias sobre reprenderlo si no comía, pero no tenía la mínima intención de probar bocado. En realidad, perdió el apetito desde esa tarde, al hallarse tan abatido por ver el calendario y notar cuanto tiempo hacía desde que Kyoko y él habían hablado.
Conducía por las calles de Tokyo preguntándose si la extraña sensación en su pecho se desvanecería, o si todo era producto de su imaginación. Sus preocupaciones generalmente lo invadían al ponerse el sol, y lo único que restaba por hacer era no sucumbir ante sus demonios.
—Aunque no tiene por qué ser de ésta forma—pensó, al ver de reojo la figura de un daruma en la tienda a un costado suyo, donde tuvo que hacer alto para esperar el semáforo.
—Es sólo que no sé exactamente que decir. —Recordó las palabras de la chica. Comprendía que estuviese confundida, incluso tal vez decepcionada. Aquel ser al que tanto idealizó, no era más que un simple humano que se escondía bajo una careta elegante. Sin embargo… aun si ella no sabía que decir, él si tenía mucho por contar.
Dio reversa en una de las avenidas, dispuesto a buscar a la joven hasta el sitio donde vivía.
A ti…
A ti quiero expresar…
Hacia ti…
Una vez más mis sentimientos de amor.
No meditó mucho sobre lo que estaba haciendo, y dejó que los impulsos de su verdadero yo lo condujeran. Frente al Daruma-ya aguardaba pacientemente a que la actriz volviera de su trabajo; quizás fuese cuestión de esperar horas, pero era mejor que aislarse en su apartamento.
No sabía de qué manera acomodar las ideas que se agolpaban en su cabeza, y lo que menos quería era asustarla, o comportarse de forma que terminara de alejarla de él. Se quedó quieto dentro del auto, analizando la situación que estaría por enfrentar.
Afuera, la gente iba y venía ajena una vez más a la noche tan significativa que estaba transcurriendo. Por primera vez en mucho tiempo, sintió deseos de transitar libremente como esas personas. Miraba nostálgico lo apacible que lucían sus rostros, dándole la impresión de que ningún problema podía ser tan grande que no tuviese una solución.
—Hay esperanza —dijo en su mente, al ver llegar a la chica del cabello naranja. Se bajó del coche inmediatamente y se posicionó frente a ella antes de que entrara al local.
Los cristales blancos que caen de lo alto
se disuelven como espuma…
Las cosas que he perdido parecen brillar.
Están tan cerca que casi puedo tocarlas.
—Mogami-san —murmuró—. Disculpa si esto es repentino.
Ella lo miró con los ojos abiertos de par en par, pero luego, reaccionando de su estupor lo invitó a pasar.
—Está haciendo frío, podría enfermarse —regañó—. También… supongo que no ha cenado nada.
Ambos entraron al Daruma-ya. La dueña los recibió con una gran sonrisa, y lució emocionada de conocerlo en persona. Le sirvieron un plato caliente de curry pese a que dijo que no tenía hambre, mientras su kohai iba y venía con los pedidos de los demás clientes, que en realidad no eran demasiados. El hombre al que reconoció como el jefe, le enviaba una que otra mirada seria de vez en cuando. Decidió no incomodarse por esto y comer, puesto que debía guardar energías para el momento en que debiera conversar a solas con la joven.
Así pasaron las dos horas más rápidas de su vida. Kyoko sonreía alegremente, y al parecer era popular entre quienes visitaban el restaurante. Fue veloz en servirles, y todos se marchaban completamente satisfechos. Sintió algo especial en su pecho al darse cuenta de lo habilidosa que podía llegar a ser, y en lo admirable que resultaba que pudiese cumplir con éstas tareas incluso después de un largo día de grabaciones.
—Fue espectacular —felicitó, cuando al fin se sentó en la mesa junto a él.
—¿A qué se refiere? —cuestionó con curiosidad.
—Tienes buena química con la gente que viene a éste lugar, además te veías con muchas fuerzas.
Ella se sonrojó levemente—. Ah, eso… es que hoy no hicimos gran cosa en el set.
—Comprendo.
Sus ojos se cruzaron brevemente, y antes de que pudiese decir algo, los señores del Daruma-ya interrumpieron.
—Tsuruga-san, espero de corazón que la cena le haya gustado.
—Por supuesto, estuvo deliciosa —respondió con una sonrisa.
Okami-san estuvo feliz de que el actor elogiara su cocina, y aunque el jefe se mostró renuente a dejar que Kyoko y él charlaran con privacidad, después de unos minutos el local quedó en completo silencio, con tan sólo ellos dos sentados lado a lado frente al mostrador.
Como la vez anterior, ninguno estaba seguro de cómo iniciar con la conversación. Ella jugaba nerviosamente con los dedos de sus manos, mientras él veía distraídamente los adornos que colgaban en las paredes.
—Sabes, no me imaginaba que tu sitio de trabajo fuese así —comentó.
—¿Eh?
—Me refiero a que fuese tan hogareño. Estoy contento de que vivas aquí, con personas que te aprecian.
La chica lo observó directamente, rememorando las veces en que le platicó sobre la casa de los Fuwa a su amigo Corn.
—Si… —murmuró. Se movió inquietamente en su asiento, pero luego de unos segundos se atrevió a hablar—. Durante su infancia... ¿Estuvo con gente que también lo apreciara?
Ren se sorprendió por sus palabras, sin embargo le sonrió—. Claro.
Hubo otro silencio en el que sus respiraciones eran lo único que lograban escuchar. Sus latidos irregulares lo hacían estremecerse, no obstante, estando aquí no podía retractarse de nada.
—Supongo que no hice las cosas del mejor modo, hace una semana —mencionó.
—¡No se trata de eso! —Kyoko reaccionó de inmediato de forma impulsiva. Se inclinó hacia él y habló—. Fui yo quién actúo de forma incorrecta. Lamento mucho lo ocurrido, no debí retirarme y dejarlo con la cuenta.
—No hiciste nada malo.
—No me defienda, Tsuruga-san… —Se detuvo en seco—... Ah… yo…
—Está bien. Que yo recuerde Tsuruga Ren sigue siendo mi nombre —dijo para calmarla.
La joven se sentó correctamente de nuevo, y bajó su cabeza—. Lo siento, todavía no sé de que manera comportarme —susurró—. Desde aquel día, he estado preguntándome que debía hacer, y cuando menos me di cuenta ya había transcurrido toda una semana.
—Yo temía que estuvieses demasiado enojada conmigo como para no querer volver a verme —confesó.
—¡Claro que no! Yo estaba… yo estaba muy feliz de que mi amigo Corn hubiese aparecido ante mis ojos. Es sólo que, ya que se trata de alguien a quién admiro, simplemente no podía creerlo.
—No puedo culparte por eso, comprendo como debiste sentirte, y la verdad es que yo tampoco sé de qué manera debería hablar contigo.
Kyoko asintió sin agregar nada.
Era difícil creer como habían cambiado las circunstancias tan repentinamente. Hace sólo unos meses eran senpai y kohai actuando juntos, pero ahora eran dos viejos amigos que no sabían como tratarse después de años sin verse.
—¿Por qué no estas enfadada? —preguntó. Esa duda empezaba a ahondarse en sus pensamientos.
Ella se ruborizó, y trató de esconderlo—. Entiendo muy bien que a veces hay cosas que quisiéramos olvidar. Cuando el pasado nos persigue lo único en que pensamos es en evadirlo. Por eso entiendo que tuviese que ocultarlo, creo que en su lugar haría lo mismo.
—No estaba listo para decírtelo, y no sé si alguna vez iba a estarlo.
—¿Se arrepiente?
—No... pero ahora siento que te debo muchas explicaciones.
—¡No son necesarias! Yo puedo esperar... es decir, no debería presionarse por explicarme su vida. Después de todo, sería grosero de mi parte exigirle algo así a un senpai.
Sonrío tenuemente ¿Así que aun sabiendo quién es él en realidad, continuaría tratándolo como a un compañero de trabajo? En parte, había anhelado que ella se deshiciera de esa formalidad exagerada en su relación.
—Al final, no estoy ni cerca de ser un amigo de la infancia.—Posiblemente, para Kyoko, Corn seguiría siendo un dulce recuerdo mágico de su niñez. Por lo tanto, el actual Kuon tan sólo era la verdadera identidad de una persona a la que conoció por casualidad.
—Lo siento mucho Mogami-san. No debería quedarme tan tarde, apuesto a que tus jefes no han podido dormir esperando que subas —dijo de manera repentina. Últimamente, las emociones que tenía desencadenaban grandes conflictos, ella misma había sido testigo cuando actuaba como Cain Heel. Por eso mismo, ahora que se sentía decepcionado, debía irse y relajarse antes de comportarse de forma incorrecta.
—Pero...
—Quiero que me preguntes todo lo que desees, búscame cuando tengas tiempo ¿Está bien? —Habiéndolo dicho, salió del local sonriendo cortésmente y dando una reverencia.
Su conversación no iría a ningún lado en este momento, y quería posponer la desilusión de entender que ni siendo Corn podría abrir un espacio para él en su corazón. Caminó considerablemente rápido para despejarse y dejar estas cuestiones para después.
Justo cuando sus manos tocaban la puerta del auto, su voz interna le impidió hacerlo. Irse sin sentirse bien con las cosas como estaban no era lo adecuado. No era lo que él deseaba.
Así es, mira.
Todas las personas llevan emociones que no pueden poner en libertad.
Nuestro encuentro termina, pero...
a pesar de que estás tan cerca
no puedo expresar lo suficiente.
Sorprendió a Kyoko al entrar al Daruma-ya nuevamente. Ella estaba sentada en el mismo sitio, y no había movido uno solo de sus músculos.
—Tsuruga-san...
—No vas a juzgarme, lo sé —comenzó a hablar. Antes de arrepentirse diría lo que tenía en mente—. Comprendes mis acciones y no exiges respuestas porque soy alguien a quién respetas, pero esa actitud es para Tsuruga Ren ¿Qué hay de Kuon? ¿No tienes algo que decirme?
La chica lo miró significativamente—. Tengo muchas cosas que quisiera poder decirle —confesó—. Son tantas que no sé por donde empezar.
—Lo que sea, Kyoko-chan, aun si fueses a herirme. No importa. —Se acercó hasta llegar a un lado suyo.
Meciéndome de aquí allá, voy sin rumbo buscando una respuesta.
Mis sentimientos vuelan lejos...
Quiero estar a tu lado, incluso si no sé como expresarlo.
—Yo... estoy feliz. Corn, estoy feliz de que estés vivo, y que las cosas no sean como el beagle dijo una vez. —Los ojos de la chica amenazaban con soltar lágrimas—. También estoy muy sorprendida. Fueron tantos sentimientos a la vez, que estuve muy abrumada... ¿Lograste lo que querías? ¿En donde estuviste? ¿Por qué no volviste a pasar por Kyoto? ¿En algún momento te acordaste de mí?
—Jamás te olvide —dijo, prestando atención sólo a su última pregunta—. Las pláticas con Kyoko-chan siempre estuvieron en mi mente, y muchas veces desee volver. Debes saber que sea como Ren o como Kuon, tú eres una persona muy valiosa para mi —soltó. Si de algo estaba seguro es que no se arrepentiría de mostrar lo que realmente pasaba en su corazón. Dejando de lado el resto del mundo, aquí, él sólo le hablaba a la niña que conoció cuando era pequeño.
Creamos en la alegría dentro de el dolor
y abracémonos mutuamente.
No supo en que momento Kyoko terminó en medio de sus brazos, sin embargo, era lo menos relevante. Después de mucho, mucho tiempo, se reencontraba con su amiga de la infancia justo como siempre había imaginado, y eso era todo lo que necesitaba.
—Te lo contaré. Haré un esfuerzo para lograrlo.
—¿Eh?
—Las cosas que no puedo decirte en estos instantes. Voy a hacerlo, algún día.
—Está bien —aceptó. La sonrisa que le dedicó le comprobó que estaba dispuesta a esperar. Ella no le exigiría nada, y no sólo por el respeto que sentía hacia Tsuruga Ren sino también por el cariño que sabía guardaba por Corn.
A ti...
A ti, a quien quiero llegar.
Hacia ti.
Para no dejarte nunca más.
—Gracias... —susurró. En este largo camino hacia ella, había dado el primer paso.
¡Hola a todos y gracias por leer hasta aquí!
Sé que muchas esperarían que por tratarse de una canción de Mamoru Miyano debía inclinarme más a hacer el songfic para Sho (y lo pensé e_e!) pero con todo esto del capítulo 204 del manga no pude resistirme. Tengo miedo de que sea un poco OoC pero al escuchar la canción esto fue lo que salió, ojala les agrade :3