Disclaimer: Percy Jackson y los Dioses del Olimpo, junto a los Héroes del Olimpo, son propiedad de Rick Riordan.
Capítulo dedicado a Cheshire Friki Jackson y Lizzie Taisho-Friki, mis adoradas tías... que espero que no me maten. Y también a mi querida prima, Sadie Kane Black Friki.
La sala se quedó en silencio. Nadie se movía. Dioses y semidioses, por igual, estaban sorprendidos, intentando reaccionar ante lo ocurrido. A varios metros de distancia, cerca de la puerta principal, yacía Percy Jackson, acostado sobre su espalda, pálido y con una herida humeante y sangrante en su pecho, de la cuál manaba sangre sin parar.
—¡Percy —chilló Annabeth, siendo la primera en reaccionar.
Ella, junto a los otros semidioses, menos las cazadoras, fueron hacía dónde estaba el hijo del dios del mar. Nico apretó el paso, al sentir como el alma de Percy empezaba a abandonar su cuerpo.
Llegó junto a él y, colocando sus manos sobre la herida de Percy, empezó a recitar un cántico en griego antiguo. Sabía que no podía hacer que el alma de Percy se quedase dentro de él, pero si podía retenerla hasta que alguien curase a Percy.
Apretó los dientes, concentrando toda su energía en las palmas de las manos. Podía sentir a Bianca y Hazel a cada lado suyo, deseando intervenir. Pero él sabía que no podrían. Hazel tenía el dominio sobre la esfera de las joyas y metales preciosos, no sobre los muertos. Y Bianca... Nico no estaba seguro, pero creía que su hermana no tenía poderes de ningún tipo. Tal vez, con las sombras.
Entonces, sintió otras manos cálidas sobre las suyas. Nico miró a la nueva persona. Era Will Solace. El hijo de Apolo tenía los dientes apretados y murmuraba un cántico en griego antiguo, seguramente para sanar la herida de Percy.
Mano a mano, el hijo de Hades y el hijo de Apolo, estuvieron trabajando para impedir que Percy muriese. Nico parpadeo. Su vista se volvía borrosa. Notaba el sudor descendiendo por su espalda y frente. Los brazos le temblaban y su respiración era irregular. Sentía que su corazón bombeaba sangre a una velocidad alarmante. Miró a Will. Él tampoco se hallaba mejor. Podía ver que tenía los mismos síntomas que él mismo poseía, incluido su nariz sangrante. Nico debía de suponer que a él también le sangraba la nariz.
—¡Padre! —gritó en ese momento Will.
Fue entonces, cuando se escuchó más movimiento en la sala. Al parecer, Zeus y Poseidón habían estado discutiendo, sin importarles mucho que el hijo del segundo se estuviese muriendo a escasos metros de ellos.
Sintió que unos fuertes brazos le apartaban, antes de que el individuo ocupase el lugar de Nico. Era Hades. El dios lo colocó junto a otra presencia, quién, con cuidado, le limpió la sangre de la nariz.
Lo último que vio Nico antes de caer desmayado, fue el rostro preocupado de Pérsefone.
Había muchas ocasiones en la vida de Annabeth, en la cual, la chica se sentía inútil. Y esa, definitivamente, entraba como tal. No había podido hacer nada para ayudar a Percy. Solo sollozar, y dejar que otros se encargasen del trabajo, casi muriendo en el proceso.
Para ella, había sido horrible ver como Nico y Will, prácticamente entregaban su vida para poder mantener a su novio con ellos. ¿Y ella, qué había hecho mientras tanto? Solo había podido sollozar, siendo consolado por Thalía y Rachel.
De eso ya hacía un par de horas. Tras la intervención de Apolo y Hades, se habían llevado a los tres semidioses al templo del primero, dónde habían declarado que los tres estaban fuera de peligro, pero que necesitaban permanecer un tiempo en observación, para estar seguros.
Ahora, la hija de Atenea se hallaba paseando por las calles del Olimpo, cuando reparo en la presencia de alguien más, enfrente suyo. Reyna. Annabeth tenía la sospecha de que la hija de Bellona la esperaba a ella.
Y, pudo confirmar su sentimiento cuando, sin saludo ni nada, Reyna se puso a su lado, acompañándola en su paseo nocturno. Annabeth se tomó la libertad de mirarla, y no pudo evitar sorprenderse de lo mucho que se parecían, aún sin estar relacionadas. Reyna, al igual que ella, tenía esa misma mirada de determinación y astucia que caracterizaba a los hijos de Atenea. Annabeth se pregunto, si Bellona, en el fondo, no era más que una contraparte de Atenea, la de su lado militar.
—Nos conoceos de antes, ¿verdad? —le preguntó Annabeth.
Reyna medio sonrió de lado.
—Yo te peine el cabello en la isla de Circe —respondió Reyna.
—Oh —Annabeth no sabía como sentirse. Ella y Percy habían destrozado el balneario de Circe al liberar a Barbanegra y toda su tripulación de piratas—. Lo siento.
—No pasa nada —replicó Reyna—. Total, mi hermana y yo fuimos secuestradas por un grupo de piratas, que nos querían como sus esclavas sexuales... por suerte, ambas somos hijas de Bellona, y nos libramos con facilidad de ellos. Luego, Hylla se convirtió en la reina de las Amazonas, y yo en pretor del Campamento Júpiter. Pero no es eso de lo que quería hablar. Tú sabes por qué Percy no murió antes, ¿verdad?
—Se baño en el río Estigio —respondió Annabeth—. Cómo hizo Aquiles, cuando era joven.
—La Maldición de Aquiles —murmuró Reyna—. Es una pena, que ya no la posea... En fin, espero que algún día, nuestros campamentos puedan llevarse bien, Annabeth Chase.
Y dicho esto, Reyna se marchó, dejando atrás a Annabeth, completamente confundida.
Orión retiro su brazo hacia atrás, tensando la cuerda de su arco. Apretó los dientes, mientras entornaba los ojos, para poder ver mejor su objetivo. Soltó la cuerda, y la flecha voló directa a su objetivo.
Con gran orgullo y fascinación, pudo ver como su flecha iba directa al centro de la diana... hasta que una nueva flecha, se interpuso en medio de su camino, y la desvió.
—¡Artemisa! —se quejó Orión.
La diosa se acercó a él, sonriendo inocentemente.
—¿Cómo sabías que era yo? —preguntó Artemisa.
—Siempre me hace lo mismo —respondió Orión, con simpleza.
Se permitió observar a Artemisa mejor. Tenía la apariencia de una chica de unos dieciséis años, con su cabello caoba cayéndole libremente por la espalda y sus ojos plateados brillando. Orión le acarició la mejilla, haciendo que la diosa se sonrojase ante el tacto.
La agarró por la cintura con ambas manos, acercándola a él.
—¿Orión? —susurró ella.
—Relájate —murmuró el hijo de Poseidón, contra su oído. Le besó con suavidad la mejilla, antes de ir a por sus labios, los cuales, llevaba años queriendo probar.
Los labios de Artemisa eran mucho mejor de lo que él había esperado. Eran cálidos, suaves y blandos. Pudo sentir como ella le seguía el ritmo, con dificultad. Pero, poco a poco, iba siguiendo el ritmo de Orión, adaptándose mejor.
El chico se deslizó contra el tronco de un árbol, sentándose en el suelo. Artemisa se acurrucó sobre él, sin dejar de besarlo. En uno de los momentos, Orión quiso deslizar su lengua dentro de la boca de la diosa, pero esta se apartó, jadeando y sonrosada. Él maldijo por lo bajo. Artemisa era una diosa virgen y, ya le hecho de besarla, podía costarle caro, tanto a él, como a ella.
—Yo... lo siento —se disculpó Orión—. No tendría que haberte besado, siendo tú, una diosa virgen...
—No importa —replicó Artemisa—. Técnicamente, no he roto mi voto. Solo que... bueno, es la primera vez que hago esto.
Orión sonrío, con algo de arrogancia y Artemisa le dio un zape, antes de romper a reír.
—Mientras no tenga relaciones sexuales, puedo besar a quién yo quiera —murmuró Artemisa—. Orión... ¿puedo besarte cuando yo quiera?
El semidiós sonrió al ver la mirada tímida de Artemisa, una diosa que parecía no a dementarse contra nada. Salvó por las cuestiones amorosas. Orión acercó sus labios a los de Artemisa, besándola con rapidez.
—¿Responde esto a tus preguntas? —preguntó Orión. Artemisa solo sonrió.
—Sí lo hace —susurró—. Nos veremos mañana.
Orión asintió, viendo como la diosa se alejaba. En cuanto se fue, Orión lanzó un grito de jubilo.
—¡Te adoro, hermanito! —exclamó Orión, encaminándose sonriente al palacio de su padre. Mañana iba a ser un gran día.
Hola gente,
vigésimo sexto capítulo y último.
Bueno, aquí tenemos la continuación de lo ocurrido anteriormente Como muchos supusisteis, Percy paro con su cuerpo el rayo de Zeus, Aunque claro, no iba a resultar tan sencillo.
Y nueva pareja, Orión/Artemisa. Pensaba juntarlos más tarde, pero lo he hecho ahora. (Sí, Ches, lo he hecho por ti. Espero que te guste.)
Bueno, espero que os haya gustado, y gracias a todos los que habéis comentado.
La segunda parte, se subirá entre hoy y mañana. Hasta entonces...
Se despide,
Grytherin18-Friki.