Capitulo Veinte


A Yamato Ishida le gustaba el olor a cuero, combinado con el fuerte olor a café y el olor a limpio que expedía la enorme oficina, ubicada en el piso dieciocho de su representante, a Yamato también le gustaba la enorme vista que el ventanal le mostraba así como la pared llena de discos de bronce, plata y oro, los cuales, varios de ellos le pertenecían a su antigua banda y uno de él, como solista.

Sin embargo, en esa ocasión, Yamato no se sentía a gusto ahí, el olor a café lo tenía mareado y el aire acondicionado le mantenía la piel erizada, frente a él, detrás del enorme escritorio, se encontraba su representante, absorto en su computadora ignorándolo por completo, Yamato lo observó detenidamente, su cabello rubio, así como sus ojos azules, le recordaban muchísimo a Takeru, por lo que, desde que le conoció le guardaba un extraño cariño fraternal, que fue creciendo a medida que pasaban los años, cariño que en ese momento había mutado a enojo puro, por todo lo que se había dado cuenta horas atrás.

— Y bien, ¿Qué tienes que decir?— dijo en voz seca y desinteresada su representante, a Yamato no le costó darse cuenta que él también estaba enojado.

— Eres tu él que no ha dejado de llamarme a lo largo de estos días, supongo que eres tú el que tiene algo que decir.

— Es bueno saber que el gran Yamato Ishida puede suponer, que bien, porque para contestar llamadas realmente da asco.

Yamato chascó la lengua, era él el que estaba enojado y no su representante, quien le había jodido el futuro en un pestañear de ojos, o por lo menos, así quería verlo, endulzaba más a su podrido orgullo.

— ¿Recuerdas el viaje que tuvimos con los chicos antes de que formara la banda?— soltó Yamato, impaciente por hacerlo hablar.

— Tengo vagos recuerdos— susurró él, ahora revisando varios papeles que estaban sobre su escritorio—. ¿Qué con eso?

— Una chica llamó y tú no pasaste la llamada.

Mitsuo Yamaki dejó los papeles a un lado y le observó, sus ojos cayendo en una realización que solo una persona que lo conociera tan bien como él, entendería, Yamato le mantuvo la mirada, sintiendo sus orejas arder e imaginándoselas de un color rojo vivo, a pesar de lo tonta que sonaba la respuesta, no se avergonzaría por eso.

— ¿Esto tiene que ver con la joven madre de tu hija?

— Eso realmente no importa— replicó Yamato ligeramente ofuscado al sentirse tan transparente frente a su representante.

Una risa ácida escapó de los labios de él, Yamato se sintió empequeñecer, detestaba sentirse a desnivel cuando estaba con él.

— Yo creo que sí importa, de hecho es la sensación del momento, Yamato, no tienes idea lo que he tenido que lidiar por tus problemas de falda.

— No es la gran cosa— bramó Yamato en un silbido al tener los dientes apretados— . Demandaremos a todos los medios de prensa y les sacáramos todo por difamación, ya lo has hecho antes, no sé por qué te frustras tanto.

— Por supuesto que demandaremos, de eso no te quepa duda, pero no te escaparas de la declaración, Ishida, asistirás a la maldita conferencia de prensa que será en dos días y darás por muerto el tema.

Yamato enmarcó una ceja, sarcástico ante las palabras soltadas por el hombre frente suyo, ¿Qué era lo que se creía? ¿Que sacaría a la luz a Airi y a Mimi para que la prensa jodieran más de lo que ya estaba haciéndolo? Jamás, no podría hacer esa cosa.

— No lo haré.

— ¿Disculpa?

— Que no lo haré— replicó entre dientes ocasionando que esta vez su representante fuera el que subiera una ceja sarcásticamente.

— No te lo estoy preguntando, no tienes que ir a decir la verdad, Yamato, solo ve a zanjar el tema, es todo.

— ¿Te gustaría a ti que la prensa destazara a tu hijo y a tu esposa?—soltó Yamato conteniendo la calma—. ¡Por favor! No pretendas sonar como un rudo desinteresado porque no te queda, no pienso, no pretendo contar mi vida amorosa frente a gente que me importa una mierda.

— Yamato, no lo entiendes— soltó en voz arrastrada—. No te estoy pidiendo que cuentes tu historia con esa chica, lo único que te pido es que des la cara y les digas que no hay necesidad alguna que inventen tantas historias, que…

—¿Qué les diga que Airi es mi hija y que Mimi fue una antigua novia?—interrumpió, sabiendo hacia donde quería su representante que fuera la plática.

—Yamato, no tienes que decir la verdad.

—Estas implicando que lo haga, tampoco pienso negar a mi hija.

—Entonces di la verdad—masculló su representante ya hastiado de la terquedad de Yamato—. Sólo di eso, no tendrás que dar más explicaciones después de eso.

Yamato suspiró hastiado, estimaba muchísimo a su representante y claro que lo consideraba como si fuera parte de su familia, pero, en ese momento, lo único que deseaba era desatar toda esa furia que había contenido desde hacía ya siete años atrás.

— Primero me vas a contar por qué te metiste en mis asuntos sin siquiera consultarme— siseó en voz amenazante, esperando lograr turbarlo más de lo que ya estaba, sin embargo, aquel hombre simplemente rodó los ojos turbándolo solamente a él.

— Todos los días hablaba por lo menos una chica diferente, Yamato, preguntando por cualquiera de ustedes, ¿Cómo pretendías que supiera que esta chica si era amiga de verdad, si todas decían lo mismo?

Yamato odió su respuesta de principio a fin, porque sabía que contra eso no podía luchar, conocía perfectamente bien a su representante y sabía lo tajante que podría resultar ser con las personas y sobretodo lo protector que siempre fue con todos ellos, en especial cuando se trataba de la privacidad de cada uno de ellos.

— Eso no es excusa— replicó entre dientes, indispuesto a tener que disculparse.

— Sabes muy bien que lo es, Yamato— respondió el mayor, volviendo su vista a la computadora, Yamato odiaba que hiciera eso cada vez que discutían, le hacía ver que le importaba una mierda todo lo que él tenía que decirle— . Así que si quieres que te salve el trasero de esta, tendrás que hacer lo que te digo.

Yamato suspiró, no quería hablar de eso, tanto él como su representante sabían que si hablaba la prensa no se detendrían, buscarían la forma en sacar un escándalo para ganar más dinero, para joderlo un poco más y peor dañar a Mimi o a Airi, era en esos momentos que Yamato detestaba haberse convertido en un famoso.

— Esto es tan difícil— murmuró Yamato con los labios bien apretados, esperanzado a que su representante no le escuchare nada—. Tu sabes que ellos no pararan, nunca lo harán.

— Lo harán, Yamato, pero debes de quitarles a ellos la importancia que les están dando, sé que suena muy idiota lo que te estoy diciendo pero entre menos sospechoso te muestres, menos te buscaran, se aburrirán de ti y ya no habrán más chismes sobre tu hija porque ya saben que es tu hija.

— ¿De verdad crees que funcione?

—Si funcionará, Yamato, verás que sí.

Yamato contuvo el aliento, presintiendo que eso solo sería el preludio de otro drama.


— ¡No puedo creerlo! Es que simplemente es ¡Increíble! No—lo—cre—o sigues igual o peor de dejada que antes, Mimi.

La castaña suspiró ante el milésimo regaño de Miyako, quien frustrada, atacaba un pedazo de lechuga con un enorme cuchillo, ambas se encontraban en la cocina preparando o haciendo un intento de ensalada, donde la lechuga había sido cruelmente machucada por su amiga.

— ¡Es que no puedo creerlo!—barbulló nuevamente su amiga—¡Haz invitado al enemigo a casa! ¡Mimi! ¡Agarra maldad, hija! ¿Tienes idea de quién es esa mujer?

Mimi rodó los ojos, por supuesto que sabía quién era, en un principio, le había costado ubicarla como a todos los demás, pero una vez que la pudo reconocer, algo dentro de ella dio vueltas hasta provocarle un molesto mareo y eso le irritó, pues, ella ya no tenía derecho alguno a sentir una ligera molestia por la actual pareja de Yamato.

¿Cómo había dado con ella? Era hasta tonto dar la respuesta, pues había sido por ella y su odiosa curiosidad y esas ganas incesantes de querer meterse en lo que no le importa, todo comenzó gracias al buscador de google, solo al colocar el nombre de Yamato fue suficiente para que salieran varias noticias, fotos y videos de ellos dos, de cómo eran catalogados como la pareja del año y un montón de barbaridades más que ella no quiso seguir leyendo.

En un inicio, ver aquello, le había provocado un malestar muy parecido a cuando un novio le era infiel y eso le hizo sentir cólera con ella misma, pues, Yamato tenía siete años de soltero y podía hacer con su vida lo que se le pegara la regalada gana, así como ella también estaba en marcha de rehacer su vida o por lo menos intentando, pero le resultaba tan difícil, tan complicado, tan engorroso saber que Yamato tenía una novia preciosa que le había hecho lagrimear por un segundo.

Más adelante, cuando pudo respirar como una persona normal debía hacerlo—claro, con un poco de la ayuda de Michael— aceptó, que todo eso era solo parte de su vanidad y ego al no ser feliz como creía que Yamato lo era, bueno, por lo menos en la parte amorosa, pues Mimi, no se había vuelto a enamorar desde Yamato, sí había salido con algunos chicos, incluso Michael fue un pilar importante que le ayudó a superar a Yamato, sin embargo, el ser madre, le hizo ver la vida de una forma diferente y su niña, se convirtió en su única prioridad, amándola a tal punto, que hubo un momento en que ya no le cabía otro amor más que el de su pequeña, sin embargo, habían algunas noches, cuando no podía dormir, que su corazón anhelaba un hombre, que no sólo la amara a ella, si no también que amara con la misma intensidad a su niña y se dormía con tristeza, imaginándose o quizás soñando, una vida alterna, en la que tenía una hermosa familia junto con Yamato y su niña era la más feliz del mundo.

—Miya—soltó Mimi en un susurro, pasándole las zanahorias que acompañarían a la ensalada—. No se trata de eso, Yamato y yo no estamos juntos desde hace siete años, él está en su derecho de tener novia y si la novia trató bien a Airi, la respetó y hasta incluso le dio un vestido para su cumpleaños, ¿Cómo no voy a estar agradecida?— preguntó al aire, suavizando su mirada—. Si ella se preocupó y cuidó a mi niña, es bienvenida.

Miyako resopló, murmurando un par de cosas ininteligibles que sólo provocó una risa graciosa en Mimi, hacía siete años, la vida le había puesto otra vida más a su cargo, una pequeña y frágil, ella, que era tan consentida, tan dependiente, tan niña, tan inmadura…le tocó crecer a la fuerza y ver más allá de su egoísmo, siendo la felicidad de su niña más importante que la de ella.

—Tienes razón—soltó Miyako después de su barboteo, dirigiéndose hacia la estufa en donde la cena se cocinaba a fuego lento—. Pero me preocupo por ti, todo lo que dijiste es muy cierto, pero tus ojos se pusieron muy tristes desde que ella está aquí—dijo a la vez que revolvía el estofado de manera ausente—. Conmigo no tienes que ocultar nada, sabes muy bien, que jamás te juzgaré.

Mimi sintió como un nudo se formaba en su garganta, había tratado de ocultar ese amargo sentimiento que la venía acompañando desde que entró a su apartamento, no podía seguir negándose a sí misma que tenía sentimientos encontrados que pujaban contra su pecho, pero una cosa era sentirlo y tratar de ignorarlo otra era tener que sacar a la luz esos absurdos miedos que la carcomían lentamente.

—Todo ha salido bien con Yamato—dijo Mimi a la vez que Miyako volteaba a verla—. Incluso nos hemos hecho amigos, él me ha tratado muy bien y se ve que en este poco tiempo Yamato se ha enamorado de verdad de Airi y eso…eh…eso—Mimi contuvo el aliento, incapaz de continuar, su lengua parecía querer trabarse cada vez que ella intentaba decir lo que su cerebro trataba de asociar.

— ¿Te ilusionaste sentimentalmente con él?—trató de adivinar Miyako.

Sus mejillas se sonrojaron, no era eso lo que quería decir, bueno si era eso o algo muy parecido… ¡No lo sabía! Y ¡No quería saberlo! No quería ponerle nombre a lo que no tenía sentido, se negaba a hacerlo, se negaba a escuchar a su enloquecido corazón, que no dejaba de bombardearla con fuerza.

— ¿Sabes? Podrías intentarlo—murmuró Miyako soltando una risita de picardía.

— ¿Intentar qué?— apremió Mimi sintiendo ahora su cara arder.

—Pues estar con él, boba—Miyako volvió a reírse de ella, esta vez poniéndole más atención a la comida que a ella.

— ¡Estás loca!—gritó la castaña, totalmente avergonzada—. Ahora Airi está en medio de todo esto, jamás haría algo que pudiera lastimarla.

—Bueno, Mimi, tu eres la que sabe, pero puede ser que estés dejando pasar una oportunidad, por simple miedo, eres una mujer excepcional y eso Yamato lo sabe.— "No por nada siempre las elige parecidas a ti" pensó la chica, omitiéndole ese detalle para no ilusionarla más de lo necesario.

Mimi negó con la cabeza, ella jamás volvería a arriesgar su corazón por Yamato y mucho menos arriesgaría el de Airi por una simple e infantil ilusión.

Jamás volvería a caer en eso…


Nami observó en silencio el pequeño apartamento en el que estaba, a pesar de estar habitado en tan poco tiempo el lugar se sentía acogedor y hogareño, se sentía y se respiraba tanta paz que Nami pensó que no sería tan malo estar ahí, claro que esa idea a los segundos se le hizo ridícula, ella no tenía nada que hacer en ese sitio, no entendía por qué había actuado de esa manera tan tonta y desenfrenada, odiaba tanto ese lado de ella, ese tan impulsivo que le hacía hacer cosas de las cuales luego se arrepentía por mucho tiempo.

Y ahí estaba ella, con la espalda erguida sobre el mueble de la pequeña sala de estar, acompañada únicamente por la hija de su ex novio, la cual estaba más concentrada pintando sobre la mesita de centro que preocupándose por su presencia, de cierto modo eso la tranquilizo un poco, por lo menos por esa noche no tendría la mirada desdeñosa de la pequeña.

Sin embargo, Nami quería salir corriendo de ahí, recriminándose una y otra vez el haber aceptado la invitación a cenar, ella no tenía que estar ahí, ese lugar era y sería prohibidísimo para ella, ¿Por qué tenía que ser tan tonta? ¿Por qué tenía que humillarse y degradarse de esa forma? A lo mejor Tachikawa e Inoue estarían pensando mal de ella, creyendo que ella era una loca acosadora que quería marcar alguna clase de territorio, ¡Era tan tonta! ¡Tonta, tonta, tonta mil veces! ¿Dónde había quedado su dignidad? Seguramente allá abajo, cuando ellas tres la encontraron frente al enorme edificio.

—Y... ¿tus abuelitos dónde están?—preguntó a la niña, tratando de amenizar un poco con ella y a su vez acallando todos sus pensamientos que le atormentaban por segundo.

—Están en una cita romántica—dijo la niña sin alzar su mirada y en voz seca, ella no supo que más decir, cuando se trataba de la pequeña ella no sabía cómo actuar.—¿Por qué se presentó como amiga de mi tío?—preguntó la pequeña, dejando de lado su papel y mirándola fijamente, como queriéndola escrutar, como queriendo encontrar alguna maldad de parte de sus actos, Nami respiró profundo, regañándose una vez más, ¡Esas cosas solo le podían pasar a ella y nadie más que a ella!

—Porque tu tío Takeru es un gran amigo mío—contestó ella suavizando su voz, queriendo verse como una buena persona y no como una malvada villana.

—¿También es gran amiga de mi papá?—increpó achicando sus lindos ojitos, Nami se sintió intimidada olvidando por un microsegundo que ella era la adulta en esa conversación.

—Claro, pequeña, él también.

Airi la miró por un segundo con sospecha antes de volver con su dibujo, ella soltó un suspiro, la niña había vuelto a ser arisca con ella.

— Mira, dibujé a mi mamá-dijo la niña mostrando el dibujo a la chica, en él se veía a la figura de una mujer con cabello largo-. ¿Lo hice bien?

Ella soltó una pequeña sonrisa, si se trataba de su mamá, la niña parecía hacer una pequeña tregua con ella con tal de hablar bien de ella.

—Claro, te quedó muy bonito.

— ¿Verdad que mi mami es muy bonita?

—Es muy bonita, tú te pareces mucho a ella.

Airi sonrió satisfecha, por supuesto que se parecía a su mami, pero también a su papá y mucho y estaba dispuesta a hacérselo saber.

—Y también a…

— ¡La cena está lista!

Gritó Inoue saliendo de la pequeña cocina con una olla color blanco en sus manos, detrás de ella venía Tachikawa sosteniendo un tazón y sonriendo ante la explosiva alegría de la peli morada, ambas colocaron las cosas sobre el comedor y regresaron a la cocina, Nami se puso de pie sin saber qué hacer, se sentía descortés estando ahí sin hacer nada pero moriría de la vergüenza si entraba a esa cocina, volvió a sentarse sintiendo como sus mejillas ardían enloquecidas, ¿Por qué diablos había aceptado todo eso?

—Airi, ve a lavarte la mano—pidió Tachikawa saliendo una vez más de la cocina ésta vez colocando los platos sobre la mesa, la niña se levantó y corriendo se dirigió al baño dejándole a solas con la Tachikawa.

— ¿Necesitas ayuda?—preguntó, más que todo por cortesía que por cualquier otra cosa.

—No te preocupes, ya está todo controlado—dijo la joven en un suave murmullo, Nami contuvo el aliento tratando de evitar el nerviosismo que le provocaba eso.

— ¡Mami huele delicioso!—chilló la pequeña corriendo hacia el comedor, Inoue se les había unido y ayudo a la pequeña a sentarse en una de la sillas, Tachikawa se sentó a su lado, e Inoue frente a ella, quedando tres asientos disponibles.

—Vamos, que se helará la comida—instó Inoue dirigiéndose hacia ella, Nami sonrió con una timidez que ciertamente no pertenecía a ella y aún recriminándose por esta ahí, acortó la poca distancia sentándose a un lado de la Inoue.

Agradecieron por la comida y por un momento las cuatros guardaron silencio, siendo roto únicamente por Inoue quien comenzó a contar como era su vida diaria y como era su relación con su novio, Tachikawa reía divertida ante las ocurrencias de la chica y ella trataba de parecer que encajaba con ellas.

—Y tú, ¿Eres modelo, no?—preguntó Tachikawa, dirigiéndose hacia ella, lo cual le tomó desprevenida, no pensó que la chica sabría de su vida.

—Sí, lo soy—dijo—. Desde los catorce años.

— ¡¿Catorce años?!—Inquirió Inoue—. ¿Dios mío por qué no me diste a mí ese don? Mi vida sería más sencilla—dijo de manera dramática llevando uno de sus manos a su pecho.

Nami sonrió a la vez que Tachikawa y Airi, quien por ratos parecía absorta en su comida que en la conversación entre ellas.

—No es tan sencillo, quita mucho tiempo y te aleja de tu familia.

—Es el precio de la fama pero estoy dispuesta a tomarlo—dijo Inoue en aires soñadores—. Y bueno, cambiando de tema, ¿Cómo fue que conociste a T.K y a Yamato?

Nami tomó desprevenida esa pregunta tanto a ella como a Tachikawa e incluso a Airi que ahora la miraba con curiosidad, no quería ahondar en eso y mucho menos ahora que se encontraba en una situación muy delicada.

—Fue a Takeru, a él lo conocí primero—comenzó a contar a la vez que agachaba su cabeza, sintiéndose un tanto incomoda por soltar esas cosas—. Entré a la universidad y lo conocí ahí.

Nadie mas dijo nada, Nami no supo que más decir, no contaría como conoció a Yamato, no abriría esa puerta con el nuevo o viejo interés amoroso de su ex novio.

—Y…—habló quedando muda por varios segundos, cerró la boca una vez más y se entretuvo viendo su comida, eso era una situación tan patética que quería echarse a reír por lo tonta que se sentía, alzo por un segundo sus ojos chocando con los ojos azules de Airi que la miraban con un extraño tinte de preocupación que ella jamás había visto en la niña, ¿tan mal se veía?, suspiró, soltando todo el aire contenido que a lo mejor tenía desde que entró a ese apartamento, tenía que volver a ser la misma Namiko, esa que la caracterizaba por ser extrovertida y sin ningún tapujo o por lo menos, disimular la vergüenza que sentía—. Y ¿Tu?—dijo por fin, dirigiéndose a Tachikawa—. ¿Cómo sigues?

— ¡Mi mami va de maravilla!—gritó la pequeña enredando sus brazos en el de su mamá a la vez que recostaba su cabeza en el hombro de ella.

Tachikawa sonrió con dulzura a su hija a la vez que acariciaba su cabecita, Airi cerró sus ojos extasiada por el cariño de su mamá y Nami corroboró una vez más, el amor y lealtad de la pequeña hacia su mamá.

—La recuperación es lenta, pero, ya no tengo que usar ese odioso andador y ese es un gran paso.

—Lo es, imagino que si eres persistente rápido estarás caminando como antes.

— ¡Claro que sí!—soltó Inoue—. Es lo que yo le digo, que tiene que ser persistente y no andar lloriqueando por todo, entre más rápido hagas las terapias, más rápido te recuperarás.

— ¡Hey! ¡Yo no me la paso lloriqueando!

— ¡¿Qué no?! ¡Anda Airi dile que sí!

—Airi, dile a tu tía Yolei que tu mami no es una llorona.

—Bueno, mami, es que a veces si lloras un poquito.

— ¡¿Qué?! ¡Mi propia hija me ha traicionado!

Nami las observó un tanto abrumada, las tres comenzaron a hablar al mismo tiempo discutiendo de una forma que se le hizo muy graciosa, ella no supo que hacer más que reír bajito ante las ocurrencias de Inoue y la falsa indignación de Tachikawa, tras un par de risas excesivas por parte de ellas y la corta y prudente suya, la volvieron a incluir en la plática.

Esta vez, Tachikawa le había contado un poco más de su vida antes del accidente, le había mencionado que estudiaba para ser chef y que en sus tiempos libres vendía ropa por internet, le contó sobre Airi y su rutina escolar y como la cultura estadounidense era tan diferente a la japonesa.

Más tarde, Inoue se unió a la plática, comentando sobre cosas que quizás solo ellas dos conocían y Nami trataba de seguirles el hilo o por lo menos aparentar que entendía un poco de lo que hablaban, por ratos, sentía una extraña barrera de parte de esa chica la cual desaparecía cuando Tachikawa hablaba de algo general.

—Bueno, Airi, es hora de que vayas a dormir—dijo Tachikawa, observando el reloj que descansaba sobre una de las paredes—. Ya es tarde.

— ¡Pero mami!—replicó la niña formando un puchero algo fingido—. Mi papá todavía no ha venido.

Nami pudo sentir como cada parte de su cuerpo se tensaba, ¡Claro que algo así tenía que pasar! Era obvio que Yamato tendría que llegar y encontrarla en esa extraña situación, ¡Claro! ¡Eso era más que evidente! Y Nami muy dentro de sí sabía que Yamato tarde o temprano se presentaría ahí.

—Ya es tarde, amor—dijo Mimi acariciando la cabeza de su niña—. Y no sabemos a qué hora llegará Yamato, así que, te prometo que mañana estarás todo el tiempo que quieras con él, ¿sí?

—Bueno, pero sin mentiras—dijo la niña, cruzándose de brazos a la vez que se levantaba de la mesa—. Deberás de darle un beso a mi papá por mí.

Airi le sacó la lengua a Tachikawa, quien se había puesto roja como un tomate al mismo tiempo que Inoue gritaba en forma de burla, Tachikawa aún enrojecida le pasó los platos sucios a su hija quien prácticamente corriendo los fue a dejar a la cocina y de inmediato se metió a la habitación.

— ¡No olvides lavarte los dientes!

—Mimi, nosotras también nos iremos—dijo Inoue hablando por las dos, Nami no se vio en la necesidad de agregar algo más, pues, miró eso como la oportunidad perfecta para desaparecer de ahí—. Ya es tarde y debes de descansar.

—Fue un gusto—dijo Tachikawa levantándose de su asiento, ella e Inoue repitieron el gesto y en un extraño silencio se dirigieron a la entrada—. Espero que te haya gustado la cena—dijo, dirigiéndose a ella.

—Estuvo deliciosa—halagó ella, de corazón.

—Obvio, yo la hice—soltó Inoue con orgullo.

Tachikawa se encogió de hombros concediéndole la razón, ella abrió la puerta y Nami tanto como Inoue se despidieron balanceando las manos, se calzaron y casi al mismo tiempo salieron del pequeño departamento en donde Tachikawa cerró la puerta color café con delicadeza.

Nami se permitió respira tranquila, pensando que había salido librada de todo esto, tranquilidad que duró una milésima de segundo, pues las fuertes pisadas que se dirigían hacia ellas, debían de ser—gracias a su bendita suerte— de nadie más que de Yamato, quien como lo mencionó Tachikawa, llegó tarde a la cita.

— ¡Yamato!—gritó Inoue provocándole un horroroso escalofrío—. ¡Llegas tarde! ¡Más que tarde! Ya no sobró nada de la cena, ¡Te la perdiste!

Las pisadas se detuvieron y ella tragó duro, en un movimiento volteó hacia donde se encontraba él, mirándolo petrificado a unos cuantos pasos de donde ellas se encontraban, sus pupilas dilatadas y su boca ligeramente abiertas delataban la incredulidad que atravesaba por su mente, Nami sintió sus mejillas arder y su corazón palpitar enloquecido, pues, ese era el momento al que ella más le temía.

—Miyako, nos puedes dejar solos por favor—habló Yamato en un murmullo casi inaudible que a ella le supo a una dolorosa condena.


—¿Quieres que te vaya a dejar a tu casa?

Nami curvó sus labios en una semi sonrisa y negó suavemente con su cabeza, ambos caminaban por el largo pasillo del apartamento donde vivía Mimi Tachikawa, el amor de su ahora ex novio, sus ojos ardieron al mismo tiempo que su garganta y pecho, el amor de su vida tenía otro amor, un amor puro y de antaño, un amor por el cual ella jamás podría luchar y salir vencedora.

Y dolía, dolía muchísimo, Nami se había enamorado de Yamato mucho antes de que todo empezara, se había creado una ilusión y pensó que ella sería suficiente para ganarse el amor y cariño de ese chico que le cautivó tanto, darse cuenta que estaba más equivocada que nunca le hería no sólo el corazón, parte de su alma, su voluntad y autoestima estaban destrozados y sentía pavor, muchísimo miedo de nunca poder superar esto.

Yamato se detuvo y ella por inercia también lo hizo, habían llegado al elevador y ella apenas se pudo dar cuenta de ello, le vio apretar el botón con la flecha hacia abajo y en tan solo unos minutos las puertas de este ya estaban abiertas.

—Pasa—susurró él, tan bajo que ella por un segundo pensó que había sido parte de su imaginación, se adentró al elevador y Yamato entró junto con ella, las puertas cerraron y al mismo tiempo su corazón le palpitó con exagerada fuerza.

—No fue mi intención—dijo ella, su voz temblándole un poco—. Aparecer en la casa de Tachikawa e irrumpir un momento íntimo de ustedes, yo sólo quería verte y caminé, caminé hasta que llegué a este lugar, ellas aparecieron y no sé por qué, pero me invitaron a cenar y no me pude negar, te juro que yo no quiero causar ningún daño, Yama.

—Lo sé—contestó él, sin atreverse a verle en la cara—. Sé que no le harías daño a nadie, Nami, sólo me sorprendió verte ahí, no lo esperaba.

—Perdí mi dignidad con esto, ¿No es así?— preguntó sintiéndose un poco más ridícula al exteriorizar sus miedos e inseguridades—. Aparecer en la casa de tu ex, de la cual sigues enamorado—una risotada llena de ironía salió de ella la cual terminó con un amargo sollozo—. Es tan ridículo.

—No, Nami—las puertas del elevador se abrieron, mostrando el portal del edificio, Yamato cerró las puertas y apretó un botón el cual automáticamente detuvo al ascensor dándoles tiempo para hablar—. Jamás pensaría que haces el ridículo, de todas las chicas con las que he compartido tú has sido la más honesta, amable y pura.

— ¿De todas las chicas después de Tachikawa?

Yamato soltó un suspiro, él no quería hablar de Mimi, no con ella.

—A pesar de vivir en un entorno lleno de hipocresías y malas amistades—continuó él, ignorando su pregunta—. Tú no dejaste a un lado tu bondad, claro que eres una testaruda, irritable, regañona, molestona y empalagosa—soltó él provocando una pequeña sonrisa en ella—. Pero nunca vi maldad en ti y créeme que por eso me gustaste en un inicio.

—Pero no fue suficiente—soltó Nami en voz entrecortada, dejando caer sus lágrimas libremente, sintiéndose muy pequeña —. Y trato de entenderlo, Yamato, trato de entender que sigues enamorado de ella, que siempre estuviste enamorado de ella…

—Nami, no fue…

—Y esto es mi culpa—interrumpió ella llevando sus manos a su rostro en donde con rabia limpió sus mejillas—. Todo esto es mi culpa, por haberme enamorado de ti, por haberte puesto en un pedestal sin haberte conocido realmente.

—No digas tonterías, esto no es tu culpa, Namiko.

—Tienes razón es tu culpa—escupió ella viéndolo recriminatoriamente—. Haznos un favor, Yamato, no vuelvas a meterte con una chica si no has hecho la paz con tu pasado y eso incluye también a Tachikawa, no la involucres en algo que la pueda dañar, basta con eso.

Yamato no supo que decir ni que hacer, esas palabras habían penetrado con violencia dentro de su ser, sintiéndose como una escoria ante el llanto de Namiko, reconociendo en su llanto el llanto de algunas chicas a las que él había roto su corazón por no saber lo que quería en su vida, en donde reconoció a su vez el llanto de Mimi, cuando le rompió el corazón, involuntariamente alzó un brazo hacia su ahora ex novia queriendo encontrar una forma para reconfortarla.

—No lo hagas—pidió ella, pegando su cuerpo a la pared metálica—. No lo hagas más difícil de lo que es, mantén tu distancia.

—Lo siento—soltó en un murmullo, queriendo con esa oración borrar todo el daño que estaba provocando en ella.

—No te disculpes, Yama, una disculpa no va a reparar todo esto, solo no lo vuelvas a hacer, por favor.

—Sé que una disculpa no remediará lo que te hice, Nami, ni lo que le hice a Mimi, pero no sé qué más a hacer, no sé cómo solucionar todo esto, siento como todo se me está saliendo de las manos, esto va más allá de mis alcances.

—Solo hazme caso, Yamato, deja de cometer los mismos errores que has estado cometiendo en el pasado, amárrate esos pantalones y decide que quieres hacer con tu vida, deja de ser tan inmaduro y hacer a un lado lo que sientes por Tachikawa o de lo contrario lo volverás a hacer, volverás a partirle el corazón a otra chica y no es justo ¿Sabes? No es justo que involucres a otra persona que posiblemente no podrás amar porque no eres capaz de cerrar el capítulo con ella y ¿Adivina qué? Estas obligado a hacerlo porque Tachikawa tuvo el valor de enfrentarte y las circunstancias te han obligado a que aclares tu mente y puedas darte cuenta de lo que realmente sientes, ten un poco más de valor, por favor.

—Nami yo, no…

—Abre las puertas, por favor

—Pero.

—Hazlo, Yamato, abre la puerta.

Yamato suspiró derrotado, no era eso lo que esperaba en esa noche, él no esperaba esa verdad amarga tan rápido, mucho menos viniendo de Nami, él no quería pensar en eso, no quería pensar en Mimi y en ella, en cómo había jodido otra relación por culpa de ese pasado escabroso y su muro de frialdad y en cómo la seguiría jodiendo si no era capaz de armarse de valor y enfrentarse, sí, enfrentarse a sí mismo y a todos esos cajones oscuros que venía guardando desde hace mucho tiempo.

—De verdad, lo siento.

—Sólo déjame ir, Yama, por favor.

Él no dijo más nada, apretó el botón y las puertas se abrieron automáticamente, Nami se escurrió a un lado suyo tratando de evitar cualquier contacto físico con él, Yamato no pudo evitar sentirse un poco mal ante eso, de verdad le tenía un gran aprecio, la conocía desde ya hace tiempo y cuando le pidió que fuera su novia por su mente no había pasado jugar con ella o solo pasar el momento, pensó que había madurado lo suficiente para tener una relación seria o al menos intentarla sin joder a la chica en el proceso, pero, Mimi había vuelto y su mundo simplemente estaba de cabeza.

Las puertas del ascensor se cerraron y con ellas el vestigio de Nami desapareció, Yamato volvió a sentir ese molesto piquete cuando sabía que había hecho algo malo combinado con un poco de desazón y tristeza por haber terminado de esa manera con Nami.

Otra vez había arruinado una relación amorosa.


Mimi se levantó exaltada al suave toqueteo en su puerta, sus padres no podrían ser puesto que ellos regresarían hasta después de la medianoche y ella no esperaba a nadie más que a Yamato, su cuerpo se estremeció, la verdad no esperaba que Yamato apareciera por su casa y mucho menos en ese momento cuando ya su niña estaba dormida y era ella la que lo esperaba fervientemente.

Con cierta dificultad se levantó de su asiento y se dirigió a la entrada principal, nerviosa abrió la puerta con cuidado, como temiendo que un horrible fantasma se le apareciera.

— ¿Hola?

— ¿Yama?—dijo ella a modo de saludo, él estaba ahí, sus manos metidas en las bolsas de sus pantalones y su mirada gacha, Mimi se extrañó al verlo de esa manera, ¿Habría ocurrido algo con su representante?—. Pensé que no ibas a venir—soltó al sentirse incomoda ante el silencio.

—Se me hizo algo tarde—contestó con voz ronca y quizás un poco abatida—. ¿Puedo pasar?

Mimi se hizo a un lado permitiéndole que él pasara, el aroma de él inundó sus fosas nasales y ella se sintió algo nerviosa, Yamato se sentó en un sillón y ella no tardó en unírsele, sentándose en el sillón frente a él, sintiendo que si se sentaba a su lado podría vomitar de los nervios.

Yamato escondió su cabeza entre sus manos sin pronunciar palabra alguna provocándole a ella más nervios, incomodidad y ahora preocupación, ¿Qué le pasaba? , ¿Tendría malas noticias? Y ¿Si tenía que ver con Airi?

—Yamato, ¿Sucede algo?

Él suspiró y se enderezó, no quería tener que hablar con Mimi de ninguna de las dos cosas, pero sentía la obligación de contar los planes de su representante y de desahogarse con ella, había anhelado tanto estar con ellas que a pesar de saber que ya era muy tarde, no pudo evitar llegar a ese lugar, pero ahora, sentía pesadez, mucha pesadez, había roto un corazón y le habían dicho sus verdades en la cara y un miedo le había invadido todo su ser, ese miedo de reconocer que era una mala persona y no se merecía una segunda oportunidad.

—Yo…he estado arruinando las cosas últimamente—dijo él soltando otro suspiro, lleno de derrota.

— ¿A qué te refieres?—dijo Mimi en un murmullo, incapaz de adivinar sus pensamientos.

—He sido una persona muy egoísta, Mimi, no sólo contigo sino con las personas que me quieren y nunca me doy cuenta, porque no me quiero dar cuenta y cuando tengo que tragarme el orgullo y reconocer lo que soy, ¿Sabes que siento?

Mimi negó con la cabeza, muchos pensamientos pasaban por su mente pero ella no era capaz de pronunciar algo, Yamato estaba siendo honesto, estaba abriendo su alma sin que ella se lo pidiera y eso de cierta manera le hacía sentir bien, le hacía sentir que él la estaba incluyendo en su vida, como si el tiempo no hubiese pasado entre ellos dos.

—Nada, no siento absolutamente nada, quizás un vacío que ni siquiera la fama puede llenar y me doy cuenta que estoy solo, porque yo decido estar solo, porque yo boicoteo las cosas para estar así.

¿Habría sucedido algo? ¿Quizás habría tenido alguna pelea con la novia? Algo dentro de Mimi se removió al pensar que quizás Yamato podría quedar soltero, inmediatamente se sintió mal ante ese pensamiento egoísta, ella no tenía ni debía emocionarse por la vida amorosa de su ex pareja.

—Realmente lamento todo el daño que te hice, Mimi.

—No tienes que volver a disculparte—soltó ella tras largos minutos en silencio—. Ambos nos lastimamos y ambos fuimos egoístas—Mimi estiró su mano y en un movimiento atrevido y rápido se agarró de los dedos de Yamato sintiendo como él la apretaba ligeramente—. La vida se basa en decisiones Yamato y nosotros tomamos las decisiones equivocadas, yo al decidir no volverte a buscar y quedarme a Airi para mí misma y…

—Y yo, al decidir nunca más buscarte y preferir el orgullo que a ti y no sabes cuánto me arrepiento.

Mimi contuvo el aliento, su agarre se aflojo y él la apretó más fuerte, quería decir tantas cosas y su boca no quería abrirse, el mareo se había vuelto más fuerte y su corazón había enloquecido contra su pecho, Mimi no quería sentir esas cosas, si ella había decidido llegar a Japón y enfrentar a Yamato era sólo y exclusivamente por su niña, no podía ser posible que su cuerpo la estuviese traicionando con tantas emociones cuando él estaba cerca, ella no quería eso, ella no quería ilusionarse con un amor que nunca le iba a pertenecer.

—¿Crees que ya sea demasiado tarde?

Preguntó él y Mimi no supo cómo interpretar esa pregunta, la puerta del apartamento se abrió y pronto pudo escuchar murmullos y risas de sus padres, Yamato la soltó y ella sintió como su mano ardía y un vació se había instalado dentro de sí, lo vio a él ponerse de pie y a sus papás guardar silencio ante la presencia de él.

—Buenas noches—dijo Yamato haciendo una pequeña reverencia que fue contestada casi de inmediato por sus padres—. Mimi—llamó, dirigiéndose a ella—. Ya debo irme.

—Buenas noches—dijo su mamá mostrando su jovial sonrisa—. Nosotros los dejamos solos, permiso.

Su madre jaloneó a su padre hasta llevarlo a la habitación, dejándolos una vez más solos, Mimi por inercia se colocó de pie y a pesar de que no quería que él se fuera, lo acompañó hasta la entrada.

—Debo hablar contigo sobre algo—dijo él, una vez estuvo en el marco de la puerta—. Es sobre mi representante, ¿Puedo llamarte mañana?

—Si, Yama—susurró ella, sintiéndose aún extraña por lo que él le había preguntado, Mimi le quería contestar pero ciertamente no sabía que decir—. Estaré esperando.

Yamato soltó una media sonrisa y sin mediar mas palabras dio la vuelta, Mimi cerró lentamente la puerta y otra vez la sensación de vacío llenó su cuerpo y un molesto nudo estaba formándose en su garganta.

¿Realmente era demasiado tarde?


Hola, feliz año nuevo a todos xDDDD

De verdad no tengo ni una tan sola excusa para decirles el por qué tarde tanto tiempo en actualizar, han pasado tantas cosas en mi vida y como muchos saben pase por malos momentos que me impidieron querer continuar con mis historias, pero he decidido actualizar todas mis historias y empezare por Airi, originalmente tenia pensado agregar dos escenas más, pero, el viernes me voy de viaje por lo que no quiero dejar esto inconcluso y no continuar, así que decidí publicar hoy y cuando vuelva continuare con los demás capítulos, ya queda poco para que la historia termine.

A TODOS MIL GRACIAS POR SUS HERMOSOS REVIEWS LOS ATESORO EN MI CORAZON Y LOS ADORO POR LOS ANIMOS QUE ME DIERON, MIL GRACIAS.

Francisca Prez: Muchas gracias a ti por leerme, como había mencionado anteriormente tuve un dos mil quince mi caótico un 2016 muy pesado y un 2017 algo triste, pero ya estoy aquí de nuevo, por lo que espero que disfrutes este capitulo y muchas gracias por el apoyo.

Ley: Hola, hola, aquí esta mi regalo de navidad xDD mira te confieso que yo tuve que leerme el fic para acordarme donde y como lo dejé y tuve que reescribir las escenas mil veces para que quedara bien, espero que te guste el capitulo y mil gracias por el rr y no te preocupes que Matt y Mimi recuperaran todo el tiempo perdido u.u

Anahiihana; Holaa muchas gracias por el RR, espero que disfrutes el capitulo.

Ofelia de Ishida: Holiiiis, espero que te siga gustando el mimato ahhahaha a mi si, son una de mis parejas crack favoritas y eso nunca morirá, hahahah lo de Namiko ni yo entiendo que pasó, a veces los personajes cobran vida y actúan por si solos hahaha es tan gracioso porque yo tengo un pensamiento en mi mente y al final cuando estoy escribiendo los mismos personajes se acomodan a su historia, eso es lo hermoso de escribir y bueno espero que te guste el capitulo =)

Maria; Hola Maria muchas gracias por el review y por preocuparte por la continuación, no te preocupes, yo terminare el fic =) =) pero de verdad, muchísimas gracias por el apoyo y espero que te guste el capitulo.

Frannu; Holaaa Frannu de verdad que tu review me ha hecho muy feliz, me alegra mucho que te gustase el fan fic, lo hice con mucho amor y con el mismo amor pienso terminarlo, espero que te guste el capitulo =)