"Silver Bullet" Daniel Attias, 1985. Universal. ©

"Naruto" M. Kishimoto, Japón (1999-2013) Shonen Jump ©

Adaptación: "El año del lobo"

El Gran Kaiosama 2012-2013

Genero: Terror

Reparto: Konohamaru Sabutori, Naruto Uzumaki, Iruka Umino

Sinopsis: Al iniciar el año un extraño y misterioso crimen hace temblar a todo el pueblo de Konoha ¿Como detener a algo que parece no tener explicación? ¿Como afecta la Luna llena a esta nueva amenaza a la villa oculta?

"El año del Lobo"

Capitulo 1

Parte Uno: "Ventiscas de Enero"

El viento helado sopló entre los árboles del bosque cercano a Konoha, haciendo gemir sus heladas ramas, la nieve, blanca y pura como un pergamino sin usar, se iluminaba con extraños fulgores plateados provocados por la luna llena que se asomaba curiosa entre los negros nubarrones de la última tormenta que dejara el invierno en el país del fuego. Cerca del camino comunal que llevaba a la aldea ninja se alzaba una pequeña cabina, un cuarto que en ese momento estaba ocupado por un solo e incomodo vigilante.

Izumo Kamizuki estaba parado, dando patadas al suelo para tratar de conservar un poco de calor corporal; tenía cerca de seis horas dentro de aquella incomoda cabina de vigilancia y todavía le faltaban otras seis antes de que Kotetsu fuera a relevarlo.

¿Cómo demonios iba a saber que esa caja de dangos era de Shizune-san? No había sido su culpa enteramente. La mesa del comedor en la torre del hokage era tierra de nadie. Si alguien dejaba algo ahí era casi como regalarlo. Claro que esa explicación poco le valió. Shizune se mostraba tan serena como siempre, incluso comprensiva, hasta que llegó la orden de que montara la última guardia en la caseta exterior de la villa. Una evidente demostración que al final de cuentas la asistente personal de la Hokage no había tomado las cosas tan bien como aparentaba.

Y de esa manera terminó ahí en un pequeño y apartado cuarto de madera justo a medio kilometro de la aldea, un cuchitril congelado por las terribles ventiscas de enero.

—Cuando regrese, tomaré un baño bien caliente. —Dijo en voz alta, tratando de romper la monotonía del lugar— Una deliciosa cena con mucha carne… Y mi cama, mí adorada camita.

Sonrió ante la idea, después de todo aquella imagen mental le había entibiado un poco el cuerpo. Bendito poder de la sugestión… Y pensando en eso, no estaría de más un poco de compañía femenina, después de todo, el era un hombre con necesidades. Entonces escuchó algo, Un primer impulso casi lo hace salir a la nieve a averiguar que había sido.

Pero se quedó quieto, alerta. Había algo afuera y no era sugestión. Fue un raspar muy leve en la nieve, sutil, pero al mismo tiempo bastante claro. Retuvo la respiración mientras llevaba su mano al porta-Kunais y desenfundaba uno lentamente. Nuevamente escuchó el movimiento cerca de la cabina, algo, alguien caminaba por ahí.

Se concentró para detectar al acechador, pero quien quiera que fuera era muy bueno, eso o estaba alucinando. No había trazos de chakra alrededor de él, ni ningún otro movimiento aparte del sollozar del viento entre los árboles.

Entonces llegó el estruendo, fue como si una carreta de carga se estrellara contra la cabina. Las tablas saltaron en cientos de pequeñas astillas, pero Izumo ya no estaba ahí, había logrado hacer la técnica de sustitución en el momento justo, Dio un par de vueltas en el aire y arrojo tres kunais con sellos explosivos atados a su mango, aquello cegaría al enemigo y haría suficiente ruido para llamar la atención de la aldea.

La primera explosión fue como un relámpago irrumpiendo en la oscuridad. Izumo vio una enorme sombra negra agazapada en los restos de la cabina, la sombra de algún animal, anormalmente grande. Un pelo oscuro y denso, como la misma oscuridad que acaba de romper con la explosión. Aquella cosa giro la cabeza en dirección a él y pudo apreciar el brillo de unos ojos que en primer momento fulguraban en tonos amarillos, sin asomo de humanidad.

El joven chunnin desenfundó más armas arrojadizas de sus bolsas y aprovechando la segunda explosión saltó para ponerse en una mejor posición. Pero aquella criatura ya estaba casi sobre él, saltando igual de rápido y preciso.

Con el fulgor de la segunda explosión Pudo verlo mejor, justo a pocos centímetros de su rostro. Pudo apreciar el vello negro y espeso que le cubría la cara, los brillantes dientes, blancos y afilados como hojas de katana y aquella garra, demasiado parecida a la mano de una persona pero más fuerte de lo que hubiera sentido antes

Le atenazó por el cuello y justo antes de que el último sello explosivo detonara, aquella criatura le arrancó la cabeza en un único y fluido movimiento…

0—

El grupo de Anbus regresaron al punto de encuentro justo cuando los primeros rayos de sol iluminaban el camino, permitiendo así mostrar un atisbo del verdadero desastre que se había conjurado aquella madrugada.

La cabina de vigilancia estaba hecha añicos, cerca de ella algunos manchones negros. Pequeños cráteres con nieve oscurecida por las cenizas y un par de árboles dañados, única muestra de que el ataque fue contestado. Aunque las pruebas no eran del todo claras.

La quinta Hokage estaba también ahí, mostrando un rostro severo y analítico. Parada delante de los restos semi-devorados de lo que alguna vez fue el gennin de nombre Izumo.

—El área está limpia, Hokage-sama. —Dijo uno de los Anbu— Nada en por lo menos un kilometro a la redonda.

—Tampoco encontramos huellas. —Dijo otro— Es como si el muchacho hubiera peleado contra un fantasma…

—Un fantasma que lo devoro. —Dijo Tsunade de forma tajante.

—Podría tratarse de alguna treta para ocultar un asesinato. —Aventuró el primer Anbu— Quizás incluso, usaron algún tipo de Ninken (1) o…

—Llama a Tsume Inuzuka. —Dijo entonces la Hokage— Si alguien puede aclararlo, es ella.

Se dio la vuelta y se retiro de ahí sin decir más, tenía muchas cosas en la mente y necesitaba organizarlas, Izumo era un chunnin, pero era uno de los mejores en su clase, no iba a caer tan fácil si se hubiese tratado de un animal común.

Además estaban las huellas.

Patas de alguna clase de perro o de lobo, demasiado grande, de alguna especie descocida, un animal que marcaba sus huellas tan profundo que parecía ir en dos patas.

Y apenas estaba comenzando el año…

Segunda parte: "Un helado romance de febrero"

Kiyose Akimichi suspiró por última vez antes de dejarse caer en la cama, pronto llegaría esa fecha del mes tan especial, De nuevo aquella caja de chocolates que espera entregar a "cierto individuo" y con tristeza sabía que quizás nunca lo haría, que la caja regresaría con ella a la casa y que terminaría comiéndosela y soñando en las cosas que nunca pudieron ser.

Kiyose no era una chica desagradable, tenía veinte años, ojos vivaces y una sonrisa que ella sabía bien, llamaba la atención. No había seguido el camino ninja del resto de la familia pero aun así era respetada, bastante segura de sí misma y siempre se había considerado bonita, a pesar de tener aquella característica física que hacía tan particular al clan Akimichi. Era (en términos vulgares) "gorda"

A ella no le importaba mucho en realidad. No era como su primo pequeño, Chouji. Quién parecía estallar cada vez que alguien usaba la famosa palabra con "g" nunca se había sentido mal por su físico, aunque a veces pensaba que eso era lo que provocaba esa horrible timidez cada vez que lo veía a él en la calle. No podía estar muy segura de que se trataba, bien podía incluso "coquetear" con otros chicos. Pero cuando él pasaba por ahí, cuando él se acercaba un poco… la cara se le ponía roja, le empezaba a faltar la respiración y al final le daba la espalda o se escondía. Por suerte él no lo notaba, o era un caballero y fingía para no avergonzarla. Pero aún así no se desanimaba, llegaría el momento en que tendría el valor, la fuerza.

—Algún día. —Se dijo a sí misma en voz alta— Y espero que esta vez sea ese día.

Levantó un poco la cabeza y vio la luna llena iluminar el cielo con su particular destello escarchado. Sin nubes ni estrellas, el helado viento del norte aun soplaba, pero esta vez con suavidad, como si quisiera darle un descanso, una noche para el romance, para el amor…

Kiyose Sonrió a la luna tras su ventana y comenzó a quedarse dormida, profundamente, mientras su mente la llevaba a su sueño favorito.

Se podía ver un castillo de cristal. Una enorme estructura brillante como una estrella, asentada en la cima de una clina llena de árboles y verdes praderas, con el gigantesco disco de la luna iluminándola. Ella estaba vestida en oropel y sedas, como, una princesa. Parada en lo alto de una torre, esperando a su amor, a su esperanza.

Él llegó, montado en su poderoso corcel negro, desde abajo le lanzó un beso y ella lo recibió emocionada, miró expectante como el escalaba la torre del castillo, siempre con esa sonrisa en sus labios, mirándola a los ojos. Cuando su héroe finalmente llegó al balcón, ella lo abrazo, sintiendo la tibieza de su cuerpo a través de las ropas de piel. Su héroe le besó la frente y luego el cuello, ella se apretó más contra él al sentir como respiraba sobre ella, lleno de pasiones desencadenadas. La lengua de él recorría es parte de su piel expuesta, se sentía rasposa, caliente. Él se quedó quieto un momento y luego la mordisqueó, ella rió un poco. Antes de que la mordida pasara de ser juguetona a dolorosa… Extremadamente dolorosa.

Abrió los ojos, aterrada ante la repentina sensación de que ya no era un sueño. Su adorado príncipe era ahora un pesado bulto sobre ella, una masa de músculos y pelo que la ahogaba, trato de moverse pero aquello la tenía inmovilizada, respirando con fuerza sobre su cuello, lamiendo la sangre que brotaba por la herida hecha. Ella pudo sentir el intento asesino manado por aquella criatura y trato de gritar, de gritar con todas sus fuerzas, deseando que su adorado héroe apareciera para salvarla. Pero apenas logro dar un ligero chillido antes de que el monstruo mordiese con más fuerza y le destrozara la yugular, ahogando cualquier intento de pedir ayuda.

Y mientras la piadosa muerte la abrazaba con lentitud, pensó que ese pudo haber sido el catorce de febrero en que finalmente le hubiera dado los chocolates a su adorado Hatake Kakashi…

Tercera parte: "Huellas en la nieve de Marzo"

El equipo siete avanzaba con lentitud entre los nevados caminos del bosque de Konoha. Atentos y con las armas desenfundadas, no había plática entre ellos. Tanto Kakashi como el joven Sasuke Uchiha mantenían el sharingan activado y oteaban los alrededores, alertas al menor movimiento extraño.

El día era claro, sin nubes en el cielo y con un sol que apenas empezaba a derretir el hielo y la nieve acumulados por tres meses. Naruto Uzumaki abandonó por un momento la pose de guardia y se estiró. Kakashi lo miró de soslayo e hizo una seña para que todo el equipo tomara un descanso.

—Esto me está matando. —Sakura Haruno se quedó recargada contra un árbol— Ya tenemos más de un mes revisando este bosque.

—Sólo se trata de un estúpido lobo. —Dijo Naruto sacudiendo la nieve de sus sandalias— Con poner unas cuantas trampas y un buen cebo caerá, dattebayo.

— ¿No supiste lo de Kiyose Akimichi? —Preguntó Sakura sorprendida, al ver la negativa del chico rubio meneó la cabeza— Ese "Estúpido lobo" como le dices, entro en el barrio Akimichi, se coló por la ventana de su habitación y… —Sakura hizo una pausa que tuvo efectos dramáticos. No porque ella lo planeara, la historia le hacía temblar— La devoró casi toda, sólo dejo su cabeza y un brazo.

Naruto tragó saliva, aquello si era preocupante.

—Mmph… No era un shinobi. Cualquiera pudo entrar a su casa.

Sakura se estremeció ante el tono tan frío y despectivo de Sasuke. Por un momento sintió desagrado por él y por su comentario, tenía ganas de reclamarle pero…

—Para ser un genio a veces te portas como un idiota… dattebayo.

La chica se escandalizó por la manera tan directa de Naruto pero su "Yo interno" estaba bastante contento con el comentario. Sasuke lo miró airado.

—Deberíamos de proteger a la gente, no burlarnos así.

Sasuke no dijo nada, pero era obvio que las palabras de Naruto le habían molestado. Resopló enfadado y se alejó de ellos. Sakura no estaba segura de si dejarlo ir o seguirlo. Entonces dirigió su mirada a la nieve al pie del árbol. Había una huella de lobo.

La huella indicaba que el animal se había detenido en ese punto. Miró en la dirección opuesta y pudo ver de donde venía. Le hizo una seña con la cabeza a Naruto, el chico por una vez entendió a la primera y comenzó a caminar cerca de Sakura, con su kunai firmemente sujeto en la mano. Kakashi se dio cuenta del movimiento y se acercó también, con su ojo sharingan viendo en esa dirección.

—No hay nada. —Dijo Kakashi— Por lo menos nada vivo.

Naruto estaba viendo a su maestro, entonces volvió la vista al camino y notó una mancha muy oscura en un claro del bosque.

Sintió un retortijón como si hubiera tomado leche en mal estado. Aquella mancha era de sangre, no era el hecho de ser sangre en sí, era la cantidad de ella lo que lo enfermó.

En el centro de esta, estaba el cadáver de una persona, con las manos heladas levantadas en una última suplica que nunca fue escuchada. Su torso estaba abierto, sin entrañas, era como ver una caja de cartón vacía. Sakura se acerco al chico rubio y de forma inconsciente lo tomó del brazo.

—Pasó anoche. —Kakashi se acercó al cuerpo y lo examinó con detenimiento— Era un ninja, no de nuestra aldea por lo poco que puedo apreciar.

—Quizás cayó en alguna trampa. —Opinó Sasuke con cierto aburrimiento.

—No tenemos nada que haga esta clase de daño, Sasuke. —El ninja copia estaba muy serio, pensativo— Hay señales de lucha. —Señaló algunos troncos astillados y chamuscados— Fue una pelea bastante escandalosa.

—Pero, sensei… —Sakura recuperó la voz— No escuchamos nada anoche.

—Estamos muy lejos de la aldea, necesitarían haber volado la mitad del bosque para que supiéramos que algo pasaba. Este ninja no era un espía, por lo menos no iba hacía Konoha.

—Entonces no era un enemigo. —Sakura se quedó pensando en las consecuencias.

—Si era un aliado cruzando nuestras tierras, vamos a tener mucho papeleo en la mesa del Hokage… —Kakashi suspiró— Y vamos a tener una Tsunade muy enojada, gritándonos a todos.

Naruto levantó la vista al cielo mientras se ponía las manos en la nuca y gemía al pensar también en las consecuencias.

—Este año va a apestar como ramen descompuesto…

Cuarta parte: "Cometas"

El ninja muerto resulto un mensajero de una aldea menor de regreso a su hogar, las consecuencias de aquel crimen no se hicieron esperar y pronto hubo reclamaciones y murmullos alrededor de todo lo que estaba pasando, un animal común y corriente no podía ser capaz de matar a tres personas de esa manera, especialmente cuando dos de ellas habían resultado ser ninjas perfectamente entrenados para el combate. Durante los días siguientes se hizo muy común ver a los ninjas de Konoha rondando la aldea con las armas desenfundadas y mirando con desconfianza a cualquier animal que asemejara ligeramente a un lobo.

Eso trajo un montón de problemas al clan Inuzuka quien se vio obligado a poner cadenas de identificación visibles a todos sus ninkens. Tsume no dejaba de murmurar acerca de "Los malditos palurdos de la aldea" y se preguntaba si sus hijos y ella no acabarían usando un collar también.

La academia ninja cerraba sus puertas un poco más temprano y las prácticas vespertinas estaban temporalmente vedadas. Había un toque de queda que muchas personas consideraban justas.

Pero para el pequeño Udon aquello era una verdadera injusticia. Especialmente porque la tarde era el momento perfecto para probar su nuevo invento "Una cometa espía"

Un poco después de las seis de la tarde y asegurándose que sus padres no lo habían visto, salió por la ventana llevando su cometa y dejando un clon de tierra acostado en su cama. Nadie notaría su ausencia hasta que el clon se desbaratara y eso si él no llegaba antes, después de todo era un vuelo de "prueba" nada más. El campo de entrenamiento estaba vacío como suponía, así que sin mayor problema corrió y la cometa alzo el vuelo con relativa facilidad, una brisa suave la mantenía estática a la altura adecuada y Udon sonreía pensando en todas las cosas que podían hacer con ese invento suyo.

"Cámaras aéreas, sellos explosivos" Pensó mientras sorbía un inoportuno escurrimiento nasal "podría hacerla más grande y quizás… Volar en una"

Una ráfaga de viento lo tomo desprevenido haciendo que el hilo se tensara más de la cuenta, el pequeño Udon trato de mantenerla quieta pero la tensión fue demasiada y el hilo se rompió mandando el artefacto por encima de las copas de los árboles.

— ¡Mierda! —Exclamó el niño mientras corría detrás de ella— Tardare meses en hacer una nueva si pierdo esta.

Saltó a la rama de un árbol y de ahí se interno en el bosque, sin notar que el sol ya había desaparecido tras las montañas.

Finalmente la encontró colgada en un arbusto, una revisión superficial le mostró que no había daños mayores suspiró aliviado y la desmontó para llevarla de regreso a casa. Entonces notó que sólo una débil luz azul impedía que la oscuridad envolviera todo su alrededor

Sintió un escalofrío, era muy tarde, no sólo porque sus padres lo iban a regañar; además estaba esa sensación de que algo no debería de estar ahí. Miró a su alrededor, tratando de ubicar la salida más rápida y optó por saltar entre las ramas de los árboles, justo como había llegado.

Pero al dar el primer salto, algo lo sujeto por el tobillo y lo lanzó con fuerza contra el suelo, atontado alcanzó a levantar la vista y se topo con un par de ojos amarillos, salvajes y crueles que lo miraban por entre una bruma de pelo negro. Trato de gritar, de moverse, pero lo único que pudo hacer fue aspirar un inoportuno moco que se resbalaba por su nariz.

Era un poco después de las cinco de la tarde cuando los ninjas encontraron los restos destrozados del pequeño Udon. Junto a su mano ensangrentada estaba la cometa, muy dañada pero aun así intentando levantar el vuelo con la suave brisa de abril, en un día perfecto para volar cometas…

Continuara…

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Notas del autor: Bueno, pues aqui estoy reposteando este pequeño fic que quedó de un proyecto atrasado, esperando que sea de su agrado y para Kusubana Yoru y su proyecto de fics de terror para este mes de Octubre, pues bien, la matanza ha comenzado :)