Prólogo

Eran ya cinco años de contacto con los humanos, tres en la academia de la flota y dos sirviendo en la Enterprise. Mil ochocientos veinticinco días aprendiendo de ellos, ciento nueve mil quinientas horas estudiándolos y Spock aún era capaz de sorprenderse ante todo lo que una especie, en apariencia tan frágil cómo la de los hombres, podía enseñarle:
Junto a Sulu había aprendido que la lealtad, en muchas ocasiones, superaba a la lógica. El alférez Chekov era un ejemplo de la curiosidad, de la inteligencia más vivaz. El doctor McCoy y su extraña forma de dirigirse a él había terminado por forjar un extraño lazo que el propio médico identificó como "una jodida amistad". El primer oficial de ingeniería, Scotty, le había enseñado cuan profundo podía ser el interés por algo, y entonces supo lo que era la pasión. Al lado de Uhura había conocido el amor, la afectividad propia del corazón, el estremecimiento ante el tacto ajeno.

Eran tantas las cosas que sus compañeros le habían enseñado que cuando trató de entender lo que sentía al estar frente a Jim, y se encontró con que en la lengua humana no había forma de definir a una persona con una luminosidad capaz de ensombrecer a una supernova, con un hombre tan vibrante que podía arrastrar tras él a la mitad de la federación, con un ser con un alma tan pura que lograba sobreponerse a cualquier adversidad sin mancillar sus convicciones, una única palabra floreció entre sus pensamientos:

Thy'la

La profundidad de la palabra estremeció a Spock a pesar de estar en sus propios dormitorios, dentro de los cuales la temperatura estaba cinco grados por encima de la media que presentaba la nave.

El primer oficial de la Enterprise se sentó en la zona que había destinado a meditar, cruzó los pies sobre sus piernas y tomó aire para tratar de serenar su espíritu a través del control de la respiración. Cuando lo logró, varias preguntas revolotearon en sus conexiones neuronales: ¿Cuándo había comenzado a estimar a Jim en lo personal? ¿Cómo era posible que un Vulcano encontrase semejante admiración en un humano? Y, lo que era más importante ¿qué había pasado a lo largo de los últimos dos años para que su propio subconsciente marcase a Jim cómo su alma gemela?

Casi sin darse cuenta los pensamientos de Spock dejaron de ir de un lado a otro y comenzaron a centrarse en una única cosa: Su Thy'la.


Nota: Hoy es un día muy especial para mi y creo que es un momento excelente para esta nueva historia. Además cómo "El alzamiento" se termina, aprovecho para subir este fic, que es una especie de interludio hacia el siguiente relato de mayor solidez. Quisiera dejar claro que ante todo es un Jim/Spock, pero no desde el punto de vista sexual. Personalmente creo que la palabra Thy'la es un sentimiento tan profundo que no puede centrarse en la mera unión física. A lo largo de la serie, y en las películas, se ve que Jim y Spock en verdad son cómo parte de un mismo todo, una forma perfecta de un ser de mayor complejidad que la individual. Por ello espero que a lo largo de los capítulos del fic, que mostrarán diferentes misiones y situaciones, se pueda ver cómo ambos acaban acercándose el uno al otro a pesar de haber iniciado su relación con tan mal pie en las películas de la nueva generación.

Espero que este tratamiento os guste. Muchas gracias por vuestros comentarios, follows, favoritos, y demás. Sois los mejores